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5. EL PRIMER ANTIMPERIALISMO. LATINOAMERICANO* ‘L Entre 1a guerra hispano-orteamericana y ol estallido Ge la primera guerra mundial, una serie de discumos fantimperilitas eomionza a cubrr le superficie politica ¥ aallural de} subcontimente latinoamericano. Dichss intervenciones content como elemento comm Ja pro- testa ante el expansionismo estadounidense, por un lado, y como factor dominante aunque no exclusive la contra: propuccta defenciva de la unidad latinosmerioana. Art- bos movimiento: podian, por lo demée, refugiare on la ducosa estrategin de los “‘antecedentes”. Antecedentes ‘ce protesia antinorteamericana, por ejemplo, remares bles en ia escritura romdntica de: Francisco Ditbao de La “Amiériec en peligro, donde corclufa eh esa dentifieaci6 entre el fiibusterismo y la politics extenor horteamess- cana (‘*Walker son los Estados Unidos”) que ya no aban Gonaré las earacterizaciones iatinoamericanas del fend- meno imperialis.a. Previsamente, aquel mismo intelec- fil chilono —al que Alajandeo Kom dofinis como ose “emabundo para quien el eatoliciomo es el enemigo rato de lalibertad"—es el que, en fecha tan ‘empranacomo 51856, alestabn contra e “norte sajon” y que, en £1 evan- ‘elo americaro, vela que los Estados Unidos “han aide fn [a tentacion de los titenes, crevéndose ser los axbilros De Panto de Vite, Buenos Ate, sno 1V, num. 1, saior 86 Oscar Tera de Ia tiem”. Protests slamnadias todas éstas, que se pro- acian casi cuarenta aiios después de que Bolivar conte. sara a Santander la convenioneia de exeluie del eongreso de Panamé 4 ios “‘glessione:” del extreme norte del continente “porque son omaipoterter y, por lo mismo, tembies”. Tampoco of segundo rasgo de aquel “antimpesta- tise” “te apelaciOa a la unidad latinoameriesns— care. ceria de precusores, que habian imaginado una respues- ta semejente coda vez que habia imaginado amenazada su autonomia politica por parte de las potencias enropeas © de los BE.UU. Podran citarse entonces, como teiimo- nios texiuales de esa inquietud, entre otros tantos. ol serito de Monteagudo concocando a “uns federscién {general entro los Estados Hispanoamericanos”, o 18 Mo. mova de 1821 de fray Servando Teresa de Mier, 9 el pro ‘yeeto alberdiano de 1844 sobre la necesidad de una “Higa americana”, por no refecine a los harto couocldos inten tos bolivasianos 0 2 los tratados coniederales que hacia 11362 #1 chileno Vicuta Mackenna repasata con recon0- cimmiento pero sin ocultar un freeaso que atribuia a su pertinaz carécter defensive, En fomo de este doble movimiento de protesta ¥ contrapropuesta reactiva se iré eanstitayendo en nuestra eaullura la idea de que Améviea Latina configura una uni died, intoprada slrededor de osoncins —vogun o pretend prekispfnieas, colonise: © postindependentisias, 9 2 la ual solo un proceso extetor de belcanizeciOn fibrin ‘yenido 2 disociar. Latinoamérica resultaria asi una mis- ‘ma ontiéad sasianciel que realiza en acto potencialidades, hhasta.entonces replegadas en e} mutismo edlido al que la hhabria condensdo, desde siempre la presencia de lo Otro, encarnado en las figuras de los eolonialismos 0 ls impe- Falismos de tumo. La “exprsion” de dicha oxoncialidad ‘eebria roeaportla on aqulla subtorrinea tarea de la ciertura que revela cue desde Bolivar hasta Marti, de Bilbuo a Hostos, desde Cecilio det Valle haste Ugerée y tantos otros, un hilo rojo antimperiaista recoreere el denso entrammado de le discusividad latinoamenieana, 2. Si queremos desembarazamos de Dios —decia Nietzs- ehe— es preciso liberarse de 12 gramitica $i queremos independizarnos de todos los monoteismos tan tenaz- En busce de Ia ideologta argentine a7 mente elaborados de Ja historiogratia latinozmericans, 22 qué dioses dobemoe renunciae? Un principio, habe axe “Suspender” provisionalmente esas calegorias corr finuistes mediante las cuales una hisvortograffa soclolo- gizante 0 metaffsice ba concluido por diluir en matrices fSéusieas a une pluratidad de diversidades que en rigor se desarrollaron, tas que segin al “esferieo” modelo hhegeliano, como una superposicién casi goclogiea de seties descentradas. Por ello, el limitado objetivo de este frabajo reside on interogar a algunos de los discunos antinpetialisine del perioco 1898-1914, no pare inser binlos apriori en la Senda lumnose ée tra continaidad inexorable, sino para que nos digan qué objeto consti flan cuando pronuacaban ol nombre “antimperi- E"imperialimo": he agut ua yorable alustvo y eh sivo hacia fines del siglo pasado y prinelpios del presente, pero mo solamente para el saber de la intelectualidad lati nhoamericana. Piénsese simplemente en dos mojones cro. nolégieos: 27 1882, la Standard Oil Compans. de New Jersey, se convierte en ol primer trust norteamericano; s6lo e1 1910. aparece e} bro do Hilferding #! capital financievo, al que bien puto ealificar Otto Bauer come “fia obra que esperibamos desde hace largo tiempo”. ‘Simese 4 ello la demora implicita en la transmisién de estos mensajes tedricos incluso hacia las apaslatelectaa Jes latinoamericanas més couectades. con las produecio. ines de la izquierda europea, y se podré cbservar la caren la de aportes provenientes de dicho campo con que Podian contar los inteleetuales de esta parte det mundo ara reflexionar esa realided implacable quo enonrnaria fen los Estados Unidos de América Desdle coorienaciae poritivistes 0 espiitualistes, oe sectores de la intelectudliéad latinoamericana const. tan el objeto de sas ataques antimperalistas identifedn. dole bisicamente con aquelle uacién que Io susbeniava mas que con una categorfe explicativa de ta tocompoei elon que operaba el capitalismo mundial desde las it mas décadas del siglo XIX, Naturalmente, esia ident eacion no podiia sino producix efectos notorios sobre a “saber” acerea del imperialismo que de tal modo se constitufa. pero ademés implieaha ima mutsoiin oan respecto a fa imagen de los Rstadon Unidos sustontada 88 Oscar Terén especislmente por los niicleos liberses del subeonti nente. No hacia mucho tempo, después do todo, aus Sarmiento en Confficios y armonia de lac razas en Amd riea habia convocado a ios udsmericanos aque “seamos Ja América como el mar es el Océano; seamos Estados Unldow”;o que Andrés Belo habia sefalago a dicho pais como, “nuestro modelo bsfo tantos respectos”, actitud iguaiinente imitative que alguna vez tentaria al mexicano sto Siera ante la visién de aquel “maravilozo animal coleetivo”. Pero he agai que evando este paradigma coda paso con Marti ala cabeza 2 uns vision erfties, dicho dee plazamiento implicaré curiosamente la utilizacion inver fida del caso norteamevicano, con lo cual no ve logteba sino exorcizar la misma imagen que hasta eutonces se habia tralado de emular. De tal manera, en una reacion specular mutuamente fescinada, los EE.UU. y Amérca Latina irin constituyendo una serie de saberes sobre si rismos y sobre el otro sin les cuales resulta incompren- sible la emergencia del antimperialisma latinoamericara, 3. Bsa realidad quo el sorprondente desarrollo del cepi Jismo norteamerieano ponia de relieve resultaba france: mente deseacantadora para quienes intentaran adecuarle « explicaciones ids © menos elésicas. Durante los tlt ‘mos treinta aos del siglo XIX, los BE, UU. habian expe- Mmentado un enorme crecimiento econdmic> que lo conduciré a ocupar e} primer puesto como productor Industral, desplazando a Inglaterrs en este terreno. Hacia 1900, por ejemplo, el pais americana cubria el 20% dela producciOn manufaeturera mundial, frente al 19%. de Inglaterra y el 16 de la ascondente Alemanie. Pero cl vasgo distintivo y relovante del desarollo capitalista norteamericano reside en el bajo porcentaje de sus exporteciones con respect al produeio nacional Drulo, proporciGn que en los afios 1904-1913 era del 11% com: Parada con el 43,5% para Inglaterra en \amismaépoca, Por tanto, si el desarrollo capitalsia norteamericano se aseniaba prioritariamente en su mayor capacidad de crecimion‘o cimentads en la expansion del mereado interno, ¢ preciso buscar atro tipo de motivor “sobre. determinates” de sus necesidades econémicss enlo que respecta s la politic imporialista que inaaguran “oficial- En busca de le ideotogéa ergentina 39 mente” en 1898, En este rebro habria que incluie eorsi- detaciones fundamentalmente geopolitieas, al jgval que el “ciorre de Ia fronfers”, fondmeno este titimo xo slo entendio como un hecho de connotaciones economalcas Sino como signo emblemitico de toda la cultura del pio eer y de le mitiea posiuildad del desarrollo individua lista e iguatitarista de la sociedad norteamericana, todo ello dentro de tun bloque ideoloxico sistematizado por el protestantismo como mediador de Iss relaciones con lox “eatoiiess del sur”. Como dato ilustrativo, recuerdese gue, con motivo del conflicto entre Inglaterra y Vene. miela de 1895, los RE.UU, habian intervenide activa mente y obtenido un arbitraje favorable que produjo ura profunda conmocién en toda América Latina, ¥ no obs- tante, resultaria excesivo ver en este epbodio el efecto directo de Ia presion de clertos grupos economleos, ya que “como recuerda Alberto Acquetone en Le origine deltimpeniatismo americano— fueron los sestores tinct Jedos con e! grupo Morgan los que, junto con los etreulon ‘iis conservadores, tyataron de moderar la actitud guber- mamental, Jo que 2 su ver provoes la respuesta sirada ada menos que de Theodor Rooeovslt, quien en su articulo “The Monroe Doctrine”, al per que legilimaba Ja actitud nortommericana, fustigaba la conducta del mundo de los negocios y la “proverbial” cobardia de los icos: “Cuando se trata de una euestion de nonor nacio. nal 0 de un derecho nacional ~eoncluie—ningin interés eberia ser tenido en cuenta ai por un solo Este lenguaje agresivo resultaba eongmente con un clima interacional profundamente impregnado de pric ticas v diseuros imperialistas, que entrolazendo ideolo. Gias misionales con temae sociodarwinistas propoadria la plataforma te6rica para una sociedad proata 2 revita- lizar la mitologia det “destino maalfiesto™. Maxime cuando, luego de la facil vieworia de 1898, 103 BE. UU. se apropiaban de Filpinas, Guam, Puerto Rico, las idas Hawail y obtenfan un virtual protectorado sobre Cuba, Teabriendo Ja conocida serie de stropallos —comregacian de Fanamé, intervenciones en Repiiblica Dominicana, Cubs, Niceragua, Méxieo.— que dlarmarian honda. mente a algunos eirailos latinoemericanos, A Las respuestas de 1a escritura no se hicieron esperar, Yy uno de sis aleantacoe sera nada menos que el jefe del moderniomo. Gn Rubén Dario, ofsctiemante, desde tu ariculo “Bi biunfo de Caliban” y luego, on 1905, la “Salutacion del optimista”, ya apazecen dos aueleor temiticos que aulmarin una buene parte de la prédics timpentalisia del perfodo: ta dentnela det “materia Timo" norteamericano —que ya sorprendemos en Mai ti y la esperanza proyectada en certeza de que “la lati- vn estirpe sera la pan ae futura”. Estas mismas cono- fcione: sera llevada: s su mavor desarrollo en el cele be dre! Ge Roda, aparecvio.on 1800 de vasa in le. fn ccbre. tea la infelecuslidad Iafinosmerieans. En te texto clisico, eestor umiguayo plantes la antino thia Latinoamérica / Estados Unides como expreciva de Is eontraposicion “espists / materia", anfinomia estat Ga naturaimente del archivo ideotbglea de espirtuaismo hovecentsa, Dentzo de un mundo cuya mercantiizaion recheza, Rod6 apela al registro aristocratizante del modernismo en busqueda de slgunos expacios eventualmente proteg- dias de st conversion en valores de eambio. Uno de esos tmieleos que, con si existoncia, cvestionaria al sistema free allio on Ins juventadeslatinoamereans, rau undo aa ese discure juvenlista en nuestra cultura quo ia lade se transfomaria en vohunted colectiva at arliculase con les moulleaciones de la Reforma Univer Sttania. Dos modelcs historicos resuitan rescatados sobre la base de esos parametror axtologices de fondo bergso- riano: la Grecia clasica y of eritanismo prmitivo. En ‘este repliegue simultaneo hacia las fuentes historices y hacia la interioridad encantada del “alma bella”, Rodd echscubria la tradictin hispanocristiana, en in gro de ‘rues muptura con las proporicioneslicizantes el ibe ‘allo ¥ sl postivismo Iatinoamerieanos "A pattr de alli, o Arie se muere en el espacio que acaba de creane: el “involabie sepuro” del “reine inte Trot”, En esa eimara cerraca cada uno puede ejecitar sa ‘cio, opuesto segun la tradicion grecolatina @ reG-0%0, 6 decir, @ le dimension dela vida economice. Producida entonces la eseision economia / cultura, esta altima res- cataré para si el areade le pura subjetividad, “donde tie- tron su ambiente propio todas las costs dlicadae 9 SI a a ete re En busca de fe ieotogia argentina nobles que, a ja intemperie de la realidad. anema et alien to de la pasidn impura y ol interés utiitaria peneeribo” ‘Trasladado este mecanismo al terreno sovial, deberd deduciise Ie deidicha de aquellas sociedades que ante- ongan los valores mercantiles a los esplftaales, peso ademas € dualismo economia | cultura se tortara pro- ductor de consecuencias tedrieas a otro nivel. Puesto que si ambas esferas pueden efectivamente bscindirse, eso sig- nifiea que no todo el modelo nortesmericano deberi ser condenado, sin mis, al reckazo, Por el contrario, se tra: tard de integrar aque} “materialismo sin aima”,'en una Justa medida, en el espivitualizado univers latinoame. Pspiritualisme, monatismo, elitismo, subjetiviemo, gon en fin uaa serie de categories gue’ ch mrvaninne Todiae produce para generar uno de los discursos de ‘mds large duracién dentro de Ia tradicién del primer antimperialsmo latinoamencanista, como se pone de manifiesto. en que atn Franesseo Gateta Calderdn resi. tara tributario de ese modelo euando, en dos obras que sieran précticamente #1 periodo selectionado. (Las democracias latinas de América, 1919. v La ereacion de tun continente, 1913), procede a ia fusion de varios ele- mentos srielisss. Sin embargo, la ambigledad de este ezerito del autor portano on cuanto a tas alternativas que eben oponemse al expansionismo norieamericano pare- ce apoyaise en la conviceién de la inevitabitidad de dicko proceso, Bsio no impide que debian sefisarse as lacres de Jo que se prevé como un desarrollo tan gigantesco como vaciado de espirtualidad, va que toda ia evolucion de 0s EB.UU, anuncia “el trunfo ée la mediocridad”, “Ia tir: nia de ia opinién’”. la ausencia de una “aristocracia din. gente” y, en zuma, “a yuslta al tipo primitive dal piel zo”. Ea cambio, es en Europa —espovialmente en Inglaiorra y Francia— donde dobo buocarve, nuevamento, © paradigm para losatinoarericands. Anteriormente 2 este arco ciseursivo descripto entre Ariel y las publicaciones de Garcia Caldertn, desde el ‘Brasil esa Zona tantas weees excontrica al resto do la cultura Istinoamericana— Eduardo Prado habia formu: lado referencias sobre los Estados Unidos desde una pers- eetiva de derecha que definia otto abordaie del fend- ‘meno norteamerieano, Su libro A. Mlusdo Ameninana 92 _ Oca Teri habia aparece en 1885, o sen, dos allan ge secretario de Estado norteamericano Richard declarara que su pais era “pricticamente eo que “sa voz seria ley sobre los ia su intervoncion”, ¥ al igual {quo lo harin otros textos de la primera década del siglo XX —como Ima América, de José Santos Chocano:Le gloria de don Ramiro, de Bnrique Larreta, o Bl diario de Gabriel Quirage, de Manuel Galvez, el brasilefio Prado redescabets en su libro a una Espafia que se representaba ‘como venero de traciciones positivas prontas a ser opues tas a las de los Estados Unidos de América. Pero este interés surge inmediatamente dictado como contestacion a las tendencias pronorteamericanas que percihe en el interior de la Repiibliea, incluyendo una eritica que en rigor apunta contra disha forma institucional y en defen sa del régimen monérquico, De ahi el interés por deseribir 2 los EB.UU. como. “ms egoistas y prepotentes en sis préeticas que las ‘morarquias europeas”, dominados por la “plutocracia” © “millonocracia” y la “diplomacia filibustera”, terminos todos ellos que producen la adjudicacion del cardcter “parasitario” al capitalismo yanqui. connotacion devasta fortuna en 12 reflexion sobre los Estados Unidos en el Giscurso de Ia intelectualidad latinoumevicana. Hse caric. tor’ parasitario del régimen norteamericano lo defini centralmente como un capitalism “anormal” feeate alo ‘que seria su expresion adecuada y, naturalmente, euro- pea: “os plutocratas americanos —eseribe Prado— no se Satisfacen ya con el mercado nacional que el proteccio. nismo les entrego (...] En igualdad de condiciones, no pueden competir en los mercados cel mundo con los Productos manufectarados de Europa”. Mas si en estos aspectos el texto de Prato puede ‘ofrecer puntos de contacto eon algunos de sus contem. orineos ante el mismo fonémeno imperiaista, difiere rofindamente de elles en lo relativo a la contrapropues. ta de la “unidad latinoamericana”, imposible a su juicio dado que entre los paises iberoamericanos “bay mis codios, més enemistades [...] que entre las asciones de Por el contro, aquella consigna sera retomadz hhacia principios de este siglo por Vargas Vila que, en un En busca de in ideolosia argent 2 tono spocaliptice al que tan bien so presta su romanti chino tardio de guste dudoso, en sv panicle Ante lor Derbaros planteara precisamente la umgencia de Ia “union” entre los paises latinoamericanos, que debera acompafase por el estrechamiento de vineulos con Espafia. asi como una “aproximacion a la Utalia y a ls Francia, las dos hijas mayores de la raza” ‘Adlemis, y amén de la ausencia dol sefialamiento de las vias quo oporativemonte padieran conducir a dicha uunificacion por sobre aquellas estructures nacionales que Prado habia juzgado insoslayables, el texto do Vargas ‘Vila incluye nuevamente Ia connotacién moralista de un ccepitalismo degenerado y atipico al deseribir al régimen norteamericano: “No hablemes del Imperialismo Yan- Qui ~dice-; el Imperialismo no existe en. América: no existe sino el Filibusterismo”. Ante este producto terato- Togico, vuelve a afimarse el eiviizatorio paradigma bri tinico* “el imperalismo inglés eiviliza: tostigos, la India noms y prospora; ol Egipto, Australia, Canadi, rivos yew libres; el ibusteriomo amexicano bputaliea: tet {g0s, los fllipinos cazados come fleras, los hawalano: esaparecidos, los panamelios despojados..." Esta caracterzacion —que en el gesio mismo de su entneia se eogaba empero la posibilidad de una com. pprension més adecuada del emergente imperialismo nor teamericano— tenderia-asi 2 definir como enemiga no solo fundamental, sino también exclusivo, al “peligro yanqui”. Justamente, con semejante titula Manuel Ugarte habia publieado on Buenos Aires ea primer coer to antimperialsts. En ese articulo, aparecide un aio después del Ariel, el entonces sovialista argentino slerts contra el expansionismo nortesmnerieano, pero a diferen- cla de Rodd su discurso se inscribe en un terreno franca ‘mente politico, 10 eal no impide que la opesicion hacie los BE.UU. tenga su contrapartida en una vision acritics sobre la presencia del imperialismo europea. No se trata, ciertamente, deatribuir —al modo de quienes poseen una concepcién conspirativa de la historia vaya a saberse qué intoncionos “probritinieas” a eats texto do User, sino de seialar —tomindolo como interrencién signif cativa~ de qué modo las caracteristicas “teritorialistas” fasumidas en Latinoumésica por el imperialiamo nurten ‘mericano yedaban 1 posiblidad ce un andlisis m4 prec 30 del mismo, y de qué manera dicks susensis producia ©} efecto de un andlogo desconoeimlente Gel pepe! esempeticdo por Inglaterra en 12 economia nacional correspondieat». No obstante aquelia Iimitecion, existe ya.en Ugerte tuna comprersion més compleja del fenémeno imperia- lists, qua no se reduce —segin la matriz areliste— a an date cultural “matevialists 0 utilitarista”, sino que prove un cuso en donde d imperialiemo porteamericano extendord gradualmente su dominacién “primoro con 1a fuerze comercial, después con la politics y por dltino con les armas”. Frente a este avance, resarge la contre ppropuesta defensiva de la coordinaciOn tgtinoamerice nista no sOlo ante el peligro de una agresion armada, sino ‘como dique contra la penetracion economica y cultural. Las naciones europess pueden entonces desemipenar un papel positivo, io que indiea a su vez la necesidad de ‘ponerse 2 qutienes sefialan en ells tenidencias antazéni- fas eon lab sitonomias latinoameriomnss, puesto que ast ‘Se noe ofuses con un peligro faleo —escribe~ mientras nos ereemoteaa el verdadero”. “La verdadors monaza tno ha estado nunca on Europa; sino ea a América del Norte”, expresa en ese mismo afio 1901 en La defenso tactna. Dicho contraproyecto defensivo apareeta por cierto pposibiitado tedricamente por esx unidad esencial que él pro de Ugert, ararecide en 1910 con el titulo de £1 porvenir de la América Latina, constraye miimizandy las diferencias rezionales de una Ami “con ligeros matices, el medio social, as costumbres, ielinaciones, los sentimientos y los gustos son idéi Hos textos do Usarte siguen ceceribiende estes ideas contra. Tes, fal como lo revela sv conferencia de julio de 1912 sobre “Los pueblos del Sur ante e! imperialismo nortes- ‘mericano” y especialmente [a de un afio més tarde, dox- de vuelve a diferenciar abruptamente la gravitacion de jos “dos capitalismos” sobre Latinoamérica. No obstan- fe, como ha sido sefialado, también es cierto que Ugsrte ha intervenido anteriormente advirtiendo de modo pras- mitien sobre la convenieneia de que Amenca Latina afirme su prescindencia entre Europa...) y lox Estados | En busce de ta ideologia argentina 95 ‘Unidos |...); 1 con aguéllos ni con étos”, Sea como fuere, y habida cuenta de que el criterio aqui adoptado no pretende erigir a los autores considerados en "'suje- tos?” soberanos de sus pronunciamientos, sino en sopor- tos de una serie de diseursos producidos por dispositives de saber que los deshordan, resullaria ‘lice en este caso recortar uno u otz0 de los aspectos sehialados en funeion dp la imagen que so protondiora favoroeer a los fines altemativos del endiosamiento o la satanizacion. El cubano José Enrique Varona. por su parte, pro- ‘dueité otro tipo de consideraciones sobre este fendmens ‘que nos ocupa en una conferencis de 1905 titulada recisamente “El imperalismmo ala uz de la soeiologia’ En ese diseurso impreguado de organicismo, se define al imperialismo como “la forme de dominacion politica sobre otros grupos diversos v de distinto origen, prOxi- ‘mos o distantes del niicieo principal”. eircunstancia a su vez condicioneda pot tres varable:: crecimiento econd- ico, aumento de poblacién y una cultura “superior”, requiitos todos ellos que Inglaterra habia Hevado hasta fcatonces 4 4 mis alto nivel de cumplimiento. Zea pais europeo inclusive habriase beneficiado del intercambio esigual una vez que, Negado a cierto grado de desarrollo feconémico, debié “ouscar desaguadero a su inmensa produccion, buscar donde emplear un capital ocioso, procurar que los miltiples productos de ese industria ‘metalirzica |...) no se estancera sin salida”, para lo cual “estos pelos fropicales, rieos en materias Drimas V DrO- uctos agricalas, con poblacién en buena parte atrasada, representaben mereado abjerto y Teil de explotar, tie- eas donde extender lor seles; empleo, en fin, para oa ‘capital ociovo; campo, en una palabra, para exa expan siOn econémica”. Lo notable es que esta deseripcion se formulaba desde matrices positivisias, y si bien resuliaba mucho més adecuada que otros analisis provententes del cespiritualismo, éste pareeia sin embarge mas apto para ia organizacion Ge una ideologia que posibilitara la puesta en practica del “principio de escision”. Precisamente, existia ademas un registro por donde circalaba otra via de la discursividad latnoamerieana y que se vincala- ba, por cierto quo mde inditoctamonte, oon Ia tométicn antimperialista, Esta linea se hallaba mas preocupada por la detecciéa de ciertas esencias aacionales, preo- % essere cupacion expresa por ejemplo en La ereaciée de le pe- Gagogia nacional de Franz Tamayo. eserto = lo largo de 1910, os decir, apenas un afio despiiée de Is apericion de La restauracion’nicionalista de Ricardo Rojee, Como garantizar —se preguntaba este ditimo—, “en medio de este cosmopolitismo do hombres y espitales”, algo asi como un “eariotor nacional”. Andlogamente, Iz serie de

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