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(continuación)
! El crecimiento económico
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aumentar la mecanización agrícola, con lo que la agricultura también demandará bienes
industriales.
El proceso de expansión industrial se basó en los bajos salarios, en la acumulación de
capitales de los años 50 y en las inversiones extranjeras. La tecnología también procedía del
extranjero, con lo cual la economía española pasó a depender del exterior. Las importaciones
crecieron de forma significativa, sobre todo de bienes de equipo y de energía (petróleo,
básicamente), y aunque también lo hicieron las exportaciones, incluso de productos industriales,
lo hicieron de forma más lenta.
El déficit de la balanza de pagos se cubrió gracias a tres recursos:
– Los ingresos del turismo, que llegaron a cubrir el 80% del desequilibrio
comercial y que no sólo aportaron divisas, sino también una profunda
influencia en la modernización del país.
– Las inversiones extranjeras, que llegaron regularmente hasta 1973.
– Las aportaciones de los emigrantes que enviaban buen aparte de sus
ganancias para el mantenimiento de sus familias.
! La política
En los gobiernos que se formaron entre 1957 y 1974 hubo novedades en el reparto del
poder entre las familias del régimen. Los falangistas perdieron peso frente a los católicos, que
ocuparon las carteras de educación, información y justicia. Los ministros del Opus Dei cada vez
tuvieron mayor influencia.
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El almirante Carrero Blanco se convirtió en el hombre fuerte del régimen. Él aconsejó el
pacto con EEUU, promovió el acceso al poder de la tecnocracia procedente del Opus, dio pasos
para institucionalizar la Dictadura con una serie de leyes que, respetando totalmente el poder de
Franco mientras viviera, terminara con la coronación de un rey.
Entre esta nueva legislación hay que destacar, en primer lugar, la Ley de Prensa, de
1966, por la que desaparecía la censura previa, pero el Estado podía inspeccionar los diarios y
controlaba la noticias extranjeras. Sus consecuencias, aunque limitadas, fueron muy positivas,
aumentado el número de publicaciones y contribuyendo a la difusión de las ideas democráticas.
En segundo lugar, fue decisiva en el proceso de institucionalización del régimen la Ley
Orgánica del Estado, de enero de 1967. Esta ley fue un intento de convertir una dictadura en un
monarquía limitada, muy lejos aún de un régimen de carácter democrático, pero introdujo
cambios importantes como la introducción en la Cortes de los “procuradores familiares” en
cuya elección se tenía en consideración la opinión pública. Asimismo, la Ley de 1969 estableció
el mecanismo de la sucesión de Franco a favor de don Juan Carlos de Borbón.
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del Opus Dei a multiplicar el número de escuelas e institutos, entre otras razones porque el
desarrollo económico exigía aumentar la formación media de los trabajadores. La Iglesia no
podía cubrir las necesidades, por lo que, en 1975, el 70% de los alumnos de primaria y media
estudiaban en centros públicos. Desde los 60 la Universidad también empieza a masificarse, al
tiempo que arrecia su oposición al régimen.
La sociedad española fue adoptando novedades importantes: se impone la familia
nuclear1, lento y continuo incremento de la población activa femenina. El acceso de la mujer al
trabajo repercutió mucho en modelo de familia y en el cambio de mentalidad, en éste incidió
también el turismo y la difusión de los medios de comunicación (cine, televisión). La televisión
afectó profundamente al modo de vida y al comportamiento social de los españoles, a pesar de la
rígida censura. Empezó sus emisiones en 1958.
Al terminar la década de los 60 casi todo el país tenía energía eléctrica. Todo el mundo
cifraba el bienestar en adquirir televisión, nevera y lavadora. Pero el símbolo de la época fue, sin
duda y sobre todo, el Seat 600, el coche que permitió a las clases medias acceder al vehículo
particular.
Hacia 1970 se había producido ya una ruptura total en la mentalidad colectiva de los
españoles. La sociedad de consumo impulsada por los tecnócratas del desarrollismo llevó un a
progresivo alejamiento de los valores defendidos por la élites del régimen. Se podía observar en
la progresiva relajación de la asistencia a los actos religiosos, en la mayor tolerancia familiar y
social hacia nuevos hábitos de relación social y sexual, en la aceptación por parte de los más
jóvenes de modas, hábitos y movimientos culturales que llegaban de fuera. En definitiva, una
sociedad cada vez más ajena a los valores de la dictadura.
El crecimiento de la oposición se debió sobre todo al gran cambio social que España
conoció estos años.
Durante los cincuenta surgen las primeras revueltas: huelgas laborales en Cataluña y
Vizcaya, incidentes estudiantiles en Madrid.
Los sindicatos tradicionales tenían poca fuerza. La Ley de Convenios Colectivos de 1958
que permitía negociar entre empresarios y trabajadores condiciones de trabajo para toda una
rama de la producción dio lugar a un nuevo tipo de actividad obrera aprovechando desde dentro
las posibilidades que el sindicalismo del régimen daba para actuar. Así nacieron Comisiones
Obreras, un nuevo sindicato clandestino.
En la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles al margen del oficial
Sindicato Español Universitario (SEU), de filiación obligatoria. Estos grupos eran de índole
política diversa –socialista, extrema izquierda– y crecerán sobre todo a finales de los sesenta.
También crecen las asociaciones civiles: de vecinos, culturales, religiosas, que entrarán
en la oposición al régimen.
La Iglesia desde finales de los cincuenta había iniciado un proceso de distanciamiento del
régimen: muchos sectores de la jerarquía comenzaban a denunciar la situación de los
trabajadores y a insistir más en la labor de apostolado social y de ayuda a los necesitados, que en
reforzar los viejos valores del nacional–catolicismo. El ascenso al papado de Juan XXIII y su
inesperada renovación de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II, produjo una grave quiebra
entre el régimen y la Iglesia que irá agrandándose hasta llegar casi a la ruptura desde 1970.
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En 1971 el nuevo arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal,
monseñor Enrique y Tarancón, presidió una Asamblea de Obispos y sacerdotes que emitió una
declaración exigiendo libertades políticas y sindicales, rechazando la división entre vencedores y
vencidos y pidiendo disculpas por el papel de la Iglesia tras la Guerra Civil. Los grupos más
inmovilistas del régimen (el bunker) se irritaron profundamente.
La sociedad española fue aspirando a la democracia pero sin hacer la revolución, sin
ruptura, algo que sí quería la izquierda.
El PCE y el PSOE renuevan su actividad en los años sesenta. Asimismo aparecen otros
grupos a la izquierda y a la derecha: socialdemocracia, liberalismo monárquico, democracia
cristiana.
Una de las acciones de la oposición que más repercutió fue lo que los periódicos
franquistas denominaron el “contubernio de Munich”. En 1962 coincidieron en Munich la
oposición interna y la del exilio. Se pidió la desaparición del régimen y el paso a una España
democrática. Los asistentes a aquella reunión fueron encarcelados (Jordi Pujol) o desterrados a
su vuelta a España.
También volvieron a surgir las tensiones nacionalistas. En 1969 un grupo de jóvenes
miembros del PNV (Partido Nacionalista Vasco) se escinde del partido y funda ETA, que optará
por la lucha armada para lograr la liberación nacional vasca. En el período final del régimen los
partidos nacionalistas –PNV, Izquierda Republicana de Cataluña, etc.– promueven importantes
manifestaciones.
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