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Este iro conforma un auténtico «ensayo por entregas» dedicado a la Pee eee ce eee Ree ee eer cme eer ner ay peer tree heey urguesa occidental, que, summida en una honda crisis de valores, se desintegra See ee oe ee ed apocalipticas en nuasiras dias, voces de protesta que se niegan a intentar Se ae ey ae ica eee ee ee ee Cee Se es Chu eob Naerea eoce Pree te eee ea sues barbaros), 61 autor se detiene en Google. un avance tecnolégico que, mas que ere ae ere er oe ee end et Reni ere eee ae aca busqueda de espectacularidad... En cambio, ol alma burguosa, tan bien representada por la obra de Ingres 0 Beethoven (pero tambien por las erent ee sree te Cees ea SP eee! ean wt te ace rcs Cee ee er eet ies ee a ae cc este ee as Perr eee ene em ag haber llegado desde ninguna lejana frontera, sino porque Son una mutacion en fee et terete Un ensayo que ne dejaré a nadie indiferente: nos obliga a cuestionarnos qué Pecan ett eet ee eer ee Rete er eee Be unr a er ee ee directamente a su pablico lector, sobresale en la dispositio, dispone de manera peer te on et ree ies eid Pei ee ee Breet caret ot stot te Maln ead pee a ee ers describiendo» (Mare Belpolt, La Stampa). See eee eee ees Nee ee cee ec acc er eee eee eres Neer ae cond eet oe ee enor ec) Sere ee ese ey Pen or te ae ee sostiene (le mutacion sociolgica en acto en Occidente) es cierto de entrada, Pee ce es ice a ee eas ee auteur ee ‘Océano mar, Esta historia, Sin sangre, Seda y City, que se han publicado Perea er oan aie ce) Jn) ee ey SOADGADG SOT OddLIVE Alessandro Baricco Los barbaros Ensayo sobre la mutacion feces etry Tie det oc oigind Uber Fandango Libe ma, 2006 Dis de cui Jl View y Evo A ‘strain: «Woman weasng ele in ndecape, fat © Suty ihson / ‘Gon Image Ltuseracones des pina 133137: Ingres, jm Augite Domini (1780-1867) Renae de Lovie Peni Bern Par Louvre © Foro Scala Florencia 1980 Ingres. feam-Auguste Dominique (1780-1867): Rete de Mansur Rite, Dal, Trnvte © Foto Sea, Perera, 1990 Primers eit: merce 2008 Segunda: mo 2009 (© Del: aductio, Navier GCondlen Rov, 2008 © Alessandro Baio, 2006 © FDITORIAL ANAGRAMA, S.A. 2008, Pals dela Cot, 58 108034 Burelona ISBN; 978-84.339.62737 Depa ii 8 20869-2000 Pring in Spin Liberples $1. 1 cra BY 2249, km 74 - Pligone Toneafondo UW 91 San ows Hee Respirar con las branquias de Google GOOGLE 1 ‘Me butlian en ia cabeza estos pequefios descubrimien- tos, realizados al ira observar los saqueos de los birbaros, Era todo lo que sabia de ellos. Cémo luchaban. Los escribia para mi, en una columaa, o todo seguido: invertfa el orden, lo intentaba en orden alfabérico. Me parecia evidente que si sabia leerlos en su conjunto, come un nica movimicneo arménico, entoaces habria visto al animal: corriendo, A lo mijor enenderia addnde se dirigia, y qué clase de fuerza empleaba, y par qué cortéa. Era como incentar unis las es- trellasen la figura completa de una constelacién: ée seria el setravo de los bixbatos. Una innovacién tecnolégica que rompe con. los privi- legios de una casta, abriendo la posibilidad de un gest a una poblacién eueva. El éxcasis comercial que va a poblar ese gigantesco en- sanchamienta ée los campos de juego. El valor de la espectacularidad, como tinicy valor into- cable, La adopcién de una lengua moderna como lengua base de toda experiencia, como condicién previa para todo acontecimiento. 6 in, la superficialidad, la velocidad, lk Ft pacificn acomodo a kt ideologia del ianperio amet cano. ELlaicisme instintivo, gue pulveriza lo sagiada en una smiiriada de intensidades mas leves y prossicas. La somprendence idea de que algo, cualquier cosa, ven- ga sentido ¢ importancia taicamente si consigue enmar- cars: en una secueneia més amplia de experiencias. Y ese sistemético, casi brutal, atagque al caberndculo: siempre, y sea como sea, conera el rasgo mas noble, culto, spiritual de todos y cada uno de los gestos. No rengo dudas, tengo gue decirlo sinceramente: no tengo dudas de que ésa sca su forma de luchaz. Ne cengo dudas sobre el hecho de que todos esos movimientos los hacen de forma simulcinea, y que por tanto a sus ojos 1¢- presentan un tinico movimiento: somos nosotros los que estamos ciegos y no lo entendemos, para ellos ¢s muy sim- pple: se trata del animal que corte, ainéa, ¥ nosotros no nos damas cuenta, pero en el fonda ya hemos metabaliza- do se movimiento, esa carrera la conocemos, en cierto sentido, sin querer conocetla, pero la conocemos. Lasts el punco de que cuando no se encuentra uno de esos ele- entos, no nos contesta cuando pasamos lista, nosotros lo buscamos, s{sefior, vamos a buscazlo, porque nos hace fal- ta, Como en a case de Los libros. pensadlo, donde wodo ‘eso se encuentra, salvo [2 innovacién tecnolégica, éa no se cneuentea; y entonces, mira por dénde, uno va a buscarla, casi Ja imploza, yendo & preguncar a los escrivores si escri- bir con el ordenador ha cambiado las cosas, y la respuesta @8 no, jestd compictamente sepura?, sf, léstima, pucs che conces quizi los blog,” 650 es, tal vez los blogs han dinami- tado la liceracura, incluso fa han sustituida: pero no es ver- 6 dad, es tan evidente que no es verdad, que por eso tampo- co nos quedamos tranquilos y terminamos con la pregun- 1a de las preguntas, que insoslayablemente se le hace a to- dos los Nobel, y que es si el libro tiene algiin futuro todavfa, si un objeto tan antiguo y obsoleto puede resistir atin algunes afius suds; peru be sespucsca también entonces es implacable, y dicen que no se ha inventado todavia nada mejor, algo tecnolégicamente més refinado y formi dable, porque ninguna pantalla es mejor que la luz refleja- da de [a tinta, ¢ intentad llevaros a la cama el ordenador portitil y leer ahi a vuestro Flaubert 0 a yuestro Dan Brown, intentadlo, qué asco. Por tanto, el desarrollo tec- nolégico no existe. Aunque en el fondo nos disgusta. Asi resultarfa todo més comprensible, si la humanidad leyera ya sobre ua tinico soporte gomoso, sin hilos, en el que, se- gtin nuestros deseos, aparccieran los periédicos, los libros, los cémics, y los Hinks de todas las clases, y fotos y peli culas; asi resultaria més sencillo entender por qué a Faulk ner ya no lo lee nadie, Resultaria mas comprensible el ani- mal, mientras que asf, sin las patas traseras, parece slo tuna broma grotesca, y por tanto un apocalipsis sin causa (Porque de hecho la aldea de los libros a dia de hoy es mucho més una ciudad abierta, donde conviven dos civili- zaciones, que un saqueo coneluido en el que haya vencido una nueva cultura, En cuanto se invente ese objeto gomo- so sin hilos, entonces si que vamos a ver un buen bafio de sangre intelectual.) ‘As{ que no tengo dudas, y sé que el retrato de los bar- baros esté escondido ahi dentro, y estd inscrito en esas pocas lineas, en esa especie de lista de la compra. Que me gustaria que a estas alturas fuera ya una lista de la compra que llevais en el bolsillo vosotros también, hecha de pala- bras que se han vuelto vuestras, que podriais explicarle a 97 vyuestra novia, 0 comentar con un hijo. Si no es asf, es un desastre. Pero yo no creo en los desastres. Ast que, por el contrario, creo que lo habéis entendi- dc, que si habéis leido, lo habéis entendido, y que por tanto comprenderéis bien por qué en un momento dade, a base de dormir sobre esa lista de la compra, he visto al animal, ob yes, estaba ahi c iba corriendo, y se dejaba ver. No de forma nitida, obviamente, coztia por lo més espeso de bosque, se podia ver tan sdlo desde lejos, pero era jus- tamente él, 0 por lo menos yo creo que era justamente Y donde habfa estrellas, ahi la tenemos, hay ya una conste- lacién. Es tipico de mi no ser barbaro el hecho de que todo empezara leyendo un libro. No eta Kant, tampoco era Benjamin, esta ver. Era un libro sobre Google. Google es un motor de busqueda. El més famoso, va- lorado y utilizado del mundo. Un motor de biisqueda es una herramienta inventada para orientaros en el mar de los sitios web.* Vosotros escribis lo que os interesa («lasa- fia») y él os da la lista de todos, he dicho de todos, los si- tios en los que se habla de easafa» (3.360.000, para ser exactos). Hoy en dia, en el planeta Tierra, si un ser hue mano enciende un ordenador, en el 95% de los casos lo para realizar una de estas dos operaciones: enviat recibir correos y consultar un moror de busqueda (asi, al margen, anoto que una de cada cuatro veces, cuando al- guien esctibe una palabra en un buscador, esa palabra esti relacionada con sexo y pornografia. {Qué craviesos!). Hay que sefialar que no siempre ha sido asi. Debido a esa par ticular forma de miopla que caracteriza la mirada de to- dos los profetas que nos acechan, los primeros duefios de Ja web ineuyeron que nos decancarfamos por el correo electrénico, pero excluyeron que fbamos 2 utilizar est 98 cosa sin sentido que era el motor de biisqueda. Creo que por la cabeza les pasé la famosa agaja en el pajar: no tenia sentido buscar las cosas de esa forma. Ellos en lo que creian era en los portales** una de las ideas que ha hecho perder més dinero en los dltimos diez afios. Crefan, va- mos, que todos ibamos a buscarnos un proveedor de con- fianza y que a él se lo pedirfamos todo: previsiones del tiempo, fotos de Laetitia Casta desnuda, noticias, musica, peliculas y, naturalmente, también la receta de la lasafia. Es decir, que entrarfamos en ef inmenso océano de la red cligiendo una puerta particular, con la que nos sintiéra- mos identificados, y que luego nos encaminaria. El por- tal, exactamente. Hoy, segin parece, casi nadie piensa en hacerlo asi, jNo caimos en ka trampal (Explicadme por qué tendria que dejar que Virgilio” me diga qué tiempo haré mafiana cuando puedo ir directamente a una pagina meteoroldgica, sin tener que tragarme toda esa otra paja: «3 650 mis 0 menos lo que pensamos.) En fin, que no se Jo crefan: y mientras se gastaban cantidades exorbitantes cn los portales, los motores de busqueda languidecian, haciendo aguas por todas partes y aguardando el momen- to de desaparecer. Lo que ocurrié entonces fire que un par de estudiantes de la Universidad de Stanford, cansados de utilizar Alta- Vista" y de perder el tiempo, pensaron que habia llegado la hora de inventar un motor de buisqueda como Dios manda, Fueron a ver a su profesor y le dijeron que ésa iba ser su investigacién de doctorado. Muy interesante, dijo 4) luego debié de afadir algo ast: y ahora, bromas aparte, decidme qué tenéis pensado hacer. No ignoraban que para programar un motor de busqueda era necesario, en primer lugar, descargar” toda la red en un ordenador. Si no tienes tuna baraja de carcas en Iz mano, una baraja con todas las 99 cartas, no puedes inventer un juego de manos con el que encontrar una. En ese caso concreto se trataba de descar- gar algo asi como 300 millones de paginas web. Porque, de hecho, nadie sabia con exactitud hasta dénde Ilegaba el gran océano, y todos sabian que cada dia dibujaba nuevas playas. Al profesor tuvo que quedarle claro que aquellos dos le estaban proponiendo dar la vuelta al mundo en una bafiera. La bafiera era el ordenador ensamblado que tenian en el garaje. Yo me lo imagino defandose caer sobre el respaldo y, estirando las piernas, preguncando con una sontisita de aristécrata: ;acaso pretendéis descargaros la red entera? Ya lo estamos haciendo, respondieron ellos. Aplausos. 100 GOOGLE 2 Los dos chicos americanos que, en contra del sentido comiin, estaban descargando en su garaje toda la red se amaban Larry Page y Sergey Brin. Por entonces tenfan veintitrés afios. Zormaban parte de la primera generacién crecida entre ordenadores: gente que ya desde la escuela primaria vivia con una unica mano, porque la otra la te- jan agarrada al ratén. Ademés, procedfan ambos de fami lias de profesores o investigadores informaticos. Ademés, estudiaban en Silicon Valley.* Ademés, tenfan dos cere- bros letales (quiero decir uno por cabeza, claro). Ahora nos sorprendemos por el hecho de que después, en cinco afios, llegaran a ganar algo asi como 20 millones de déla- res: pero es importante entender que, al principio, no era dinero lo que buscaban. Lo que tenfan en la cabeza era un objetivo tan inge- nuamente desaforado como simplemente filantrépico: ha- cer accesible toda la sabiduria del mundo: accesible a cual- quiera, de una manera ficil, répida y gratuita. Lo bonito cs que lo lograron. Su criatura, Google, es de hecho lo mis parecido a la invencién de la imprenta que nos ha to- cado vivir. Ellos son los tinicos Gutenberg venidos des- 101 pués de Gutenberg. No cargo las tintas: es importante que os deis cuenta de que es cierto, profundamente cierto. Hoy, utilizando Google, se necesitan un pufiado de se- gundos y una decena de clics* para que un ser humano con un ordenador acceda a cualquier Ambito del saber. {Sabéis cuantas veces los habitantes del planeta Tierra ha- ran esa operacién hoy, precisamente hoy? Mil millones de veces, Més 0 meros cien mil buisquedas por segundo. ;Sa- béis lo que eso significa? No percibfs el inmenso sentido de «todos libres», no ofs los gritos apocalipticos de los sa- cerdotes que se ven destronados y repentinamente inti- tiles? Lo sé, la objecién es: lo que esté en la red.* por muy grande que sea la red, no es el saber. O, por lo menos, no es todo el saber. Por mucho que esto derive, con frecuen- cia, de una determinada incapacidad para utilizar Google, se trata de una objecién sensata: pero no os hagiis dema- siadas ilusiones. :Pensdis que no ocurrié lo mismo con la imprenta y con Gutenberg? {Tenis idea de las toneladas de cultura oral, ittacional, esotérica, que ningdin libro im- preso ha podido contener en su interior? ;Sabéis todo lo que se ha perdido porque no entraba en los libros? ;O en todo lo que ha tenido que simplificarse ¢ incluso degra- darse para poder llegar a ser escritura, y texto, y libro? Pese a todo, no hemes llorado mucho por ello, y nos hemos acostumbrado 2 este principio: la imprenta, como la red, no es un inocente receptéculo que cobija el saber, sino una forma que modifica el saber a su propia imagen, Es un embudo por donde pasan los liquidos, y adiés muy buenas, yo qué sé, a una pelota de tenis, a un melocotén, 0.2 un sombrero, Nos guste 0 no, eso ya sucedié con Gu- tenberg, volverd a suceder con Page y Brin. Digo esto para explicar que si hablamos aqui de Goo- 102 gle no estamos hablando tinicamente de una cosita curiosa © de una experiencia como otra, tipo el vino o el fitbol. Google no tiene diez afios de vida siquiera, y se encuentra yaen el corazén de nuestra civilizacién: si uno lo cbserva, no esté visitando una aldea saqueada por los barbaros: esta en su campamento, en su capital, en el palacio imperial. ¢Me explico? Es en este lugar donde, si existe un secreto, uno puede hallarlo, Por ello se vuelve algo importante comprencer qué hizo, con exacticud, ese par, eso que nunca a nadie se le habfa pasado antes por la cabeza. La respuesta apropiada seria: muchas cosas, Pero existe una, en particular, que para este libro parece reveladora. Voy a intentar explicarla. Por extrafio que pueda parecer, el verdadero problema, si alguien quiere inventar un buscador perfecto, no es tanto el hecho de tener que descargar una base de datos de trece mil millones de paginas web (son tantas, hoy en dia). En. cl fondo, si amontonas miles de ordenadores en un hangar y eres de los que nacieron con Windows,* con paciencia puedes conseguielo, El verdadero problema ¢s otro: una fio de ese océano los 3 millones nas web donde aparece la palabra lasaiia, zeémo te las apafias para ponerlas en un orden, el que sea, que facilite la brisqueda? Esté claro que si las vuelcas ahi al azar, todo tu trabajo es baldio: serfa como dejar entrar a un pobrecito en una biblioteca en la que hay 3 millones de vokimenes (sobre lasafta) y luego decirle: ya te las apa- fiaris. Si no resuelves ese problema, el saber sigue siendo inaccesible; y los morores de bitsqueda, intitiles. Cuando Brin y Page empezaron a buscar una solu- cién, tenfan muy clara la idea de que los demas, los que ya lo estaban intentando, estaban lejos de haberla encontra- do. Por regla general, trabajaban partiendo de un prin 103 pio muy Idgico, mejor dicho, demasiado légico, y, pen- sindolo bien ahora, tipicamente prebérbaro y, por tanto, antigo. En la prictica, confiaban en las repeticiones. Cuantas més veces apareciera en una pagina la palabra re- querida, més subia a las primeras posiciones* esa pagina. Conceptualmente, se trataba de una solucién que remite a tuna forma clisica de pensar: el saber se encuentra donde el estudio es més profundo y articulado. Si uno ha escrito un ensayo sobre la lasafia, es probable que el término lasafia aparezca muchas veces, y por tanto es ahi adonde es lleva- do el investigador. Naturalmente, aparte de ser obsoleto, el sistema hacia aguas por todas partes. Un estiipido ensa- yo sobre la lasafia, de ese modo, figuraba mucho antes que luna simple pero Util receta. Ademas, zcémo podia uno de- fenderse de la pagina personal del sefior Mario Lasafia? Era un infierno. En AltaVista (el mejor moror de brisque- da de esa épeca) reaccionaron con una operacién que dice mucho sobre el carécter conservador de esas primeras so- Juciones: pensaron en poner a trabajar a algunos editors que estudiaran los 3 millones de paginas sobre la lasafia, y que luego las pusieran en orden de relevancia, Haste un nifio se habria dado cuenta de que aquello no podia fun- cionar. No obstante, lo intentaron y para nosotros esto constituye una piedra miliar: es el tiltimo intento desespe- rado de encomendar a la inteligencia y a la cultura un jui- cio sobre la relevancia de los lugares del saber. De ahi en adelante, todo iba a ser distinto. De ahi en adelante, esta~ ban las rierras de los barbaros. 104 GOOGLE 3 Para ser exactos, era 1996, Cuanto més se movfan por los motores de biisqueda existentes, mas se convencian Page y Brin de que podia hacerse mucho mejor. Una vez descubtieron a alguien que no se encontraba a s{ mismo. Se Hlamaba Inktomi. ;$i uno tecleaba Inktomi, no obtenia respuesta! [ira urgente hacer algo. Como dijimos, el problema principal era la clasificacién los resultados: cdmo darle un orden jerérquico a las tone- ladas de paginas que aparceian si uno realizaba una buisque- dla. Cuando las cosas iban bien, los motores de busqueda cexistentes ponian al principio las paginas en las que la palabra buscada aparecia més veces. Eso siempre era mejor que nada, Por eso Page dedicaba su tiempo a ver cémo se las apafiaba el mejor de esos motores de biisqueda, AltaVista, Y fue ahi cuando empezé a notar algo que llamé su atencién. Eran pa- labras, o frases, subtayadas: si uno clicaba ahi acababa direc tamente en una pagina web, Se Ilamaban dink” Ahora noso- ‘ros los utilizamos con coda normalidad, pero en esa época (hace diez afios, ya ves ti), estébamos aprendiendo a utilizar- os, Tanto es asi que AltaVista no sabfa muy bien qué hacer con ellos: los catalogaba, y tras eso se lavaba las manos. 105 Para Page y Brin, en cambio, eso significé el principio de todo. Fueron de los primeros en ineuir que los dinks no eran tinicamente una opcién itil de la red: eran el sentido mismo de la red, su conquista definitiva, Sin los links, In- ternet* se habria quedado en un meio catdlogo, 1 su forma, pero tradicional en su esencia. Con los links se convertia en algo que iba a cambiar la forma de pensar. Esté claro que uno puede tener intuiciones, pero el problema es creer luego en ellas. Page y Brin creyeron en clas. Buscaban un sistema para evaluar la utilidad de las paginas web respecto a una biisqueda determinada: lo en- contraron en un principio en apariencia elemental: som ‘nds relevantes las pdginas a las que se dirigen un mayor nii- mero de links. Las paginas que son més citadas por otras paginas. Prestad atencién. Hay una manera muy expeditiva e indeil para comprender esta intuicién: y se trata de colo- carla junto al principio comercial por el que vale més lo que més se vende. En si mismo es un principio tosco, que nos lleva hacia un circulo vicioso: lo que se vende més tendré més visibilidad y, en consecuencia, se venderé to- davia més. Pero en realidad Page y Brin no pensaban en eso. Lo que tenfan en su cabeza era algo muy distinto, Ha- bfan crecido en familias de cientificos y especialistas, y en su cabeza tenfan el modelo de las revistas cientificas. Ahi podia uno calibrar el valor de una investigacién a partir del niimero de citas que de la misma se hacfa en otras investi- gaciones, No era un asunto comercial, era un asunto légi- : si algunos resultados eran convincentes, eran utilizados or otros investigadores, quienes, en consecuencia, los ci- taban. Page y Brin estaban convencidos de que los links podfan ser considerados las citas de un ensayo cientifico, por lo que un sitio era plausible y dtl en la medida en que 106 otros lo citaban. Dicho asi, tendréis que admitirlo, el asunto suena ya més sutil, Aventurado, pero sutil Su intuicién se convirtié en algo verdaderamente per- turbador cuando se decidicron a dar el siguiente paso. Se dicron cuenta de que si querian ser todavia més eficaces, tendrfan que tomar en cuenta el valor del sitio del que procedia el dink, En la prictica, y volviendo al caso de las revistas cientificas, si quien te ci pero si quien lo hace es tu primo, es otra. ;Cémo estable- cer, en el maremégnum de la red, quién era Einstein y quign tu primo? La respuesta que dieron era impecable: Einstein es el sitio hacia el que se dirige el mayor mtimero de inks, Por tanto, un ink que procede de Yahoo!* es més significative que un link que procede de la pagina perso- nal de Mario Rossi. No es porque Rossi sea bobo 0 por- que tenga un nombre menos bonito: sino porque hay miles de links que, desde todas partes, se dirigen ha hool: hacia Rossi, con suerte, hay tan s6lo un par (su hija, su grupo de petanca). Google nace de ahi. De Ia idea de que las trayectorias sugetidas por millones de /énks irian trazando los caminos guia del saber. Lo que faltaba era encontrar un algoritmo de una complejidad monstruosa para encargarse de ese cileulo vertiginoso de links que se entrecruzaban: pero de eso se encargé Page, que tenfa un cerebro matemitico. Hoy, cuando buscéis «lasafa» en Google, os encontrdis con una lista infinita de la que tinicamente leeréis las primeras tres paginas: en esas tres paginas estan los sitios que necesitdis, y Google los ha localizado entrecruzando muchas formas de valoracién: la receta es secreta, pero todos saben que cl ingrediente principal, y genial, se encuentra en esa teoria de los dinks. es Einstein es una cosa, Ya- 107 Este no es libro sobre los motores de biisqueda, y pot tanto no me interesa comprender si Page y Brin tenian ¢ no raz6n. Lo que me interesa ¢s aislar el principio en tor- no al que fue construido Google, porque creo que hay ahi una especie de trailer de la muracién en curso. Voy a da ros al respecto, lo mas pedestremente posible, una primers cenunciacién imperfecta: en la web, el valor de una infor- macién se basa en el niimero de sitios que os dirigen hacis Ja misma: y, en consecuencia, en la velocidad con que quien la busque, vaya a encontrarla. Para explicarme mejor, a Page le gustaba poner a sus inversores un ejemplo (para convencerlos, obviamente). Intentad entrar en la web de una pagina cualquiera y des- de alli buscad la fecha de nacimiento de Dante, utilizando “inicamente los dinks. El primer sitio en el que la encontra- réis es, para vuestro tipo de biisqueda, el mejor. Habéis entendido bien: no es el hecho de haceros ahorrar tiempo lo que lo hace mejor: es el hecho de que todos os han diri- gido alli, Porque en realidad lo que habéis hecho no es otra cosa que pasearos por ahi dentro y preguntar a quien 5 encontrabais dénde podiais hallar la fecha de nacimien to de Dante. ¥ ellos os han contestado dandoos su propio juicio de calidad. No os indicaban un atajo: os indicaban el lugar que en su opinién era mejor y donde estaria esa fecha y serla correcta, La velocidad es generada por la dad, no al revés. Los proverbios, decia Benjamin con una hermosa expresién, son los jeroglificos de un cuento: la pagina web que os encontrais a la cabeza de los resultados de Google ¢s el jeroglifico de todo un viaje, hecho de fink en link, a través de toda la ved. Y, ahora, mucha atencién. Lo que me sorprende de un modelo como éste ¢s que reformula de manera radical el concepto mismo de calidad, La idea de gué es importante ) 108 qué no. No es que destraya por completo nuestro viejo modo de ver las cosas, sino que lo sobrepasa, por decirlo de alguna manera. Voy a poneros dos ejemplos. Primero: cs un principio que procede del mundo de las ciencias, donde goza de cierta consideracién la querida y vieja idea de que una informacién es correcta e importante en la medida en que se corresponde con Ia verdad: pero si el Xinico sitio capaz de decir la verdad sobre la frase de Mate- razai* estuviera en snscrito, Google sin duda alguna no lo pondria entre los treinta primeros: lo més probable es que 0 sefialara como el mejor sitio el que dice la cosa mds cer- cana a la verdad en una lengua comprensible para la mayor parte de los eres huamanos, ;Qué clase de criterio de calidad es este que esti dispuesto a trocar un poco de verdad a cambio de una cuota de comunicacin? Segundo ejemplo, Por regla general, nosotros deposi- ramos nuestra confianza en los expertos: si en st conjunto los eriticos literarios del mundo deciden que Proust es grande, nosotros pensamos que Proust es grande, Pero si vvosotros entrdis en Google y recledis: wobra maestra litera- ria», zquién, con exacticud, va a empujaros con la rapidez suficiente hasta que os vopéis con la Recherche? :Los criti- 0s literarios? Sélo en parte, en una minima parce: quienes van 2 empujaros hasta alli serdn sitios de cocina, del tiem- po, informacién, turismo, cémics, cine, voluntariado, au- tomiviles y, por qué no, pornografia, Lo harén directa 0 rectamente, como las bandas de un billar: vosotros sois la bola, y Proust es el agujero. Y ahora yo me pregun to: zde qué clase de sabiduria se deriva el juicio que nos proporciona la red, y que nos lleva hasta Proust? Algo de ese calibre, :tiene nombre? De exo se trata: lo que hay que aprender, de Google, es ese nombre. Yo no sabria encontratlo, pero creo intuit 109 el movimiento que le da un nombre. Una determinada re- volucién copernicana del saber segiin la cual el valor de tuna idea, de una informacién, de un dato, esté relaciona- do no principalmente con suis caracteristicas intrinsecas, sino con su historia. Es como si los cerebros hubieran co- menzado a pensar de otro modo: para ellos, una idea no es tun objeto circunscrito, sino una trayectoria, una secuencia de pasos, una composicién de materiales distintos. Es coma si el Sentido, que durante siglos estuvo unido a un ideal de permanencia, sélida y completa, se hubiera mar- chado a buscar un habitat distinto, disolviéndose en una forma que es mas bien movimiento, larga estructura, viaje. Preguntarse qué es algo significa preguntarse qué camino ha recorrido fucra de si mismo, Sé que la hermenéutica del siglo XX ya prefiguré, de una manera muy sofisticada, un paisaje de este tipo. Pero ahora que lo veo convertido en algo operativo en Google, en el gesto cotidiano de cientos de millones de personas, entiendo quiza por primera ver hasta qué punto ¢s0, ¢o- mado en serio, comporta una auténtica mutacién colecti- va, no s6lo un simple reajuste del sentir comin. Lo que nos ensefia Google es que en la actualidad existe una parte inmensa de seres humanos para la que, cada dfa, el saber que importa es ef que es capaz de entrar en secuencia con 10- dos los demads saberes, No existe casi ningiin otro criterio de calidad, e incluso de verdad, porque todos se los traga ese \inico principio: la densidad del Sentido esta alli por don- de pasa el saber, donde el saber esté en movimiento: todo ‘el saber, sin excluir nada. La idea de que entender y saber signifique penetrar a fondo en lo que estudiamos, hasta al- ‘canzat su esencia, es una hermosa idea que est muriendo: {a susticuye la instintiva conviecién de que la esencia de las cosas no es un punto, sino una trayectoria, de que no esté 110 escondida en el fondo, sino dispersa en la superficie, de que no reside en las cosas, sino que se disuelve por fuera de ellas, donde realmente comienzan, es decit, por todas partes. En un paisaje semejante, el gesto de conacer debe de ser algo parecido a surcar nipidameme por Jo inteligible humano, reconstruyendo las trayectorias dispersas a las que llamamos ideas, o hechos, © personas. En el mundo de la red, a ese gesto le han dado un nombre preciso: sur jing (acufiado en 1993, no antes, tomindolo prestado de los que cabalgan las olas sobre una tabla). :No veis la leve- dad de ese cerebro que est en vilo sobre la espuma de las, las? Navegar en la red, asi decimos los icalianos. Nunca han sido mas preeisos los nombres. Superficie en ver de pro fundidad, viajes en vex de inmersiones, juego en vez de sufi miento. ;Sabéis de dénde procede vuestro querido y viejo vgtmino buscar? Pues lleva en la panra el término griego, icfpxog, circulo: pensébamos en alguien que sigue dando -vueltas en cfrculos porque ha perdido algo y quiere encon- tarlo, Con la cabeza agachada, mirando una porcién de suelo, con mucha paciencia y un clrculo bajo sus pies que sc hunde poco a poco, {Qué mutacién, muchachos! Quiero decizos algo. Si los libros son montafias, y si vosotras me habis seguido hasta aqui, entonces nos en- contramos ya a un paso de la cumbre. Todavia tenemos que entender cémo un principio deducido por un sofi- aware™ puede describir la vida que acaece fuera de la red. Es un pared vertical, pero también cs la tiltima. Después nos aguarda el arte sublime del deseenso. ul EXPERIENCIA {Tendis algiin lugar tranquilo donde podais leer este entrega? En cierto modo, si habdis recorrido el camine hasta aqui, os merecéis leerla en santa paz. No es nada ex- traordinario, pero lo cietto es que estébamos intentande ver al animal, y aqui lo tenemos. Lo que yo puedo hacer que comprendiis de los barbaros, aqui lo tenemos. Yo lo aprendi meradeando en las aldeas saqueades, pi- diendo que me explicaran qué tictica emplearon los bér- baros para ganar y para abatir muros tan altos y solidos, Me gusté estudiar sus técnicas de invasién, porque en ellas veia los movimiensos particulares de una andadura més amplia, a la que era estipido negarle un sentido, una légi a, y un suefio, Al final llegué hasta Google, y parecia tini- camente un ejemplo entre otros, pero no Io era, porque no era una vieja aldea saqueada, sino un campamento construido en la nada, su campamento. Me parecié ver af algo que no era el coraasn del asunto, pero que sin duda parecia su latido: un principio de vida andmalo, iné- dito, Un modo distinto de respirar, Branquias. Ahora me pregunto si ée es un fenémeno circunscri- to, relacionado con un instrumento tecnoldgicamente no- 12 ~ visimo, la red, y esencialmente relegado a ese ambito. ¥ sé que la respuesta es no: con las branquias de Google a estas alturas respira ya un montén de gente, con los ardcnado- res apagados, en cualquier momento de sus dias. Escan- dalosos e incomprensibles: animales que cozren, Bérba- ros. :Me permitis que intente dibujarlos? He venido aqui para eso. Probablemente, lo que en Google es un movimiento que persigue el saber, en el mundo real se convierte en el movimiento que busca la experiencia. Los humanos viven, y para ellos el oxigeno que garanti- a su_no muerte viene dado por el acontecer de experien- cias. Hace mucho tiempo, Benjamin, de nuevo él, nos en seit que adguirir experienciases una posibilidad que puede incluso llegar a no darse. No se nos da de forma auromati- ca, con el equipaje de la vida biolégica. La experiencia es un paso fuerte de la vida cotidiana: un lugar donde la percep- cidn de lo real cuaja en piedra miliar, en recuerdo y en rela- co. Es el momento en el que el ser humano coma posesién desu reino. Por un momento es duefio, y no siervo. Adqui- rir experiencia de algo significa salvarse. No esté dicho que siempre vaya a ser posible, Puede que me equivoque, pero creo que la mutacién en curso que tanto nos desconcierta puede sinterizarse completamente en esto: ha cambiado la manera de adqui- rir experiencias. Habfa unos modelos, y unas técnicas, que desde hacfa siglos acarreaban el resultado de adguirir expe- riencias: pero de alguna manera, y en un momento dado, han dejado de funcionar, Para ser més exactos: en ellos no habia nada estropeado, pero ya no producian resultados apreciables. Uno tenia los pulmones sanos, pero respira- ba mal. La posibilidad de adquitir experiencias se disipé. 13 2Qué tenfa que hacer el animal? ;Curarse los pulmones? Fs lo que hizo largo tiempo. Lucgo, en un momento da- do se puso unas branquias. Modelos nuevos, técnicas iné- ditas: y volvié a adquicir experiencias. Para entonces, no obstante, ya era un pez EI modelo formal del movimiento de ese pez lo hemos descubierto en Google: tayectorias de links, que corren por la superficie. Traduzco: la experiencia, para los barba- 108, es algo que tiene kz forma de singa, de secuencia, de trayectoria: supone un movimiento que encadena puntos diferentes en el espacio de lo real: ¢s la intensidad de esa chispa. No era asi, y no fue asf durante siglos. La experiencia, en su sentido més clevado y salvifico, estaba relacionada con la capacidad de acercarse a las cosas, una a una, y de madurar una intimidad con ellas capaz. de abrir las habita- ciones més escondidas. A menudo era un trabajo de pa- ciencia, y hasta de erudicién, de escudio. Pero también podia ocurrir en la magia de un instance, en la incuicién, relimpago que llegaba hasta lo més hondo y traia a casa el icono de un sentido, de una vivencia efectivamente acacci- da, de una intensidad del vivir. En todo caso, se trataba de un asunto casi fntimo entre el hombre y un fragmento de 1 real: era un duelo circunscrito, y un viaje a fondo. Parece que para los murantes, por el contratio, la chispa de la experiencia salte en el movimiento veloz que traza en- tre cosas distintas la Iinea de un dibujo. Fs como si mada pudiera experimentarse ya salvo en el seno de secuencias ms largas, compuestas por diferentes valgon. Para que el dibujo sea visible, perceptible, real, la mano que traza la Ii- nea tiene que ser un gesto tinico, no la vaga sucesién de ges- tos distintos: un Ginico gesto complero, Por esto tiene que ser veloa; de este modo adquirir una experiencia de las cosas se 14 convierte en pasar por ellas justo el tiempo necesario para obtener de ellas un impulso que sea suficiente para acabar en otro lado. Si en cada una de las cosas se detuviera el m tante con la paciencia y las expectativas del viejo hombre can pulmones, fa trayectoria se fragmentarfa, el dibujo que- daria hecho pedazos. Asi que el mucante ha aprendido el tiempo, minimo y maximo, que debe demorarse sobre las cosas, Y esto lo mantiene inevitablemente lejos del fondo, que a estas alturas para él es una injustificada pérdida de tiempo, un instil impasse que destruye ka fluidez del movi- miento. Lo hace alegremente porque no es ahi, en el fondo, donde encuentra el sentido: es en el dibujo. Y el dibujo oes veloz o no es nada. 30s acorddis de esa pelota que circula ripidarente en- tre los pies no tan refinados de los proferas del fiitbol 10- tal, ante la mirada de Baggio, en el banquillo? ;Y de esos vinos «simplificados» que conservan algo de lz profundi- dad de los grandes vinos, pero que se prodigan a una velo- cidad de experiencia que permite ponerlos en secuencia con otras cosas? 2¥ os acordais de esos libros, tan dispues- os a renunciar al privilegio de la expresién para salir al encuentro en superficie de las corvientes de la comunica- cién, del lenguaje comtin a todos, de la gramética univer- sal basada en el cine o en la televisin? ;No veis la repeti- cién de un unico instinto concreto? ;No veis al animal cortiendo siempre de la misma forma? Por regla general, los bérbaros van donde encuentran sistemas de paso, En sui buisqueda de sentido, de experien- cias, van a buscar gestos en los que sea répido entrar y cil salir. Privilegian los que en vez de acopiar el movimiento lo generan. Les gusta cualquier espacio que genere una aceleracién, No se mueven en direccién a una meta, por- que la meta es el movimiento, Sus trayectorias nacen por us azat y se extinguen por cansancio: no buscan Ia experien- cia, lo son. Cuando pueden, los barbaros construyen a su imagen los sistemas con los que viajar: la red, por ejemplo, Pero no se les oculta que la mayor parte del terreno que deben recorrer estd hecha de gestos que heredan del pasa- do y de su naturaleza: viejas aldeas. Lo que hacen entonces «cs modificarlos hasta que se convierten en sistemas de paro: a esto nosotros lo llamamos sagueo. Sera banal, pero a menudo los nitios nos ensefian, Creo que he crecido en una intimidad constante con un escenirio concreto: el aburrimiento, No es que fuera més desgraciado que los demas, para todos era asf, El aburri- miento eta un componente natural del tiempo que pasa- ba, Ent un habitat, previsto y valorado. Benjamin, de nue- vo él; ef aburrimiento ex el paijaro encantada que incuba el hucoo de la experiencia. Hetmoso. ¥ el mundo en que cxe- cimos pensaba exactamente asi. Ahora coged a un nino de hoy y buscad, en su vida, el aburrimiento. Medid la velo- cidad con que la sensacién de aburcimiento se dispara en él en cuanto le ralentizdis el mundo que lo rodea. ¥ sobre todo; daos cuenta de lo ajena que le es la hipdtesis de que el aburrimiento incube algo distinto a wma pérdida de sen- tide, de intensidad, Una renuncia a la experiencia. No vcis al mutante en la hierba? ;Al pececito con branquias? ‘A su cscala, cs lo misma que con la bicicleta: si disminuye la velocidad, uno se cae. Necesita de un movimiento cons- tante para rener la impresién de que esti adquiriendo cexpetiencias, De la maneta més clara posible os lo hard en+ render en cuanto sea capaz de exhibirse en el mas especta- cular surfing invensado por las nuevas generaciones: el raultitasking. Sabéis qué es? El nombre se lo han dada los americanos: cn su acepcion mds amplia define el fonéme- no por el que vuestro hijo, jugando con la Game Boy, ne come una cortilla, llama por eléfono a su abuela, sigue los ibujos en la televisién, acaricia al perro con un pie y silba la melodia de Vodafone. Unos afios més y se transformaré cn esto: hace los deberes mientras chatea en el ordenador, escucha el iPod,* manda sms, busca en Google la direc in de una pizzerfa y juguetea con una pelotita de goma. Las universidades americanas estan llenas de investigado- res dedicados a intentar comprender si se trata de genios © de idiotas que se estin quemando el cerebro. Todavia no hhan legado a una respuesta concreta. Ms simplemente, vosotros diréis: es una neurosis. Puede que lo sea, pero las dlegeneraciones de un principio revelan mucho acerca de ese principio: el multitasking encama muy bien una idea, naciente, de experiencia. Habitar cuantas zonas sea posible con una atencién bastante baja es lo que ellos, evidente- mente, entienden por experiencia. Suena mal, pero inten- tad comprenderlo: no es una forma de vaciar de conteni- do muchos gestos que serfan importantes: es un modo de hacer de ellos uno «ole, muy importante. Por extraordina- rio que pueda parecer, no tienen el instinto de aislar cada tuno de esos gestos para realizarlos con més atencién, ni de forma que obtengan lo mejor de ellos. Se trata de un ins- tint que les es ajeno. Donde hay gestos, ven posibles sis- temas de paso para construir constelaciones de sentidi y por tanto de experiencia. Peces, ya sabéis lo que quiero decir. 2Existe un nombre para semejante manera de estar en el mundo? :Una tinica palabra que padamos utilizar para entendernos? No sé. Los nombres los dan los fildsofos, no Jos que escriben libros en los periddicos. Por eso no voy a intentarlo siquiera, Pero me gustaria que, a partir de esta pagina, por lo menos entre nosotros nas entendiéramos: cualquier cosa que percibamos de la mutacién en curso, 117 de la invasién barbara, es necesario que la mizemos desde cl punto exacto en el que estamos ahora: y que la com- prendamos como una consecuencia de la profunda trans- formacién que ha dictado una nueva idea de experiencia. ‘Una nueva localizacién del sentido. Una nueva forma de percepcién. Una nueva técnica de supervivencia. No qui- siera exagerar, pero lo cierto es que me vienen ganas de decit: una nucva civilizacién. 118

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