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Leandro tenia mucho miedo de quedarse solo de noche, pero nunca lo hubiera confesado. A los diez aiios, se sentia demasiado grande para pedirles a sus padres que no salieran, Lo cierto es que cuando se iban, todo a su alrededor se volvia amenazador. Le parecia ver Cosas por el rabillo del ojo. Si daba vuel- la cabeza para mirarlas de frente, las Cosas desapa- recian, Quedarse en su cuarto, sobre todo, le resulta- ha intolerable. Taparse la cabeza con la frazada era todavia peor: los monstruos que se imaginaba po- trian encontrarlo asf, sin que él pudiera verlos llegar, ¥ entonces estaria completamente indefenso, Era me- jor estar atento. [MATERIAL DE DISTRIBUCION GRATUITA. Le daban risa los chicos que les tenfan miedo a los que al fin y al cabo son seres humanos, Si entraran ladrones en la casa, al menos ya no estaria solo. En realidad, solo del todo no estaba: en la cama , que tenia ocho aiios, no tenia ningéin miedo: jporque se quedaba con él! Era el iinico momento de su vida en que Leandro no estaba con- tento de ser el més gande y le hubiera gustado tener un hermano mayor. El chiquito se dormia con un suefio profundo y tranquilo. Leandro estaba tan obsesionado que no podia dejar de imaginar horro- res. A cada rato se acercaba para asegurarse de que respiraba. ¢Y cémo podia saber que seguia siendo, realmente su hermano y no un extraterrestre que ha- bia tomado su lugar? Lo curioso es que, al mismo tiempo, a Leandro le encantaba leer cuentos de terror. Era lo tinico que lo u tranquilizaba y lo hacia olvidarse un rato de lo que te- nia a su alrededor. Entonces, cuando sus papas sa- lian, se sentaba a leer en el living, con todas las luces prendidas hasta que volvian, sobresaltandose con ca- dla erujido de los mucbles. Hay muchos ruidos extra- fios en el silencio de Ia noche, gy cémo estar seguro de que todos son de este mundo? Un dia estaba leyendo un cuento que le gustaba y que, al mismo tiempo, le daba mucha impresion, Se trataba de un hombre que habia entrado a una cabaia perdida en medio del bosque. Pasaba la noche alll y a Ja maftana descubria que habia dos puertas para saz, pero no podia acordarse por cuil de las dos habia en- trado, Al abrir una puerta al azar, se encontraba de pronto en otra dimensién, Un desierto inmenso y ho- rrible se extendia hasta el infinito. Aqui y allé habia Uunos cactus que se movian lentamente y parecian te- ner ojos. Una extrafa atraccién lo impulsaba hacia la hada, Con un sobrehumano esfuerzo de la voluntad, ¢l hombre consegufa resistir y, casi sin darse cuenta, se fencontraba de vuelta dentro de la cabaila. Pero, una Wet mis, no sabia cual de las dos puertas daba al bos- y-cuil daba al horror. Tenia tanto miedo, que se Giedaba encerrado para siempre. Era una historieta, Wi dibujo mostraba que la cabaiia tenia agua corriente Hjue habia, apoyadas en las paredes, plas y pilas de Tas de conserva, como para que el lector supiera que Maagiieeesperaba al hombre no era una muerte répida, Miipiescs y quizas aiios de indecisién: e dltimo dibu- ibatraba las dos puertas, ls dos picaportes Leandro levanté la cabeza de la revista y miré a su alrededor. Mas de una vez habia corrido la cortina del bao, de un tirén, asustade, pensando que podia haber un cadaver recostado en la bafiadera, listo pa- ra levantarse en cuanto él lo mirara. Pero nunca se le habia ocurrido que todas las puertas podian ser peli- grosas. Ahora lo sabia. Su casa estaba llena de puer- tas. La de la cocina, la del baiio, la de su cuarto, la del cuarto de sus padres... Cualquicra de ellas podia con- ducir a un lugar desconocido y terrible, Por suerte, casi todas estaban abiertas, Sélo la puerta de la coci- set na estaba cerrada. Y ahora tenfa sed, mucha sed, @Se atreveria a abrirla? Dudé un momento con la ‘mano sobre el picaporte, avergonzado de si mismo. Finalmente abrié de un empujén. Baldosas, azulejos, mesada, microondas, licuadora, alacenas, cocina, he- Iadera, Todo bien. Entonces abrié la heladera para sacar una gaseosa y se encontré de golpe en un desiesto blanco y frio, infinito, Como en una pesadilla, todo parccia tener varios significados. Extrafias formas de hielo se mo- vian hacia él, primero Ientamente, después cada vez, sectitees mis répido. Si hubiera tenido que deseribirlas, le ha- bria costado encontrar las palabras, porque no se pa- reefan a nada que conociera. Lo peor era la sensacién de miltiples miradas que se clavaban en él: porque ces0s seres no tenian ojos. ‘Mir6 hacia atrés, La puerta de la heladera habia quedado a sus espaldas. Sin darse cuenta, estaba ale- jJindose de ella, perdiéndose fuera de su mundo, Sus piernas se movian haciéndolo caminar hacia adelan- te como las de una marioneta manejada por los hilos del titiritero, Tenfa que cortar esos hilos invisibles con Ja fuerza de su voluntad. Se sentia cansado, muy can- sado. Con una decisién brutal, que le costé buena parte de su energia, se dio vuelta y traté de correr pa- ra cruzar la puerta de la heladera y volver a la coci- na, Pero las piernas se le hundian en la nieve hasta los mustos. Y debajo de la nieve, el suelo, en lugar de estar rigido y congelado, parecia estar hecho de un barro frie y poroso que se adheria a sus pantullas Leandro estaba vestido con un pijama de verano y cl frfo era tan aterrador que ni siquiera lo hacia tiitar: empezaba a adormecerse. Avanz6 lentamente, A cada paso tenia que arrancar el pie de ese barro que no alcanzaba a ver y que Iuchaba por tragérselo, Por suerte, la heladera no se habia cerrado. De algin mo- do llegé hasta alli, de algin modo logr6-aferrarse al borde de la puerta y saltar al otro lado, mientras el barro helado devoraba sus pantuflas con un horrible sonido de absorcién, — ‘Leandro! jLeandro! Ia voz de su madre lo des- 16 penté—. Te quedaste dormido leyendo en cl sillon del living! Era maravilloso, casi increible volver @ ver a sus padres. ee pat pregss papé—, ¢Otra vez tu- viste un mal sueiio? Pero mira cémo tenés los pies embarrados... éSa- liste al jardin en pantuflas? —pregunt6 la mama Durante mucho tiempo, Leandro se nego abrir la puerta de la heladera con la excusa de que daba comiente, Su papé reviso con cuidado la instalacion ‘léetrica pero todo parecia estar en orden. Ademés, ninguna otra pertona de la casa sentia esas misteriosas ‘descargas de las que hablaba el chico, que también se mostraba muy cautcloso con todas las puertas en general. Con el tiempo empez6 a comportarse mis Hormalmente, Habia muchas explicaciones para lo Gque le habia pasado. Una simple pesadilla, por Femplo, que lo habia hecho caminar en sueiios Por Gl jardin, Eso si: las pantuflas no aparecieron munca més, Pero hay tantas maneras de que se pierdan unas pantuflas... gO no? 18 SUENOS DE VICTORIA

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