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ROGER BARTRA | LAJAULA™ DELA MELANCOL{A IDENTIDAD Y METAMORFOSIS DEL MEXICANO grijalho ACERCA DEL AUTOR Roger Bartra pertenece a la llamada generacién del 68, Se for- ‘m6 como antropélogo en la ciudad de México durante los afios sesenta y se doctoré en la Sorbona en 1974, De origen catalin, hijo de padres perseguidos por el fascismo espafiol que se exiliaron en México, ha viajedo extensamente y hecho inves- tigaciones en diversas partes del mundo, desde Venezuela € Inglaterra hasta Estados Unidos y Francia. Su condicién plu- ricultural le ha permitido escribir libros sobre las mitologias europeas, como Las redes imaginarias del poder politico y EI salvaje en el espejo, lo mismo que ensayos sobre México, como Estructura agraria y clases sociales en México y el que tiene el lector en sus manos. Tocios estos libros han sido pu- blicados también en inglés. Roger Bartra es investigador en Ja Universidad de México, ha dirigido las revistas E! Machete y La Jornada Semanal y ha sido profesor visitante en las universidades norteameri- canas de California, Johns Hopkins, Rutgers y Wisconsin, Su libro Oficio mexicano, pubiicado también por Grijalbo, com- piementa y continia las reflexiones desarrolladas en La jaula de la melancotta, : | i indice PENETRACION «+++ : 15 1. Simutsero ... 21 2. El edén subvertido.... : 31 3. Progénesis. ...... ‘ 39 4. El luto primordial 5. Anfibologias 6. El tiempo sin sentido 7. Axolotiada 8. La muerte fill... 9. Xdlotl, el que no quer 10. EI héroe agachado . 11. El axolotéfago : 12, Hacia la metamorfosis. 13. Vulvam habet. ......- 14, La prole sentimental . 15. El bisturi patristico . 16. Almas quemadas 17. ¢Regreso 0 progreso?. 18. ;Tiene sentido ser mi 19, Génesis 20, Una pequedia revolucién privada. Fuga ve @): Ala chingada - EXPULSION. : - 187 Agradecimientos Bibliografia sobre México. ae Bibliografia general : oe i Indice analitico. 2.2... .6. eect ete ece ites 207 ii emcee 1» sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aqui fue. uorxoyau ap o72/4o ns anbuo. os SouorNopar se] ‘swaumelsodse 9p ommnd un opens ‘ued pepy fae ns “eiraEDSe By OxDq -PEPDIOOS BOP SO! 1a vidoud uy $9 Osa 40d “UOIOeUEFIOD Ns 9p SOATIS St ‘nb eed eyousjora euaro eum se0raf> o1z8s303u So maosap t wena 2 soy anb opueiadso ppuz|uLBI0 yISO OM pepatoos B] anb o1Ago sy pow oprAsi [9p UoIaeUENITa] ap soseaoud so} ap oIpmsD [9 uO awZUEAR EEC ‘Sauoroersayioew sns ap seunde reo[dxo X oueorxatt aproedo so ‘sus09 SouBs}x9 So] op wszedes Sou se] vefngyp anb eaynbjsd < jeanyjns afopay op seziong segespxo < ugtoenousg { 16 LAJAULA DE LA MELANCOLIA desarolla en México después de la Revolucién de 1910, Pero la literatura sobre cl carécter nacional mexicano no s6lo seré el objezo de estudio de este ensayo; ‘erd también un medio de realizar una critica de la cultura. {hos estudios sobre “lo mexicano” constituyen una expresién de a eultura ha citeulado con mayor profusién por . Ha television, la prensa, los discursos y las canciones, Como se verd, he elegido los lugares comunes dei ca de un manojo de estereot cidos por la cultura hegeménica, Las expresio- izadas, aunque pueden Peto sus expresiones largo periodo y ter- incada red de puntos i Mentidad, es el lugar de donde provienen los mitos que no s5lo le dan anda & la nacién, sino que la hacen diferente a cualquier ours | Terty Eagleton, “The Subject of Literature” (Aunque tomo en cuenta fs inierpetcions de hag, de Mitcen Blade, sobre todo en 8 seta lao de pe copia 0 el trmino aguetpo ms ben en ef sentido ten orignal antigua partir deena ss ralcnn sins Uno de los aspectos que me perecen mis interesantes de os estudios sobre “lo mexicano” es precisamente el hecho de que, al leerlos con una actitud sen- sata, no se puede Hegar mas que a la conclusiéa de que el carécter del mexicano ~ es una entelequia artifical: existe prineipalmente en los libros y discursos que lo describen o exaltan, y alli es posible encontrar las huellas de su origen: una voluntad de poder nacionalista ligada a la unificacién e institucionalizacién del Estado capitalist moderno. El caracter nacional mexicano sélo tiene, digam una existencia literaria y mitolégica; ello no le quita fnerza o importancia, pero ‘nos debe hacer reflexionar sobre la manera en que podemos penetrar el fenémeno y sobre la peculiar forma en que se inserta en la estructura cultural y social de México. Para este ensayo he escogido séio algunios aspectos del mito del caracter nacional, un conjunte articulado de estereotipos construidos a partir de las imagenes que la clase dominante se ha formado de la vida campesina y de la exis- tencia obrera, del mundo rural y del mbito urbano, Con ellos se ha forjado una compleja mitologia que tiende a susttuir el formalismo de la democracia politica poruna imagineria que provoca una cohesién social de tipo iracional. Este hecho me parece fundamental, y de manera implicita es el hilo conductor de las re- flexiones que se desarrollan en este libro. El sistema mexicano ha gozado durante muchos aflos de una gran estabilidad politica, pero ha excluido el desarrollo de Ja democracia modema: esto se explica en gran medida por el enorme peso ~ del mito nacionalista. Hoy las cosas estén cambiando, y los mexicanos comienzan a impacientarse por la ausencia de democracia. Estoy convencido de que el Estado mexicano se vera pronto obligado a aceptarla como forma de gobierno; por ello mismo, me parece urgente una reflexiin critica sobre los peligros que emanan del mito nacionalista. Soy consciente de que este mito se ha forjado a Jo largo de muchos afios y que sus antecedentes pueden encontrarse, incluso, en 1 periodo colonial, Pero no intentaré hacer una historia de los mitos nacionalistas ni una cronologia de los estudios sobre el carécter del mexicano.* Me interesa, en cambio, mostrar criticamente la forma que adopte el mito a fines del siglo XX, plies me parece que los mexicanos debemos deshacernos de esta imagineria que oprime nuestras conciencias y fortalece la dominacién despstica det llamado Estado de la Revolucién mexicana, ;Vamos a entrar en el tercer milenio con uuna conciencia nacional que ¢s poco mas que wn conjunto de harapos procedentes del deshuesadero del siglo xx, mal cosidos por intelectuales de la primera mitad del siglo xx que pergefiaton un disfraz para que no asistamos desnudos al carnaval nacionalista? * Cuincido can Julio Cao Baruja cuando en su ensey cobs el carter espaol seals qu a invencién el crdcter nacional s ana “actividad mitca™amenaradoray peligro. £l mio el cardter nclonal, pp Je112. Vase raaien el sugeente acu de Roberto Gates, “Mit y democraie® * David Broding: Los origenes del nacionlismo mexicano, Prdeick C. Taree, La dinnia det n= ‘Fonaismo mexican, tlenty C. Setmid, The Roots of Lo Mexicano, Parc Roman Lz formacton de mental mexicana y Edun Monts, “La Slesofla de lo mexicana: ua cerente racic!” sec ttn RE oegserncseaess 18 LAJAULA DELLA MELANCOLIA EI perfil moderno del alma mexicana —del “hombre nuevo” que la Revolu- cin requeria— no se forma en un arranque de sibito nacionalismo. De hecho, tuna gran parte de los rasgos del cardcter mexicano es descrita, exaltada y criticada or Jos intelectuales positivistas y liberales de principios de siglo; el nucleo original de ideas puede ya enconirarse, por ejemplo, en las obras de Ezequiel ‘Chavez, Manuel Gamio, Julio Guerrero, Martin Luis Guzman, Andrés Molina ‘nriquez, Justo Sierra y Carlos Trejo Lerdo de Tejada.’ Después, en una reacciin antipositivista, surge el pensamicnto de Antonio Caso y de José Vasconcelos, quienes hacen aportaciones fundamentales a la convacatoria de un nuevo esp ritu nacional* El arte mexicano, encabezado por los muralist, realiza una com tribucién eseneial en la exaltacién del alma popular, aunque es preciso decir que & su manera la tarea nacionalista ya la habian iniciado ¢] Doctor Atl y, aun, José Maria Velasco. Pero, por encima de todos los antecedentes, los grabados de José Guadalupe Posada son colocados en el centro del nuevo nacionalismo, como su auténtica expresién popular.’ Durante los aftos teinta surge una reaccién com, ‘ra el nacionalismo revolucionario que, parad6jicamente, va a convertirse en la, principal responsable de Ia codificacién institucionalizacién del mito del eardcter mexicano. En efecto, el grupo de escritores que tiene su otigen en la revista Contempordneos (1928-1931), por boca de su filésofo —Samuel Ramos es el que curiosamente contribuye més a inventar el perfil del homo mexicanus* En esa época volvieron a tener auge en Europa y en Estados Unidos los anticuados cestudios sobre el carécter nacional a los que fueron aficionados muchos soci logos y psicélogos del siglo xx. De alguna forma, se deja sentir en México la nefasta influencia de Georges Sorel, de Gustave Le Bon y de Ortega y Gasset, uienes contribuyen a inyectar en la clase media intelectual un verdadero pénico a la masificacién del hombre modemo y al progreso de la sociedad industrial Surge como alternativa el tipo de reflexién que, por ejemplo, popularize ese conde baltico disfrazado de filésofo alemén, como han llamado acertadamente a Keyserling, quien recorria el mundo repartiendo verdades sobre las alias nacionales.? 1X tese spesiatmente a sigientes obras: P. Chaven, “Ensayo sobre os tasgce ditinves dela sensi bildad como fictor det créer del mexicano” (1901), M. Gato, Ferfande pia (1310). Geese ee giness dil crime en Mexico (1901) ML. Guzinin, “La gurl de México” (1915), A ime Enigace, det grands problemas naclnaes (1808), Justo Sia, Mesico, su evolciin socal (19001903) Gap endo de Telads, La revlon y ef macinalsm (1918), SA. Cio, Disewrss a a nacin mexicana (1922 9 J. Vasconcelos, La raza mice (1928), 1 Diego Riera, Las clan de lod Guadalupe Pow {8 Ramos, El pert! del homire yl cura en México (1934). Sobre ls “canemgorngcs" vse: Manoel Durén, exComemporanoss: ripe, promocién, generacin, conipiraetde?y Levis Panabiee, “as Bae {uel ot Eat au Menu: (1950-1840) le cas de essisees 6s Conenporcas™ Lanta on goa en) imyando Se mexico yroviene en wan medi dl tno Vilatis,Gerosien Pllkez Newry Toms Bot. El fan aminaconalsmo de Jorge Cesta nol cntigulantey eclrcedor ensayo de Christopher Damingtc, 4, Pmyéne y R Lasiena, Caogo de necedates que PENETRACION 19 A partir de 1950 las especulaciones sobre “lo mexicano” viven un auge extraor- 2 EL EDEN suaveRIDO 33 fuerza mitolégica del paraiso perdido —del buen salvaje derrotado— no radica exclusivamente en su profundidad histérica, sino también en el hecho de que forma parte de una moderna red de mediaciones culturales y politicas; esta red tiene su propio dinamismo, relativamente distinto del que cafacteriza al conjunto genio de mitos. La diferencia principal radica en ef hecho de que fa elabo- actual del mito del edén subvertido es parte de un amplio sistema de legitimacién politica, cuya efectividad se basa no slo —ni principalmente— en ‘que reproduce los més profundos arquetipos psicolégicos, sino que logra repro- ducit (re-crear) las estructuras més profundas de la conflictiva social. Una primera aproximacién a este amplio sistema de legitimacién —que he descrito en otro texto? como redes imaginarias del poder politico— nos revela su carécter dual y dialéctico: es decir que logra traducir ia conflictiva social a una polaridad esencial que tiende a trascender las contradicciones al crear toda suerte de procesos mediadores. Asi, por lo que se refiere al edén subvertido, nos encontramos con que esta imagen separa dos grandes cadencias: Ia del tiempo original primitivo de la del tiempo histérica. La reconstruccién de un pasado rural mitico se enfrenta al horror real de fa sociedad industrial. Es evidente que encontramos aqut ef conocido arquetipo jungiano de Jano: la oposicién del pasado y del futuro, ef tras y el adelante. Esta polaridad permea profun- damente el pensamiento occidental; pero cuando éste se desarrolla en las situaciones limites de las sociedades del “tercer mundo”, la polaridad adquiere una forma extaia y nebulosa que a veces, incluso, colinda con los erenos de fa focara* “~"Aiin esta abierta Ia herida que Ia metralla revolucionaria de una sociedad modema, orientada por los signos del futuro y det progreso, ha infligido al pasado rural ¢ indigena. A través de esta herida la cultura politica resuella: y en nombre del dolor por el pasado quebrantado inventa un perfil del hombre actual que corresponde, punto por punto, al mito del edén subvertide. Asi, los mexicanos que han resultado de Ia inmensa tragedia —que se inieié en Ia Con- quista y terminé en la Revolucién— son habitantes imaginarios y miticos de un limbo violentado. El atraso y el subdesarrollo han terminado por ser vistos como manifestaciones de una infancia perenne ¢ inmévil que perdid su inocencia primitiva, ° kl tema del espacio mediador lo be desrlado en mi iro Las reds imaginaras del poder politico. 1g lng de este ensayo lo abordaré desde ot tngulo, “Tt polariad se expres en lapel puasouopia, qu es une forms de Ia sontapeicign erie me Jancoay metas, pusdeconsttzse un buen resumen de esos mis eno iro Del paraiso a wep, de Louis Rougler. Al tespecto, al vez sea interests citar dos grandes novelas curopes moderns gi ha penctad en este tvtoria mio, para indicarelsemido de mis telelones: Un wae lo naa de E Forster y joel vlein de Malcoim Lowy. Octavio Paz ha dicho, con ren, que “ie tema de Maloolm Lviry el del explsin de para, ee a rveln de Jan Rafe (Peako Baran) es el dl rgreso. Pot ‘so el roe es um muerte: silo después ée mocir podemos volver al edin native”. ("Paisae y novela en México”, Corrente aera, pp. 17-18) 34 LAJAULA DE LA MELANCOLLA Frinto del edén subvertido es una fuente inagotable en la que abrova la uifur mexicana, La definicién actual de Ia nacionalidad le debe su cetwcuuns inline @ este mito. Por ello, es un lugar comtin pensar que los moneana agtantes del advenimiento de Ia historia son almas arcaicas cay wlares trdgica con Ia modemidad las obliga a reproducir permanentemanc oy primi Teun na fat aradoja se puede ubicar le metéfora de Alfonso Reyes esta {a cual los mexicanos son los anfibios del mestizaje: soportan todos fax pe- EI mito del edén subvertido esta historia de las sociedades industrial Ja realidad mexicana actual tiene, destinado a anclarse profundamente en la les; no es un mito pasajero. Su estudio en or ello, gran interés; ademas, el “trauma” Re 10 stimula lo tenemos todavia en el horizontehistérico: la Revolucion. de ape rh Consiguiente industializacién, Pero en México adquiere dimensiones de epopeya, por dos razones principales: en pri Proceso, que arranca de la Conquista espatiola y ad fusion de culturas diferentes; en segundo lugar —paradoja y drama—, porque Elfin del mundo eampesino es iniiado por una de las més grandes revelers campesinas del siglo El héroe de esta epopeya imaginaria es un personaje singular, ues perte- erste, temeroso, receloso y susceptible Este héroe eampesino fe edie Serrado en un calabozo ISuico, emparedado enfie un pasado’ de salvaje miseria Tinieibe sel ee Pitbara riqueza. Ha sido éste el punto de partie dee da. finicién del mexicano del siglo x0 definici ‘én gue ha ido aprisionando al tinaginario ser melancSlico en una mitologia alimentada per wanentemente Piya séquito de poetas, filésotos, psieéloges, novelisas y Lo ellos, en nombre de ese mexicano de las posirimerias de] segundo milenio, Sense jtostalaia de fa muerte”; of creador de esta metifore el gran poets, Xavier Villaurutia, ha dibujado:esa muerte antigua, que neg precede, con palabras melancdlicas, 4 Cutiosamene, Foster en Ur viaje «la nds alts ree misma fonna ex. ucla hocreat exe visto ion Gomes eve India. manifests 2.FL EDEN SUBVERTIDO 33 Volver a una patria lejana, volver a una patria olvidada, coscuramente deformada por el destierro en esta tierra, Aceptemos la invitaciéin ¢ iniciemos un viaje por esa patria mitica, por ese paraiso en zozobra que ha sido invocado como la fuente de la nacién mexicana, | | | i stephen Jy Gol, Ontogeny ae Pog DD a B PRVOQEOG OEY SPOVSPDOO@SSs22a $B 2 amcor udmaconn a eyendas. 1 axolote es la larva acustica de una salamandra; ¢s capaz de reproducirse para conservar asi una eterna ju- ventud y eludir, por tanto, la metamorfosis, El axolote, rh como s€ Ve, no es tan ajeno a nosotros como pudiera ha. cemmos pensar su aspecto monstruoso, es 4. El luto primordial el ritmo lento, melancdlico y trdgico de Mé- 2leo, de ese Meco lugar de encuentro de dis- tintas razas y araigua arena de conflicts po- . liticas y sociales. Malcolm Lowry, Bajo el voled, prefacio a a edici6n francesa La cultura mexicana hie tejido ef mito del héroe campesino con los hilos de la afioranza, Inevitablemente, le imagineria nacional ha convertido a los campesinos ‘en personajes draméticos, victimas de fa historia, ahogados en su propia tierra después del gran naufragio de la Revolucién mexicana. La reconstruccién lite- raria del campesino es una ceremonia de duelo, un desgarramiento de vestiduras ante ef cuerpo sacrificado en el altar de la modernidad y del progreso. EI luto humano, la novela & José Revucltas, es uno de los ejemplos mas transparentes de este mito: es la historia de unos campesinos que son atrapados por una gran inundacién, al tiempo que velan el cadaver de una pequeta ni mueren ahogados y perseguides por los zopilotes, como si fueran la carrofia de Ja Revolucién mexicana, Fl personaje central, sintométicamente, se llama Adin: su vida es contada mientras su cadaver flota en el agua; al final, una imagen tipica: “Sobre el cuerpo de Adén descendié el primer zopilote, uno de cuello atroz y alas raidosas, como las de una cucaracha gigante”. - La ‘imagen que se va configurando del mundo rural siempre es la del pasado que ha sido necesario inmolar; por este motivo, la imagen se construye de manera paralcla y muy similar a ese omnipresente arquetipo occidental al que tanto deben la psicologia y la literatura: Ja melancolia En efecto, el catilogo de los sintomas clisicos de Ja melancolia es extraordi- nariamente semejante a los rasgos que la tradicién sociolégica y antropolégica le 4B | | | : | ‘ | | i | i 44 LAJAULA DE LA MELANCOLia asigna al campesino, Es asombroso el paralelismo entre la duslidad melancolia- manta de los psiquiatras y la polaridad rural-urbana de los antropSlogos. El ar. guetipo de Jano esté profimdamente impreso en ambas paradigmas: a posicign entre un pasado que zozobra y un futuro que estalla es Ia que separa al mundo agrario del industrial, Los eampesinos, desde la perspectiva moderna, son pasi vos, indiferentes al cambio, pesimistas, resignados, temerosos e independicntes Le psiquiatria clsica ha definido a los melaneéticos por st lentitud, su estupor Sombrio, su tristeza, amargura y languidez, asi como por el miedo y el intenso deseo de soledad. Basta recorrer fas péginas referentes a la melancolia en una historia de las enfermedades mentales para reconocer de inmediato el mundo nebuloso de Comala, como lo describe Rulfo en Pedro Péramo. El “humor melané6lico” era relacionedo con la tietra y el otofio, y se defi por el miedo y la tristeza. Segin Willis, era “una locuta sin fiebre ni furor, acon Pallada de miedo y de tristeza” de allf, se decta, que los melancolicos amasen {s soledad. Esta locura pasiva que no Hlega al furor “es le locura en los limites osu impotencia”, dice Foucault. Hay aqui una desesperacién amarga y languid En el melancélico, reeuerda Foucault, “hos espiricus eran sombrios y oscuros, broyectaban sus tinieblas sobre las imagenes de las cosas y formaban en la lus Gel alma, una especie de nube”’ esto podria tomarse como una referencia a los Campesinos de San Juan Luvina, “an lugar moribundo donde han muerto hasta los perros y ya'no hay ni quien Ie iadre al silencio”, como lo describe Rulfor El estereotipo del campesino, como ser melancélico, ha llegado a convertirse en uno de los elementos constitutivos més importantes del llamado carécter del mexicano y de la cultura nacional. Es preciso reconocer que una buena parte de lo que se llama el “'ser del mexicano” no es més que la transposicion, al Terreno de Ia cultura, de una serie de lugares comunes © ideas-tipo que desde antiguo a cultura occidental se ha forjado sobre su sustrato rural y campesino, Como en la novela de Revueltss, el cadaver del campesino floia durante lark tiempo ea la conciencia nacional; por eso, esta conciencia se presenta con fre. Cuencia como una doble sensacién de nostalgia y de zozobra, tan earacteristice del sindrome de la melancolia, Se llega a creer firmemente que, bajo el torbelling”™ de Ja modemnidad —exacerbado por la Revolucién-—, yace un estrato mitico, un edén inundado con e} que ya s6lo podemos tener una relacién melancdlica; sélo itr campssina” ee tema en EKiL. Fons, "The personaly type of tie peasant eounte benicar orks and Days, «cute cise sly" y P. Walot, Greck Prasat, dnclon ond Maseon Rabon Renta tomd de Franck la ies be aimiar enn slo tipo los greg de Hssiodo, les mayas del Voces ese os habitats dele capita ines del ssl x. Ese case de estudio ha conbulde ¢ eta ‘esp del eampesinn. C/ Robe Rel, Peanons Sacep cat Chins {}M Foucault, Historia de te locura en la dpacaclsicg, toa, AN + Bid, p20 a > : ; 4.FLLUTO PRIMORDIAL 45 por via de la nostalgia profunda podemos tener contacto con él y comunicamos ‘con los seres que lo pucblan: pues esos seres edénicos son también seres me- lancélicos con quienes es imposible relacionarse materialment, y sin embargo son la razén de ser del mexicano: Me arrancars, mujer, el imposible amor de melancolica plegeria, Y¥ aunque se quede el alma solitaria hnuira la fe de mi pasion risible. Esto lo escribe Lépez: Velarde hacia 1905; de alguna forma, la idea melancélica se jencueentra ya anclada como un firme estereotipo en la conciencia de fa intelectualided ‘mexicana de esa época. En 1901, en un estudio verdadcramente divertido —y pio- nero— sobre la “psiquiatria social” del mexicano, se establecen con contundencia ¥ solemnicad acacémica los rasgos del cardcter mexicano. Muchos de los rasgos que menciona este estudio, cuyo autor es Julio Guerrero, serin refomades varias éscadas después por diversos eseritores —desde Samuel Ramos y Emilio Uranan hasta Jorge Carriin, Octavio Paz y Santiago Ramirez— para desafrollar la Hamada “Filosofia de lo mexicano”. Aqui sslo quisiera transmit, y se me perdonara la larga cita, la peculiar reflexion de Julio Guerrero sobre la melancolia: Cuando la stmésfera no est eargada, el espiritu se sosiega; pero la reaccida ¢s en sentido depresivo; y por eso el mexicano que no tiene alcohol, aunque no es triste por naturaleza, tiene largos accesos de melancolia; como lo prueba el tono espon- tineo elegiaco de sus poetas, desde Netzahualedyoll... la serie inacabadle de ro- ‘méncieas en los tiempos modemos; la miisica popular mexicana, eserita en fon ‘menor; esas danzas llenas de melancolia, que las bandas militares lanzan en los pparques piblicos a las brisas crepusculares, prefiadas de suspiros y sollozos; y esas, Canciones populares que al son de la guitarra, en jas noches de luna se entonan en las casas de vecindad... El medio en que habitamos suele transformar en tendencias ‘melancélicas Ia gravedad del indio y la seriedad del castellano! A partir de esta manera de pensar, Julio Guerrero comienza a tejer la mitologia de las diversas facetas 0 méscaras del mexicano, ser singular en el que se con- trapuntean la ferocidad y la misantropia, ta burla y'el estoicismo, ol eapricho y {a pereza, la bestialidad y la falta de aspiraciones? : $ jlo Guerrero, La génels det crimen en Mésicc, Extdia de peiguctria social, yp 24-2. No es dit) ‘xconrare origen de esas apresiacones. Humboldt eseibé: “El indgena mexica € anv, milano, Slleaciaso mieneas fos sors no fo sacan de ici. AF mexicaco le ple haeran mieatd de os ae tnd inierentes: nose pitan en su fisonomla ni sigur las pasones ms vilentas, presenta no 86 ca <& espantoso cuando pasa deepen del reposoabsoto a una aitaibnvclns) dsenfnada, "ame polio sore el rina de a Mesa Egniey tom Uh p. 88 “bar sénsi del crimen en México. A lis Wess Stas se hae rerencia en I, 232 y 38, 31,24, M, 1, 321 9159, en ef erdensnumerado, | 46 LAIAULA DE LA MELANCOLIA Es interesante destacar que en el proceso de construccién e invencién de la nacién —y, por tanto, del cardcter nacional— nos tropezamos siempre con una paradéjica confrontacién con “lo otro”. En esta confrontacién el espacio de la coneiencia propia se va poblando de estereotipos e ideas-fuerza que, a su vez, gjercen una relativa influencia en ef comportamiento de los habitantes de une determinada nacién. Yeamos un ejemplo: no es dificil rastrear el origen de ls idea que afirma que Jos mexicanos son abiilicos y perezosos (en Europa esta idea se extiende tanto a los latinos como a los esclavos); pero aun reconociendo la raiz colonialista y racista de esta idea, no cabe duda de que en cierta medida es tomada, elaborada y revalorada por la conciencia nacionalista, para oponerla con orgullo patriético a los valores pragméticos que se asignan a los anglosajones. Esta intencién nacionalista queda plasmada muy claramente n la sinfonia HP. (Caballos de Vapor) de Carlos Chavez, donde el misico contrast la exuberanci ‘tropical con los poderosos ritmos industrializedores del norte. Diego Rivera, quien influyé en la composicién de esta sinfonia, también representé en varios murales la misma idea. Asi pues, nos encontramos con que, en la invencién del carécter nacional, hay tuna biisqueda de ese Otro bérbaro que Tlevamos dentro, que es nuestro antepa- ido, nuestro padre: que fertliza a la madre patria natural, a tierra, pero que al smo tiempo la mancilla con su salvajismo primordial, De aqui viene ese ingrediente melancélico que observamos, en mayor o menor proporcién, en todo sentimiento nacionalista. Es eurioso hallar en esto un paralelismo con ciertas facetas de la formacién del sentimiento religioso; gc6mo no pensar en la tipica compulsién castellana medieval de ‘ir 2 buscar el shartirio entre los infieles” para configurar el espacio de la fe? Ese fue el primer impulso de Santa Teresa, que a temprana edad tuvo el intenso deseo de enfrentar el tormento que debian infligirle los moros, es decir, los Otros: al final, Santa Teresa se Zambull6 en sus moradas interiores en busca del castillo de Dios, y eondené la ‘melancolia porque intuyé en ella —no sin cierta razon— una manera de realizar la propia voluntad, escapando'no sdlo de la realidad presente sino también de Dios. Pero en la melancolia la voluntad tambign se orienta hacia el martirologio: te conciencia es enfrentada a los ancestros barbaros —esos infieles del alma— ¥ es obligada a odiarlos y sin embargo a exhibirlos como terribles cicatrices y deformidades. Tal vez por ello el personaje mitico que en México ha sido colo- cado como simbolo de toda la nacién es el pelaco, que es una especie de cam- pesino urbano —valga la paradoja—semi-asfixiado por la ciudad, que ha perdido 1 edén rural y no ha encontrado la tierra prometida. En el pelado es recuperada la horrenda imagen porfirista y novohispana del lépero;* esa plebe, el leperaje, que era vista por los cientificos del sigio xix como un pozo sin fondo de vicios, * tlio Guerrero, ibid, p. 159 58, a a a 4 ELLUTO PRIMORDIAL 47 de animalidad y de atavismos sanguinarios, resurge a los ojos de la intelectuatidad posrevolucionaria como el pelado, dominado ciertamente por un sentimiento de inferioridad —segin Ramos y Paz—, pero en el cual anida, oculta, la compleja ‘ragedia de la soledad humana; o bien reaparece —segtin Yaifiez— como el me- xicano en estado de naturaleza, ser contradictorio en el que su “primitivismo realista”, su violencia y su desconfianza dejan traslucir, no obstante, una *vo- luntad libertaria” y una “‘miseria orgullosa®.” Estas breves imagenes ya nos di- bujan una vaga silueta del héroe agachado, primer habitante imaginario del gran teatro edénico de la erueldad. La intelectualidad mexicana ha convocado con frecuencia —desde e! siglo pasado— a este personaje ancestral, mediante el incienso de fa melancolia. Ha creido que s6lo el éxtasis melancélico podia comunicar a los mexicanos con los estratos antigues y profundos de una patria erigida al margen de la hist un momento equivocado y con materiales de desecho. Por ello tantos intelee- tuales mexicanos han escogido la tinta de Ia melancolia para dibujar el perfil de Ja cultura nacional. Si nos detenemos un poco a examinar el problema veremos que no se trata de un fendmeno exclusivo de la cultura mexicana, sino de tn tema que tiene dimensiones histéricas enormes.* De hecho, en toda la literatura latinoamericana modetna encontramos huellas de la actitud melaneélica; no es necesario buscar mucho para toparnos con Rubén Dario: Y en este titubeo de aliento y agonia, ‘cargo lleno de penas To que apenas soporto, No oyes caer las gotas de mi melancolia? Este triste gotear fue eseuchado en muchos lugares. En México lo retomd, por ejemplo, Luis G. Urbina, que en su conocido poema “Vieja ligrima”, de 1909, dice” Samuel Ramos, put del Hombre y lx cultura en México. Octavio Pt, Et labertito de la soledad, 1959. Agustin Yanez. "Esudlo prlimiar®, El pemuador merioan. "Jean Stazobinsi en “Lente d= la lance” nos ec elconocto verso de Shakespeare: that, in Bas ink my fove mays shine begin Veas tambien au "Hise dy teitement dela melncoie ds sigs 1500". ‘Poeslas compleits, tr Ml, pp. 12-13. Vase tambitn sv peema “Sor Milena inspira en ls amass yrs de Ariado Nervo. Luis G, Urbina también eseribi: "Mirena los cargos de Ta Mesa Cel, 4e un gts dora y salpcado por io verdes Horones de pss Gel sgave.. getimos queen esto pecho 5 emucrenossursaforanzas y vagasingicttes,y,cnonces, aos vents impuegrades oe Tahitian anol de mest pores clus. Una resurcciénsoimentl se apodera G2 miss cariter de nowoh anos. Y po eso nos inlinams iosstnemeste a melancolear nests encione. todo leeebanos Te Donemos in inte de mekoecia. ¥ no Slo en las cards les, sino haa en muesvos errs eco, ‘sta en musta graiarisuta, haste en nuesuo figitvehumerismo, sles poner ura arena ds es eer «ofa, estunamosregntiosy penas con a rano de copa el sshumelo olen, La vide lerariven Msi, 26 (sbrayads mos, RD), Les esereotips sobre la mesncolia ingen pueden verse vrbienexpresadee, ee Fam bunds y obvia, en ib del esiombiano Anmanco Solano, La melancolia de lara igen 48. LA JAULA DE LA MELANCOLIA, Hoy no Hloro... Ya esté seca mi vida y serena mi alma Sin embargo... {Por qué siento que cae asi, égrima a Wégrima, tal fuente inagotable de ternura, tal vena de dolor que no se acaba? :Quién sabe! ¥ no soy yor son los que fueron; ‘mis genitores testes; es mi raza; los espiritus apesadumbrados, Tas carnes flageladass milenarios anhelos imposibles, tmisticas esperancas, molancolias bruscas y salvaies, cleras impotentes-y selvaticas. En estos versos se encuentra la versién mexicana de la misma locura melancélica {que le fue diagnosticada a Don Quijote, y que se ha ido destilando durante cuatro siglos de poesia espaitola” hasta llegar a las soledades modemas de, por ejemplo, Antonio Machado: ‘Yo no sé leyendas de antigua alegria, sino historias viejas de melancolia, Y si: se trata de una muy antigua historia. Cuando hablamos de melancolia nos sumergimos en un torrente de ideas y de imégenes que tiene una larguisima ‘rayectoria en la historia europea, Me atreveria a afirmar que la idea de melancolia configura uno de los ejes fundamentales de la cultura occidental, que asombro- samente cruza los milenios desde el pensamiento aristotélico © hipocratico ntiguo hasta el modernismo contemporsneo, atravesando el cristianismo medic- val, iluminando el espiritu renacentista y nublando la mirada de los roméinticos.. Cuando la cultura mexicana adopta a la melancolia como uno de sus signos distintivos y peculiares, en realidad est conectindose y diluyéndosc en el amplio torbellino de la historia occidental, La historia de la melancolia tiene muchas vertientes. Dos de ellas nos van a interesar. Una nos leva a la tragedia de la Caida y, como ya lo seftalé, al mar- tirologio: el alma sufte angustias y tristezas inauditas que la enloguecen, por culpa de antiguos pecados. La otra conduce al drama del héroe o del genio que "© yeaa espesto ebro de Guillermo Die-Plj,Tratad de Tas mslancoliaeesalas. Sein Octvio Paz, Sor Juana Tres de a Cruz "fae una verdacera melancliea” p28), que deseabri6en est stinien salir una ene de bertad rs a Ds sin se corespondi mplabsensuncar fos Lines de atfberad Ibumana al reduc el bio de la ras divin p. 38). Este seaimiento de iberad uc hay en I elancola ‘como dje mds stba, precisaente cl que Santa Teresa conden, sin duda por habele experimen, Igual que Sor Juana. O. Paz, Sor Juana Inés deka Cruz 0 las tramps ef fe i i 4. ELLUTO PRIMORDIAL 49 debe cargar con Ja pesada carga de la melancolia a cambio de la Iucidez con ‘que puede mirar al mundo y crear: es el terrible precio del conocimiento y dei poder. Ambas vertientes se expresan en la cultura mexicana modema, Un escritor que ejercié una influencia determinante en la institucionalizacién de la conciencia nacional modemia —Martin Luis Guzmén— en plena turbu- lencia revolucionaria buscaba angustiado, como tantos otros intelectuales antes yy después que él, las causas originales de la tragedia mexicana. Ubieé con pre- i6n los dos puntos dolorosos. En primer lugar, desde luego, los “genitores ttistes’: “Desde la Conquista o desde los tiempos precortesianos... —nos dice— el indio esté alli, postrado y sumiso, indiferente al bien y al mal, sin conciencia, con el alma convertida en botén rudimentario, incapaz hasta de una esperanza”. ero, en segundo higar, la sistemética inmoralidad de la politica mexicana debe obedecer a un “mal congénito”, dice Martin Luis Guzman, En efecto: En ef amanecer de nuestra vida auténoma —en los méviles de la guerra de Inds- pendencia— aparece un verdadero defacto de conformacién nacional (inevitable ‘por desgracia): Jas mexicanos tiwimos que edificar una patria antes le concebirla puramente como ideal y sentirla como impulso generoso: es decir, antes de me- recerla.” Todos los mexicanos modernos, de algunia manera, deben pagar por esos pecados originales. Pero la otra vertiente de la historia de la melancolia nos hace pensar en una dimensién menos obvia de In conformacién de la conciencia nacional mexicana; se liga a uno de los més antiguos temas que turban a la intelectualidad. Fue planteado por Arist6teles, a partir de la medicina hipocratica sobre los cuatro hhumores, uno de los cuales —Ia bilis negra— tuvo una importancia ereciente en la definicién no sto de una enfermedad (la melancolia) sino de un peculiar estado de dnimo. Este es el famoso Problema XXX, Ide Aristoteles: “Por qué todos aquellos que han alcanzado Ia eminencia en filosotia 0 poesia o las artes son claramente melancélicos, y algunos de ellos to son tanto que son afectados por enfermedades causadas por la bills negra” A partir de la respuesta de Aristételes, que establece un simil entre la accion ‘embriagante del vino y la influencia de la bilis negra, queda dibujado el carécter extraordinario aunque doliente— del genio melancdlico que en su éxtasis es iu minado por los dioses. La locura y el genio son fendmenos cercanos que se con- fanden, EI espiritu renacentista sac6 del olvido esta antigua idea, y la conecté con "Manta Luis Guamin, “La quella de México” (1915). pp. 13 y 1413, subrayado de ML. Guzman ‘Ow aprecacines en el misma tone eedondean sides: "Ls pblacon incigoa de Mesico es realmente lncerseiete es debit hasta porn discern ns Ras rds sls dl beestr peep, tnt iors el bien ‘om el mal, ast fo mal coma fo buev0" (p13). "Nocines prematuramente, ¢&ello es consecuencia Ie ‘pobreza esirual que dhilitanuestos mejores esueracs, seme tiubeatesy dsaemads™ (p13) | I i | | i E | | I 50 LAJAULA DE La MELANCOLIa {a tadicién galénica que habia perdurado. De aqui surgen las explicaciones neopla- {nicas de Ficino en De vita triplci (1482-1489) sobre el genio melancético, que cjercieron una considerable influencia. Desde ese momento la melancolia ser un ingrediente muy importante en la literatura y el arte: Durero realizard su famoso ‘grabado y Robert Burton escribird su monumental obra The Anatomy of Melancholy publicada en Oxford en 1621. La melancolfa se convert’ en la enfermedad tipica de la alta cultura en la Inglaterra isabelina, serd retomada por el romanticismo alemén Y se transformard en un ingrediente esencial del modemnismo decimonénico.* Desde entonces se establecen ciertas reglas del juego intelectual, que en parte tdavia son vigentes hoy. Por medio de la melancolia el artista y el escritor (y l politico: ¢quién no ha ofdo hablar de la soledad del presidente?) establecen lun nexo con las fuerzas oscuras de la sociedad y del alma, y configuran un contacto noble con la tragedia del pecado original. La melencolia impulsa al genio a clevarse, en éxtasis, por encima de Ia humanidad: un éxtasis que permite al alma alejarse del cuerpo, impulsada por una profiunda nostalgia de la misma terrenalidad que abandona. Por eso el amor, el climax sexual, la ebricdad o la valentia en medio de la batalla han sido consideradas como formas de éxtasis, El hombre que imita el gesto y la pose del angel de la melancolia, de Durero. © considerado como un visionario y debe ser admirado por la profundidad de su pensamiento: sufre una pena antigua y usa el dolor para elevar su espiritu, como Hamlet. También desde fines de la Edad Media, en la Francia renacentista ln iristesse era cousiderada una emocién aristocrética que sugerfa una noble sen- sibilidad; y la melancolia sugerfa al genio, con base en més de mil aiios de tradicién griega y latina. En el estado melancélico confiuyen peligrosamente el genio y la estupidez, el hombre excepcional y la bestia, el eivilizado y el cam- pesino. Pero habia distintas clases de melancolia: Robert Burton, eitando a Du Laurent, comenta que el humor melancélico “debe mezelarse eon sangre y con algo adusto, de manera que el viejo aforismo de Aristételes pueda ser verificado, ‘mullum magnum ingenium sine mixtura dementia, no hay gran talento sin una mezela de locura®.” El terrible peligro es que el genio puede caer en una forma 1 Sobre lamella hay ura amps titrate. Véasecspecsimente:L. Babb, The Eleabehn Malady, 4 Sud, Metonhoia in Engh Lierotrs am 1980 fo 1682, R Baton, Te dnsony of Neovo, keno; Panty y Saul, Sate and Mianchody; M.A. Sesh, Montagne & Netanchobe & Ween, The Sn of Sot: Acedia in Maaevel Thought and Literate. Uncfempl sigieatvo dele enteaas acted 2 lor cut eve reoeupacin sobre cl vneulo ene genio y locus puede enconane ta haba de Cone Lombross, ‘Camo di Gedo (1888); en ls pigs 40 y sx. refers ala melanolia Lombyoss crcl por lao, au lca ru Eps Inte ene el loo yl sae June Gata Ter op Dori loin, Ya desacao la npoctancia de a melancofaen la poesia de Gilberto Owen, rlionlodole och ‘amoso “kil oi” de “El esichado” be Neral y con la Simbeloaia que uso Vicor Hage Basia, ‘Rimbudy Proust Gaca Tem dice con rin que uns ormas dea demenca el fuer Sapna la a, l deli into, la posssién dvna— son visas como “lo tnico que ucts araicanos ee ies, tf enorfo que invade al alma en estado de acids 0 de rier" ip 24) La melecla cs sitar 2! tin por el cans Ta aloranza por la unig pisizeni. SC Baro, The Anatomy of Melancholy, tomo 1 33, p48, 4.ELLUTOPRIMORDIAL 51 bestial y grosera de locura: como los enfermos de melancolia que diagnosticaban Jos médicos. Esa locura melancdlica que incluso los médicos novohispanos, des- de el siglo xvt, comienzan a diagnosticar: “., les sobrevienen a los enfermos unas tristegas behementes y un deseo de dar cuchilladas a los que topan, explicaba Lopez de Hinojosos. Otro médico, fray Agustin Farfin, describia la ‘melancolia: “Unos andan llenos de miedo y sobresaltos y traen afijado en Ja ima- ginacién que se mueren; que les parece que se acaban a cada paso”. Juan de Barrios, en 1607, define asi el mal: “... es un delirio sin calentura, con temor y tristeza; la parte que este mal padece es el cerebro, esté la imaginacin depravada del humor melaneético”.# E] intelectual encuentra que, a pesar de todo, hay algo que une stt angustia con las pavorosas miserias del infiamundo de Ia sociedad: la hez de la sociedad, os campesinos més pobres, los muertos de hambre del campo, tienen algo en comén con el fetrado: la soledad. Una soledad que “es nostalgia de un cuerpo el que fuimos arrancados” dice Octavio Paz." Arrancada de la matriz paradi- siaca y terrenal, el alma vaga en busce de una nueva Edad de Oro, de una nueva patria. En ese viaje la mayoria se perderd en el laberinto de un delicio atrabiliario: Pero unos cuantos legardn a un éxtasis melancélico y podrin guiar a su pueblo hacia la nueva nacién prometida,.. 'S Alonso Laper de Hinajosos, Surima recopaci de China. cap. VIM del Libro Primero “De ‘menarciay Wisteas, ed. A. Ricardo, México, 1578. Aguatin Farln, Trac breve mains) de odes {as enfermedades, 159, ei. fas, Col Ine. Amer, vol X, Eat. Ctra Hispiaca, Madd, 194 duende Bates, Verdadera mesma, eirugta y atoloia, Méxion, 1607. Ctados en Somolinos "Arcos, Histor la pluton en Maric, BEL Tabero dela soledad,p. 172, Eta nostalgia dela toaidad es uoa peclarided dela estéion ‘moderna, que eneueniza en el cult alo sublime —o ialeananble-~ yn consenso normativo vilcadcr ‘ean-Franis Lyotrl, Te Posimodrn Candition, pp. 8081, En el mist Seto cs preci) adver gus Seria ernie asociar el sentimiento de soled exclsivarante al mundo atasag y ut, 2 Armeice Laon 0-4 Méxion (om el ensayo de Paz o incase, la aovela Cx as ce soledad de Garcia Margo pocion Indies a sypoer. La sled aparee= com i ingredients inispeseble del senimiento dc erence cuerpo nacional abst, hacia el que se sits un opego que cece et la mctiga eb gue eaments le Separaion relent os inivioos, lo que ocute de manera macvs ela Brandes clans las relones Indusaizads. Al se general li forms moderna de selsdad come sentnicto de aslamtena con rapes al eto, A paris de ess ventmient es fleueate que se tansies aloo el sitet de fa soled la Soledad de os vsinos, de fos campesinos de fs sles dl terosr mindo.s no los entendemos 3 precen "os y pasmados, es que ein ineomunicados en la soled de ua feof sn sentido. Un ext lesico sobre cl cariter de os nateamericanos se aera recsaronte sabe la noon de soledad: The Lonely Crome e David Riesan,Julidn Maries, en Los Exes Unidas on escoso, deliende una dea sil: “Los Estados Unidos estin detinids por ura potencia mistioa y tensed: ta scledad™ (pt) | | | i Su resistencia a metamorfosearse en salamandras los obliga a una maravillosa revolucién: a reproducir infinitamente su larvario primitivismo. t a ve 5. Anfibologias 5 tt Muchas tristezas y dolores sombrios, o at iy nin, e deen idems is tv ee re El primer libro de Urizen, VI, p. 6 oO Siompre me han fiscinado ls primeras palabras del ensayo ee de John Womack sobre Emitiano Zapata: “Este es un libro 8 acerca de unos campesinos que no querian cambiar y que, e por eso mismo, hicieron una Revolucién. Nunca imagina- ron un destino tan singular”. En esto los axolotes son iguales @ gue los campesinos de Morelos; su resistencia a metamor- fosearse en salamandras los obliga a una maravillosa re- te Volucin: a reproducir infinitamente su larvario primitivis- 9h mo. De esta forma se produce una sibita transicién, y se f-B crea una especie completamente nuova. El propio Darwin 5 gy Mimi es forma de rans we s @ USLECEERSRSE2Eee : we v 56 LAJAULA DELA MELANCOLIA Se sabe de algunos animales —dijo en AU origen de las espe- ‘cles— que son capaces de repreducirse a una edad muy temprana, antes de que bayan adquirido sus caracteres perfectas, y, si esa facultad se Hlegase a desarrollar por completo en una especie, parece probable que, ms pronto 0 mas tarde, desaparecerta el estado adulto, y en este caso, especialmente si la lava difiece ‘mucho de la forma adulta, los caracteres de la especie cambiarian 'y se degeadarian considerablemente.! Asi surgié el axolote: es la juventud acuética del animal del fuego, Ja salamandra, A primera vista el axolote, aunque mu- ccho mas grande, se parece a un renacuajo, la larva de la rana; también se parece a un espermatozoide, y es evidente que tiene forma fica: incluso es del tamafio de un pene erecto. Tiene cuatro extremidades dotadas de pequefios dedos, una cola comprimida lateralmente y branquias extemas que salen de su cuello como extrafias ramificaciones, $i el axolote si- guiera el curso “normal” de su crecimiento se convertiria en Ja salamandtratigne (Ambystoma tigriraam velasci, Duges 1888), anfibio que habita principalmente en la region de Jos lagos de Texcoco y Zumpango. Esta salamandra es negra con manchas amarillas. F| axolote vive, por su parte, en las aguas del fago de Xochimileo, y es del color del lodo. {Por qué no se meta- morfosea? Al no hacerlo inventa una nueva especie, :Por qué? Los axolotes encierran un misterio, son un nudo de signos extrafios. Desde la mitologia de los antiguos mexicas, pasando por naturalistas elisicos hasta escritores actuales, el axolote ha creado a su alrededor una sensaciéa de misterio. El axolo- te es el hermano gemelo de Quetzalcéat!; es, mas tarde, com- pafiero de viaje de Humboldt y huésped de Cuvier; se ha " Gh, Darvin, Et origen ce las especies, ep. VIE (*Modos de transcon") VLPESEQLSSEST v Qe DOD VQD SQV SOE 8 POLOSOSBOSDDDY fi 8 t asomado al siglo 20% a través de un conocido euento de Julio a G}, Cortizary en os versos de un famoso bidlogo, Garstang? Y siempre que aparece el axolote se dibuja el misterio del Oto, ra de lo diferente, de lo exirafio; pero se dibuja en su forma GLE prinitiva, larval, ecqueméica: por lo tanto, sterradora en st a g A, Seullez HL acolot es una metifora vive del soled. Per WE rece laextrainestse de Gollum, exe engendo de Tolkien eB gen bsefior des antlios Param est claro ques los axolotes UE cxistieran, los hubiera deb inventar Lovecraft Pero la a zoologia ya los atrap6, y los clasifica de Ja siguiente manera: GE Strats a = ORDEN: Salamandroidea sk Fama: Ambystomidae RE eee netonine g v3 GENERO: Ambystome EE Rare neccamm, stew 1789 a @ 2 palo” elo Cane. Los vs W, Ct et repodz xt oe ‘nuaci, em ings, puss oslo Son muy simpitcos sino adem Snteizan las pce Tardades de fos ecole: CS e Crt ie es $Y Tenshtns tag gn pure spe Se ‘i bls rptegeaian ia oaeepG e GR Roda rcpt, fam a or hon ty a te Lan an oar ow eG SSL steer erat @ They cling to pexth perpetual, red rear a tadoe Brood. v bal labhaberir itl have gone fom: bat to ‘worse: te emt oe ef Bh Reiners a coe, we ee 2 VSSSS SSSSE@ 6. El tiempo sin sentido ¥ es que allé el tiempo es muy largo. Juan Rulfo, saving” El hombre, en su estado de naturaleza, fue colocado por Rousseau al margen de la historia y del acontecer. En esa situacién, “que no existe ya, que quiz no ‘existi, que probablemente no existira jams”, e! hombre se encontraria feliz en st inmovilidad, viviendo un tiempo inacababie que se deslizaria con lentitud e indiferencia. Esta imagen del tiempo mitico tiene une larga y ramificada historia cen el pensamiento occidental; ademas, muestra innumerables y contradictorias facetas. Ha sido, de manera tipica, la idea que el hombre de Ia ciudad se ha forjado de la barbarie rural; o Ia idea que ha impuesto el “civilizado” acerca del modo de vivir de los “salvajes” de Africa y de América. El pensamiento occi- dental Hlegé a fundir sus nociones del espacio y del tiempo con las ideas del progreso histérico. Asi, se configurd un estereotipo cultural eurocentrista que egé a considerar, digémoslo asi, que la coordenada temporal iba de oriente a occidemte; este eje era cruzado por otra coordenada (vertical) segin la cual en el norte siempre hay bérbaros y en el sur se hallan los salvajes. Asf, el punto 0 donde se eruzaban las coordenadas cartesianas representaba el agui-ahora del observador “civilizado”. El progreso tenia que pasar peligrosamente entre los bérbaros del norte y los salvajes del sur, siempre en direccién a occidente EI progreso se veia amenazado aun desde dentro, desde un “profundo sur” de Ja propia metrépoli. Para Voltaire, por ejemplo, no sélo habfa hombres primitivos en Africa 0 en el Nuevo Mundo: “Salvajes como esos hay en toda Europa”, devia; y explicaba: Riisticos que viven en sus chozas con sus hembras y algunos animales, expuestos sin cesar a toda la intemperie de las estaciones; que no conocen més que la tierra 59) | 60 LA AULA DELA MELANCOLIA que Jos nutre y el mercado al que van algunas veoes a vender sus géneros para Comprar algunos vestides burdos; que hablan una jerga que no se oye en las ciu- dades; que tienen pocas ideas y, por consiguiente, pocas expresiones... ‘No es aqui el Ingar para detenernos a describir la forma en que estas ideas Hegon, hasta nuestros dias. El hecho es que a principios del siglo xx un ilustre profesor francés, Lucien Lévy-Brubl, recogié esta tradicién y dedicé sus mejores esfuerzos a explicar Jas “funciones mentales en las sociedades inferiores”. Su libro, La ‘mentalidad primitiva, ¢s un manual ya en desuso que los antropélogos rechazan: pero muchas de las ideas que alli se expresan forman parte de la cultura politica ‘actual y de Ja mitologia moderna, En este sentido, los antrop6logos harian bien en volver a leer a Lévy-Brahl, Yo quiero ahora referirme a un solo aspecto del problema: la nocién del tiempo que es asignada a los hombres primitivos. Lévy-Bruhl establece que la “'mentalidad prelégica primitiva’ ignora gene- ralmente los nexos de causalidad que unen a los fenémenos en el tiempo y en el espacio; predomina la idea de una “causalidad mistica ¢ inmediata”* basada en Ia existencia de potencias ocultas y fuerzas oscuras. Lévy-Bruhl reivindica ‘como “dgica” Ia nocién kantiana de una red universal de causas y efectos. La razén profunda de la diferencia entre civilizados y primitivos, piensa Lévy-Brabl, radica on que el pensamiento de estos Gltimos oculta a verdadera causalidad con el velo de una idea mistica; por ello la mentalidad primitiva con frecuencia tiene lun cardvter extraespacial y éxtratemporal. Dice Lévy-Bruhl El tiempo nos parece... un quantum homogéneo, divisible en partes idénticas entre si ¥ que se suceden con perfecta regularidasl. Mas para espiritus a quienes son indiferentos ‘sts series regulares de fendimenos en el espacio, que no prestan ninguna atencién ni reflexionan sobre la sucesid imeversible de causas y efectos, cules la repre- ‘sentacién del tiempo? Falta de soporte, no puede ser sino indistnta'y mal defini La idea que sobre el tiempo el hombre civilizado le asigna al primitivo se en- cuentra terriblemente distorsionada por su propia nocién dél acontecer. En la mente de Lévy-Brahl impera la idea kantiana del espacio y del tiempo: segin esta concepcidn, que es Ia que domina en la vida cotidiana, no hay relacién entre el espacio y el tiempo. El espacio es una nocién estacionaria y —segin Kant— 5 una forma inntitiva de nuestro sentido externa; en cambio, el tiempo es una "Cit por Michele Dishes, Antrqpologiae historia enel sil dere, p. 265-266, Una buena perspectiva et aston medieval a imgenes del homie “pimlivo™(pobes salva, pasos testes, pochlos 1 hebrisos y no exopes, st), ested desde el periodo patio hasta Joacim de Fett, psd ce suse on el libro Essays on Primivism de George Boss. Ex sorpendents le sorevinenca ds much ews Imedjevae en los temps mors * LasienLévy-Brul a mentldad primitha, pp 4-88, asta sd el fendmeno del ite ena mse “primitives conoemienes de os enimenosnetrles land ln aaieltrs para compre loss las coclasiones do Lévy Bra ELTIEMPOSINSENTIO. 61 forma intuitiva de nuestro sentido interno. En la percepcién kantiana y civilizada el tiempo flue en forma independiente del espacio, y es un concepto absoluto. Es evidente que la concepcién kantiana, a los ojos de un fisico modemo, es a su Vez una idea un tanto primitiva y salvaje. Desde que Einstein desarrolld su ‘eorfa de la relatividad, sabemos qué no es posible separar el espacio del tiempo. Einstein, preocupado por las nociones espacio-temporales, se interesé en plan- tearle a Piaget el tema de las ideas subjetivas del tiempo en ef nitio. Querta saber siel nio se iniciaba pensando con ideas relativistas 0 como un absolutista new= toniano: ¢la intuicién subjetiva del tiempo es inmediata o es derivada, en el nitio? Como sabemos, de acuerdo con Ia fisica newtoniana la velocidad es derivada de Jas nociones absolutas de tiempo y distancia, En cambio, para Einstein las cosas son al revés: la velocidad tiene un cardcter primario y el tiempo es derivado. Los estudios de Piaget le permitieron contestar que Ia velocidad y la distancia son intuiciones primarias en el no, y que la idea del tiempo se va desprendiendo sradualmente de ellas. El tiempo, en el nfo, no es una nocién absoluta? Pero es precisamente Ia idea de un tiempo absoluto —sin ninguna felacién conel espacio—, y que fluye hacia adelante a una velocidad regular, lo que permite asignar a las mentes primitivas un ritmo vital apacible y lento, o incluso una com pleta inexistencia de ritmo. Por eso el europeo se extratia de las nociones de las tribus nigerianas; Lévy-Bruhl cita al mayor A.G. Leonard, quien explica que: Jo que nosotros, europens, Hamamos el pasado, est lgado al presente y éste en st circito es ligado al futuro. Pero para esta gente, creyendo en uns vide de dos exis- tencias que nada separa y que se sumergen una en Iota, como lo humano en lo spiritual y lo espirituat en lo humano, el tiempo en realidad no tiene las divisiones aque tene para nosoes Por lo mismo, carece de valor y objeto, y por esta rezén lo ttatan con un desprecio y una indiferencia enteramente inexplicabls para el europeo.t La idea de una visién homogénea del sentido del tiempo compartida por todos los hombres primitivos no proviene de la realidad de los pueblos no europeos ni de los barbaros que viven sumergidos en el seno de la civilizacién occidental. Esta supuesta homogeneidad es el fruto imaginario que construye el racionalismo mecAnico anclado en la nocién de progreso: s6lo asi podemos explicamos que en todas partes el hombre civilizado contemple de manera similar a sus ante- pasados 0 a sus contemporineos primitives. Incapaz. de comprender la nueva, mitologia en la que se encuentran sumergidos, muchos hombres eivilizados ab- seryan al mundo rural y primitive como un espacio desprovisto de tiempo 0 jnmerso en un tiempo mitico, “Al tiempo mitico indigena —dice Carlos Fuentes— se sobrepone el tiempo del calendario occidental, tiempo del progreso, tiempo 5 1. Plaget, Le dietoppommn de fa nolo dlrs ches Von Mayor A.G. Leonard, The lower Wiger and is Tribes, p. 181, ctopor Lévy-Bruhl, fa menial prima, p 8S 62. LAJAULADELA MELANCOLA al,”* Ciertamente asi es, con una importante salvedad: que el tiempo occidental también es vm tiempo mitico; sus mitos —diferentes alos de la cultura prehispanica— son precisamente los de la linea, el progreso, el futuro, el calendario gregoriano, Y ‘uno de sus mitos centrales es precisamente la invencién de otro tiempo mitico ligado al edén primitivo, en contraste con las nociones modemas del acaecer histérieo, Para la mente civilizada el primitivo trata al tiempo con desprecio e indife- rencia; el salvaje y el bérbaro son definidos por su lentitud natural y su abulia, De aqui proviene también Ia idea de su desprecio por la muerte: “La indiferencia del mexicano ante la muerte —dive Octavio Paz— se nutre de su indiferencia ante Ia vida"”* Pues en la medida en que el valor de la vida se mide en términos de ese quantum 0 fluido homogéneo, medible y divisible en partes iguales —como define Lévy-Brubl el tiempo occidental es evidente que un espacio vital que parece inmévil y cruzado por lineas de tiempo cualitativamente distintas centre si, carece de valor a los ojos de la mente occidental moderna. ‘La variedad de nociones del tiempo entre los pueblos Hamados primitivos es enorme. Los indios cree de Norteamérica, una de las tribus algonquinas, igno- raban los dias en que no podian ver la kuna. Los habitants de las islas Trobriand solfan clasificar los acontecimientos pasados —tanto los miticos como los rea Jes— ya sea en un presente universal o bien en una clase diferente de tiempo (que no era considerada previa al tiempo presente). En el valle de Luapula, en el norte de Rodesia, el tiempo también era desdoblado en dos partes, dependiendo de si los acontecimientos se ligaban a una historia personal particular 0 a la historia universal. Por su parte, los aranda de Australia occidental dividian el tiempo diario en 25 partes.’ Todas las formas de acotar y calibrar el tiempo, por mis extrafias que nos parezcan, son coherentes con el mundo cultural que las, crea, de acuerdo con diferentes necesidades: desde las més simples tareas ligadas a la regularidad de los trabajos agricolas y pastorales, hasta las complejas no- ciones cosmogénicas. Y en realidad no son tan ajenas a nuestra sociedad ocei- dental: {ser necesario recordar que hubo motines populares, exigiendo los once dias perdidas, cuando en Inglaterra se adopts el calendario gregoriano, y el 3 de septiembre de 1752 se convistié en dia 14? {No sabemnos que hay un tiempo de oficina, uno de Ia calle y otro del hogar, completamente distintos?* ;Acaso ‘el mundo fabril no ignore por completo las “horas libres”? Acaso no se con- sidera que los acontecimientos que guarda el inconsciente —segin los freudia- + Teme mexicana p 26 Se a conrestdo ol sentido “oesidenta” del diempo con ls nociones que mina on Ina, conde se aiegen “a comprender acorn de eso del pasado al fia bajo Ta forma 4s un empo cuaitivo come) cals durin temporal puede ser medida. El jiismo ye bad, con bige ens vishn de le cerdumbe de la vida, comprendon (experiencia en ir de as ass eambiantes el undo, Vso Hajine Nakamura, Ways of Thinking of Bastors Peeples, p. 8h { laborina de a soled, p. 48 35. Coben, Peyeolopeal Tic in Heath and Disease 5M, HaWwacks, "La meee collective ete temps" ‘nos— permanecen en un presente etemo, al margen del tiempo? La cultura modema también tiene sus mitos... La cultura politica occidental ha generado ef mito de los dos tiempos: el tiempo ‘edénico no dosificable de acuerdo con la racionalidad industrial y el tiempo progre- sivo ¥ dinémico del hombre civilizado, Esta polatidad encubre la gran diversidad de expresiones subjetivas del tiempo, que tienen formas de expresién cultural ex- treordinariamente ricas y variadas. Basta una ojeada sin prejuicios a los tratados de cetnografia para comprender que Ja gran diversidad de formas de conciencia del tiempo en Jos pueblos Iamados primitivos, no se puede homogeneizar; la tinica homogeneidad la crea la visidn occidental, por medio de un procedimiento de ex- clusién: toda manifestacién que escapa al *’sentido comtin” de la sociedad indus- trial es considerada como parte de un tiempo mitico ancestral dnico. Teualmente falso es reducir las nociones del acontever que cristalizan en las sociedades indus- triales a una forma tinica: la de esos capataces del espirita que pretenden dosificar organizadamente cl transcurso de la vida de acuerdo con os ritmos de las oficin y las fibricas. Pero lo que interesa destacar aqui no es la falsedad de esta concepeién bipolar del tiempo: lo que me parece interesante es sefialar la existencia de um mito ‘modemo sobre un tiempo primigenio contrapunteado al tiempo de la edad modema. Este mito es ef otigen de uno de los rasgos que con mayor insistencia se han asignado al eardcter mexicano. Bl sentido del tiempo (y de la distancia) que se Je asigna al mexicano es la misma nocién que, como hemos visto, es atribuida al campesino y al hombre primitivo por los habitantes de las ciudades. “S6lo el tiempo es en México décil y manso”, dice Jorge Carridn, autor de un conocido ensayo sobre el carscter dei mexicano; y continda: ‘No tione hitos y tinicamente el dia se diferencia de la noche, Sabemos de las estaciones por las hojas de Tos catendarios, pero no por las de los &rboles. Un dia sucede a otro manifiestamente igual, y aun la noche cae dulcemente como sitemiera alterar este ritmo parsimoniaso del tiempo.” Se trata de un ente urbano que contempla con asombro el mundo rural: como no percibe diferencias ni movimientos, cree que el tiempo no transcurre. Es obvio que el campesino percite muy bien las estaciones del afio, pero no le importa que mas al norte las hojas de los arboles caigan en otofio: Je interesa Ja forma en que las estaciones suceden en su regién, Sin embargo, el estereotipo debe imperar: El mexicano se adapta a est transcurrit temporal imperceptible. No sienteeltiem- ‘po. No vive la necesidad de hacer hoy lo que puede hacer en un mafiana idéntico ¥y no es puntual porque ningtn signo de le naturaleza le apretmia a sero, Por eo, y por la transparencia del aie, las distancias del mexicana se miden “tras lomita™ ° Mace Bonaparte, “Time and Unconscious "© Jorge Cri, Rito y magia de mexicano (subrayads mlos, RB). ) G4 _LAJAULA DE LA MELANCOLIA ‘Tras lomita es la ecuacidn socioldgica de un tiempo sin jalones y una perspectiva clara, libre de obstaculos."” Un psicélogo ha tesumido asi Ia idea: “Los mexicanos perciben de tal manera el tiempo que pionsan que pasa més lentamente que para los de otras nacionalida- des”! El mismo autor comenta el hecho de que los mexicanos son considerados tradicionalmente como “‘petezosos”, en contraste con 1o3 norteamericanos que ~ son “activos” y “eficientes”: “Lo que sucede —nos explica este psiclogo— 8 que los mexicanos se caracterizan por formas pasivas de encarar el stress (la tensidn)”.” Yaal escritor espafiol José Moreno Villa le habia llamado la atencion ‘ese signo de la mano con que e] mexicano indica una espera: sefialando con los dedos que es necesario esperar un “momentito” o “tantito”, “el mexicano des- ‘migaja el tiempo, lo hace migas, para que no lo coaccione ni comprometa”. La inmensidad del tiempo que cabe en el pequefio espacio que separa el pulgar del indice es un misterio que desespera al europeo, al civilizado. El hombre ‘occidental moder —es otro mito—no tolera la espera. No entiende qué sucede durante ef larguisimo rato —largutsimo para él— que transcurre entre la hora de comenzar y el comienzo, o entre la hora de la cita y la cita. {Qué sucede durante la espera? gEs realmente una espera? ;Qué se oculta en ese lapso inac- cesible? Moreno Villa n0 duda en calificar le actitud mexicana como una ‘“pa- sividad asidtica”, opuesta a la civilizacién europea que esté impregnada de una voluntad de vivir on marcha perpetua; en contraste, el mexicano es un hombre acurnicado (se refiere a la peculiar forma indigena de seotarse o encuclillarse), Jo que le parece una imagen asidtica unida a la quietud, a la pasividad y al ensimismamiento." Esto nos conecta a Is antigua visién’ europea del asiatico como ser barbaro o salvaje: ¢s el fiomo asiaticus de Linneo: “luridus, melan- cholicus, rigidis, pilis nigricantibus, oculis fuscis, reverus, fastuosus, avarus”. La “culta Europa” asf veia a los bérbaros del norte, a los eslavos, verdaderos representantes del asiatismo dentro de le eivilizacién: “Lo que denominamos fatalismo y resignacién del pueblo ruso no parece ser otra cosa en el fondo que ‘esta despreocupacién del porvenir. :Para qué inguietarse?, piensa, Nada cambiar el mal presente y ;qué importa el mafiana?””® En la misma linea se habla de su ae Guenero, Pecofgia del mexican, p. 1S ° Cammacopi de Mésio,p. 30 'S Tbe p. 46, La idea mexicana &e la muerte fe ptece también un ras “asic”. “6 Fouilte, Bospopscoligic de los pueblos europeos,p SOD Elita de a peers esa oe representa) por Oblamo, Reve de [a rovela del smo nombre de Ivan Alexandrovich Gonebary,y fshoso po Se! probablemente unio personae taro qu are és de cen pésnas en evataae dla cava Bextor Eiuncs (1914-1917) Mase Palélogueen sus memoria insist en la indotencl, asus y torpor carder ‘uso; "os rusos —escribi— ven la elidad a travls de Te bru de los suedon,y a nen nutcanowiones fprcisas del empo ode espacio M.Paléalogue, dn mbaseador's Memoirs, Lends, 1973, tad pot Higley, Zhe Rein Mond, 3 Risers | 6.EL TIEMPO SIN SENTIDO 65 “melancolia”, “apatia natural”, “resignacién pasiva”, ‘“indolencia” y “falta de energia y voluntad”. El propio Samuel Ramos dedica un capitulo de su famoso libro sobre la cultura mexicana al “egipticismo” indigena: es la rigidez de la muerte que se expresa en el arte prehispénico, en el que la dureza de la piedra vence la fluidez de la vida: por ello en México la vida “se destiza con una lentitud semejante a la inmutabilidad de los pueblos asiaticos".” Esta peculia- ridad es, para Ramos, un fendmeno trascendente que no se explica por los siglos de dominacién colonial: “No creemos que la pasividad del indio sea exclusiva mente un resultado de Ia esclavitud en que cayé al ser conquistado. Se dejé conguistar tal vez porque ya su espiritu estaba dispuesto a la pasividad” El hombre de la sociedad copitalista moderna cree que los campesinos y Ios primitives viven sumergidos cn la pasividad; esta creencia es debida a un simple mecanismo psicoldgico que determina la estimacién subjetiva del tiempo en cl hombre. Paul Fraisse es quien lo ha formulado con mayor pre- cision: cuanto mayor es el nlimero de cambios observados, tanto mas larga es la duracién aparente. Es decir, que la estimacién subjetiva de la duracion depende del miimero de cambios percibidos y que han quedado en la memoria en el momento de la estimacién: la duracién se inila o se vacia segin Ins posi- bilidades de Ia memoria.” Se trata de una situacién paradéjica, como ha sefialado Cohen;” un periodo de tiempo (de reloj) ocupado en actividades absorbentes o lleno de aconteci mientos interesantes, parece transcurrir répidamente, mientras que las tareas re Petitivas o tediosas alargan el tiempo. Pero vistas retrospectivamente las cosas se invierten, y opera la regla sefialada por Fraisse: el tiempo gastado en areas alegres y atractivas, al recordarlo, parece extendido y muy largo; en contraste, los imtervalos monétonos y vacios son recordados come periodos eompactos y breves. Un hombre de la ciudad percibe pocos cambios en la vide rural, y por 80 cree que alli el tiempo se estira interminablemente. Un europeo que no es capaz de interpretar los significados sociales y culturales de lo que ocurre en una sociedad no occidental, creer que alli el tiempo transcurre con lentitud, Al mismo tiempo, al recordar sus experiencias en medios rurales 0 no occidentales ¢s facil que minimice y reduzca considerablemente la importancia del espacio ‘temporal en que transcutre Ia historia (o, incluso, pensara que allino hay historia) US. Ramos, £1 perf cel home » lacus en México, p. 36 "Bid, 36 (sbrayacs mos, RB). Una vers “comprersivn el eseretpo del mexicano, como ser sore, digas pico de Estados Unidos se encuenra cn el primer calito de PacasSoioves Us recto de fos mexicanas, de Alan Riding. At puede vere 0 slo un resumen del mt del tienen, sino-aa “adil de os ebdios de Ia cla mexicana alos cians dela ula arcsriercase. Toe haces entender coe los mexicanos tienen una "fesola de empe tlmente diene" ala oer ‘se sobeemiend). "Se pasado ext seguro, el presents se pusdeinprovisa yl fra vende por 9 mons iD. "Passe, "Des lterents modes adaption a tmp °°, Coes, Pechologicat Tie inthe Health an Disease, pp. $4 ys. I reopen rep rem neonen-oremecnrennenn 66 LAJAULADELA MELANCOLIA En la cultura europea hay una antigua tradicién, que ha sido apuntalads por Descartes, Kant ¢ incluso Bergson, que busca comprender el deslizsmiento del tiempo en términos de los estados intemnos de la conciencia, En las experiencias interiores se busce la unidad del fluir temporal. EI tiempo es percibido, siguiendo esta tradieién, como “el intervalo consciente entre una necesidad y su satisfac- cin" —segiin la expresin de Guyau De hecho, Ia idea del tiempo acaba siendo la de una suerte de filtro que tamiza u obstaculiza el proceso de aleanzar la satisfaccién: la nocién de aburrimiento se convierte en sindnimo de tiempo (en aleman langeweile quiere decir tiempo largo, fastidio ante una situa inevitable). Pues el tiempo acaba por ser el obstculo que dificulta ls terminacién de una tarea, cuando et impulso inicial se ha agotado: en ese momento el hombre se vuelve consciente del tiempo, y le parece demasiado largo, mondtono y abu- rrido.® Esa es la tragedia del hombre occidental: el tiempo absoluto que ha con- cebido como medida de todas fas cosas es el fastidio, el hastio: “En su forma pura —dice Levelle— la conciencia del tiempo es aburrimiento: es decir, Ja conciencia de un intervalo no cruzado por nada y que nada puede llenar”? Bachelard confirma esta percepeién: “Encontramos duracién en el tiempo s6lo cuando lo enconttamos demasiado largo” En la reflexidn occidental hallamos una curiosa identificacién: al salvaje que vive supuestamente sin conciencia precisa del fluir del tiempo se le atribuye esa peculiar melancolia que en realidad es una emanacién del hombre occidental, para quien a veces el tiempo del reloj transcurre con lentitud, comparado con el ritmo desenfrenado de los pensamientos nostalgicos que destila su coneien- ‘cia; a pesar de que, como se dice, se trata muchas veces de una nostalgia del futuro, de un sentimiento ut6pico. A diferencia de Rousseau —para quien la inmovilidad originaria era una situacién idilica y feliz—- en México la pasividad se vive en forma trdgica. Emilio Uranga habla de una “herida ontolégica’” que destila melancolia, y considera que en cuatro versos de Lopez Velarde se en- ‘cuentran todos los elementos del carécter del mexicano (inactividad, melancolia, ‘emotividad). Tarde de Ilavia en que se agravan al par que una intima tristeza uun desdén manso de las cosas yuna emoci6n sui y contrita que reza, (La tejedora”) 21M, Gayo, La gents de ake de tems. & pFraise, Me Pachology of Ton, p. 203 BL Levele, Du Temps et de Pettit, Auber, Pas, 1945, cit por Fast, shi, p. 20, 2G Bachelard, Za daleciqu deta dart, 938, 6.EL TIEMPO SIN SENTIDO. 67 No es posible dejar de reconocer Ja impronta profunda del romanticismo nacio- nalista en esta zambullida en las fuentes primordiales del cardcter del mexicano. Para crear el mito del hombre modemno és necesatio reconstruir al hombre mordial y originario; es necesario generar una conciencia tragica de la oposicién entre el barbaro y el civilizado; es indispensable erearle al hombre moderno un pasado mitico, para que la propia modernidad pueda ~-aparentemente— despo- jarse de mitos y enfrentar racionalmente la construccidn del futuro. Quiero Subrayar que la tradici6n romantica que se advierte fécimente en la literatura y cen el pensamiento mexicanos (Vasconcelos es el mejor ejemplo) no es solamente ‘una expresién de la influencia del inracionalismo alemén: las ideas roménticas reproducen y reerean an proceso cultural y politico muy difundido y que rebase ‘con creces el marco histérico en que se desenvuelve la literatura romantica. Este ‘proceso cultural-politico esti relacionado con la creacin de escenarios trdgicos en los cuales la sociedad moderna, al igual que la antigua, proyeeta héroes y mitos. La influencia de las ideas de Weber nos ha hecho ereer que la sociedad modema es un mundo racional, funcional y desencantado en donde los mitos y a magia no tienen cabids. Grave error: la sociedad industrial capitalista, ast como el socialismo que conocemos, generan constantemente ceremonias, ritos, cultos y simbolos. Las ideas de cientificos como Comte y Bachofen, aunque frustradas, son premonitorias al haber querido fundar nuevas religiones. Los did~ logos del catecismo positivista comtiano invitan a un culto religioso de las Leyes, Invariables de la Razén Positiva; Bachofen proponia adorar la trinidad cténica Tierra-Madre-Muerte en su proyecto de exaltar Ia conciencia mitica, pues para 41 los mitos son potencias del alma que hunden sus raices, no solamente en los tiempos primitivos, sino en las fuerzas fundamentales.”* La cultura del hombre moderno require de mitos: los hereda, los recrea, los inventa. Uno de ellos es el mito de! hombre primigenio, que fecunda la cultura nacional y al mismo tiempo sirve de contraste para estimular la conciencia de la modernidad y cl progreso nacionales. Como se ha visto, una de las caracte- risticas fundamentales del ser primigenio es que habita en uns pect melancélica en donde el tiempo transcurre con lentitud y mansedumbre. 5 A. Comte, Cacclme postvitso exposed renwnida de a rliginuniveral. Las ideas de Basten fueron rtordasy resunidas por Bacumer en su famosa noduesif a a eicion de 1926 (Muni) de as ‘bres de gran etlogo: "Der Mythus von Orient und Oizidet donde seta el cack ablstreo de malo y ene con Ta cenocda fas: “Et mito o slo shond en os empos primis sino también en es ‘imal primigelas dol lina humana”. Ciao por H. Lefebvre, Mctehe,p ISL y en G, Laks, £1 asa a larazin, p36 \ Nunea ser aleanzado, pues el tiempo le pertenece. PQQ QOD PSO SDP to nos co ira sol en do 8 panes Baltasar Gracién, crite maul $ G a El delfin civilizado nada diez veces mds rapido que et primitivo exolote, razén por la cual en la carrera clisica, @ e como hiciera Aquiles con Ja tortuga, le da mil metros gt de ventaja a nuestro pobre urodelo. Cuando el delfin ha ri recorrido, en un abrir y cerrar de ojos, los mil primeros e metros, el pequefio axolote lleva cien metros de delan- ee tera; cuando el delfin recorre esos cien metros, el axolote ain leva —por diez metros— la delantera: nunca seré.al- @ canzado, pues el tiempo le perienece. Moraleja: los delfines A civilizados jamés deben darle ventaja alguna a los primi- C Q ev v ve e te 7. Axolotiada § G e ve v ck tivos axolotes, pues es sabido que su presencia produce extraftas distorsiones en el desarrollo normal de la cinta e del tiempo. g te f og VUSASPWSASPDEVMS*-ASS ee @ SDLOPDPSIPoO2IOo 72 LAJAULADELA MBLANCOLIA Aquiles, el delfin, vive en una de esas épocas heroicas que hay en la historia —y en la vida— en que todo parece tener rélacién con todo: el universo entero aparece mediado por infinitas conexiones, de tal manera que podemos al- canzar cualquier punto a partir de donde estamos, saltando de una conexién a otra, en una cadena de trascendencias que nos deja la ilusién de escapar de las contradicciones, siempre progresando en direccidn a la sintesis, Pero hay €pocas en que el delfin se topa con el axolote: tiene que aceptar que hay otras cosas ajenas al universo que conoce; que hay mundos separados e incoherentes, entre los cuales no hay conexiones congruentes. El axolote anuncia la épo- ca del teorema de Godel: en la medida en que, gracias a Ja razén modema, el mundo se vuelve mas consistente, aparecen mas evidencias de que existen verdades que es- capan al sistema dominante, La tinica manera que algunos hhan encontrado de abarear al Otro, a las otras verdades, consiste en desbaratar la consistencia de su mundo: pero se cae en el vértigo del desorden total, en el delitio de la auseneia de limites y fronteras, en el reino de la entropia. Por eso, cuando algunas ideas —que se han escapado del Otro—son transpuestas 2 este mundo en forma domes- ticada y mitificada,’erean una sensacién de tranquilidad, legitimidad y poder. Hacen creer que el Otro no es tan terrible y amenazador como se supone. @ eB v v eB e v v 8. La muerte facil Cuarddo hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres imitiles y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos, para manie- nner tensas las virtues heroicas del hombre, la larga serie de males verdaileros, la muerte, 1a vejer, las enfermedades incurables, el amor no correspond, fa amistad rechazada 0 ver dida, ia medioeridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y mds opaca gue ruestros ensuehios —todas las desdichas can sadas por la natwaleza divina de las cosas. Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano Paradojas de Ja mitologfa moderna: para el hombre primitivo, dice Ia leyenda, el tiempo no tiene sentido; para el hombre civilizado, en cambio, es la muerte aque no tiene sentido, Max Weber explica esta peculiar angustia de la medernidad el campesino de los viejos tiempos moria ‘saciado de vivie” y “satisfecho”, pues la vida ya le habia ofrecido todo y ya no quedaba “ningin enigma que quisiera descifrar”. En cambio, el hombre civilizado —sumergido en una insensata pro- gresivicad-— no se salisface de vivir, y sabe que “nunea habré podido captar ‘més que tna porcién minima de lo que la vida del espiritu alumbra continua mente”. Weber concluye: “La muerte resulta asi para él un hecho sin sentido”! En cambio, todo cuanto no es moderne —lo antiguo, lo salvaje, o barbaro— Je de algin sentido a Ja muerte. En su versiGn medieval cristiana, por ejemplo, "politico y el cen, p, 201. Esa idea proviene de Tocqueville, quien tao refecncia la melancolia e tos babies de las pales desarrallados (ease limo capo de este Ib). B 74 LAJAULA DE LA MELANCOLIA Ja muerte es un segundo nacimiento: es el acceso a la vida eterna del alma despojada de su cuerpo. De alli viene la reaccién de algunos europeos del siglo xx ante Ia “muerte mexicana”. F] europe —dice Paul Westheiin—, para quien penser en la muerte es una pesa- dill, que no quiere que le recuerden la caducidad de la vida, se ve de pronto frente aun mundo libre de esta angustia, que jueya con la muerte y hasta se burla de ella... jExtrafio mundo, actitud inconcebible? El mismo autor cita al poeta Xavier Villaurrutia, quien describe asi la dualidad frente a la muerte: “Aqui [en México] se tiene una gran facilidad para morir, ‘que es més fuerte en su atraccién conforme mayor cantidad de sangre india tenemos en las venas. Mientras més criollo se es, mayor temor tenemos por la muerte...” A partir de ese crisol legendario sc alienta el mito del mexicano indiferente ante la muerte, del hombre que desprecia a la muerte; éste es uno de los lugares comunes més socorridos del pensamiento mexicano moderno* Se ha dicho insistentemente que la burla y el desprecio a la muerte se conectan con una indiferencia hacia Ia vida: si Ia vida no vale nada, Ia muerte tampoco. Esta actitud fatalista tiene un doble origen. En primer lugar —es lo més eviden- te— proviene de la conciencia del hombre que vive la miseria de una vida Tena dle fatigas y humillaciones, rodeado de amenazas; por es0 Rulfo al referirse a la muerte de Tanilo, uno de sus personajes, dice: “.’se alivié hasta de vivir” ’ Paul Westheim, en su interesante estudio sobre Ia calavera, afirma contundente: La carga psiquica que da un tint trgico a la existencin del hombre mexicano, hoy come hace dos y tes mil afos, no es el temor por la muere, sino la angustie vital, Ja fatalidad de Ia vida, Ja conciencia de estar expuesto, y con insuficientes medios de defense, a una existenca lena de peligros,llena de esencias demoniacas* En este primer sentido, el origen del desprecio a Ja muerte es el tradicional fatalismo que se suele asignar a los campesinos y a todos aquellos hombres expuestos directamente, sin apenas proteccidn, a las inclemencias de la sociedad y de la naturaleza = Pero este fatalismo tiene otro origen, paralelo al que acabo de mencionar: es una manifestacién del desprecio de las clases dominantes por la vida de los hombres que se encuentran en ls miseria, Hay hombres cuya vida no vale mucho Lact, 9.8 2 Cle por P. Westie bu, p. 9 0, ta, El labernt dela Soledad, pp, 8-84 $ “tatpl en Bt Hane on lames § bi, p 3. Ex oa paste afiema, con mayor suileza: "Come especficamerte mexicana hay que eomsirar ambi a rasa erst des ms profuncacanmocion pore reuerco de seus la mis esenenadh flegria de vive —e vivir todavia” [p10 ° SLA MUERTE FACIL 75 2 los ojos de los amos: la muerte de un indio mexicano, lo mismo que de un campesino de Biafra 0 un intocable en Caleuta, ocurre en el seno de la masa iferenciada; esa muerte puede alcanzar proporciones estadisticas monstruosas, pero no amenaza directamente al civilizado, Esos hombres mueren como ani- males, pues viven como tales. La indiferencia por la muerte, en Europa, ha sido asociada tradicionalmente al fatalismo aldeano y a la cultura oriental, que se acerca a Occidente desde el norte: “Uno de los rasgos més originales de muchos rusos —dice Fouillée— es el considerar la muerte hasta con tranquilidad, La indifferentia mortis es, por otra parte, una de las virtudes barbaras””? Suponer que hay pueblos que son indiferentes a la muerte es pensar 2 esos pueblos como manadas de animales salvajes. Un eco de esta arcaica idea es el {ue resuena en innumerables textos modernos referidos al “carécter del mexicano”. Los campesinos que habitan el mundo literario de Rulfo son um ejemplo; el cam- pesino rulffano es un ser marcado por la muerte, y el acto de matar le pareve algo intrascendente y cotidiano, un acontecimiento animal. “Ya mataron als perra, pero quedan tos perritos...” dice un corrido popular que sirve de epigrafe a “El tlano en llamas”. ¥ es precisamente en este cuento donde Rulfo usa mas metiforas de animales para referirse a los personajes: alli los campesinos estén “como ‘iguanas calentandose ai sol”, suben los cerros ‘a gatas, como tejones espantados, por la lumbre”, se atrastran “como viboras” o andan “culebreando”, se despla- zan “en manada” y se dejan cercar “como gallinas acorraladas”. En este cuento tal vez. lo més impresionante es Ia significativa escena en que Pedro Zamora Jjuega como toro para matar a ocho soldados, al administrador y al caporal: en lugar de cuernos usa un verduguillo, con el que hace una sangrienta camiceria. Pero es en otro cuento donde Rulfo recrea con gran sutileza la imbricada relacién entre el desprecio por la vida de los otros y el miedo a la propia muerte: alli, entre lineas, podemos ver eémo el arte de Rulfo nos descubre Ia forma en que la “indiferencia por la muerte” tiene su origen en el desprecio por Ja vida jena, El personaje de “'jDiles que no me maten!” es un viejo que se encuentra preso y a punto de ser fusilado, por haber asesinado —muchos afios atrés— al padre del coronel que lo ha aprehendido. EI prisionero sufte um miedo atroz. a Ja muerte, pero su miedo es visto con naturalidad, casi con indiferencia, hijo. El propio viejo afirma que “tuvo que matar a don Lupe”, como si algo natural, cotidiano ¢ irremediable; pero lo atae6 a machetazos, “clavndole después una pica de buey en el esiémago... duré més de dos dias perdido y... cuando lo encontraron, tirado en un arroyo, todavia estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia”. Fn medio de un piélago de desola- cin, crueldad y desdén por la vida aparece, sorprendentemente, el miedo a la muerte: el anciano preso “‘comenzé a sentir esa comezén en el estémago, que * Poul, Rosia peicoligica de los puchlosewopeos, p. S16. Ba oto lib, Pacholgle di Pape Franai,alimenta of mito de se propia cata Fs sintorsitico el cntaste con su andlisis de ors elias, 76 LAIAULA DE LA MELANCOLIA ve legabe de pronto siempre que vela de cerca a la muerte y que le sacaba el veainpor los gjos,y que le hinciaba [a boca con aquellos buches de agus egria que tenia. que tragarse sin queret”- Este euento teido en torn al miedo contrasts so ue mundo tefide —como dice bien Manuel Durdn— de una “nostalgia del pasedo de un paraiso perdido, que da origen s ese carifio por los muertos = tes: figos de dias mejores tan caracterstico de Rulfo”™* Ademas, este extralo Cueh- tee Rulfo nos permite recordar que cl desprecio & Ja muerte es una de las formas de tenerle miedo. Te sugerido que la “indiferencia ante la muerte” del mexicano es un mito que ions dow fuentes: la fatalidad rligiosa que auspicia la vida miserable asi como el desprecio de Tos poderosos por la vida de {os trabajadores. Desde Is primera perepectva, se trata del mismo sentimiento de fataidad que se expresaba en las gies macabras medievales (uno de los ejemplos més interesantes son Les sim Jachres ot historiées faces de Ia mort de Holbein), que le recordaban al hombre que iemuerte lo ibera de un cuerpo despraciado y que significa un segundo nacimiento wena vida mejor, Esta idea llega a coincidir con la imagen que con frecuencia se fan fovmado las clases altas de la vida de los tmenesterosos: por ser tan cercanos al teho animal —creen— [a angustia de la muerte no les afeeta muy profindamente’ En la cultura mexicana estas dos tendencias se entrelazan para formar un {ejido peculiar en el que se cruzan desesperacion y desdén, zozobra y ongullo- Paro aeste tejido cultural sobre la muerte so agrega un tercer elemento: la nos falgia del edén perdido se transforma en una bisqueds intelectual de la dimension weeiiticamente humana que la civilizacién industrial moderna ha sepultado. Un ‘emplo: para escapar a Ia enajenacion de Ja soeiedad modems, los poeta fre Ghentemente han evocado los valores primigenios, y nos han propuesto un largo Viaje basi el interior del hombre. 2Pero dénde se encuentran tas puetas o fos povos que nos comunican con ese reing interior? Quiero etar solamente & cos pocias europeos —muy distintos entre si-— que ereyeron encontrar en MEWo> pees umbrales, Para Luis Cemuda el indio mexicano, a quien “otros pucblos onan ny civilizado”, es “més que un hombre: es una decisidn frente al mundo”. Esta opeion vital, envidiada por el posta andaluz, se observa en “su descuigo ante la pobreza, su indiferencia ante la desdicha, su asentimiento ante la amucrte ‘Al indio, “que nada posce, nada desea, algo mas profundo Te sostiene; algo que hace siglos postula tacitamente”. Cuando Cernuda visita Xochimileo, uno de los 4 54 Dorn, “Juan Rolo, svt a verdad csi sospechosn”.Véas tanbida: Evo Essie, “Ioan lf €l pido como una de las Bellas ares" He espe Tos pldlogos contro qe l home sel n> animal ao 6 consents Ce 18 incense enact De echo, corsderarqpe un er na tene miedo ala moere es consiere Some ta Molde gus can consecensn en el farses dela voli bolle, det desaolo de 10s ug ginal le fia contno Se aru, Al respect Cs Sega aia gu el Pie ol res ae com une ieaelaivaent acl dena gue award” ¥ tne ido Ls ne ca leds combine ter ino cn 1 concent destin nd (Gel Sager, Lor drogoner del edn p12 S.LAMUERTE FACIL 77 parajes més hermosos del valle de México, inmediatamente percibe que alli no se sabe “qué ecos de sabiduria extinta, de vida abdicada, yerran en el aire. Esos ‘cuerpos callados y misteriosos, que at paso de sus barcas nos tienden una flor 0 ‘un fruio, deben conocer el secreto, Pero no to didn”. En cambio, un gran poeta surrealista francés, Antonin Artaud, habia venido México con la seguridad de que los indios le revelarian ese secreto: el alma mexicana —ereia Artaud—es capaz de desencadenar antiguas fuerzas naturales gue pucden regenerar al hombre modero, euyo espiitu se ha podrido por obra de la “supersticién del progreso”. “México posee un secreto de cultura —es- eribié Artaud— legado por los an‘iguos mexicanos... Yo he venido a México a ‘encontrar una nueva idea del hombre”. Fl “alma mexicana” que buscaba Artaud debia ser la base para formar una “cultura éniea”” que considerase al universo como un todo; el antiguo eulto por la muerte de los mexieanos tenia ese sentido: Realizar la supremacia de ta muerte no equivale a inutilizar la vida presente, Es poner la vida presente en su jugar; hacerla cabalgar sobre varios planos a la vez; sentir la estabilidad de Jos planos que hacen del mundo viviente una gran fuerza ‘en cquilibrio; es, en fin, restablecer una gran armoata."! Se refiere a esa armonfa que la civilizacién moderna ha destrozado. Las actitudes de Artaud y Cemuda son indicativas de una peculiar angustia del escritor contemporanco: vive azorado ante el especticulo de la nueva teo- nologia, agobiado por el Estado moderno —tanto si es mimado como si es per- seguido por él— y aterrado por las dimensiones planctarias de la guerra y la violencia. Una gran parte de la intclectualidad mexicana tiene la misma actitud, pero se manifiesta en forma mucho més alambicada que en estos des poetas ‘europeos, cuya ingenuidad es maravillosa y reveladora, ‘A muchos intelectuales les ha parecido fascinante un mundo en el gue fos hombres no le tienen miedo a la muerte. gY por qué no le tienen miedo? Detras de esa mascara —si es que es una méscara— debe haber un antiguo secreto, una verdad ancestral perdida, La muerte, pues, sf tiene wn sentido: cculta algo que es necesario descifrar. Oculta e] misterio del Otro: del que da testimonio de que el mundo, como dice Cernuda, “no es una feria demente ni un camaval estiipido”. Asi pues, la “indiferencia por la muerte” del mexicano es una invencién de Js cultura modema.” Tiene, por tanto, una existencia y una historia en los espa- 2 tals Cerna, Forscones soe tenis merino, pp. 68,69 72. SAC Artand Mice y Pale al pais defor tarahumaras, pp. (34, 174, 176,183 y 184 "Jean Plumyéne, apoyado en Freud, estalece una Inersanereickn ene el nse de moet y el navionismo, En efecto, ce arurdo on Freel ittinto de muerte no stia mis qu la expreson ce teadencin gue empyja a todo organisno Vivo a repreducir un estat aero, a regresars nirvana pent, sla eanguldad primera y eral; es también una exyesién de [a pertenecia a uns pati cays defense Sule costar euchas vias. A fespesn es slgifcav ella "ptiao snr de Jos tevclacionros mo eros. Vease #1 Plunydne, "Nationalism et sine de mer I | | | 78 LAJAULA DE LA MELANCOLIA cios de la mitologia y del simbolismo de la sociedad contemporénea. La con- fluencia de Ja zozobia del miserable con el desdén sefiorial por la vida de los desposeidos y con la angustia existencial de las clases cultas produce una forma peculiar de contemplar la muerte; en este sentido, el desprecio por la muerte es tun mito que encama en la cultura mexicana y que llega a influir en el compor- tamiento cotidiano de algunos individuos e inclusc, bajo ciertas cireunstancias, de grandes sectores de la poblacién. Toda cultura, ante la inevitabilidad de la muerte individual, necesita crear tituales y simbolos que permitan que los muer- {0s comiencen a morir en nosotros, como pensé Croce, para no correr el riesgo de morir con ellos, En tomo a esta idea, Emesto de Martino realiz6 una excelente investigacién antropolégica sobre el llanto ritual, fa crisis de la congoja en la sociedad moderna y las raices histéricas del lamento flinebre artificial. Ante la certeza de fa inexorabilidad de la muerte, el hombre —tanto el “primitive” como el “moderno”— necesita proteger su equilibrio, para lo cual desa- rrolla diversas formas de contro! ritual del sufimiento: el desdén mexicano por Je muerte forma parte de un rito colectivo que le da sentido a la vida. Desde esta perspectiva, no es cierto que el desprecio a la muerte signifique una indiferencia hacia la vida."* Este ito no es un conjunto de sobrevivencias antiguas y ceremonias primitivas: tiene el mismo estatuto que la forma peculiar en que se rinde culto a los muertos en Bstados Unidos, tal como se expresa —por ejemmplo— en la complicada simbologia ritual del Memorial Day, que tiene una gran importancia en la cultura politica norteamericana, Pero aqui ta angustia ante la muerte se mezela con e! orgullo anglosajén en vistosas paradas militares, solemnes servicios religiosos, plogarias patridticas en honor a los sagrados muertos —comenzando por Lincoln— y espejeo de medallas y condecoraciones entre las tumbas de los héroes." En la cultura mexicana modema, el miedo a la muerte —que se traduce en fatalismo, desprecio y bisqueds— también tiende 2 gestar una dimensién heroica EL perfil de la muerte mexicana” no podria ocupar un lugar estable en nuestra sociedad si solamente fuese la mezcla de conciencia desdichada, desapego a la vida y nostalgia; esta peculiar mezcla permite mantener tensas las virtudes he- roicas de nuestra cultura, para decirlo con ta imagen de Marguerite Yourcenar: es decir, permite dibujar el contomo de un personaje heroico, que a pesar del agobio y la tristeza es capaz de elevar su actuacién a un nivel épico, a un mundo bravo en el que las horribles miserias y melancolias son trascendidas mediante tun orgulloso desprecio a la muerte. Asf surge el héroe mexicano prototipico, que Juguetea con la muerte y se rie de ella: es sin duda, como ha afirmado un an- "meso de Marin, Morte plano ritual: dal lamentofnebre anton al pant de Maria Vase el importants eto de W. Lloyd Ware, The Living andthe Dead. Stacy of he Smbolc {eof the American (especialmente Ios capes 8y 9). S.LAMUERTE FAC 79° ‘tropblogo que ha estudiado el culto a la muerte en el sur de México," una creacién intelectual emanada de Ja mistica revotucionaria de los afios veinte, cuando los sentimientos nacionalistas produjeron, por ejemplo, el “descubrimiento” de las calaveras de José Guadalupe Posada, que fueron elevadas por Diego Rivera ala categoria de mito nacional.!* Y de esta manera, a los mexicanos sumergidos en la amargura la cultura nacional les propone el tinico gesto heroico posible: morir fécilmente, como solo los miserables saben hacerlo, carlos Navarete, San Pascual Ray el culioala muri en Chipas. Vase aes, sobre lanfzecia paraojca de Diego Rivera eal delimiasitn do a cltrapoloca ofl, exeslnte ensayo de Christopher Dominguez, “Grandes murs, esrechas clés" "© Frances Toor y Pablo O'Higdins (eds), Las obras de José Guadalupe Paxada, grabador mexicano, Intodscciin de Diego Rivera Xélotl, el dios que Ie tenia miedo a Ix muerte. | .. @ 9. Xélotl, el que no queria morir v ee 6 pienso, digo, Q art tel one p pects oi Siyo munca desopareciera me SS SOPs Qe g Ai ee ya ® que allé vaya yo. Srommernmin @ 8 v 8 El axolote es un animal enigmético que aparece ligado a (B vacios de los mis antiguos mitos mexicanos. Su nombre e en ndhuatl (axdfotl) quiere decir “xélot! de agua”, y se ha % aducido de diversas manera: juguete de agua, monsto 8 acustico, gemelo del agua... Pero es evidente que hace re- ee ferencia al dios Xélotl, una especie de Cain heroico de los @ ee 8 eo CSESPWS™PELSPBSASSD SWPDSPSDOOeSeDH we 84 LA JAULA DE LA MELANCOLIA nahuas: es el hermano gemelo de Quetzaledatl 0, més pre~ cisamente, su doble. Pero mientras Quetzaleéatl es el “ge~ melo precioso”, Xélotl es monstruoso y deforme (era con- sidevado el dios de los mellizos y de los anormales). ‘Xélot! se encuentra asociado @ la idea del movimiento y de la Vida, de acuerdo con la conocida leyenda del quinto Sol; pero en una foima muy peculiar. Los aztecas creian que después de que —en Ia ciudad sagrada de Teotihuacan— los dioses Nanahuatzin y Tecuciztécatl habfanse convertido respectivamente en el sol y la luna al tirarse a fa hoguera, los dioses se pereataron de que el sol estaba inmévil: *Cémo podemos vivir?”, se preguntaron. “Muramos to- dos —decidieron— y hagdmosle que resucite por nuestra muerte”, Bernardino de Sahagin cuenta lo que sucedié a continuacién: Y luego el aire se encargé de matar a todos los dioses y mato~ los; y dicese que uno llamado Xélou! rebusaba la muerte, y dijo 1 los dises: “jOh, dioses! jNo muera yo!” 'Y Horaba en gran manera, de suerte que se le hincharon Jos, ‘ojos de Horar; y cuando llegé a él el que mataba eché a huir y ‘escondidse entre los maizales y conviriiése en pie de maiz, que tiene dos arias, y Ios labradores llaman «loi; y fue visto y haallado entre los pies de maiz: otra vez eché a huiry se escondi® centre los magueyes, y convirtise en maguey que tiene dos cuer- ppos que se liana mexdloil; y ota vez fie visto, y se eché a huir ¥y metidse en el agua, y hizose pez que se llama axdfot, y de ali Je tomaron y le mataron.! Asi, Xélotl es un dios que le tiene miedo a la muerte, que no la acepta, que quiere escapar del sacrificio mediante sus $B raeregnet trea te ros 629 VAEDSSEPWIIPEDSE te we a POBOPPPBVSD DA 9. XOLOTL, EL QUE NO QUERIA MORIR 85 poderes de transformacién. Tenfa raz6n, ya que el sacrificio fue initil: “Y dicen que aunque fueron muertos los dioses, no por es0 se movié el sol, y luego el viento comenzd a soplar y ventear reciamente, y él le hizo moverse para que anduviese su camino”.* Hay otra versién de este mito, gue algunos historiadores considesan mas antigua,’ segtin la cual Xélotl fue el encargado de sacrificar a los dioses; abriéndoles el pecho von una navaja, después de lo cual se maté a si mismo.‘ Las dos versiones de la leyenda son aparentemente ‘opuestas; pero recordemos que Xélotl es una enearnacién © un doble de Quetzalcéatl, dios del viento: y es en la primera versién— precisamente el aire (Ehécail) quien mata a los dioses (y quien da vida al sol), mientras que en Ja segunda versién es el propio Xéloil —gemelo de Quet- zalebatl— quien sacrifica a los dioses. Y precisamente el autor de esta segunda versin —fray Andrés de Olmos ci- tado por Mendieta— es quien asigna a Xélotl el papel pro- tagonista en la leyenda sobre el origen de la humanidad, mientras que en las versiones més conocidas es Quet™ zale6atl quien desciende al reino de los muertos en busca de los huesos de los hombres, para robarlos y darles vida de nuevo, En ambas versiones del descenso de Quetzalcéatl-Xélot! se habla de la necesided de robar los “huesos preciosos” © los ““huesos de los muertos pasados”, pues de ellos han 2 Schagi, tid, Libro Wt exp. 11, p31 2 Roberto Moreno, “Et xslt 4 Geréimo de Mendieta, storia ecleidtica daa, ib cp. 2,08 S. Chive Hayhoe, Meso, J Mendieta cta come fuene a fay Andres de Olmos. Cady por Moreno bi pp. 1623, UOSSCSPSTESSISy oe g ee ABWPBROSLOPSOSDSOH a v 86 LA JAULA DELA MELANCOLIA de salir los pobladores de la tierra. De acuerdo con la version mas conocida, Quetzalcdatl roba los huesos del reino de la muerte —Mictlan— y huye; el sefior de los muertos trata de impedirlo y hace que tropiece en un foso, se caigan los hhuesos y pierda el sentido; en este viaje, Quetzalcéatl va acompafiado de su nahual o doble (que puede ser también su gemelo), con quien habla y Hora después de recuperar los sentidos. En seguida recoge de muevo todos los huesos y los lleva a Tamoanchan, donde los muele y los dioses sangran su miembro viril sobre el polvo para que surjan los hombres.? En la otta version es Xélot! quien desciende a Mictlan y roba los huesos: YY el Mictlan Tecuhtli [Sefor de la Muerte, afrentado de que as 1 le fuse Imyendo, dio ecorrer tras él, de suerte que por esea- parse Xélotl,irope76 y cayé, y el hueso, que era una braze, se le quebré © hizo pedazos, unos mayoresy olros menores, por lo cual dicen los hombres ser menores unos que otros. Covides, pues, Iss partes que pudo, llegé donde estaban los dioses sus compatieros,y echado todo lo que traia en un lebrillo o barren, Ios dioses y diosas se serificaron sacindose sangre de todas par™ tes del cuerpo (segiin despues los indios lo acostumbran) y al cuarto dianaci6 un nif; y tomando a heer lo mist, al ozo cuarto dia salé anita, y los dieron a criar al mismo Xéletl, el eual los cri6 con leche de cardo* Como se ve, Xélot! es un numen ligado a la muerte y a las transformaciones: transformacién en diversas formas ° Cate Cimalpopoca, Anas ce Cuovttlon y Leyenda de lt soer, Instat de Historia, ang México, 1943, y A.M. Garay, lev del nue, Por, México, 1931, 1p. 221-222. Cindo por R. Moreno, op et, To. ct Gexinimo de Mendieta, Historia clesidsicaIntana, Lido Tea. 1 eo eB v o v v 8 e e g eg VLEVRSAPSOPA’ADS PDQDQOPQPDP@Doei WY QDVEID LOM LOS] 9. XOLOTL, FL QUE NO QUERIA MORR 87 ‘extraiias al huir de la muerte, para encontrarla como axolote ‘en el agua; transformacién de los hnuesos, robados al sefior de Micilan, en hombres vivos. Hay un elemento comin en todo esto: una constante lucha contra la muerte, wt per- ‘manente huir de ella. ¥ ello se hace —no hay otra forma— ‘mediante transformaciones (que en el lenguaje filoséfico moderno se llamarian trascendencias). Estas nociones corresponden plenamente a la compleja idea que tenfan los antiguos mexicanos de la muerte; se trata de una idea que no tiene absolutamente nada que ver con el supuesto desdén o ironia con que la trata el mexicano prototipico inventado por los intelectuales del siglo xx. Los pueblos nahuas sentian en forma punzante la angustia de Ja muerte, y sus interpretaciones mitico-religiosas no con- tribuian —a diferencia del cristianismo— a adormecer ese sentimiento. En un estudio sobre la poesfa de Nezahualedyotl, José Luis Martinez concluye, a mi parecer con raz6n, que “el destino del hombre después de la muerte preocupaba mucho a Nezahualcéyotl...”; pero “nunea llegé a conere- tarse en la poesia y en la sabiduria néhuatl la idea de ota vida después de la muerte”.? Desde otro punto de partida se puede llegar a conclusi nes similares. Alfredo Lépez. Austin, en una excelente i vestigacién sobre las concepeiones de los antiguos nahues, concluye que “se concebia a la muerte como dispersién de varios elementos” Asi, las diferentes sustancias animicas alojadas en el cuerpo humano tendrian diversos destinos después de la muerte, de tal manera que no es posible pro- 2A. Marier, Nezohualedyet p. S7=118 * Cuerpo humane ¢ideologic. Las concepclanes dels atiguos maha, tome I, QPRBBeee ae } e 88 LAJAULA DE LA MELANCOLIA piamente pensar en otra vida, ya que el individuo no se lograria recomponer. Bl teyolia podia llegar al cielo solar (¢l onatiuh ithuicatl, para los guerreros muertos en la gue~ a), a Mictlan (para los que fallecian de muerte comtin), al Tlalocan (para los que morian por el agua) 0 al Chichi- sualcuauhco (para los lactantes). Pero el teyolia no era la tinica entidad animica en la que ereian; otra cra el fonalli, que podia ser encerrato —aediante ritos precisos—en una ‘vasija. Otra sustancia animica era el shivot!, especie de som- bbra que podia vagar por la tierra. Los nahuas no tenian, pues, una concepcién monista del alma o dal espiritu: el teyolia, ligado al coraz6n, expresa la vitalidad, el conoci- miento, las afecciones, la memoria, los habitos, el sentido ée la accién; sin embargo, concluye Lépez Austin, no seria el corazén —a pesar de concentrar muchos y muy impor- tantes procesos anfmicos— el érgano central depositario de la conciencia del yo. El conalli, fuerza ubicada princi- palmente en la cabeza, determinaba el temperamento par- ticular del individuo, el grado de valor animico, la relacién con la voluntad divina por medio de la suerte y, en conse- cuencia, su conducta futura. “Como centro del pensamien- to —dice Lopez Austin—, independiente del coraz6n, el tonalli no slo contributa como parte del yo del individuo, sino que se crefa que ten{a apetencias propias...”” La tercera entidad animica, el ihfyotl, se encontraba en el higado, ér- gano donde residfan las pasiones, los sentimientos, Ja vida y el vigor. Sélo el reyolia podia viajar por los mundos de los muer- tos. Los que iban @ Mictlan podian pasar por ocho paramos ° a, come I, 9.255, VARSPACSS2SeeeR e o DD DOD@SVP@SPSPSsSe@ g ae armaaee te © pisos distintos, pero se corrian muchos riesgos en el ca~ mio y se podia desaparecer. De cualquier forma, no estaba WE Claro lo que les esperaba al final: “Y alld en el noveno GA luser de a muerte, allé hay destruecidn total”, se dice en ME el Ciaigo forentino." Pero hay versiones muy contradic torias sobre este misterioso lugar, llamado a veces “nuestra t ‘casa definitiva”. De cualquier forma, la muerte era Ia dis- GJ ersiin de tastes fuerasvtales —teyolia, onal ehivor— WE Gre suttan diferentes teasformaciones y tuanstaban por GY distintos estados, siempre de acuerdo con la estructura del HE cosmos aha. Peo la antigua mitologta mexicans no el f} iminaba Te angustia existencial ni el miedo a la muerte, u como puede comprobarse en el asustado axolote que huye de los dioses que lo han condenado a la destruccion final. v Pareciera como si los aztecas hubieran conocido el secreto GJ se suneotenia y supieran que el misterio radiea en suterca HE negativa a metamorfoscarse en selamandta, De cualquict g]musere, sin cuidar de las posible implicaciones metatisi- $4 cas, los azizcas comin con gran aficiOn In oxme de axolot, al que consideraban un exquisito manjar de sefiores, VEDLEVLESAEO0@ 8 v v o o v v v e d ¢ 8 a G v eS 10. El héroe agachado En el melancélico observamos... el deseo de comunicar a todo el mundo sus propias defec- tos, como si en este rebafamiento hallara wna satisfaccién. Sigmund Freud, Duelo y melancolia EI mexicano padece un complejo de inferioridad —decrets el filésofo Samuel Ramos en 1934—, por lo que huye de la realidad y busca refugio en la fiecién, Esta idea, quince aiios més tarde, la repitié, la profundiz6 y la consagré Octavio Paz: en el fondo del sentimiento de inferioridad yace la soledad; de alli que el mexicano se proteja de la realidad con miltiples mascaras. Las més diversas texpresiones de Ia filosofia de lo mexicano giran en tomo a esta idea; con base ‘en esta sencilla explicacién se han elaborado compiejas interpretaciones ex: tenciales, se han pintado mureles tepletos de simbolos y se han escrito poemas de resignacién y quietismo. La explicacién de Samuel Ramos es muy simple: ef mexicano se ha en- contrado hist6ricamente enfrentado a una contradiccién: una gran despropor- cidn entre lo que quiere hacer y lo que puede hacer, la que Jo lleva inevita- blemente al fracaso y al pesimismo, Por esta razén, ef mexicano desconfia ‘de si mismo y es asaltado por un sentimiento de inferiorided. Tomando,como base las ideas de Adler y apoyado en Jung, Samuel Ramos explica que la “tensién entre In sobrevaloracién de si mismo y el complejo de inferioridad que conduce tendencialmente a la neurosis— es resuelta dentro de los I- mites de la normalidad por el mexicano af abandonar el terreno de Ia realidad para refugiarse en la ficcién: ‘“Sustituye su ser auténtico por el de un personaje ficticio, que representa en la vida, ereyéndolo real. Vive, pues, una mentira, ‘pero sélo a este precio puede librar su conciencia de la penosa idea de su 92 LAIAULA DE LA MELANCOLIA inferioridad””.' Lo interesante de la explicacién de Ramos no radica en que pueda ser usada para entender el comportataiento de la poblacién mexicana: es a todas luces insuficiente y burda; el punto de interés consiste en que, en realidad, des- cribe la formacién de un arquetipo en la cultura mexicana, del cual el sentimiento de inferioridad no es més que una parte constituyente, mas no una explicacién de tun proceso formativo. El perfil det mexicano que describe Ramos es una pro- yyeeci6n cultural de Ia imagen que.se ha formado la intelectualidad —o al menos ‘una parte de ella— del pueblo. La formacién de esta imagen s6lo puede explicarse por la dindmica politica de la cultura dominante y por la funcidn de los arquetipos ‘en los mecanismos de legitimacién; es una imagen que no procede de la inves- tigacién cientifica, sino de la historia de la cultura nacional.? El mismo Samuel ‘Ramos cita a Carlos Pereyra en sui Historia de América: “Los pueblos hispa- rnoamericanos han sufrido las consecuencias de la tesis autodenigratoria sostenida constantemente durante un siglo, hasta formar el arraigado sentimiento de infe- rioridad étnica, que una reacciOn puede convertir en exceso de vanagloria”.? Son los estragos del colonialismo, sazonedos con Ia fiosofia hegeliana de la historia, Pero la filosofia de lo mexicano no sc escapa de la tradiciéa; aunque Samuel Ramos afirma ehfaticamente que su interpretacién del cardcter del mexicano no implica la “atribucién de una inferioridad real, social o psfquica, a la raza mexicana”, en realidad esta deseribiendo un arquetipo sociocultural que se ca- racteriza por su primi Si examinamos la idea del mexicano determinado por un complejo de infi- rioridad, descubriremos que —para mantener la consistencia de la tesis— es indispensable postular una cierta inferioridad relativa del hombre y de la cultura, mexicanos: lo mexicano es inferior al objetivo que se propone aleanzar, y ese objetivo es Europa. Ahora bien, para que esta inferioridad no aparezca como tal, es necesario vestirla, disfrazarla, enmascararla; Ia forma de hacerlo ya la conoce- ‘mos: es preciso encontrar al niffo, «la criatura salvaje, af inocente primitivo. Ast, Iahistoria oculta la inferioridad: “Siendo [México] todavia un pais muy joven, quis, de un salto, ponerse a la altura de ta vieja civilizacién europea, y entonces estalld el conflicto entre lo que se quiere y lo que se puede”? Mis adelante Ramos afirme: “Nuestra psicologia es la de una raza en la edad de la fantasfa y la ilusién, que sufte por ello fracasos...* En este contexto, la cita de Keyserling era inevitable: 1's Ramos, perl det homey a exlura en Aico, p14 2 Emilio Urnga confioma mi terreacon "Hay una Yolutad Ge configura moxiano, de ‘conf clonal. Machor interpret est como ise arear nvenits au mexican qe to ere covresponeela om el mexicano rel. puro no es e=0 lo que se quire isin, sino cir cosa Lo mexicano es un proysto Incite de vida en comun que in gro de mexicans prcpone los demas mexicanos pza que To rican jongs “Notas para el estudio del mexicano, p. 128 cit porS. Ramos, 2] per del hombre» fa culton en México, p. 21 ‘Bid. 10. 5 tu, p 1S Ibid p16 10.ELHEROE AGACHADO 93, Los pueblos jévenes, por su lado, no tienen el espiritu concentrada y ertico. Son espiritualmente pasivos, como todos los seres jovenes; son infinitamente sugestio- nables y soportan mal la critica, por debilidad fisiotégica y moral al mismo tiempo; estdn constantemente perturbados por un sentimiento de inferioridad? ‘También Octavio Paz.recurre a este tipo de imagen: los mexicanos son “como esos adolescentes taciturnos... duefios de no se sabe qué secreto, guardado por una apariencia hosea”.* Asi, es posible descubrir aun en el pelado, ese desecho social de la gran ciudad, # un primitive? El mexicano, protagonizado por el lumpenproletariado, es “un animal que se entrega a pantomimas de ferocidad” que no son mas que “un desquite ilusorio de su situacién real de 1a vida” es lun ser desgraciado que “se consucia con grtar a todo el mundo que tiene ‘muchos huevos”, pero cuya valentfa y machismo son una imritacién que le produce la impotencia, por sufrir un sentimiento de minusvalia.”® La cultura mexicana de la primera mitad del siglo xx ha creado un formidable mito: fos mexicanos Hevan dentro, como un hominculo, al indio, al barbaro, al salvaje, al nfo. Pero es un hominculo roto: “Tronchada la infaneia de lo indio —ice Jorge Carrién—, antes de cumplirse su derrotero, aparece el mexicano ‘como un niffo proletario sin juegos, juguetes ni sonrisas, inmerso en la vida aciulta de trabajos y objetivos inadecuados a su ritmo de crecimiento”." De esta sitwacién surge la tragedia del campesino indio obligado a ser proletario antes de tiempo: de aqui proviene la “inferioridad” del alma primitiva del mexicano. Una vez definido el perfil del héroe agachado, se desencadend una espectacular iscusién sobre su anatomia y sus pectlliaridades. Si pudiésemos retroceder en el tiempo, hasta principios de los afios cineuenta, no seria dificil sorprender una dis- ‘eusién entre intelectuales en tna tipiea tertulia, {Por qué no intentarlo? Organicemos ‘un simulacto: citemos a varios intelectuales en un conocido café de la calle Lépez, donde sirven una exauisita horchata valenciana. Algunos hubiesen preferido el café Paris y otros un restaurante fino, pero a mi me gusta este pequefio lugar. Todos estos intelectuales han escrito casi textualmente lo que aqui van a conversar: ” Llavenir de 'xpritexopter,Istitato de Coopeacin Intelectal, 1934, p28, elt por 8. Rats, id, p. 52. No pon fate tampoe> Spengler, quienes talc rspala in idea Ge qu Ia tenia de! homie bianco no es una eczsdad del home Je color: “Soe embre Thun doe Spencler— piensa, ent y viveen Ss formas. Prat es easonlcaeptealmanle cesar £1 hombre ya tent ce por S. Rad, ple. 105, Ei Latorint dela soledad . 16 Did. p34 © fod pp S287. 5 Aooge Cai, toy magia def mexicana, p52. "Origen dela convesacen: Emalo Langa, "Ensayo de una onologia del mesicano”. Outavio Pa, El later ce fa volt Stel Remo, “En too les eas sobre fo mexisan0". IOs Gas, En fama ad _fiasofa mexicana. Alonso Reyes, Laan i fene Lepoldo Za, "El mexisan en bisa del mexicana. age “Carib, itoy magia del mezan, Salvador Reyes Neves, ET amor lca ene! meta? Jonge Ft, Fenamanalogia dl reljo, Micha, Macsby, "On Mesien Nationl Character Gordon W, Hens, “Mexicans in Search ofthe “Menian"™. Eich Fromm y M. Macechy, Stclpsicoandlcs del capesinn mexican? | 94 LAJAULA DE LA MELANCOLIA —Usted cree —le dice Emilio Uranga, con juvenil ¢ inteligente pedanteria, a ‘Samuel Ramos— que el mexicano realmente es inferior, mientras que s6lo ideal- mente es insuficiente: en cambio yo creo que realmente es insuficiente mientras que sélo idealmente es inferior. Nuestra manera de ser adolece de una insufi- cioncia constitucional. "—Como dice usted —contesta enojado Ramos—, es cierto que la insuficiencia implica una escala inmanente de valoracién, en tanto que la idea de inferioridad ¢ determinada por la adopcidn de una escala extrafia de valores y conduce a tuna tergiversacién de éstos, Pero lo que observamos en muchos mexicanos es una perturbacién del sentido de los valores, lo que prueba que lo que hay en Jos mexicanas es el sentimiento de inferioridad, no de insuficiencia. Por momentos he creido que tal vez. Uranga, sin darse cuenta, hacia estas reflexiones para li- brarse él mismo del sentimiento de inferioridad. "Sin embargo —interviene Octavio Paz, después de darle un sorbo a su horehata—, més vasta y profunda que el sentimiento de inferioridad, yace la soledad. Es imposible identificar ambas actitudes: sentirse solo no es sentirse inferior, sino distinto, Se equivoca, estimado poeta —declara enfitico Ramos—, pues usted reduce la fisonomia del mexicano a una méscara. Tras esta méscara, encuentra una tendencia a la soledad. Pero una observacién més ajustada de la realidad mostraria que, al contrario de lo que usted dice, 1a soledad no proviene de una decision Yoluntaria, sino de esa perturbacién del cardcter que lo hace antisocial. La tensi6n fiota en el ambiente; se hace un silencio molesto. Por fin se deja escuchar la pedagégica voz del maestro José Gaos, con su acento castellano: Pero debéis recordar que se os puede hacer la siguiente objecién. No hay tun mexicano, sin més, sino tan sélo mexicanos diferenciados geografica, an- tropolégica, histérica, sociolégicamente...: mexicano de la altiplanicie o de la costa, indigena, criollo 0 mestizo, de la Colonia, del México Independiente 0 de la Revolucién 0 de nuestros dias, pelado, burgués, intelectual o trabajador del campo... Por consiguiente, la filosofia del mexicano no esta claborando otra filosofia, si alguna, que Ia de un mexicano determinado, y determinado arbitra riamente: probablemente, el mestizo burgués de Ja altiplanicie y de nuestros dias... Es preciso sefialar —replica Ramos— que las diferencias raciales no son tan profundas como parece. Los mestizos y los criollos tienen muchos caracteres comunes con el indio. Las diferencias regionales tampoco son un impedimento para tratar al mexicano como tipo general; las variedades no afectan Ia unidad nacional: en todos los estados de la Repiiblica se habla espaffol, en todas partes se venera a la Virgen de Guadalupe, se cantan las mismas canciones y no hay jugar donde no apasionen las corridas de toros. El joven Uranga se ve obligado a confesar su acuerdo con Samuel Ramos, y exclama al tiempo que Se rasca netviosamente la nariz: 10.ELHEROE AGACHADO 95 —Bfactivamento, las diferencias geogréficas e histéricas no son tan abismi- ticas como para invalidar su subsuncién en un modelo unificante. El erigir como Patron de medida al mexicano del Altiplano obedece a la vez a la experiencia y a cierta convencién. La posicién privilegiada del Altiplano hay que buscarla en su condicién de mediador, de punto de enlace o término medio de extremos, Nada mds equivocado —se enfurruiia Alfonso Reyes— que escribir en vista de una idea preconcebida sobre lo que sea el espiritu nacional. En el peor de los casos, esta idea preconcebida es una convencién o resultante casual de ideas erezosas que andan como perro sin duefio. ‘Uranga se pone rojo ante el reproche del maestro, pero se queda callado mi- rando fijamente la superficie cuajada de su café con leche ya frio, Leopoldo Zea aprovecha el momento para atacar: ‘ No debemos crear una mascara més, la del mexicano o lo mexicano, que sirva nuevamente para ocultar esa realidad humana que con tanta dificultad ha podido hacerse patente. Gaos le interrumpe, como pensando en voz alta, ensimismado: —Wilosofia del “mexicano”, en vez del hombre o Jo humano “‘en general”? pues seria de ef mexicano, mientras no se atreva a ser de Leopoldo Zea, de Emilio Uranga..., pero no filosofia, sino paraddjico soliloquio inefable de cada uno de ustedes acerca de sf mismos. En rigor, puro seldsierlebnis “irracional”” de cada uno. Zea queda un poco desconcertado, pero trata de redondear su idea: No debemos ir en busca del mexicano, que esto seria caer en diserimina- ciones, sino del hombre concreto que se perfila en México, Zea busca con Ia mirada la aprobacién de Alfonso Reyes y de Gaos, pero éstos no le hacen caso. En cambio Ramos, cada vez mis enojado, exclama: —A\ contrario, debemos buscar al auténtico mexicano. Se le debe buscar en 4a minoria criotla; en la cultura criolla es posible encontrar al verdadero mexi- sano, porque, poseyenclo una legitima superioridad, los criollos estin menos ex- puestos a simulaciones u ocultamientos que han desvirtsado su naturaleza ori- ginal en otros. En ellos no cabe un complejo de inferioridad porque son ‘efectivamente superiores. — EI doctor Ramos, con porte digno, mira a ios demas con gesto retador, Tres jévenes que habian permanecido callados susurran con timidez sus ver~ dades: —Es posible —afirma Jorge Carrién—, pero los obsticulos son grandes. Toda Ja vida mexicana se encuentra impregnada de signos que advierten de su retroceso @ elapas magicas, entorpecedoras de la marcha fluida del progreso. Sin duda que eso se refleja —agrega Salvador Reyes Nevares— en ese sentirse débil del mexicano, esa fragilidad ante si mismo y ante las cosas... —Es claro que la aecién falda, desnaturalizada, mal interpretada, nos vuelve introvertidos, melancélicos y desesperanzados —suspira Jorge Portilla 96 LA JAULA DE LA MELANCOLEA : En una mesa vecina tres extranjeros, que han escuchado la conversacién an- terior, comentan: —Cuando los intelectuales mexicanos deseriben su earécter nacional, cast i vatiablemente se consideran a si mismos como una nacién de mentirosos, de destructores buscadores de poder, de sufridas mujeres resentidas y de engreidos hombres de presa —dice Michael Maccoby. —Si —afirma Gordon W. Hewes—, consideran los rasgos de los més desam- parados como simbolo de toda Ia naciéa. —Uno de estos intelectuales, Octavio Paz, parece creer que todos los mexi- ‘canos son sédicos, Segin los datos de nuestra encuesta solo 30% de fos hombres tienen tendencias sfidicas dice Erich Fromm, —Adeimés —agrega Maccoby— tengo la impresién de que los autores mexi- ccanos subestiman los efectos de vivir a la sombra de Estados Unidos en los sentimientos de inferioridad. Abandonemos aqui el simulacro, y dejemos a nuestros intelectuales discutiendo en el pequetio café de la calle Lopez Mas alld de la querella filoséfica mexicana y de sus aportaciones —que son més de las que se les sucle reconocer hoy— me parece que se vislumbra un fendmeno cultural de gran importancia: la gestacién de un mito moderno basado en los complejos procesos de mediacién y legitimacién que una sociedad desen- cadena cuando declinan Ins fuerzas revolucionarias que 1a constitayeron. Es el mito del héroc agachado, figura que Diego Rivera consagré en el hombre acu- srucado en su sarape y bajo un enorme sombrero; y que ha sido motivo de broma cen las estupendas caricaturas con que Rius se butla del estereotipo, Es evidente que se trata de una imagineria tributaria de uno de los mitos més antiguos, el mito de la Edad de Oro perdida; pero lo peculiar de fa reercacién mexicana moderna dol mito es que engendra a un héroe tragico escindido, que cumple diversas funciones: representa las virtudes aborigenes heridas que nunca volveremos ver; al mismo tiempo, representa el chivo expiatorio de nuestras culpas, y sobre 1 se abate la furia que se destila de las frustraciones de nuestra cultura nacional; representa a los campesinos sin tierra, a fos trabajadores sin trabajo, a los inte- lectuales sin ideas, a los politicos sin vergienza... En fin, representa Ia tragedia, de una patria en busca de la nacién perdida, Lo especificamente moderno de este mito radica en que el estereotipo del anti-héroe aparece como una dimensidn interna a los individuos: se cree que los, mexicanos llevan dentro, incrustado en su ser profundo ¢ inconsciénte, un alter ego cuyas raices se hunden en la noche de los tiempos y se alimentan de antiguas savias indigenas. Se concibe como un ser Tarvario interior alentado por emanaciones de un nudo de complejos psicolégicos y de tensiones filoséficas gue surgen de los insondables pozos del alma coleetiva. Aunque el béroe aga- WLELREROE AGACHADO 97 chado es findamentalmente una transfiguracién del indio y una transposicién de rasgos campesinos, a su humilde nacimiento fueron convocadas importantes co- rrientes de ideas: el surrealismo, el psicoandlisis y el existencialismo. De alli las formas oniricas del mito, su inmersién en las aguas de la infancia y la angustia que lo tie, De dX OLOT Li fon Lilie Agnaram. El complejo reptilico. ge ste grabado eparce6 onl Historia defo animes de a uev Espana que public) ene siglo xa el protorédien Freneisco ‘erninder El dbajantsinagind enrearente,basado slo nla dosrpsion, un rep smilar al cocoa. j | | | | e 11. El axolot6fago A i “gpa ane RM. Rilke ve La idea de que dentro de nosotros habitan fuerzas o entes gh e extrafios, que la conciencia no domina, es muy antigua. eh Por ello’no es diffel que arraigue un mito basado en la ‘4 oa impresién de que hay una bestia dentro de cada hombre. i Lo somprendente es gue, si hacemos caso a recientes estu- (4 te dios cientificos, efectivamente hay un animal dentro de i nuestra cabeza y un animal muy parecido al axolote. bh tt Algunos cientificos creen haber descubierto que las par- Hi Eso mis antiguas y primitivas del cerebro humano se en- {4 oi cuentran asociadas a ciertas formas de comportamiento. aN Una especie de excavacién arqueolégica del cerebro hu- th mano nos revelarfa que hay varios estratos que podrian c corresponder al curso global del proceso evolutivo. Eles- C4 te ‘tuato mas superficial, y més moderno, es la masa del neo- a u 101 @ flegee SQVSVSSa ' | i | i if | E | i | J 102 LAJAULA DEA MELANCOLIA cértex —que conforma la mayor parte del cerebro de los ‘mamiferos més evolueionados— y en cuyas circunvolu- ciores y lébulos radican las facultades mas avanzadas. De bajo del neocértex encontramos el sistema limbico (el hi- potélamo, la pituitaria, eteétera), que esta estrechamente relacionado con las emociones, las motivaciones y los sis- temas homeostiticos de regulacién. Por iltimo, en Jas par- tes més profindas encontramos el mesencéfalo (0 cerebro medio) y e] cerebro posterior (médula, pons, eteétera); allf se localizan los procesos neurales basicos de autoconser~ vyacién y teproduccién. Esta estructura profunda ha sido bautizada por MacLean con el nombre de complejo reptt- Tico, debido a que es Ia parte més primitiva y antigua del cerebro, que se desarrollé hace centenares de millones de afios en los reptiles y, embrionariamente, on los anfibios. Pero lo mus sorprendente es que se ha demostrado que el complejo reptilico descmpefia un papel importante en Ia conducta agresiva, la territorialidad, los actos rituales y el establecimiento de jerarquias sociales.' Carl Sagan ha escrito reflexiones muy interesantes a partir de Jas inves- tigaciones de MacLean sobre los rasgos del complejo rep- tilico: ‘Tengo la impresién —afirma— de que estos rasgos configuran en baena medida el comportamiento burocratio y politico del Hombre actual. Sorprende comprobar en qué medida nuestros 2ctos reales —en contraposicin & lo que decimos o pensamos— pueden explicarse en funcién de las pautas que rigen la conducta ae os reptiles? 1 py D, MacLean A Trawe Concept ofthe Brain and Behaviow 2d, p81 eG PADSQESSL@WSIESESLSE BBWBDWPDPPOQPS®SH o 7 8 8 8 uh 8 ° 5 3 3 0 a 8 a | | 1 | QODPDPBBWO®DPO®O® 8 LLELAXOLOTOFAGO 103, Seb e v Para Carl Sagan los rasgos humanos que emanan del com- ra t plejo reptilico —principalmente Jos actos rituales y las Jerarquias— son esencialmente peligrosos, aunque se en- ‘cuentran controlados por las funciones superiores del neo- cértex. Por un camino diferente, otro cientifico ha legado a plantear el mismo problema, aunque su apreciacién es muy distinta a la de Sagan. Para Konrad Lorenz el ritual es muy valioso: “La desviacién o reorientacién del ataque es probablemente la escapatoria mas ingeniosa que haya inventado la evolucién para diferir la agresiOn por vias in- ofensivas”? Fue Julian Huxley quien al hacer estudios sobre el comportamiento del somorgujo encopetado descubrié que hay algunos movimientos de los animales que, en el curso de la filogénesis, pierden su fumci6n primitiva y se convierten en cetemonias meramente simbélicas; Huxley defini6 este hecho como un proceso de ritualizacién.* EI problema planteado por K. Lorenz. ¢s el siguiente: hay una contradiccién entre los impulsos agresivos y la conservacién de una especie; la agresividad hacia otros ani- males es necesaria para fa conservacién de la especie; pero cuando la agresividad adquiere un carécter intraespecitico, es decir cuando se dirige hacia miembros de la propia es- pecie, se convierte en una amenaza para la sobrevivencia. En este caso interviene la ritualizaciin —explica Lorenz— para evitar que la agresién aniquile a la especie sin que sean climinadas, no obstante, sus funciones indispensables en interés de todos: se mantiene inalterada la pulsién agre- siva, en general ttl e indispensable, pero se generan —para 4 ont Loren, Lapesson Une histoire manele de el . 62 Git por Ke Lorne bi. e VOPSSESAEECon" | t | I: | i | t QDB@D@OSPDRDOQSV@eae @ 104 LAJAULA DE LA MELANCOLIA oe re casos patticulares que podrfan ser nocivos para la especie— oe gf} mccaisnos copes de inibicin, Coucuye Levens S “Una vez mas, hay aqui una analogia con la evolucién e caltural del hombre en el curso de su historia. Bs la razén CE por la cual los mis importantes imperativos de la ley mo- as saica, asi como cualquier otza ley, son prohibiciones y no ra Srdenes”5 Es decir, se prohibe el acto pero no la tentacién 8 fy Piosproibio queen en ke myjery el hombre proba TE cr frac del drbo! del conocimiento, pero permitid que la a Gy BEEN ls tentm, De aise dsprene I oe ot WE racteristica de muchos mitos: prohibicién-tentacién-culpa. Muchos rituales politicos modernos se encuentran iniTuidos e por esta secuencia peculiar. Lorenz. agrega: [Co eg ‘organizacién de estos combates parece tener como fin estable- bil simbélica y la violencia casi inofensiva de la politica tal gp come laconocemns: mens lucha seat, cobra FE pocas victimas y la especie no se encuentra globalmente fy meazada, Si dams un peso més en eta crcen, Io PE craremos justificar las guerras limitadas que —supuesta- gy, mene os evan una gue otal que extent EE humanided. Yo creo que esta interpretacion conticne un g cequivovo; nada garantiza que la légica de la dindmica social 8 e é @ La interpretacién de Lorenz, de hecho, justifica la agresién a u @ e H.ELAXOLOTOFAGO 105 siga el mismo curso de la Iégica de 1a vida de las espe- cies; es posible que las pequefias guerras simbélicas nos {introduzcan en una espiral que nos lleve a una catéstrofe general. Sin embargo, creo que el hombre sera capaz de controlar completamente los rituales reptilicos que su naturaleza alberga, de tal manera que no haya victimas de ninguna clase, ni al nivel simbélico ni en pequesia escala. Es preciso aceplar que puede haber un inquietante vineulo ‘que relacione la politica y la violencia con algunas pecu- liaridades alojadas en lo més profundo de nuestro ser bio- légico. Si esto es asi —como todo parece indicarlo— debe- mos escudrifiar con gran atencién todos aquellos procesos politicos que encuentren, asi sea parcialmente, una legiti- ‘macién 0 un apoyo en pulsiones que emanan del “cerebro primitivo” del hombre. Yo creo que la evocacién de un ente primigenio que le daria aliento al alma colectiva de un pueblo es precisamente uno de esos procesos politico- culturales que buscan su apoyo en los resortes del complejo reptllico. Tal vez es ésta la razén por la que el nacionalismo es un fendmeno tan peligroso y eficaz. En este sentido, el axolote —anfibio én transiciGn hacia las especies reptili- cas— es una buena metafora para deseribir al nacionalis- ‘mo: en el interior de Ja cultura nacional mexicana se en- cuentra agazapado un angustiado axolote, que simboliza tanto las pulsiones reptilicas de la especie como una com- pleja construccién mitolégica sobre el ser del mexicano. Pero existen otros seres extrafios y felices llamados axolo- tofagos: parientes de aquel antiguo y dichoso pueblo, des- crito por Herodoto, que se alimentaba tinicamente del frato del loto; cuando los compatieros de Ulises comieron el SPAS SSQIOQV’™® ee \ | DODO OG DOV S Poe 106 LAJAULA DE LA MELANCOLIA a “florido manjar”, dulce como la miel, se olvidaron de su patria y desearon permanecer con los lotéfagos para siem- pre. De los axolot6fagos no se sabe si son axolotes que {$b comen loto o bien humanos que se alimentan exclusiva- mente de axolotes; se sabe, si, que son amigos de los cro- nopios, que han construido una utopia y que han olvidado todas las patrias, menos la de su infancia, El axolote afeaba el hermoso paisaje de la evolucién y del progreso. Elajolote es un batracio dellcade, enfermizo, oe torpe y leno en todo, vulgar en todo. Alfonso L. Herrera, “EI ajolote”” El hecho de que el axolote persistiese en su existencia acué- a se, sn mstmorfosrse parm sli fea en forse dey salamandra, fue uno de los grandes problemas alos que se 4 enfentaron los evn del siglo x0. Peo a Jost gy Marfa Velasco no le gustaban las teorias evolucionistas, y 4 apres conovinieno de noo para inven 5 una de las mas importantes polémices que ha habido en las 4 cincas naturales Ean say publica en La Natrae gy Jeza en 1880, Velasco critics con fuerza la idea de August 4 \eiman sginIa cael anibiomexicano ereclejemplo gy de un proceso de cambio de una a otra especie; es decir, 4 Ja transici6n de una especie que se metamorfoseaba a otra a VOLO VOD LLG ee i * Vest ints ito de Stephen ny oul, Ontos and Pilogeny eo a 7 ti BOSS Se SSQSQQQe | | | 142. LAJAULA DE LA MELANCOLEA que no lo hacia y de una especie sin branguias (la slamandca) ‘2 otra con branquias permanentes (el axolote). El argumento de Velasco se limité a afirmar que la propia constitucién na- tural provocaba la metamorfosis ¥ que no estaba de acuerdo con la “exagerada” teoria darwinista sobre Ia evolucién de Tas especies. De hecho Velasco se confundi, pues ereyd equivocadamente que el argumento evolucionista sostenia que la metamorfosis misma era un cambio de especie? El gran bidlogo mexicano Alfonso Herrera también in- tervino en la polémica, para eriticar las tesis de Weismann y para reafirmar la idea de Velasco sobre las tendencias orgénicas del axolote hacia la metamorfosis, independien- temente de las influencias ambientales, Pero Herrera esta- bleci6 que un mejoramiento de la nutricién del axolote era Ja causa de la metamorfosis. En esencia, para Herrera Ja ‘ausencia de metamorfasis es el resultado de diversas condi- ciones ambientales (baja temperatura, falta de alimentacién, excétera), pero rechaza la tesis de que son cambios del hdbitat Jos que provocan la metamorfosis (“No creo en la formacién rapida de especies por influencia misteriosa, exclusiva y directa det medio”), Para Herrera la metamorfosis como fer- dencia era un hecho: pero era causada por la nutricién.* En realidad Weismann, partidario de las teorias recapi- tulacionistas de Haeckel sobre el proceso evolutivo progre- sivo, crefa que la vida de cada individuo (ontogénesis) era un reflejo —ama recapitulacién— de la evolucién global de la especie (filogénesis). La ontogénesis comprendia la 21M. Velasco, "Anotagiones y cbseevacions al abajo de stor Auasto Weis rain sobre la tensfomacién del soote mexsano en Abita” alfonso L. Herera “El oot” isnot DBQODBPVPOQWDWOWO@wOe t v a a e 19, {REGAESO O PROGRESO? 143 vida individual desde la concepcién hasta la muerte, de manera que incluia el periodo embriGnico prenatal en los mamiferos y, desde luego, las fases larvales de los anfibios. Los recapitulacionistas crefan que en el desarrollo embrio- nario o juvenil se repetian las etapas ancestrales de los ca- racteres adultos. Pero el axolote constituia un problema inc6modo para ellos; Haeckel acepté que era un “caso ex- tremadamente curioso”, pero declaré que era un caso de persisteneia de un tipo ancestral. Sin embargo, era evidente que el axolote constitufa una excepcién a la recapitulacién, puesto que se trataba de un desarrollo truncado, de una reversi6n filética 0 de um estado ancestral previo. La ley bbiogenstica de los recapitulacionistas requeria que la filo- genia procediese agregando progresivamente etapas, pero el axolote implicaba un caso de sustraccién de etapas. Los recapitulacionistas discutieron mucho sobre el axolote; no lograban ponerse de acuerdo en si era un caso de atavismo, un simple progreso truncado o una verdadera regresién. Pero casi todos acudian a la explicacién de. Weismann, de acuerdo con la cual el axolote habfa revertido a una etapa anterior de branguias permanentes: no era un fenémeno nuevo, sino un retroceso a una etapa filética anterior.* Los récapitulacionistas vieron en la vida de cada indivi- duo un reflejo de la evolucién global. De igual manera, el nacionalismo veia en cada mexicano una recapitulaeién de la historia nacional. El axolote —como el proletario— era un easo molesto.que afeaba el hermoso paisaje de la evo- lucida y del progreso. 4A, Weismann, “Uster sie Unmendlung des mexiceischen Axclol in ein An stoma” B VUDEEOPDLPLECESSED 18. ¢Tiene sentido ser mexicano? EL dnimo mueve a decir tas formas mudadas ‘a nucves cuerpos. Ovidio, Metamorfosis Las deplorables condiciones en que nacis y se desarrollé la clase obrera han inspirado desde hace mucho tiempo en la burguesia, que teme reconocer en los proletarios a sus propias criaturas, un sentimiento de horror y repulsién. Aunque nadie puede negar que son el resultado necesario e inevitable de la industrial zacién, no dejan de ser vistos por la clase dominante como “un chancro enquis- tado en los flancos de la sociedad moderna”, segin la expresién de Albert Dandoy en un significative libro sobre Ia clase obrera francesa publicado poco después de terminada Ja Segunda Guerra Mundial; el libro es pésimo, pero recoge Ia vieja tradicién burguesa que se horroriza ante un proletariado cuya mentalidad esta teitida por el resentimiento, la desconfianza, la inmoralidad, el mimetismo y los complejos de inferioridad y desposesién.’ Son, como se ve, los mismos rasgos atribuidos al mexicano por Samuel Ramos y su escucla. EI nuevo paisaje urbano ena de terror a estos observadores del alma mexi- cana. Para ellos e! mexicano es un ser sin sentido, que lo niega todo sin razén alguna, que carece de principios, que desconfia de todos y que des- precia las ideas, Ramos se pregunta angustiado: “Pero entonces, ,por qué vive el mexicano?” Puede vivir porque Heva una existencia irreflexiva y sin faturo, de manera que la sociedad mexicana no es més que “un caos en el que "albert Dendoy, Le prodiariat ese problimss, Corsitese ls antecedents nesta octiud excl revelador escudio de Louls Cevale, Laboring Classes and Dangerous Classes in Parts Daring the Fst Half of te ‘Nivtenth Cento, donde se avalon as tendoneis aver alos misereles das ciudad coma Sere saves espeovitas de haan, com besasgrotescasy pelgoses (p. 362 ys) 145 146 LAJAULA DELA MELANCOLIA Jos individuos gravitan al azar como dtomos dispersos””? Esta es une metifors que se aplica perfectamente al tipico funcionamiento de la sociedad capitalista moderna. =~ El mismo Engels trata, desde 1844, de comprender y desoribir la terrible “cultura de la pobreza”, como es llamada hoy en dia. En su clisico estudio sobre Ja situacién de la clase obrera, Engels muestra que las tendencias tipi ‘camente proletarias a la impulsividad, a la imprevisién y —desde luego— al abuso del alcohol y del sexo son el contrapeso necesario para sobrelievar las privaciones, la inestabilidad y la degradaciGn caracteristicas de su vida coti- a.) Hoy en dia, fa peculiar subcultura proletaria del siglo xix en gran medida ha dejado de existir en los paises capitalistes més desarrollados: pero ha surgido en la periferia atrasada, donde los dolores de una revolucién in- dustrial diferida se agudizan por las secuclas de la opresién colonial ¢ impe- rialista. No es de extraffarse que alli surjan estereotipos culturales hasta cierto punto similares a los que usé la burguesia europea para ilustrar su idea del proletariado. Lo peculiar de la situacién mexicana es que se. ‘produce una curiosa disociacién del prototipo proletario, con el objeto de fomentar el desarrollo de una identidad nacional. Después de la Revolucidn, a los nacionalistas mexicanos —huérfanos de tradiciones burguesas autéctonas— s6lo les quedan el campesinado y el pro- letariado como fuentes de inspiracién: es necesario una operacién de diseccién: ideolégica para extraer algunos rasgos de la cultura popular y elevarlos a Ia categoria de ideologia nacional, mientras se desechan otros aspectos considerados irrelevantes. No es simplemente una operacién maniquea que desecha los ele- mentos considerados daiiinos, como hizo el positivismo porfirista.* Es el surgi- miento de una imagen compleja y contradictoria del mexicano, en gran medida forjada como un reflejo de la condicién del proletariado urbano. Ya he mencio- nado al prototipo del mexicano como ser sentimental y violento, pasional y agre- sivo, resentido y rencoroso. Es necesario ahora reconocer otro aspecto esenciel: ‘el mexicano aparece ademés como un hombre que huye, que se fuga de la do- lorosa realidad que le rodea: Esta evasién es descrita y valorada de muchas y diversas maneras, desde la pereza y abulia que llevan a evitar cl trabajo hasta la ‘ereacién de complejos mecanismos de clusién y disimulo, Para muchos ¢s una huida sin sentido, que contribuye al caos de la sociedad industri U. El resultado de esta escabullida es la creacin de una imagen que tiene una larga historia en Ja literatura picaresca. Sin embargo, el pelado mexicano no es sélo una variante del tipo creado por Ja picaresca espafiola; Agustin Yéiflez ha sefialado que el ipelado catece de la agudeza del picaro, que es esencialmente discursive y “ad- 2s, Ramos, pn cl homdrey la cara en Meso. 89 3 Naas ol eaccene ctu de Steer Mars, Engels, Manchester ar the Working Class. + Como se puede constr en hte Sie 0 en Jlio Guero 18, cTIENE SENTIDO SEK MEXICANO? 147 aquirda a fuerza de aventurs, ejemplos y observaciones précticas”’ El pelado, Recto de a industrializacion urbana moderna, a diferencia de los antiguos SHaraches, lazarillos, buscones y periquillos, es wn ser para quien cl lenguaje no gs un medio de comunicacién Sino una barrera de elusiones para defenderse y poder escabullirse. Por esta raz6n uno de Tos mejores deseendientes de los vgjos Prearos es ut béroe del cine mudo y no de la novela: Chaplin, quien con su Teamparada candidez y su tiema astucia logra despertar oleadas de simpatia por los miscrables del siglo xx. El elusivo Tenguaje de los gestos, con toda suerte Te movimientos de cejas y bigote, es la mejor barrera contra Ia agresiva realidad. Fl equivalente mexicano de Charlot es Cantinflas, una de cuyas caractersticas née importantes es precisamente un lenguaje ehisivo que logra escurrirse de Toalquier compromiso. Uno de los observadores del cardcter mexicano, César - Garizurieta, afirma que Cantinflas es el mejor representante del tipo psicolégico nexicano.® A diferencia de Chaplin, cuyo vestido de etiqueta revela una utSpica Toluntad de cambio, en Cantin‘las no hay ninguna aspiracién a superarse y “no uiore un mundo mejar ni como sueio; desea vivir como esti.” EI mexicano de « Fimmodemidad qued6 reducido a una caricatura de hombre. La energia, la agre- sividad y la fuerza vital —que habian sido exaltadas con vehemencia por varios jlustradores de la Revolucién mexicana como caracteristicas del hombre nuevo— | Gg esfuman frente al prototipo de Cantinflas. Este frustrado Prometeo mexicano = Xo solo no trae consigo el don del fuego, sino tampoco el don de Ia palabra Cantinflas —dice Garizurieta—, en defensa de su persona, se expresa en un len- tpuaje atificioso, no alambicado, resultado de los aspectos de su incapacided. Ante Er ahultado sentimiento de inferioridad, sabe que lo mismo se compromete negando {que afirmando; entonces ni nieya ni afrma: osila entre le afirmacion o Innegacién Sin proponérselo, al hablar provoca indistntamente la rsa o las légrimas, porque ho existen fronteras que le delimiten lo trégico de lo eémicos “Sin duda Ia gran popularidad de Cantinflas se debe a que, con sus burlas, hace “también una critica de la injusticia socials por ejemplo, cuando le preguntan si = trabajo cs cosa buena, contesta: “Si fuera bueno, ya Jo hubieran acaparado “iis ticos”, Pero es una critica conformista que propone Ja huida y no la lucha, ‘el escurrimiento y no Ia pelea. El mexicano se convierte en un maestro de las iniasy los albures. Se vuelve un ser torcido, alambicado, evasivo ¢ indirecto, deminado por “et afin de circunloquio” gracias a un lenguaje a tal punto prodigo ei redeos, elsiones, despilfarros y retoreimientos que parece hecho ala medida ‘el arte de la finta: “Apuntar a un extremo para acudir al otro, y més tarde A Yaner, “Estudio prelimina, p. XXIV. 1 Garnuita,"Caasis del mexican", p. 169 tities asa } f E 148 _LAJAULA DELA MELANCOLIA inyertir el objetivo”? Es muy dudoso gue el estereotipo cantinflesco pueda apli- carse a muchos mexicanos: en cambio, es evidente que podria ser itil para definir el estilo politico de los burderatas del gobierno, Incluso es una metifora excelente para describir Ia peculiar estructura de mediacién que legitima la dictadura ‘unipartdista y ef despotismo gubernamental: esta estructura es un laberinto de contradicciones, albures y fintas que permite que las més radicales demandas, populares seon admitidas: inevitablemente se perderén en el dédalo de corredores, antesalas y o-icinas, de manera que se disiparé su sentido original. En este as- peoto, més que en otras, es ffcil comprobar que la definicién del carécter nacional obedece mas que nada a razones politicas, y se puede comprender mejor si bus- camos st raiz, no en Ia poblacién, sino en las clases hegeménicas. Véase la siguiente definicién: Hombre provisional, en el mexicano la inminencia es la determinante caracteristica ¥ los sueesos cotidianos que no estin suspensos sobre el filo de ella le dejan sin ‘cuidado: perder el empleo o el amor; tener dinero o no tenerlo; eumplir un com- promiso 0 no, todo le impoita madre." He aqu{ el perfil del importamadrismo, cuyos antecedentes como metéfora habria {que i @ buscarlos tan lejos como en ¢] libro del costumbrista espaitol Francisco Santos, titulado 7 no importa de Espama (escrito en 1668): alli se hace referencia a la abulia espaiiola que justificaba todo lo que salia mal con un seco “no im- porta”; Menéndez Pidal cuenta de un conde alemn que hacia 1599 se exaspera ‘ante 10s calmosos ministros de Felipe II motejados como los “ministros de la eternidad”, y sufre por el famoso “vuelva usted mafiana” tan bien descrito por Lara en 1833." Estamos frente a un fenémeno complicado: en algunos momentos histéricos las clases dirigentes se apropian de lo que creen que es Ja cultura popular, y desarrollan un curioso mimetismo. De esta forma la cultura nacional bebe de las fuentes de la cultura popular. Pero no es un proceso lineal; los ingredientes populares de la cultura nacfonal son meros fagmentos —con frecuencia muy distorsionados— de lo que es en realidad la vida cotidiana de la clase social de donde son tomados. Podemos reconover el origen proletario —y aun humpe proletario— de las fintas, las elusiones, los albures y la desidia que se dice contribuyen a formar el cardcter del mexicano; incluso podemos observar un comportamiento cantinflesco en muchos politicos, Peto es preciso destacar el hecho de que hay un abismo entre la vida de un pelado de Tepito y el modelo que el cine, la televisién, Ia literatura o la filosofia le proponen a la sociedad ‘como punto de referencia. La situacién aumenta de complejidad debido a que 5, Reyes Neves, Et amor y fa anid on el mesicane, pp. 2-3, 28. 15 Carin, Milo p maga ae meccana, 5. RR Mangnez Pia Low espaol a tori, p. 8, 18, {TIENE SENTIDO SER MEXICANO? 149 Jos medios masivos de comunicacién reciclan los estereotipos populares fabri cados por la cultura hegeménica; de manera que, a suvez, ejercen tina influencia en el modo de vida de las clases populares. Si esto Giltimo no ocurriese, la cultura, nacional no tendria ninguna funcién legitimadora del sistema dominante. Esta funcién legitimadora le imprime un dinamismo al poder, de manera que nos encontramos con la gestacin constante de nuevas formes culturales. El mismo estereotipo, que al principio puede tener un cardcter marcadameate antihegem6- nico, se transforma hasta alcanzar facetas casi irreconocibles: asi, los obreros de los murales revolucionarios se transforman en jeroglificos existencialistas sobre Ja zozobra, y los cémicos de los populares teairos de carpa son continuados por Jos tartamudeos de Cantinflas. Al final, para las clases hegeménicas, los poten- cialmente peligrosos y revolucionarios pelados y proletarios terminan siendo mos personajes grotescos que sélo saben farfullar y, en ef mejor de los casos, exptesar sus emociones cantando. Los dialectos que surgen en los barrios populares son originalmente formas de defensa; se trata de un lenguaje que no sélo permite que Ios miembros de un grupo social se identifiquen con un modo de vida propio, sino también es una barrera que impide que otros entiendan sus conversaciones. Como es compren- sible, los dialectos populares estin muy influidos por el habla del hampa y de los preses, que desarrollan formas cripticas de comunicacién para evitar ser com- prendidos. Se trata de lenguajes sin sentido para los que no pertenecen al grupo social que los genera, pues para eso precisamente se desarrollan: tienen sentido s6lo acd —en el barrio popular— y no alli —en la sociedad refinada y aburguesada, De esta necesidad de identificarse y diferenciarse proviene el Haimado arte-aed de Tepito, un barrio pobre en el que han surgido formas de defensa popular de la cultura local. Pero en el momento en que la jerea popular es sacada de su medio natural, pierde sentido y ocurre el fendmeno que he sefialado: el sin sentido se convierte en el muevo sentido del habla popular. La nueva funcién de la jerga es entonces confundir los significados y mostrar sélo los aspectos defensivos y hhuidizos del lenguaje popular. Por elio el habla cantinflesca vacta de sentido al lenguaje y lo convierte en una forma de evitar cualquier compromiso; en contraste, la jerga popular que Cantinflas toma como punto de partida es una forma profun- damente comprometida (es decir, coherente consigo mista y con el mundo que ta rodea). De esta manera el estereotipo del mexicano adopta elementos de origen popular: pero al cambiar de terreno, como las palabras de la jerga de barrio cuando salen por Ja boca de Cantinflas, adquieren otro significado.” "© La manipuloci dol hable do Tepito es muy evidente en a televsiény en el cine. Pero también de vers un eerplo de tsp “culo” det lengua teplteo en el "Fasayo para belconear al mexizano ‘Eade un punto devise muy asi” de Rat Bear, en EI mexicano, Aspectoseuralesypsieeacile, pp. 2014237, All puede comprobarse clo el aadesasado por eal, de manera qr demos de seers estas allo acd pcs fos sentdos han sido trastorado: estamos tanto ach como ll pes el aed ext al ye ald stack ss eer TE 150. LAJAULA DE LA MELANCOLIA, El mito del pelado en su version cantinflesca es particularmente interesante, pues revela con claridad la relacién que la cultura politica establece entre el gobierno y el pueblo. Cantinflas no s6lo es el estereotipo del mexicano pobre de las ciudades: es un simulecro lastimero del vinculo profundo y estructural que debe existir entre e! despotismo del Estado y la corrupeién del pueblo. El mensaje de Cantinflas es transparente: la miseria es un estado permanente de primitivismo estipido que es necesario reivindicar en forma hilarante: se expresa principalmente por sv tipica corrupeién det habla, por tna verdadera implosion de los sentidos: es el delirio de la metamorfosis en donde todo cambia sin sentido aparente alguno, Se comprende que entre la corrupcién del pueblo y la corrupcién del gobiemo hay una correspondencia: este pueblo tiene el gobierno que merece. al revés: el gobierno autoritario y corrupto tiene el pueblo que le acomoda, el que el nacionalismo cantinflesco le offece como sujeto de la dominacién. Un tema frecuente en las peliculas de Cantinflas es el de la confusién de paptles: el torero es un ladronzuclo (en Ni sangre ni arena), el policia es un ‘pelado (en EI gendarme desconocido) 0 el juez-y los abogados terminan hablando ‘como Cantin‘las (en Ahi estd ef detalle). La corrupei6n intrinseca del peladdo se ‘encuentra presente en todo el sistema politico; ya que el régimen de Ia Revolucion es popular, debe comportarse en concordancia con ol cardcter del mexicano (de acuerdo con la “idiosinerasia nacional”, como gustan llamar Jos politicos a esta corrupcién del cardcter). La moralina y la cursileria con que suelen ser presentadas las hazafias de Cantinflas no logran borrar el hecho fundamental: son un simu- : lacro del pelado convertido en policfs, del pueblo hecho gobierno, del sin sentido entronizado como discurso politico.” El verbalismo confuso de Cantinflas no es una eritica de la demagogia de los politicos: es su legitimacién. Con gestos y mimica —paralelos al sin sentido del Gerrame de palabras— se insinda que hay otra interpretacidn, que hay algo oculto; esa otra realidad invocada por el cabeceo y los movimientos de cejas y de cadera es un mundo de ventajas ilegales, de sexualidad sin erotismo, de poder sin representatividad, de riqueza sin trabajo. Hay en los albures y en las fintes tuna sutil invitacién al soborno: las reglas del juego se fundan en una venalidad populachera que permite al mexicano evadir a Ia policia, estafar a los imbéciles, escapar de la homosexualidad, conseguir coitos féciles con mujeres ajenas mien tras evita que la propia le ponge cuernos. El pelado vive en un mundo que, para funcionar, necesita ser aceitado permanentemente: asi se construye una sociedad resbalosa donde todo pierde sentido a cada instante y/londe Ia civilidad es es- curridiza y liibrica. Cuando las cosas se estacan, es necesario untarlas con lo ° ungue a veces pareiera haber una cesta bua de Ia atorided y de la poli, en las peels de ‘Canitiaselreullad Suelo ser una simbiss ee el pucblo sus represores, que se hemmanen ee sin selo, Sin dade las poicas de Cuateraa y de Colombia reconoccron esc hecho cuend Jo nombraron Imiembro honorerio 6 sus eorperacions. Td vez un impulso salar es el que lO a fa Universidad de Michigan actrgle un doctors honoris cou a Su Fxeelncia el Peles. 18, :TIENE SENTIDO SER MEXICANO? 15ST que en Europa llaman ef “unglento de México”: el cohecho. Cuando surge un problema o un obstéculo, para escabullirlo es necesario deslizar en las manos apropiadas el unto que mantendré en marcha la permanente metamorfosis deli- rante de los sentidos. El estereotipo del pelado que vive sumergido en un mundo corrupto debe, no obstante, conmovernos y tocarnos las tiernas fibras del corazén. Debemos en- trever la presencia, en el pelado, de un espiritu atravesado por emociones, im- pulsos, quebrantos y excitaciones. Asi, cuando este espiritu es interrogado sobre el sentido del ser del mexicano, la respuesta es evidente: el mexicano no tiene El subdesarrollo de una salamandra. | 8 classmate tculares. Los animales se consumen, se des- eo ie Nosotros si e a ei 19. Génesis e Simone de Beauvoir, La veer a [La metamorfosis en los anfibios es un proceso circular de G retroalimentacién. Los tejidos se metamorfosean debido & oe la accién de la tiroxina, una hormona que provoca cambios morfologicos independientes y tinicos en cada parte del a cuerpo, de manera que no vaya a ocurrir que las branquias ah se alarguen, les crezcan dos colas 0 les aparezcan ojos en oe el vienire, Cada tejido reacciona a la tiroxina en forma 2h peculiar, y tiene un umbral de estimulo propio: las partes Qh del cuerpo que se metamorfosean primero son las més sen- ee sibles a esta hormona. Se comprenderé que para que cam~ bien ciertos tejidos deberé aumentar la concentracién de EX tiroxina, Qué es lo que provoca que la glandula tiroides 8 Ba is e USDSSPESESISS creme ne RATER CSOT EET TST DPBOBSSBPDOSDLPSG @ 156 LAIAULA DELA MELANCOLIA a ra genore mis troxina? Lo hace otra hormona, mada to Uh fropina, producida por la glindula pituitara. Peo entonces, AER auc estate a prodaceion de esta segunda hormone? Pax oe Gp Toe gs son ls mamas inion enviados por medio GE Goins neuroscerecion generada en Ia eminenia medialis, 6 gym een bac ol con ventriculo del cerebro. {LE Ca metsmoriosis, esa revolucin del cuerpo, parece provo- e Fp. ssta porate Qué en am oe metafora EE Fos oidos de Jos inelectuales! El problema es que esta @ Gp cminnylg no se enue completamente diferenciada , EE antes de la metamorfosis: jpara diferenciarse requiete del o éstimuilo de la primera hormona, la tiroxina! ¥ aqui, como $B Somos. se cata el eulo. La mstaorfosis einicia cua @ Gf mmnsent dado cl hipotalamo se vuelve sensible EE al bajo nivel de tiroxina que erculs, y en conseeuencia se ri spp. Simul el desaolo de eminent medialis. Este mo EB nent, qu aispara et proceso, es determina genéticamente, e por herencia. ‘ tt ‘Nuestro axolote de Xochimileo es un animal en el que Gg Fp cz momento eencial no coe: rs dispara el proceso $F tormonal, aunque se ha comprobado que sis teidos son a gyms oa (ge es inven, rmetamorfosean GE crsalamandras). Alin haber informacion genética que de- e Fp. ingen da cadena de mers evita Ja me- EP tamorfosis. En algunas especies de axolote le neotenia so eg Epp SINE ussiomlmete yon oes no. oes nunca.’ Ello EB parece indiear que el potencial neoténico es contrlado ge- 6 Gp ecamais, om frsién com ts ambientales. En (EE Ia mayor parte de los anfibios la seleccén natural favorece @ cL LARPATPASPSASPESS Q a la metamorfosis sobre la neotenia. Pero hay unos pocos ‘casos de salamandras en que, por el contrario, la seleecién natural favorece a la neotenia, pues Ja fase larval se en- cuentra mejor adaptada a su medio ambiente que el adulto transformedo. El hombre parece haber evolucionado a partir de la adap- tacién de un simio neoténico a su medio ambiente, en un proceso paralelo al que observamos en el axolote. El hom- bre se caracteriza por el enorme reiardo en su desarrollo somitico: emplea casi un tercio de su vida en crecer. Y sufre una especie de metamorfosis s6lo al acercarse la senili- dad, como sefiala Simone de Beauvoir, cuando siente el vér- tigo agénico de acercarse no al final sino al principio: a la especie que dio origen al hombre. La metamorfosis, para el hombre, puede ser un retorno.a su condicién animal, como muy bien supo Gregorio Samsa cuando la imagina- cién de Kafka lo transforms. Stephen Jay Gould comprueba que las diferencias en la estructura genética entre simios y hombres son asombro- samente escasas, La diferencia significativa se encuentra enel control de la duracién de los cambios en el desarzollo: en el hombre los mecanismos genéticos que regulan el creci- miento determinan un retraso general del desarrollo, en comparacién con ottas especies.’ Este cambio en la regula- ccién, que alarga la infancia y le imprime permanentemente al hombre caracteristicas morfoldgicas infantiles, parece ser el responsable principal de la existencia del homo sa- piens. De aqui se desprende Ia paradoja: el retraso es la bbase bioldgica de a vida social, Ya Locke habia sefialado, 7 81. Gould, Ontogeny and Phage, p. 3829 8 EE v USESPDRESR-eSeqTeas DOPODVSeS Gage 158 LAJAULA DE LA MELANCOLIA eG en su segundo tratado de gobiemo de 1689, que debiamos ras

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