Está en la página 1de 1

- Quedo este diente camello- dijo, luego de que nos habamos saciado de fumar.

Claro est que l nunca haba visto uno pero por alguna extraa razn lo imaginaba y
le atribua la forma que aquel despojo tena. Me lo dio y lo guarde dentro de un tarrito
pequeo de metal y empezamos a caminar. A las pocas horas cuando volvimos a abrirlo
el diente ya no estaba. La extraeza del suceso nos hizo pensar que algunos de los dos se
haba usufructuado el preciado bien y en medio de la conmocin comenzaron a brotar
ideas oscuras que enturbiaban nuestra mente. Se trataba de un combustible divino, de
una racin indispensable y soluble, se trataba de todas las raciones, del hombre y la
subsistencia, su eterno trabajo y el descanso estaban all contenidos en ese diente
perdido entre ladrones. El resto estaba completo, la caravana estaba pronta y partira.
Aqu comenz a surgir la necesidad y el deseo mientras que de tanto en tanto, algn
sonido inundaba el espeso aire. Era la segunda vez que estaba en esa ciudad y la primera
haba sido un fracaso. El otro, al parecer no tena ms historia que la que sala de sus
labios; nadie lo conoca ni lo haba visto en los parajes cercanos e incluso mi cruce con
l fue algo repentino e inesperado aunque comienzo a sospechar que no tanto-. Ahora
avanzbamos y pronto llegaramos a un paraje cercano en el cual podramos tomar algn
descanso. La sed comenzaba a acuciarnos aunque la saciamos con conformidad durante
los primeros das hasta que ocurri una tormenta que nos dej varados durante
innumerables horas de viento y arena. A partir de all la incertidumbre de la ruta, pues
las cuerdas y seales quedaron sepultadas, se hizo sentir en la racin disminuida de agua
que nos administramos.
Diente de camello (no se dice que es
objeto mstico o simple despojo) que
desaparece extraamente en paraje
desolado. Dos hombres se enfrentan
afanosamente por la verdad, pero la
verdad no existe.

También podría gustarte