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de
mermelada
jorge jolmash
1
Querríamos hacer notar que, como resulta evidente, quienes presentamos los siguientes argumentos no lo
hacemos desde el punto de vista de los amigos del caos. Por el contrario, se necesita tener mucha fe en la
razón para tratar de medir cualquier clase de armas mentales contra un campo de jitanjáforas.
Ojalá tus dientes sean suficientemente fuertes para masticar
estas ostras y te permitan chuparles todo el jugo que tienen
para ti. Aunque la verdad lo dudamos bastante...
La historia de Leandro
I
El infierno – contrariamente a lo que casi todos creen –
no es un lugar aislado del mundo, cerrado de puertas y
ventanas, donde una guardia de infames diablejos se encarga
de cuidar que los internos no se escapen. El verdadero
infierno tiene las puertas abiertas todo el tiempo y la gente
entra y sale cuando quiere. El truco consiste en que la
mayoría de las almas que están ahí en realidad no quieren
salir, y por lo tanto se quedan hasta que su eternidad
viviente se transforma en una eternidad reseca y estéril.
Algunos por que esperan recibir una ganancia (que,
adivinen qué, jamás llegará), otros más por que no tienen
noticias de una forma distinta de pasar los días, y aún otros
por que con el tiempo han llegado incluso – faltaba más – a
profesarle cariño. Casi nadie sale del infierno. Si acaso
alcanzan a sacar la cabeza por la ventana (con expresión de
cocker spaniel en un volkswagen) y medio vislumbran
horrorizados lo que hay más allá.
Y es entonces cuando empiezan a recriminarse y desean
arrancarse los ojos y piensan: “Si seré bruto, mira que tener
a la Belleza sentadita aquí en las piernas y a la mera hora
encontrarla amarga e injuriarla. Y ahora ya jamás me
perdonará ni querrá saber más de mí, ¿por qué serán las damas
tan quisquillosas con los ingenuos? ¿Por qué me habré dejado
llevar por ese esnobismo de admirador de papel tapiz con
bigotito y boina? ¿Qué no puedo volver al momentito en que
todo se dañó, y reparar mis actos? Debí haberlo pensado dos
veces”.
Pero entonces es demasiado tarde y el pellejo de los
internos se secó y les da una apariencia de pequeño súcubo
desdentado y maloliente. Y ya nadie quiere salir del infierno
cuando eso pasa, por que ese aspecto vergonzante es demasiado
para andar exhibiéndolo por ahí y hasta los menos vanidosos
se sienten ridículos.
Y hay otros que han llegado a perder todo rastro de
orgullo y ya no pueden vivir sin que alguien los torture. Tal
vez sean una bola de pervertidos que necesitan que los
golpeen para obtener una erección, en cuyo caso tampoco hay
nada que hacer. El paciente preferirá quedarse en el infierno
aún a sabiendas de que es el lugar más miserable en el
universo.
II
Otra cosa que la mayor parte de la gente no sabe es que
el infierno no es un concepto absoluto, sino uno relativo.
Trataré de explicarme mejor.
Supón que hay una cierta alma torturada en el infierno
que, para efectos del presente texto, llamaremos Equis.
Equis, como su nombre lo indica es un sujeto promedio sin
ninguna característica especialmente notoria, al cual uno
podría estar viendo durante horas y horas sin poder
distinguirlo de su propia sombra. Un perfecto mediocre, si se
me permite el oximorón.
Equis sufre mucho por esa situación y es en parte por
eso que se encuentra en el infierno, pero no puede hacer nada
al respecto, por lo que trata de sobrellevar su existencia de
la mejor manera posible.
Un buen día, el demonio lujurioso del licor seduce a
Equis a buscar consuelo en el fondo de una botella, en
compañía de dos de sus más olvidables camaradas, los señores
Ye y Zeta. Aunque al principio la borrachera entumece la
profunda sensación de futilidad de Equis, poco a poco, según
va transcurriendo la noche, un intenso remordimiento se va
apoderando de él. De pronto comprende que la intoxicación no
lo individualizará, sino por el contrario lo hará parecer más
ordinario. Sumido en tales pensamientos, Equis se queda
dormido sobre la roja barra del bar, perdido en el más oscuro
de los infiernos oníricos.
Al día siguiente, cuando despierta en su cama (aunque la
verdad no recuerda como llegó ahí), Equis se siente fatal.
Casi puede imaginarse su cara de baboso promedio,
completamente idéntica a las fotos del resto de los idiotas
que salen en el periódico. Imposible de distinguir de la masa
informe de monigotes llamados Juan Pérez que pululan en
cualquier ciudad. Casi deseando que un rayo lo fulmine, Equis
se arrastra fuera de la cama y se dirige al espejo a saborear
su desgracia.
Pero ¡Oh, sorpresa!, cuando llega hasta el baño y se
mira en el cristal empañado, lo que descubre lo deja en un
estado de indescriptible felicidad. Su rostro ya no es igual
al de la oscura legión de burócratas como el día anterior.
Ahora su frente y sus mejillas, su boca y sus cejas, los
huecos de su nariz y sus rizadas pestañas, su cara en fin, es
de un brillante color rojo como la barra del bar donde se
quedara dormido.
A partir de hoy, Equis será reconocido por todo el
mundo gracias a su peculiar color, y con el tiempo hasta su
nombre se borrará de sus facciones y adquirirá el más
apropiado apodo de Rojo y, por momentos, llegará hasta a ser
feliz.
De esta forma irá construyendo una barrera que acabará
por debilitar al infierno, transformándolo de un concepto
absoluto e infalible, en uno real y latente pero limitado, y
lo que es más importante, susceptible de ser vencido.
III
El mar como una bestia de diez mil lenguas, cuyo
salitroso aliento todo lo corrompe, me trae a la memoria el
recuerdo de Phlebas el fenicio (pobre marinero ahogado,
mirando al infinito desde su infierno de salmuera).
Lamen las olas los pies de los bañistas como si
quisieran comprobar su sabor antes de engullirlos, y en el
cielo las fragatas – enormes y negras como moscardones
antediluvianos – ensayan los giros de su danza, esperando el
momento propicio para abalanzarse sobre nuestras frentes
insoladas.
¿Cuál es el secreto de la arena?
¿Cuál es el secreto
de la arena2 que vuela ante la más leve
provocación de la brisa y se infiltra en los más recónditos
huecos?
De la arena que se incrusta en los lagrimales y en los
bikinis, y lo mismo engendra dunas que polvaderas.
¿Cuál es su secreto?
Eso sólo Satanás lo sabe y tal vez Phlebas (y Tiresias).
IV
2
...miedo en un puñado de polvo.
“¿Cuál es el secreto de la arena?” se preguntaba
Lagartija.
Lagartija es un pobre diablo que vive en Infierno
(Unreal City) y que gusta de ir todos los domingos y días
festivos a la playa del Océano de Fuego. Él cree que la
violencia de su oleaje y las intensas concentraciones de sal
en la brisa han terminado por curtirle la piel, protegiéndola
del daño causado por el paso del tiempo.
Lagartija vive en una alcantarilla con aire
acondicionado por la que paga más de la mitad de su salario y
su única pertenencia es una chamarra de cuero gastada por el
(mal)uso. Cuando no come las inmundicias que le sirven en el
comedor de empleados de su trabajo, Lagartija se la pasa
cazando moscas y hormigas que más tarde bañará en chocolate
para atenuar su sabor agrio. De hecho, para él los días de
fiesta son cuando se decide a vencer la pena y buscar en el
tacho de la basura los restos de algo que alguna vez haya
tenido carne. Lo cierto es que su empleo eventual lavando
baños con la lengua no le permite darse más lujos que ese y,
cada fin de semana, una damajuana de alcohol de madera para
olvidar y un paseo por la playa.
Un buen día, Lagartija abordó el diabólico autobús que,
semana con semana, lo conducía a su tan ansiada excursión.
Ese día no se sentía muy bien; el corazón se le ahogaba en un
alboroto de palpitaciones a causa del medio kilo de hojas de
lechuga envueltas en papel periódico que se acababa de fumar,
y un discreto dolor de cabeza comenzaba a picotearle la sien
(media damajuana de alcohol metílico se balanceaba en algún
lugar entre su pecho y su espalda, provocándole algunos
calambres casi agradables). No es de extrañar, pues, que
entonces se ocupara de la pregunta que eternamente le
atormentaba: “¿Cuál es el secreto de la arena?”.
Distraído por el curso de sus pensamientos, Lagartija
dio un brinco al notar la presencia de una mujer atractiva,
como de cuarenta y tantos años de edad, con brazos de
músculos marcados y un soberbio par de tetas operadas.
De pronto, una potente chispa se generó entre ellos,
haciéndole comprender a Lagartija toda la futilidad de la
vida que antes llevara. Poco a poco (es decir, con aparente
lentitud, pero en apenas una fracción de segundo), Lagartija
comenzó a ser consciente de cual debería ser su próximo paso.
Tomó a la ardiente arpía de la mano y se lanzó corriendo
afuera del camión, y corriendo llegó a la playa, todo el
tiempo con la bruja entre los brazos. Sus labios se trenzaron
siete veces (cada una en honor a un pecado capital distinto)
y conteniendo la respiración se lanzaron al mar en llamas.
En una de las casas vecinas, un estereo aullaba el
sonsonete cansado de una vieja canción yanqui:
“Where do bad folks go when They die?
They don’t go to heaven where the angels fly
They go down to lake of fire and fry
Won’t see’em again till fourth of july”
Leandro y Susana
***
b) conversación
- Y bueno, ¿tú que sabes, hembra de nutritivas caderas?
- Sé de cierto que el contacto de mi piel cura la
malaria y el desconsuelo. Y sé también que soy la
prostituta y la santa, la Sophia mitológica.
- Lo cual me da la razón, pues entonces yo soy ni más ni
menos el demiurgo.
- Pobrecito Yaldabaoth, anorgásmico y con mal aliento.
- No quieras jugar a la freudiana conmigo, che.
- Como dijo Lía: “Pim, los arquetipos no existen, sólo
existe el cuerpo. Dentro de la barriguita todo es bonito,
porque allí crecen los nenes, allí se mete, feliz, tu
pajarito, y allí se junta la comida rica y buena”.
- ¿Y eso?
- Es una cita.
- Ok, pero no faltes.
Serán cenizas más tendrán sentido, polvo serán más polvo
enamorado.
***
c) conclusión
Y primero había sido, como ya se sabe, el caos informe
de seductoras formas. Ningún Titán ofrecía todavía su
luz al mundo, ni Febo renovaba sus cuerpos con el
crescendo, ni la tierra, entregada a su propio peso,
estaba suspendida en el aire dando vueltas, ni Anfitrite
había extendido sus brazos a lo largo de las riberas de
la Tierra. Y a partir de ahí, el oro de los alquimistas.
El cálido bautismo del semen, ¿encontraría a la Maga?
Por supuesto, vaya que si la encontraría. Y después
Hermes Trismigesto, rojo mensajero de los dioses, dejó
de asistir al llamado de Oberón, Rey de las Hadas. Y
Susana dijo hágase la luz y la luz fue. Y el
Archidiácono de las Gafas pudo jugar al fin a ser dios.
Serán cenizas más tendrán sentido, polvo serán más
polvo enamorado.
El espíritu de la anarquía
ka tangi te kivi
kivi
ka rangi te mobo
moho...
Y luego todas esas razones prestadas que se nos filtran
como gotas de agua en una galería subterránea, cultivando
estalactitas y estalagmitas en nuestra bóveda craneana.
O el miedo de los dolientes. El inolvidable mundo que se
abre de tanta incongruencia. El sólido grito de un siglo
envuelto en papel aluminio y ríos de ostras que van
glaseando los gases de la aurora. ¡Como si así se pudiera
llegar a algún lugar! Tan sólo el brillo de las azoteas y
cierto anfiteatro de ballenas de rubicundas mejillas.
Si es verdad que todo el aire apesta, no por eso deja de
ser amarillo el camino. Una nueva literatura hecha por frases
viejas masticadas una y otra vez por la misma pluma. A la
mejor aún es posible crear cosas nuevas (¡Santo cielo, Billy!
¡Tal parece que la máquina de golpes se quedó encendida!)
En este supremo vacío
anticuerpos de la noche
suero de mandarina
negaentropía
zapato.
Campos enteros sembrados con semillas fosforescentes que
gritan como esqueletos. Apocalipsis de poca monta nos miran y
quiebran las estructuras del razonamiento. Hache intermedia.
Hordas de motociclistas borrachos golpeando a las mujeres y
violando a los infantes. Un tiro de gracia contra El Sueño.
La depresión fingida de los estudiantes.
(saludos a la familia)
Peces distantes en arbitrarios océanos. Juguetona lengua
contra nuestras encías. Sarcófago de incienso puro. Sed de
estrellas y de rimas de romancero. Rebelión de los internos
en el cementerio. Pánico combinado con hambre.
El plan es el siguiente:
disolver las estructuras,
ablandar el cerebro con baños ácidos de
saliva y voces superadas por soldados empíricos. Abolir el
continuum espaciotemporal, aún cuando sólo sea en el menor de
los cuadrantes. Romper la regla de la paciencia. Desarmar el
sentido de las frases. Trastocar de las frases el sentido.
Ley de fluidos y mordiscos.
El futuro que nos disecciona con su abrazo de rayos
equis. Insoportable deseo de un perfume fuerte como bebida de
moderación. Azúcar, dos onzas de ginebra, la ralladura de un
limón y una yema de huevo. Rampa desdoblada.
El mero azar, nuestro poder.
Nuestro principal poder.
Pirámide.
Absurdo personificado por la guerra.
Simulacro de tablas cuyo orden puede ser descifrado por
un observador atento. Sindicato de outsiders al servicio de
la revolución bolchevique. Flor de lumpen. El reflejo
religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse cuando
las circunstancias de la vida práctica, cotidiana,
representen para los hombres, día a día, relaciones
diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza.
Bautizo de sangre en la popular sabana. Pócima amarga,
pero de impredecibles consecuencias.
La última oportunidad de volver ha quedado atrás. Todas
las barreras se desbaratan entre nuestros potentes dedos.
Turbulencia de mantras apócrifos.
Cápsula de harapos de civilizaciones extintas. No las
necesitamos para nada, sólo nuestros pies dejan una huella
hermosa, el resto son tonterías. Tal vez algún día, un grupo
de inadaptados que de seguro ni son nuestros descendientes,
sino los de nuestro peor enemigo, descubre donde reposa el
carbono catorce de nuestros pobres huesos.
Yo sueño que estoy aquí, de estas prisiones cargado (y
el mayor bien es pequeño).
(Yo, tú,
odio,
violencia,
lápida)
(stop)
Playing god (Parte I)
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.
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Himno a Susana
I
¡Ah, querida Susana el error me guía hacia tu camino!
Entiendo, según parece, que abrazarme a tu culto de
fertilidad antigua no hará más que traerme problemas. Y sin
embargo me es imposible dejar de remar hacia el océano de tu
pubis y tus manantiales de leche. Es difícil de explicar,
pero intuyo que en gran parte eres tú quien hace que yo sea
verdaderamente yo. Como si yo existiera también en virtud de
ti, como si mi cuerpo hubiese sido creado sólo para definir
por oposición al tuyo.
Y Susana habló, y esto fue lo que dijo:
“Yo soy tu Susana, oh Rex Nemorensis. Árbol sagrado,
bendita por contagio con la feroz Diana Selvática; patrona de
los bosques, de los animales salvajes, del ganado doméstico y
de los frutos de la tierra. Yo, que procuro a los humanos y a
las terneras con abundante descendencia y ayudo a las futuras
madres a tener un buen parto. Mi fuego sagrado es atendido
por cuatro vírgenes (que a pesar de su olor a santidad son
preñadas por mi infinita gracia) y arde perpetuamente en un
templo redondo situado dentro del recinto de la ninfa Egeria.
Yo te nombro a ti, Leandro, Archidiácono de las Gafas,
mi sumo sacerdote en Nemi y Rey del Bosque. Podrás hacer uso
del título cuantas veces juzgues prudente, mientras no
aparezca un joven rival mejor dotado para la batalla y te
haga perecer. Yo que tú no volvería a dormir.
Yo no soy el que está enterrándole
es Gabriel el que le está enterrando.”
Y aún después sus labios se volvieron a abrir, gritando
a los cinco vientos:
“Länger als einen Tag ohne einen guten harten und
saftigen Schwanz in meiner Möse halte ich’s nicht aus”. Dulce
carcajada purpúrea.
II
La ardua noche aparece ante nosotros en su fatídico
esplendor. Brillan los ojos de las estrellas como farolas de
la antigüedad. Caminamos teniendo a la marea como música
incidental.
La arena de la playa se pega a nuestros pies apenas
humedecidos por el beso de las olas. Esa arena finita (y a la
vez, en otro sentido, infinita), cuyo secreto se escapa de
nuestras manos y nuestro entendimiento, es al mismo tiempo
molesta y bellísima, según se le mire. Todo es tan hermoso
que parece que ocurriera en televisión (Prime time sitcom).
Esta claro que los ojos del recuerdo seguramente
maquillarán lo que pasó en verdad, pero hoy podría jurar que
la ocasión es perfecta. Incluso un coqueto brillito en
nuestros labios al unirse. Nuestras manos parecen estar
atornilladas en aprehensivo abrazo.
Aparte de eso no hacemos gran cosa. Con un paquete de
seis latas de cerveza en nuestro poder, nos sentimos
preparados para hacer frente al ocaso. Nos encomendamos al
benévolo consuelo de nuestra santa patrona, Susana. Jag
njuter så av mitt arbete. Nada nos preocupa ahora, ya habrá
tiempo.
El monje que jugaba billar
I
No se puede simplemente tenerlo todo, no sería
justo. Inevitable como el fuego, el subconsciente destino
busca alejarnos de la completitud, como si el mayor crimen
que se pudiera concebir, fuese ese llano bienestar estúpido
que nos obliga a repetir su sonrisa. Como si de veras.
II
Lejos de mí, el tibio orgullo de las piedras se lanza
contra los besos de las quinceañeras. Sobre el éter se
escucha un ruido de fondo ensordecedor; el azaroso hígado de
los cerdos que su dulzura alimentaran. Ya habrá tiempo de
arreglar este hueco, todos los huecos que colman la frase Ya
otro día cubrirá nuestra cabeza con el oro gratuito de las
harpías. Sólo lectura.
El receptor debe ser capaz de descifrar el código, los
muertos vivientes (y a quién le importa su supuesta
exquisitez) pasaron de moda, pero sus métodos aún prefunden
las arterias de las nuevas generaciones. En este mundo post-
todo, con el arte de vanguardia más podrido que un salchichón
radioactivo, todas las frases tienen un tufillo agrio a serie
de televisión gabacha. It’s understood that Hollywood sells
californication.
El track 0 consta de un archivo de audio que te hará
experimentar la gloria.
¿Qué es la vida? Un frenesí, una ilusión, una sombra,
una ficción (y el mayor bien es pequeño).
Sólo uno de cada tres experimentos es exitoso. El resto
carece completamente de sentido, pero una cierta fidelidad a
los deseos de la infancia nos obliga a permanecer en esta
zona tan poco iluminada. A veces se tiene miedo, un miedo
algo más que atroz sobre la viabilidad del futuro. Nuestros
huesos tiemblan tan rápido que obligan a nuestros dientes a
castañetear. Sin embargo, al poco tiempo ya hemos sorteado
las dificultades ontológicas y nos abandonamos a un torrente
de imágenes sin orden ni coherencia. Pero bueno, la
coherencia ya vendrá después, seguida por la prudencia y la
honestidad.
La aleatoriedad no es absoluta, los eventos están unidos
aún por un hilo conductor que, sin embargo, se achicla como
si estuviera soportando el más intenso de los calores. Una
nube de colores surcó el cielo rosado y las violentas
extensiones de pasto color helado de limón. Quince años
después.
III
Yo vivo en un mundo de ciencia ficción, torturado por
espectros eléctricos de largos dedos fulgurantes. Atrofiado
como un enorme muñeco, duermo los acontecimientos de mi vida
toda y el mayor bien es pequeño. Al fin y al cabo, sangre no
nos ha de faltar. Digo yo, no sé tú.
En el medio de mi día, un camino hermoso me incita a
recorrerlo. Probablemente todo se deba a la frecuente
iluminación que tu cara irradia en mis cosechas.
Y si después de todo es cierto que nos estafaron, es
peor deprimirse en un cabaña en la selva que en un hotel de
cinco estrellas en Tokio, Dublín, Londres o New York. Quizás
lo peor sea no poder decidirse a intentar lo que debería ser
nuestro recurso de todas maneras. Cinco gorilas y medio
transitan por el reino de las caricaturas. Algún día
volverán, algún día volverán. Algún día.
IV
El destino es un mal hábito que adquirimos en los
tiempos anteriores a la curvatura del espacio. Entonces
aprendimos a leer la trayectoria de la caída de las aves en
extensiones ridículas de pastel de frambuesa. Los pollos de
goma caían de nuestros abultados bolsillos y nuestros enormes
zapatos rosados se tropezaban por los pasillos.
Pero todo eso ya no importa. Pronto las cadenas-tenaza
golpearán las cabezas del senado y habrá que abandonar todas
nuestras pertenencias. La única y verdadera igualdad (como en
el paraíso previo a la existencia) nos será revelada, aunque
no creo que sea agradable. Azules serán los relámpagos que
bailoteen en las manos del padre del rubio Apolo. Toda esa
gente tarada que tiene grasa en la piel no se entera ni que
el mundo da vueltas.
Y supongo que bajará también el Otro de su escondite y
por un momento luz y oscuridad serán lo mismo. Y una pálida
sonrisa se dibujará en los labios de la muerte. Si apenas
ayer era el tiempo de las papagenas y los papagenos y Ein
Mächen oder Weibchen. Pero ya no. Lamento dedicado a Carl
Solomon (y a veces a Mick Jagger). Triste, muy triste, pero a
la vez capaz de despertar una vieja alegría dormida. “There’s
something wrong with the world today & I don’t know what it
is”.
Por otro lado, no debemos olvidar que aún hay semillas
germinando, aún hay huellas sobre la nieve. Aún descansan los
manuscritos en el escritorio del viejo editor de la realidad.
El cerebro interpreta como quiere, pero de todos modos la
cosa no tiene mucho sentido (Y en el futuro sólo el vacío nos
espera).
(Y en el futuro sólo el vacío nos espera).
( sólo el vació
sólo nos espera
en espera
futuro ).
El mito del caos y la razón triunfante.
?
El arte de la paciencia
Lo primero es
cerrar los ojos,
aporrear las teclas,
instalarse en el estado de ánimo,
y volver a abrir los ojos.
Confesión:
Es cierto lo que ustedes piensan, lo confieso. Muchas
veces tengo la impresión de que los distintos momentos
que componen un segundo, no tienen todos un peso
idéntico al de sus congéneres. De ahí a admitir una
concepción idealista de la vida, aún hay mucho trecho.
3
¿Pero qué está pasando? ¿Qué sentido tiene citar un libro de B. A. Yágodin, y especialmente su
“Agroquímica”? Debe querer decir algo, por que el párrafo copiado no pertenece a la página dos ni a la
cuatrocientos. Seguro que el mensaje es tan importante que no puede ser escrito llanamente. La Verdad ha de
ser encontrada aquí por ojos adecuados.
Supón que por alguna razón eres el único
testigo de un asesinato que todavía no ocurre. El cómo sucede
ese acontecimiento es algo que no debe interesarnos, por
cuanto se encuentra fuera de la trama de nuestra historia.
Supón además que estas obligado a pedir auxilio, pero no
quieres que el asesino se entere, por que aún no se le ha
ocurrido la idea del crimen y si no se la sugieres puedes
ganar tiempo precioso para detenerlo. ¿No sería entonces
lógico emplear una forma de escritura criptográfica que pueda
ser comprendida por la policía, pero que resulte totalmente
esotérica para el delincuente?
Nada.
(aplausos)
Fin.