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Declaración de Los Derechos Humanos
Declaración de Los Derechos Humanos
EL LOBO Y EL PERRO
Cerca de un bosque, haba una vez un lobo tan flaco que no tena ms
que piel y huesos. Su flacura la deba, entre otras cosas, a que no se
poda acercar a los ganados, pues estaban protegidos por los perros
guardianes. Por eso, slo de vez en cuando poda meterle el diente a
un poco de carne.
Un da, el lobo estaba acechando el rebao de ovejas, para ver si la
suerte lo ayudaba y alcanzaba a cazar, encontr a un perro mastn que
se haba extraviado. El animal era rollizo y lustroso. Se vea que
estaba bien alimentado. El lobo lo hubiese atacado de buena gana
para servirse un buen almuerzo. Pero, con mucha sensatez, pens que
tendra que emprender una batalla y que el enemigo tena trazas de
defenderse bien.
Por eso, el lobo decidi acercrsele con la mayor cortesa y entablar
una conversacin con l.
- Te felicito, amigo, tienes un hermoso cuerpo dijo el lobo.
- Amigo lobo, t no luces tan bien como yo porque no quieres
contest el mastn.
El lobo lo mir asombrado.
Cmo que no quiero? A m me gustara estar tan bien alimentado
como t.
- Entonces, deja el bosque repuso el perro-. Los animales que en l
se guarecen son unos desdichados, muertos siempre de hambre. Ni
un bocado seguro! Todo a la suerte! Siempre al acecho de lo que
sea!
- Es verdad dijo tristemente el lobo-. Cada da que amanece, me
pregunto si tendr un buen almuerzo. Y, cuando llega la noche, casi
siempre me voy a dormir con la barriga vaca.
- Entonces, no lo pienses ms repuso el perro-. Sgueme y tendrs
mejor vida.
- Y qu tendr que hacer? pregunt el lobo, que desconfiado, saba
que nada era gratuito en esta vida.
- Casi nada- repuso el perro-. Tienes que proteger la casa, perseguir a
los ladrones, jugar con los de la casa y complacer al amo. Con tan
poco como esto, tendrs a cambio, huesos de pollo, pichones y,
adems algunas caricias.
Jean De La Fontaine.