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El socialismo permite a los mas necesitados el tener acceso a las mismas oportunidades que

las grandes familias. Por desgracia el socialismo que HOY se vende por los partiduchos de
izquierda es el de Robin Hood. Lleno de falacias, mentiras, sofismas y demagogia. La
paradoja de Robin Hood consiste en quitarle a los ricos para darle a los pobres mientras el
sheriff de Notinham aumenta los impuestos a los habitantes para perseguir a Robin Hood sin
atraparlo.

La tasa 'Robin Hood'. Con este nombre han bautizado al impuesto propuesto por el gobierno
italiano y que gravaría a las empresas petroleras para recaudar fondos destinados a asuntos
sociales. De este artículo de Cinco Días es fácil deducir algunos argumentos a favor y en
contra de él. Pero, desde la óptica económica, debemos preguntarnos al menos dos
cuestiones:

1. ¿Es factible gravar solamente a unas cuantas de las mayores empresas de un país?
¿Lo podrá impedir su indudable poder fáctico?
2. ¿Qué país se aventurará a gravar a las compañías petroleras que en él operan si los
restantes países no lo hacen? Porque, ¿qué ocurriría si, por ejemplo, Italia grava a
estas empresas, pero Francia no lo hace?

Las respuestas a estas cuestiones son vitales para el establecimiento del impuesto. Y,
personalmente, dudo mucho de que finalmente la tasa 'Robin Hood'. Ocurrirá,
probablemente, que la idea quede solo en eso, en una posibilidad más teórica que práctica.

IV. Mercado económico y mercado político

Tal vez, una de las causas que perturban la adecuada comprensión del significado de la
economía, la libertad y la globalización sea la exagerada importancia que se le suele atribuir
a los funcionarios gubernamentales y a los políticos en general, es decir al poder, sin percibir
la importancia crucial de la educación como instrumento fundamental para permitir que se
corra el eje del debate en dirección a la limitación y a la reducción del poder puesto que el
clima de la opinión pública es la que determina la conducta política y esta, a su vez, está
decisivamente influida por el mundo intelectual.

Pero ¿qué es la redistribución de la riqueza de la que tanto hablan casi todos los políticos?.
Es la creencia de que la riqueza existente en la sociedad representa una torta, y que sus
porciones están mal repartidas. Es decir, que el mercado distribuye mal; a algunos pocos le
da porciones grandes y a una gran mayoría le da porciones pequeñas. Y ahí es cuando
aparecen los políticos que prometen que usando al Estado como instrumento pueden cambiar
el tamaño de las porciones, agrandando las más pequeñas y achicando las más grandes.

Entendemos que esta visión del proceso económico es equivocada, pues se parte de la idea
de que el tamaño de la torta es estático, es decir, que no crece. Pero la realidad demuestra que
la torta sí crece; y en un mercado libre, quien más produce, agranda la torta y en
consecuencia recibe un pedazo más grande. Es decir que por naturaleza, la porción de uno no
crece a costa de la de otro, por el contrario, el aumento de los niveles de capitalización de los
más productivos hace crecer también las porciones más pequeñas. Si este proceso natural se
altera, las consecuencias pueden ser que las porciones más chicas se vuelvan cada vez más
pequeñas y que la torta en general se achique. Esta alteración solo la puede producir el
Estado, a través de los impuestos y demás mecanismos redistributivos.

La redistribución es una forma legal de actuar a lo Robin Hood, esto es robar y distribuir el
botín entre los pobres. Esta concepción constante, lo único que puede generar es que cada
vez se produzca menos y que la economía decrezca.

El discurso redistribucionista no es más que una prédica destructiva basada en la envidia del
ser humano. Es la envidia de querer tener lo que tiene el otro, especialmente, si ese otro tiene
mucho. Decir que hay envidia cuando se habla de redistribución es acertado, dado que
cuando se difunden este tipo de estadísticas que dicen que el 10% más rico se lleva tanto y
que el 10% más pobre se queda con tanto, no se suele decir si los pobres están mejor o peor
que antes, solo se limitan a comparar entre ricos y pobres. Así por ejemplo si las porciones
pequeñas de la torta crecieron un 10% y las grandes un 30%, todos se beneficiaron y la torta
creció; pero para los redistribucionistas esto no interesa, lo importante para ellos es que la
brecha creció.

La actual política económica busca redistribuir la riqueza para que la brecha entre ricos y
pobres se achique, pero según el INDEC parece que no le está dando buenos resultados. ¿Por
qué será?. El discurso oficial y la izquierda va a decir que en la Argentina falta una política
redistributiva más profunda y que lo que se está haciendo está bien encaminado pero que no
es suficiente. Pero la realidad es que los argentinos ya llevamos padeciendo muchas décadas
de políticas redistributivas. El Gobierno no se da cuenta que la solución pasa por no afectar
el curso normal del proceso económico, alterándolo con impuestos, aumentos de salarios por
decreto y demás distorsiones. El libre mercado es la solución.

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El exceso de gravamen o coste de eficiencia, y así de bienestar social, por les consecuencias
de la imposición distorsionante de la asignación de recursos de no debería ignorarse, ni los
costes de transacción implícitos a la redistribución, más allá de la pura transferencia de rentas
(efecto Robin Hood)

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