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Monarquía

Del griego, uno y poder, forma de gobierno en la que el poder está concentrado en una persona. La noción de monarquía
implica La de legitimidad del poder, Lo que la distingue de la tiranía y del despotismo, en los que el poder también puede
estar en manos de una persona, pero que se caracterizan por la ilegalidad o la arbitrariedad en la asunción o en el ejercicio
del poder.

La monarquía implica también una relación estrecha entre el poder personal del rey y el ejercicio del poder público, Lo
que la diferencia de la república, en la que no hay un poder inherente a Las personas, sino que hay funciones públicas
desempeñadas por personas. Por todo ello, en las monarquías hay un elemento de sacralidad personal del rey.

Existen cuatro tipos de fundamentación del poder real (que en ocasiones aparecen de forma combinada). Un rey puede
recibir su poder de su precedesor, por el que ha sido designado como sucesor legítimo. Otra modalidad es la de la
monarquía electiva, en la que el rey es elegido por una asamblea. En la monarquía hereditaria, el poder real procede de la
estima de su Linaje como excepcionalmente noble. Finalmente, el poder real puede derivar, o verse reforzado, por ser
considerado de derecho divino.

En todas estas formas de monarquía se mantiene la naturaleza sacra del poder real, que es vitalicio. La transmisión del
poder real por designación creó con frecuencia Luchas por el poder, así como también solía ser conftictiva la sucesión en
las monarquías electivas (las más frecuentes históricamente). la evolución en la mayor parte de Europa fue hacia
monarquías hereditarias, con reglas de sucesión que buscaban evitar conftictos en la transmisión legítima del poder; se
introdujo así la primogenitura, en algunos casos sólo a los varones (ley Sálica).

La monarquía constitucional es una forma de gobierno en la que el poder real está limitado por otras instituciones, en
particular por un parlamento. las normas fundamentales del sistema político están definidas en la constitución, escrita o
consuetudinaria.

El mercantilismo

El término Mercantilismo fue acuñado por Victor de Riqueti, marqués de Mirabeau en 1763, y popularizado por Adam
Smith en 1776. En el hecho, Adán Smith fue la primera persona en organizar formalmente la mayoría de las
contribuciones del Mercantilismo en su libro La riqueza de las Naciones.

El Mercantilismo es una doctrina o Política Económica que surge en un periodo intervencionista en la época de
nacimiento del Capitalismo, previo a la Revolución Industrial y que se enfoca principalmente en el Comercio Exterior
como fuente de Desarrollo Económico.

El Mercantilismo fue una forma de concebir la economía en la Europa de los siglos XVI y XVII, en una época en que se
estaban produciendo cambios políticos muy importantes en el continente. Por una parte, los estados nacionales se habían
fortalecido, y por otra, el poder de la Iglesia Católica se había debilitado. En ese contexto surgieron una serie de autores,
sin ninguna coordinación entre ellos, que expresaron sus puntos de vista sobre la marcha de la economía de los nuevos
países. Más tarde, ellos serían denominados "mercantilistas" y se harían conocidos como grupo a raíz de las fuertes
críticas que les hizo Adam Smith.

Los mercantilistas, en general, no eran universitarios ni cultos (como lo habían sido quienes se dedicaron a pensar los
problemas económicos en la Edad Media), sino simplemente "hombres de la calle" -banqueros, funcionarios y
comerciantes-, que, junto al ejercicio de sus actividades, analizaron los "temas reales" que afectaban al país. Su
preocupación principal era la de "enriquecer a la nación", principalmente como una forma de incrementar su poder
político frente al resto de los países.

La mayor parte de la literatura del Mercantilismo carece de Valor, ya que abundaron los panfletos con poco rigor
científico que, en pos del Bien general del país, no buscaban otra cosa que la defensa de un Interés particular (un ejemplo
típico eran aquellos autores del Mercantilismo que pregonaban la conveniencia para el país de entregar un Monopolio de
Comercio, cuando en realidad eran ellos quienes se querían beneficiar de él).

Pero, a pesar de que la mayoría de los escritos carecen de Valor, no cabe duda de que -debido al rigor de su análisis y sus
sugerentes aportes- Thomas Mun fue una excepción.

El descubrimiento de nuevos territorios implicó una gran expansión del Comercio Exterior. Las minas de oro y plata de
América, trabajadas por indígenas y negros, fueron una causa preponderante del progreso económico de Europa.
Surgieron nuevas ciudades, aparecieron nuevos mercados y se fomentaron el Comercio y la navegación. Esto generó el
progreso financiero de la burguesía, junto a una fuerte ambición de poder y Riqueza de esta misma clase.

BERNINI

Fue sin duda alguna uno de los grandes artistas del barroco italiano. Su actividad artística no se reduce a la escultura,
también fue un gran arquitecto, pintor, dibujante y escenógrafo; concibió espectáculos de fuegos artificiales, realizó
monumentos funerarios y fue autor teatral.
Bernini arquitecto
Es el arquitecto más representativo de todo el barroco italiano. Sus características como arquitecto barroco fueron:
- Dar mucha importancia a lo decorativo, tanto en el interior como en el exterior.
- Los elementos constructivos (columnas, pilastras, etc.) se multiplican, pero con función decorativa, siendo su único fin
dar ritmo arquitectónico.
- Frontones, entablamientos, etc. se rompen, las curvas se compenetran con líneas rectas, buscando siempre presiones
dinámicas.
- En las iglesias prefiere las plantas centralizadas, fundamentalmente la planta ovalada (pequeñas iglesias).

El Baldaquino de San Pedro


La arquitectura de la basílica tocaba a su fin. Maderno, su ultimo arquitecto, está concluyendo la fachada y el papa
encarga a Bernini la decoración interna de la iglesia: estatuas del interior, pilas del agua bendita, trono pontifical, el gran
altar. Altar que concibe debajo de un gran baldaquino pues tiene 29 metros de altura. Lo realiza con una doble finalidad:
por un lado que el altar no pierda su preferencia en las dimensiones colosales de la iglesia (un altar de dimensiones
humanas en una iglesia de dimensiones gigantescas); y por otro lado para llamar la atención sobre el elemento
arquitectónico fundamental (la cúpula). Realizado en bronce necesitó tanto que el papa Urbano VIII ordenó fundir los
relieves del frontón del Panteón de Agripa.
Diseñó el baldaquino sobre cuatro columnas salomónicas (llamadas así porque son descritas en el templo de Salomón) en
forma de espiral ascendente que serán repetidas e imitadas posteriormente. Las cuatro columnas descansan sobre cuatro
pedestales cúbicos de mármol. Se rematan con un capitel compuesto. Sobre cada columna se sitúa una parte del
entablamiento, también de bronce, y rematan cada columna un ángel. Desde ésta sale una especie de voluta que converge
en el centro que se remata con una esfera que representa al mundo y sobre ella el símbolo del cristianismo, la cruz. En
cada columna se sitúan placas de bronce simulando tejido del baldaquino. Justo debajo de él, el altar, que está situado
sobre la tumba que da nombre a la basílica. Constituye un todo con el ábside, visto desde la entrada, adquiere personalidad
arquitectónica propia conforme nos acercamos, dándole verticalidad al crucero que es indispensable para sobrevalorar la
clave de Miguel Angel.

Plaza y columnata de San Pedro

Terminada la decoración interior de la basilica el nuevo papa ordena a Bernini la construcción de la plaza que de cabida a
la basílica. Bernini es el diseñador de la plaza de San Pedro. La concibe como un gran espacio abierto frente a la
imponente basilica. Se inspira en los viejos atrios paleocristianos y constituye en la actualidad uno de los conjuntos
monumentales más conocidos en la historia del arte. Para que la fachada de Maderno no quitase el protagonismo a toda la
cupula, prolonga en una suave pendiente la anchura de dicha fachada y delante de dicha prolongación abre una enorme
plaza elíptica u oval. Rodeada por enormes columnas a excepción de la parte frontal que se abre hacia la ciudad de Roma
y el resto del mundo,
La plaza está formada por 2 grandes arcos semicirculares cuyo centro está separados 50 m de sendas fuentes que situa
equidistantes de dichos arcos. En el centro de la plaza situa un enorme obelisco de procedencia egipcia ( simbolo de los
dioses de la antigüedad y que quiere simbolizar la universalidad del catolicismo. El portico cubierto está formado por la
columnata, cuatro hileras de columnas de orden toscano realizadas en marmol, situadas en formas paralelas dos a dos,
dejando un pasillo central. Remata con una cubierta típica de los periodos clasicos, sobre la que situa estatuas relacionadas
con la historia de la iglesia. El conjunto es una enorme plaza para ser utilizada en manifestaciones de fe multitudinarias
(desde los balcones pontificios el papa sale a bendecir), para grandes celebraciones (misa del resucitado), situando el altar
delante de la fachada de la basílica. Contribuye a ello su gran visibilidad. Se ha dicho que Bernini quiso simbolizar los
brazos abiertos de la iglesia en los que tiene cabida toda la humanidad.

Bernini escultor

A su faceta de gran arquitecto une su magistral uso de las técnicas escultóricas. Es el que rompe con la escultura del
Renacimiento, con la sombra de Miguel Angel. Con él se inicia la escultura del barroco siendo aceptada por el pueblo y
trasladándose su fama más allá de las fronteras de Italia. Es el teórico del movimiento humano en la escultura, pero no un
movimiento en sí mismo, sino capaz de crear sentimientos y demostrar expresiones. Su padre, escultor como él, le influyó
en sus inicios. Su obra es dilatada y puede distinguirse las características del barroco desde la primera.

David

Realizada en solitario con tan sólo 22 años de edad. Es la viva expresión de la energía y el movimiento, totalmente
opuesto al David platónico de Beroccio y Donatello, y comparable en hermosura al de Miguel Angel, al que supera en
vivacidad pero pierde el intimismo. Es una obra de mármol, material que no tiene secretos para él. Su técnica escultórica
no tiene que envidiar a la calidad de Miguel Angel, aunque no se dedicará exclusivamente a este material, pues el bronce
tampoco tendrá secreto alguno para este magnífico escultor. En ella quiere mostrarnos el espíritu combativo del barroco.
Elige el momento en que David va a atacar al gigante Golliat, estando todo su cuerpo contraído, con unos músculos en
completa tensión, con lo que demuestra el perfecto conocimiento que posee de la anatomía humana. El cuerpo se llena de
energía y movimiento, pero es sobre todo en su rostro donde mejor se aprecia la energía del momento, con mirada
violenta, mordiéndose el labio superior, los ojos fruncidos, la barbilla en tensión, son más elocuentes que esos músculos
en tensión. Su David es de dimensiones humanas, humano, empequeñecido en su condición de mortal en la que radica su
hermosura, frente al divino de Miguel Angel cuya hermosura radica en su expresión, en su idealismo.

Apolo y Dafne
Es una obra de su juventud, en la que vuelve a los temas de la antigüedad mitológica. Nos lo presenta como si fuese un
cuadro animado, lleno de espectáculo en sí mismo. En él el movimiento es la clave de su comprensión, coge la mitología
en el mismo instante en que el dios Apolo desea poseer a Dafne y ésta para protegerse cuando es tocada se transforma en
Laurel. Apolo es fruto del estudio del torso de Bervedere. Es una perfecta anatomía. Su rostro expresa el deseo. Dafne
presenta un rostro en el que lanza un grito, sus cabellos empiezan a transformarse en la hoja de laurel, sus brazos en las
ramas y sus pies en raíces y troncos. Bernini consigue transmitirnos el ruido del crujir del cuerpo de Dafne al
transformarse en madera. Es una obra llena de movimiento, de ritmo, capaz de transmitirnos íntegramente el mito de
Apolo y Dafne.

Éxtasis de Santa Teresa


Es una obra catalogada en su madurez, realizada a mediados del s.XVII y una de sus obras más estimadas y conocidas. Es
un encargo de la familia Cornaro para la capilla familiar en la iglesia romana de Santa María de la Victoria.
Elige un tema de actualidad, la Santa había sido conocida en 1622, en ella está presente el espíritu de la Contrareforma. Se
presenta la obra como un todo escénico en el que se aúnan arquitectura de la capilla y elementos escultóricos. La capilla es
un derroche de mármoles policromados y jaspes. A ambos lados de la capilla sitúa sendos balcones con arquitectura
simulada, donde los miembros de la familia esculpidos en mármol asisten como espectadores al hecho teatral del éxtasis.
En la parte central de la capilla, tras el pequeño altar y en un marco arquitectónico se encuentra el hecho esculpido. No
visible, en la parte superior existe una ventana por la que introduce la luz descendente hacia la escena, la luz se desplaza
por los rayos de bronce que imitan a los rayos del sol. Se ha policromado la ventana con colores dorados más claros en el
centro, en el que destaca la figura de una paloma que guía las decisiones. El fondo es de alabastro. La escena principal
está sacada de la propia biografía de la santa que en su capitulo segundo describe el éxtasis.
La Santa situada sobre una nube en mármol más oscuro se presenta con el ropaje típico barroco, quebradizo, voluminoso,
lleno de claroscuro, caída, en el mismo instante en que un ángel la acaba de atravesar con la flecha de la divinidad. La
Santa cae y en su rostro se aprecia el momento de éxtasis que vive, compaginando el dolor físico con el placer espiritual.
Su rostro es todo un tratado de expresividad en la que magistralmente se aprecia la pérdida de conocimiento, ojos
entrecerrados, labios entreabiertos, conciencia totalmente perdida. A su lado el ángel representado en forma humana, sólo
lo delatan las 2 alas desplegadas. Su sonrisa es enigmática, su cara delicada e iluminada. Se presenta vestido con la típica
vestimenta barroca aunque menos voluminosa que la de la santa. La obra es diagonal, donde todo el altar es un conjunto.
El recurso de la luz de la ventana oculta superior que deja resvalar los rayos de luz por los rayos de bronce tras el conjunto
escultórico que dan una mayor emotividad casi pictórica al conjunto, acrecentando la atención del espectador al grupo del
que se siente partícipe.

Gian Lorenzo Bernini

(Nápoles, 1598-Roma, 1680) Escultor, arquitecto y pintor italiano. Bernini es el gran genio del barroco italiano, el
heredero de la fuerza escultórica de Miguel Ángel y principal modelo del Barroco arquitectónico en Europa. Aprendió los
rudimentos de la escultura en el taller de su padre, Pietro (1562-1629), un escultor manierista de cierto relieve. Fue
también su padre quien lo puso en contacto con algunos de los mecenas más importantes de su tiempo, lo que le permitió
manifestar su talento de una forma bastante precoz. En sus obras más tempranas (Eneas, Anquises y Ascanio, El rapto de
Proserpina) resultan ya evidentes la ruptura con el manierismo tardío y una concepción radicalmente distinta de la
escultura; el intenso dramatismo, la grandiosidad y la búsqueda de efectos escenográficos están ya presentes en estas
primeras creaciones.

En 1629, Bernini fue nombrado arquitecto de la basílica de San Pedro por el papa Urbano VIII. Desde entonces hasta su
muerte trabajó ininterrumpidamente para los sumos pontífices, salvo un cierto paréntesis durante el pontificado de
Inocencio X, quien prefirió a otros artistas y le encargó pocas obras. De sus realizaciones para San Pedro destacan el gran
baldaquino sobre el altar mayor y el grupo escultórico de los Padres de la Iglesia que, observado a través de las columnas
del baldaquino, ofrece efectos de una gran fuerza teatral, tal como pretendía el artífice.

Su mejor aportación a la basílica de San Pedro fue, sin embargo, la columnata que rodea la plaza, justo delante del templo,
que le ha valido elogios continuos por su armonía y sus efectos escenográficos. Esta columnata representó una gran
novedad, no sólo por sus dimensiones, sino sobre todo por su disposición elíptica, una forma muy cara a los arquitectos
barrocos, inclinados a conferir a todas sus obras efectos de movimiento. Las monumentales estatuas que la rematan en su
parte superior dotan al conjunto de un aire todavía más majestuoso y solemne si cabe.

Aunque en menor medida, Bernini trabajó también para mecenas privados, y fruto de esa colaboración es la obra quizá
más representativa de su estilo escultórico, el Éxtasis de santa Teresa. Resulta difícil concebir una mayor intensidad
dramática y una mayor fuerza dinámica en una realización de pequeñas dimensiones ejecutada mediante un tratamiento
exquisito del mármol. Por su condición de elemento para la decoración de una capilla y sus magníficos efectos de
claroscuro, se considera esta obra como un compendio magistral de las tres artes mayores, arquitectura, escultura y
pintura, y por ello ha quedado como modelo incomparable de la escultura barroca.

De sus realizaciones como arquitecto, la más valorada, además de la columnata de San Pedro, es la pequeña iglesia de San
Andrea al Quirinale, en la que arquitectura y escultura se unen en una búsqueda de efectismo destinada a crear un
ambiente adecuado para suscitar la fe y los sentimientos religiosos. El palacio Chigi-Odescalchi, que ejerció una
influencia decisiva en toda Europa, es uno de sus edificios civiles más conseguidos.

Con sus hermosos edificios barrocos, Bernini coadyuvó como nadie en la renovación urbanística de Roma, a la cual
aporto así mismo multitud de estatuas y algunas fuentes monumentales que todavía contribuyen en la actualidad a la
belleza de la urbe. La que le encargó Inocencio X para decorar la piazza Navona, llamada Fuente de los cuatro ríos, es la
más espectacular de estas realizaciones. Pintor por afición, sus obras se conservan hoy en los museos más reputados por
su gran calidad, lo mismo que sus dibujos, que figuran en las mejores colecciones del mundo.

Francesco Borromini

(Francesco Castelli; Bissone, actual Italia, 1599-Roma, 1667) Arquitecto italiano. Trabajó como cantero en las obras de la
catedral de Milán, antes de trasladarse a Roma en 1619, donde fue cincelador en el taller de Carlo Maderno, quien lo
introdujo en el mundo de la arquitectura romana al tomarlo como colaborador para la realización de obras como el palacio
Barberini.

Cuando Bernini triunfaba ya como arquitecto y empezaban a desplegarse las formas del Barroco, Borromini recibió su
primer encargo en solitario: el conjunto de San Carlo alle Quattro Fontane, ligeramente anterior al convento de los
filipenses. Bastaron estas dos obras para hacer de Borromini un arquitecto reconocido y con un estilo muy bien definido,
en el que las superficies curvas (cóncavas, convexas, elípticas, sinuosas) dan fluidez al conjunto arquitectónico, tanto en el
exterior como en el interior, a veces con un carácter suave y en otras ocasiones con mayor dramatismo. Se alejó de las
tendencias de su época en los interiores a base de paredes meramente revocadas, con sencillas ornamentaciones, a menudo
doradas, ensambladas a la perfección con las formas arquitectónicas.

Su incansable deseo de superación se concretó en el estudio constante de manuales de arquitectura (algunos de los que
integraban su biblioteca tenían notas de su puño y letra) y en la profundización en la obra de Miguel Ángel, de quien fue
un gran admirador. Hombre de carácter difícil, mantuvo relaciones muy tensas con sus patrocinadores y estuvo siempre
enfrentado a Bernini, más por diferencias de temperamento y cultura que por particulares lances biográficos. Sus
principales valedores fueron el Papado y las órdenes religiosas, que apreciaron su arquitectura más orientada a los
sentimientos que a la razón.

La década de 1650 fue la más fecunda de su carrera, gracias al papa Inocencio X, quien le confió la restauración y
transformación de la basílica de San Juan de Letrán, aunque con grandes cortapisas, y la construcción de Sant'Ivo alla
Sapienza, iglesia que el arquitecto remató con una espectacular linterna-aguja helicoidal, de prodigioso impulso
ascendente. En la década de 1660 emprendió el ambicioso proyecto del colegio de Propaganda Fide, donde su gusto por
las fachadas movidas alcanzó límites insuperables. La totalidad de su carrera transcurrió en Roma, con la única excepción
de una breve estancia en Nápoles, a partir de 1635, para la realización del retablo de la iglesia de los Santi Apostoli.
Aunque se le conoce sobre todo por sus obras religiosas, Borromini fue también un solicitado arquitecto de palacios y
casas particulares, entre los que destacan los palacios Spada y Falconeri. Su última obra fue la fachada de San Carlo alle
Quattro Fontane, iniciada por él en 1665 y finalizada en 1682 por su sobrino Bernardo, después de que Borromini se
quitara la vida en 1667, según algunos debido a los terribles celos que sentía de Bernini.

Su naturaleza desconfiada y atormentada hizo desgraciado a un hombre que lo tenía todo a su favor, ya que desde su
consagración como arquitecto nunca le faltaron los encargos y pasó a la posteridad como uno de los genios indiscutibles
del Barroco romano. En opinión de algunos expertos, sus excéntricas formas arquitectónicas fueron fruto de su rivalidad
con Bernini. Es indudable, en todo caso, que, en oposición a la composición modular y antropomórfica de la época,
prefirió la composición geométrica, que heredó, continuó y llevó hasta sus últimas consecuencias Guarini.

Luis XVI

(Versalles, Francia, 1754-París, 1793) Rey de Francia y duque de Berry. Heredero de Luis, delfín de Francia, y nieto de
Luis XV, en 1770 contrajo matrimonio con la hija de la emperatriz de Austria, la archiduquesa María Antonieta, quien le
dio cuatro hijos. Hombre de buenas intenciones pero débil de carácter, poco interesado en los asuntos políticos, se dejó
influenciar por la reina y por una camarilla de cortesanos.

En los primeros años de su reinado, las reformas económicas liberales que intentaron sacar adelante sus ministros Turgot,
Malesherbes y Necker para reducir el déficit público tropezaron con el recelo de la nobleza. En política exterior, ámbito
regido por Vergennes, Francia desempeñó un excelente papel en la guerra de Independencia norteamericana (1778-1783).

La persistente resistencia de los privilegiados a la liberalización de la economía desencadenó una crisis política interna
que obligó a convocar los Estados Generales, convertidos en Asamblea Constituyente en 1789. El rey fue mejor
considerado tras decretar el voto doble del tercer estado, pero pronto fue atacado tanto por este estamento como por el de
los privilegiados.

Una vez iniciada la Revolución de 1789, el rey no pudo frenar al tercer estado y los incidentes se precipitaron. El 14 de
julio de 1789 tuvo lugar la toma de la Bastilla. Tras el levantamiento de octubre, se instaló en París y fingió aceptar la
Constitución de 1790. Sin embargo, tras su aparente conformidad, Luis XVI había pedido ayuda a los monarcas
extranjeros e intentó huir de Francia, pero fue capturado en Varennes.

Se produjo entonces la suspensión de la realeza y una aguda polémica sobre la conveniencia de mantener a Luis XVI en el
trono. Volvió a reinar en 1791, con unos poderes tan escasos que él mismo urdió intrigas para llevar el país hacia la
anarquía. En 1792, tras el asalto a las Tullerías, fue suspendido definitivamente, juzgado por el delito de traición y
condenado a morir en la guillotina.

Maria Antonieta

Reina de Francia. Decimoquinta hija de los emperadores de Austria, Maria Teresa y Francisco I. En 1770 contrajo
matrimonio con el delfín de Francia, Luis, que subió al trono en 1774 con el nombre de Luis XVI. No obstante, la nueva
soberana de Francia nunca tuvo a su marido en gran estima, y mucho menos estuvo enamorada de él. Mujer frívola y
voluble, de gustos caros y rodeada de una camarilla intrigante, pronto se ganó fama de reaccionaria y despilfarradora.
Ejerció una fuerte influencia política sobre su marido y, en consecuencia, sobre todo el país. En 1781 tuvo a su primer hijo
varón, y a partir de entonces residió en el palacio independiente de Trianon. Dejó de recibir en audiencia a la nobleza,
acentuando la animadversión de las clases altas hacia su persona. Ignoró la crisis financiera por que atravesaba el país y
desautorizó las reformas liberales de Turgot y Necker. No tuvo contemplaciones con las masas hambrientas que se
concentraban ante el palacio de Versalles y envió contra ellas a sus tropas. El pueblo siempre pensó que su reina servía a
los intereses austriacos. Puso al rey contra la Revolución, y fue apoyada en sus ideas monárquicas por Mirabeau y
Barnave. Rechazó las posibilidades de acuerdo con los moderados y procuró que el rey favoreciese a los extremistas para
enconar aún más la lucha. Al parecer, deseaba que estallase el conflicto bélico entre Francia y Austria, esperando la
derrota francesa. En 1792 fue detenida y encarcelada junto con Luis XVI en la prisión del Temple. La Convención ordenó
la ejecución del soberano el 21 de enero de 1793, mientras ella era trasladada a la Conserjería y separada de sus cuatro
hijos. Condenada a la pena capital, murió en la guillotina el 16 de octubre de 1793.

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