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LA REVOLUCION INDUSTRIAL
La primera etapa de la revolución industrial se sitúa entre mediados del siglo XVIII y
mediados del XIX, y tiene como principal manifestación la utilización del vapor como fuente de
energía, materializada en la introducción de la máquina a vapor en el área textil, lograda por James
Watt en 1764. Esta innovación llevó a la multiplicación de la producción, lo que sumado al control
que se tenía de la materia prima de la industria textil, el algodón (que se producía en las posesiones
coloniales inglesas fundamentalmente con mano de obra esclava), permitió abaratar los costos de
producción y por lo tanto los precios, convirtiéndose Inglaterra en el principal abastecedor de telas y
vestuario en el mundo. Prontamente del área textil la energía del vapor se ampliará a la minería,
especialmente a la industria del hierro, mineral básico para mantener la actividad industrial, a la vez
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que se aplicaba al transporte, surgiendo el barco a vapor (1870, Robert Fulton) y el ferrocarril
(1814, George Stephenson), los que en su conjunto agilizarán y abaratarán el intercambio económico
de las manufacturas, repotenciando la actividad industrial.
Una segunda etapa se puede reconocer entre 1870 y 1914, cuando hace su aparición la
electricidad y el petróleo, convirtiéndose en las nuevas fuentes de energía. A partir de éstas se
comienza el desarrollo de nuevos sectores industriales: el eléctrico y el químico. En lo referente al
primero de ellos, su principal impacto dice relación con la revolución del transporte, permitiendo el
surgimiento de trenes interurbanos como el metro. En lo que se refiere al petróleo, su impacto se
manifiesta en el surgimiento de la industria petroquímica, cuyos productos se orientaron tanto al rubro
agrícola (pesticidas, abonos), como al de transportes, apareciendo la bencina, más tarde aplicada al
automóvil. Un tercer rubro que se desarrolló en esta etapa fue la industria siderúrgica (acero), que
permitió el auge de la industria naval y de armamentos.
Los diversos cambios que se produjeron en los sectores del agro, la industria, las
comunicaciones, el transporte y el comercio terminaron por afianzar al sistema económico capitalista,
caracterizado por la apropiación privada de los medios de producción, lo que implica que quien posee
estos medios (capital, materias primas, máquinas y establecimientos) controla y organiza la actividad
productiva, y a partir de ésta define un nuevo ordenamiento político y social.
Este nuevo ordenamiento será la “sociedad de clases”, caracterizada por la existencia de dos
clases principales, antagónicas y contradictorias: la burguesía y el proletariado, definidas por la
posesión o carencia de los medios de producción, es decir, por la riqueza o la pobreza. Este nuevo
ordenamiento terminará por posicionar a la burguesía como principal clase social, desplazando a la
vieja aristocracia, a la vez que sus valores y formas de vida irán modelando y definiendo a la
sociedad: el ahorro, el fomento del trabajo y la práctica de la caridad, el estudio de profesiones
liberales (médico, abogado), el individualismo, la propiedad privada, la familia nuclear, etc.
Desde mediados del siglo XVIII la burguesía contó con teóricos, agrupados en la llamada
“Escuela de Manchester”, que explicaban y justificaban el desarrollo del capitalismo, y entre
estos destacó el economista escocés Adam Smith (1723 - 1790). Este, en su obra La riqueza
de las naciones (1776), promovía la mayor libertad económica, negándole al Estado la
intervención en la economía, ya que ésta se debía regular por el libre juego de la oferta y la
demanda, ya que al involucrarse en éste individualmente los particulares buscando un mayor
enriquecimiento, en algún momento se produciría la riqueza general.
A los postulados de Smith se sumó posteriormente David Ricardo (1772 – 1823), quien
además planteó como indispensable la mantención de los salarios de los trabajadores en
niveles de subsistencia para evitar procesos inflacionarios que depreciaran los ingresos reales.
Finalmente, Jhon Stuart Mill (1806 - 1873) planteó la necesidad de algún nivel de
intervención estatal, ya que al hacerse más grande la distancia económica y social entre la
burguesía y los sectores obreros, se generarían crisis económicas internas por la
sobreproducción y el subconsumo.
Colegio Artístico El Trigal
Historia, Geografía y Ciencias Sociales
Profesor Ricardo Castillo González.
LA PASARELA DE LA MISERIA
Así como la revolución industrial significó para la burguesía su ascenso definitivo como clase
rectora de la sociedad, a la vez significó para el mundo obrero una constante situación de explotación
laboral y precarización de su sistema de vida.
En el recuadro anterior veíamos como se manifestaban éstas: Extensas jornadas de trabajo (12
a 14 horas), estricta disciplina laboral (por ejemplo se multaba al obrero que silbara o conversara
durante la actividad); trabajo de mujeres y niños en condiciones aún peores que las del hombre (en
Francia, en 1841, se reglamentó el trabajo infantil: se estableció como edad mínima los 8 años y la
prohibición de trabajar de noche); habitaciones que no contaban con condiciones de salubridad y
comodidad. A las anteriores habría que sumar unas relaciones laborales claramente contrarias al
obrero, no existiendo normas legales que lo protegieran, y la situación de inseguridad y desprotección
laboral, que se manifestaba en la posibilidad de perder el trabajo sin ningún tipo de indemnización o
bien perder la vida o enfermarse en la faena sin obtener compensación.
El conjunto de realidades anteriores es lo que se conocerá como la “cuestión social”, la cual
buscó ser resuelta durante todo el siglo XIX desde diversas miradas o doctrinas, de las cuales las más
destacadas fueron las socialistas, anarquistas y social - cristianas.
natural y social se debían a las contradicciones existentes en su seno, por lo cual al ir desarrollándose
éstas contradicciones (sociedad nueva/sociedad vieja, opresores/oprimidos) la sociedad avanzaba
hacia formas nuevas. La aplicación del materialismo dialéctico en la disciplina histórica daría origen
al materialismo histórico, en el cual la lucha de clases se convierte en el motor de la historia. Esta
lucha se produciría a lo largo de la historia por que el conflicto entre oprimidos y opresores se habría
mantenido, originalmente entre patricios y esclavos (sociedad esclavista), posteriormente entre el
siervo y el señor feudal (sociedad feudal) y finalmente entre burgueses y proletarios (sociedad
capitalista), siendo la tarea de éste último la conquista del poder y la socialización de los medios de
producción (o sea el fin de la propiedad privada), lo que llevaría al establecimiento de una sociedad
más justa y sin clases: la sociedad comunista.
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MANIFIESTO COMUNISTA
“La existencia y la dominación de la clase burguesa tienen por condición esencial la
concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e incrementación
constante del capital; y este, a su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado. El trabajo asalariado
descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria,
cuyo agente involuntario y pasivo es la burguesía, imponen, en vez del aislamiento de los obreros
por la competencia, su unión revolucionaria por la organización. Y así, al desarrollarse la gran
industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre las que produce y se apropia de
los producido. Produce, ante todo, a sus propios enterradores. Su caída y el triunfo del proletariado
son igualmente inevitables”.
Marx y Engels. Londres, 1848. Citado de “Historia Universal. Educación Media”, de Patricia
Jiménez y otros, p. 283.
A partir de mediados del siglo XIX la actividad obrera va tomando otro cariz, en buena
medida por influencia de las doctrinas que van apareciendo, agregándose a la lucha reivindicativa la
lucha política, y en este sentido las manifestaciones más importantes fueron la creación de las
internacionales obreras. La Primera Internacional data de 1864, y se realizó bajo la influencia de
Marx y Engels, aún cuando también se dio la participación de los anarquistas, con Bakunin a la
cabeza. De hecho, la diferencia entre estos llevó a la expulsión de los anarquistas en 1872, en el
congreso de La Haya. En ésta primera internacional se fijaron dos principios básicos: el
internacionalismo proletario y la unión de la doctrina socialista con el movimiento obrero.
La primera internacional, debido a los conflictos internos, se disolvió en 1879, pero se
volvió a conformar una Segunda Internacional en 1889, triunfando en ésta una línea socialista
reformista, promoviéndose la participación de los partidos obreros en la vida política, buscándose la
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resolución de los conflictos por la vía de la negociación, perdiendo las tendencias más radicales
terreno en el mundo obrero.
1º DE MAYO
Una de las primeras y más importantes banderas de lucha del movimiento obrero mundial fue
la disminución de la jornada laboral a 8 horas. En EE.UU., ésta reivindicación se manifiesta
ya en 1827, pero pasaran décadas para obtenerla.
En 1884, la Federación Norteamericana del Trabajo fijará un ultimátum para la aprobación de
la nueva jornada: el primero de mayo de 1886, y de no aprobarse en ese transcurso se
organizaría una huelga general.
1886. Primero de mayo. Las negociaciones en estos dos años no han dado resultado y se
inicia la huelga general en todo el país, pero Chicago será el epicentro. En esta ciudad, a tres
días de iniciada la huelga, aún se mantienen las manifestaciones y mítines obreros. Uno de
estos intenta ser reprimido por la policía, pero del grupo de manifestantes se lanza un
artefacto que explota entre las fuerzas policiales, respondiendo éstas con una balacera,
quedando, según la prensa, 38 obreros muertos. Sin embargo la reacción de las autoridades
no se detiene. Días después son detenidos los supuestos atacantes de la bomba, la mayoría de
ellos connotados líderes anarquistas: Spies, Schwab, Engel, Fischer, Lingg, Fielden, Neebe y
Parsons.
El juicio es una parodia, un juicio político e ideológico al anarquismo, una advertencia para el
movimiento obrero.
Finalmente, el 11 de noviembre de 1887 la mayoría de ellos es conducido a la horca,
manifestando Spies antes que se cumpla la sentencia: “Tiempo llegará en que nuestro
silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis”.
Esquemas de la Unidad