Está en la página 1de 83
Héctor Rupolo sig RE NDR eld sl ee Ea eae eecreely oe Clinica Psicoanalitica cite ec erie anette de las Perversiones DP sercearahicessobreerstora eas Saag a eae Ra aa aati Fas Sheais pan cola ' Conta acd ie a ie eek ec co I) { ee ee fie Lad ee cae eae evi tele heab te ‘ nt Reto ecco, etiam doce ee 5 ey eee ean Paani aa Semiescrito F Cie tei el at nse EDICIONES NACAL Héctor Rupolo Clinica Psicoanalitica de las Perversiones Semiescrito I p yl. pre EDICIONES NACAL Rupolo, Héctor psicoanalitica de las perversiones : semiescrito I/ Héctor Rupolo edicioniteraria a cargo de: Judith Jamschon ; lustrade por Federico Parolo - ‘aed, - Buenos Aires : Nacal, 2006, 168 p. : 23x16 om, ISBN 960.99902-1-3, ‘9509990210 1. Psicoanaliss, |. Jamschon, Judith, ed. it. H, Parole, Federico, ius. Titulo C0 150.195 Fecha de eatalogacién: 25/08/2008 Tustracién de tapa:"Porversién” de Federico Parolo © 2006, Eniciones Navas edicionesnacal@interservercom ar 1S BN: 950-9902 9509990210 3 Primera edicion: Septiembre de 2006, Inpreso en Argentina ~ Printed in Argentina ‘Queda hecho el depésito que marea la Ley 11.723 Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra bajo cualquier método, in luidos la reprografia la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa autorizacién por escrito de Ios titulares del copyright. indice Prefacio. Carirvio T Introduccién Cariruvo I Los psicoanalistas y las definiciones psicoanaliticas de La perversién, Captruvo TIL La prohibicién del incesto Caviruio IV Bl falo Cariruto V La falta, la funcién faliea y la estructura de la perversion Cariruvo VI La perversion desde la estructura del deseo Caviruvo VIL La perversién desde la estructura del goce I Caviruo VILL La perversidn desde la estructura del goce I Bibliografia general 9 23 83 101 121 143 163 Agradecimientos Cuando uno eseribe, no puede sustraerse al hecho de que alrededor de la escritura se sume una cantidad de personas que colaboran de di- ferentes maneras. Por ello quiero agradecer a quienes han contribuido para que este libro pudiera publicarse. En principio a los integrantes de Triempo, Institucién Psicoanalitica; a ellos estuvo dirigido el semi- nario, y ellos lo han sostenido con su presencia. Por otro lado, a Judith Jamschon, quien ha corregido el texto y cuyos comentarios han mejora domi escritura, A Mariana Chelmicki, quien realizé la tarea de cotejar a desgrabacién del seminario con las clases preparadas previamente. A Sandra Wolanski, quien colaboré con la correceién. A Leandro Sal- gado, quien edité el libro con su habitual profesionalidad; y a Federico Parolo, quien capt6 artisticamente la esencia de la imagen con la que quisimos graficar la célula principal de ta estructura perversa Prefacio En primer lugar, quiero agradecer a Triempo, Institucién Psicoana- ica, que me ha dado la posibilidad de dictar el seminario “ZQué es- tructura la perversién?”, a partir del cual escribi el presente libro, En segundo lugar, espero haber podido arribar a una concepcidn ge- neral de una estructura, sobre la cual creo que se habla muy poco: me refiero a la perversion, En tercer lugar, quisiera anunciar los eapitulos de este libro, que se basan en lo que ha sido el programa del seminario dictado dura te el aiio 2005. Haremos una introduccién a los diferentes eapitulos y recordare- mos algunos de los conceptos que hemos esplegatio en los comienzos del seminario, asi como también eudles eran los objetivos fundamen- tales de éste En el primer capitulo, tomaremos como punto de partida el titulo del seminario de 2005, y haremos referencia a algunas connotaciones cotidianas que existen acerca de la palabra perversion. También, co- izaremos la interrogacién del concepto de perversién desde la pers- pectiva de diferentes autores psicoanaliticos En el segundo capitulo, proseguiremos el desarrollo sobre los dife rentes abordajes psicoanaliticos del concepto de perversion. En el tercer capitulo, nos dedicaremos a exponer la prohibicién del incesto. Intentaremos caracterizar seriamente este concepto, de! cual se habla con frecuencia dentro del psicoanilisis, pero que nunca es de- finido rigurosamente. En el cuarto capitulo, nos extenderemos sobre el concepto de falo, En el quinto capitulo, comentaremos las relaciones entre falta y fun- cion falica, para introdueir la problemutica del deseo en la perversion. En el sexto capitulo, afirmaremos que es posible el psivoanlisis de la perversién desde el punto de vista del Deseo, con maytiscula, para Hecror Ruroto diferenciarlo del deseo con mintiseula, que caracterizamos como el de- seo desde el registro imaginario. En los eapitulos séptimo y octavo, nos extenderemos sobre las rela- ciones entre perversion y Goce. A continuacién, reproduciremos algunas de las razones que funda- mentan la eleccién del tema de la perversion para dictar un semina- rio y luego convertirlo en un escrito. {Retomaremos la prictica de dietar un seminario por aiio? Bl pri- mero que hemos dictado fue en el afio 1985, en la Facultad de Psicolo- «zia, y el tiltimo, en 1996, en el Hospital Borda. En el afio 1995, formamos parte de quienes fundamos Triempo, Ins: titucidn Psicoanatitiea, y esto hizo que se suspendiera el seminario que dictabamos desde hacia 12 afios, y que habiamos llamado Seminario de Trabajo Lacanoamericano. Luego dietamos algunos seminarios mas, pero no en forma continua La actividad de seminario siempre fue algo fundamental para nues. tra interrogacién como psicoanalistas, incluso en los primeros tiem- pos de nuestra formacién. Pero, ademas de los efectos que se produ: jeron sobre nuestra formacién, creemos que la practica de seminay es un elemento muy importante de toda interrogacién sobre la teoria psicoanalitica Sin embargo, la actividad de un seminario, si bien es propicia para Ja formacién del analista, resulta insuficiente para que se produzca el fenémeno que sostiene el psicoandilisis: la transferencia. SEMINARIO Y TRANSFERENCIA La transferencia es un fenémeno singular y poco frecuente. No es comin que un analista pueda conducir un proceso analitico desde el lugar que implica la transferencia, pues la transferencia es amor, y sa- bemos de las dificultades inherentes a que alguien pueda tomar a otro como objeto de amor. Si bien ese amor que surge en la transferencia se produce en fun- cin de toda una operatoria que hace al dispositivo analitico, en su esencia, el analista se constituye como objeto amado; si hay un aman te, éste esta del lado analizante Y hay quien quiere aventurarse a amar y hay quien no, hay quien se alarma con el amor, hay quien hace un arma de su amor, hay quien prefiere un vinculo de desamor; y hay quien es mas sano, m: is normal, 10 Cuties FSICOANALITICA DE LAS PERVERSIONES. SesaescRtTO T as resguardado, entonces, lo que busca no es amor, sino una rel con un alguien, lkimese psicoanalista, psicoterapeuta o psiquiatra, pero, en sintesis, busea que nada de si se altere. Quizais habria que escuchar mas atentamente a alguien que no quiere que se altere su personali- dad, pues la personalidad, como nos enseiié Lacan, es la paranoia {Si no hay amor, no hay transferencia! Esto es definitorio. Acaso, los sujetos que dicen que nunea se analizarian, porque no se entregarian a alguien que pudiera decidir sobre sus vidas... Aca- so, quienes hablan de esa manera... {no nos estan diciendo que tienen miedo de enamorarse y, asi, de entregarse a alguien? ‘Volvamos a nuestra afirmacién -ya que no es seguro que sea asi para otros- de que el lugar de! seminario y el lugar de la public: tan insuficientes para establecer la transferencia. El seminario y el libro no son los lugares apropiacos para que el sta se ofrezea al amor de un sujeto, ‘Sin embargo, podemos dar razones suficientes de lo importante que es, para nosotros, tanto dictar un seminario como escribir. ‘Ahora bien, sila transferencia se instaura por algiin otro medio, en- tonces, el seminario y la publicacion podran contribuir al sostenimien- to de la transferencia. {Por qué afirmamos que la préctica del seminario y la publicacién no son lugares aptos para eausar transferencia? En primer lugar, porque el seminario es un lugar en el cual quien Jo dicta, habla en posicién de analizante. Y esto quiere decir que la po- sicidn de sujeto, para establecer la transferencia, es inadecuada. Por lo tanto, este es un lugar no apto para ofrecerse a encarnar la pregunta que viene del sujeto, y que le retorna desde el lugar del Otro, ya que en el dispositivo del seminario, en realidad, es el dictante quien es interrogado por el Otro. En esta posicién, a lo sumo se puede contagiar a otros la pasion que aunolo habita, o puede desarrollarse una identificacién histérica, pero hho necesariamente se va a producir transferencia, Pues la transferencia implica: tomar ese lugar en el cual el sujeto del deseo le demanda a Otro que ocupe la apariencia de “a”. ¥ esta aparien- cia, que pareceria ser un término abstracto, consiste en lo que hemos, definido anteriormente: la apariencia de ofrecerse como objeto amado. Por lo tanto, la transferencia no surge de donde uno interroga el sa- ber, sino del deseo de un sujeto que interroga el saber, para reconoe: que ese saber es suyo. uw Hector Rurowo PUBLICACION Y TRANSFERENCIA Ahora bien, respecto al escrito publicado, la dificultad reside en que, para interrogar el lugar del deseo, como mensaje invertido que provie- ne del lugar del Otro, se necesita una relaciin en presencia, una rela- nplique lo real de la presencia del analista, No hay posibilidad de establecer la transferencia en ausencia, pues ella es, en si misma, una ausencia; por ello, justamente, es necesario que alguien esté presente. Por lo tanto, en cualquier tipo de vinculo que se establezca por un medio que no sea directo, en el cual exista alguna forma de intermedia- ign, ya sea un escrito, un teléfono o una computadora, lo que realmen- te ocurre es una simulacién de relacién transferencial Actualmente se han iniciado contactos por medio de Internet, a tra- vés de chat o foros. Alli, también, se da esa misma estructura; puede co- menzar un contacto por esa via, pero, para que la relacién se establez- ca, e8 necesario, inevitablemente, el contacto personal. Lo eval no quiere decir que no sea posible establecer un tipo de relacién que evite el contacto personal, pero esta modalidad impli- ca un vinculo diferente del que estamos caracterizando como trans. ferencial, DIFEREWCIA ENTRE ESCRITO Y PUBLICACION El escrito es lo que se lee, lo que se da a leer; el escrito en psicoand- lisis es lo que se da a leer eifrado, ste cifrado es del orden del analizante, del sujeto; por lo tanto, que se produzca algo a partir del escrito no debe confundirse con lo que en si se publica. Durante los aftos que hemos dictado seminarios, fuimos estable- ciendo con los alumnos un tipo de relacién, pero no era de transferen: cia, pues, en realidad, se trataba de lo que le sucede a un a-estudian- te con su profesor, y eso es el “alumnambriento”, Este neologismo es, aparentemente, una condensacién entre las pa Iabras alumno y hambriento. Sin embargo, entre ambas se esconde su tilmente la palabra alumbramiento. Aqui hay un ejemplo de lo que es el escrito para el psicoanslisis: el alumnambriento. Hay sujetos que Hlegan al tope del alumnambriento, alumbréndose con el saber de su profesor. También satisfacen un hambre, que no es 12 CCuisica PSICOANALITICA DE LAS PERVERSIONES, SeatescrzTo T otra cosa que una demanda de saber: Un seminario puede operar se- parando esta demanda de saber, del deseo que ests por debajo, es decir, de las preguntas que pertenecen al campo del sujeto del Deseo. En nuestro seminario, no dejamos de hacer algo que habiamos aprendido de uno de nuestros mayores maestros: Enrique Pichon-Ri EL, siempre que alguien lo cuestionaba, daba un lugar a esa pala- bra, Debido a esto fue tan signifieativo para nosotros el video de la con- ferencia de Lacan en Lovaina, pues pudimos reconocer alli cusin pare- cido era Lacan al viejo Pichon-Riviére, cuando les daba lugar a quie~ nes lo cuestionaban. Recordamos que, en las clases que dictaba Pichon-Riviere, a las que acudian no menos de cien personas, si en algtin momento alguien pe- dia la palabra y comenzaba a euestionar, Pichon-Riviere lo dejaba ha: blar. Los presentes haciamos comentarios de desaprobacién respecto ala persona que hablaba y al hecho de que Pichon Riviere lo ese ray lo dejara hablar Solo tiempo después pudimos apreciar el valor de“permitir la pala bra a otros”. En ese entonces, éramos muy jévenes, y lo tinico que nos importaba eran los enunciados del profesor. Todavia no estabamos pre- parados para esa ensefianza que, en su enunciacién, nos brindaba el viejo Pichon-Riviere con su ejemplo, Sin embargo, el amor al maestro, de parte de los a-estudiantes, no es tan peligroso como el amor de transferencia. Sobre todo, si el ana- lista en cuestidn, habilitado por el poder del amor de transferencia del sujeto analizante, hace uso y abuso, Hegando al limite de dirigirle la vida a su paciente. Que un profesor consiga esto de sus a-estudiantes es mas dificil, yen eleaso de que lo consiga, lo mas grave que puede llegar a ocurrir es com- plicar a otro maestro tedricamente, lo cual no es un efecto negativo. En cambio, cuando e! poder de la transferencia es vehiculizado de tal manera que el analista elige por el analizante, la situacién es un ‘poco mais complicada, no s6lo por el analizante, que se presta a ubicar- se como objeto del amo analista - pues en esto se instala cierta perver sidn producida por ese psicoanalista -, sino también por el dato que le usa al psicoandlisis mismo, {Parece extrano esto? Aeaso no es posible reconoeer lo mismo que pasa en ciertas parejas, en las que, para que no se vean cuestionadas por un tercero, no permite uno de ellos que el otro establezea relacio nes que puedan cuestionar su “amoamor”? 13, Hector Rurovo Por todas estas refl nueva es que inauguramos un nombre, el de Semiescrito Este término es intermedio entre escrito y seminario, El semina- rio de 2005 fue un decir, y del escrito da testimonio la publicacién de este libro. jones al retomar una tarea pero fundar una juevo cielo, lo hemos bautizado con otro Hector Rupolo Febrero de 2006 u Cartruto I Introduccién La pregunta con la que convocamos al seminario del ano 2005: “2Qué estructura la perversion?” tiene diferentes lecturas. En primer lugar, es una pregunta; en segundo lugar, no es wnivoca, Se la puede leer de diferentes manera: 1. {Qué es lo que estructura la perversién? O, sino: 2. {Qué estructura es la perversién? Finalmente: 3. La perversion, ges una estructura? Ahora bien, realizar una interrogacién de tal naturaleza es un poco arriesgado, por lo menos a nivel psicopatologico. Al menos desde Lacan, cabria pensar en tres tipos de estructura, y, hasta este momento en que nos interrogamos, siempre hemos sos tenido que las estructuras son: la neurosis, la psicosis ¥, en tercer I gar, la perversion, Las tres estructuras son diferentes; por lo tanto, cada una tiene par ticularidades que las convierten en neurosis, psieosis o perver: iin eada caso Pero dentro de las invariantes que, a nuestro entender, zan a cada una de estas estructuras, cabria ~ y este “eabri gunta que pensamos llevar adelante — la posibilidad de una cierta mo- vilidad entre la estructura neurtica y la perversién; no asi en el caso de la psicosis, Es poreello que hemos sostenido, en Clinica psicoanatitica de las psi cosis, que la psicosis es una estructura entre cuyas invariantes s cuentra la imposibilidad del pasaje a la neurosis a la perver: Hecror Rurowo Si fuera posible pasar de una estruetura perversa a una neuréti- ca mediante una eura psicoanalitiea, se nos plantearia el interrogan- te siguiente: zhasta qué punto es licito considerar a la perversion como una estructurs Ahora bien, si la respuesta es afirmativa, surge, inevitable, otra pregunta: Qué posibilidades de cambio tiene esa estructura después de pa- sar por la operacién analitica? En otros términos, formularia la pregunta asi: Si hay cura en la perversién... {Cusl es el fin del andlisis en dicha estructura? Hay una primera respuesta positiva, ya que los euras a menudo es- tan cerca de la per-versién, es decir, de una versién del padre y, sobre todo, de la que se halla entre el padre muerto y el padre imaginario, ‘Una segunda vertiente seria la que pretendemos interrogar, y ya no se tratarfa de “el” cura, sino de “la” cura, ¥ la cura psicoanalitica en la perversién... ests por verse. Pero, quizas, si investigamos un poco més Ia primera vertiente del cura, a la cual caracterizamos como una versién del padre entre el pa- dre muerto y el padre imaginario, podriamos acercarnos a Ia segunda ccuestién, es decir: si hay cura psicoanalitiea en la perversién. {Cuil es la version del padre en la perversién? Se sabe que Lacan divide la palabra en pire-version: padre-versién. Si bien todos estos interrogantes pululan dentro de lo que queremos investigar este afio, hay algo de lo que hemos partido, y por lo cual ele- ‘gimos este tema: es el hecho de que ya hace varios afios que en nuestra prictica analitica nos hemos encontrado con la perversion, tanto en for- ma de estructura, como en conductas perversas de ciertas neurosis. Lacan sostiene que la homosexualidad es perfectamente tratable por medio del psicoandilisis, Pero esta es s6lo una de las perversiones; hay muchas otr Por una serie de elementos, sea por los fracasos que tuvo Freud 0 porque le faltaron eiertas lineas directrices para pensar la perversion, cesta estructura (si lo es) no puede tratarse con lo que Freud nos leg6, ni con los conceptos que, después de él, prosiguieron otros psicoanalis- tas, antes de llegar a Lacan. En este sentido, tenemos en nuestro pais una gran tradieién con res- pecto a esta imposibilidad, reforzada por Ia teoria Kleiniana, que fue dominante en el psicoandlisis de los aitos sesenta, y que auin contintia sobreviviendo en ciertas estructuras psicoanaliticas institucionales, 16 CCLIvica FSICoANALIFICA DE LAS PERVERSIONES. SeymEscRITO L Esto llev6 a que las organizaciones oficiales del psicoanalisis en la Argentina crearan una nueva estructura psicopatoldgica: la psicopa tia, Este cuadro se cred en la Argentina para explicar ciertos interro- gantes que no se podian entender desde la teoria de las relaciones ob- jetales de Melanie Klein. Sin embargo, no nos queremos extender en el desarrollo de la pro- blematica que presenta la creacién de la psicopatia, puesto que ello nos apartaria un poco de nuestro tema. Ademais, dado que la manera de conceptualizar la psicopatia es de tan poca rigurosidad, no merece que nos dediquemos a ella mas alla de ciertas referencias. Que NTIENDE POR PERVERSION Para acortar camino en la historia del eoncepto de perversion, ca racterizaremos qué se entiende hoy por perversion, Para ello, anali- zaremos las distintas definiciones sobre perversion que nos dan algu- nos diecionarios de psicoaniilisis, lo cual nos permitira delini minadas posiciones psicoanaliticas actuales frente al concepto de per- En primer lugar, diferenciaremos el uso comtin y vulgar del voe: blo perversién, por un lado, y los usos especificos dentro del psicoar lisis, por el otro, ‘Tomaremos como primera referencia un diccionario que no es psi- coanalitico, sino de uso comin: e! de Maria Moliner. La autora define perversian del siguiente modo: aur deter- 1. Adjetivo aplicado a personas, a sus sentimientos o instintos, y a sus acciones. Muy malo, capaz de hacer mucho daito a otros y de ‘gozar con su padecimiento. Un hombre perverso, capaz de come ter un crimen. Un nifio perverso que martiriza a los animales. De pravado, malvado. Se usa hiperbélica o jocosamente aplicado, por ejemplo, a un nino travieso o a una persona picara o maliciosa, 2. Aplicado a las consecuencias negativas de algo: “El gobierno pre- tende corregir los efectos perversos de la ley” Como se puede apreciar, coincide con algunos de los si uso cotidiano de La palabra perversion tidos expresados en esta definicion, 1. Moliner, Maria: Diecionario de uso del espasiol (pp. 654 y 655). Hector Rupovo En sintesis,a pesar de sus matices, a palabra perversi6n indica una cualidad moral negativa de una persona, que se puede extender desde Ia maldad hasta la posibilidad de eometer un crimen Ahora consideraremos los usos que la palabra perversién tie ‘min las diferentes perspectivas, en la teorfa psicoanalitica Como ya lo anunciamos, recurriremos a diferentes diccionarios de psicoansiisis y diversos articulos donde se define, desde distintas pers peetivas, la palabra perversién, ‘Hemos tomado el sentido comin del voeablo, porque en la época en que estamos viviendo, la homosexualidad, el travestismo, la adopeién de hijos por parejas homosexuales, son euestiones que pertenecen a la cotidianeidad social de hoy en dia. En nuestra cultura actual, comentar que la homosexualidad es una perversin genera inmediatamente rechazo. ¥ esto se produce debido a Jo que se entiende vulgarmente por perversién: “ser malvado, que goza con el sufrimiento de si 0 de otro hasta incluso llegar al erimen’. Altomarse el voeablo perversién en sentido moral, se hace compli do calificar de perversién a cualquier estructura en un medio por fue: ra del ambito del psicoanalisis. Pues la connotacién que tiene para los analistas no es la misma que se muestra en el uso comtin. ‘Vamos a tomar como primera referencia, para comenzar a analizar los diferentes diecionarios de psicoanalisis, la posicién psicoanalitica iis tradicionalista: la posicién religios: Bl primer diecionario reconocido de psicoanalisis surgié después le que Lacan comenz6 a influir en el psicoanalisis. Sus autores fueron de los primeros diseipulos de Lacan, que luego se apartaron de su ense- anza. Nos referimos a Jean Laplanche y a Jean Bertrand Pontalis, que realizaron este diccionario bajo la direceién de Daniel Lagache ‘Si hacemos una lectura rigurosa y precisa respecto al concepto de perversién, podemos apreciar que lo que no se quiere aceptar, en la de- finicidn de la palabra perversién que nos da este diccionario, es que el psicoanilisis es otro a partir del discurso de Lacan. Este diccionario surgi6, evidentemente, bajo la consigna de Lacan: “Volver a Freud’;es decir, los psicoanalistas franceses, inexistentes como ‘Aclaramos que todos los calificativos, interpretaciones y deducciones que rea- licemos de les diferentes diecionarios seran relativos a la definieion que los :nismos nos brindan de la palabra perversidn. Hacemos esta aclaracion, ya que noes un objetive de este eserito analizar los otros coneeptos definidos en los diccionarios que hemos tomado como referencia, 18 (Cuinica PsicoaNaLinica DE LAS PERvERsiONES. Seauescrrro discurso en el contexto mundial, no pudieron dejar de encolumnarse bajo la consigna lacaniana, por lo menos en Francia ‘tamos hablando del psicoanslisis franeés de los afos sesenta, El psicoanzlisis Iacaniano no era conocido en nuestro pais; Lacan empe 26a concentrar la atencién de los psicoanalistas a partir de la publica. cidn de los Berits, en el ano 1966, y de su traduccisn al castellano, en los afios setenta. A partir de la ensenianza de Lacan, comenz6 a dar se un movimiento en el psicoanalisis de Francia, que dio origen a este diccionario, del cual extraemos su definieién de perversién. Ahora bien, si leemos detenidamente la definieién del concepto de perversién, nos encontramos con una coneepeién del término que tie- ne todos los vieios hasta ese momento producidos en la teoria psicoa- nalitica posterior a Freud. Este diccionario refleja bastante claramente lo que se decia respecto a la perversién, dentro del psicoanilisis, des- pués de Freud y antes de Lacan’ Si bien los autores aclaran sus buenas intenciones, Ins traicion cuando plantean su definicién, al mismo tiempo que delatan la fuen- te de la que parten, es decir, la norma de la cual se desvia el perverso: «Desviacién con respecto al acto sexual “normal”, definido como coito dirigido a obtener el orgasmo por penetracién genital, con una perso- na del sexo opuestor* La perversién, definida a partir de esta generalidad, toma el sesgo de Ia norma religiosa, que es “el coito genital con la persona del sexo ‘puesto’, y faltaria agregar: “unidos por Dios en santo matrimonio”. Es claro el trasfondo de dicha norma: Ia madre Iglesia, que define que la sexualidad entre el hombre y Ia mujer debe ser el coito para te ner hijos, Luego sucede lo inevitable: al definir la perversién a partir de la desviacién de una norma, se introduce la problemitica sobre la nor ma de origen; en el caso que nos acupa, los autores toman como nor- ‘ma referencial el instinto. Pero, tal como sucede en el inconsciente, en el cual nohay eontradic- ci6n, a pesar de partir de una definicién tan poco calificada de la per- version, aportan una lectura acorde eon el texto freudiano, ya que en- cuentran, en el anslisis que realiza Freud sobre la perversion, un punto de apoyo para poner en tela de juicio la definicidn de la sexualidad. 3. Aunque este diccionario haya visto la luz durante la ensefianza de Lacan, sin embargo, retorna a la conceptualizacién prolacaniana. 4. Laplanche, Jy Pontalis, J-Baptiste: Diccionario de psicoanslisis (p. 289), Hecror Rupowo Sin embargo, a pesar de este acierto, Hegan a una conclusién poco original y prelacaniana: que la perversion es una fijacién que se da en las funciones pregenitales del sujeto, las cuales luego, “gracias a Dios”, se subordinan, mediante el Edipo y la castracién, a la genitalidad nor- mal:".., (el) coito dirigido a obtener el orgasmo por penetracion geni- tal, con una persona del sexo opuesto”. ‘Asi, hemos realizado un hermoso cireuito en circulo: partimos de una definieién general, proveniente, segtin nuestra lectura, de la “San- ta Iglesia’, y los autores del diccionario nos dicen que, si sumamos to: das las aclaraciones fundamentales, establecidas por Freud, respecto a la sexualidad (léase sexualidad infantil, Bdipo, eastracién y todo lo {que se quiera agregar), podremos encontrar la norma necesaria para establecer lo que se aparte de Ia misma y que se llama perversi6n. Es decir, que esta Escuela Francesa sin Lacan es, en realidad, una representacién aggiornada de la coneepei6n post-freudiana:“La sexua- lidad Namada normal no es un don de la naturaleza humana”. {Qué tienen que ver los conceptos freudianos con esta afirmacién, que aparece en el diccionario? En el contexto de una definieién que implica la norma natural de la procreacién, afirmar que la sexualidad humana no es un don de la naturaleza, sélo puede querer decir que es obra de Dios. Sin embargo, la frase que citan del propio Freud, en este mismo die- cionario, habla de la confusién en que se encuentran los autores:*... el interés sexual exclusivo del hombre hacia la mujer no es una cosa ob- via (... sino un problema que necesita ser aclarado”. Freud afirma inteligentemente que el interés sexual exclusive del hombre hacia la mujer no es una cosa “obvia", sino un “problema” que necesita ser aclarado, Es evidente que este diccionario habria sido més coherente si no hubieran citado a Freud, pues una simple frase freudiana contradice Jo que afirman. en el ejereicio mismo del acto genital, basta que el juego se ad hiera excesivamente al placer preliminar para que se deslice hacia Ia perversion. 5. Laplanche, Jy Ponta 6. Ob. cit. (p. 286) 7. Ob. cit, 8. Ob. cit. (pp. 286 y 287). is J. Baptiste: Diecionario de psicoanslisis,(p. 285) 20 (Civica PSICOANALETICA DE LAS PEnvERSIONES, SemEScRITO L Podriamos preguntarnos, ya que estamos hablando de la norma: el coito genital maduro entre un hombre y una mujer, geomo debe ser? Pero en este diccionario no se detienen en esto, sino que nvanzan, pues los autores ya habian escuchado algunos seminarios de Lacan, 9 en sus ofdos repiqueteaban los cuestionamientos al “acto sexual nor mal” y totalizador. Entonees, se preguntan: Bs licto, sin embargo, preguntarse si es solamente su cariicter unifi ceador,su valor de «totalidad ciales, lo que confiere a la genitalidad su papel normative. Nume- rosas perversiones, como el fetichismo, la mayoria de Las formas de homosexualidad, ¢ incluso el incesto consumado, suponen, en efee to, una organizacién bajo la primacia de la zona genital, ;No indica esto que la norma debe buscarse en algo aparte del funcionamiento genital propiamente dicho” ‘en contraposicién a las pulsiones spar ‘Como corresponde a una biisqueda obsesiva, en la cual no se quiere encontrar el deseo, lo marginal inscripto en los rituales aparece como el centro de interés de las definiciones de este diccionazio, Es decit, si no podemos encontrar a norma en lo genital, entonces deberemos encontrarla en los mecanismos de defensa, que no son otra cosa que el detalle del obsesivo que encubre el deseo, al misino tiem- po que el rechazo mismo: las santas defensas, los sa defensivos, la renegaciin de la realidad, la eseisin del yo. Y se finali za, para que los kleinianos terminen por digerir esta nueva escuela, ‘que amariamos “Escuela Ingles con que estos meca~ nismos guardan cierta similitud con los de la psicosis. iSanto remedio! ‘Tomando lo que nos ensefa el psicoandlisis: cuando un tema es es- pinoso y no se lo puede definir en su especificidad, se lo desplaza ha- cia un espacio contiguo, Sino podemos enfrentarnos con la solucién a la pregunta freudiana: “Por qué el hombre tiene un interés hacia Ia mujer?" deberemos adop- tar que hay una norma que nos indiea una definieidn de la sexualidad normal, lamémosla...“Edipo, cito genital eon el sexo opuesto”; como esto no sera suficiente, derivemos el problema hacia las fronteras. {Cual es el mecanismo? Hay renegacién de la realidad? {Hay es cisidn del yo? ¢Acaso los kleinianos no descubricron que el Sujeto se constituye a partir de estos mecanismos defensivos? 9. Laplanche, Jy Pontalis, J. B: Diccionario de psicoanslisis. (p. 21 Hecror Rurovo Bien, la perversion se acerea a esto. Con esto damos por terminado nuestro comentario sobre Ia defini- cin de perversién del Diccionario de Psicoandlisis Recordemos, para finalizar, el chiste, citado por Freud, sobre el paso de Calais, Se trata de una charla entre un inglés y un francés, en la cual el inglés dice que de lo sublime a lo ridiculo hay un solo paso, y el francés agrega: “Si, el Paso de Calais”, que es el que separa a Inglate- rra de Francia. Nosotros podemos adaptarlo diciendo que “de lo subli ‘me a lo ridiculo hay un solo paso: el paso de los que calé”. 22, Cariruto II Los psicoanalistas y las definiciones psicoanaliticas de la perversién En el capitulo anterior, habiamos comenzado a earacterizar las de- finiciones de la perversién eon las que podiamos encontrarnos en el medio psicnanalitieo. Para ello nos basamos en el Diccionario de Psicoandlisis', escrito por dos alumnos de Lacan: Jean Laplanche y Jean B, Pontalis. Estos discipulos fueron criticadas por su maestro, no sélo en forma oral, sino también por eserito. Basta leer las eriticas de Lacan a Laplanehe, para advertir la gra vedad de la desviacién promovida por este tltimo autor, Una de las intervenciones de Lacan respecto a esta desviacidn tie- ne lugar en el prélogo de la tesis universitaria de Anilka Rifflet-Lemai- re titulada: Lacan’ Esta tesis se utiliz6 como libro introductorio a la ensefianza de La- can, Publicado en 1969, se usaba frecuentemente en la Argentina, en los anos setenta, para comprender mejor a Lacan’ En el prologo de este libro, Lacan descalifica la afirmacién de La- planche que postula el inconsciente como eondicidn del lenguaie. Dicha afirmacién habja sido sostenida por Laplanche en un texto ti tulado EU inconsciente: un estudio psicoanatitico, el cual habia sido pre: sentado por su autor, junto con Serge Leclaire, en el Coloquio de Bon: nevalt de 1960, en presencia de Lacan 1. Laplanehe, Jean y Pontalis, Jean Baptiste: Diccionario de psicoand 2 Rifflet-Lemaire, Anika: Lacan 3. Locual es un contrasentido, pues los textos de Lacan, como él mismo afirmé, son para ser leidos y no comprendidos. 4. El Coloquio de Bonneval sobre el tema “El inconsciente” fue Mevado a cabo 23 Hector Repowo ‘Nos proponemos analizar esta relacién entre inconsciente y lengua {je postulada por Laplanche, dado que, entendemos, es crucial para dis- tinguir dos tipos de psicoandlisis: el de los psicoanalistas sin Lacan ~ que coincidiria con esta concepeién—, ¥ el de quienes nos basamos en la lectura de Freud que realiza Lacan. Para Lacan, a la inversa de La planche, el Ienguaje es eondicién del inconsciente. La critica de Lacan a estos dos psicoanalistas se centra en la simpli- ficacidn matematica que hacen de la formula de la metifora, y su opo- sicidn se fundamenta en el hecho de que simplificarla, introduce en la ‘scritura de la metafora un diseurso que no seria del psicoandlisis. En La metafora det sujeto*, que Lacan habia elaborado a proposito de la discusion mantenida con M. Perelman respecto a la metifora, La- can aclaraba uno de los términos fundamentales de esta controve ‘el hecho de que una metsfora no puede ser reducida a una analogia. La metfora del sujeto es dificil de comprender sin conocer el texto de Perelman: Tratado sobre la argumentacion’. De apoyarse la razon de la metifora en la analogia, seria posible re- ducirla a términos simplificados, tal como lo realizan Laplanche y Le- claire en el texto que Lacan toma como referencia. Pero en esta simplificacién de términos se introduce una cuest muy debatida por Lacan, por ser contraria al psicoandlisis y caracte ristica del discurso de las ciencias: es Ia suposicién de que el signifi- cante pueda significarse a si mismo, De este modo, si la metafora es redueida a una simplificacién ma- temitica, el resultado sera que el significante se significa a si mismo, cuando, contrariamente, la formula de la metaifora expresa, en su esen: cia, que un significante s6lo es tal a partir de otro significante Por este motivo, sila fGrmula de la metsfora se simplifica, operan- ‘en 1960, La totalidad de ponencias fue publicada en espafiol en 1970 (Hen. 1 By (comp.), El inconsciente, México, Siglo XX1, 1970]. Una de aquellas po- nencias es la que, bajo el tstulo Bl ineonsciente: un estudio psicoanalitic pre sentaron J, Laplanche y S. Leclaire, ya la cual J. Laplanche alude aqui. Bl Imisino texto se encuentya también editado en BI inconsciente freudiano y el psievandlisis francés contemporaneo, [Buenos Aires, Nueva Vision] 1976; y fen Prublematicas IV [Buenos Aires, Amorrortu, 1987). En la edicion del Co- loquio se encuentra una introduecion correspondiente a su publicaciéa en francés, en 1965, eserita por Laplanche que empieza a definirclaramente su distanciamiento de Lacan 5. Lacan, J: Bseritos If (p. 867). 6. Pereliian, M. ¥ Olbrechts-Tyteca, L.: Tratado sobre la argumentacin 24 Cunstea COANALITICA DE LAS FERVERSIONES, SemtescRrTo I do a Ja manera de los nimeros, arribamos a Ia conelusién de que el significante se significa a si mismo, lo cual contradice el concepto mis smo de metifora Pero no es éste el tinico efecto de la simplificacion aritmética y de la consecuente reduccién dela metéfora a una analogia, sino que, de- bido a esta reduccidn, surge la tesis errdnea de que el inconsciente po dria ser condicién del lenguaje Definir la relacién entre inconsciente y lenguaje de una manera otra es decisivo, ya que, si no se considera la orientacién de esta rela n, es decir, si el inconsciente es condicién del lenguaje o el lenguaje es condicion del inconsciente, no es posible entender por qué el ansli- sis clinico que realiza un “analista sin Lacan” es diferente de otro que cuenta con la ensefianza de Lacan. Entonces, sil inconsciente fundara el lenguaje, el psicoandlisis que- daria sometido a una concepeién del significante que se define por el significante que se significa a si mismo; en correlacién con esta concep- in, se define ol discurso universitario. En cambio, si el lenguaje funda el inconsciente, estamos, plenamente, en el discurso psicosnalitico Los trabajos que generalmente se enmarean en lo que podriamos denominar “freudianes sin Lacan”, se sostienen, en su base, de la for rulacidn de que el inconsciente es fundamento del lenguaje. Ahora bien, si destacamos esta relacidn entre lenguaje e inconscien- aal te, es debido a que se nos plantea algo muy relacionado eon el ter cual nos estamos dedicando: si el inconsciente fuese condicion del guaje, entonces no habria orden de la cultura, ni orden de lo social, del cual provenga el inconsciente. Por el contrario, se daria la descabella- da consecuencia de que la cultura provendria del inconsciente. Deesta manera, el orden al cual estariamos sometidos todos los su- jetos seria un orden individual, por fuera de lo social, El inconsciente, asi, se reivindicaria como una entidad individual y supracultural, de la cual emanaria la cultura misma, ‘Ahora bien, el problema que se nos presenta aqui es el siguiente: si no hay un orden social que determine el orden del inconsciente, ten- driamos que ubicar la ley en cada individuo, y, de esta manera, habria tantas leyes como inconscientes hay. Esta concepcién instaura ~ al invertir el orden de determinacién— una ley individual, que analizaremos cuando articulemos el texto de Lacan Kant con Sade. En este punto, cabe aclarar que la interpretacién de ln definicion del término “perversién” perteneciente al Vocabulaire, puede atribuir- Hector Rurovo, se a la lectura de los psicoanalistas posteriores a Freud y anteriores a Lacan, No tenemos respuesta a estas diferentes cuestiones que se nos plan- tean; s6lo sabemos que debemos continuar con aquello que hicimos siempre: una lectura rigurosa de lo tebrico, para que la clinica esté di- rigida de tal manera que permita dar cuenta racionalmente del que- hacer del analista. ‘Ala institucién freudiana la hemos caracterizado, en el aiio 2001, en, Un trabajo titulado De Za torre de Babel y la institucién tinica, al escri toy las diversas instituciones’. Hace poco tiempo, nos dimos cuenta que ese trabajo era una continuacién de otro, titulado “La Escuela pase a tuna Escuela”, que habia sido presentado por nosotros para la refunda- cidn de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. En lo que coinciden estos dos escritos, a pesar de la diferencia de contextos y de momentos histéricos, es en destacar que la “institucion tiniea” es una torre de Babel en la cual se hablan diferentes idiomas y en Ja que todas las tendencias tienen cabida, incluso aquellas que ha- cen nulo al psicoaniilisis La expulsién de Lacan de la institucién freudiana puso en evidencia que la relectura de Freud, propuesta por Lacan, amenazaba a un psi- s que, de la disciplina fundada por Freud, dnicamente man tenia su nombre. Bs en este sentido que eseribimos, hace 20 afios, el articulo “La Es- cuela pase una Escuela”. Por supuesto que no sabiamos, no podiamos saber, que nos estbamos anticipando al fraccionamiento de las diver- sas instituciones psicoanaliticas, caracteristico del panorama actual, tanto en la Argentina como en Francia. Abora bien, en el articulo inédito de 2001, que mencionamos ante- riormente, afirmabamos que “la institucién unica” es correlativa de la diversidad tedrica que se encuentra en su seno, al punto de no poder encontrar, en el lenguaje, una unidad de criterio respecto a lo que es el psicoandlisis. De esta manera, queda manifiesto que el tinico signi- ficante que mantiene unidos a sus miembros es el padre muerto. En cambio la diversidad de instituciones est fundada, desde nues- tro punto de vista, en un idioma que tiende a unificar, un idioma que se asemeja al de las ciencias: el escrito Instituciones que pueden albergar una diversidad de posiciones, 7. Trabajo inédlito. 8. Articulo publicado en 1985 Refundacién, EFBA, 26 Civica PSICoANALIFICA DE LAS PRHEVERSIONES. SeauesctsTO T como las que integran Convergencia®, pueden hablar un mismo idio ‘ma: el escrito que nos relaciona eon las eieneias es el de la topologia y Jos matemas. Mencionamos todo esto porque nos parece conveniente sélo a quienes se consideran puramente freudianos, como los autores del Diccionario de Psicoandtisis citado, sino también a aquellos que se disfrazan con un pretendido axgiornamiento. Son los psicoanalistas que hablan del psicoanslisis francés, con el fin de dar cuenta de autores mas “digeribles’. Esta introduccion de auto res que se formaron con Lacan, o participaron de su seminario en bajos que siguen los parametros de siempre, s6lo producen un cierto maquillaje; y si comenzéramos a removerlo, nos encontrartamos con el eadkiver que encubre En general, la mayoria de los articulas que se producen en el seno dela institucida freudiana constituyen un mazacote te6rico, al utilizar elementos de lo mas diversos, de autores que plantean cosas tan disi- miles sobre la perversion que, puestos uno frente a otro, cabe pregun- tarse cémo puede ser que pretendan articular la propuesta de un au- tor psicoanalitieo eon otro que opina todo lo contrario, Bs asi como nos encontramos con diversas tesis “novedosas boradas a partir de “grandes aperturas” del psicoandlisis hac que no era del campo del psicoaniilisis, en tanto, segtin los psicoana listas freudianos, “el psicoandlisis no fue hecho para analizar perver- sos", De ahi que surja una tesis congruente con aquello que venimos cuestionando a los autores del Vocabulaire: “... la actuacion perver- ssa se acompatia de modos singulares de funcionamiento mental”. De esta manera, la actuacion perversa estaria sustentada por una moda- lidad de pensamiento diferencial respeeto del pensamiento supuesta mente normal, Esta tesis mantiene la esencia de lo que se habia pro ducido, en la Argentina, con la caracterizacidn de un cuadro clinico de nominado “psicopatia”. El psicopata, ademas de ser muy perverso y malo, era, por otro ado, alguien de quien nos teniamos que compadecer, porque no tenia pen samiento: era una persona de accién. Asi, se avanzé répidamente s0- bre la tesis de un pensamiento propio del perverso. Podemos apreciar la coherencia de esta postura con la de los autores, criticados por Lacan: e] inconsciente determina el lenguaje; de acuer do con la fantasia inconsciente se modela el lenguaje y, en conseewen~ 9. Convergencia: Movimiento Lacaniano por el Psicoandlisis Freudiano, Hecror Rurovo cia, el pensamiento. Por lo tanto, el perverso, si consideramos que ti ne una estructura diferente a la de la neurosis, debe tener, también, un pensamiento diferente, Pe sirecorremos los ejemplos clinicos de estas autores que afirman haber descubierto un modo de pensamiento perverso, nos eneontraremos con que “se rien sin saber por qué”. Si leyeran a Freud en profundidad, aprenderian que todo chiste se basa en un signifieante, y que un chiste sancionado por el Otro no le quita valor al significante en juego, donde una “yegua” puede ser tanto un animal como una mujer deseable, La POSICION NEOCULTURALISTA ‘Vamos a analizar la definicién de perversién en el Diccionario de psi coandlisis", cuyos autores son Elisabeth Roudineseo y Michel Plén, ‘Acta posicidn la denominamos “neoculturalista”, pues viene al lu- gar de la corriente fundada por Karen Homey y otros. Esta corriente, si bien noes considerada perteneciente al psicoansiisis por algunos psi- coanalistas, tiene su importancia debido a que, teniendo una posieién critica respecto a las instituciones psicoanaliticas, concita el interés de muchos de aquellos que prefieren un psicoandilisis ambientalista. No esta demas decir algunas palabras acerca de eémo se gesto esta posicién por intermedio de una psicoanalista freudiana como Karen Homey. Partiendo de las dificultades con las que se enfrentaba la teoria de Freud para dar cuenta de la eastracién en la mujer, esta corriente se afirmé al pretender dar una respuesta a dichas dificultades eoncep- tuales en el campo del entorno social. Alrededor de estos psicoanalistas, fue tomando cuerpo un grupo que, cada vez mas, relativizaba los eonceptos del psicoandlisis en funcién de los condicionamientos sociales. Vamos a decir, entonces, que, asi como los freudianos llegaron a sos- tener tanto en los hechos como en la préetiea que la cultura, lo social, incluso el lenguaje, dependian del ineonsciente, este geupo se forms al especularizarse con el anterior y al sostenerse en una conceptualiza- cin opuesta: ya no es el inconsciente el fundamento del lenguaje, sino ue lo social hace que el inconsciente se borre a punto tal que el habla se transforma en lenguaje. El sujeto pasa a ser individuo de lo social. 10.Roudinesco, Elizabeth y Plon Michel: Diccionario de psicoanslisis. 28 CLINICA PSICOANALITICA DE LAS PERVERSIONES. SestscRITO Elotro problema de este grupo, que hemos denominado “neocultu- ralista’, es que confunden lenguaje con ambiente social; por lo tanto, tampoco pueden sostener el concepto freudiano y Jacaniano que esta en Ia base del psicoanslisis: que el lenguaje funda el inconsciente; ya que este grupo afirma que las relaciones sociales, entendidas desde al- guna ideologia determinada de lo social, engendran al individuo. Esta imprecision y borramiento de las diferencias entre el lengua Je como hecho social y las relaciones sociales en sentido politico tam- bién contribuyen a que se pierda la especificidad del inconsciente y la diferencia entre sujeto ¢ individuo" Esta posicién ambientalista o culturalista, se sostiene en la lectura de que la perversin sélo puede ser entendida en relacién a una nor- ma social, inductora de una norma juridica Y se basa en el hecho de que lo social es muy cambiante respecto a las consideraciones hacia la perversién, ya que en ciertos momentos es aceptada y, en otros, demonizada, ‘Asi, se toman en cuenta las diferencias culturales que hacen que ciertas précticas en determinadas regiones de Africa constituyan ri- ‘tuales, y en Europa puedan ser penadas por la ley. Esta relatividad de los eonceptos psicoanaliticos, sostenida en unta definicidn alrededor de lo social, hace que los fenémenos propios del psicoanélisis queden di- luidos, por la importancia que toma e! imaginario social. De esta manera, cuando se deben definir cuestiones muy unidas al imaginario social, como el tema de la homosexualidad, su 6ptica coincide con una opinién ligada al diseurso social dominante, como por ejemplo, dar cuenta de la homosexualidad en tanto un hecho que ha sido prescripto por lo social, y que, si no es aceptado, resul- ta “diseriminativo". De este modo, y apoydndose en un manual que no tiene nada que ver con el discurso psicoanalitico (por el contrario, se sostiene en el discurso universitario): el DSM IIT y el DSM IV", afirman que la ho- ‘mosexualidad figura con un nuevo término que se le ha dado a la p version: “parafilia”. Vamos a partir, entonces, de las definiciones de los manuales que TI Bsta diferencia entre sujeto e individuo la analizaremos mas detatladamen: teen prdximos eapitulos, 12, DSM-Manual Diagnistico y Estadistico de los Trastornos Mentales. Ameri: ean Psychological Association (APA). Heeror Rurouo anhelan ser el “todo” del saber sobre la salud mental, o sea, el Di yel DSM IV, donde se define la perversion como “parafili Esta nueva palabra, que pretende sustituir al término perversion, toma su fuerza de la necesidad de dar cuenta de una aceptacién, en lo social, de la homosexualidad, sin que ésta esté implicada en un térmi ro como el de perversién. Sin embargo, se trata de un eufemismo, pues segiin distintos auto- res, la parafilia podria definirse como: “preferencia sexual desviada’. Ahora bien, se han elaborado distintas versiones del Manual Diag: néstico y Estadistico de los Trastornos Mentales. Por ejemplo, en el DSM II] de 1978 se define: Las parafilias se caracterizan por la excitacidn como respuesta a ob- jetos o situaciones sexuales que no forman parte de los estimulos ‘normativos, y que, en diversos grades, pueden interferir con la acti vidad sexual efeetiva reeiproca. Es decir que la definicién de esta perturbacién, bajo este nombre, depende directamente de la normatividad social. En cambio, el DSM IV de 1995 dice que La caraeteristica esencial (Criterio A) de la parafilia es la presencia de repetidas e intensas fantasias sexuales excitatorias, y comporta: mientos sexuales que por lo general engloban: 1) objetos no huma- ros; 2) sufrimiento o humillacién de uno mismo 0 de la pareja, 0 3) ‘ninos u otras personas que no consienten, Pero también (Criterio B)esos impulses, comportamientos y fantasias deben “provocar ma- estar clinico significative ¢ deterioro social, aboral ode otras areas. importantes de la aetividad del individuo” Como se puede apreciar; la definicién se ha pulido, pero sigue sien- do el mismo coneepto: desde lo normative social se puede definir si al: guien es perverso o no, en la medida que provoque perturbaciones en To social; y no debemos dejar a un lado el lugar en el cual toma rele cia esta definicién: estos manuales son la referencia legal y normativa para decidir en toda cuestién juridica que se presente. ‘Noes casual que el intento de sustituciin de la palabra perversion por la de paratilia sea sostenido en el marco de esta posicién, que hemos denominado“neoculturalista”, El cual, al mismo tiempo que defiende la homosexualidad ante la diseriminacién, Ja condena a no acceder al 1u- gar de una escucha psicoanalitica neutral. De esta manera, aludiendo 30 Cuter COANALETICA DE LAS PERVERSIONES. SeauescesTo I ala diferenciacién y a la libre eleecién de un individuo, cuando intenta definir un eriterio que caracterice el fendmeno individual de la persona ‘que sufre la perversién, lo disuelve en definiciones culturales. Una de las principales consecuencias de esta concepeién en el mo- vimiento psicoanalitico recae en lo que refiere a los psicoanalistas y sus instituciones: mientras que los psicoanalistas de la IPA no autori- zan a los homosexuales a ejercer el psicoandlisis, los neoculturalistas hacen una bandera de esto y proclaman que la homosexualidad no se ‘pone a la posicién del psicoanalista. Argumentan que, a partir de 1972, la homosexualidad deja de ser asimilada por la psiquiatria a una enfermedad mental, ¥, quince anos mds tarde, a una perversion. Sostienen que se debe realizar una redefinicidn del estatuto de la perversién en general, y de las perversiones sexuales, en particular. {Quien podria asegurar que, pretendiendo ser justo y objetivo res ecto a la homosexualidad, no se la esta considerando desde una pers- peetiva moral? Siel psicoanulisis considera que la homosexualidad pertenece al eam pode la perversion, gestaria ejerciendo una: jn moralista re tode los sujetos homosexuales, tal como se lo hace cotidianamente? Pues, si nuestra definicién comiin de la palabra perversion es la que citamos anteriormente: “Una persona perversa es allguien malo que goza con el suffimiento de otros, pudiendo Hegar, incluso, al crimen”, es entendible que se produzca un rechazo, en quienes no consideren a la homosexua lidad un pecado, ante la definicién de ésta como una perversién. Un gay no sélo no se ajusta a la definicién de perversin que hemos citado, sino que, eon frecuencia, el amor que profesa un homosexual hacia su partenaire supera con creces -y podria servir de ejemplo— al amor heterosexual. En Plutarco aparece el ejemplo de un regimiento que formaron los sriegos, compuesto exclusivamente por homosexuales, con la condicién de que, entre los reclutados, estuvieran presentes“amantes y amados” La experiencia fue reveladora, ya que este regimiento fue el mas com- bativo de todos, pues tanto amantes como amados tomaron fuerza de la presencia de su partenaire para constituirse en los mas valientes. Ahora bien, el Diccionario de Psicoandlisis de Roudinesco afirma que si tomamos en cuenta la necesidad de no diserimin articula perfectamente con una clinica del deseo, en contra de una te- rapia normalizadora, sostenida por la mayoria de los psicoanalistas postfreudianos. 31 Hectox Rupovo Asi, se llega a considerar que, partir de Lacan y sus diseipulos fran- ‘ceses, entre los cuales se nombra a varios, como Jean Clavreul, Frangois Perrier, Piera Aulagnier, Vladimir Granoff y Guy Rosolato, aparece una. nueva perspectiva desde la cual la perversién es sacada del dominio de la desviacion, para ser considerada una verdadera estructura. — La autora califica a Lacan como un libertino que pensaba que sélo los, perversos saben hablar de perversion; y afirma que Lacan privilegia el deseo y el goce para hacer de la perversién un componente principal del funcionamiento psiquico, y habla de un desafio en relacién con la ley. Citemos un parrafo bastante significativo de este diccionario: Lacan hizo del mal, en el sentido sadiano, un equivalente del bien enel sentido kantiano, para demostrar que la estructura perversa se earacteriza por la voluntad del sujeto de transformarse en obje- to de goce ofrecido a Dios, convirtiendo la ley en una burla, y por el deseo inconsciente de anularse en el mal absoluto y en la autoani- ‘quilacién.” Si bien es cierto que Lacan eseribid Kant con Sade, texto al cual nos referiremos mais adelante, también lo es que esta relacién entre la ca kantiana y la étia sadiana, en el punto donde el mal absoluto vie- ne a igualarse al bien como ley general, no da lugar a que interprete- ‘mos rapidamente Io que va a decir la autora: Al sacar de tal modo la perversién del ambito de las perversiones sexual, a corente lcaniana abr el eamino a nuevas perspet é caer el diagnéstico de vas terapéuticas:sobre la perversindejaba de caer el diagnsstico ineurabilidad, pero ademas el perverso, no siendo ya necesariamente catalogado como perverso sexual, podia muy bien aeceder a la pric tica del psicoandlisi, sin ser “un peligro” para la comunidad. no se entiende en Basta interpretacidn es un poco arriesgada, pues no © qué se apoya para coneluir en que, a partir del texto de Lacan Kant con Sade, se paee destigar perversion de sexuaided, ‘Sin embargo, es posible reeonocer Ia marca culturalista en Ia con- feccon do eat genero que, como ta. adaptcidn del psicanalisis al ‘campo social y ambiental, desdibuja Ia propiedad que tienen los con tceptospsicoanalitics ‘ Gon esta argumentacién, la autora sostiene que Ia homosextali- 18 Roudineseo, E. y Plin, Michel: Diceionario de psicoanalisis,(p. 813) 14.0b, cit. (p. 813), 32. CA PSICOANALITICA DE LAS PRRVERSIONES, SED dad es una perversién no sexual y no peligrosa para la comunidad. Por lo tanto, los analistas homosexuales estarian autorizados a ejer- cer el anilisis, Si leemos atentamente lo que la autora afirma, resulta evidente que esto se convierte en una indeterminacién de la estructura, dado que el hecho de que la homosexualidad no deba ser censurada, por no tratarse de un peligro para la comunidad, no implica que ello sea sui. ciente para autorizar a ejercer el andlisis a una persona cuya estruc tura es perversa, Este es un tema que los psicoanalistas deberiamos debatir: El no sostener una posicién represora de In sexualidad, el no identificarse con un ideal de sexualidad normal, basada en la heterosextialidad, no significa que uno se apresure a tratar cuestiones tan complicadas de ‘una manera ligera, Sobre todo, por la contradiecién que implica en los mismos dichos de la autora, pues, por otto lado, Roudinesco afirma que la perversion es “hacerse objeto del goce del Otro”. Esta correcta afirmacion sobre la perversion no deberia detenernos ante la siguiente pregunta: {Es po- sible que el lugar del analista sea ocupado por alguien cuya estruct- ra consiste en estar en el lugar del objeto del goce del Otro? Si esto es asi, quienes, como nuestra autora, aprueban tal desempetio, no se han preguntado al servicio de qué Otro dicen lo que dicon? Al menos en nombre de la responsabilidad que impliea ser analis. ta, deberiamos proponernos esta pregunta, Por supuesto que nuestra autora no se detiene ahi, sino que com- plota el cuadro con la introduecién de una palabrita que se ha hecho famosa: género. Se basa en un autor, Robert Stoller, quien escribi6 un libro titulado, en francés, Investigations sur ’identité sexuelle (Investigaciones sobre la identidad sexual), y,en inglés, Sex and Genre (sexo y género). La diferencia entre sexo y género se reduce a la diferencia entre 40 biologico (sexo) y lo imaginario (género): “yo me siento mujer en un cuerpo de hombre. Nuevamente cl registro simbolico es ignorado LA PERVERSION BN LA ACTUALIDAD No podemos dejar de comentar la posicidn que actualmente toman algunos psicoanalistas, psicdlogos o psiquiatras frente a la perversién, fundamentalmente respecto a la homosexualidad. 33. Hecror Rurow Bn general abandonan la necesidad de apreciar, tanto la homose: xualidad como todo tipo de perversién, desde el fenémeno mismo, y tuian su andlisis solo en relacién a la diseriminacién social o, como ya hemos visto en el caso de los neoculturalistas, a partir de considerar si, con su perversidn, un individuo es capaz.de hacer daio a alguien 0 ‘un bien social. Las opiniones son de lo mis diversas, pero son pocos los anallistas que se ubiean en una posicién coherente con la ética del psicoandlisis, La posicién de un psicoanalista no puede ser discriminatoria con res- pecto a la homosexualidad ni respecto de otras perversiones; lo que no quita que la posicién de la persona del analista — no del lugar del ana: lista ~ pueda estar invadida por prejuicios, opiniones y preferencias. Por ejemplo, con Lacan podemos analizar la posicién del siidico, como perversion, con relacién a la victima; pero siempre esta la posi- bilidad de que el analista elija sostener su funcidn de analista 0 n0, se- tin frente a quien. No obstante, esa es una posicién personal que nada tiene que ver con el psicoaniilisis. Es una cuestidn ética de la persona del analista. Hay otra posicidn ética que no es de la persona, sino del psicoanlisis| mismo y del deseo del analista. E] psicoanalista no se compromete a curar nia modificar al pacien- te, salvo en el caso en que el paciente dé pruebas fehacientes de que quiere tal modificacién, Por lo tanto, si hay un pedido de andilisis de un perverso y el ana- lista considera aceptable tratarlo, lo haré de la misma forma en que lo hace con cualquier paciente, sin pretender ni demandar que el pa ciente abandone su perversion, ya que este no es un tema del analis ta, sino del sujeto en cuestidn, ‘Alosumo,sien el desarrollo de un andlisis y ya transeurrido un tiem: po, éste se ve obstaculizado por la necesidad del paciente de mantener su perversién, y si lo que se propone el paciente implica que, de ahi en ‘mds, el andlisis ya no sera tal -en esto no hay diferencia con el neurdti- co-, entonees el psicoanalista estar justificado, da para no continuar conduciendo dicho ancilisis. Podlemos ejemplificarlo con el siguiente caso, En cierto momento del anélisis, surgié la necesidad de ponerle nombre a lo que estaba planean- do hacer el paciente: una estafa, En ese caso particular, hubo una bue- na resolucidn, porque al ponerle nombre a ese acto, se pudo ubicar el anélisis en un lugar distinto del de la complicidad, y esto permitio que el tratamiento se profundizara, sin contradecir la ética del psicoansli- 34 (Cutvica pstcoanaLtrica DE Las Penvensionns, Sewescarro I sis. Pero podria haber ocurrido que el paciente no aceptara el nombre de estafa para lo que planeaba hacer; en ese caso, hubiera sido proba- ble que el analista hubiera tenido que interrumpir el andilisis. En el articulo “Transexualismo infantil”, publicado en la Revista Iago Agenda’, su autora sostiene una versién del psicoansilisis res- pecto a Ia sexualidad que pareceria ser novedosa, y,en realidad, se tra ta de la vieja definicién de perversién que gestaron los psicoanalista después de Freud. a definicion caracteriza a la perversi6n como la fijacion a una de las etapas pregenitales de la libido, Por mas palabras novedosas que se utilicen, como por ejemplo “atribucién identitaria’”, su posicién respecto a la sexualidad coincide con Jos viejos conceptos de los freudianos, Los analistas que se ubican en esta posicién necesitan situar una serie de diferencias que parecerian ser novedosas, pero que siguen sostenién- dose en los mismos vicios de lectura de Freud que pueden eneontrarse en Ernest Jones, Helen Deutsch, Karen Horney, Melanie Klein y otros Asi, surgen palabras como “identidad sexual’, “identidad de géne- ro", “transexualismo precoz”, 0 expresiones como “asimilar la castra- cidn al nareisismo La posicién de esta autora se enmarea claramente en la corriente que hemos denominado “neoculturalista’. Para ella, el tema central no es la homosexualidad o el transexualismo, sino lo que esta identi: dad sexual puede promover en términos de rechazo social o de dis minacién, La IMPORTANCIA DE LA ORIENTACION DEI, DESEO. Ahora bien, si debemos discutir esta posicién neoculturalista del psi- coanalisis, tan en boga hoy en dia, no es en funcién de la pelea imagina rria que nos propone, y que gira en torno a si un analista puede conducir ono un andlisis siendo homosexual, sino en funcién de Io siguiente: 1, Una election de identidad, que nos Hevaria a una “autodetermi- nacién yoica” del individuo, incoherente con el planteo que hace el psicoanilisis. 2. Si esta identidad esta desligada de la sexualidad. En tal caso, leichmar, Silvia: Transexualismo infantil, en Revista Imago Agenda, N°93, Septiombre 2005, Hecror Rurowo n coherente con la Egopsycholo formaria parte de una concep blar de género, en lugar de identi- ie, dando la posibilidad de ficacion sexual. Las objeciones a estos puntos traen aparejada una cuestién decisiva en lo te6rico, que es la definicién psieoanalitiea respecto al deseo. Pero para poder ubicar de qué estamos hablando cuando decimos deseo, es necesario plantearse una serie de preguntas: {Cabe decir que el deseo tiene una direccién? El deseo, ;puede tender hacia cualquier objeto? {Bs posible, a partir de Lacan, ubiear el deseo en los diferentes re- istros? Consideramos que las respuestas a estas preguntas son decisivas, puesto que dependers de ello a qué eoncepcisn se arribara sobre el de- seo del sujeto. Vamos a basarnos en el grafo que aparece en el escrito La subver- sidn del sujeto, de Lacan" Castracion Sigpitfeante Vor nl ita) ua “i Para poder dar respuesta al interrogante de si es posible pensar una orientacién del deseo, sera necesario situar el deseo en dos luga- res diferentes, Por medio del grafo, podemos ubiear el lugar donde Lacan eseribe 116. Lacan, Jacques: "La subversion del Sujeto y dialéetica del Deseo", en Bseri tos IL, (p. 797). 36 Cutea psicoaxairica De Las PeRVERSIONES. SeymEScRITO T la letra d mindscula, de deseo, que apunta, por un lado, hacia la eseri tura de la pulsion 8<>D en forma ascendente y, por el otro, hacia la es- critura del fantasma Sou, a la izquierda (en lineas grises) Goce (Soa) } é Signifeante Vee | ite ai 8 ‘Vamos a ubicar en estas dos direcciones: Ia que va desde el deseo ha- cia la pulsidn, y la que va desde el deseo hacia el fantasma, dos orien taciones diferentes del deseo. Respecto a la linea que va hacia el fan- tasima, Lacan aclara, explicitamente, que es equivalente a la linea in ferior que va del moi al i(a). Bsta linea inferior entre el moi y el ifa), es Ja que escribe la relacién especular o imaginaria, es decir, senala sim plemente como el moi se constituye a partir de Ia impronta de la ima gen del otro (lineas grises). Goce Casteacin (0a) Seine | Vor a, aparece ~p, entonees el suje to se convierte en castrado, Hay diferencia entre afirmar que el sujeto estd dividido y decir que -9 © a, porque, si en lugar del sujeto esta -9, esto se eorresponde con el neurético que se muestra castrado, Por eso nos sirve el -9: porque el fantasma, en el neurvtico, se instituye de esta manera, eastriindose, para que no aparezca la castracién en el Otro. Esto lleva a que, muchas veces, en ciertas divulgaciones del psicoa- nalisis, aparezca la eastracién como la castracién del sujeto, Mientras la castracién sea asumida por el neurético, para él esti todo en orden. E] problema para el neurdtico es la castracién en el Otro, y cuando la castracion la asume él, el Otro queda sin falta. De todas maneras, aunque este «9 en el neurdtico sostenga su yo, hay algo de la falta en juego. Es distinto a lo que sucede en la perver- on, en donde no se trata del «9, sino del 9, positivizado. En el caso de la perversién, la operacién consistird en ubicar, en lu- gar del A, el objeto “a”, De esta manera, recupera el 9, ¥ completa al Otro: (a) g. Esto quiere decir que el significante de la falta en el Otro se convierte en el significante (S) del objeto “a”, lo que da como resul- tado el 9, el falo que completa al Otro, EL perverso hace que la castracién no exista, porque tapona la fal- tay aparece el @ en la madre, pero a expensas de él 80 (Civica PSICOANALITICA DE LAS PeRVERSIONES. SusMEscRITO I INTRODUCCION A LA FUNCION PALICA Enel préximo capitulo, realizaremos una defini concepto de falo, como “funcisn fica” ‘Toda vez que hemos mencionado la tematiea del padre, sostuvimos que no es riguroso decir “funcién del padre”, debido a que la funcivin e en realidad, “filica”. Esto implica que tendremos que hacer referencia a la funcién proposicional de Frege Cuando desarrollemos este eoneepto, vamos a poder acerearnos me= jor a los esquemas de la sexuacidn, Ksta escritura que realiza Lacan para el ser parlante ubiea en un lugar al hombre y, en otro, a la mu: Jer, Bsta escritura es un verdadero avance en In teoria psicoanalitiea, porque es una manera de definir la sexualidad sin las referencias ha bituales, que se confunden tanto con lo bioldgico. Lo que se formaliza mediante estas escrituras es la manera en la cual un sujeto estara del lado del hombre o del lado de la mujer. Y para eso neeesitamos definir la fan mas precisa del n fai , comenzando por FORMULA DE LA METAFORA, sa) La formula de la metafora, cuando se transforma en la metifora paterna, no termina en esa eseritura, sino que se contintia en lo si- guiente: —— > Nombre del padre (A) Falo En el proximo capitulo desarrollaremos la segunda parte de esta escritura, La pregunta que dejamos abierta es la siguiente: {Qué relacién hay entre el nombre del padre y la funcién filiea? 81 | | Cariruto Vi La falta, la funcion falica y la estructura de la perversion La cuEsTION b A FALTA Si no planteamos los medios adecuados para definir qué es la fal . esta cuestidn se hace tan dificil de eonceptualizar como la del falo. 1 definicidn es sumamente importante, debido a que alli se producen Ja mayor cantidad de confusioues en el psieoanslisis, tal eomo ocurre en muichos de los articulos, producidos por psieoanalistas contempori neos a Freud, sobre la sexualidad femenina. La teoria de le falta toma cuerpo en relacion con la sexualidad fe- menina, y se ha convertido en una de las grandes controversias d tzo del movimiento psicoanalitico. Es signifieativo que Freud partiera de una prictica psieoanaliti ca prineipalmente con mujeres, y que recien sobre el final pudiera dar cuenta del desarrollo sexual de la mujer: ‘Ahora bien, si hubo una polémica dominante entre los psicoanalis- tas de las décadas de los veinte y de los treinta, ésta fue, p te, acerea de la sexualidad femenina. Las dificultades existentes para elaborar una teoria de la falta son Jas mismas que se nos presentan para caracterizar ala sexuallidad fe- Podriamos pensar, entonees, que lo dificultoso no es la sexualidad femenina en si, sino el hecho de enfrentarse con la cuestion de la fal ta, sin importar que se trate de hombre o mujer. Para adentrarnos en definir Ia falta de un modo riguroso, tenemos que referimnos, inevitablemente, al ordenamiento que hizo Lacan de los tres registros: Real, Simbélico e Imaginario y que es una guia para 83, Hecror Rurovo siento fue denomi: nosotros. El lugar donde encontramos este ord nado por Lacan “Cuadro de las operaciones subjetiva ra Za or i dre Deuda 9 Simbolica Real simbolica zm 7 | Madre Daio ‘Objeto) Imaginaria Simblica Imaginario 1 | Real rivacion Padre ‘Agujero © Real Imaginario 1 | Real i este euadro, Lacan ubiea la falta en los tres registros: la eastra- cidn simbolica, la frustracion imaginaria y la privacion real. Lo interesante de este cuadro reside en que las filas donde figuran las ope tracion, frustracidn y privacion se entrecruzan con las columnas de agente, falta y objeto. Cada entrecruzamiento entre fila y colurana da una distribucién equitativa entre lo real, lo simbo- lico y lo imaginario, Por ejemplo, en la fila de la eastracién, los tres casilleros que son ocu- pados por (o real, lo simbdlieo y lo imaginario se eorresponden con las tres columaas de los tres registros. Bn la fila de la frustracion también, se distribuyen equitativamente lo simbdlico, lo imaginario y lo real, sin coincidencia con la fila anterior. En el easo de la privacion, nuevamente tenemos una distribucidn no repetitiva, de manera tal que podria cons- truirse un cuadro como el siguiente: Las lecturas posibles son las siguientes: RSL, SIR, IRS, de izquierda a derecha en cada fila, y de arriba hacia abajo en cada columna Proponemos darle otro nombre a este “Cuadro de las operaciones subjetivas” y denominarlo “Ordenamiento de la falta a nivel de la sub- jetividad”, por el hecho de que, en realidad, el nombre de la operacion esta determinado por la falta, Es decir, en la columna correspondiente ala falta pademos ubicar tanto la eastracién, como la frustracién y la privacién, dado que las tres operaciones coinciden con la columna de 84 ‘A PSICOANALITICA DB LAS PaRVERSIONES. SeatescatTo [ Ja falta. En sintes laf este ordenamiento esta organizado en funcién de alta como elemento central in el lugar de la falta, en la castracién, se ubica ca”, Bn el lugar de la falta, en la frustracién, se ubica el “daiio imagi nario”. Y en el lugar de la falta, en Ia privacién, el “agujero real”, Resumiendo, la falta, en eada uno de los registros, seria como sigue “deuda simbli: 1. En el caso de la castracién es la deuda simbélica, y se trata de luna operacién simbélica 2, En el caso de la frustracion, es el dano imaginario, y se trata de una operacién imaginaria, 3, Bn el caso de la privacién, es un agujero, y racién real ¥¢ trata de una ope- De este modo, el ordenamiento de Ia falta en los diferentes niveles subjetivos nos permite ubicar mas rigurosamente de qué se trata cuan- do hablamos de la falta, Pues cada operacién representa la falta, mientras que los otros ele mentos representan el objeto y el agente. La CASTRACION Hablar de la falta en relacién con la eastracién implica remitirse a Toque hemos desarrollado en el capitulo anterior, donde nos ecupamos de la prohibicidn det incesto: la deuda simboliea. La falta, en el caso de la castraeién, se produce cuando una mujer es cedida, quedando un agujero. En el momento en que otro toma a esa mujer cedida, aparece la deuda, Bs por esto que, en el caso de la eastracién, como operacién simbé lica, la falta simboliea es Ia deuda simboli {Cusil es la falta mas importante para un hombre? Es a madre, ya que, si bien por un tiempo se cree poseerla, al ima- ginarizar ser el falo de ella, cuando debe ser cedida al padre, quedara lun agujero que podré ser lienado con otra mujer: Ese ceder la madee es lo que habilita a un hombre a elegir otra mujer. Bsa operacion implica la deuda simboliea. Bs lo que nos deeia el pri itive entrevistado por Margaret Mead: si yo no tomo a una mujer det otro clan, tengo que quedarme con mi hermana y, a la vez, pierdo un companero de aventuras. Hector Rupoi.o La FRUSTRACION La falta relativa a la frustracién es sumamente importante, pues no es casual que el concepto de frustracién haya tomado un lugar tan destacado en la préctiea analitiea después de Freud. Esto hizo que la cliniea estuviera dirigida de tal manera que encerraba una confusion respecto a la falta, la cual, si bien estaba centrada en lo simbélico, era traducida a la categoria de lo imaginario, ‘Vamos a caracterizar la frustracidn: que sea una operacién imagi- naria quiere decir que algo del orden especular se pone en juego y di- rige. Lo que se produce en cuanto a la falta es, entonces, un dao ima- zinario, pero el objeto es real A modo de ejemplo, Lacan habla del seno real. La frustracién, que es una operacién imaginaria, produce un dafio imaginario en relacin con a falta y siempre remite a la pérdida de un objeto real, que puede ser el pecho. Para ubicar eorreetamente esta falta en relacién con la frustracién, debemos tomar en euenta el lugar del cual parte. Se trata del agente, que es la madre simbolica, ‘A partir de esto, podriamos hacernos las siguientes preguntas: {Qué quiere decir dano imaginario? 2Qué es la falta imagina 2Qué es lo que la hace inaccesible a nues Gor qué “dato” Para acercarnos a una explicacién de estos conceptos en relacidn con Ia frustracién, diferenciaremos entre el don simbolico y el don imagi- nario. Por un lado, nos habiamos referido, en la teoria del don, en Las Estructuras elementales del parentesco, 2 la teoria del intercambio: un, objeto pasa de un lugar a otro y deja un agujero, Ese agujero que gene- ra en el grupo social es simbolico y constituye, asi, la deuda simbolica, Es decir, que es necesario reponer el objeto faltante en ese lugar. Ahora vamos a referirnos a otra teoria del don en la cual éste no es Para earacterizar el don imaginario, es necesario ubiear lo co en el agente. En el caso de la frustracién, el agente es la madre. La ‘madre, situada en lo simbilico, es una “donadora de objetos Esto mismo hace que la madre esté situada en el lugar de la omni- potencia, es decir, que ella es el lugar simbolieo del Todo; es el Otro ab- soluto, aquel que todo lo puede, pues tiene el poder de la palabra; pero su poder sobre la palabra consiste en ser el Todo de la palabra, comprension? 86 Cuitaca PsicoaNALiTica DE Las PERVERSIONES. SemESCRITO I Por lo tanto, el sujeto no podria esperar, en este nivel, que le falte algo, que algo falle. Ahora bien, debemos precisar una cosa mas para desarrollar la fal: ta en lo imaginario y para explicar qué significa el dao imaginario, Para situar la falta en Ia frustracidn, es necesario ubicar la relacién cuasi especular entre el Otro y el sujeto en relacién con la demanda y el deseo. Bs lo que Lacan escribe con los “toros enlazados”. Como no es éste el tema que estamos exponiendo, no nos referire- mos a esta figura topologiea, sino que iremos a la esencia: esa relacién, cuasi especular (“cuasi”, porque pareceria haber total corresponden- cia) entre el Otro y el sujeto, Situaremos de qué se trata cuando Lacan habla de la demanda: se Otro + Primera cuestidn: la demanda no es explicita; esta oculta para el sujeto, y debe ser interpretada. + Segunda cuestién: toda demanda es demanda de amor. Y, mis aca de toda demanda, esta el deseo, ‘+ Tercera cuestién: toda demanda esta estructurada por el signifi- cante + Cuarta cuestién: toda demanda, por ejemplo, la de ser amaman- tado, se corresponde con la de dejarse amamantar. Este es un en- cuentro de demandas que es desbordado por el Deseo. Es decir, Ja demanda de ser amamantado responde a la de dejarse ama- mantar: Y para que no desaparezca el Deseo, se rehiusa a ser sa- tisfecho, Una prueba de esto es la anorexia, Hasta ahora hablamos de la correspondencia entre demanda y de manda. Pero cuando una demanda es respondida con un deseo, sila de- manda del Otro es “déjate amamantar”, el deseo, en lo imaginario, que responde a esta demanda, es “quiero comerte” o “quiero absorberte” ‘Sinos situamos en la demanda anal, las casas se complican atin mis, porque la demanda del Otro se sitiia en la diseiplina de la necesidad. El Otro le demanda al sujeto que retenga y que expulse cuando le ordena, El sujeto tiene que dar su objeto a partir de la demanda de! Otro. La co: rrespondencia que implicaria el deseo imaginario seria el sufrimiento en la retencién, esperado por el Otro, y el deseo imaginario de cagarlo al Otro, es decir, de suprimirlo, Con lo cual el sujeto entra en el vertigo de estar condenado a hacer todo para el Otro, y a destruir al Otro. ‘Como se puede apreciar, en cuanto a esta correspondencia entre de- manda y deseo, no hay salida posible, porque si el deseo del sujeto se 87 Hecror Rurowo constituye en el agujero del Deseo del Otro, en el caso del estadio anal, por ese agujero tiene que caer el objeto: la mierda. Por eso, la correspondencia entre demanda de! Otro y des Jeto es aparente. Porque el deseo nunca puede corresponderse con demands; si bien la demanda marea el camino del deseo, éste es un puro agujero. Por este motivo, en realidad, la relacién imaginaria de frustracién neurética no tiene salida, Pero ese deseo en lo imaginario, que se corresponde con la demanda del Otro, no es et Deseo. El Deseo, en realidad, se constituye en el agu jero del Otro, que es donde el Otro no sélo no demanda nada, sino que ‘no puede responder; y alli se eonstituye el Deseo del sujeto: en el mis- ‘mo lugar: Ese agujero es el tinico lugar que comparte con el Otro, Alli aparece el objeto como causa del Deseo. se objeto es el objeto que « cn el caso de la castracién simbalieg; pero esto es lo que esti obturado en la castracion imaginaria, porque hay un deseo que da la ilusion de corresponderse con la demanda del Otro, y ese es el deseo imaginario. Dicho en otros términos, la demanda se constituye a partir del sig- nifieante. El significante se articula en una formulacién inconseiente. Pero como la demanda siempre significa otra cosa siempre es deman da de amor, prueba de amor, el sujeto responde a esta demanda offre ciendo su deseo imaginario, Entonces, lo que le da al Otro es un deseo imaginario. El sujeto quiere ser como al Otro le gustaria que 6! sea, en tonees ahi es donde nos encontramos con una especularizacién, en el imaginario, del deseo: hay una especularidad entre lo que el Otro quie- re y lo que el sujeto le ofrece. Hay correspondencia, pero en lo imagi- nario, EI Deseo no esti en juego, porque el Deseo es el agujero, no hay nada que lo pueda ocupar, ni la palabra ni el objeto, El proceso de la falta imaginaria de la frustracién implica una co- rrespondencia ilusoria entre la formulacién que proviene del Otro:"dé- jate dar de comer”, con “te voy a comer toda”. Esta es la correspond cia ilusoria, en la cual pareceria que una encaja con la otra En cambio el Deseo, como agujero puro, el cual no es posible obturar con el decir, se bordea con la palabra, cuyo borde real es la letra, pero permanece como agujero. Lo mas cerea que podemos arribar al Deseo es por medio de la letra que bordea el objeto, lo recorta y lo hace caer: Siempre algo falla, algo que el sujeto demanda y que el Otro no p\ de responder, Hasta ese momento, se habia dado la ilusién imaginaria de que todo lo que respondia el Otro completaba al sujeto y, a su vez, todo lo que deseaba el sujeto completaba al Otro. Es una cuestién tan simple como ésta: la madre da y, para el nito, Culuica PsicoaNALinica DE LAS PeavERSiONES. Seamtescarto TL este dar esta signado por la posicién omnipotente que tiene la madre, ‘omnipotencia que le confirma al sujeto el amor del Otro, y eon la eual el sujeto esta absolutamente de acuerdo, Si se pudiera plantear que a al guien le calmen todos los deseos, todas las necesidades, como decian los Kleinianos, estaria todo bien, mientras no acontezca algun accidente El problema es que los accidentes ocurren, son inevitables; uno no Jos programa, pues se trata de la irrupeién de lo real, Bsa irrupeién de loreal, en el tiempo de la frustracién, se da en forma dle objeto, pero de tun objeto muy particular, pues la falta genera una herida en el narci- sismo. Por ejemplo, el objeto que se le da a otro nitio (eelos), 0 que se le retira al nino,o al adulto, ete. Por lo tanto, hay un momento en que algo de lo real provoea una ruptura, hace que esta correspond soria no se pueda mantener, ¥ el Otro, omnipotente, falla en dar el ob jeto, Entonces sucede que no hay prueba de amor, dado que el abjeto serviria como prueba del amor del Otro El sujeto, frente a esa retirada del objeto, sea el pecho materno u otro objeto, lo siente como un dao. No es que el Otro omnipotente no pueda dar el objeto por la imposibilidad de correspondencia especular entre la demanda de uno y el deseo del Otro, sino que el sujeto inter preta que el Otro no quiere darselo, porque quiere daiarlo, y eso de- termina que el sujeto se sienta perjudicadot Por ello, la falta en esta relacién especular de la frustracién es el dao imaginario. Es cuando el sujeto se siente daiiado respecto al Otro. Pero lo importante de este suceso reside en que es posterior a que la relacién se haya establecido en el nivel imaginario. sto es lo que se descubre que sucede en la mayoria de los andilisis conducidos por ana. listas que se sitiian en el nivel de una madre simbslica donadora de objetos. De modo que, cuando inevitablemente se produce una ruptat ra, el sujeto se siente danado. No es que el Otro omnipotente no pudo dar Ia satisfaccién que implica el objeto, vale decir, ser una praca de amor, sino que quiso daiarl. Esta es la version neurdtica de la falta sostenida por la construc ign de un Otro omnipotente. El agujero del Deseo est mas alla de la palabra, Ni el Otro ni el sujeto pueden dar cuenta de él, y es alrededor de lo cual el sujeto s constituy 1. El hecho de que los psicoanalistas corramos el riesgo de perdernos en los tiempos de los laberintos infruetuosos de Ia relacién entre la falta de objeto yy In agresividad se debe a la estructura de la frustracién, Hector Rurowo Ahora bien, a partir de la constitucién de ese agujero se produce un recubrimiento de esta relacidn entre la demanda del Otro y el deseo, en lo imaginario, del sujeto. {Donde se da esta correspondencia especular? Enel lugar donde el sujeto querria, con su deseo imaginario, corres- ponder al objeto de la demanda del Otro. Pero, tambien, el sujeto pre- tende que su demanda sea satisfecha por el deseo del Otro. Bs una eo- rrespondencia invertida entre el sujeto y el Otro, y entre demanda y deseo imaginario, donde habria ciertos momentos ilusorios de eonere- cidn de esta eorrespondencia. El problema es que cuando esta ilusién de eoerecién se produce rei- teradamente, prepara el campo para una ruptura inevitable, que im- plica la frustracion. ¥ la frustracién es un daiio. Esa es la falta en ta frustracién imaginaria, De acverdo eon esta ensefianza, en los anslisis hay que tener eui- dado de no establecer una relacion en la cual el analista esté en po- jn de “madre donadora de objetos”, porque esto tiene un limite: el dano imaginario. El resultado de esos anilisises, inevitablemente, una ruptura transferencial Sil analista se ha deslizado en ese lugar, puede tratarse,en parte, responsabilidad, pero, en todo caso, no se sabe si todo lo que su- analisis se habria podido construir de no mediar ese lu- gar; en la construceién de la transferencia, se constituy6 este lugar de Ja madre simbolica donadora de objetos. i's evidente que, por el nivel imaginario en el que nos situamos para comprendler la frustracién, no es necesario ni que se donen objetos ni que, efectivamente, el analista sea una madre, Por supuesto, si cree que ése es su papel, el efecto es inevitable, pero a cualquiera le puede pasar que, al querer construir el espacio de la transfereneia, en forma inadvertida se deslice a ser la madre simbolica donadora. El accidente es lo real, es el objeto que aparece en Io Real, es decir, ya no puede ser donado, aparece como falta, ¥ esa falta se constitu ye en daiio, Pues todo objeto, para ser donado, debe provenir del Otro, El accidente pone en juego esta falta: si no me lo dio, es porque no me quiere. Esta es una prueba de desamor Bl objeto donado por el Otro omnipotente, si bien es real, no obtie- ne su valor de este hecho, sino por ser una prueba de amor. Por lo que, cuando el objeto falta, falta la prueba. Bsta es, en pocas palabras, la frustracion sobre la que se han escrito tantas paginas después de Freud, y que earaeteriza la practica del psicoanslisis cuestionada por Lacan. de 90 {SICA FSICOANALITICA DE LAS PRRVERSIONES, SEMLESCRITO T 2Qué queria decir Lacan cuando afirmaba que la palabi cién” habia sido usada por Freud una sola vez? No sélo que los analistas, después de Freud, se habian apoyado en un concepto que Freud no habia creado, sino que se enfrentaban a un problema que no fue sui inte dilucidado por Freud, y que de alli debiamos extraer una ensefianza, Recién con Lacan se pusieron en juego estos nuevos términos: demanda y deseo, que aclaran el con cepto de frusteaci6i Evidentemente, la frustracién imaginaria, que funda la falta en el nivel del dano imaginario, no es otra cosa que una manera en que apa: is, a necesidad de recentrarlo sobre otra falta que no ha sido articulada, quizés en lo real, quizas en lo simbélico. Esto habra que aclararlo en cada caso en particular frustra- ‘enter La privacton Ahora nos extenderemos sobre otro tipo de falta, el que mndis nos in teresa en relacidn con la sextualidad femenina: la privacién. La privacién tampoco es un concepto de la topologia freudiana, sino que deviene en concepto a través de los textos postfreudianos. En este sentido, hay que destacar los textos de Ernest Jones!, quien desarrolla el concepto de privacion en relacidn con el Bdipo en Ia mujer. Si bien Jones no es suficientemente riguroso con los eonceptos freudianos, te nemos que reconocer Ia importancia que posee la introduccidn de los conceptos de privacion y de afiinisis del deseo, a través de sus andlisis, conceptualizacién impulsada por su clinica con la homosexuaidad fe menina. Retomaremas este tema cuando despleguemos el primer quema topolégico lacaniano de la pervers Entonces, la privacién es la falta en lo real. Bste concepto de falta es el Unico que coincide con lo real y, como tie: tima relacion con la falta en la mujer, puede Hevar a confusion, En principio va a aparecer una duda, porque en psieoansilisis ten demos a pensar a la mujer en relacion con Ia falta de pene. Pues, jen qué lugar ubicamos la falta en la mujer? un lo Simbélico, en lo Imaginario 0 en lo Real? Esa pregunta, como se puede apreciar, no es simple de responder 2 Kmest Jones: "La fase precoz de Ia sexualidad femenina”, en Teoria y Prac tica del psicoanilisis (Thoma, H. y Kachele, H., Herder 3) 1 Hector Ruro.o Esto nos sirve para formular la siguiente interroga pene en la mujer no es la falta simbilica, Zdénde ubiearemos esta fa Aqui es donde se situaron las primeras discusiones entre Freud y sus discipulos: si el objeto que regulaba el Edipo para el hombre y para Ia mujer era el falo, Pero como no estaba muy claro si el falo era ‘1 pene, las diseusiones giraban alrededor della falta en la mujer y de la envidia al pene. 2Que signi mente, que la falta en la mujer es una privacion Real? (Signifi 10, que en lo real Ia mujer no tiene pene? Para ser rigurosos, tenemos que aclarar de qué Real estamos ha blando:

También podría gustarte