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La ctica de la obediencia (lectura de Milgram) 181 6. La ética de la obediencia (Lectura de Milgram) posible que gente normal, como ti dad, de alguna mar nosotros. Con toda seguridad smanizador efecto de nuestra Jo més seguro es que fueran 2 alguna combinacién viciosa 0 desdi- tuna personalidad enfermiza 0 Brutay 2. Hedernt - ' eran erréneas habria moles- dad y Yolo canto VeoudhriA equitur, mes viens snes inet ae paeenent e nificativa: porque habria desenmascarado la imemediable cuestionabilidad agen moralmente virtuosa de uno mismo y de toda conciencia sde entonces, las conciencias habrian de ser limpiadas hasta aterradora que produjo el Holocausto, y lo que sabemos levaron a cabo, no fue Ja probabilided de que nos pudieran idea de que también nosotros podfamos hacerlo. lgram, psicdlogo estadounidense de la Universidad de Yale, as mi6 el peso de jando temerariamente emprendié investigat Sin haberserecuperado del todo de la demoledora verdad del Holocausto, empiricamente unas suposiciones basadas en la urgeneia emocional Dwight Macdonald advertia en 1945 que ahora debemos temer més a le determind ol ches ya conocido smerariamente ain, en 1974, public pudimos hacerlo y lo podria: jones, onvivir Con semejantes descubrimientos y no sorprende que la opinién de los eruditos se cebara con empeiio sobre la investigacién de de Milgram se examinaron con microscopio, se des- mn defectuosas y desgraciadas y se condenaror io y utilizando todos los métodos, respetables y menos res- ¢1 mundo académico intenté desacreditar y repudiar unos descu- donde debia haber complacencia y istoria cientifica revelan més abierta- de una imposicién del orden impecable, impol obra de Tas normas y ese rucciones. Pronto iiforme, no eran -Mualosen absoluto. Se comportaban como cas todos nosotros, Tenfanespo- “s38 a las que amaban, nifios a los que mimaban y amigos los que ayuce, ban y.consolaban si estaban afligidas. Parecfa increfble que, en cuanto se vente como respuesta a5 fan el.uniforme, esas personas fueran capaces de. disparar o gasear o. “Estoy convencido de que gran parte de las eriticas, lo sepa le gente 0 n0, Dresidir una ejecucidn ola asfixia de miles de personas, muchas de las cum Se deben @ los resultados del experimento. Si todos se hubieran retirado tras Jes eran mujeres, que serfan las amadas esposas de ottos, y bebés, que Ja descarga leve 0 la moderada (esto es, antes de que las Grdenes empeza- ‘erfan los nifios mimados de otos. Esto también era aterrador. 2Cémio es ran a significer provecar dolor y sufrimiento a las supuestas victimas), el 182 ‘Modernidad y Holocausto descubrimiento habria sido muy tranquilizador y, zquién habria protesta- do?".! Milgram tenfa razén, por supuesto. Y la sigue teniendo. Han pasado varios afios desde el experimento pero sus descubrimientos, que tendrfan que haber provocado una profunda revisién de nuestras opiniones sobre los ‘mecanismos del comportamiento humano, se siguen citando en muchos cursos de Sociologia como una curiosidad divertida, aunque poco signifi- ccativa, que no afecta al cuerpo central del razonamiento sociolégico. Si no ‘se pueden rebatir los descubrimientos, siempre cabe marginarlos. tos del pensar se resisten a desaparecer. Poco después de cidn. El enfoque de Adomo y sus compaieros, ‘empirica si bien cmodamente en armonia c del piiblico académico, demostré tener gran capacidad de pervivencia Como sugiere jbro, los autores buscaban la explica dominio nazi y de las subsiguientes atrocidades en la presencia de un tipo especial de individuo: en personalidades con tendencia a obedecer al mis fuerte y a ejercer una arbitrariedad sin escripulos, y a mentido cruel, hacia el més débil. El triunfo de los nazis seria el resultado de una acumuilacién poco corriente de esas personalidades. Los autores no explicaron, ni pre- tendfan explicar, por qué se dio semejante concentracién. Con elegancia, sé abstuvieron de investigar los factores extra- o supra-individuales que pudie- lucir personalidades autoritarias. Tampoco les interes sopesar la iad de que esos factores pudieran inducir comportamientos autori- jos en personas que, de otra manera, no habrian tenido una personalidad autoritaria. Para Adomo y sus colegas, el nazismo fue cruel porque los nazis eran crueles. Y los nazis eran crueles porque las personas crueles tien- den a ser nazis. Como uno de los miembros del grupo reconoci6 afios des~ pués: "La personalided autoritaria s6lo hacfa hincapié en los determinantes de la personalidad sobre la potencialidad del fascismo y del etnocentrismo y descartaba las influencias sociales"* La manera en que Adorno y su equi- o enfocaron el problema fue importante no tanto por la forma en que se distribuy6 la culpa sino por la franqueza con que se absolvié al resto de la humanidad. La visiGn de Adomo dividfe el mundo entre proto-nazis por nacimiento y sus victimas, El sombrfo y desalentador hecho de que muchas La ética de la obediencia (lectura de Milgram) 183 ppersonas pueden volverse crueles si tienen Ja oportunidad fue eliminado. ‘También se excluy6 la sospecha de que las parte de su humanidad en el camino a la per (una exclusion tcita que Negé hasta los extremos del absurdo en la representacién del Holocausto ue ofreci6 la televisién estadounidense). Fueron esta linea académica y esta opinién piblica, ambas profunda- smente arraigadas, fuertemente fortficadas y mutuamente reforzadas, alas que la investigaci6n de Milgram vino a poner en cela de juicio. Inquictud y res provocaron su'hipétesis de que los actos crueles iduos crueles sino hombres y mujeres corrientes que imtentan aleanzar el éxito en sus tareas normales, y sus descubrimientos: la cerueldad tiene escasa conexién con las caracteristicas personales de los que Ja perpetran y sf tiene una fuerte conexi6n con la relaci6n de autoridad y subordinacién, con nuestra normal y cotidiana estructura de poder y obe diencia, "La persona que, por intima conviccién, detesa el r0b0, nato y ia agresiGn puede acabarrealizando estos actos con reltiva facili cuando Ia autoridad se lo ordena. Un comportamiento impensable cuando el individuo acta a titulo personal puede darse sin titubeo cuando el ‘mismo individuo recibe Grdenes”. Es posible que algunas personas se pro- clives a la crueldad por sus propias y profundamente personales inclina- ciones, sin que nadie las fuerce. Sin embargo, con casi total segurid rasgos personales no les impien cometerctueldades cuando elcontexto de Ja imeraccién en que se encuentran les incita a ser erueles El dnico caso en el que de tradicionalmente, siguiendo a Le Bon, se admitia que esto (es decir, que personas por otro lado decentes cometieran actos indecentes) fuera posible era en una situacién en la que se hubieran roto las normas racionales, cvilizadas y habituales de la interaccién huma- na: una muchedumbre reunida por odio o panico; un encuentro casual de ‘extrafios, en el que cada uno de ellos queda fuera de su contexto normal y suspendido durante un tiempo en un vacio social; la plaza de una ciudad atestada de gente, cuando los gritos de pénico sus gente que huye en desorden es quien decide la direcci ‘Crefamos que fo impensable s6lo podia suceder cuando la gente dejabs de pensar, cuando se levanta la tapadera de la racionalidad de la caldera de las pasiones humanas pre-sociales y no civilizadas. Los descubrimientos de Milgram también dan la vuelta @ esa igua, del mundo segin la ‘cual la humanidad se encuentra totalmente del lado del orden racional ‘mientras que la inhumanidad se limita a algunas ocasionales irrupciones. 184 Modernidad y Holocausto ilgram sugisi6 y demostr6 que la inhumanidad iones sociales. En la medida en que alizadas y téenicamente perfeccionadas, también lo est dad y eficiencia de la prod Esto puede parecer trivial, pero no lo es. Antes d Milgram, pocas personas, acadé estaba a punto de descubrit. Pr y todos los respetados y competentes miembros de la profesi i ca alos que Milgran pregunté sobre los posibles resultados de la investigs- in, apostaron que el cien por cien de los sujetos se negarfa a cooperar a medida que la crueldad de las acciones que se les ordenaba llevar a cabo iba aumentando y que en algin punto relativamente bajo se negarfan a seguir. De hecho, Ia proporcién de personas que retir6 su consentimiento en circunstancias adecuadas no super6 el 30%. La intensidad de las supues- tas descargas eléctricas que estaban dispuestos a aplicar era tres veces mas alta de la que los expertos, y los profanos, eran capaces de imaginar. La inhumanidad como funcién de Ia distancia social ‘Acaso lo més sorprendente de los hallazgos de Milgram sea Ja relacién isposicidn hacia la crueidad y la proximidad de la acer dafio a una persona a ia que podemos tocar. podemos ofr. Es muy ni ver ni oft. Si hacer daffo a una persona implica contacto corporal direct hace se le niega el alivio de no percibir el vi el sufrimiento de I es su responsabilidad por el dolor. Cuando a los sujetos de los experimen- tos de Milgram les dijeron que colocaran 2 la fuerza las manos de las vic- timas sobre la chapa a través de la cual, supuestamente, se les aplicarfa una descarga eléctrica, solamente el 30% siguié cumpliendo las érdenes hasta el final del experimento. Cuando, en lugar de agarrar la mano de la victi- Gnicamente que manipularan las palancas d: de obediencia subi6 hasta el 40%. Cuando las vi estaban ocultas tras una pared, de forma que s6lo se podian ofr sus gritos de'angustia, el ntimero de sujetos dispuestos a "llegar hasta el final” subi ser eruel con una persona a la que no podemos La ética de la obediencia (lectura de Milgram) 185 hasta el 62.5%. Eliminar los sonidos apenas increment6 el porcentaje: slo hasta el 65%. Parece como si sintiéramos fundamentalmente por lot Cuanto mayor era la distancia fisica y psiquica de la victima, més resultaba ser cruel. La conelusién de Milgram es simple y convineente: Cualquier fuerza o acontecimiento que se site entre el sujeto y las conse.

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