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LA ESPAÑA DEL FRANQUISMO (1939-1975)

(continuación)

2.2 Desarrollo económico y transformaciones sociales (1959-1973)

2.2.1. La estabilización y el crecimiento económico (1959-1973)

La economía de la autarquía y el monolitismo político de inspiración fascista se fueron


agotando con la década de los 50. La mala situación económica llevó a un importante cambio. Se
inicia la época de la tecnocracia y el desarrollismo con el cambio de gobierno de 1957.
La tecnocracia fue una forma de entender la política que daba más importancia al
progreso económico y a la mejora de la administración que al mantenimiento de determinados
principios políticos. Los tecnócratas nunca discutirían los contenidos más represivos y
antidemocráticos del Régimen. Procedían del Opus Dei y su objetivo fue liberar la economía
española e integrar a España en el mercado capitalista occidental.
Desde finales de los cincuenta y hasta 1974 la economía española conoció una
transformación sin precedentes. España se incorporó a los países industrializados, aunque su
nivel de renta por habitante se mantuvo inferior. Este éxito es inseparable de dos factores: la fase
expansiva de la economía europea y la base interna industrial, consolidada a lo largo del
siglo. Así, las medidas de liberalización interna y externa adoptadas a partir de 1959 tuvieron
buenos resultados.
Las primeras medidas del nuevo gobierno, cuya figura clave en este ámbito será
Laureano López Rodó, se adoptaron para atajar el alza de precios y el déficit. Se subieron los
tipos de interés, se reformó el sistema fiscal para aumentar los ingresos de hacienda, se
congelaron los sueldos públicos. En 1958 España, con el visto bueno estadounidense, entra en el
Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, y, tras dar garantías de que estaba
preparando un plan de reforma económica, estos organismos y EEUU se comprometieron a
financiarlo con créditos por valor de más de 500 millones de dólares.
En 1959 se aprueba la reforma económica, el Plan de Estabilización. Con él se tratada
de:
– Liberalizar la economía: se quitan las trabas burocráticas, se libran los precios
protegidos, etc.
– Reducir dinero en circulación: se reducen salarios, se restringen créditos
bancarios.
– Recortar el gasto público.
– Abrir la economía española a las inversiones extranjeras: se permitió que éstas
alcanzasen hasta el 50% del capital de las empresas españolas, exceptuando
algunos sectores estratégicos como defensa o servicios públicos.

! El crecimiento económico

A pesar de que de inmediato se produjo un parón económico, se logró reducir el déficit y


acumular capitales y a partir del 61 comenzó el relanzamiento. La economía española comenzó a
crecer a un fuerte ritmo. Este crecimiento se basó en el aumento del sector industrial y de
servicios y permitió un proceso de modernización que afectó profundamente a la sociedad
española.
El crecimiento industrial produjo un intenso éxodo rural hacia las grandes ciudades,
mientras que otra oleada de trabajadores en paro se ve obligada a buscar empleo en los países
europeos. El resultado fue el alza de salarios en el campo, al disminuir la mano de obra y

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aumentar la mecanización agrícola, con lo que la agricultura también demandará bienes
industriales.
El proceso de expansión industrial se basó en los bajos salarios, en la acumulación de
capitales de los años 50 y en las inversiones extranjeras. La tecnología también procedía del
extranjero, con lo cual la economía española pasó a depender del exterior. Las importaciones
crecieron de forma significativa, sobre todo de bienes de equipo y de energía (petróleo,
básicamente), y aunque también lo hicieron las exportaciones, incluso de productos industriales,
lo hicieron de forma más lenta.
El déficit de la balanza de pagos se cubrió gracias a tres recursos:
– Los ingresos del turismo, que llegaron a cubrir el 80% del desequilibrio
comercial y que no sólo aportaron divisas, sino también una profunda
influencia en la modernización del país.
– Las inversiones extranjeras, que llegaron regularmente hasta 1973.
– Las aportaciones de los emigrantes que enviaban buen aparte de sus
ganancias para el mantenimiento de sus familias.

! Los Planes de Desarrollo

A partir de 1963 el gobierno intentó regular el crecimiento económico mediante los


Planes de Desarrollo que intentaban orientar, más que dirigir, la economía española. Se
establecieron tres planes de vigencia cuatrienal (1964-67, 1968-71, 1971-75). Se trataba de
conseguir una serie de objetivos de crecimiento en sectores clave, mediante incentivos fiscales,
ayudas a la exportación y subvenciones estatales. Se crearon los polos de desarrollo, en los que
se intentaba promocionar la instalación de nuevas industrias para generar empleo en zonas
deprimidas. Sus resultados no fueron los esperados.
Aún así, el crecimiento económico español fue elevado y constante entre 1961 y 1973,
salvo una leve detención en 1967 que obligó a devaluar la moneda. Significó una profunda
transformación del tejido productivo y la apertura definitiva de la economía española al
capitalismo mundial. Asimismo, trajo consigo un cambio drástico en las condiciones de vida y
en la mentalidad española. Sólo en el segundo semestre de 1974, las consecuencias del alza
brusca de los precios del petróleo, que sacudió a toda la economía mundial, comenzaron a afectar
a España deteniendo la expansión.
A pesar del desarrollo obtenido, la renta por habitante era muy inferior a la de las
economías avanzadas europeas. Los precios fueron altos, es decir, hubo una importante
inflación debido a las fuertes subidas de los precios agrarios por una oferta insuficiente, a la falta
de competencia en el sector servicios y a una política monetaria expansiva. Debido a la
tecnificación, hubo una escasa creación de empleo, aunque el exceso de paro se redujo gracias
a la emigración. Asimismo hubo un avance limitado en actividades de mayor contenido
tecnológico. En definitiva, a pesar del crecimiento económico, España no conocerá un “estado
de bienestar” como las democracias europeas. El Estado asumió las prestaciones sociales y
sanitarias. El sistema se financió con las aportaciones de empresarios y sobre todo de
trabajadores. El crecimiento permitió extender la red de hospitales y cubrir prestaciones por
enfermedad, jubilación y desempleo aunque en cuantías escasas e insuficientes.

! La política

En los gobiernos que se formaron entre 1957 y 1974 hubo novedades en el reparto del
poder entre las familias del régimen. Los falangistas perdieron peso frente a los católicos, que
ocuparon las carteras de educación, información y justicia. Los ministros del Opus Dei cada vez
tuvieron mayor influencia.

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El almirante Carrero Blanco se convirtió en el hombre fuerte del régimen. Él aconsejó el
pacto con EEUU, promovió el acceso al poder de la tecnocracia procedente del Opus, dio pasos
para institucionalizar la Dictadura con una serie de leyes que, respetando totalmente el poder de
Franco mientras viviera, terminara con la coronación de un rey.
Entre esta nueva legislación hay que destacar, en primer lugar, la Ley de Prensa, de
1966, por la que desaparecía la censura previa, pero el Estado podía inspeccionar los diarios y
controlaba la noticias extranjeras. Sus consecuencias, aunque limitadas, fueron muy positivas,
aumentado el número de publicaciones y contribuyendo a la difusión de las ideas democráticas.
En segundo lugar, fue decisiva en el proceso de institucionalización del régimen la Ley
Orgánica del Estado, de enero de 1967. Esta ley fue un intento de convertir una dictadura en un
monarquía limitada, muy lejos aún de un régimen de carácter democrático, pero introdujo
cambios importantes como la introducción en la Cortes de los “procuradores familiares” en
cuya elección se tenía en consideración la opinión pública. Asimismo, la Ley de 1969 estableció
el mecanismo de la sucesión de Franco a favor de don Juan Carlos de Borbón.

2.2.2. Migraciones y evolución de la sociedad (1959-1973)

El crecimiento económico de estos años no trajo consigo un cambio en los desequilibrios


del país. En este sentido, un factor fundamental fue el éxodo masivo de trabajadores del
campo hacia las ciudades y hacia el extranjero.
Se calcula que más de un millón trescientos mil españoles tuvieron que emigrar a los
países europeos –Francia, Alemania, Suiza, Bélgica– donde desempeñaron empleos que los
nativos rechazaban. Este fenómeno de la emigración a Europa solucionó en parte el problema del
paro que la economía española generaba. Asimismo, aportó divisas al país y supondrá, a la
vuelta de los emigrantes, un aumento de la cualificación en el trabajo debido a la preparación
obtenida en el extranjero.
En el interior de España, los desplazamiento de la población fueron muy destacados. De
1962 a 1973, cuatro millones de personas, de un total inicial de algo más de 30 millones,
cambiaron de lugar de residencia. Las dos Castillas (Castilla la Vieja y Castilla la Nueva),
Galicia, Andalucía y Extremadura fueron las zonas donde la emigración fue mayor. En
contrapartida, la población creció en las zonas de mayor dinamismo económico.
Estos movimientos de población fueron el resultado de las diferencias en el dinamismo
económico de las distintas área geográficas: las mayores ganancias de población también se iban
concentrando en las grandes ciudades: las provincias vascas y catalanas, Madrid, Baleares,
Santander, Valencia.
Demográficamente, se produjo un espectacular crecimiento de la población, impulsado en
parte por la política natalista del régimen, y fue muy significativo el aumente de población
urbana tras la postguerra.
En la población activa, el desarrollo de la industria y del sector servicios dio lugar a
cambios en las estructuras socio–profesionales: aumentó el número de asalariados, de
profesionales liberales urbanos (abogados, médicos, economistas, ...) y de los ejecutivos de las
empresas; en los lugares más industrializados apareció una gran masa de obreros industriales que
dio lugar al nacimiento de un nuevo movimiento obrero al margen de los sindicatos verticales.
También creció el número de funcionarios. En definitiva, se constituye una sociedad de clases
medias.
El descenso de la población rural afectó asimismo a la estructura social agraria: las
explotaciones agrarias familiares o en pequeñas empresas fueron las predominantes. Sólo en
Andalucía pervivía la figura del obrero campesino sin tierras.

Los cambios de comportamiento fueron muy significativos. A ello contribuyó la enorme


transformación en el sistema educativo. El crecimiento de la población obligó a los tecnócratas

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del Opus Dei a multiplicar el número de escuelas e institutos, entre otras razones porque el
desarrollo económico exigía aumentar la formación media de los trabajadores. La Iglesia no
podía cubrir las necesidades, por lo que, en 1975, el 70% de los alumnos de primaria y media
estudiaban en centros públicos. Desde los 60 la Universidad también empieza a masificarse, al
tiempo que arrecia su oposición al régimen.
La sociedad española fue adoptando novedades importantes: se impone la familia
nuclear1, lento y continuo incremento de la población activa femenina. El acceso de la mujer al
trabajo repercutió mucho en modelo de familia y en el cambio de mentalidad, en éste incidió
también el turismo y la difusión de los medios de comunicación (cine, televisión). La televisión
afectó profundamente al modo de vida y al comportamiento social de los españoles, a pesar de la
rígida censura. Empezó sus emisiones en 1958.
Al terminar la década de los 60 casi todo el país tenía energía eléctrica. Todo el mundo
cifraba el bienestar en adquirir televisión, nevera y lavadora. Pero el símbolo de la época fue, sin
duda y sobre todo, el Seat 600, el coche que permitió a las clases medias acceder al vehículo
particular.
Hacia 1970 se había producido ya una ruptura total en la mentalidad colectiva de los
españoles. La sociedad de consumo impulsada por los tecnócratas del desarrollismo llevó un a
progresivo alejamiento de los valores defendidos por la élites del régimen. Se podía observar en
la progresiva relajación de la asistencia a los actos religiosos, en la mayor tolerancia familiar y
social hacia nuevos hábitos de relación social y sexual, en la aceptación por parte de los más
jóvenes de modas, hábitos y movimientos culturales que llegaban de fuera. En definitiva, una
sociedad cada vez más ajena a los valores de la dictadura.

2.3 La crisis del franquismo: factores internos e internacionales

El aparato del franquismo no pudo adaptarse al profundo cambio económico, social y


cultural que ha había producido en España a partir de los sesenta. La oposición fue creciendo
frente a un régimen basado en la represión policial, en la falta de libertades, en el catolicismo
excluyente. Las aspiraciones de la burguesía urbana, del nuevo obrerismo que reclamaba libertad
sindical y derecho a la huelga, y del mundo intelectual que luchaba por la libertad de ideas, fue
cada vez mayor.

2.3.1. La muerte de Carrero Blanco y sus consecuencias

Un momento decisivo de la crisis fue el atentado de la banda terrorista ETA contra


Carrero Blanco en diciembre de 1973. Carrero era el personaje clave para mantener unidas las
familias del régimen y asegurar su continuidad. Tras su muerte, se perfilan en el régimen con
mayor claridad dos tendencias: inmovilistas y aperturistas o reformistas.
El nuevo gobierno (enero de 1974) presidido por Arias Navarro, con predominio de
franquistas puros, pero también con algunos ministros aperturistas, planteó un tímido
reformismo. En el discurso pronunciado por Arias Navarro en febrero de ese año prometió una
nueva ley municipal que permitiese la elección de alcaldes y diputaciones provinciales, anunció
reformas sindicales y una nueva ley sobre asociaciones políticas. Es el llamado “espíritu de
febrero” que quedó en mero formalismo. El régimen era incapaz de democratizarse. Además
recibía el ataque de los sectores más inmovilistas, no dispuestos a ninguna concesión y con una
actuación violenta contra personas e instituciones que consideraban “de izquierdas”.
Los ministros más reformistas dimitieron. Las protestas contra el régimen se hicieron más
intensas (manifestaciones, huelgas, atentados, ...) y la respuesta siguió siendo la represión. Así,
en 1975, se promulgaba una nueva Ley Antiterrorista que castigaba a los terroristas a la pena
capital. En septiembre se llevaron a efectos cinco condenas a muerte contra activistas de ETA y
1
Familia compuesta fundamentalmente por padre, madre e hijos.
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FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico, extrema izquierda). La protesta
internacional contra Franco y el régimen fue intensa.

2.3.2. El conflicto del Sahara

En 1974 y 1975 las enfermedades de Franco le impedían ejercer el gobierno. El príncipe


Juan Carlos hubo de hacerse cargo varias veces de la jefatura interina del Estado pero sin poder
alguno.
Y en esta situación salta el conflicto del Sahara, colonia española desde el siglo XIX. Se
trataba de una zona desértica, pero rica en fosfatos por lo cual era ambicionada por los vecinos
Argelia, Mauritania y, sobre todo, Marruecos, que reivindicaba derechos históricos sobre la zona.
Por otro lado, en 1973, se había creado el Frente Polisario, una formación nacionalista y de
tendencia socialista que defendía la independencia del Sahara. España optó por aceptar la
descolonización y permitir un referéndum de autodeterminación, respaldado por el Tribunal
Internacional de La Haya contra la pretensión de Marruecos.
El rey de Marruecos, Hassan II, organizó en octubre de 1975 la Marcha Verde, una
invasión pacífica de civiles marroquíes sobre el territorio del Sahara. España ante el peligro de
un conflicto bélico en esos momentos tan difíciles cedió, y firmó al Acuerdo de Madrid por el
que el Sahara pasaba a Marruecos y Mauritania. Se inició a partir de este momento el conflicto
entre el Frente Polisario, que proclamó la República Árabe Saharaui, y Marruecos, que no
reconoce la independencia del Sahara.
El 20 de noviembre de 1975 Franco muero tras una larga enfermedad. Tanto él como sus
partidarios estaban convencidos de que todo quedaba “atado y bien atado”, y de que el nuevo
rey, Juan Carlos I, continuaría con el mismo régimen. Los años posteriores demostrarían que la
dictadura franquista era inviable más allá de la muerte del fundador.

2.4 El desarrollo de la oposición (1960-1975)

El crecimiento de la oposición se debió sobre todo al gran cambio social que España
conoció estos años.

2.4.1. La oposición social

Durante los cincuenta surgen las primeras revueltas: huelgas laborales en Cataluña y
Vizcaya, incidentes estudiantiles en Madrid.
Los sindicatos tradicionales tenían poca fuerza. La Ley de Convenios Colectivos de 1958
que permitía negociar entre empresarios y trabajadores condiciones de trabajo para toda una
rama de la producción dio lugar a un nuevo tipo de actividad obrera aprovechando desde dentro
las posibilidades que el sindicalismo del régimen daba para actuar. Así nacieron Comisiones
Obreras, un nuevo sindicato clandestino.
En la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles al margen del oficial
Sindicato Español Universitario (SEU), de filiación obligatoria. Estos grupos eran de índole
política diversa –socialista, extrema izquierda– y crecerán sobre todo a finales de los sesenta.
También crecen las asociaciones civiles: de vecinos, culturales, religiosas, que entrarán
en la oposición al régimen.
La Iglesia desde finales de los cincuenta había iniciado un proceso de distanciamiento del
régimen: muchos sectores de la jerarquía comenzaban a denunciar la situación de los
trabajadores y a insistir más en la labor de apostolado social y de ayuda a los necesitados, que en
reforzar los viejos valores del nacional–catolicismo. El ascenso al papado de Juan XXIII y su
inesperada renovación de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II, produjo una grave quiebra
entre el régimen y la Iglesia que irá agrandándose hasta llegar casi a la ruptura desde 1970.

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En 1971 el nuevo arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal,
monseñor Enrique y Tarancón, presidió una Asamblea de Obispos y sacerdotes que emitió una
declaración exigiendo libertades políticas y sindicales, rechazando la división entre vencedores y
vencidos y pidiendo disculpas por el papel de la Iglesia tras la Guerra Civil. Los grupos más
inmovilistas del régimen (el bunker) se irritaron profundamente.
La sociedad española fue aspirando a la democracia pero sin hacer la revolución, sin
ruptura, algo que sí quería la izquierda.

2.4.2. La oposición política

El PCE y el PSOE renuevan su actividad en los años sesenta. Asimismo aparecen otros
grupos a la izquierda y a la derecha: socialdemocracia, liberalismo monárquico, democracia
cristiana.
Una de las acciones de la oposición que más repercutió fue lo que los periódicos
franquistas denominaron el “contubernio de Munich”. En 1962 coincidieron en Munich la
oposición interna y la del exilio. Se pidió la desaparición del régimen y el paso a una España
democrática. Los asistentes a aquella reunión fueron encarcelados (Jordi Pujol) o desterrados a
su vuelta a España.
También volvieron a surgir las tensiones nacionalistas. En 1969 un grupo de jóvenes
miembros del PNV (Partido Nacionalista Vasco) se escinde del partido y funda ETA, que optará
por la lucha armada para lograr la liberación nacional vasca. En el período final del régimen los
partidos nacionalistas –PNV, Izquierda Republicana de Cataluña, etc.– promueven importantes
manifestaciones.
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