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OMAR:
TA FALABRA SIEMPRE
que su con'
En estosÍnomefttos en que todo un pueblo siente
el Partido Revo-
ductor indiscutible ha desaparecido físicamente'
palabra' La Línea iusta'
lueionario Demacrática desea que la
OMAR llegue a las
certera y vísionaria de nuestro Comandante
Su mente y su pecho utt
manos lle cada panameño que lleve en
sentimiento Patriótic o.
es una
burla. ",¡r ,,$ü1,
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ciones orgánicas que son la causa real de esos nlales-
tares febriles que se presentan en el paÍs. Erradicar el
síntoma,el malestar febril, no es curarla enfermedaddel
organismo. Sin embargo, una combinación armoniosa
de cirugía y medicina, conjuntamente con la capa-
cidad que debe tener el partido como columna funda-
mental de apoyo al proceso, . garantizan su conti-
nuación.
aceptar. La Guardia Nacional no puede permitir que Si un curita de aldea tiene que llevar a Martin de
se formen comandos paralelos que co-pitan con su Porres en todas sus procesiones, es porque no ha curn-
misión institucional.Lo-que se quiere aecir que el plido con su misión proselitista, porque no ha podido
partido del proceso está rup,r"rto a ser eles torrente ronvencer a la gente dg su parroquia sin recurrir al
circulatorio que alimente al órganismo políti"o nacio- mís taquillero, de los santos.
nal.
La Guardia Nacional puede ser la aspirina que cura Nosotros, en la Guardia Nacional, no queremos ver
la fiebre, no la enfermedad. Jamás pérderá iu un P.R.D. armado de varillas, escopetas o revólveres.
cidad de reacción para curílr la fiebré más violenta
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en Y tampoco queremos ver una Guardia Nacional
menps de dos horas. Es una de sus misiones. pero ncr hnciendo labor de proselitismo y 'désplazando'a los
quiero que se piense que unavez aliviada la fiebre, el <I i r i gen tes del partido qué corlstltu¡fu '
tál b,Hse' U€ apó}'b
organismo está sano. La fiebre se produc€ por;altera- rlc nuestro proceso
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En este país ha existido siempre una tendencia
natural y detestable, por parte de los dirigentes polí- ffiwj
ticos, a marcar las tres cifras de la Guardia Nacional $
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I para ordenarles la represión. Creen que esa es la vía
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mas expedita para terrninar con un problema. pero él
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que ordena o perrnite que se utilice la represión está -
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ü renunciando a su obligación de convicción. É,e-
cuerdo, hace muchas administraciones atrás, después
de} 55, que se me llamaba en momentos de altera-
ciones políticas. Yo me extrañaba de la facilidad con
la que los rnandatarios y ios ministros de gobierno y
justicia ordenaban a la Guardia a que saliera a la calle.
Nosotros, sin faltar a nuestra obligación, ionsiderá-
barnos que eran gente precipitada. Nos mandaban a la
calle no como ia última alternativa sino eomo la
primera. Si protestábamos, decían que los mandos
milltares desconoeían la jerarquía y el mandato de las
au$oridades civiles. Y no era eso. Es que los mandos
mrilitares pensábarnos más responsablemente.
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la inseguridad de estar ejecutando órdenes que van
contra del sentido común o de lo que se debe ha
en un momento dado. Con frecuencia ninguno de tlnry
miernbros del Estado Mayor está de acuJrdo con
decisión a que yo he llegado, pero algunos
después caen en cuenta de qua miraña más
porque tenía las luces altas. Hay un porcentaje
esto. A ningfin jefe se le exige el tO0o/ó ¿e
pero-et que- está arriba del G0 o/o es, más que un jei
un líder. Y yo creo que nosotros estumós ba.stán
más arriba de ese porcentaje. No recuerdo haber
mado nunca una decisión sin el consenso del estr
mayor.
Debemos programar nuestras acciones ten
puestas las luces altas, y realizarlas con las bajas. H
que saber cambiar las luces y en qué momento se u
una y en qué momento la otra. En estos momen
debemos estar programando el recorridt¡ de una ru
de.600;kilometros que son los seis años al término
los cuales se nos va a poner a competir en las
Allí vamos a probar directamente en las
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