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THOMAS SBARFIELD DICCIONAR I LOG A Cc Dp £ fF G@G HI siglo veintiuno: editores * EDITOR ° DE be K tM SN Zz B hore (Ok) So FU vow) x -¥ Xl siglo xxi editores, s.a. de c.v. (CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERAEROS, 04310, MEXICO, . siglo xxi editores, s.a. TUCUMAN 1621, 7°N, C1OSOAAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA siglo xxi de espafia editores, s.a. MENENDEZ PIDAL 3 BIS, 28038, MADRID, ESPANA portada: maria luisa martinez passarge primera edicion en espaol, 2000 segunda edicién en espaiol, 2007 © siglo xxi editores, s.a. de ew. isbn 10; 968-23-2238-3 (empastado) isbn 13: 978- 968-23-2238-1 (empastado) isbn 10; 968-23-2702-4 (ristica) isbn 13: 978- 968-23-2702-5 (nistica) primera edicién en inglés, 1997 © blackwell publishers, inc., oxford, inglaterra titulo original: the dictionary of anthropology derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico go de los ultimos cien anos la antropologia se ha desarrollado y.transfor- una oscura disciplina vinculada primordialmente al estudio de la iicas, en una ciencia social comparativa, que ha realizado contribucio- entales a la comprensién del mundo que nos rodea. Inicié el estudio | del parentesco y la organizacién social, introdujo al habla cotidia- oncepto de relativismo cultural e inicio el uso de la observacion partici- 10 herramienta de investigacion. Y la perspectiva holistica y transcul- la antropologia ha producido todo un tesoro de datos y teorfas, que han por igual a investigadores y al publico lector, ¢Cémo no iba a ser asi? Sus son los seres humanos, tema de interminable fascinacién para los inves- es y los lectores, seres humanos también ellos. stante, y pese a todo el interés publico por la antropologia, esta disci- tenia una guia de referencia breve y de facil acceso que proporcionara acion clara y concisa sobre los temas de importancia, los conceptos itivos, las metodologias y teorias, junto con una guia de la bibliografia ‘esos temas. Desde luego hay multitud de libros de texto (con ten- aa las generalizaciones faciles de repetir) y una extensa bibliografia profe- os no hay demasiado. Fl diccionario de antropologta se propone Ilenar ese esidad de una obra como ésta es evidente. A medida que la antropolo- onales es tan grande, y los temas investigados tan variados, que no es po- tenerse al tanto de todo lo que se hace. No obstante, a pesar de ese cre- to, los antropdlogos siguen considerandose miembros de una comunidad en la cual la mejor manera de transmitir las tradiciones es la oral: si ne- saber algo, preguntaselo a alguien. En realidad hace ya muchas genera- ss que la antropologia dejo de ser una comunidad de ese tipo, y por mucho deseemos no volver a serlo. s, aunque de temas de gran interés e importaneia. No siempre ha pasado eso. A fienzos del siglo xx los antropdlogos sentian la obligacién de escribir, no s6lo otros especialistas, sino también para todo el publico culto. Los libros de PREFACIO Margaret Mead y de Bronislaw Malinowski se conocian mucho mais allé de los confines de la antropologia académica porque, ademas de describir otras cultu. ras, se ocupaban también de asuntos de difundido interés en la propia En la actualidad, cuando se produce una controversia publica sobre cosas como “choque de las civilizaciones”, multiculturalismo, género, etnicidad, es- tructura familiar, revitalizaciones religiosas y los problemas asociados con el cambio econémico, la antropologia deberia volver a salir al frente. Pero esta ciencia es, como el “perro que no ladré” de Sherlock Holmes, una voz extrana. mente ausente de los debates sobre aquello que pretende conocer mas que nadie. Una disciplina que tendrfa que haber soltado un grunido (y tal vez hasta mordi. do) a quienes expresan ideas y teorias basadas en nociones etnocéntricas y visio- nes estrechas del potencial humano se limita a Preguntarse por qué no la toman en cuenta. Mientras algunos antropélogos suponen que los lectores comunes y Corrientes no pueden apreciar sus ideas, demasiado llenas de detalles 0 tedrica, mente elaboradas, hay una respuesta mas simple: los antropélogos no se han es- forzado demasiado por explicar qué es lo que hacen y por qué es importante. Un objetivo de este Diccionario es dar un primer paso al brindar un punto de acce- So inteligente al mundo de la antropologfa. Si ahora la disciplina es demasiado variada y polémica como para que una sola voz pueda representarla, tal ver le diversidad de entradas que se incluyen en esta obra (redactadas por mas de 125 antrop6logos) brinde ejemplos de todo lo que esta ciencia les ofrece a los que sa- ben dénde buscar, LA ESTRUCTURA DEL DICCIONARIO El uso del término “antropologfa” varia de acuerdo con las tradiciones naciona- les. En Gran Bretafia significa en general antropologia social, mientras que en Estados Unidos y América Latina abarca también antropologfa cultural, arqueo- logfa, antropologia fisica y lingfstica. En Europa el uso cambia atin mas En- contramos un justo medio: el Diccionario se concentra sobre todo en temas de antropologia cultural y social, pero también inchuye aspectos relacionados de ar. queologia, antropologia fisica y lingiifstica. No obstante, esta obra no puede cu- brir en detalle todos los aspectos de esos campos; desde luego, es ante todo un diccionario de la disciplina de la antropologia y una guia para penetrar en ella Conceptos, teorias y enfoques- mas que una enciclopedia, de las cuales existen varios voluminosos ejemplos recientes. Por eso no aparecen entradas descripti- vas de culturas especificas. Dicho eso, nadie que lea el Diccionario dejara de des- cubrir, en los numerosos ejemplos que se mencionan en las entradas, muchas co, sas sobre la diversidad y,en algunos casos, la unidad de la naturaleva humana y de sus manifestaciones en la cultura y la sociedad. El centro de interés es la contribuci6n de la antropologia a las ciencias socia- les, y no tan slo los intereses inmediatos de la disciplina. Las més de quinientas PREFACIO. ix entradas incluyen breves definiciones de términos que suelen usar los antropé- logos, entradas tematicas acerca de conceptos antropolégicos significativos y en- foques tedricos, y entradas generales sobre algunos de los campos mas amplios de la disciplina. Hay también cierto nimero de biografias de antropélogos des- tacados, para darle rostro a las entradas tematicas. Le otorgamos prioridad a los antrop6logos fallecidos, que no pueden ya hablar por si mismos, pero incluimos unos cuantos especialistas que atin viven y que son citados con gran frecuencia. Les pedimos a los colaboradores que cubrieran de manera amplia los temas que les asignamos, pero no se dio preferencia a ningin enfoque tedrico ni bus- camos a un montén de personas con ideas afines. De hecho algunos de los co- laboradores discrepaban de otros -—ferozmente, a veces~ sobre ciertos asuntos. En esos casos mi tarea como compilador no era ocultar tales diferencias sino cerciorarme de que se las presentase de forma balanceada, si no en una sola en- trada, si por lo menos en términos de referencias cruzadas a otras o incluyendo citas de publicaciones que adoptan un punto de vista diferente. Por esta razon les destinamos un espacio generoso a las referencias, a fin de que los lectores que quieran seguir profundizando cuenten con las herramientas para hacerlo. La bi- bliografia conjunta contiene casi tres mil fichas distintas (incluyendo subtitulos, ya que los titulos suelen ser poco elocuentes), as{ como informacién sobre las fe- chas y lugares originales de publicacién en el caso de las traducciones. EI Diccionario no intenta, al estilo de la Academia de la Lengua, establecer 0 definir los limites de un vocabulario canénico. Pero los elementos de un lengua- je comin sientan la base de la comprensién comin esencial para cualquier tipo de empresa cientifica o intelectual. La tarea que se propuso este libro -explicar el lenguaje y los conceptos de la antropologfa tal como se los utiliza en la actua- lidad, sin maquillar esas areas en las que hay diferencias acerca de los significa- dos— no es una empresa de poca monta en una disciplina que se ha caracteriza- do a lo largo de toda su historia por sus discrepancias tanto como por sus coin- cidencias. En la medida en que lo hayamos logrado espero que la obra des- empefie un servicio ttil no sélo para los estudiantes de antropologia, sino tam- bign para los estudiantes y los especialistas de las disciplinas vecinas (segtin se rumorea son bastantes) que quieran saber mejor de qué estamos hablando, qué clase de entendimiento estamos buscando, y qué podemos ofrecerles. THOMAS BARFIELD COMO USAR EL DICCIONARIO. El diccionario consiste en ms de quinientas entradas indicadas por el término | negritas y listadas en orden alfabético. Las negritas que aparecen en el texto indican referencias cruzadas a entradas relacionadas. Estas indicaciones apare- cen una sola vez por término, a veces en una forma ligeramente distinta de la que presenta en la entrada (por ejemplo “sociobiolégico” en lugar de “sociobio- gia”), para evitar incémodas contorsiones lingiiisticas. Otras referencias cru- adas dtiles pero no citadas aparecen al final de la entrada con la indicacién v. también. __Las referencias bibliograficas se incluyen en el texto con el apellido del autor la fecha (por ejemplo Malinowski, 1922). Cuando hay dos o mas autores con el nismo apellido se indican las iniciales o los nombres propios necesarios para guir entre ellos. Muchas entradas tienen también una seccion de biblio- fa que enumera referencias recomendadas que no han sido mencionadas en texto. La bibliografia conjunta que se incluye al final del Diccionario contiene las fichas completas de todas las referencias. Se utiliza como norma la fecha de blicacién original (en el caso de traducciones la fecha de publicacién de la pri- a edicién en inglés), excepto cuando se trata de ediciones corregidas. Para las is traducidas incluimos también el titulo en idioma original, el lugar y la fe- de su publicaci6n. Esto contribuye a la consistencia entre las diversas entra- as y mantiene el sentido cronol6gico del desarrollo de la disciplina; muchas ve- se pueden conseguir ediciones mas recientes o de menor precio. Algo pare- o ocurre con las antologias, que reproducen articulos mas antiguos y que son faciles de localizar que las viejas revistas. Por eso procuramos dar, siempre es posible, el norhbre completo de los autores, para facilitar la busqueda en ses de datos digitales que pueden incluir esas nuevas ediciones. Los autores han firmado sus entradas; en las paginas x1-xvi aparece la lista leta de colaboradores y de las instituciones en las cuales trabajan. ‘ity of Southern California ndice Bradley awrence University er J. Brown, University Tammy Castleforte East-West Center, Hawai Steven Caton New School for Social Research E. M. Chilver Queen Elizabeth House, Oxford Bernard Comrie University of Southern California Lewis A. Coser Cambridge, MA Martin Daly McMaster University John Davis Oxford University Robbie E. Davis-Floyd University of Texas, Austin Michael R. Dove East-West Center, Hawai Malcolm M. Dow Northwestern University Paul Dresch Oxford University Robert C. Dunnell University of Washington Timothy Earle Northwestern University Elizabeth Edwards Oxford University T. M.S. Evens University of North Carolina, Chapel Hill Burt Feintuch University of New Hampshire [xi] xiv COLABORADORES R. Brian Ferguson Rutgers University-Newark Michael M. J. Fischer Massachusetts Institute of Technology James Flanagan University of Southern Mississippi ‘Thomas F. Glick Boston University Anne Grodzins Gold Syracuse University Jack Goody Cambridge University Alma Gottlieb University of Illinois, Urbana Derek Gregory University of British Columbia Ellen Gruenbaum California State University, San Bernardino Matthew C. Gutmann Brown University Jane I. Guyer Northwestern University Niloofar Haeri Johns Hopkins University Shahla Haeri Boston University Thomas D. Hall DePauw University W. Penn Handwerker University of Connecticut Faye Harrison University of Tennessee Elvin Hatch University of California, Santa Barbara Dwight B. Heath Brown University Allan Hoben Boston University Michael Horowitz State University of New York, Binghamton Jun Hu Emory University Robert Hunt Brandeis University Ronald Hutton University of Bristol James Ito-Adler Florida International University Jean Jackson Massachusetts Institute of Technology William Jankowiak University #f Nevada, Las Vegas James Jones Harvard University Glenn Jordan University of Glemorgan Bruce Kapferer James Cook University David Kaplan Brandeis University Michael Kearney University of California, Riverside Charles Keyes University of Washington Arthur Kleinman Harvard Medical School Igor Kopytoff University of Pennsylvania Shepard Krech II Brown University Henrika Kuklick University of Pennsylvania Krishan Kumar University of Virginia Greg Laden Harvard University . Stephen Lansing sity of Michigan ise Lawrence ornia State Polytechnic University a COLABORADORES: Margaret Mills University of Pennsylvania Emilio F. Moran University of Arizona Stephen O, Murray San Francisco, CA Laura Nader University of California, Berkeley Frederick J. Newmeyer University of Washington Charles Nuckolls Emory University David Parkin? ‘soas, University of London Robert Parkin Oxford University Diane B. Paul University of Massachusetts, Boston David W. Plath University of Hlinois Elizabeth Povinelli University of Chicago Colin Quigley University of California, Los Angeles S.P, Reyna University of New Hampshire Michael Rhum Chicago IL. Suzanne Romaine Oxford University William New School for Social Research Abraham Rosman Columbia University xvi Paula G. Rubel Columbia University Carl Ruck Boston University Candelario Séenz Wellesley College Fereydoun Safizadeh Boston University Stephen K. Sanderson Indiana University of Pennsylvania Alice Schlegel University of Arizona David Schneider University of California, San Diego Eugenia Shanklin Trenton State College Warren Shapiro Rutgers University Parker Shipton Boston Universi Anna Simons i University of California, Los Angeles Raymond T. Smith University of Chicago Mare Sommers Boston University Leslie E. Sponsel University of Hawai Jan Stevenson University of Virginia Marcelo Suarez-Orozco Harvard University COLABORADORES, Ida Susser Hunter College, City University of New York Marlene Sway Los Angeles, CA John Terrell Field Museum of Natural History, Chicago Kendra Hatfield Timajchy Emory University ‘Thomas R. Trautmann University of Michigan Joel Wallman_ Harry Frank Guggenheim Foundation Nueva York D. Michael Warren Iowa State University Christopher Waterman University of California, Los Angeles Michael Watts University of California, Berkeley Geoffrey M. White University of Hawaii Gordon R. Willey Harvard University John van Willigen University of Kentucky Margo Wilson McMaster University Peter Wyatt Wood Boston University Walter P. Zenner State University of New York, Albany Arnold M. Zwicky Ohio State University aculturacién Es el proceso de cambio cultural que se pro- duce por el encuentro de dos sistemas cultu- ‘rales auténomos, y que da por resultado la ‘reciente similitud de ambos. Siempre entra- fa una interaccién compleja con procesos so- ciales concurrentes, cuyos parémetros se es- pecificaron con gran cuidado en dos impor- tantes memorandos encargados por el Social Science Research Council (Redfield et al., 1936; Broom et al., 1954). En esos encuentros la cul- tura donante pucde no presentar toda’ su ga- ma de elementos culturales, y el sistema de valores propio de la cultura receptora puede actuar como filtro o modificar algunos ele- mentos. La aculturacién también puede tener ‘una estructura definida, como ocurre en el ca- so de una conquista o en otras situaciones de desigualdad social o politica que canalizan el flujo de elementos culturales. La aculturacién subsume un nimero de procesos diferentes, entre los que se incluyen la difusién, la adap- tacién reactiva, diversos tipos de reorganiza- ‘cidn espacial y cultural posteriores al contac- to, y la “desculturacién” o desintegracién cul tural. La gama de ajustes resultantes incluye Ta retencion de una sustantiva autonomia cul- tural 0, mas frecuentemente, la asimilacién de un grupo mas débil por parte de uno mas fuerte que entra en contacto con él, asf como Ja fusién cultural (fenémeno poco usual), en Ja que dos culturas pueden intercambiar sufi- icientes elementos como para producir una cultura sucesora distinta. En la medida en que la aculturacién invo- Jucra la interaccion de dos o mas grupos dife- rentes, la interaccién social entre ellos condi- ciona marcadamente el resultado, La enorme resin social que se produce con una con- ‘quista, por ejemplo, puede desintegrar los me- ‘canismos gracias a los cuales el grupo con- quistado ha mantenido su cultura. En otros a casos un fuerte aislamiento puede preservar una cultura politicamente débil pese a la exis- teneia de obstaculos que parecen insuperables. Ademés, si por la razén que sea uno de los grupos se niega a reconocer la aculturacion del otro, la reduccién de la distancia cultural (aculturaci6n) puede no ir acompaiiada por una reduccién simétrica de la distancia social (asimilacion) [riowas F, Guick] adaptacion Se refiere a 1] cambios de la frecuencia de ge- nes que le confieren una ventaja reproductiva a una poblacién en un medio dado y 2] cam- bios fisioldgicos y socioculturales que aumen- tan la aptitud y el bienestar individuales. El concepto de adaptacién es fundamental para la antropologia ecolégica, pese a que ciertos especialistas han hecho hincapié en la adapta- cidn evolutiva y genética (un proceso lento, en el nivel de la poblacién, que involucra procesos aleatorios de seleccién natural), mientras que otros han dado mas importancia a los procesos conductuales ¢ histéricos. Todos coinciden en que los organismos individuales, incluidos los seres humanos, responden a su medio. Los individuos pueden responder a cam- bios del medio a través de ajustes morfolégi- cos y funcionales. Estos pueden adoptar tres formas y ser de regulaci6n, de aclimatacién 0 de desarrollo. Los ajustes de regulacién, que incluyen en buena medida el comportamien- to, se producen con rapidez y reflejan la flexi- bilidad fisiolégica y conductual de nuestra es pecie. Las pricticas culturales de vestido y vi- vienda reflejan muchas veces, aunque no siem- pre, un esfuerzo por alcanzar un nivel acepta- ble de proteccién de los elementos (es decir, de adaptaci6n). Las respuestas de aclimata- cion tardan mas en ponerse en préictica que 2 ADIVINACION las de regulacién, porque requieren ciertos cambios en la estructura del organismo, co- mo crecimiento muscular para hacer frente a labores fisicas arduas o, en las regiones mon- tafiosas, mayor volumen sanguinco para trans- Portar més oxigeno a las células del cuerpo. A diferencia de los dos tipos previos, las res- puestas de desarrollo no son reversibles y se producen durante el crecimiento y desarrollo de un individuo en respuesta a la severidad de las condiciones ambientales prevalecientes. Un nifio que crezca en una zona muy alta de- sarrollaré un mayor volumen pulmonar y mas capacidad torécica para poder hacer frente con més eficacia a las condiciones de escasez de oxigeno (Moran, 1979). ‘Alo largo de los aftos las explicaciones an- twopolégicas han ido dandole diversos pape- les al concepto de adaptacin. Algunas pare- cian implicar una incapacidad humana para superar las limitaciones ambientales (Glac- ken, 1967), pero la teorfa evolutiva moderna y la genética han puesto fin a las nociones simplistas de determinismo ambiental (R. Foley, 1987), Es posible comprender las fun- ciones y las formas de los organismos si se analizan cuidadosamente los complejos pro- cesos de interaccién de los individuos en un entorno. En la teoria evolutiva el efecto del ambiente sobre el genotipo es indirecto. Los cambios adaptativos de todos los organis- mos, incluida nuestra especie, estan media- dos por el material genético hereditario que pasa de una generacién a la siguiente. La adaptacién bioldgica raras veces es perfecta y hay numerosos factores que se le oponen, entre ellos mutaciones y flujos genéticos, opor- tunidades evolutivas, limites fisicos, proble- mas de ubicacién y la naturaleza siempre cambiante del medio (Ricklefs, 1973). Por bien adaptada que pueda estar una pobla- cién, se producen nuevas mutaciones al azar (y diversidad conductual), que se introducen y difunden de manera regular por una po- blacién, originando cambios. La adaptacién es, esencialmente, un com- promiso. Los resultados casi nunca son las so- luciones “6ptimas”, pero representan posibili- dad, oportunidad y competencia. Esto se debe a que los medios cambian sin cesar, las po- blaciones estan incorporando siempre rasgos innovadores, tanto conductuales como fisio- logicos, de desarrollo 0 genéticos, y sus inte- racciones son complejas y, en buena medid. resultan impredecibles Esta dimensién interactiva de la adapt; cién ha avanzado en aftos recientes, con aparicion del interés en la “ecologia histor ca’. Este enfoque (v. Crumley, 1994) parte d punto de vista de que la conducta humana « contingente y perfectamente capaz de super: “limitaciones ambientales”. Asi, una poblacié, que se encuentra asentada en suelos de mal calidad puede actuar para mejorar su situ: cién econémica por medio de cambios en | asignacién de mano de obra, habilidades te: noldgicas y objetives politicos. Se esté ace, tando que los seres humanos no sélo se aday tan o se ajustan a lo que el medio ambiente Ie presenta, sino que también se esfuerzan pc cambiar el impacto que el medio fisico tien sobre ellos. No se trata de una aptitud recier te, derivada de los avances tecnolégicos cot temporaineos; existe desde los inicios de nue: tra especie y puede observarsela en técnica agricolas como el terraceo, los camellones las medidas para evitar la erosion (Morat 1990) (». también agricultura; antropologi biol6gica; sociobiologia). BIBLIOGRAFIA: Netting, 1986; Rappaport, 196! Eric Smith y Winterhalder, 1992; B. Turner et al 1990. [EMILIO F. MORAS adivinacién Es cl proceso de usar medios del ritual par revelar cosas ocultas a la percepcién norma como informacién sobre acontecimientos fu turos, fuentes de enfermedad, la identidad d los brujos y, de hecho, cualquier cosa que nm pueda determinarse por medio de métodos di investigaci6n profana. La adivinacién se en cuentra en todas las sociedades y adopta uni gran variedad de formas, incluyendo los orécu los y el augurio. Los propésitos de la adivinacién varian d acuerdo con los intereses de culturas especifi cas. Por ejemplo, en muchas culturas afri canas en las cuales la brujeria es un facto: importante de las relaciones sociales, la adivi nacién sirve esencialmente para identificar y prevenir las actividades de los brujos (Mair 1969:76-101). Un azande que haya padecide _ una enfermedad o una desgracia puede esco- "ger entre una variedad de ordculos para adivi- ‘nar quién lo embrujé; alternativamente, pue- de celebrar una ceremonia en la cual un es- pecialista de fuera de la comunidad adivina ‘piblicamente quién es el culpable (Evans-Prit- chard, 1937). En las sociedades de cazadores Ja adivinacién puede emplearse para saber dénde encontrar caza o cémo ponerle fin a un lo de fracasos de los cazadores. En el ‘surveste de Estados Unidos, donde el acceso ‘al agua es tanto vital como dificil para los ‘granjeros, la adivinacién de fuentes de agua ‘por medio de zahories ha legado a ser suma- mente elaborada. En casi todas las sociedades Jos individuos usan la adivinacién privada para descubrir detalles acerca de su futuro; las ni- ‘fias norteamericanas, por ejemplo, tienen una ‘amplia variedad de procedimientos para des- ‘eubrir con quién se van a casar y cudntos hi- _jos van a tener. "Cuando |a adivinacion busca la fuente de ‘un infortunio suele proporcionar también la cura. Esta entrania con frecuencia subsanar ‘un descuido ritual que ha causado el proble- ‘ma, Los sisana de Ghana, por ejemplo, casi ‘siempre consultan a un adivino cuando caen ~ enfermos. EI adivino suele descubrir que han -descuidado algtin deber ritual, y que los ante- ppasados ofendidos estan provocando la enfer- _medad como castigo. E] paciente, haciendo "un sacrificio determinado, puede tranquilizar alos dioses e impedir futuras aflicciones. Sila responsabilidad es de algin brujo, se lo puede ‘enfrentar y obligar a detener sus actividades | (Mendonsa, 1989). En algunos casos, cuando “amargos conflictos interpersonales envene- ‘nan la vida del grupo, la cura puede requerir {que esos conflictos se discutan abiertamente y se solucionen (V. Turner, 1961). _ Muchas ceremonias de adivinacién se cen- tran en el augurio, que es la interpretacion de acontecimientos aleatorios. Una ceremonia ‘crea un fenémeno sobre el cual parece impo- sible el control humano, como la caida de _ unos objetos, la manera en que se reparten ‘unos naipes 0 la condicién de las entrafias de un animal. Ya que el control humano es im- "posible, cualquier patron puede atribuirse a agentes sobrenaturales. En Dinamarca un pen- tecostalista que busque guia puede meter la "mano en un frasco Ileno de tiritas de papel, cada una de las cuales contiene un versiculo ADIVINACION, 3 biblico. Ya que la persona que hace la consul ta no puede distiniguir entre las tiritas, la elec cidn de una en particular se considera obra de Dios, y que el versiculo reproduce un mensa- je divino. Al crear un acontecimiento alea- torio la adivinacién interpretativa abre un espacio para la manifestacién de sefales so- brenaturales. Tales sefales son visibles para todos los ob- servadores; sin embargo en muchos casos sélo pueden ser adecuadamente interpretadas por especialistas en rituales 0 adivinos. Los adivi- nos tienen un adiestramiento especial en el oficio de la adivinacién, y con frecuencia lo adquieren mediante un prolongado aprendi- zaje. Pero mas importante atin es que suelen tener un don especial, una habilidad sobrena- tural que les permite ver lo que otros no pue- den. En muchos casos tienen la capacidad especial de ser poseidos por espiritus que di- igen sus acciones. Por ejemplo, durante una ceremonia de adivinacién un adivino ndembu es poseido por un espiritu; es el espiritu que habla a través de la persona el que realmente identifica las causas de una enfermedad. En otros casos, como el de los zahories o el del chamén, el adivino mismo esta investido de un poder especial. Los primeros antropélogos, como Frazer 0 Tylor, se concentraban primordialmente en las dimensiones intelectuales de la adivina- cién: por qué esas ceremonias, tan evidente- mente fraudulentas para la mirada cientifica, parecian reales para los primitivos. Posterio- res autores se han interesado mas en las fun- ciones sociales y simbélicas de la adivinacion. Victor Turner (1968), por ejemplo, sostenia que las adivinaciones de brujos entre los ndembu sirven para revelar y curar tensiones y divisiones sociales. Cuando repasa los can- didatos para acusarlos de brujeria, el adivina- dor toma en cuenta primero a los que tienen algun rencor contra la victima. Al poner a des- cubierto esos rencores y prescribir remedios para ellos, el adivinador brinda una oportuni- dad de expresar y resolver los conflictos loc: les. De manera similar, la adivinacién entre los sisala expone las transgresiones sociales y fuerza a quienes las realizaron a reconocer y pagar sus culpas. Al imponer una causa so- cialmente relevante de la enfermedad y el in- fortunio, la adivinacién convierte a éstos en herramientas para diagnosticar y manejar pro- 4 ADOLESCENCIW/ADOPCION blemas sociales. En forma similar, Omar Kha- Yam Moore (1957) ha sugerido que la adivi. cion de un grupo, puede proporcionar ung manera de abandonar métodos estancados o improductivos (v. también antropologia sins, bolica; religién; ritual; sacrificio) BrBLIOGRAPA: Frazer, 1890; Grindal, 1983; Malic nowski, 1948, [ANDREW s, BucKSER] adolescencia Es la etapa de la vida que se ubica entre la in- fancia y la edad adulta y que muchas eultumes paungue no todas~ reconocen (Schlegel y Ba. L2y. 1991). Como transicién bioldgica, la ade. en nuevos términos, cn la vida cultural de su comunidad, de indi- reincorporacién social, n torno a la distincién de qué esta determinado culturalmente en la adoles, cenela y qué biolégicamente (M. Mead, 1928) ic ii to social. En algunas socie mareada y drastica; esta sraduales, con mas conti- nuidad entre la infancia y la adolescencia (asf como entre ésta y la edad adulta), La expe- flencla, los roles sociales y la socializacion de los adolescentes pueden variar de acuenia Con sui Sexo; a los varones se los organiza con més frecuencia en y idades so- fisles se produzcan poco despues de la pos bertad y la menarquta, 0 més o menos tro. longado, tal como ocurre en las Sociedade hy, dustriales (Schlegel y Barry, 1991). Si bien la biologia de la adolescencia puede ser cone tante, los cambios de las condiciones histori, cas de la vida cultural pueden acarrear, en lh organizacién social de la adolescencia, modi, ficaciones que configuren qué es la aden, cencia y cémo se la experimenta (Burbank 1988). Toagockarta: Condon, 1987: S. $, Davis y Davis, 1989; Moffatt, 1989; Schlegel, 1995, [STEVEN M. parisi] adopcién otres) y la adopcion responsabilidad paterna por un menor nacide de otros padres “como si” fuese un hijo pro, io. No obstante, en muchas sociedades tales distinciones legalistas tienen poco o ningdin sentido (J. Goody, 1976:66-85), Por ciemplo, el esfuerzo de un linguista por una definicién funcional, libre de sesgos les, de la adopcién, por lo menos para edades de Oceania, la describia como rr procedimiento acostumbrado y op- para tomar como propio al hijo de otros elas a todos -o tan siquiera a la mayoria— ‘easos ctnograficos, porque aquélla daba sentado, incorrectamente, que las defini- ‘Oceanfa la adopcién es, normalmente, ci6n entre parientes cereanos, y es adopcién de extrafos, aunque algunas maories nativas de Nueva Zelanda taron nifios curopeos en el siglo xix e, 1991:179). Pocas veces entrana procedi- legales formales, excepto en lugares Hawai y Nueva Zelanda, donde puede presiones sociales -y, cada vez mds, gu- mentales- para adaptarse a las conven- es occidentales. En Oceania se considera -darle un hijo en adopcién a otros es un generoso, de amor, y es mucho mas fre- te que en Estados Unidos, por ejemplo, nde se calcula que s6lo 2% de los ninos son 0 . Los norteamericanos que le dan ijo a otra persona suelen ser estigmatiza- | De esta comparacién transcultural Ca- ll (1970:7) llegé a la conclusién de que: caracteristicas de quienes dan y quienes iben en adopcién, las motivaciones de es- Ailtimos y de los padres naturales cuyo hijo . la forma social del proceso de adop- yel significado cultural del acto difieren - manera significativa en Oceanfa y en Esta- as Unidos.” a estas dificultades terminolégicas y atorias, estudiar cémo comparten © duos que no son los padres biolégi- sla responsabilidad por el bienestar de los os puede arrojar luz sobre otras facetas vida. En Estados Unidos, en la actuali- d, los que participan directamente en el ramite de adopcién -entre ellos trabajado- ‘sociales, entidades privadas y departa~ oficiales de bienestar social usan on respecto a ella la metafora del “triéngulo 0” 0 la “triada”, a saber: los adopta- s, los padres adoptivos y los “padres natu- es”. Se hace gran hincapié en mejorar la AFINALES 5 calidad del ajuste psicolégico de los indivi- duos al hecho de la adopcién y en precisar si los “vinculos” entre los diversos integrantes de la wiada creada por el nacimiento y la adopcidn deberian ser socialmente reconoci- dos y celebrados (J. Strauss, 1994), Se presta gran atencion a los “derechos” de las perso nas involucradas. En contraste piénsese en la perspectiva so- bre la familia y la adopci6n de los maories de Nueva Zelanda, entre quienes no existe la idea de los nitios como propiedad (Else, 1991). Los niflos maories tienen muchas casas pero sélo una whanau (familia). Y por lo general los hi- jos “adoptives” conocen tanto a sus padres por nacimiento como a sus padres por adop- cidn. Los términos para designar a los que adoptan, asi como a los que son adoptados, son muy célidos y positivos, y su relaci6n es franca, “debido a la necesidad de transmitir conocimiento sobre los lazos de parentesco, Jas Iineas de descendencia y las conexiones con la tierra” (Else, 1991:177). Este ejemplo ilustra que la adopeién, lo mis- mo como categoria de significado que como practica social, resulta problematica, porque elude lo que David Schneider ha denominado las formas “biologistas” de marcar y definir el cardcter, la naturaleza y el comportamiento humanos (D. Schneider, 1984:175). No obs- tante, el estudio de la adopeién puede repre- sentar una forma de investigar, no sélo la naturaleza del parentesco en diferentes socie- dades, sino también los significados y las im- plicaciones de conceptos como identidad, fa- milia, raza, grupo étnico y nacionalismo (Terrell y Modell, 1994), siauiocRarta: J, Bates, 1993; Brady, 1976; R. Levy, 1973; M. Marshall, 1977; Modell, 1994 (oHN TERRELL] afinales Parientes consanguineos de un cényuge. En el actual sistema de parentesco occidental a los afinales se los conoce como “parientes poli cos”. En un sistema de linajes con inteream- bio normal de matrimonios puede existir en~ tre dos linajes una relacién de afinidad tal que todos los miembros consanguineos del li- naje del cényuge se consideren afinales. Estas 6 AGNADOS/AGRESION relaciones de afinidad suelen tener caracter sistematico y perdurable, y forman la base de relaciones vigentes enire grupos de parentes- co 0 clases de matrimonio (v. también con- sanguinidad). BIBLIOGRAFIA: Dumont, 1983. [MICHAEL RHUM] agnados Parientes patrilaterales, es decir, personas emparentadas con un individuo por el lado del padre (v. también cognados; enados). (MIcHagL RHUM) agresion La agresién humana es una conducta cuyo propésito es causar dao a otros, aunque al- gunos investigadores consideran que el com- Portamiento autolesivo es esencialmente si- milar: Se incluye desde luego el dano fisico (dolor y lesién), pero algunos especialistas sostienen que este concepto deberia abarcar también las conductas que tienen el propési to de infligir sufrimiento psicolégico, objeti- vo frecuente de los chismes y del ostracismo. Se discute ademiés si es posible definir el com- portamiento agresivo sin referencia a sus re- sultados, ya que esta definicién admite practi- cas que, aunque de intencién malévola, son de dudosa eficacia, como la hechicerfa. La bibliografia psicologica sobre la agresién sue- Je emplear una distinci6n conceptual entre la agresi6n instrumental (definida como un me- dio para lograr un fin) y la agresién hostil (un dano que se inilige como un fin en si mismo). Desde Iuego, todo caso de comportamiento agresivo puede representar cierto grado de ambos tipos. Tanto los intelectuales como el ptiblico ge- neral se han preguntado siempre si los seres humanos son agresivos “por naturaleza’. Ya que cualquier conducta observable en una es- pecie tiene que ser un potencial de su dota- cién genética, la conclusién debe ser afirmati- va, aunque sélo sea en sentido trivial. No obs- tante, esto dista mucho de la aseveracién mas general de que los humanos tienen una incli- nacién congénita hacia la agresividad. Esta Gltima concepcién de la agresién humana, fundamental en la bibliografia -mas 0 menos de divulgacién- sobre la naturaleza humana, en boga en los sesenta y los setenta, ya la que Pilbeam (1983) lama “de los monos desnu: dos”, se asocia sobre todo con el etélogo Kon. rad Lorenz. En la actualidad los modernos es. tudiosos de la agresién humana y los et6logos rechazan su caracterizacién de la agresion como una compulsién genéticamente ordena- da, considerandola un ejemplo de cémo no se debe pensar acerea de la agresién en ninguna especie. Los esfuerzos afines por explicar el conflicto violento entre grupos humanos en términos de inclinaciones agresivas del indivi- duo son esencialmente erréneos. Mas dtil que concentrarse en esa pregunta resulta ocuparse de la variabilidad dentro de la especie en cuesti6n. Qué determina la va- riabilidad situacional de la agresividad en la persona promedio? ¢A qué se atribuyen las di- ferencias consistentes en materia de agresién entre distintas personas? ¢Qué explica las di- ferencias transculturales de los niveles de agresividad? Variabilidad situacional La mayor parte de los trabajos teéricos sobre los determinantes situacionales de la agresi6n se ocupan de la agresion hostil, mas que de la instrumental. Si exceptuamos las ideas de Freud y de Lorenz acerca de la agresion como una pulsién insistente que requiere satisfac- cién periddica, la vision moderna de mas in- fluencia sobre la agresién humana es la vene- rable hipotesis de “frustracién-agresidn”, se- atin la cual la agresion hostil surge cuando se bloquean los objetivos de una persona. Desde que se la desarroll6, en los cuarenta, esta cla- ra propuesta ha experimentado una serie de revisiones. Una de las mds interesantes rem- plazaba la frustracién, como término causal, por estados desagradables, tanto emocionales como fisicos. Quienes proponen este modelo citan evidencias que van desde el ramalazo de furia que se siente contra cualquiera que ande por ahi cuando se da uno un golpe en el dedo gordo del pie hasta un estudio que detalla una fuerte correlacién entre la temperatura diaria y los indices de crimenes violentos en la ciu- dad de Houston (Berkowitz, 1989), El nivel de excitacion del sistema nervioso auténomo interviene en el comportamiento 0. Como la respuesta auténoma es idén- en calidad, cualquiera que sea la emocién la induce, una excitacion preexistente, Ja causa que sea, puede aumentar la exci facién emocional producida por una situa- 6n ¢ intensificar la conducta resultante. El elemento de prediccién del nivel de ad en los adultos ~aunque no es una mismo- es el nivel de agresividad en (x: socializaci6n). La agresividad, menos en las poblaciones estaduniden- y europeas en las que se la ha estudiado mente, es un rasgo de notable es- |, y a edad temprana aparecen dife- persistentes. Ciertos aspectos del en- ir del nino, sobre todo los que se n con la disciplina paterna, estén acionados con los niveles de agre- [en edades posteriores. La disciplina, como erritica, es un “factor de nlo es una disciplina demasiado laxa Stouthamer-Loeber, 1987) vinculaciones convincentes entre d y las caracteristicas biolégicas mn a la agresién patol6gica, mas que se ubica en la gama normal del nto. (Y es importante seflalar cualquier sociedad, la gran mayorfa actos agresivos, incluidas tanto la for- da como la violenta, son realiza- “normales", no por las que psicopatia.) El hallazgo mas solido fido es que entre las personas a las ica como propensas a la agre- iva es mas frecuente una deficien- misor serotonina. Sin em- esté claro si el resultado de ese défi- gresividad en particular 0 mas bien control de los impulsos, en general ., 1990). fa decirse que el sexo es el factor bio- AGRESION 7 logico mas poderoso de las diferencias indivi- duales en lo tocante a agresividad a lo largo del ciclo vital. La agresividad es una de las di- ferencias entre varones y mujeres que se en- cuentra de manera mas consistente en la nifiestan més en todas las etapas de la vida, pero especialmente en la pubertad y después de ella. Desde luego podria suponerse que esta diferencia no se debe a las consecuencias fisicas mAs © menos directas de tener un ge- notipo XY o XX -el sexo-, sino de lo que hace con ellas la cultura -el género. La muy distin- ta magnitud de la diferencia en términos de agresividad entre hombres y mujeres en di- versas culturas destaca el poder de la influen- cia cultural si acaso no es determinaci esta diferencia (v. género). Variacion transcultural La gama de aceptacién de la violencia va des- de culturas en las cuales toda expresién de agresion resulta aborrecible hasta otras en las cuales la belicosidad no sélo es aceptable sino positivamente fomentada. A esta dimensién hay que agregar otra, independiente, que re~ presenta la proporcién de agresin que se di rige contra otros miembros de la comunidad, en oposicién a la que se expresa hacia los que estan fuera de ella. No obstante, el nivel de agresién dentro del grupo no proporciona un indicador claro del grado de hostilidad entre grupos: en los registros etnograficos se pue- den encontrar casi todas las combinaciones imaginables. Los trabajos teéricos acerca del conflicto intergrupal violento suelen invocar como ele- mentos explicatorios la organizacién social y la dindmica politica, mientras que los estu- dios sobre la agresién dentro del grupo tien- den a concentrarse en la socializacién tem- prana de los nifios. A partir de la bibliogralia sobre esta iiltima tradici6n se puede afirmar que, si bien unos padres afectuosos y modera~ damente indulgentes no garantizan adultos amables, la socializacién dura de los nifios casi siempre cancela ese resultado. Todos los nifios pequefios recurren a la agresi6n, entre otras formas de comportamiento, para obte- ner lo que desean o desquitarse. En las cultu- ras notables por su bajo nivel de agresi6n co- tidiana, sin embargo, esta conducta va siendo 8 AGRICULTURA restringida en favor de modos prosociales, no por medio de una supresién punitiva sino a fa. de los padres. E: esos grupos los adiiltos manifiestan un verda- través del modelo y la dero temor ante el potencial destructivo de la agresi6n, y esta aversi6n se les inculea tem- pranamente a los ninos (v. también etologta; guerra; sociobiologia; vendetta) BIBLIOGRAFIA: P, Brown y Schuster, 1986; Groebel, y Hinde, 1989; Montagu, 1978. [ort WaLEMAN] agricultura s el cultivo y la cosecha deliberados de plan tas, pero muchas veces el término se hace ex tensivo a la erfa de animales. Como forma de subsistencia con mas de diez mil afios de an- tigiiedad, la agricultura se practica en todos las lugares del mundo en que pueden crecer plantas, inchtidas las ciudades, Los agriculto- anjeros” o “cult © menos intercambia. n denominados de manera 1 ble, mientras que quienes estan bajo el con trol de un sistema de estado que exirae una renta suelen ser Hamados “campesino: -es politicos cambiantes y La ag combinarse con otras formas de obtencién de tér- mino que tiene mat a veces contradictorios icultura suele recursos, como la caza-recoleccién (v. caza- dores-recolectores), la pesca, el comercio 0 la produccién de titiles, especialmente como parte de un ciclo estacional que incluye perio: dos de descanso, migracién y cambio de roles. Estas complejas relaciones suelen pasarse por alto porque los cultivadores hacen demasiado hincapié en su dependeneia de la agricultura y minimizan sus intercambios con otros pue blos. Las tipologias de la agricultura (Ruthen- berg, 1980) se concentran en los cultivos y sus usos, las fuentes de agua, el grado de mecani zacién (sobre todo para la preparacién de la ta), los regimenes de b: becho o rotacién (si existen), las formas de organizar el trabajo, la intensidad de inversién de capital y los gra- dos de centralizacién de la autoridad, entre otros factores. Muchos esquemas distinguen la horticultura, incluyendo la agricultura de roza y quema, de la agricultura sedentaria; la agricultura de temporal de la de riego o la que aprovecha Ja retirada de las inundaciones; las cosechas comerciales de las alimentarias, y la agricultura pura del agropastoralismo o la agrosilvicultura. En realidad estos tipos se mezclan y fusionan en innumerables combi- naciones. Donde los suclos son pobres en nu- trientes las plantas pueden alimentarse de otras materias vegetales vivientes o en putre- facci6n (patrén usual en los bosques tropica les Iluviosos y en los sistemas que emplean abonos verdes) de nutrientes trafdos por las aguas (como ocutre en muchas areas de riego). La agricultura siempre involucra algo mas, técnica y culturalmente, que el simple plantar y cosechar cultivos. Puede incluir tar as tan distintas como fabricacién y reparac herramientas, magia, control de inunda nes y plagas, coordinacién ritual y adminis: \ciera. Cuanto mds compleja sea ién del tra- bajo. La tierra, la mano de obra, el capital y wacién finan la tecnologia mayor sera la div otros factores de la producci6n agricola estan sujetos a diversas definiciones y clasificacio- y muchas lenguas en las ‘granja’ nes culturales: cuales estos términos, y otros como no tienen una traduecién precisa. Las unidades sociales de produccién agrico- la coinciden muchas veces, pero no siempre con las familias 9 unidades domésticas (Ne ting, 1993). C de producci6n agricola puede variar notable- mente segiin la etapa del ciclo de desarrollo de la familia (Chayanov, 1966; J. Goody y For tes, 1958). Varia asimismo a lo largo de los ci: clos de vida individual y de la comunidad. icultores aprenden a cul ndo eso oc re la capacidad Casi todos los a tivar (y a cuidar los animales domésticos cuando los tienen) de sus parientes y vecinos, con juegos mientras son nifios, luego ayudan- do a los mayores y absorbiendo la historia y Child, 1953). Los pueblos agrarios en todo el de trabajo por sexo en mayor medida de lo que pareceria requerir la supervivencia. Aun donde se las mantiene separadas, las labores masculinas y femeninas pueden seguir siendo muy interdependientes: ndo dividen sus roles la limpieza de los campos ¢s en general una tarea masculina en todo el mundo; plantar, deshierbar y cosechar pueden ser labores de uno o ambos sexos, por separado o juntos; el procesamiento de los ali mentos domésticos suele ser trabajo de las mujeres; la venta al mayoreo tiende a ser res. lidad masculina casi en todos lados st, 1983). Ja horticultura en las poblaciones ru- spersas hasta la irrigacién en las den- bio tecnolégico entrana también y politicos. La agricultura de no siempre requiere una politica © jerarquica, pero el contro! de jones en Areas de riesgo por lo gene- Las reglas y practicas de tenencia y derechos de agua tienden a va- nsidad de la poblacién y la com- esos recursos (Grigg, 1980). Los parentesco suelen coincidir de aproximada, geografica e histé- con determinados ecosistemas, es- subsistencia y densidad de los Hien iscutiéndose .y las gencralidades de este fenéme- 1934; Steward, 1955; L. A. White, reglas y précticas de los pagos es, como el precio de la novia 0 ‘se han interpretado en ocasiones ‘compensacién por la mano de ‘tras cosas, tienden a coincidir, forma muy aproximada, con de- tipos de regimenes agricolas o ip, 1970; J. Goody y Tam- . Goody, 1976). Shumanos perciben su agricultura simbélicos 0 religiosos que es- ereencias acerca de las causas y tltimos (Rappaport, 1979), inclu- por las cuales la agricultura a otros procesos del cuerpo, de la ‘del cosmos (Croll y Parkin, 1992). puede socavar o justificar y deberes de las personas en re- ‘recursos productivos. Pero los y creencias de los pueblos ‘permiten una generalizacion sim- pueden reconocer Ia tierra y la Jo mismo como sagradas que s, como ninguna de las dos co- oambas a la vez. La mayor parte de agrarias, incluidas aquellas eultivo como algo estrechamen- con la religion, celebran el cre- | fructificacién con rituales 0 ce- ari, 1976). j6n antropoldgica ha cuestio- ; opiniones agricola-econémicas que definen la racionalidad AGRICULTURA 9 como la simple maximizacién de rendimien- tos y utilidad. Los agricultores ef pequefia es- cala procuran en general minimizar sus ries- g0s con medidas como los cultivos mixtos, el uso de variedades resistentes a la sequia y el cultivo de parvelas fragmentadas en dife- rentes tipos de suelo (por ejemplo a lo largo de una linea que va del fondo de un valle a la cima de un cerro). Tratan de reducir maximos y minimos en las demandas de mano de obra (con cultivos diversificados, la mezcla de va- riedades de simiente que maduran rapido y despacio, etc.). Los cultivadores mas pobres, que tienen que distribuir sus inversiones de capital a lo largo del aiio, pueden encontrar prctico pedir prestado a un interés muy alto, © vender barato después de una cosecha y comprar caro antes de la siguiente. Los culti- vadores también practican intercambios re- ciprocos y redistributivos de insumos y pro- ductos agricolas con fines sociales, politicos, simbélicos, religiosos 0 estéticos, ademas de agronémicos 0 econémicos. En algunas épo- cas y lugares las sanciones magico-religiosas, como las acusaciones de brujerfa, inhiben la innovacién agricola o el enriquecimiento visi- ble (Favret-Saada, 1980; Malinowski, 1935) E! control ritual-politico sobre la siembra y la cosecha puede cumplir propésitos agro- némicos, por ejemplo al sincronizar activida. des para impedir que las plagas pasen de un campo a otro durante un periodo mas largo (Lansing, 1991). Esos hallazgos han llevado a revisar tcorfas como las de racionalidad, ma- ximizaci6n de utilidades, aversion al riesgo, respuesta al precio, eficiencia técnica y mo- demnizacién. La racionalidad de los agriculto- res puede ser sutil y compleja, y ésa no es su inica manera de pensar Algunos antropélogos, como Paul Richards (1985), se han concentrado también en las formas indigenas de experimentacion ¢ inno- vacién tecnoldgica, con lo que matizaron los supuestos desarrollistas de que la ciencia o el progreso se difunden a partir de unos pocos centros. Una etnografia comprensiva ha sabi do encontrar muchas veces sutiles razones lo- cales detras de practicas como la agricultura de roza y quema, la mercla de cultivos o la siembra al voleo, menospreciadas en cierta época por los cientificos europeos y nortea- mericanos; hacia los afios setenta esos estu- dios habfan ejercido una fuerte influencia so- 10 ALCOHOLIALIANZA, SISTEMAS DE bre la “investigacién de sistemas agricolas’ més progresistas en agronomia, economia y otras disciplinas (Ruthenberg, 1980). En una tesitura mas critica algunos antropélogos han identificado, en la economia y la tecnolo- gia de los cultivadores, las raices de la forma- cin de la clase rural, la dependencia y el cor flicto (E. Wolf, 1966; J.C. Scott, 1976; Shanin, 1990). Las recomendaciones de los antropélo- gos, a veces desoidas 0 atendidas demasiado tarde en los circulos politicos, han influido -y en ocasiones adecuado mejor al contexto— muchas intervenciones précticas emprendi- das en nombre del desarrollo econémico (v. hambre; pastores némadas; produccién de alimentos; revolucién verde; sistemas ali- mentarios). ‘BIBLIOGRAFIA: Bennett, 1976; Culture and Agricul- ture [publicacién periddica]; Netting, 1986; Shipton, 1990; Vayda, 1969b. (PARKER SHIPTON] agua ‘Vv. IRRIGACION alcohol Es el nombre genérico de una cantidad de compuestos quimicos, pero el més importan- te para la humanidad es el alcohol etilico (0 ctanol, C2H5OH), compuesto activo de mu- chas bebidas populares que la mayor parte de las poblaciones han usado de diversas mane- ras a lo largo de la historia. Es psicoactivo, es decir que puede afectar tanto el estado de éni- mo como el comportamiento, al cambiar la naturaleza y la funci6n de las conexiones neu- rolégicas del cerebro. Es producto natural de la fermentacion y el factor que tienen en co- mtn las cervezas con 0 sin lipulo, las bebidas caseras de diversos nombres, los vinos y las bebidas espirituosas destiladas, que con fre- cuencia requieren una preparacion muy ela- borada y la adicién de distintos productos. Las bebidas fermentadas pocas veces tienen més de 12% de alcohol y se pueden hacer casi con cualquier fruta, baya, tubérculo o cereal; las bebidas destiladas también tienen muchas bases distintas, pero pueden rebasar el 50% de alcohol. En muchas culturas la gente utiliza las be- bidas fermentadas como elementos nutriti- vos basicos de la dieta; en otras se las disfru- ta ocasionalmente como producto asociado con la sociabilidad, la paga por el trabajo co- munal, el descanso, las ofrendas a espiritus sobrenaturales 0 ancestrales y demés. En el Cercano Oriente aparecen restos arqueol6gi- cos prehistéricos tanto de vino como de cer- veza, pero la destilacién parece haber sido monopolio de los alquimistas hasta alrede- dor del aio 1200 de nuestra era. La bebiday con moderacién, puede ser saludable, pero puesto que con la dosis y la tasa de ingesta se relacionan reacciones de comportamiento y fisiologicas, en exceso puede resultar nociva. ‘Tal como ocurre con otras sustancias que al teran la mente, las actitudes hacia la bebida van desde la veneracién como sacramento hasta el desprecio como abominacién. Los relatos historicos y etnograficos suelen mos- trar al alcohol integralmente vinculado con Ja economia, la religion, la organizacién so- cial y otros aspectos de la cultura; de mane- ra similar, esas descripciones proporcionan valiosos casos de estudio 0 experimentos na- turales que matizan las presunciones etno- céntricas que tifien gran parte de la biblio- graffa psicolégica y sociologica (D. Heath, 1987). Las principales contribuciones de la antropologia han sido la perspectiva socio- cultural ~que muestra de qué manera las ac titudes y los valores afectan més la ingesta de bebidas y sus resultados que la simple fisio- logia y la farmacologia~ y la demostracion de que el alcohol desemperia muchos papeles, incluso donde el alcoholismo es desconocido (v, también drogas). Biaioararia: D. Heath, 1995; D. Heath y Cooper, 1981 [pwicur B. HEATH] alfabetismo v, ESCRITURA, SISTEMAS DE alianza, sistemas de Se crean por el intercambio habitual de eén- yuges entre linajes, clanes u otras clases ma- trimoniales, Puede decirse que los linajes que establecen ese tipo de relacién tienen una re- lacién afinal permanente (v. afinales). Cuan- un sistema de alianzas el intercambio ges esta asociado con el rango de los es se lo denomina “alianza asimétrica’. sistemas ya sea el linaje que entrega sa (en los sistemas hipégamos) o el que {sistemas hipérgamos) es de estatus yf Hay un conjunto de trabajos, la teo- alianza, que destacan la importan- as relaciones permanentes de inter- para mantener relaciones sociales fide la descendencia, que es la que ha tradicionalmente la teoria del pa- » (Lévi-Strauss, 1969a). [MicHAEL RHUM] teoria de la a las sociedades cuyas unidades entes tienen perdurables lazos re matrimonio, Los antropslogos han desde hace mucho sociedades di én dual). En la década de 1930 los gos holandeses que trabajaban en diversos sistemas indonesios que defi- Jase de matrimonio que debian con- IS individuos, y que por lo tanto podian en torno a ellos sus instituciones 1968). da de la alianza fue desarrollada més por Claude Lévi-Strauss en Las que present6 una teoria general del 'y el matrimonio. Sostenia que la de! incesto determino en el ori- de la humanidad de un estado de aun estado de cultura. Obligé a lumanos a organizarse en grupos ibiaban conyuges y establecio fi el principio del intercambio como ‘motriz primordial de la vida social (v. ), Lévi-Strauss sugeria que los prime- anos podian casarse fuera de la (sin arriesgarse a casarse de- primos cruzados. A diferencia de paralelos, los primos cruzados cercanos pero siempre estan fue- pio grupo de descendencia, ya sea fa se trace por la linea masculina o la Hay tres tipos de matrimonio entre ALIANZA, TEORIA DE LA " primos cruzados. Desde el punto de vista de un varén, éstos son: matrilaterat (con la hija del hermano de la madre [MBD}), patrilateral (con la hija de la hermana del padre [FZD]) y bilateral (con alguien que es MBD y FZD al mismo tiempo). La figura 1 muestra lo que ocurre en las sociedades que institucionalizan estos tipos de matrimonio. Si los hombres se casan con sus primas cruzadas bilaterales, existen dos Ifneas de varones, en cada una de las cuales se casan con las hermanas de los hombres de la otra, Si los varones se casan con sus primas cruzadas matrilaterales se presenta un sistema ciclico, en el cual el gru- po A entrega mujeres al grupo B, el B al C, y as{ sucesivamente. Si los hombres se casan con sus primas cruzadas patrilaterales las mujeres pasan de A a B a C, pero también de Ca BaA. Estas son las estructuras elementa- les de parentesco, que especifican con quién hay que casarse, asf como con quién no es po- sible hacerlo. Lévi-Strauss sugirié que las so- iedades humanas progresaron del intercam- bio restringido del matrimonio bilateral entre primos cruzados al intercambio generalizado de primos cruzados matrilaterales, atravesan- do ocasionalmente la forma intermedia del matrimonio entre primos cruzados matrilate- rales. Con el tiempo trascendieron las estruc- turas elementales y pasaron a las estructuras complejas, en las que el matrimonio con cier- tos tipos de parientes esta prohibido pero to- dos los demas son cényuges potenciales. Gran parte del libro de Lévi-Strauss se dedica a do- cumentar esta evoluci6n analizando las socie~ dades de los aborfgenes australianos, de Indo- nesia, Asia y América, Las de Europa y Africa, por ser estructuras complejas, quedaron para un estudio posterior que nunca llegé a escri- birse. ¢Cémo podian funcionar esas estructuras elementales? Por ejemplo, es demogrifica- mente imposible que tocios los varones de un sistema de alianza matrilateral se casen con su verdadera MBD. La sociedad podia organi- zar las cosas de manera tal que algunos se ca- sasen con su MBD real, y otros con MBD cla- sificatorias. Rodney Needham (1962) sugirié que de hecho esos arreglos se ponen en préc- tica habitualmente en los sistemas de alianza que denominé “prescriptivos”, y que la teoria de Lévi-Strauss se aplicaba a los mismos. Lévi-Strauss rechazé esta defensa restrictiva 2 ALIANZA, TEORIA DE LA. 4S mpiweirzH a M HWM a» Omeonzo 2 = AS wesiezsavez ‘Matrimonio bilateral de primos cruzados {i] Intercambio restringido et Sistemas de alianza. ee de su teoria, insistiendo en que habia plan- teado una teoria general sobre los sistemas de parentesco y la evolucién social humana. Sus estructuras elementales eran modelos que no correspondian a patrones reales de matrimo- nio, sino mas bien a las ideas que regian esos patrones en la mente de las personas que los ponfan en practica. Estos argumentos han sido muy criticados (v. especialmente Korn, 1973). Lévi-Strauss sacé conclusiones sobre los sistemas de matrimonio de las terminolo- fas de parentesco, pero la correlacién entre unos y otros no es tan estrecha como para permitir esas inferencias. Por lo tanto es ne- o rechazar buena parte del andlisis que le sirvié de base y, por consiguiente, también su teorfa de la evolucién social. Los antropé- tampoco aceptan ahora que los sistemas de parentesco sean, esencialmente, sistemas alianza. libro de Lévi-Strauss sigue consideran- un brillante tratado sobre las propieda- es formales de los sistemas de alianza. Entre ‘otros antropélogos, cn especial Ed- Leach, han senalado que las teorias hacfan énfasis en el papel de la descen- en los asuntos humanos habfan sido por africanistas, y que en Africa bien. En otros lugares del mun- icularmente en el sureste de Asia e In- 1, las sociedades construyeron sus ins- en torno al matrimonio, y dejaron eendencia como principio secundario. eso Ia teoria de la alianza tenfa mayor va- splicatorio en esas areas del mundo que de la descendencia, : Dumont, 1971; Leach, 1954; May- ‘Lewis, 1971 {pavip MayBuRY-LEWrs] ‘A, SISTEMAS DE de sangre juramentos que prestan dos o mAs indi -que se juran lealtad mutua, por lo gene- pena de muerte, después de inteream- sangre de cortes que cada uno se practi- ‘en el cuerpo (Beattie, 1958). No obstante, algunas Areas la prevalencia de infeccién Villa través de la transmisién sanguinea melve estos ritos peligrosos en términos mé- 205, y con frecuencia determina cambios en \unque estos fenémenos se encuentran por 9 el mundo, parte de la investigacién an- l6gica mas detallada proviene de Africa. Jos compafieros de sangre suelen pronun- juramentos o plegarias para prometer su inza mutua mientras se hacen los cortes; pién pueden lamerse las heridas el uno al (Paulme, 1973). Si después uno de ellos el pacto se piensa a veces que la sangre del compaiero cobrard venganza automatica- ALIANZAS DE SANGRE/ALIMENTOS, PRODUCCION DE. B mente (Evans-Pritchard, 1933), De manera si- milar, cuando uno de los compaiieros de san- gre muere, el otro puede seguir misticamente unido a él (Beidelman, 1963). En general los pactos de sangre se celebraban entre personas del mismo estatus (Evans-Pritchard, 1933), aun- que ocasionalmente se efectuaban entre miem- bros de la realeza y plebeyos. Muchas veces se entablaban con extrafios de un pais distante =como ocurria entre los nyoro y los kaguru-a fin de obtener un aliado permanente durante los viajes (Beidelman, 1963). Entre los sonin- ke del Niger un hombre podia ofrecerse a ser el griot, el ensalzador, de otro ~esclavizandose voluntariamente, de hecho-, y este arreglo se celebraba por medio de un pacto de sangre (Paulme, 1973). En general los pactos se efec- tuaban entre dos varones, pero de manera ocasional pueden haberse realizado entre un varén y una mujer, como ocurrfa con ciertos cényuges azande (Evans-Pritchard, 1933). [ALMA GOTTLIEB) alimentos, produccién de La produccién de alimentos se inicié hace mas de diez mil anos, cuando la obtencion de amplio espectro fue suplantada por la domes- ticacién y el cultivo de especies de plantas y animales comestibles en muchas partes del mundo (Flannery, 1973; Spielmann y Eder, 1994), Desde esa época los métodos agricolas han ido del cultivo extenso de roza y quema, que permitia que los cultivadores siguiesen recolectando, al cultivo intensive permanen- te, en el cual los agricultores legaban a de- pender por entero para su subsistencia de plantas cultivadas y animales domésticos. La agricultura que se basa en la irrigacion se desarrollé a lo largo de ries y arroyos, y pro- gres6 del riego manual a los canales y, final- mente, a complejos sistemas hidraulicos ma- nejados por el estado, lo que crea competen- cia por la tierra y demandas de coordinaci6n del trabajo, del agua y de la negociacién de conflictos. La produccién diferencial de ani- males y plantas est determinada por el acce- so a la tierra, la mano de obra disponible, las condiciones politico-econémicas y los térmi- nos de intercambio con grupos especialistas como los pastores némadas. Existen vinculos muy cercanos entre el con- 4 ALTRUISMO trol del agua y el control del alimento y la gen- te. Los antropologos siguen discutiendo qué estimula la innovacién tecnolégica y la inten- sificacin agricola: ¢la presin demografica 0 Ja cultura? Boserup (1965), rechazando las vi siones ambientalistas deterministas 0 posibi- listas, sostuvo que el proceso es en gran me- dida cultural, y que la poblacién es mas un es- timulo que una deficiencia. De hecho la hipé- tesis de Wittfogel (1957) de que los estados evolucionaron a fin de onganizar grandes sis- temas hidréulicos para la irrigacién no ha sido plenamente confirmada; fuera de Pert zonas nucleares de desarrollo agricola irriga- do demuestran que el crecimiento de la po- blacién y la centralizacion precedieron el sur- gimiento de sistemas hidraulicos complejos; el factor clave puede ser la posibilidad de ex- plotar formas miltiples de irrigaci6n. Los modos de produccién que dependen del parentesco y la division sexual del trabajo, y que estan gobernados por reglas culturales que dictan la tenencia de la tierra, el traba- jo compartido y materiales especificos para plantar en determinadas condiciones de culti- vo se detallan en las etnografias tradicionales de todo el mundo. Los estudios mis concen- trados, orientados a los problemas, documen- tan de qué manera la fragmentacién interge- neracional de las parcelas, los usos de la tierra yel trabajo que compiten entre si, y el acceso restringido de las mujeres a las nuevas tecno- logfas, pueden socavar la seguridad alimen- taria de la unidad doméstica y el éxito de programas de desarrollo que pretenden au- mentar la comida y el ingreso (Shipton, 1994), La pérdida de simientes de variedades tadi- cionales puede ir de la mano con la desapari- cion de estrategias tradicionales de cultivo di- versificado y renuente al riesgo que hacen hincapié en la seguridad alimentaria, mas que en el maximo rendimiento posible de un solo cultivo. En Africa las presiones politicas o del mercado en pro de mayores rendimientos y mds ingreso gracias al monocultivo 0 el culti- vo comercial han levado al abandono de los Sorgos y mijos tradicionales, resistentes a la sequia, en favor del maiz y, en todo el mundo, han reducido literalmente centenares de arro- ces tradicionales a unas pocas variedades mo- dernas. Las comunidades pueden perder tam- bign el conocimiento tradicional de précticas que les permitian hacer frente a riesgos cli- maticos y biol6gicos (hierbas, insectos, pla- gas) a lo largo del ciclo de cultivo, La carga contaminante del ambiente de los métodos agronémicos intensivos en sustancias quimi- cas y pesticidas altera también la ecologta lo- cal y es nociva para la salud humana Otras tensiones que se ejercen sobre la pro- duccién de alimentos son el crecimiento de la poblacién, los cambios en los patrones de uso de la tierra que reducen las areas de recolec- cién, y las politicas para aliviar las hambru- nas que conservan a la gente en lugares fijos en los que no puede mantenerse por si misma. durante una temporada o un afio malo. La re- quisa de cosechas por parte de intereses loca- les, del estado o de fuerzas insurgentes, asi como la inestabilidad social o la guerra que interfieren con los procesos agricolas y de mercado, son elementos adicionales que pre- sagian hambre para las poblaciones locales 0 para ciertas unidades domésticas (S. White- ford y Ferguson, 1991). Para el futuro son preocupaciones clave la sustentabilidad de la produccién agricola in- tensiva en energia y sustancias quim su capacidad de adaptarse a cambios climaticos ya la creciente demanda de alimentos de las poblaciones humanas que van en aumento (L. Brown y Kane, 1994), La antropologia apli- cada ha realizado un es{uerzo considerable por comprender las condiciones -0 las reglas para tomar decisiones~ bajo las cuales los cul- tivadores campesinos aceptan métodos mas modernos ¢ intensifican la producci6n para el mercado (Barkin ef al., 1990). No obstante, el reto de alimentar a toda la gente de la tierra en el siglo xxi tiene que enfrentarse haciendo mayor hineapié en la contribucién potencial del conocimiento indigena y femenino, asf co- mo en dietas que no se basen tanto en ganado que consume recursos (v. también dieta; sis- temas alimentarios; tecnologia). [PLLEN MesseR] alma v. ESPIRITU altruismo Es una acci6n realizada en beneficio de otros Individuos, que representa para quien la lleva cabo un costo o un sacrificio. Algunas defi- niciones destacan también la intencién bené- como concepto nuclear, mientras que distinguen entre el altruismo como des- cin de actos tinicos y el altruismo como moral sostenida que rige la toma de onsiderable de investigaci6n experimen- ese concentré en los determinantes de altruista en situaciones escenifica- ue presentaban oportunidades de inter- ‘para dar ayuda (D. Krebs, 1987). La pro- de ayudar se ve afectada por diversas ticas estables y transitorias relativas iones posibles, los atributos de que necesita ayuda y las caracte- relativas de las personas involucradas. stante, estas investigaciones han estado por lo general, a interacciones de onocidos, mientras que en la vida real la ‘parte del comportamiento de coopera ayuda tiene lugar entre miembros de la ilia, amigos y conocidos (Hames, 1979; Vitale y McGuire, 1985; D. Schneider ll, 1975). El hecho de que con tanta cia se consideren merecedores de re- miento y honor especiales los actos al- hacia desconocidos (rescates heroi- caritativas y otras labores filantré- ela el hecho de que son excepciona- contraste, el flujo de recursos en una ecién, de padres a hijos, a lo largo de ‘vida, es algo esperado y muy pocas ve~ ue se ha llamado el “problema central” ociobiologia es por qué existen incli- ines y acciones altruistas. Esto se debe a eoria de la evolucién por seleccién na- Darwin es tuna teorfa del predominio setitivo de caracteres que les permiten a viduos obtener y retener una parte jonada de los recursos reproducti- Ja impresién de que en general las sias y tipos egofstas se reproducirian Jas alternativas altruistas, hasta que “extinguiesen. De hecho muchos ani- que los seres humanos, exhiben jiento que otorga beneficios a Por ejemplo, cuando detectan un potencialmente peligroso en las numerosos animales les avisan nos emitiendo una “llamada de alar- para ese contexto. Y muchos ALTRUISMO 15 otros, como las abejas obreras, pasan toda una vida de servicio no reproduttivo ayudan- do a reproducirse a otros individuos. Desde luego, a estos casos no se les puede atribuir una “intencién". Estos actos no son necesa- riamente andlogos, en términos de su motiva- ci6n, a los casos prototipicos de altruismo hu- mano, pero sin duda se evan a cabo “a fin de” conferirles beneficios a otros, ya que es- tan adaptativamente organizados para lograr ese propésito (Cronin, 1991), Se han propuesto dos soluciones principa- les al problema de cémo pudo haber evolu- cionado el altruismo: el nepotismo y la reci- procidad. Cada uno de ellos se aplica a ciertos casos. 1] Buena parte de lo que parece altruismo se puede éntender como “nepotismo”: los ani- males disctiminan eémo benefician a otros, y Jos beneficiarios suelen ser parientes. Ya que los parientes tienen una probabilidad despro- porcionada de compartir Ia base heredable que subyace a un acto de altruismo inusual 0 nuevo, la tendeneia altruista puede ser mate- tia de seleccién natural (W. Hamilton, 1964). Segiin esta teorfa de la “seleccién parental” el altruismo, en el nivel del individuo, puede re- presentar “egofsmo” en el nivel del gen. Un ejemplo clasico es el estuclio de Sherman (1977) de las llamadas de alarma de las ardillas de tierra; cuando una ardilla detecta a un depre- dador puede emitir o no la llamada, y la pro- babilidad de que lo haga aumenta cuanto mas cercanas sean sus relaciones genealégicas con los vecinos a Jos cuales puede beneficiar. De modo que la llamada de alarma se amplia ca- suisticamente, tal como cabe esperar a partir de la hipstesis de que su funcién es nepotista. Una falacia frecuente (S. Washburn, 1978) es suponer que esa discriminacién nepotisia puede ser favorecida selectivamente sélo si los parientes y no parientes del altruista tic- nen diferencias genéticas en loci relevantes. Y ¢s una falacia porque de lo que se trata es de estabilidad evolutiva, no de similaridad gené- tica, Una poblacién de altruistas indiscrimi- nados es vulnerable a la invasién de un “alelo nepotista’, poco frecuente al principio, pero una poblacién de nepotistas no puede ser in- vadida por un gen del altruismo indiscrimina- do (Dawkins, 1979). Asi, los alelos que engen- dran fenotipos nepotistas deberian fijarse y perdurar, 16 ALUMBRAMIENTO 2] Una segunda base para la evolucién del altruismo es la reciprocidad (favor con favor se paga). Trivers (1971) observé que el benefi- cio de que goza el receptor de un acto altruis- ta excede, muchas veces, el costo en el que incurre el donante. De modo que si hay pro- babilidades de que en una interaccién futura los papeles se inviertan, a ambos individuos puede convenirles entrar en una relacién de apoyo mutuo. Los mureiélagos vampiros, por ejemplo, regurgitan sangre para sus compa- fieros de nidada hambrientos que no lograron encontrar alimento, y lo hacen selectivamente para determinados “socios de intercambio” conocidos que han efectuado el servicio com- plementario (Wilkinson, 1984). Un impedi- mento para la evolucién de esta reciprocidad es la tentacién siempre presente de desertar, de aceptar beneficios y més tarde negarse a darlos. Por eso el altruismo reciproco parece restringido a casos en los cuales hay relacio- nes sociales individualizadas perdurables y no existe un gran desequilibrio entre los socios en lo tocante a la frecuencia con que necesi: tan ayuda o estan en condiciones de propor- cionarla. Los especialistas en teorfa de juegos han hecho modelos del altruismo reciproco basa- dos en el dilema del prisionero, en los cuales en todo juego los dos jugadores tienen la ten- tacién de desertar, pero obtienen los mejores resultados si pueden sostener la cooperacién. En esas circunstancias una estrategia domi- nante es la de “dar y dar”, es decir, cooperar mientras el otro jugador haga lo mismo, pero penalizar cada desercién con otra igual, ni mayor ni menor (Axelrod y Hamilton, 1981). La semejanza de esta simple estrategia con el “ojo por ojo” del ethos de equilibrios de poder y venganzas medidas de las vendettas en las sociedades sin estado sugiere que el modelo podrfa captar algunas de las consideraciones que configuraron la psicologia de la coopera- cidn y la competencia en Ia evolucién huma- na (Daly y Wilson, 1988b). BIBLIOGRAFIA: R. Alexander, 1987; Axelrod, 1984; Bernstein et ai., 1994; Stacey y Koenig, 1990. [MARTIN DALY ¥ MARGO WILSON] alucinégenos v. DROGAS alumbramiento Esl esfuerzo de las mujeres que pujan y pre- sionan con los misculos uterinos para expul- sar a los bebés del mundo interior privado del vientre al mundo més amplio de la sociedad y la cultura. Aunque el parto es un hecho uni- versal de la fisiologia humana, el dénde, como, con quién y a veces hasta el cudindo da a luz una mujer puede estar determinado cultural- mente. La posicin erecta necesaria para la locomo- cion bipeda hizo que el nacimiento humano fuese més complicado que el de otros primates superiores, cuya locomocién cuadripeda per- mite que la pelvis esté alineada para el des- censo directo de la cabeza del feto, mientras que el bebé humano tiene que rotar a medida que desciende por la pelvis (Trevathan, 1987). Inmediatamente después del nacimiento los bebés de los primates pueden treparse a la es- palda de su madre y aferrarse a ella; los bebés humanos, que nacen antes en su ciclo de de- sarrollo debido a su cerebro mas grande, son relativamente indefensos al nacer y requieren atencion inmediata, Estos factores pueden haber propiciado la evolucién del nacimiento como proceso eminentemente social; son po- cas las sociedades en las que las mujeres dan aluz a solas y sin ayuda. En realidad es razo- nable suponer que las comadronas evolucio- naron de la mano con el parto humano (Tre- vathan, 1987). La presencia de otras mujeres debe de haber aumentado el éxito del proceso de nacimiento a medida que iban adquiriendo, habilidades como la de voltear al feto int utero, ayudar a la rotacién de la cabeza y los hom- bros en el nacimiento, 0 masajearle el titero a la madre y administrarle hierbas para detener el sangrado posparto. La naturaleza y la importancia social del nacimiento senalan con toda certeza que este proceso biolégico e intensamente personal tiene un fuerte revestimiento cultural. En todas las culturas el nacimiento es un rito de pasaje (Gennep, 1960) que corporiza las creencias mas profundas de esa cult transmitidas y,reafirmadas durante ese eriti- co momento de transicion. Las pricticas de parto apuntan, “como una flecha’, a los valo- res nucleares de la cultura, y le dicen mucho. al observador sobre la manera en que aquélla ve el mundo y cual es el lugar que en él ocupa : mujer (Kitzinger, 1978). Por ejemplo, en la d islmica sumamente patriarcal de el parto (igual que la menstrua- e considera tan contaminante que nun- -desarroll6 la tradicion de las comadro- espera que las mujeres, con ayuda de , den a luz sobre ropa de cama 'y hay un elevado indice de mortandad il y dle infecciones puerperales (Blan- 1984). Las mujeres bariba de Benin ma- stan valores centrales dé honor y valor comportamiento silencioso y estoico el alumbramiento (Sargent, 1982, n Polinesia, donde se honra y celebra femenina (Ward, 1989), a las em- is las consienten y cuidan, y no faltan ‘muy hébiles. El gran hincapié en la gia que hay en Estados Unidos se re- ‘Jas practicas de parto en ese pais (E. , 1987; Davis-Floyd, 1992), Las mujeres reo electronico, la estimulacién artificial jo de parto y elevados indices de ci- @ a climinar sistemas viables de coma- -nativas ¢ importar el modelo occiden- sus hospitales suelen tener pocos ‘poco personal y muchisimas maqui- uy caras que poca gente sabe como usar (B. Jordan, 1978/1993; Sargent, contrarrestar esta lamentable ten- Organizacion Mundial de la Salud y eF han venido promoviendo, en los pa- ollo, programas de capacitacion parteras tradicionales. Sin embargo, personal con adiestramiento médico ‘programas sélo aprecia el enfoque -0 occidental, en general no logran el conocimiento y la habilidad de- por las comadronas de las comu- en el contexto de sus propias tradi- culturales. En Estados Unidos esas ac- provocaron la desaparicién casi total reras en los anos sesenta; desde en- s se ha producido un renacimiento de dronas debido a que muchas mujeres ;dar a luz de manera natural, lo que se ‘con la investigacién cientifica acerca peligros del parto hospitalario inter- ista (Goer, 1995) y los beneficios de jentos en casa, planeados y aten- ALUMBRAMIENTO a didos por una comadrona (Davis-Floyd, 1992, 1997) o en centros de parto no hospitalarios (Rooks et al., 1989). De hecho, en los cuatro paises con las menores estadisticas de morta- lidad infantil perinatal Japon, Holanda, Sue- cia y Dinamarca~ mas del 70% de los naci- mientos son atendidos por parteras (M. Wag- ner, 1994; Fiedler, 1997). E] estudio comparativo de sistemas de par- to que realiz6 Brigitte Jordan (1978/1993) en Holanda, Suecia, Estados Unidos y Yucatan, en México, demostré una gran variaci6n en la definicion, el lugar, los presentes y los arte- factos del parto, y despert6 un interés genera- lizado por la aniropologia del alumbramien- to. Durante el decenio de 1980 este campo se expandié a la antropologia de la reproduc cién (Browner y Sargent, 1990; Ginsburg y Rapp, 1991), que comprende el estudio trans- cultural de todos los aspectos del proceso re- productivo. Recientemente los estudios se han concentrado en el rapido desarrollo y la difu- sién de las nuevas tecnologias reproductivas, como la fertilizacién in vitro, la inseminacién artificial, la maternidad sustituta, y de tecno- logias de diagnéstico como la amniocentesis y el ultrasonido, que permiten diagnosticar de- fectos genéticos antes del nacimiento, asi como que un nifio tenga varios progenitores biolégicos (Ginsburg y Rapp, 1995). Esas tec~ nologias plantean dilemas éticos fascinantes y perturbadores que requieren un replantea- miento radical del parentesco, los derechos parentales, los derechos de la mujer a contro- lar su cuerpo y las leyes en materia de repro- duccién (J. Edwards e¢ al., 1993), En algunas provincias de la India, por ejemplo, el uso de la amniocentesis y del aborto selectivo para asegurarse de que el primer hijo sea varén esti alterando la raz6n de poblacion masculi- na:femenina (B. Miller, 1987). Otros temas importantes incluyen la preservacién de siste- mas de parto indigenas viables (M. Wagner, 1994) y el reciente renacimiento, en todo el mundo, del trabajo de las comadronas ( ringer, 1991). RIBLIOGRAFA: Davis-Floyd y Sargent, 1997; Hand- werker, 1990; Laderman, 1983; MacCormack, 1982; Michaelson, 1988; L. Whiteford y Poland, 1989, [Ropar E. pavis-FLovD] 18 AMOR ROMANTICO amor romantico En la cultura folk occidental el amor romanti- co se representa como una atraccién misterio- sa por otra persona adorada; se siente que la vida sin el ser amado no es digna de ser vivida, yestar cerea de ese ser es, en s{ mismo, un va- lor tiltimo. A diferencia del amor del cortesano medieval (Boase, 1977), que hacia hincapié en la inferioridad del amante y la castidad de la amada, en el Occidente moderno el amor ro- mantico se concibe como igualador y sexual. Por lo tanto no puede incluir el amor de una madre por un hijo, o el amor a Dios, ni puede experimentarse por un objeto 0 una causa. Mas bien el amor romantico se entiende como algo caracteristico de la adolescencia y como precursor del matrimonio. Tiene que producirse espontaneamente, y la intrusion de algén plan es un pecado contra el amor casi tan grande como el egoismo. En el amor se piensa que la atraceién de los enamorados se opone a todas las restricciones sociales, de modo que en su pasion pueden borrar las ba- rreras de edad, clase y raza (aunque en reali- dad la mayoria de los enamorados son mucho mAs parecidos que diferentes). Cuando aparece amor entre dos personas se supone que la pareja tiene que alcanzar un estado de felicidad ensalzado y buscado en toda la cultura occidental contemporanea. A decir verdad no es exagerado afirmar que el locus de la experiencia de la trascendencia para la mayorfa de las personas de la sociedad occidental moderna es enamorarse, mas que participar en la religi6n. Sin embargo el amor roméntico ha sido poco estudiado antropolégica o transcultural- mente, y para muchos la tiltima palabra la ha- dicho Linton con su gracioso rechazo del amor romantico como producto del autoenga- ho inducido por los medios de comunicacién norteamericanos (R. Linton, 1936:95). Entre las excepciones se cuenta un articulo tempra- no de W. Goode (1959), en el que dispuso a las culturas en un continuo segiin su actitud hacia los enredos roménticos y los medios por los cuales se controla y canaliza el deseo. Mas tar- de Coppinger y Rosenblatt (1968), entre otros, procuraron hacer ~con resultados ambiguos~ correlaciones estadisticas transculturales en- tre el matrimonio por amor y los patrones re- sidenciales. De mayor influencia han sido los intentos de Stone (1977b) y de otros historiadores por correlacionar la aparicién del amor roménti- co en Occidente con la atomizacién que acom- pané la aparicién del capitalismo. Macfarlane (1986), por el otro lado, sostuvo que en Ingla- terra una cultura del amor roméntico prece- dié al surgimiento del capitalismo y contribu- y6a él, no ala inversa. En otro campo Endelman (1989), adoptan- do una perspectiva psicoanalitica, afirmo que el amor roméntico no puede existir en las so- ciedades “primitivas” debido a una supuesta ausencia de una vinculacién intensa entre ma- dre e hijo. En contraste Jankowiak y Fischer (1992) sostuvieron la universalidad transcultu- ral de “enamorarse’, citando la poesia amoro- say la preocupacién por el atractivo sexual que existe en diversas culturas premodernas. Aqui se ve el amor romantico como una idealizaci6n sexual y se lo conecta con un impulso biol6gi- co universal que induce a los enamorados (s0- bre todo varones) a hacer mayores compromi- Sos con sus parejas y su progenie. El enfoque biolégico tiene un atractivo con- siderable, pero también hay que sefialar que en términos transculturales el embrujo romantico muchas veces se ve como opuesto al matrimo- nio y la crianza de los hijos, que es una rela~ cién politica, no emocional. Ademas, en mu- chas otras culturas el amor roméntico se retra- ta explicitamente como no sexual, por ejemplo en el vinculo entre el cortesano y su amada 0 en el contraste victoriano entre el amor virgi- nal y puro y la sexualidad ilfcita. Por dltimo, en la antigua Grecia floreci6 sin duda un tipo de amor romantico, pero era entre varones. Otra perspectiva mas tendiente a la interpre- tacién es la de quienes, como el filésofo Robert Solomon (1981), entienden el amor como un acto € imaginacién que refleja valores indivi- dualistas y autorrealizados caracteristicos de la sociedad occidental. Aqui el amor es visto ‘como ejemplo de lo que Michel Rosaldo deno- miné “cognicién corporizada”, es decir, como un sistema de simbolos culturalmente especifi- ‘co que se siente en el cuerpo (1984:138). Lindholm (1988) adopté un enfoque més comparativo, aduciendo que el amor romanti- co se entiende mejor como una forma de idea- lizacién intensa de otra persona en particular (el género es un factor secundario), mas 0 menos equivalente a otras formas de idealiza- cién, como el carisma, en las cuales se en- ‘ueniran expresiones similares de un éxtasis desinteresado unido a una desesperacién sui ‘cida. Igual que el carisma, el amor roméntico ‘est limitado en tiempo y tiende hacia la lizacion, En esta definicion el deseo la igualdad entre los amantes, la trans- jén del amor en matrimonio y la aso- De aves ascuindacion: ‘El amor roméntico, pues, es uno de los es- dos emocionales mas complejos y fascinan- de los seres humanos. La comprensién an- a de esta poderosa experiencia esté es. Trazando una linea entre poesta y la antropologia tiene que considerar Ja realidad subjetiva de los estados ro- tal como se revela en el discurso y tamiento, como la relacién ambi- L, Abu-Lughod, 1990; Alberoni, Gaylin y Person, 1988; Mukhopadhyay, 9; Pope, 1980; 1. Singer, 1984-1987. [CHARLES LINDHOLM) componencial técnica analitica derivada de la lin- Los antropélogos la usan para cl sis semAntico de un conjunto relativa- delimitado de palabras (léxico) utiliza- una cultura determinada para referirse ementos de dominios especificos de inte- cura explicar cémo aplican los. ha- antes nativos los términos de un léxico dado individuales. Este proceso inclu- correcta discriminacién entre aquellos nentos que en la percepcién de los hablan- son lo bastante similares como der incluirlos juntos en una misma ca- bajo un solo término, y aquellos tan diversas labores, incluyendo la defini- le los fonemas de las distintas lenguas. i ello se identifica un presunto conjunto iponentes subyacentes (es decir rasgos, dimensiones, variables) cuyas com- es diferens a cada fonema del len- de todos los demas fonemas en por lo ANALISIS COMPONENCIAL 19 menos una dimensién. En el caso mas simple, con variables que sélo tengan 2'valores cada una, 2 variables producirian 4 términos ani- cos; 3 darian 8 términos; 4 arrojarian 16 tér- minos, 5 corresponderfan a 32, y as{ sucesiva- mente. En antropologia el dominio por excelencia del analisis componencial es el parentesco. Considérense, por ejemplo, los cuatro térmi- nos de referencia para estos parientes con- sangufneos en espanol: tia, tio, sobrina y so- brino. Si asumimos que la definicién del do- minio de los parientes consanguineos se basa en las relaciones padres-hijo y en las fraternas (es decir padre, madre, hermano y hermana), un hablante nativo se referiria correctamente a las hermanas de su padre y de su madre como “tias”, y distinguiria a los hermanos de la madre y del padre como “tios”. Las hijas de sus hermanas y hermanos serfan “sobrinas” y los hijos de aquéllos “sobrinos”. Un conjunto posible de variables subyacentes que explica- Han estos términos de parentesco del Iéxico podria inchuir la generacién (+1, -1) y el sexo del pariente (no del hablante) (M, F). Los cua- tro términos podrian definirse, entonces, por la siguiente combinacién de los dos compo- nentes: tfa (+1,F), tfo (+1,M), sobrino (-1,M) y sobrina (-LF). El andlisis componencial en antropologia fue introducido por los trabajos simulténeos pero independientes de Ward H. Goodenough (1956) y Floyd G. Lounsbury (1956), Muy de- batido en el decenio de 1960 (Goodenough, 1964, 1967, 1970; Scheffler y Lounsbury, 1971; Hammel, 1965), fue centro de acaloradas criti- cas porque muchas veces hay multiples mane- ras de legar a resultados similares (Burling, 1964; Spradley, 1972a). El andlisis componen- cial también fue determinante en la aparicién de la Hamada nueva etnografia y del campo més general de la etnociencia, y Senté las ba- ses de recientes investigaciones en antropolo- gia cognoscitiva (D'Andrade, 1995). BIBLIOGRAFIA; Spradley, 1980; Spradley y Me- Curdy, 1972, [AMES rro-apLeR] anilisis textual ¥V, ANTROPOLOGIA LITERARIA; METODOS CUALITATIVOS 20 ANALISIS TRANSACCIONALJANALOGIA ETNOGRAFICA andlisis transaccional Es un modelo de intercambio social asocia- do de manera particular con Models of social organization (1966), de Fredrik Barth. Procu- raba explicar, concentrandose en las transac ciones de los individuos, cmo son generados y mantenidos los sistemas normativos por los actores sociales mismos, los cuales hacen elecciones estratégicas que maximizan sus in- tereses. El modelo result6 especialmente atractivo para los antropélogos que estaban insatisfechos con las nociones de intercambio utilizadas antes tanto por cl funcionalismo como por el estructuralismo. El primero ha- bia sido criticado desde mucho tiempo antes por su incapacidad de manejar el cambio so- cial, mientras que la concentracin del se- gundo en los grupos y los valores normativos, para caracterizar sistemas como el de inter- cambio matrimonial, implicaba que los indi- viduos estaban cautivos en estructuras socia- les fijas. El anilisis transaccional despert6 un torbe- lino de interés y debates (Kapferer, 1976a). Se acepté ampliamente la idea de que las “reglas del juego” marcaban los parametros entre los cuales los actores individuales hacian eleccio- nes estratégicas, y que estas elecciones tenfan impacto sobre el sistema global. Sin embargo muchos eriticos acusaban al modelo de ir de- masiado lejos en su concentracién primordial sobre acciones individuales voluntarias, Las acciones podian ser forzosas, y la historia, es decir la acumulacién de acciones pasadas, so- lia restringir extremadamente la eleccin (Asad, 1972). Un problema mas practico era que cuanto mayor fuese el ntimero de indi duos estudiados, mas diffcil resultaba segui le la pista a sus decisiones individuales y a los posibles resultados, De hecho, como se reco- nocié recientemente en la teoria de siste- mas, el resultado de esas interacciones puede ser inherentemente impredecible: en cualquier sistema adaptativo complejo pueden surgir patrones espontaneos de orden a partir de las actividades de los agentes, produciendo mu- chas veces resultados nuevos o inesperados, Aunque el andlisis transaccional no se usa ya como modelo especifico, sus componentes basicos han sido incorporados en tantas teo- rias antropolégicas de éxito que su impacto sigue siendo significativo, BILIOGRAFIA: F. Bailey, 1969; Barth, 1981. [THOMAS BaRFIELD) analogia etnografica La analogia es una forma de argumento en la cual, si dos objetos o acontecimientos se pa- recen por ciertos rasgos, se considera proba- ble que se parezcan también en otras carac- teristicas. Los argumentos analégicos son ampliativos, es decir, las conclusiones contie- nen més informacién que las premisas. En consecuencia, las conclusiones no se derivan directamente de las premisas, y los argumen- tos analdgicos son sugestivos, no demostrati- vos. En la analogfa etnografica las semejanzas entre un objeto o hecho etnogrifico y uno ar- queolégico son las que crean los andlogos; se supone que la funcién etnografica u otra ca- racteristica arqueolégica no observable carac- teriza al objeto o hecho arqucolégico La analogia etnografica tiene un papel muy pequeno en la arqueologia cientifica, pero es la piedra angular del enfoque reconstructivo, el medio principal por el cual se reconstruye el registro arqueolégico. Los primeros argu- mentos anal6gicos eran casuales. Hacia fina- les del decenio de 1950 se reconocié la impor- tancia de la analogia. Los primeros intentos de mejoramiento se concentraron en la cons- truccién de andilogos (R. Asher, 1961); éstos se limitaban a los casos en los que se asumia una continuidad hist6rica entre el caso prehistori co y el hist6rico, 0 cuando ambos casos pro- cedian de culturas de una etapa de desarrollo, y un entorno ecolégico similares. Mas tarde se adujo que la “probabilidad” (de hecho la “plausibilidad”, ya que no hay manera de cal- cular la probabilidad) de que las propiedades inferidas fuese cierta aumentaba si esas pro- piedades se relacionaban funcionalmente con las semejanzas iniciales, Se sostuvo también que las analogfas tenfan que “ponerse a prue- ba” (L. Binford, 1967), No obstante, no se puede hacer tal cosa con los argumentos ana- légicos. Los reconstruccionistas actuales re- conocen en general la naturaleza insatisfacto- ria de la analogia etnogrifica, pero siguen empledndola porque dentro del reconstruc- cionismo no parece existir ninguna otra alter- nativa metodolégica (Wylie, 1985) (u. también arqueologia; métodos comparativos) ANCIANOS/ANIMALES 21 | sipiocRaria; Dunnell, 1978; R. Gould y Watson, [ROBERT C. DUNNELL] "Son los mas viejos o de mas alto rango en una _tribu, comunidad u otra organizacion. La edad "es una caracteristica fisica facil de discernir, y Jas sociedades se basan en ella para se- y clasificar a los seres humanos. El ecimiento no acarrea automdticamente sabiduria 0 logros ni mas experienci ero se acepta la edad, de manera muy difun- ‘como prictico indicador de esas cualida- es, tan dificiles de medir. Por esta los ancianos suelen tener derecho a go- respeto o deferencia, y muchas socieda- an ceremonias en su honor. Los esta- transforman muchas veces esas antiguas en acontecimientos patroci- pop el. gobierno, como banquetes para I eeiedades con. graclos.oconjuntos lad muy extensos (sistemas de edad) 5 ocupan una etapa avanzada no siempre la uiltima~ en la secuencia pas del ciclo vital, que tienen reglas ex- para entrar, salir y ser promovido a la jente. En algunas comunidades e institu- (en particular congregaciones religio- “anciano” es un cargo con derechos y bien definidos de quienes acon- Jos dirigentes, trazan los lineamientos obierno 0 incluso gobiernan por si mis- La edad es un criterio necesario para el pero casi nunca es suficiente, pues n se toma en cuenta la habilidad, frecuencia se oye que la funcién tradi- de los ancianos -actuar como depésito ecimiento de la comunidad- se ha vuel- to da por supuesto que lo mas nuevo ‘es lo mejor, pero los ancianos dota- conocimiento pueden ser un recurso -renovable de gran valor que la socie~ FIA: Kertzer y Keith, 1984; Sokolovsky, [aviv w. PLAT] animales Hay evidencias considerables de que los seres humanos han pensado mucho, con gran cui- dado y muchas veces antropomérficamente sobre los animales: desde e! primer culto al ‘oso de las cavernas entre los neandertales y las pinturas rupestres del Paleolitico superior de hace 12500-10000 afos, pasando por emblemas religiosos como el leén de Juda y el cordero de Dios, hasta la literatura, ya sea cla- sica (Las fabulas de Esopo), folklorica (El her- ‘mano Rabito) o, moderna (Rebelion ent la gran- ja, de Orwell) y peliculas épicas posmodernas como El rey ledn de Disney. Ademas del fre- cuente enfrentamiento de fuerzas entre ani- males y humanos (lidia, rodeos) 0 del uso de animales totémicos para representar grupos humanos (los “Pumas” de la UNAM contra los “Toros” del Neza 0 los “Leones” de Camertin y las “Aguilas” de los nkongsamba), a los ani- males se les han asignado muchos papeles: como parte de una naturaleza que incluye a Jos humanos (religiones de los indios de Esta- dos Unidos); como parte de una naturaleza que excluye a los humanos o les otorga un lu gar especial (el Génesis del Antiguo Testa mento); como representantes de la naturaleza que reflejan, traicionan, engafan o instruyen a los seres humanos (narraciones folkléricas de Africa); como victimas inocentes de una naturaleza humana que destruye sus habitat y desprecia sus necesidades (movimientos am- bientalistas). Parece inevitable generalizar que dondequiera que van los seres humanos, van también sus animales. Asi, en las socieda- des occidentales de hoy hay quienes les com- pran abrigos de pieles a sus perros y otros cabildean en pro de los derechos de los ani- males; los entusiastas de la acupuntura pue- den buscar veterinaries acupunturistas, y los vegetarianos pueden imponerles dietas vege- tales a sus mascotas carnivoras. En. antropologia las primeras preguntas que se plantearon sobre las interacciones en- tre animales y hombres tenfan que ver con cémo y por qué se domesticaron los animales (Childe, 1936; Sauer, 1952) y como se los cl sificaba (Durkheim y Mauss, 1963). El estudio de Darwin (1868) sobre la mecanica de la se- leccién humana (artificial) de las caracterist cas de la poblacion doméstica animal y vege- tal puede considerarse un precursor filos6fico 2 ANIMISMO de las primeras especulaciones sobre los me- canismos y motivos de la domesticacién como un acontecimiento Gnico y tal vez singular; pero las teorias actuales se basan en hallazgos arqueolégicos recientes que sugieren que los animales fueron domesticados en varios luga- res en épocas diferentes y tal vez por una di- versidad de motivos (Hesse, 1982). En las ultimas décadas los estudios antro- polégicos de los animales han tomado dos di- recciones principales. La primera es la pers- pectiva ecolégicalsistémica en la cual los animales se ven como articulos funcionales 0 de subsistencia (v. complejo vacuno; pasto- res némadas); en la segunda, estructuralista 0 simbélica, los animales son vistos como ele- mentos significativos 0 simbolos (Shanklin, 1985). Los nuevos avances tecnolégicos, com- binados con los trabajos interdisciplinarios, han permitido numerosas formas de exami- nar la primera area. Uno de los primeros in- vestigadores es Marvin Harris (1966), que se opuso a las abstracciones filos6ficas utiliza- das para explicar las vacas “sagradas” de la India y demostré la racionalidad ecosistémica subyacente a la prohibicién de la matanza, que permitfa el amplio uso y reciclado de los subproductos del ganado. R. A. Rappaport (1967) realiz6 un analisis similar de los mu- chos usos de los cerdos en Nueva Guinea, & interconect6 los estudios cal6ricos con las funciones rituales. Investigadores posteriores estudiaron otras posibilidades; algunos de ellos siguieron las huellas de los trabajos pio- neros de Fredrik Barth (1961, 1969a), que em- pleo perspectivas ecolégicas para evaluar el papel de los animales en la identificacién ét- nica (J. Burton, 1981; Galaty, 1982; Leeds y Vayda, 1965), Una nueva y promisoria linea de investigaci6n es el desarrollo de la medici na “etnoveterinaria’, en la que colaboran ve- terinarios y antropélogos interesados en las categorias de la enfermedad, la “etnoetiolo- y los remedios populares. Otra es el estu- dio de los efectos fisiolégicos y psicolégicos que las mascotas tienen sobre los seres hu- manos, En contraste, el estudio de los significados © la importancia metaférica asignada a los animales parece seguir siendo un campo en desarrollo, ya que sus supuestos filoséficos principales continian constituyendo una fuente de debates, y la copiosa informacion de que dispone es susceptible de diversas in- terpretaciones. Un punto importante que se analiza es qué papel desempenan los anima- les en la metafora y en las clasificaciones sim- bélicas: cémo se los clasifica en las taxono- mias indigenas (Ellen y Reason, 1979; M. Douglas, 1966; etnozoologia), como se los percibe y discute (Lévi-Strauss, 1963b; Bul- mer, 1963) y cémo sirven como metaforas de arreglos sociales humanos (Leach, 1964). Cuando Mary Douglas (1963, 1990b) publicé su explicacién del cardcter sagrado que los lele atribuyen al pangolin se inicié un acalo- rado debate sobre los predicados filosdficos de los esquemas taxonémicos indigenas. Este debate ha aumentado la comprensién de las: relaciones entre personas y animales en di- versos niveles, y ha estimulado la investiga- cidn en muchos lugares del mundo, arrojando datos sobre una insdlita variedad de animales poco conocidos, clasificaciones singulares y principios clasificatorios esotéricos. Es sumamente necesario integrar las pers- pectivas sobre los estudios de animales desa- rrolladas por ambos campos en nuevos traba- jos ¢ incorporar las diversas dimensiones en un enfoque no determinista, Por parafrasear otro esclarecedor debate antropolégico sobre este tema (Tambiah, 1969), los animales son buenos para pensar y buenos para comer (v. también clasificacién). BIBLIOGRAFIA: Ingold, 1988a; E. Lawrence, 1982. [EUGENIA SHANKLIN] animismo Es, en términos generales, la doctrina de que algun principio vital o alguna especie de alma produce los fenémenos vivientes de los cuer- pos organizados, pero existe al margen de esos cuerpos. Tylor (1871) definié el animis- mo como la creencia en seres espirituales y la base de todas las religiones. El politeismo ca- racterizaba la multiplicidad de esos espiritus y precedié el avance de la creencia en muchos de esos espfritus a las ideas de un dios supe- rior, 0 monotefsmo. Los animistas crefan que un espfritu huma- no podia abandonar su cuerpo, idea que en los primeros humanos se debié, entre otras cosas, a las experiencias de los suefios en los n diferentes imagenes personifi- gs como si no estuviesen arraigadas en material. Tylor vinculd este concepio de tu con el de alma. En su aparicién casi ‘en vocabularios de lenguas de todo wefa la prueba de que se crefa en su ilidad de los objetos materiales que le de huéspedes. Los conceptos de som- ento, aliento y vida se presuponen cl ‘otro y pueden expresarse con el mismo ‘verndculo, 0 con términos similares, como ocurre entre muchos pueblos de ha- it y otros de Africa (Mbiti, 1990). Ty- bién le atribufa a la religién temprana ia de que el espiritu y hasta cl alma entes a animales, plantas y objetos Pero esto no debe confundirse con la #i6n de fetichismo, en la cual los objetos westidos de poderes magicos que los se- mos son capaces de evocar, que uno liosos del pasado consideraron la temprana de religién. La visién de animismo como base de la religion por Marrett (1909), que sostenta orfgenes se encontraban en una fuer- jatural impersonal, como el mana de 0 el orenda de los iroqueses, fuerza e derivaba de personas espectficas ni S naturales, aunque podfa estar , 1987:93-107) (v ws , 1979; Fardon, 1990; J. ez, 1982; Karim, 1981 [DAVID PARKIN] dos 6 (y en ocasiones criaturas pura- jicas) de las cuales descienden luo 0 un linaje, de acuerdo con un descendencia. Mas precisamente, dos son aquellos progenitores so- significativos cuyo recuerdo, como jos 0 como grupo, ha sido conservado por un grupo de parentesco 0 [MICHAEL RHUM) ANTEPASADOS/ANTROPOLOGIA APLICADA 2B anticoncepcién v, REPRODUCCION, antropologia aplicada Es el uso de la antropologia mas allé de los habituales intereses académicos de la discipli- na en investigar y ensefar, para resolver pro- blemas practicos proporcionando informa- cidn, creando directrices 0 emprendiendo la accién directa. El proceso puede adoptar mu- chas formas, pero siempre estit configurado por el problema practico de que se trate, el conocimiento de la disciplina disponible y el papel que se espera desemperie el antropé- logo. Desde mediados del decenio de 1970 los especialistas de este campo han venido usan- do cada vez mas el término “antropélogo prac- tico” en sustitucién de “antropologo aplica- do". Los antropélogos practices que aplican sus conocimientos a temas concretos (como la salud, el desarrollo o la educaci6n) tienden también a definirse de manera mas especifica (por ejemplo “antropéloge médico”, “antro- pélogo de la educacién” © “antropélogo del desarrollo”). El numero de antropélogos aplicados ha aumentado de manera significativa en los ul- timos 25 aftos. Esta tendencia no ha resultado manifiesta porque los antrop6logos suelen te- ner titulos y desempefiar una variedad de pa- peles significativos que no destacan de mane- ra explicita sus antecedentes académicos. En este momento esos papeles pueden ser inves- tigador de acciones, evaluador, asesor de i pacto, planificador, analista de investigacion, entrenador, agente cultural, disefiador de pro- gramas, entre otros, y la gama de posibilida- des sigue en aumento. ‘Suele suponerse que primero surgié la an- tropologia académica y que después comenz6 aaplicarse. En realidad en muchas areas ocu- mri6 precisamente lo contrario: la antropolo- gia aplicada fue, con frecuencia, el punto de arranque de la investigacién financiada, por- que quienes la patrocinaban hacfan hincapié en la potencialidad de sus beneficios practi- cos. Sdlo mas tarde aparecieron y recibieron apoyo los proyectos mas exclusivamente aca- démicos. Por ejemplo, los primeros departa- mentos de antropologia de Gran Bretafa pa- recen haberse creado como una especie de programas de adiestramiento en antropologia 24 ANTROPOLOGIA APLICADA aplicada para administradores de las colo- nias. El mismo término “antropologia aplica- da”, de hecho, se us6 por primera vez en un articulo de 1906 que describia un programa para preparar administradores en la Universi- dad de Cambridge. En el siglo x1x se estable- cié en Estados Unidos el Bureau of American Ethnology como asunto de politica nacional. ‘Su voluminosa investigacién sobre los natives norteamericanos rebasé con mucho la de cualquier programa universitario de esa épo- a. Esta tendencia continia hasta hoy. Mucho del trabajo basico en antropologia legal, an- tropologia médica, antropologia urbana, dieta y demograffa se lev6 a cabo inicial- mente por razones aplicadas. A muchos de los antropélogos que hoy se consideran funda- dores de nuevos campos de la antropologia académica se los veia, en la época en que rea- lizaron esas investigaciones, como si no estu- viesen haciendo “verdadera” antropologi La antropologia aplicada comprende dos categorfas generales: investigaciOn aplicada e intervencién. Buena parte de la primera se realiza por razones de politica social, es decit, para aportar informacién al proceso de politi- cas de desarrollo, en sentido tanto especifico como general, para evaluar el impacto de una Iinea politica o de las decisiones emanadas de ella, 0 para evaluar algo que se ha realizado debido a una politica. Se lleva a cabo con fre- cuencia bajo la denominacién de determi- nacién de impacto social, evaluacién, evalua ci6n de recursos culturales o investigacion de desarrollo tecnolégico. Las practicas de inter- vencién se concentran més bien en las co- munidades que en los individuos. Procuran 1} identificar lo que una comunidad percibe como necesario, como parte importante del proceso de disefio de programas, y 2] auspi- ciar el desarrollo de organizaciones comuni- tarias representativas. Estas prdcticas de in- tervencién ineluyen antropologia de accion, antropologia de investigacién y desarrollo, antropologia de gestién, intermediacién cul- tural, investigacién de accién participativa y mereadotecnia social, Aunque algunos antro- pélogos han participado en la toma de deci- siones politicas, sigue siendo poco frecuente que lo hagan. Los antropélogos aplicados usan un poco més que los convencionales los métodos cuantitativos, sobre todo las encuestas for- males y el andlisis estadistico, practica reco- mendada en las “Directrices pata la prepara- cién de antropélogos practicos y aplicados” de 1994 (suscrita tanto por la Society for Ap- plied Anthropology como por la National As- sociation for the Practice of Anthropology). Como consecuencia de ello los antropélogos aplicados han contribuide mucho al desarro- lo de técnicas de prospeccién de efectividad- tiempo y de participacién-maximizacién, como procedimientos de evaluacién ripida, encuestas de reconocimiento rapido ¢ investi gaci6n de accién participativa (Van Willigen y Finan, 1990). Aunque los origenes académi cos de estas interesantisimas précticas son va- gos, la contribucién de los antropélogos en estas dreas es muy importante. Los antropélogos han aplicado su conoci- miento y preparacién en una variedad tan grande de terrenos que es muy dificil encon- trar un drea de interés practico en la que no hayan intervenido. Los campos en los que han aportado mas incluyen agricultura, educa- cién, salud y recursos naturales; otras areas son envejecimiento, medio ambiente, géne- ro, vivienda, derechos humanos, reasenta- miento de refugiados y abuso de drogas y de alcohol. Histricamente los antropélogos aplicados han sido pioneros en numerosas 4reas de investigacién, como vida urbana, po- blacién, derecho y nutricién. Toda la subdis: ciplina de la antropologia médica parece ha- ber surgido del trabajo aplicado en materia de salud internacional La antropologia aplicada atraviesa muchos més limites que la investigacién académica. Quienes la practican tienen que conocer el do- minio de aplicacién en el cual trabajan, in- cluidas cosas como la legislacién pertinente, las organizaciones comunales o profesionales de importancia y los lideres de opini6n. Si bien es cierto que los antropélogos “aplican la antropologia”, para tener eficacia casi siem- pre deben incorporar datos 0 métodos de cam- pos afines, como la agronomia, los estudios ambientales, la salud publica y la educacién, Por esta raz6n los libros de texto de esta espe- cialidad suelen recomendar el contacto con otras disciplinas afines. Y debido a que la ex- periencia misma del trabajo suele entrafiar la colaboracién en espacios multidisciplinarios con personas con antecedentes profesionales distintos, asi como con miembros de la comu- d en la que se centran, los antropélogos encuentran muchas veces con que deben ajar con no antropélogos. Esta es una de ‘razones de la gran importancia de hacer ternados, que proporcionan una experien- dificil de adquirir en los departamentos de antropologia. én el proceso de aplicar sus conocimientos untropdloges tienen necesidades organiza- es diferentes de las de quienes se dedi- a la actividad académica. La manifesta- ‘mas interesante de estas diferencias es el de organizaciones de antropdlogos 28 como alternativa a las asociaciones ales ¢ internacionales que trabajan con os sociales aprendidos. Estas organiza sirven como bolsas de trabajo, como de informacién acerca de los nuevos de la disciplina, y como canal para ar el trabajo que cada quien realiza el punto de vista organizativo estos son algo inestables, pero en Estados : funcionan varios desde finales de los Las organizaciones nacionales de an- gia aplicada procuran muchas veces relaciones con esos grupos a fin de arse con la autenticidad que represen- ‘Un aspecto de ello es que ofrecen mas leres de preparacién en las reuniones na- ‘Las organizaciones nacionales e in- ales ms importantes en este campo for Applied Anthropology y la ‘Association for the Practice of An- zy, que han proporcionado canales -comunicacién profesional por medio encias, revistas y boletines, sitios de 'y listas de servidores. Al menos en Unidos los antropdlogos aplicados vanguardia en el desarrollo de nor- ra una préctica ética. La primera de- n ética de antropélogos fue expresada ociety of Applied Anthropology en res- :las reacciones negativas de una co- ‘a un proyecto de investigacién. jlogos aplicados suelen publicar s en las revistas especializadas mas pres- Su produccién escrita consiste sobre materiales “fugaces” 0 “grises’: infor- enicos de distribucién limitada. Mu- ‘los articulos que publican aparecen en alizadas en su terreno de aplica- ‘en las antropol6gicas. Entre otras re- americanas que incluyen art{culos ANTROPOLOGIA BIOLOGICA 25 de orientacién aplicada figuran Practicing Anthropology, la serie Bulletin de la National Association for the Practice of Anthropology (NAPA) y High Plains Applied Anthropologist, que han incrementado mucho Ia disponibili- dad de materiales eseritos para la formacion y el desarrollo de una mejor prictica. sipLiocraria: E. Chambers, 1985; Van Willigen, 1991, 1993. [JOHN VAN WILLIGEN] antropologia biol6gica Es el estudio de los humanos y de especies es- trechamente relacionadas con ellos, tanto ex tintas como actuales, en un marco de referen- cia evolutivo. Incorpora -o se traslapa a ellos~ ‘campos como paleontologia humana, demo- grafia, ecologia, ecologia de la reproduccién, medicina forense y paleopatologia, psicologia evolutiva y el estudio de la variacién y la adaptacién genética y fisica. Las distinciones entre estas subdisciplinas se han configurado por los desarrollos histéricos y son en gran medida cuestin de enfoque taxonémico, mar- co temporal o interés en determinado sistema fisiolégico 0 de conducta, Teorta evolutiva El desarrollo reciente de gran alcance mas significativo ha sido tal vez la introduccién de una teoria evolutiva mas madura, tomada de las ciencias bioldgicas, como principio orien- tador y sustrato metodolégico de la disciplina (Dawkins, 1986). La teorfa evolutiva es un po- deroso generador de ideas nuevas, pero es igualmente adecuada para limitar la interpre- tacion de observaciones fisicas y conductua- les. Por ejemplo, antropéloges fisicos de los primeros tiempos aceptaban la distincién en- tre las razas sobre la base de diferencias fisi- cas visibles como un rasgo evidente de la hu: manidad, y recopilaron innumerables medi: ciones para apoyar las teorfas especulativas. En contraste, la teoria evolutiva moderna no ha encontrado Iineas precisas entre las razas humanas, fuera de algunos “clines” interesan- tes de variacion geografica, y no puede de- mostrar ninguna significacién evolutiva en esas diferencias. Los antropélogos biol6gicos 26 ANTROPOLOGIA BIOLOGICA modernos se concentran en la variacion en el nivel de genes individuales, y en la expresion parcial y modificada de esa variacién en el ni- vel de los individuos, diferencias que por lo general resultan invisibles (Cavalli-Sforza et al., 1994). Primatologta El campo de la primatologia se superpone de manera importante con la antropologia biolé- gica. Aunque la mayorfa de los mamfferos ca- recen de sistemas sociales complejos, la ma- yor parte de los primates -incluidos los hu- manos- los tienen. La vision que va ganando fuerza entre los primatélogos es que los pri- mates se benefician de la vida grupal por la proteccién que les brinda ante los depredado- res y el posible infanticidio, pero a costa de una creciente competencia por los recursos (Hausfater y Hrdy, 1984). Probablemente esta competencia, junto con el comportamiento estratégico asociado con el apareamiento, modela gran parte de la conducta social de los primates (Fleagle, 1988). Los primates estan restringidos en general a habitat tropicales o subtropicales, se reproducen lentamente y manifiestan una vasta gama de adaptaciones en materia de locomocién y de dieta. Las adap- taciones fisicas, alimentarias y sociales de di ferentes especies de primates parecen variar de acuerdo con factores filogenéticos y ecolé- gicos (R. Martin y Martin, 1990). Por eso mu- chas preguntas clave del campo de la prima- tologia tienen que ver con las relaciones cau- sales entre el comportamiento individual, la estructura grupal y estas adaptaciones fisicas yconductuales en un contexto ecolégico. El tér- mino “primatologia” comprende también las investigaciones con primates en materia de cog- nicién, lenguaje, anatomia, sistemas fisiolé- gicos, conservacion y ontogenia (desarrollo). Todos los animales reparten su energfa para el crecimiento y la reproduccién en etapas on- togénicas, y dividen sus esfuerzos entre dife- rentes categorias de comportamiento (reco- leccién de alimentos, apareamiento, etc.). Las estrategias de historia de vida y asignacin de tiempo y energia estén sometidas a la selec- cién natural, que optimiza el éxito reproduc- tivo. No obstante, puesto que esta practica- mente garantizado que cada especie sea tinica eno tocante a herencia genética y ecologia, el proceso creativo de la selecci6n natural gene- ra, de manera inevitable, resultados que tam- bién son tinicos. Por esta raz6n los antropélo- gos bioldgicos infieren patrones generales en niveles taxonémicos grandes, a fin de poder llegar a comprender Ia fisiologia y el compor- tamiento en escalas mas restringidas, como la especie 0 el sexo. Los machos y las hembras individuales se inclinan a un mimero limitado de estrategias competitivas, reproductivas y alimentarias. Aunque la distribucién y la cali- dad de los alimentos, los habitos de los depre- dadores y los competidores de la propia espe- cie modelan atin mas el repertorio conduc- tual, las distintas especies pueden divergir sig- nificativamente del patrén esperado. Por ejemplo, mientras que los machos de los pri- mates sociales invierten (indirectamente) cierto esfuerzo en el cuidado y la proteccién de Ja progenie, los varones humanos contribu- yen en forma significativa a la atencién de las crfas (Kinzey, 1987). Si no se comprendiese cémo varian las estrategias conduciuales en los grupos taxonémicos y funcionales mayo- res, la paternidad humana (con todas sus va- riaciones en las diversas culturas) no se reco- noceria como la caracteristica singular que es. Los seres humanos son tinicos por su gran inteligencia, pero pocos investigadores coin- ciden en qué es la inteligencia, qué hace, cémo se desarroll6 o cémo surgié a través de la evoluci6n. Por eso buena parte de la inves- tigaci6n en primatologia ha procurado definir la “inteligencia” y esbozar los rasgos de la cognicién que los seres humanos comparten con otros primates, y los que son exclusivos del hombre. Un método de importancia es el estudio de la funcién y la evoluci6n del cere- bro, que se concentra en las diferencias de ta- mario absolutas y relativas, el tamafo relativo y la distribucién de las estructuras cerebrales, la conectividad y la organizacién de esas es- tructuras, asi como la medicién y la caracteri- zacin de las habilidades cognoscitivas. Los primates (en particular los humanos) tienen cerebros relativamente grandes para su mas: corporal si se los compara con otros mamife- ros, y muestran diferencias significativas en sus rasgos corticales. Entre los principales grupos de primates, como los prosimios, los monos del Viejo y del Nuevo Mundo y los gran- des simios, existen diferencias fundamenta- les. Las estructuras cerebrales asociadas con joria, la planeacién y la secuencia de imientos son mas grandes y aparente- mas importantes en los primates an- , incluido el hombre, que en los promedio. En los seres humanos de estas estructuras parecen usarse Jlenguaje. Por consiguiente, aunque no negarse la singularidad del lenguaje éste puede entrafar capacidades, 0 estructuras cerebrales, difundi- Jos primates. ndan las teorias sobre evolucién y fun- ‘cerebro, que con frecuencia se sostie~ ‘a que no cuentan con mucho apoyo {Yel tamafio del cerebro aumentaron en acién con la postura y la locomocién que dejaron libres las manos para herramientas, aunque las eviden- en esta aseveracion. También se uesto la idea de que el cerebro huma- recrebro de primate con la adicin de novedosas, pero no tiene apoyo. ola reorganizacién de las cone- las estructuras cerebrales para tel lenguaje u otras capacidades cog- exclusivas de los seres humanos, ypoco esa idea encuentra sustento. "te grandes cambios en el tama- de diversas estructuras cerebrales n una importante diferencia entre del hombre y el de otros primates. con el uso de estructuras y cireui- para funciones nuevas, expli- la capacidad del habla y otros ras- citivos que se encuentran en los con, 1997). inte, la antropologia biol6gica ha ‘conclusion de que el lenguaje es ie en Su expresién y funcién universal profunda) en todas las go no hay consenso acerca de ja del lenguaje o de las fuerzas se- probablemente conformaron la ‘mismo. Las ideas chomskianas 6n plena, de novo, de la lengua Ta visin de que ésta fue configu- elecci6n natural y que por lo tan- obablemente por etapas de funcién ‘ontogenia variables, Existe otro Fentre quiicnes piensan que el len- ANTROPOLOGIA BIOLOGICA 27 guaje es un sistema adaptativo complejo, al que subyace una estructura genética comple- ja, y los que proponen que su operacién y fun- cionalidad se desarrollaron a partir de estruc- turas genéticas subyacentes no especificas, y que son configurados en gran medida por la adaptacién ontogenética del cerebro al cuer- po en el cual mora y, por consiguiente, tam- bién al entorno fisico y sociocultural en el cual existe ese cuerpo (Pinker, 1994). Paleoantropologia La paleoantropologia, incluido el uso de la ge- nética molecular para generar esquemas filo~ genéticos, incorpora evidencias de una gran diversidad de campos, entre ellos la paleonto- logfa, la paleoclimatologia, la arqueologia, las ciencias que aportan técnicas de fechamiento, el andlisis isotépico de los restos para deter- minar la dieta y el clima, etc. Los intereses fundamentales de esta disciplina incluyen: 1] el origen de los primates y las relaciones filogenéticas entre sus principales taxones; 2] la divergencia, diversificacion y conver- gencia de las adaptaciones de los primates en- tre los grupos principales (sobre todo los mo: nos del Viejo Mundo frente a los del Nuevo); 3) la filogenia, la ecologia y el comporta- miento de los hominoides del Mioceno (tér- mino que se refiere a los monos en general); 4] los patrones de especiacion y extinci6n y la ecologia conductual de los australopiteci- nos y otros simios bipedos estrechamente re- lacionados; 5] los cambios adaptativos en los homini- dos del Pleistoceno inferior y medio, especial- mente de las especies tempranas de Homo y de Homo erectus, incluidos los cambios de comportamiento que se infieren de la cultura material y la dispersion geografica de los ho- minidos por una gran variedad de habitat; 6] la evolucién de los humanos modemos, que incluye una notable pérdida de robustez (masa muscular y grosor de los huesos) en re- lacién con hominidos anteriores; 7} los cambios morfoldgicos, -no drasticos pero si importantes en el comportamiento de Homo sapiens con el desarrollo de la horticul- tura y la erfa de animales, la invencién de la tecnologia cerémica y metalirgica, el asenta- miento aldeano y urbano, y la migracién y la urbanizacién. 28 ANTROPOLOGIA BIOLOGICA En paleontologia humana los debates y las controversias son de dos categorias. Una tiene que ver con el patron de evolucién a gran es- cala para un lapso determinado, incluyendo cuantas especies estan representadas en el re- gistro fésil_y cémo se relacionan entre si. La otra intenta la reconstruccién funcional © ecol6gica de taxones particulares, como la na- turaleza de la locomocién de los australopite- cinos © las diferencias entre el comporta- miento recolector de los neandertales y el de Jos humanos modernos. Enel ardor de las discusiones sobre qué {6- sil (y el de quién) es més viejo, y cual especie de hominido antiguo puede reclamar prece- dencia sobre todos los demas, es facil perder de vista algunos de los logros mas importan- tes aleanzados desde mediados de los setenta (Brace, 1995). Por ejemplo, gracias a los pro- gresos en genética molecular y a la reinter- pretacion del registro fésil, el marco temporal de la evolucién humana se ha acortado consi- derablemente. Con pocos (pero no insignifi- cantes) desacuerdos, el momento de la divi- sion entre chimpancés y humanos se ha ubi- cado hace de cinco a seis millones de afios, re- visidn que reduce mas de la mitad el tiempo calculado antes. La biisqueda del “iltimo an- tepasado comin” (término que ha sustituido el muy difamado “eslabén perdido”) para los humanes y el chimpancé aprovecha ahora el registro fosil cada vez mas rico del marco temporal mucho mas delimitado del Mioceno superior, el Plio-Pleistoceno y el Pleistoceno inferior, cuando hubo una profusién de for- mas de hominidos. Hasta los mas modestos “amontonadores” (los que tratan de incluir el mayor néimero de variaciones en un grupo 0 una especie) deben admitir que varias espe- cies de hominidos existieron, al mismo tiem- po, en Africa Oriental, del Sur y Central. Esta radiacién de hominidos se asocia con dos grandes cambios adaptativos: los comienzos del bipedalismo (aunque no necesariamente humano en su forma o su funcién) y el au- mento de tamafio de los dientes, con el mayor grosor del esmalte que se asocia con él (lo que sugiere importantes cambios de dieta con res- pecto a la del presunto-y arin no descubierto- tiltimo antepasado comin). De esta radiacion tipo arbusto de formas de hominidos surgié, por razones desconocidas, una tinica especie, © un conjunto de especies muy estrechamen- terelacionadas, que se conoce en general como Homo erectus. P La evolucion humana Suele considerarse que el gran cerebro hu- mano es una de nuestras adaptaciones mas importantes, aunque hay muy poco acuerdo respecto a para qué se lo usa realmente. La idea mas aceptada acerca del momento y el patron del incremento de tamafio del cere- bro en el linaje Homo es que probablemente hubo dos 0 tres modificaciones (separadas por periodos de estasis, 0 de cambio muy gradual) hacia un cerebro algo més grande. El tamano del cerebro de los hominidos tem- pranos (en relacién con el del cuerpo) no era muy impresionante para un primate, El ta- maiio relative moderno s6lo se aleanz6 hace aproximadamente medio millén de aiios, més 0 menos el 10% de toda la historia de nuestro linaje desde que se separé de los de- més simios africanos. Y si a los graciles hu- manos modernos se les puede aplicar la regla general de la relacion masa cerebral-masa corporal (cosa que tal vez no sea posible), los tamaiios relativos del cerebro de medida mo- derna pueden ser de apenas cien a doscien- tos mil afios atras. De modo que los princi- pales patrones de cambio evolutivo para practicamente toda la evolucién de los homi- nidos no se relacionan con cerebros impre- sionantemente (y onerosamente) grandes. El origen del Homto sapiens fisiolégicamen- te moderno es un debate fundamental, y tal vez de mala fama, en paleoantropologfa. Una teoria sostiene que los humanos modernos aparecieron en un Area geografica limitada de Africa y se difundieron para colonizar el resto del mundo. Un modelo alternative propone que Homo sapiens aparecié simulténeamente en muchas regiones del Viejo Mundo. Pocos debates antropolégicos han inspirado tantos malentendidos publicos de un tema evolutivo y creado tantas falsas analogias. Aunque va- rios modelos genéticos basados en el ADN mi- tocondrial, y modelos similares basados en el ADN nuclear, sugieren que toda la humanidad moderna desciende de una poblacién tnica, 0 de unas pocas pequefas, presentes en algan momento durante los tiltimos doscientos mil aftos, no hay ninguna evidencia cientifica de que una sola hembra humana ("Eva") repre- yra la contribucién femenina a la pobla- n reproductiva de nuestra especie (ni hubo dan” con un cromosoma Y). Algo atin importante es que la existencia de ese o de botella genético no necesariamente 1a con los cambios que distinguen a 18 premodernos (los Homo sapiens ) de los humanos anatémicamente , porque ese cuello de botella podria producido antes, durante o después acontecimientos evolutivos. La impor- esencial del modelo de cuello de bote- en que la gran mayoria de los f6- remodernos que se han encontrado por el Viejo Mundo no pueden ser antepasa- de ningtin ser humano viviente. dencias moleculares (ADN) y fésiles su- | que Africa fue el hogar de una pobla- ylimitada como ésa. En contraste, esis multirregional, basada en gran en similitudes inferidas de f6siles ar- ‘estos esqueléticos posteriores con vivientes, sugiere una evolucion si- ea en una gran zona geografica, que tanto Asia y Europa como Africa (Ca~ ara et al., 1995). \vez que entran en escena los humanos mos fisiolégicamente (esqueléticamen- ‘investigacién en antropologia biolégi- eduice Sui campo con respecto a los gran- evolutivos, pero no por lo que su importancia. ¢Cuales fueron los involucrados en la dispersion hist6- ¢ los humanos por el planeta (si se re- que los primates estan confinados en ‘a habitat tropicales y subtropicales? muchas innovaciones (por ejemplo , erfa de animales, metalurgia), demograficos (un decremento infe- el tiempo entre un nacimiento y otro, de la morbilidad y la longevidad, ficaciones de la densidad de poblacin) ras transformaciones conductuales (dife- sistemas de parentesco, comercio e in- bio, organizacién grupal, etc.), coud. -acaso, pueden haber sido las primeras as que afectaron a las demas?; gcual fue de esos cambios?; gy por qué se mn entonces, no antes ni después? tropologia biolégica se ocupa de mu- e estos temas usando datos arqueolé- asf como el estudio isotépico de hue- restos. ANTROPOLOGIA BIOLOGICA 29 La biologia de la conducta humana La biologfa de la conducta humana es uno de los aspectos de la antropologia biolégica més recientemente desarrollados y que mas mal= entendidos genera. El término “sociobiolo- gia” fue acuiiado por el bidlogo E. O. Wilson (1975) para referirse a los sustratos biolégi: cos, en particular genéticos, del comporta~ miento social de los animales en general y de as hormigas y los seres humanos en particu- lar. En el decenio de 1970 los antropélogos v otres tedricos de la evolucién empezaron a utilizar en el estudio de poblaciones, tanto humanas como de otros primates, construc- ciones te6ricas del tipo de la aptitud incluyen- te 0 teorfa de selecci6n basada en el parentes- co, la teoria del altruismo, y el conflicto progenitores-progenie. Un principio guia de la biologia de la conducta humana es que los seres humanos esti sujetos a los mismos principios bioldgicos que se aplican a los pri- mates, los mamiferos y los animales en gene- ral. Cualquier excepcién de los humanos tiene que ser demostrada; no puede simplemente darse por supuesta. De manera similar, las hi- pétesis evolutivas (neodarwinianas) acerca de la conducta humana tienen que someterse a prueba con el mismo rigor analitico que cual- quier otra hipétesis cientifica. En esta linea, varios estudios de datos de sociedades hu- manas han demostrado que proporciones sustanciales de variaciones observadas en el éxito reproductivo, los sistemas de matrimo- nio, las reglas de herencia, los sistemas de pa- rentesco, la manipulacién de la razén de los sexos y los patrones de violencia o de homi cidio pueden explicarse por medio de princi- pios evolutives. Medicina y psicologia evolutivas Dos subdisciplinas muy recientes de la antro- pologia biolégica han recibido mucha aten- cién en las revistas especializadas yen los me- dios de comunicacién: la medicina evolutiva {0 darwiniana) y la psicologia evolutiva. La primera analiza la discordancia entre una herencia evolutiva humana reconstruida (de cazadores-recolectores) y la vida industriali- zada o urbana, asi como las consiguientes en- fermedades del cuerpo y de la mente (Eaton et al., 1988). La segunda postula la existencia de 30 ANTROPOLOGIA COGNOSCITIVA médulos cognoscitivos disefiados por la selee- cién natural para resolver adecuadamente ciertos tipos de problemas comunes a un con- texto evolutivo de cazadores-recolectores que viyen de la tierra en sociedades de pequena escala (J. Barkow er al., 1992). Ambos campos aplican la teoria de la evolucién para respon- der de maneras novedosas interrogantes so- bre el comportamiento o la fisiclogia de los seres humanos, y al mismo tiempo amplian el terreno de accion de la antropologia bioldgica —esperemos que fructiferamente- hacia nue- vos horizontes. nipuiocRaria: Aiello y Dean, 1990; Betzig et al. 1988; Cheney y Seyfarth, 1990; Devor, 1992; R. Foley, 1987; Goodall, 1986; Isaac, 1989; 8, Jones etal, 1992; Keller y Lloyd, 1992; Konner, 1982; Lewin, 1993; Savage-Rumbaugh y Lewin, 1994; Smuts, 1987; Tanner, 1990; Tattersall, 1995; Th kaus y Shipman, 1993; K. Weiss, 1993. [oREG LADEN] antropologia cognoscitiva Es el estudio de la relacion entre la mente y la sociedad. Tradicionalmente, la antropologia cognoscitiva examina el conocimiento cultu- ral en términos de su organizacién y aplica- cién en la vida cotidiana, en actividades como clasificar y hacer inferencias. A principios de su desarrollo, en el decenio de 1950, era sind- nimo de la etnociencia o la etnosemantica. Los estudios se concentraban en la estructura de las categorias conceptuales en los sistemas populares de clasificacién y en los significa- dos codificados en los mismos, en areas como parentesco, etnobotanica y clasificacién de los colores. La unidad central de andlisis era Ja categoria conceptual compartida, un con- junto de rasgos distintivos. Estudios mas recientes de los sistemas de clasificacion se han concentrado en la reali- dad psicoldgica de las categorias conceptua- les, Si esas categorfas no son mas que conjun- ciones de rasgos, los miembros de una de ellas no deberian variar en términos de su promi- nencia. Pero varian. Tomemos por ejemplo la categoria “soltero”, que en términos de eino- ciencia tradicional se define como la combi- naci6n de tres rasgos distintivos: varén, adul- to y no casado. Los hombres sc categorizan segtin representen o no la conjuncién de estas tres caracteristicas; no hay zonas intermedias. Sin embargo, esto no representa la clasifica- cién en la vida real, ya que los papas y los cu- ras no suelen ser vistos como solteros, Es més probable que apliquemos categorias como la de soltero haciendo coincidir ejemplos poten- ciales a prototipos, que son representaciones estereotipicas de conceptos que sirven coma criterios de evaluacién (Rosch y Lloyd, 1978). Ya que el soltero prototipico es promiscuo, poco doméstico y también potencialmente ca- sadero, aplicarle esa categoria a papas y curas le sonaria poco natural a la mayor parte de los hablantes de espanol. Las investigaciones han demostrado que mu- chas categorfas ~desde parientes hasta mue- bles- se organizan en torno a prototipos (La- kofl, 1987; Lakoff y Johnson, 1980), La mayor parte de este trabajo ha sido realizado por gilistas, mientras que los antropélogos cog- noscitivos se han concentrado en una estruc- tura de conocimiento relacionada, el “esque- ma”, término tomado del trabajo temprano en psicologia social de F.C, Bartlett (1932). La diferencia entre un prototipo y un esquema es que, si bien ambos son estereot{picos, un pro- totipo consiste en un conjunto especificado de expectativas, mientras que un esquema es un marco de referencia de relaciones que tie- nen que cumplirse con detalles concretos. Los esquemas son estructuras de conocimiento muy generalizadas y culturalmente espectfi- cas, que ayudan a generar inferencias apro- piadas. Llenan los huecos aportando informa- ci6n que suele darse por sentada, lo que per= mite que los individuos identifiquen acciones, acontecimientos y consecuencias con base s6lo en una breve exposicion a informacion parcial. Consideren estas dos oraciones: Juan fue a una fiesta. A la manana siguiente se desperté con dolor de cabeza. Muchos lectores asumi- ran que el dolor de cabeza de Juan esta rela- cionado con la fiesta, ya que en las reuniones la gente suele fumar y beber demasiado y des- pertarse al dia siguiente sintiéndose mal. Pero. obsérvese que nuestra explicacion causal va considerablemente mas lejos que la informa- cién proporcionada. Por lo que sabemos a Juan lo puede haber arrollado un camién cuando volvia a su casa, © puede haberse in- toxicado con algo que comié. La explicacién ANTROPOLOGIA COGNOSCITIVA a escogemos es una inferencia producida a de nuestro conocimiento cultural orga- jo acerca de lo que la gente hace en las La disposicién de este conocimiento casi como un cuento; parece como si su= s qué va a pasar después. Asi, por te- acceso a este arreglo tipo cuento, cultu- constituido, somos capaces de crear do a partir de las oraciones ambiguas que antropélogos cognoscitivos han obser- ‘que gran parte del conocimiento social 1, aplicado, existe en arreglos esque- de ese tipo, conocidos también como cognoscitivos, guiones e incluso esce- a gama de esos guiones es bastante Ciertos estudios antropolégicos nota- aron el bien organizado escenario y salir de una casa entre los yakan (rake, 1980), guiones para emiti es sobre tenencia de la tierra en las is- jand (Hutchins, 1987), el escenario de comunes que rige la estructura de los norteamericanos (G. White, 1987), manera los escenarios de emocione: s influyen en los juicios sociales y fico (Lutz, 1988). hay sdlidas evidencias de que las culturales de conocimiento estan. logos cognoscitivos suelen no ha- ciones etnogrificas o psicolégicas nsivas acerca de si algunas estruc- conocimiento son universales y (en ‘que lo fuesen) hasta dénde dependen e$08 cognoscitivos universales. Para de ese tipo hay que dirigirse a los ‘que se apoyan en investigaciones teligencia artificial y psicologia cog- ‘que han propuesto tres modelos ba- elos de procesamiento de informa- elos cognoscitivos-desarrollistas y ‘percepcién-experienciales. modelos de procesamiento de infor- : utilizar importantes princi- es acerca de la arquitectura de los inteligencia artificial y sus impli- 3 la investigacién de la cognicién a, Los modelos computacionales brin- nedio de evaluar la plausibilidad de stas especificas. Ocasionalmente esos resultado estar lo bastante bien formulados como para someterlos a pruebas experimentales con sujetos humanos. En este momento hay interés por el _procesamiento distribuido paralelo y el conexionismo, la idea de que las cosas que se producen juntas de forma consistente en la experiencia de un in- dividuo se asocian firmemente en la mente de esa persona (Bechtel y Abrahamsen, 1991). 2] Los modelos cognoscitivo-desarrollistas comparan culturas a fin de encontrar rasgos y temas comunes de desarrollo. La mayor parte de esta bibliograffa se ha concentrado en los sistemas religiosos y las practicas rituales. E. ‘Thomas Lawson y Robert McCauley (1990) tomaron la nocién de “aptitud” de Chomsky para sostener que los que participan en los sistemas religiosos representan cl conoci- miento para generar intuiciones definidas acerca de lo “bien formados” que estan los fe- némenos religiosos, Estas intuiciones son la base de principios universales del ritual reli- gioso, especificamente en lo tocante a la cen- tralidad relativa de acciones rituales especifi- cas. De manera similar Boyer (1994) descubrié que las intuiciones acerca de fenémenos reli- giosos emanan de principios universales que acttian como teorias tacitas que, en si mis- mas, no son intuitivas, y que pueden requerir un “salto de fe”. Por ejemplo, el supuesto on- tolégico més difundido de los sistemas reli- giosos postula la existencia de cosas como los espfritus, cuyas propiedades fisicas son con- traintuitivas. Boyer planteé la hipétesis de que, como los supuestos contraintuitivos son el centro de mas inversion cognoscitiva y mas efectos emocionales que las representaciones, tienen mds probabilidades de sobrevivir a los ciclos de transmisién. 3] Los modelos percepcién-experienciales afirman que los procesos de percepcién y las experiencias compartidas en el entorno confi- guran transculturalmente las formas cognos- Citivas, vision influida por los estudios de la percepcién humana. En esta categoria desta- can los trabajos de Lakoff (1987) y M. John- son (1987), quienes propusieron un “realismo experiencial” que no esta sujeto a las restric ciones conceptuales del subjetivismo y el ob- jetivismo. Lakoff y Johnson partieron de la premisa de que los movimientos de nuestro ‘cuerpo y su ubicacién en el espacio generan estructuras de conocimiento y formas de ra- zonamiento que se hacen manifiestas en el 32 ANTROPOLOGIA CRITICA uso lingiiistico. Un componente central de su argumento es la metafora. Nuestros pensa- mientos, trabajos y hasta acciones se ven afec- tados por redes de metéforas estructuradas de modo sistematico, que reflejan tipos basicos de experiencia fisiolégica. La diferencia entre arriba y abajo, por ejemplo, es un aspecto esencial de la experiencia humana, y en inglés se manifiesta en la abundancia de expresiones en las que las palabras “arriba” y “abajo” con- ceptualizan metaforicamente humores, esta- dos y experiencias emocionales. Otro trabajo se concentré en las interconexiones entre la experiencia perceptual y las categorfas cog- noscitivas en las expresiones tefstas mayas (W. Hanks, 1990), en los adverbios simbélicos de sonido quechuas (J, Nuckolls, 1996) y en las particulas clasificatorias kilivila (Senft, 1996). En la actualidad la antropologia cognosciti- va experimenta la influencia de trabajos re- ientes en materia de ciencia cognoscitiva y lingaistica, y se enfrenta a problemas de afe- ja tradici6n filosética. Entre ellos el principal es la motivacidn, Dado que la gente tiene los modelos que los antropélogos cognoscitives le atribuyen, gqué hace que estos modelos sean atractivos? Roy D’Andrade (1995) y Claudia Strauss (1992) se han ocupado de este punto, redetiniendo las estructuras de co- nocimiento como sistemas dirigidos hacia un objetivo. El problema con esto es que tiende a hacernos pensar en términos de metas discre- tas y aislables, accesibles para la conciencia Edwin Hutchins (1987) y Drew Westen (1992) han procurado incorporar el psicoandlisis freudiano a fin de proporcionarle a la antro- pologia cognoscitiva una teoria de la motiva- jon profunda. Lamentablemente la antigua division de la disciplina entre el estudio del conocimiento (cognicién) y el estudio de la motivacién (psicoandlisis) hace dificil una s tesis de ambos. Si bien esta disciplina reconoce las teorias explicativas de la psicologia cognoscitiva em- pirica, procura no adoptarlas demasiado a fondo por temor al reduccionismo. Algunes especialistas se han manifestado en contra del psicologismo sobre la base de que distrae la atencién de la configuracién politica de los contenidos de la mente (Lutz, 1992). Otros no estén de acuerdo y abogan por una mayor atencién al trabajo experimental en el terreno de la psicologia cognoscitiva del desarrollo, (Lawson y McCauley, 1990). Hay una preocu- pacién creciente por la naturaleza misma de la cognicion. Debemos seguir consideran- dola sinénimo de pensamiento, y definir la antropologia de la cognicién como un campo que se interesa fundamentalmente por el co- nocimiento? Los asuntos de este tipo hacen dificil imaginarse una antropologia estricta- mente “cognoscitiva”, y es probable que en el futuro aumenten las propuestas de que se asocie con otras disciplinas, como la psicolo- gia y la ciencia de la cognicion (0 te que se incorpore a ellas). [CHARLES NUCKOLLS] antropologia critica Es: 1] la perspectiva critica epistemolégica y cultural que se desprende de la investigaci6n transcultural, y que en ocasiones se aplica como prictica plenamente desarrollada a las sociedades a las que pertenecen los antropé- logos mismos. 2] El trabajo antropolégico ins- pirado por la tradicién general marxista de la teoria social o que participa de ella, 3] El tra- bajo antropolégico, posterior al decenio de 1960, inspirado por la “teoria critica” de la es- cuela de Francfort. 1] Los antropologos han venido realizan- do descripciones etnograficas de otras so- ciedades desde la “revolucién malinowskia- na” de los aftos veinte, tanto para informar a los miembros de su propia cultura acerca de otras formas de vida como para refutar su- puestos culturales que se daban por sobren- tendidos, con lo que fungieron como una eri- tica de las sociedades de masas, burguesas y liberales, producidas por el capitalismo in- dustrial, Los antropélogos participaron en de- bates piblicos acerca de la familia (M. Mead, 1928, 1930; Malinowski, 1926, 1962), el cri men y el castigo (Malinowski, 1927), la polit ca inmigratoria (Boas, 1928) y la reforma educativa (Redfield, 1947), con base en su co- nocimiento de sociologia comparada y de for mas alternativas de organizar la sociedad. Se critieé a la ciencia en términos de la brujeria de los azande (Evans-Pritchard, 1937), lo que desaté un vigoroso debate acera de la natura- leza de la racionalidad y de la forma en que ambos sistemas se protegian contra la Falsifi« ANTROPOLOGIA CRITICA 33 El andlisis de la clase y del conflicto se formulé con conocimiento de los. culturales hegeménicos de los mitos a condensacién simbdlica, los pro- les, las formas de organizacién en escala frente a las de gran escala, la aciacion simbélica de los grupos de i de clase y los indicadores de rango so- opresentados frente a los de tipo obje- entre otros conceptos (W. Lloyd Warner, - ; Gusfield, 1963; R. Grimes, 1976; her, 1980a). Numerosos estudios comuni- contribuyeron a la comprension de la urbana, la sucesién étnica, las fami matrifocales, los mecanismos de tua y la dindmica de la formacion is religiosas. Los esfuerzos reciente- 5 por llevar a cabo investiga- as detalladas en sociedades Mundo (Ginsberg, 1989; Marcus, 1994; M. Strathern, 1992; Tra- no se limitan a fusionarse con la sino que retienen la perspectiva uultural y transnacional de la 6gica, asi como la caracteristi- metodolégica del funciona- erea de las interconexiones de sitios almente diferenciados (v. fun- posmodernismo). adicin de la antropologia de inspi- narxista © materialista en Estados itada por figuras como Stan- Eric Wolf, Sidney Mintz y, en de su primera época, Marshall 1968b, 1972), tenia raices mas el estudio de la ecologia cultural wr Julian Steward y Leslie White a ecolégica). No obstante, en sterior a la segunda guerra mun- logia critica confronté cada vez de cultura con el poder y la a. Se veia a si misma como yaa las tendencias de la antro- mericana a pasar por alto las +10 hegeménico de moderni- Ho del Tercer Mundo, du- de 1950 y 1960. Las revis- -of Anthropology y Dialectical Anth- relacionadas con esa inicia- estaba también el departamento fa de la Universidad de Colum- bia. Si se lo compara con la teorizacién mar- xista en Inglaterra y Francia, buena parte de este movimiento antropologico riorteameri- cano era te6ricamente moderado, y reflejaba las politicas de la guerra fria as{ como el esta- do de dnimo ideolégico en Estados Unidos contra una teoria marxista demasiado explici- ta, Por eso mucho de ese trabajo se denominé materialismo cultural, y con frecuencia de- semboce en estudios mas ecolégicos que poli- tico-econémicos. No obstante, estas orienta- ciones le abrieron camino a la antropologia para incorporar el fecundo trabajo de la teo- ria del subdesarrollo (v, teorfa del sistema mundial), el marxismo estructural, la histo- riografia marxista britanica y los estudios cul- turales (E. Thompson, 1963; Aston y Philpin, 1985; R. Williams, 1958, 1975). 3] En la década de los sesenta el movimien- to estudiantil redescubrié la teoria critica de la escuela de Franefort, que se convirtié en una importante fuente de inspiracién para la critica de la sociedad de masas, la politica de masas y el control de las sociedades burgue- sas por medio de difusos mecanismos cultu- rales hegemonicos que podian aplicarse a Estados Unidos, a su estado de seguridad na- cional, a su mercantilizacién y al alcance glo- bal hegeménico de su sociedad de la informa- cién, La cultura popular se vefa crecientemen- te como un espacio de dos filos, en el que se podian formular ciertos tipos de resistencia La misica rock punk inglesa fue, al principio, un espacio paradigmatico en el trabajo ct- nografico de los estudios culturales de Bir- mingham (Frith, 1983; Hebdige, 1979; P. Wi- , 1977), y también se apropiaron facilmen. te de ella las estructuras mercantilizadoras del mercado y la economia cultural. Este sen- tido revitalizado de la critica cultural en los ochenta y los noventa se vio reforzado por el pensamiento francés posterior a la guerra de Argelia y al movimiento de 1968 (v. posmo- dernismo) En el terreno de la antropologia la escuela de Francfort proporcion6 un territorio coman para antropdlogos, historiadores en especiali- dades alines y autores de estudios culturales que trabajaban en sociedades con division de clases, dominadas por el mercado y con fre- cuentes revoluciones (M. Fischer, 1980a, 1980b; Taussig, 1980, 1987), asi como en Estados Unidos (Lipsitz, 1988, 1990; Frith, 1983). Se a4 ANTROPOLOGIA CULTURAL Y SOCIAL redescubrié a Walter Benjamin (1994) como un critico que analiz6 el lado de la cultura moderna que se habia resistido a la asimila- cién a los modos de produccién e intercambio existentes. Represent6 una contrapar- te opti- mista al pesimismo de Adorno acerca de la falta de potencial de la tecnologia moderna para permitir que ciertos grupos dentro de la sociedad se expresaran y difundieran sus sub- culturas y perspectivas. Las cuestiones al esti- Jo de la escuela de Francfort fueron suple- mentadas por el marxismo estructural de Al- thusser, que se ocupé de la estructuracién de los procesos ideolégicos, y por los plantea- mientos gramscianos acerca de las maneras en que se forman las estructuras culturales hegeménicas, Hacia mediados de los ochenta estas cuestiones fueron complementadas por los autores franceses del grupo denominado posmoderno (Foucault, Derrida, Lacan, Bau- drillard). Cada ver estaban mas presentes los modbs en que el chip de silicio o la revolucién computacional de los setenta estaba cambian- do la naturaleza de la comunicacién y, por ende, las posibilidades de organizacién social. Esto ejereia una presin en pro de una mayor flexibilidad de las formas culturales, que en- trafiaban un control disciplinario mas difuso pero al mismo tiempo mas generalizado (Martin, 1994), formas cambiantes de la esfe- ra publica (las nuevas revistas de orientacin antropologica Late Editions y Public Culture) y nexos diferentes entre el capital de riesgo, el gobierno y el conocimiento para la produc- cién (Rabinow, 1996). [MICHAEL M. J. FISCHER] antropologia cultural y social La antropologfa cultural y la social son tradi- cionés intelectuales que pueden distinguirse entre sf, aunque no estan totalmente separa- das. El uso de los términos “cultural” y “so- cial” para trazar la distincion se hizo habitual en la década de 1930, pero la divergencia sur- gid antes, especialmente de las diferencias en- tre los estudios por los que abogaba Franz Boas (1858-1942) en Estados Unidos, desde el decenio de 1890, y las nuevas direcciones que habia empezado a seguir, por esa misma épo- ca, la antropologia en Inglaterra, por iniciati- va de R. R. Marrett (1866-1943), C. G. Selig- man (1873+1940), W. H. R. Rivers (1864- 1922) y Alfred Haddon (1855-1940). En la actualidad ninguno de los términos denota una divisi6n precisa en los enfoques, y por ello algunos antropélogos han descartado la division (por ejemplo R. Barrett, 1984:2). Para muchos otros, en cambio, la diferencia sigue siendo importante, al menos como for- ma abreviada de caracterizar estilos etnogré- ficos. La denominacién “antropologia cultu- ral” suele aplicarse a los trabajos etnograficos de espiritu holistico, orientados hacia las for- mas en que la cultura afecta la experiencia in- dividual, o que intentan ofrecer una visi6n ge- neral del conocimiento, las costumbres y las instituciones de un pueblo. “Antropologia so- cial” es el término que se aplica a los trabajos etnograficos que procuran aislar un sistema determinado de relaciones sociales -como los que comprenden la vida doméstica, la econo- mia, el derecho, la politica o la religién-, dan prioridad analitica a las bases organizativas de la vida social y se ocupan de los fendmenos culturales como de algo un poco secundario frente a los principales temas de la investiga cién en ciencias sociales. Influencias nacionales e internacionales La antropologia cultural sigue siendo la tradi- cién dominante en Estados Unidos, la social en Gran Bretana y los paises de la Common- wealth. Sin embargo ninguna de las tradicio- nes corresponde de manera precisa a esta di vision. El antropélogo briténico Edward Tylor (1832-1917) es més bien un precursor de la antropologia cultural, y el antropélogo estadu- nidense Lewis Henry Morgan (1818-1881) lle- 26 a ser una figura fundamental de la antro- pologia social briténica. Otros antropélogos; =Bronislaw Malinowski (1988-1942), por ejemplo—cluden una categorizacién simplista. ‘Ademés, la genealogia de estas tradiciones refleja s6lo parcialmente su cardcter nacional. La antropologfa social abrevé de tesricos bri- tdnicos del siglo xx como Henry Sumner, Maine (1822-1888), William Robertson Smith (1846-1894) y J. F. McLennan (1827- 1881), pero también de figuras tan importan tes como J. J. Bachofen (1815-1887), que era suizo, Carl Starcke (1858-1926), danés, Ed- ward Westermarck (1862-1939), finlandés, Ar- nold van Gennep (1873-1957), holandés, y so- todo de Emile Durkheim (1858-1917) y etndlogos franceses del circulo del Sociologigue, entre ellos Marcel Mauss 50) y Robert Hertz (1882-1915). A nzos del siglo xx la antropologia cultu- aba tanto de la tradicion de los ge6- histéricos alemanes, por ejemplo de er (1779-1859) y Adolf Bastian (1826- ‘como de las conttibuciones de Morgan, “Schooleraft (1793-1864) y los investi- de campo relacionados con el Bureau an Ethnology bajo la direccién de Powell (1834-1902). George Frazer (1854-1941) fue primer profesor (honorario) de an- social en 1907 (en la Universidad )), ¥ en su conferencia inaugural ini6 la disciplina como la rama de que se ocupa de los pueblos pri- Definiciones de este tipo siguen te- adeptos, pero desde el decenio de n (1881-1955) que con las de 1923 Radeliffe-Brown distinguio logia, como el “intento por re- historia de la cultura”, y la antro- “el estudio que procura for- generales subyacentes a los as de Ja cultura” (1958:8, 25). Ejem- dea de la emnologia citando el tra- ¥y sus discfpulos. El hincapié que Brown en la tipologia y la abs- sa también se incluyé en la de “antropologia social”, aunque ¥en la practica de todos los antro- cultural” es un término mas mo Boas no incluyé sus estu- denominacién, y se referia sim- enfoque diciendo que era “an- Algunos de sus discipulos, sin Aalaron la inexistencia de un té inguiese las investigaciones de erse de la antropologia fisica y, en , de la arqueologia y la lin- investigadores, entre los que se Wissler (1870-1947), Alfred 1960), Robert Lowie (1883- (1883-1959) y Edward Sa- ANTROPOLOGIA CULTURAL Y SOCIAL 35 pir (1884-1939), coincidian acerca del tema fundamental de la “cultura”, pero hasta fina- les de los aftos treinta no se pusieron de acuer- do en una nomenclatura Gnica. Al principio Sapir (1916) se referia a la “antropologia cul- tural” en su sentido actual. Pero el término no peg de inmediato. En su texto de 1929, In- troduction to social anthropology, Wissler, por ejemplo, definfa su campo de trabajo como “antropologia social” porque: “nos interesare- mos por la vida social del hombre, mas que por su anatomia, fisiologia y psicologfa. A ces a esta vida social la denominamos civili- zacién, pero en antropologia social se prefiere el término cultura; y cultura, cuando se usa en este sentido técnico, incluye todas las activi- dades grupales 0 habitos convencionalizados de una tribu o una comunidad” (pp. 11-12). El libro de texto de Paul Radin (1932), So- cial anthropology, mantiene ese uso. Al pare- cer el término “antropologfa cultural” cobré importancia inicialmente en el titulo de un li- bro de Lowie (1934), An introduction to cultu- ral anthropology, en el cual afirmaba: “El pro- pésito general del estudio antropologico es comprender el total de la cultura en todos los periodos y épocas, y ver hasta el mas humilde de los fragmentos en relacién con esa totali- dad” (pp. 384-385). No obstante, Lowie se mostraba bastante circunspecto acerca del tema, y en 1936 reconocié que la disciplina “ha sido denominada de diversas formas: ‘his- toria de la cultura’, ‘etnografia’, ‘etnologia’ o ‘antropologia cultural’” (1960:391). De cual- quier manera, a finales de los treinta los an- tropélogos norteamericanos cuyos estudios se concentraban en la cultura, y cuyo trabajo s\ guia en gran medida las ensefanzas de Boas, solian denominarse a si mismos antropslogos culturales. Divergencias y ertticas La relaci6n entre la antropologia social y la cultura muestra algunas asimetrias interesan- tes. Siguiendo a Radcliffe-Brown, los antro- pélogos sociales han caracterizado frecuente- mente a la antropologia cultural como un campo de investigacién diferente, pero por lo general los antropélogos culturales han consi- derado a la antropologia social como una es- pecializacién de su propia disciplina. Los an- tropélogos sociales han tendido a descartar 36 ANTROPOLOGIA CULTURAL Y SOCIAL algunos de los intereses principales de los an- tropélogos culturales, como los estudios de cultura y personalidad, por considerar que se basan en premisas falsas. Los antropélogos culturales, a su vez, han descrito a los sociales como seguidores de una doctrina excesiva- mente restringida, La expresién més explicita de este escepti- cismo fue el intercambio entre George Peter Murdock (1897-1985) y Raymond Firth (1901-), que se lev6 a cabo en 1951 en las pa- ginas de The American Anthropologist. En opi- nion de Murdock los antropélogos sociales britanicos “fragmentan sus descripciones y andlisis de los sistemas sociales”. Afirmaba que los britdnicos se concentraban “exclusiva- mente en el parentesco y los temas relaciona- dos de manera directa con él, por ejemplo el matrimonio, la propiedad y el gobierno”, e ig- noraban “aspectos tan importantes de la cul- tura como la tecnologia, el folklore, el arte, el trenamiento de los nifios y hasta el lengua- je” (1951:466-467). Observaba que los antro- pologos britanicos trabajaban sobre una res- tringida base etnogrifica, que raras veces se aventuraban en sus trabajos de campo mas all del Africa subsahariana, y que con menor frecuencia atin ponfan a prueba sus generali- zaciones en el registro etnografico mas am- plio. Por ultimo, criticé a la antropologia so- cial por ignorar la historia y la psicologia, La respuesta de Firth estuvo bastante mati- zada. Coincidié con Murdock en que la antro- pologia social britanica era “casi imposible de distinguir, en su alcance”, de la sociologia ted- rica, pero aftadié que la manifestacion de sor- presa al respecto por parte de Murdock ~des- pués de treinta afios en que Malinowski, Rad- cliffe-Brown, Max Gluckman (1911-1976) y E. E, Evans-Pritchard (1902-1973) no dijeran otra cosa-representaba una “juiciosa ignoran- cia o un miedo magico”. En opinién de Firth el estudio de la cultura y el andlisis de la es- tructura son complementarios, y la antropolo- gia social briténica se habfa mostrado bastan- te capaz de darles cabida a ambos. Dijo que él ysus colegas de Gran Bretafia vefan su traba- jo como parte de una ciencia internacional en la cual encontraban atiles contribuciones “en Jos mejores trabajos estadunidenses”. Los an- tropélogos britdnicos que caracterizaban la antropologfa cultural como incapaz de elevar- se a un nivel apropiado de abstraccién eran “innecesariamente eriticos”. Por otro lado, las “ventajas heuristicas” que la antropologia cul- tural podia obtener de lo que Clyde Kluck- hohn Iamaba un “impresionismo holistico y controlado” dependian de “la percepcisn per- sonal del estudiante [...] muchas veces con ayuda del conocimiento previo de otra disci- plina” (Firth, 1951a:477, 480, 483, 484). La explicacién de Evans-Pritchard (1964: 17) de por qué la antropologia norteamerica- na estaba dominada por una preocupacin por la cultura, antes que por la sociedad, es més malintencionada: “Las sociedades indias fragmentadas y de sintegradas en las que se ha concentrado su investigacion se prestan con més facilidad a estudios de la cultura que de la estructura so- cial, [y] la ausencia de una tradicién de traba- jo de campo intensivo con las lenguas nativas y por largas temporadas, como la que tenemos en Inglaterra, tiende también a los estudios de la costumbre o la cultura, més que a los de las relaciones sociales.” De hecho la etnograffa salvaje que realiza- ban algunos antropélogos culturales, como Lowie, le prestaba una considerable atencién a la estructura social, pero los andlisis no al canzaban la sofisticacién de antropélogos so- ciales britanicos como Meyer Fortes (1906- 1983) y Audrey Richards (1899-1984). A partir del decenio de 1960 la antropologia cultural ha absorbido parte de los analisis de parentesco y del orden politico desarrollados por la antropologia social, pero ha tendido a rechazar -tajantemente- el proyecto general de aquélla, aduciendo que estaba basado en modelos estructural-funcionalistas estaticos, supuestos falsos acerca de la naturaleza del parentesco ¢ ilusiones con respecto a la inte- gracién social. George Stocking (1984:181) caracteriz6 esta actitud hacia la antropologia social de Radcliffe-Brown y Malinowski como una brecha histéric “Sin duda hay en la actualidad muchos (tal ‘vez especialmente en Estados Unidos) para los cuales el verdadero problema de la com- prensi6n histérica pareceria ser como tantos antrop6logos inteligentes han estado conta- minados durante tanto tiempo por un punto de vista tan estéril o secundario. Las declaraciones de los exponentes de una tradicién en el sentido de que la otra esta mo- ribunda, obsoleta o senil son, desde luego, bue= “nas evidencias de que la distincién entre am- "bas tradiciones sigue teniendo importancia. er sunios perdurables probable que para los estudiantes de an- distincion es un mero asunto de estilo o de licidn académica (tehida por la identidad al) 0 si indica una divergencia mas sus- y filosoficamente importante. El argu- ito en pro de esta tiltima es el siguiente. La mntropologia cultural, en la tradicion de Boas, a. comprender el total de la vida cultu- jhumana. La antropologia social se concen- n las bases organizativas de las sociedades manas. En la practica algunos antropélo- les también le dan prioridad analt- ea a la estructura social y algunos antropé- as sociales, abarcan buena parte de la yeultural. Comoquiera que sea, un acerca- nto es basicamente sintético, y el otro co ¢ inductivo. {| arraigo de la antropologfa social en una a tradicién de investigaci6n social fundamentales de la sociedad, esquieu (1689-1755) y los pensa- ), quienes procuraron extraer prin- erales de las interrelaciones estruc- en las sociedades a partir del andlisis s0s particulares. La antropologia social también en muchas otras fuentes inte- sy los economistas politicos del siglo ‘que mejor explica sus preocupacio- ss especilicas: el esfuerzo por irla naturaleza de las unidades socia- is las escalas, hasta llegar a la so- sma, y las instituciones por medio unas unidades sociales se dife- mente, perduran a lo largo del ‘reproducen vy, en general, llevan a 6n del orden social. fa cultural, cuyas rafces se ANTROPOLOGIA CULTURAL Y SOCIAL 37 encuentran en la filosofia historicista alema- na y el pragmatismo norteamericano, ha pro- curado estudiar la variedad de la experiencia humana y analizarla en relacion con toda una gama de marcos te6ricos comparativos, his- t6ricos, psicolégicos, ecolégicos y otros. La antropologia cultural, en su acepcion mas amplia, es una continuaci6n del impulso inte- lectual de viajeros observadores y de autores de historia natural, desde el Renacimiento, por describir el mundo tal como parece ser. A Boas le interesaba desarrollar hipdtesis razo- nables, pero no proponer teorfas sistemdticas. Era eseéptico acerca de la capacidad del ob- servador para determinar con relativa certeza los hechos que podian llegar a tener impor- tancia cientifica, y por lo tanto preferia reco- ger el mayor mimero posible. Su suposicién de que la observacién es anterior a la teor‘s ha eaido en considerable repudio en las ulti mas décadas, incluso entre los herederos de la tradicién de la antropologia cultural, pero ex plica buena parte del vigor de esa tradicion, que combino la mayor atencién a los detalles etnograficos con una exploracién abierta de ideas novedosas. Los antropélogos culturales posteriores a Boas adoptaron muchas veces programas tedricos que no eran demasiado *boasianos”, fuera del supuesto de que de lo que se trata es de entender de alguna manera Jacultura, y que la teoria debe ponerse a prue- ba con ese criterio. La antropologia social, puesto que se con- centra en un conjunto grande pero concep- tualmente unificado de cuestiones y métodos, tiene cardcter acumulativo. Como ciencia de la sociedad ha trabajado a partir de la idea de que todas las sociedades humanas tienen fundos elementos en comiin, y que las dife- rencias pueden entenderse sobre la base de principios universales. La antropologia cultu- ral, en cambio, opera con el postulado relati- vista de que cada cultura tiene que ser enten- dida de manera sui generis. Una consecuencia de ello es que a los antropélogos culturales, aparte de emular las técnicas de sus colegas, les resulta dificil aprovechar el trabajo de és tos. No obstante, el eclecticismo de la antro- pologia cultural le ha conferido una ventaja para aprovechar los progresos de otras disci- plinas y plantear algunos temas importantes (sobre todo en psicologfa) que a la antropolo- 2fa social le ha resultado diffcil aprovechar 38. ANTROPOLOGIA DE MUSEO E] esfuerzo por explicar la existencia del or- den social y el esfuerzo por captar la diversi dad de la experiencia humana son fines filo- Soficos distintos mas no opuestos. Una de las obras antropoldgicas contemporineas que tra- tan de salvar la brecha entre ambas tradicio- nes es Constructing inequality, de Raymond Kelly, que se plantea como meta “describir y analizar todas las desigualdades sociales” en un sistema social de Paptia Nueva Guinea (1993:4). La distineisn entre antropologia social y cul- tura perdura en la antropologia contempora- nea, aunque ha perdido algo de la fuerza y mu- cha de la claridad que tenia a mediados del glo xx. Esta declinacién puede deberse, en par- te, a la influencia de Lévi-Strauss (1908- ), quien en 1949 declaré que tanto la antropolo- gia cultural como la social formaban parte de la etnologia y eran practicamente indistingui- bles (1963a:2; v. etnografia y etnologta). Ed- mund Leach (1910-1989) observé que la in- fluencia del estructuralismo francés sobre la antropologia briténica y norteamericana no re- jo “el ancho del océano Atléntico” (1982:34). Pero fue una de las complicaciones que des. plazaron a Boas y a Radcliffe-Brown como puntos clave de la brijula antropolégica, Otras complicaciones introducidas desde mediados del siglo xx incluyen los enfoques materialistas hist6ricos, entre ellos el marxis- mo, la teorfa feminista, la semitica, el histo- ricismo radical y otros movimientos relaciona- dos de la etnografia reflexiva y posmoderna. En algunos casos estas posturas se han fusio- nado con las tradiciones mas antiguas, pero en otros se los ha planteado como formula- ciones de la epistemologia y los propésitos de la antropologia en su conjunto. La tradicin de la antropologia cultural ha resultado mas susceptible a este reto, y de hecho hasta el mismo término “antropologia cultural” ha sido adoptado por seguidores de un enfoque de- laradamente anticientifico. Por ejemplo, la revista contemporanea Cultural Anthropology (iniciada en 1986) sdlo tiene remotas conexio- nes con la tradicién de investigacién cientifi- ca fundada por Boas. Pese a estas limitaciones, la antropologia social y la cultural siguen siendo orientacio- nes perceptiblemente diferentes del estudio de los fenémenos humans, y la mayor par- te de las monografias antropolégicas siguen ubicéndose en una u otra de esas tradiciones, Mientras el andlisis comparativo de los siste- mas sociales y las exploraciones inquisitivas de culturas especificas sigan Ilamando la aten- cion disciplinada de individuos comprometi- dos con criterios de objetividad, es probable que tanto la antropologia social como la cul- tural sigan siendo componentes importantes y complementarios de las ciencias sociales. BIBLIOGRAFIA: S, Barret, 1984; Boas, 1931, 1938; Darnell, 1974; M. Douglas, 1980; R. Firth, 1968; Fortes, 1969; Hays, 1958; Hinsley, 1994; Kuklick 1991; A. Kuper, 1977, 1983; I. Lewis, 1976; Lien- hardt, 1964; Mair, 1965; Mandelbaum, 1968; M. Mead y Bunzel, 1960; Penniman, 1935; Stocking, 1968, 1984, 1987; Trautmann, 1987; Voget, 1973. [PETER WyATT woop] antropologia de defensa Vv. ANTROPOLOGIA ECOLOGICA; DERECHOS HUMANOS antropologia de museo Traer artefactos de lugares “exéticos” es algo de muy larga tradicién en los paises occiden- tales. La conjuncién, en la etispide del Rena- cimiento, de la era de las exploraciones y el desarrollo de la erudicién humanista culminé en una explosién de curiosidad sobre los nue- vos mundos que habjan sido descubiertos, asi como en la coleccién de una gran diversidad de objetos. Estos legaron a ser la base de colecciones en los Kunsi y Wunderkammern (‘gabinetes de curiosidades”) creados por re- yes, principes, arzobispos y otros (Pomian, 1990:36). A finales del siglo xvi esos gabine- tes privados se convirticron en museos publi- cos. En 1753 la coleccién de Hans Sloane fue comprada a sus albaceas por el gobierno bri- tanico, y formé el micleo del Museo Briténi- co. El museo de Ashton Lever fue trasladado a Londres en 1774 para convertirse en e] Mu: seo Leveriano, y en 1809 se llevé de Liverpoal a Londres el de William Bullock. A medida que las actividades de explora: cién se organizaban mis, hacia el final del siglo xvi, hubo una explosion de coleccio- nismo de curiosidades tanto artificiales como naturales. El gran viaje de exploracién de Malaspina, entre 1798 y 1794, lo Hev6 a lo ANTROPOLOGIA DE MUSEO 39. largo de toda la costa oeste de América del Norte, hasta la bahia de Yakutat, en Alaska Su mision era recopilar informacién y ejem- de minerales, animales y vida vegetal: correspondientes a la antropologia a etnografia’. Los objetos etnograficos € reunid estan ahora en el Museo de Amé- de Madrid. Los viajes de exploracién famosos de ese periodo fueron los del James Cook. Aunque no tenia ins- espectficas de colectar artefactos, acién reunieron muchos obje- , mas de dos mil piezas se pue- en diversos museos de todo el ;, 1978). Un mimero de los ados al Museo Britanico se ex- Ja sala de Otaheti. En el viaje de en 1792, al Pacifico y la costa no- stados Unidos, Archibald Men- ido como botanico, recibi6 ins- cificas de investigar las “cos- ” y de hacer una coleccién 8s etnograficos. Se indicaba que de la coleccién era educativo, 9s museos pudiesen demostrar las nfas de la humanidad. En sciGn se entregé al Museo Brita- 1981:11). el siglo xx surgié la disciplina | tn. componente importan- in y coleccién de objetos "El contexto colonial de Oc lentorno al cual se traian de re- patria, para su exhibicion, colonias remotas (Clifford, nificados culturales que los ob- ara sus productores eran de jara los coleccionistas del siglo a los del xx. Aunque los mu- poca servian muchas veces para encion de objetos, los coleccio- 9s podian ser comerciantes, due- , misioneros funciona- tales. Jos guardianes autodesig- de otros pueblos, y los in- ados de las historias de /1992:140). Las exhibiciones pre han reflejado los su- es de quienes los hacen: los 6grafos. También han ex- es sobre la identidad nacional Ja nacién con esos “Otros”, con su ubicacién en la escala evolutiva y sus diferencias con nosotros (Karp y Lavine, 1991). Ellos se volvieron los “primitivos” y no- sotros los “civilizados”. La inclusién de esas exhibiciones en museos de historia natural colocé a los “Otros” con la naturaleza, mas que con la cultura, Ademés, esas exhibiciones hacfan manifies- ta la historia del imperialismo occidental y defendian el derecho al colonialismo y a la apropiacién econémica y cultural que lo ca racterizaba (Pomian, 1990). Las exposiciones del siglo x1x reflejaban el poder de Occidente para clasificar y definir a los “Otros” a fin de justificar el poder y el control sobre ellos. No obstante, las ideas acerca de identidad nacio- nal y de la relaci6n entre la nacién y el resto del mundo han ido cambiando con el tiempo, y esto se ha manifestado en cambios en la for- ma en que los museos transmiten el conoci- miento, asf como en el conocimiento que se transmite, Los artefactos de los Otros se encuentran ahora también en los museos de arte. Aunque Picasso y Viaminck reconocieron las cualida- des estéticas del arte africano y ocednico a principios del siglo xx, los artefactos rituales no fueron bien recibidos en los museos de arte hasta después de la segunda guerra mun- dial, En la exposicion de primitivismo del Mu- seo de Arte Moderno de Nueva York se utili- zaron objetos etnograficos de muchos lugares del mundo para ilustrar el tema del primitivo, con lo que se equiparé el arte temporalmente distante de nuestra historia con el arte espa- cialmente distante del Otro “exético” (W. Ru- bin, 1984). Esta ultima transformacién de significado para los artefactos de los Otros re- conoce plenamente sus cualidades estéticas, con lo que los saca de la naturaleza para vol- ver a incluirlos en la cultura. Los museos como “guardianes autodesig- nados del material de otros pueblos” estan siendo cuestionados. Muchos de los descen- dientes de quienes hicieron y usaron los ob- jetos etnograficos que se encuentran ahora en los museos de todo el mundo estan exi- giendo la repatriaci6n cultural de los. mis- mos, desde los griegos que quieren recuperar los frisos del Partenén que estan en el Museo Britanico, adquiridos por lord Elgin, hasta Jos zufi que lucharon por recuperar sus dio- ses guerreros del Smithsonian Museum (y 40 ANTROPOLOGIA ECOLOGICA terminaron por recibirlos). La repatriacién cultural es un tema importante en el mundo contemporaneo de los museos, ya que es e dente que la legislacion que apoya la devolu- cién de la propiedad cultural, como la Nati- ve American Repatriation Act de Estados Unidos, representa un peligro para la colec- cién de artefactos y, a su vez, para la existen- cia misma de los museos. [PAULA G. RUBEL Y ABRAHAM ROSAM] antropologia dialégica v, VOZ antropologia ecolégica Aunque las ciencias del ambiente y el am- bientalismo, incluida la conservacién, tienen rafces que se remontan a muchos siglos atras (Glacken, 1967), han adquirido preeminencia sobre todo desde los sesenta, y su uso en an- tropologia ha sido parte de este proceso his- t6rico. Cada uno de los campos que integran la antropologia ha desarrollado su propio en- foque de la ecologia humana: paleoecologia en arqueologia (Butzer, 1982); ecologia de pri- mates (Richard, 1985), adaptabilidad humana 0, en términos ms restringidos, antropologia fisiolégica (Frisancho, 1993), y ecologia con- ductual humana (Eric Smith y Winterhalder, 1992) en antropologia biol6gica; ecologia cul- tural y de sistemas posteriores en antropolo- aia cultural (Ellen, 1982; Hardesty, 1977; Net ting, 1986), y etnoecologia en lingtifstica (Berlin, 1992). Aquf basta con revisar breve- mente los avances mas importantes en los es fuerzos de los antropélogos culturales por comprender la ecologfa y la adaptacién hu- manas a partir de los trabajos pioneros de Ju- lian Steward y otros sobre ecologfa cultural durante la primera mitad del siglo xx. Aunque subsisten continuidades desde el trabajo de Steward (1955), sus colaboradores y sus predecesores, muchos de los antropolo- gos culturales con orientacién ecoldgica que vinieron después han desarrollado nuevos en- foques en respuesta a lo que percibfan como deficiencias de la obra de sus antecesores (Sponsel, 1987). Entre éstos figuran Andrew Vayda y Roy Rappaport (1968), quienes desa- rrollaron un enfoque sistémico para investi- gar el interjuego de la cultura y la ecologia a medida que las poblaciones humanas se adaptan a su(s) ecosistema(s): Aplicaron sis- tematicamente conceptos de la ecologia bio- l6gica a la ecologia humana, incluyendo la poblacién como unidad de anilisis, el ecosis- tema como contexto y la adaptacién como proceso dinamico de interaccién entre pobla- cién y ecosistema. Se concentraron, primero en un anélisis de insumo-producto de ener gia en la tecnologia y la organizacién social del trabajo para recolectar y producir alimen- tos. Todo eso se ubicé dentro del marco de re- ferencia biol6gico de factores limitantes y de capacidad de carga. Ciertos componentes de la cultura, como la religion y la guerra, se vefan como mecanismos reguladores que ayu- daban a mantener un equilibrio entre la pox blacion y sus recursos. Este marco teérico fue llevado a la practica con gran clegancia por Rappaport (1967) en su trabajo de campo con, los tsembaga de Nueva Guinea. Obsetv6 su ri tual y su guerra como formas de regular el de: licado equilibrio entre la poblacién de ser humanos y la de cerdos, a fin de reducir | competencia entre estas dos especies. (Los se- res humanes y los cerdos son sorprenden: temente similares en lo tocante a fisiologi tamafo del cuerpo y del grupo, y dieta omné vora.) Esta “biologizacién” del enfoque eco! gico en antropologia cultural llevé a que membrete “antropologia ecolégica” rempla: zase la denominacién “ecologia cultural” i puesta por Steward, aunque a veces ami términos se usan como sinénimos (Benn 1976, 1993). Marvin Harris trat6 de Mevar mas lejos explicaci6n ecolégica, asf como la descripe' de las culturas, desarrollando una estrategis de investigacién cientifica mas explicita y si tematica, a la que denominé “materialis cultural”. En esta vision le asigné priorid: en la investigacién y primacia causal a la fraestructura por sobre la estructura y la s perestructura, ya que es més fundamen para la supervivencia y la adaptacién hu nas. Harris y sus discipulos han aplicado e: estrategia de investigacién para explicar mi chas costumbres e instituciones intrigant El caso clasico es el de la vaca sagrada de India. Harris (1985) afirmé que la vaca es grada simplemente por las creencias religi sas hindues y de otras vertientes, pero en tlt ma instancia porque es indispensable para ANTROPOLOGIA ECOLOGICA at nomia agricola en los ambientes de la In- sobre todo para arar, proporcionar fertili- (€stiercol), combustible para cocinar 0] seco) y leche (en lugar de carne). sl trabajo de Rappaport, Harris y otros que wron Iineas similares ha sido criticado los origenes y las funciones (Moran, ),asfcomo por asumir que casi cualquier ‘que persiste es adaptativa (Edgerton, Harris se concentra en el compor- giento observable porque le impresiona la pancia entre lo que la gente hace y dice 308 ambientales. Gran parte de este tra- ‘ha concentrado en la construccion de eaciones jerarquicas de términos nat erentes a dominios ambientales especi- mo los tipos de tierra de cultivo 0 las silvestres que se utilizan con fines me- { Desde el punto de vista ideal la et- barca el conocimiento, las creen- svalores y las actitudes ambientales lo- felaciona las ideas ambientales con y sus consecuencias adaptativas as. En la practica la etnoecolo- srestringido muchas veces a la simple nativa de algtin dominio ambien- in mero inventario descriptivo de los tusos de un subconjunto de esp: les 0 vegetales (Berlin, 1992). No fe, algunos etnoecélogos, como Harold 957, 1980), han ido mucho més alla jo datos excepcionalmente detalla- ilustra la Thivestigacion de Con- Bien Filipinas. unos pocos antropélogos oa trascender algunas de las | do una dimension diacrénica 6 tanto la cultura cuanto el en y modifican mutuamente a que se co- fa hist6rica” (Crumley, icado es el trabajo de Wi t) sobre los ka‘apor del Ama- reconocen 768 especies Ja semilla hasta la etapa re- productiva adulta, en lo que constituye el ma- yor repertorio etnobotanico conocido de los pueblos de la Amazonia, Ademas Balée aplicd la ecologia hist6rica para integrar aspectos de etnoecologia, ecok cultural, ecologia bio- logica, ecologta politica y ecologia regional en un marco de referencia procesal. En ese co1 texto analiz6 la respuesta de los ka’apor a las restricciones y oportunidades adaptativas en su medio tanto social como natural, incluyen- do otras sociedades indigenas, afroameri nos y migrantes europeos, todos los cuales han tenido cierto impacto sobre su medio na. tural. Los enfoques antropoldgicos de las interac- ciones humanos-medio descritas mas arriba se han limitado en gran medida a la investi- gaci6n basica, prestando muy poca atencién a problemas aplicados, por no mencionar la ac- cién 0 el trabajo de promocién y defensa. Sin embargo, mas alla de sintomas de la crisis ambiental tales como agotamiento de recur- sos, Contaminacién, extincién de especies, de- forestacién tropical y demas, hay un crecien- te reconocimiento de que esos fenémenos suelen vincularse con diversas formas de vio- lencia, entre ellas el avasallamiento de los de- rechos humanos (Homer-Dixon er al., 1993; B. Johnston, 1994). De esa forma la ecologia radical, conglomerado de diversos acerca- mientos ecoldgicos, ademas del de la antropo- logfa, est4 comenzando a ejercer influencia sobre los antropélogos en combinacién con el propio trabajo aplicado y de defensa propio de la profesion (R. Wright, 1988). Carolyn Merchant (1992:1) da la descripeién mas con- cisa de la ecologfa radical: “La ecologia radi- cal confronta la ilusién de que la gente es li- bre de explotar la naturaleza y de moverse en la sociedad a expensas de otros con una nue- va conciencia de nuestras responsabilidades hacia el resto de la naturaleza y ante otros se- res humanos. Busca una nueva ética de edu- cacién de la naturaleza y educacién de la gen- te. Capacita a la gente para hacer en el mun- do los cambios congruentes con una nueva sidn social y una nueva ética. La explotaci6n y destrucci6n de sociedades igenas en fronteras como la Amazonia por parte de los estados y sus representantes vinculan el ecocidio con el etnocidio y hasta con el genocidio. Un caso especifico es el de Jos millares de buscadores ilegales de oro que rr) desde mediados de los ochenta han provoca- do matanzas brutales, devastadoras enferme- dades epidémicas, envenenamiento por plo- mo y otres graves problemas por su invasion del ierritorio de la nacién yanomame en Bra- sil y Venezuela (Sponsel, 1994; Tierney, 1995). En consecuencia, existe un espacio de preo- cupacién mutua para la antropologia ecologi- cay la defensa, incluyendo la de los derechos humanos (M. Miller, 1993; Sponsel, 1995), Una de las contribuciones précticas de la antropologia ecologica ha consistido en de- mostrar la racionalidad ecolégica o ambiental de ciertos aspectos de la cultura de sociedades indigenas que gente de fuera ha evaluado ne- gativamente por su etnocentrismo y racismo (Bodley, 1994). Por ejemplo, la horticultura tradicional de roza y quema es sustentable mientras la densidad de poblacién sea baja, se Ia emplee para la subsistencia y haya muchos bosques para dejar zonas de reposo, hacer nuevas huertas y conservar e] habitat animal. De modo que la Amazonia en su. conjunto, aunque estuvo habitada durante milenios por sociedades indigenas, nunca se vio en peligro por la deforestacién hasta el desarrollo de la economia de tipo occidental, en las tltimas décadas. Ademés, la roza y quema tradicio- nal puede incluso mejorar la biodiversidad al crear un mosaico de comunidades bidticas en diferentes etapas de sucesién o desarrollo (Sponsel, 1992). Los ambientalistas, los con- servacionistas y otros estén reconociendo, cada vez mds, la importancia de los habitan- tes locales y de su conocimiento, cultura y va~ lores, para el manejo sustentable de recursos y la conservacién de la biodiversidad (Klee, 1980; Sponsel et al., 1996). ‘Otro componente de la ecologia radical es el ccofeminismo, que considera que el domi- nio masculino de las mujeres esta vinculado con el dominio humano de la naturaleza. En consecuencia, las ecofeministas sostienen que para crear tna sociedad ecolgicamente mas sustentable hay que cambiar las relaciones tanto hombre-mujer como humano-ambien- te. El papel de las mujeres sigue estando enor- memente descuidado en la antropologia eco- logica, asi como en lo referente a desarrollo ambiental (Rodda, 1991; Shiva, 1989). Finalmente, la ecoteologia, 0 ecologia espi- ritual, ha surgide como campo transdiscipli- nario en los tiltimos afios, aunque vino prece- ANTROPOLOGIA ECOLOGICA dido por varios excelentes estudios de caso et- nograficos, como. el trabajo sobre Nueva Gui- nea (Rappaport, 1979), la organizacion de la irrigacién por los sacerdotes de los templos en Bali (Lansing, 1991) y el uso de los bosques por los indigenas de la regién subartica del norte de América (R. Nelson, 1983) y del Ama- zonas (Reichel-Dolmatoff, 1971). Se ha cobra- do conciencia de que la causa profunda o tl- tima de la disrupcin ambiental y social es una vision del mundo occidental con los valo- res y actitudes asociados con ella, entre ellos el materialismo y el consumismo que, cuando se ponen en practica a través del comportay miento, tienen consecuencias desadaptativas (Tucker y Grim, 1994). Esta vision del mundo no esta limitada ya al Occidente geografico; a wrtir del colonialismo es un sindrome que se ha difundido por todo el planeta, junto con la industrializacién, la modemnizacion y otras fuerzas de globalizaci6n, precipitando un cre- ciente desequilibrio ecologico y social (Ben- nett, 1976; Dobson, 1991). La religion se considera otro componente para hacerle frente a la crisis ambiental, ya que es un universal transcultural (los huma- nos son animales espirituales); se aboca a cuestiones elementales, como el lugar que la humanidad ocupa en la naturaleza; propor: ciona valores morales, como la reverencia por la vida, y puede ser una fuerza poderosa que motive a los creyentes tanto emocional como intelectualmente (Rockefeller y Elder, 1992). Por ello el World Wildlife Fund patrociné una conferencia de dirigentes de las denominadas grandes religiones (budismo, cristianismo, hinduismo, iskamismo y judaismo), a fin de ex traer de sus doctrinas los ingredientes rele- vantes para construir una ética ambiental sos: tenible para la comunidad de los fieles. No obstante, la discrepancia entre los ideales re ligiosos y el comportamiento real sigue sien= do el principal obstécule para emplear la reli: gion a fin de promover una sociedad mas sus- tentable. La antropologia ecolégica contemporanea tiene Ja oportunidad de hacer una contribu: cién considerable a las ciencias ambientales y a'su aplicacién en todo el mundo. Sin embar go, puesto que la mayorfa de los antropslo; han escrito primordialmente para sus propi colegas, hasta ahora han tenido poca influen- cia sobre el ptiblico general o sobre los orga ANTROPOLOGIA ECONOMICA 43 mos gubernamentales (Milton, 1993). El futuro reto para los antropdlogos ecolégicos s, entonces, llegar a un puiblico mas amplio que la profesién misma, y ver a las comuni en las que llevan a cabo su trabajo de ypo como: Ealaborsidotes actives en todas ectoroclogts funcionalismo; género; ss; pesca; produccién de alimentos; de sistemas). J. Anderson, 1973; Bates y Plog, ;B. Campbell, 1985; Crosby, 1972, 1986; 1991; J. Hughes, 1983; McNeely y Pitt, “Merchant, 1994; Moran, 1979; Oldfield y 1991; Orlove, 1980; Shiva, 1991; D. Ly Spring, 1974. [LESLIE E. SPONSEL] ra en dos aspectos de la economia isionamiento, que ¢s la produccién ci6n de bienes y servicios necesarios ‘y2]la estrategia de economizar, planteada en términos del de- jsta-sustantivista. Los primeros dedicaban casi todo su tiempo del aprovisionamiento, pero en el siglo la manera de economizar bastante mas atencion. “recursos y transformarlos en obje- Aitiles. Los objetos incluyen ali. igo y bienes artesanales, asi como bolicos que van desde los pos- hasta las piramides. Antes de aba que todos los antropologos un capitulo sobre la cultura ma- que por lo menos nos dejé un inven- [de los objetos que contenian las de produccién de alimentos ‘en caza y recoleccién, hor- a ¢ industria. La dimen- de esta escala es, probable- jumo y el producto de energia: ambos son bajos en el extremo de la caza-re- coleccién, y altos en el de la industria (Leslie White, 1943). Dada la mayor experiencia an- tropolégica con las sociedades en pequena es- cala, esta jerarquizacién tiene mas precisién y validez en el lado de la baja energia que en el otro extremo. Los cazadores-recolectores no tienen es- pecies domésticas, y el perro es la tinica ayu- da animal a la produccién. Aunque sucle de- cirse que su tecnologia es simple, incluye va- rias adiciones al poder muscular humano, en- tre elas fuego, trampas, lanzas, arcos y fle- chas, proyectores de lanzas y veneno. Se hace un amplio uso del hueso, la piedra, las fibras vegetales y la madera para hacer herramien- tas y objeios. Acerca de la productividad de la caza-recoleccién hay dos puntos de vista. El de la sociedad opulenta original sostiene que la economia de la edad de piedra produce sustancialmente menos de lo que podria, aun- que su tecnologia es mas que adecuada para alimentar a la poblacién, Sus seguidores afir- man que los cazadores-recolectores_ comen razonablemente bien (en términos de calo- fas), trabajan poco, cuentan con una can- tidad considerable de tiempo libre y tienen pocas necesidades econdmicas; de abi el tér- mino “opulenta’, Sus eriticos aducen que las mediciones empiricas del esfuerzo dedicado al trabajo son demasiado escasas y breves como para servir de muestra representativa, y sefialan que la definicion de trabajo es esen- cial para el andlisis de la productividad. Si se incluye la fabricacién de herramientas y la preparacién de alimentos las horas de trabajo aumentan notoriamente. Aunque las eviden- cias en favor de la posicién de la sociedad opulenta original son muy escasas, y las prue- bas en contrario son bastante sélidas, la ma- yoria de los antropélogos (y otros) han llega do a aceptarla Si bien todas las economias llevan a cabo algo de caza-recoleccion (caza de animales silvestres, pesca, cosecha de plantas no do- mesticadas), las que se especializan en la caza-recoleccién practicamente han desapa- recido a medida que se difundian por doquier la tecnologia y los productos alimenticios del mundo industrial. Los esquimales siguen ca- zando y comiendo focas, pero en general las matan con un rifle, y la carne de la foca se consume acompanada de vegetales adquiri- 44 ANTROPOLOGIA ECONOMICA dos en una tienda. En la actualidad la horti- cultura, el cultivo de centenares de especies de plantas domesticadas, junto con la cria de ciertos animales domésticos, esta mucho més difundida que la caza-recoleccién. Las econo- mfas que dependen de la horticultura, que se encuentran sobre todo en los trépicos, tienen mayor densidad de poblacién que las de caza- dores-recolectores. La produccién de exce- dentes alimentarios, como uno de los rasgos caracteristicos del modo de produccién do- méstico (v. pendiente de Chayanov), resulta posible, pero no se pone en prictica. Nuestro conocimiento de la productividad de la horti- cultura incluye, en todos los casos, el uso de herramientas de acero. Antes de que dispusie- sen de instrumental metalico, esas sociedades dependian, para cortar madera, de herramien- tas de piedra, acerca de las cuales no tenemos datos de productividad. De manera que la po- sibilidad de evaluar la capacidad de la tecno- logia de la edad de piedra es, en el mejor de los casos, muy débil. Hay muchos estudios sobre agricultura, que de manera abrumadora se ocupan de la agricultura campesina. Casi siempre la agri- cultura se concentra en el cultivo de un pe- quefo ntimero de plantas domésticas, y de- pende de una, o de apenas unas cuantas, para obtener la mayor parte de las calorias necesa- rias, De manera muy sintética, los sistemas agricolas suelen caracterizarse por esos culti- vos clave, sobre todo de arroz, trigo y maiz. Hay un uso sistematico y difundido de ani- males domésticos para obtener traccién, le- che, estiéreol y carne. Todos los campesinos estudiados por los antropologes han tenido, como minimo, tecnologia del hierro. Los sis- temas agricolas producen un excedente consi- derable, de modo que la produccién de la uni- dad domeéstica campesina es superior a su consumo. Toda economia en la que haya campesinos contiene también muchos otros sectores pro- ductivos, como artesanos especializados en cuero, ceramica, metal, vidrio, madera y pro- ductos alimenticios como cerveza, vino, acei- te de oliva y pasta de pescado. Practicamente no se ha hecho investigacion sobre el abaste- cimiento de materias primas, la tecnologfa, la energia, la organizacion de la produccién ola productividad de esas industrias artesanales. Una excepeién notable es el trabajo de Scott Cook (1982) sobre los trabajadores de la pie- dra de Oaxaca (México) que producen los ar- tefactos para moler empleados en la prepara- cion de alimentos. De manera similar, aunque ahora los antropélogos estudian muchos as- pectos de la sociedad industrial, la econo- mia de la produccién industrial ha recibido muy poca atencién. ‘Todas estas economias utilizan tanto tecno logia como division del trabajo. La tecnologia suele definirse, en sentido estricto, como las herramientas que se emplean, pero en sentido mas amplio son las herramientas, mas los procesos, mas el conocimiento. Por ejemplo, los cazadores-recolectores tienen una tecno- logia simple y pocas herramientas y, si se los compara con una economia industrial, obtie- nen relativamente poca energia. Pero esta vie sién materialista pasa por alto el vasto cono- cimiento del comportamiento animal y de las caracteristicas de las plantas, asf como proba- blemente del clima, que debe dominar el re colector promedio. Nuestro conocimiento acerca de su conocimiento sigue en pafales, porque nos hemos concentrado tan s6lo en |; herramientas. De hecho, dado que los humanos han sido cazadores-recolecto desde antes de ser cualquier otra cosa, no di berfa quedar ninguna duda de que esas soci dades en pequefia escala han desarrollado u conjunto considerable de conocimi La division del trabajo se refiere al nim: ro de especialistas que hay en una economi Las economias recolectoras y horticult tienen una divisién del trabajo basada sélo el género y la edad. Todas las personas una categoria determinada se consideran it tercambiables, y el ntimero de categorfas escaso, Con la invencién de las ciudades la vision del trabajo crecié con gran rapider, igual que la cantidad de bienes y proce Presumiblemente la naturaleza de tiem completo de una especialidad tenga una rrelacion positiva con el crecimiento de la periencia y la productividad. Al mismo ti po la tecnologia va cambiando. Distribucién La distribucién es la forma en que los biei (y servicios) se transfieren de una persona otra. La mayor parte del esfuerzo en antro

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