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Grupo de trabajo Los valores en la EF escolar

CEFIRE Xàtiva
1. INTRODUCCIÓN
En este grupo vamos a trabajar algunos aspectos que consideramos esenciales
sobre los valores relacionados con la educación física escolar, que son:
- los valores, definidos como “los ideales inmanentes al ser humano”
(MENIGNO HIDALGO, 2003; p.17), es lo que debemos transmitir a los
alumnos para que puedan “sobrevivir” en esta sociedad y formarlos como
personas.
- la educación física, que es la materia escolar a partir de la cual queremos
transmitir dichos valores, ya que desde dicha área se ponen de manifiesto de
manera eminentemente más relevante una multitud de valores, creencias,
sentimientos,... que desde otras materias de conocimiento no son tan visibles, ni
resulta fácil su apreciación para que puedan ser trabajadas y potenciadas.
- la escuela, que gracias a su organización, a las personas que actúan en ella, a
la estructura de relaciones que en ella se establecen, a sus planes, a sus normas,
al modo cómo se aplican técnicas, métodos e instrumentos, al manejo de los
contenidos educacionales,... le da un carácter ético a sus enseñanzas, una
atmósfera donde los valores se “respiran” y por lo tanto, se pueden transmitir.
De este modo, en nuestra primera parte del trabajo, hacemos un análisis general
sobre los valores, en la cual también nos fijamos en la evolución de éstos y en cómo
cada sociedad ha determinado la importancia de unos sobre otros. De esta forma, para
introducirnos en materia, podemos definir brevemente el término valores como “ideales
abstractos que representan creencias de una persona sobre los modelos e ideales de
conducta y sobre los fines últimos; son autoconcepciones que el individuo tiene de sí
mismo, de los demás y del resto del mundo, para los cuales elige y actúa de una manera
determinada manera”.
A continuación, nos hemos centrado específicamente en los valores a transmitir
desde el marco de la Educación Física (E.F.), en los factores influyentes en su
adquisición y en las estrategias utilizadas para su formación; de esta forma, en palabras
de YOLANDA ECHEGOYÁN (2002: 1), durante las sesiones de E.F. “pretendemos
que los alumnos/as sean capaces de participar en las actividades en grupo como recurso
para fomentar la colaboración y solidaridad, respetar la opinión de los demás, adoptar
una actitud de respeto frente a las diferencias existentes entre las personas y grupos
humanos, aceptar las normas del grupo, respetar y conservar los materiales de uso
común, adquirir responsabilidad frente al trabajo y los compromisos adquiridos,...”
Es decir, que a través de la actividad física se trabaje y desarrolle los valores
importantes para la formación personal e integral de los alumnos. Para ello, según
MELCHOR GUTIÉRREZ (2003: .27-28), es necesario que los profesores de educación
física reciban el apoyo de los demás agentes implicados: políticos, centros escolares,
demás profesores, padres,… puesto que de todos ellos dependerá la buena marcha de la
educación física y de su función transmisora de valores sobre los alumnos. Después,
estos valores adquiridos en la escuela, serán expresados por actitudes y hábitos, pasando
a formar parte de la personalidad de cada uno.

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2. LOS VALORES EDUCATIVOS.
El tema de los valores es amplio, ambiguo y complejo, pues no nos estamos
refiriendo a algo concreto, sino a ideas abstractas. Si bien es cierto que podemos valorar
objetos materiales como puede ser una casa, un coche,... cuando hablamos de valores
nos estamos refiriendo a algo más, pues aunque el concepto de valor puede tener
diferentes acepciones, podemos decir que nos estamos refiriendo a “principios o
convicciones que otorgan direccionalidad a la vida de las personas y a la actividad
humana, posibilitando la realización plena, de acuerdo con un contexto social y cultural
determinado. Los valores constituyen un marco de referencia para juzgar el
comportamiento individual y grupal, y se evidencian a través de las actitudes que
demuestran las personas en los diferentes actos de su vida” (DISEÑO CURRICULAR
BÁSICO LIMA en HIDALGO, M. Valores en la educación, 2003: 7).
Además, debemos tener en cuenta que el campo de los valores se encuentra en
permanente transformación. En cada época aparecen nuevos valores, los valores
anteriores cambian de nombre,… de forma que cada sociedad y cada persona tienen la
libertad de escoger sus valores y de darles el orden y la importancia que consideran
correctos, de acuerdo con la idiosincrasia, la manera de ser y de pensar, la personalidad,
… de cada uno de ellos. De modo que no se puede establecer unos valores fijos y
duraderos por los tiempos de los tiempos, sino que los valores avanzan según se van
desarrollando las sociedades, como nos indica MENIGNO HIDALGO (2003: .4-5).
En nuestra sociedad actual, la importancia de los valores radica en que son los que
orientan nuestra conducta, ya que en base a ellos decidimos cómo actuar ante las
diferentes situaciones que nos plantea la vida. Éstos se relacionan principalmente con
los efectos que supone lo que hacemos en las otras personas, en la sociedad o en nuestro
ambiente en general.
El tema de los valores está siempre de actualidad y cada vez con mayor relevancia
en el proceso educativo. Pues tradicionalmente se ha considerado a la escuela como un
agente transmisor de valores; pero aquí cabe plantearse la diferencia entre la transmisión
de una información (como puedan ser contenidos conceptuales) y la transmisión de
valores que se puede dar en la escuela. Y es que en el caso de los conceptos podemos
saber claramente que estamos transmitiendo, pero en el caso de los valores con
frecuencia no son en absoluto claros, pues como hemos comentado no son fijos en el
tiempo, sino que progresan y se desarrollan, lo que puede plantear un problema para
llevar a cabo su transmisión desde la escuela.
Por ello, a la hora de abordar los valores desde las escuelas, el interés principal va a
estar en las conductas del alumnado por encima de la adquisición de conceptos
abstractos; de modo que se produzcan situaciones intencionadas que les permitan
generar experiencias que les sirvan como ejemplo para la reflexión, en la que no
importan las equivocaciones. Ya que lo importante es construir una base sólida con la
que los alumnos se enfrenten a la sociedad que les rodea con una convicción propia que
les lleve a tener garantías de éxito, como es la integración de estas personas en las
sociedades, según las normas, costumbres y valores ético-morales que dichas
sociedades postulan como válidos y prioritarios para su propio progreso.
Para ello, es necesario que el profesor no sólo imparta conocimientos y desarrolle
habilidades (por ejemplo, motrices básicas y deportivas en educación física); sino que

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con su ejemplo y estilo de conducir la clase, contribuya a la formación de valores,
contenidos morales, actitudes, intereses y formas de conducta en los alumnos. Pero, el
problema aparece en este instante: en la falta de formación de dichos profesores; y así lo
demuestran las palabras de TREPAT (1995) “…existe un gran vacío en la formación de
todos los profesionales de este sector en cuanto al diseño, desarrollo y evaluación de
estos contenidos actitudinales…” Por ello, DEVÍS (2000) Y TREPAT (1995) en
expresan que “se debe facilitar la formación ético-moral de los educadores,
incorporando en los currículos académicos de profesores contenidos sobre educación en
actitudes y valores, ya que actualmente existe una casi total ausencia de los mismos en
los planes formativos”.
Por ello, podemos afirmar que la escuela por sí sola no transmite valores; sino que el
carácter educativo depende directamente del trabajo (actitud, formación) de los
profesores y de los demás agentes influyentes (entrenadores,
padres, entorno social,…), de modo que plantearán la transmisión y desarrollo de
estos valores sociales y personales atendiendo a las características tanto de los alumnos
como del entorno inmediato sobre el que éstos actúan (sociedad).

2.1 “EDUCACIÓN EN VALORES”: VALORES DESEABLES O NO


DESEABLES
La expresión “educación en valores” se ha ido predicando como fundamental a lo
largo de la historia por muchos filósofos y educadores, siendo conscientes de la
redundancia que esto supone; ya que la gran mayoría de ellos tenían muy claro que todo
aquello que no educa en valores no se puede considerar verdaderamente educación.
De esta forma, en una reciente publicación, (GERVILLA en GUTIÉRREZ 2003:
19), resaltaba que queda fuera de toda duda el fundamento axiológico de cualquier acto
educativo, razón por la cual resulta reiterativa la expresión “educar en valores”, puesto
que no hay otra posibilidad que educar más que en valores. La justificación de esto es
muy simple: todo lo que es importante subjetiva u objetivamente para los seres
humanos, todo lo que nos motiva, todo lo que nos mueve hacia donde realmente
tenemos que orientarnos, es denominado como valor. Por lo tanto, toda educación se
dirige hacia algo lleno de valor y por lo tanto, nadie puede educar sin valorar.
Sin embargo, lo que si puede ocurrir es que eduquemos en valores, pero éstos se
pueden catalogar como deseables o no deseables. Así, según MERCEDES
RODRÍGUEZ (2001: 1), centrándose en el campo de la educación física, afirma que a
través de la participación en juegos y deportes se pueden desarrollar cualidades como la
lealtad, la cooperación, el valor, la fuerza de voluntad, la resistencia, la perseverancia,…
pero dependiendo del uso que se haga de la actividad física proporcionará unos
resultados u otros: bien utilizada puede enseñar cualidades, estimular un sentimiento de
juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado, la subordinación de
los intereses personales a los del grupo,…; sin embargo, mal utilizado puede estimular
la vanidad personal, el odio a los rivales y un desdén por los demás, el deseo codicioso
de victoria, ... Por ello, afirma que la actividad deportiva puede trasmitir valores
deseables, si están bien empleados o no deseables, si no lo están.

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2.2 NATURALEZA DE LOS VALORES (OBJETIVIDAD-
SUBJETIVIDAD)
Los valores son tan humanos, tan necesarios, tan deseables, que lo más natural es
que queramos vivirlos, hacerlos nuestros, defenderlos cuando estén en peligro o
inculcarlos cuando no existan. En este punto, es donde intervienen la moral y la ética,
dos términos muy relacionados con los valores (B. REY, 2002: 1).
La moral y la ética tienen significados parecidos, pues hacen referencia a ese tipo de
comportamientos y actitudes que hacen de nosotros mejores personas, pero entonces se
produce un choque entre las dos posiciones principales entorno a los valores, y que
resultan ser antagónicas: el relativismo, que entendemos como aquella postura que
sostiene que los valores dependen del sujeto que los valora (subjetivismo), y el
absolutismo, que afirma la independencia de los valores respecto a la preferencia de
quien los valora (objetivismo).
Por lo que consideramos que no se puede tomar una posición u otra como
totalmente válida o perfecta, sino que del equilibrio entre las dos se obtiene la posición
que va a permitir establecer los valores que contribuyan a mejorar la sociedad. En la
misma línea, FRONDIZI (en PRAT GRAU, 2003: 27), argumenta que los valores serían
el resultado de una interrelación entre un individuo que valora y un objeto de
valoración, con lo cual no se da prioridad a ninguno de los dos polos, sino justo a la
relación existente. Pues, siguiendo con el autor MENIGNO HIDALGO (2003: 4) “hoy
se considera que los valores no pueden estar sometidos a la arbitrariedad subjetiva,
aunque los valores carecen de sentido si no están referidos a un sujeto que los estima”;
con ello, este autor demuestra la necesidad de equilibrio entre las dos posiciones que
hemos comentado.
En consecuencia, aquí se mantendrá una postura integradora, considerando la
interrelación entre el individuo y el objeto valorado, y entendiendo que puede haber
elementos contextuales que incidan en este proceso de valoración.

2.3 CLASES DE VALORES.


Siguiendo la línea del apartado anterior, se puede considerar que todo lo que es
importante subjetiva u objetivamente para los seres humanos es denominado
actualmente como valor. Por eso toda educación conlleva consigo valores, de forma que
aprender un valor signifique la capacidad de regular el propio comportamiento de
acuerdo con el principio normativo que dicho valor estipula.
Con la intención de clarificar un poco más este complejo mundo de los valores,
señalaremos a continuación algunas clasificaciones obtenidas a partir de minuciosos
trabajo de investigación en un intento por verificar la existencia universal de tales
valores.
Una de las clasificaciones más clásicas y autorizadas es la que nos aporta MILTON
ROKEACH en GUTIÉRREZ, (2003: 39-40), conocida como “Rokeach Value Survey”
(Escala de Valores de Rokeach). Según este autor, los valores pueden ser:
 Intrumentales: aquellos referidos a los modos de existencia
(medios para conseguir fines) y entre los que se encuentran:

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- Intrapersonales o competenciales: alegre, ambicioso, competente,
creativo, independiente, inteligente, lógico, limpio, y valiente.
- Interpersonales o morales: responsable, obediente, educado, controlado,
liberal, servicial, honesto, cariñoso, y tolerante.
 Finales: aquellos referidos a los modos de conducta y entre
los que se encuentran:
- Personales: vida cómoda, felicidad, placer, equilibrio interno, vida
excitante, reconocimiento social, libertad, autoestima, y sabiduría.
- Sociales: mundo en paz, seguridad familiar, seguridad nacional, sentido
de realización igualdad, salvación eterna, amistad, mundo agradable, y
madurez afectiva.
Otra clasificación, mucho más general, es aquella propuesta por MARÍN en
GUTIÉRREZ (2003: 41-42), en la cual agrupa los valores en cuatro grupos:
 Sociales: cooperación, rectitud, amabilidad, justicia social,
respeto por los otros y por la dignidad humana, espíritu cívico, derechos de
la persona, dignidad del trabajo,…
 Referidos al individuo: veracidad, honestidad, disciplina,
tolerancia, sentido del orden, paz de espíritu, deseo de perfeccionamiento,…
 Referidos al país y al mundo: patriotismo, conciencia
nacional, civismo pacífico, comprensión internacional, fraternidad humana,
independencia de las naciones,…
 De proceso: enfoque científico de la realidad,
discernimiento, búsqueda de la verdad, reflexión,…
La última clasificación expuesta es una de las más aceptadas; fue pronunciada por J.
TRILLA, en GUTIÉRREZ, (2003: 42-43), el cual distinguía tres clases de valores:
 Universales o compartidos por todos: son aquellos que se
aceptan, de forma general, como deseables; es decir, justicia, libertad,
verdad, felicidad,…
En la misma línea, PUIG (1993), en CARRANZA, M; MORA, J. M.
Educación Física y Valores: educando en un mundo complejo. 31
propuestas para los centros escolares (2003; p.27), distingue tres niveles de
valores universales:
- Justicia, Libertad, Solidaridad y Tolerancia
- Abertura a los demás, Benevolencia, Cooperación, Respeto, Amor,
Amistad, Consideración y Cuidado
- Capacidad crítica y Autocrítica, Autonomía, Responsabilidad y
Voluntad de valor
 Contravalores o no compartidos y contradictorios con los
compartidos: son aquellos que no sólo no gozan de una aceptación
generalizada, sino que además se perciben en el contexto social como
antagónicos a los anteriores; es decir, racismo, terrorismo, intolerancia,…
 No compartidos pero sin ser contravalores: son aquellos
que, aún no siendo extensamente compartidos, se considera legítimo que
determinados individuos o grupos los pueden tener como propios; es decir,
castidad, celibato, divorcio, eutanasia,…

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3. LOS VALORES DESDE LA PERSPECTIVA DE LA EDUCACIÓN


FÍSICA.
Desde el marco de la educación física, se afirma que es esencial considerar la
promoción y desarrollo de los valores a través de la experiencia (conductas) y no por la
mera transmisión de ideas (conceptos). De esta forma, a ninguna persona le cabe la
menor duda que la Educación Física se trata de un área sui generis, ya que durante el
desarrollo de la misma (en el patio o en el gimnasio) se producen unas interacciones,
tanto motrices como socioafectivas, mucho mayores que las que se pueden encontrar en
cualquier otra área. Esto produce un efecto doble y perverso, ya que por un lado da la
oportunidad a los alumnos de enfrentarse a sus miedos y competencias, comparándose
con el resto de compañeros y fomentando diversos valores; o, por el contrario, haciendo
que afloren las conductas más negativas referidas por ejemplo a intolerancia o
irresponsabilidad.
Desde esta perspectiva, PRAT Y SOLER en GÓMEZ RIJO (2005: 1), hablan de tres
líneas de trabajo para el tratamiento de los valores a través de la Educación Física: una
primera línea, que estaría integrada por todas las tareas y actividades que realizamos en
el patio (y que cuentan con la exclusividad de esta materia); una segunda línea, que se
desarrollaría dentro del aula (por ejemplo a través de las tutorías); y, por último, una
tercera línea, que se realizaría como tema transversal bajo la coordinación de todo el
centro. Bajo esta última estrategia encuadraríamos lo que denominan como “Comunidad
Escolar Justa”, que principalmente se trata de la elaboración consensuada de normas,
valores y sanciones por todos los agentes implicados directamente en el proceso
educativo (profesores y alumnos, padres, escuela, y medios de comunicación).
Llegados a este punto, hace falta saber qué valores debemos promover, cuáles tienen
mayor importancia y cómo podemos jerarquizarlos. Si bien algunos autores hablan de
valores fundamentales de la educación, como por ejemplo, la igualdad entre los seres
humanos (GIMENO SACRISTÁN en GÓMEZ RIJO, 2005: 1), otros se muestran
partidarios de un mayor eclecticismo y abogan por una formación más amplia
(BUXARRAIS en GÓMEZ RIJO, 2005: 1). Un buen comienzo, para un programa de
formación moral desde la educación física y el deporte, puede ser la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (1948). A partir de aquí, el trabajo de los valores
manifestados en el currículo (siempre a través del diálogo, análisis crítico y la reflexión)
puede ser una propuesta para llevar a cabo desde esta área. Pero, entonces nos
encontramos con otro problema: ¿cómo sabemos si nuestros alumnos han aprendido un
valor? Según Coll (en GÓMEZ RIJO, 2005: 1), un alumno ha aprendido un valor
cuando es capaz de regular su propio comportamiento de acuerdo a lo que representa
ese valor. Este aprendizaje de valores en los alumnos dependerá de los factores o
elementos que intervendrán en dicho proceso y de las estrategias que éstos utilicen para
ello.

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3.1. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DESARROLLO Y LA
ADQUISICIÓN DE VALORES.
Los principales factores a tener en cuenta de cara a este aprendizaje, adquisición y
desarrollo de los valores en los alumnos han de mantener una estrecha y directa relación
entre ellos, de forma que posibiliten una formación integral y contextualizada de los
valores en los alumnos. De esta forma, podemos afirmar que los principales factores que
afectan a dicha adquisición y desarrollo son:

o El profesorado
El papel y la actitud del profesorado constituye el agente más relevante en la
transmisión de valores en los centros docentes.
Cada docente tiene sus propios mecanismos emocionales para afrontar las
dificultades personales, sociales o profesionales que se presentan. De este modo, la
dimensión emocional, afectiva y relacional del propio profesorado con los compañeros,
con el alumnado y con las familias, será determinante en la transmisión de valores.
A raíz de lo anterior nos asaltan otras cuestiones: ¿ha de tomar partido el
profesorado al trabajar los valores? ¿ha de ser una posición neutra o beligerante?

Según ROMAÑÀ Y TRILLA, en CARRANZA, M; MORA (2003), dependerá de


los valores que entren en conflicto; cuando se debaten los valores que fundamentan la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, también conocidos como Valores
Universales o Principios Básicos de la Democracia, el profesorado debe siempre
mostrarse positivamente beligerante.

Además, el profesorado actuará de forma neutral o beligerante dependiendo de la


consideración de una serie de factores que influirán en cada situación. Estos factores son
relativos a:
 Los propios temas controvertidos: relevancia social,
actualidad, conflictividad social que generan y opinión dominante del
entorno próximo al alumnado.
 Los educandos: capacidad cognoscitiva para ubicar el
dilema y distancia emotiva o implicación personal con la controversia
 Los educadores: compromiso respecto a los valores en
conflicto y responsabilidad que esté dispuesto a asumir, tanto objetiva como
subjetivamente
 La relación específica educador-educando: grado de
dependencia axiológica del educando respecto al educador y existencia de
demanda explícita por parte del alumnado.
 El contexto institucional de la relación: concordancia entre
posicionamiento del profesor y el de la comunidad escolar, correspondencia
entre el tema en cuestión y el momento curricular que se trate.

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o El centro docente
La cultura moral y organizativa del centro es un aspecto de una importancia vital
para conseguir la integración de los contenidos referidos a los valores. La educación
moral se vive, emerge de cada norma, aparece reflejada en las relaciones cotidianas
entre el profesorado y el alumnado, emergiendo en los pasillos, en el patio y en las
propias aulas. De esta forma, PRAT, en CARRANZA, M; MORA (2003), afirma que
“se va impregnando una atmósfera moral que trasciende incluso a lo que el profesorado
pueda hacer en su propia clase”.
Por tanto, nuestra meta, debería estar representada por un centro escolar donde los
valores se respiren y se transpiren, de forma que no se hagan necesarias muchas
actividades destinadas a este fin (BUXARRAIS en CARRANZA, M; MORA, 2003).

o La familia
La familia constituye el sistema social a partir del cual, hasta no hace demasiados
años, se transmitían la mayor parte de los sistemas de valores. Los avances tecnológicos
que han comportado la revolución de los medios de comunicación e información, así
como la escolarización desde los primeros meses y durante más y más horas al día, nos
han conducido a una realidad donde el papel de la familia se ha ido solapando y, a
menudo, contradiciendo con el del contexto social.
A pesar de ello, el núcleo familiar (tutores, progenitores, padres) siguen jugando un
papel imprescindible en el crecimiento moral del niño/a. Las familias, primer núcleo de
convivencia, inician a los niños/as en la aceptación de una serie de normas de conducta,
que aunque en algunos casos se contradigan con el exterior, deben imponerse a
valoraciones externas. En estos términos, VENTURA, en CARRANZA, M; MORA
(2003), afirma que “el respeto infantil hacia la autoridad es la más importante herencia
moral que recibe de sus padres (o que debería recibir)”.
El estilo de educación familiar, sin duda, influirá en el desarrollo del niño/a. Según
VENTURA, en CARRANZA, M; MORA (2003), y resumiendo los diferentes estudios
realizados por otros autores, existen tres grandes tipologías de estilos familiares:

 Los autoritarios son aquellos que controlan estrechamente


y con escasa comunicación, evitando la cordialidad o el afecto y exigiendo
conductas socialmente maduras. Se observan que privan a sus hijos/as de
experiencias realistas, ya que les limitan las posibilidades de exploración.
Por ello, a estos niños/as les cuesta desarrollar la confianza en sí mismos, la
autonomía moral y la tolerancia ante el fracaso, observándose también falta
de iniciativa y autocontrol.

 Los permisivos son aquellos que suelen ser indulgentes,


prestando poca atención al niño/a y demandando una adecuada conducta
social. Sin embargo, cuando la conducta infantil afecta directamente a los
progenitores, éstos reaccionan con severas medidas de castigo. Aún así, las
respuestas de los hijos/as suelen ser agresivas, por lo que los padres les
evitan el enfrentamiento a los efectos adversos de su conducta, hecho que
limita la confianza en sí mismos, el desarrollo de la autonomía moral y la
tolerancia ante el fracaso.

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 Los autoritativos son aquellos que unen a un alto control,
una clara y fluida comunicación. Sus hijos/as desarrollan el sentido crítico y
acostumbran a ser socialmente responsables, amistosos con sus compañeros
y cooperativos en el trabajo. Además, se les exigen conductas realistas y
adecuadas a sus capacidades, suponiéndoles un reto moderado.

o Los medios de comunicación


En estos momentos, se insiste en culpabilizar a los medios de comunicación de los
valores, actitudes y creencias que, poco a poco, ganan terreno en nuestras vidas, pero la
responsabilidad última es evidente donde está: desde el contexto educativo deben
establecerse puentes hacia los medios de comunicación que ayuden a conocerlos y
entenderlos, y así poder desarrollar actitudes críticas y creativas.

3.2. ESTRATEGIAS PARA LA FORMACIÓN DE VALORES.


A la hora de plantear estrategias para la formación de los valores deseables en los
alumnos es necesario una buena formación de todos los agentes influyentes en dicho
proceso: profesores, centro, familia y medios de comunicación. El logro sobre cada uno
de los siguientes ámbitos nos permite asegurar una adquisición integral de valores por
parte del niño, sin controversias, donde todos los valores están en relación directa y
fuertemente consolidados.
Por ello, a continuación, presentamos un conjunto de estrategias que intervienen o
influyen en la formación de estos agentes:

o Formación del profesorado.


Para ello, es necesaria una adecuada formación del profesorado. Así, para orientar la
labor del profesor en la temática de la educación en valores, será necesario incluir en los
planes de estudio algún módulo específico que aborde este tipo de contenidos. Tal como
expone PRAT, en CARRANZA, M; MORA (2003), los aspectos en los que habría que
incidir podrían ser:
 Impulso de seminarios permanentes y cursos específicos centrados en la
actividad física y la educación en valores.
 Sensibilización del profesorado a partir de charlas, debates y conferencias.

 Elaboración de materiales didácticos para trabajar los valores, aplicables tanto


en la formación inicial como permanente y base para la elaboración de materiales
para el alumnado.
 Divulgación de las experiencias que se lleven a cabo desde los centros
docentes.

Además, la formación deberá tener como punto de partida poner al alcance del
profesorado recursos metodológicos que, por un lado, posibiliten el análisis de las
situaciones problemáticas, y por otro, ayuden a marcar metas con relación a la mejora

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del clima afectivo y emocional de las aulas y los centros. Algunos de los elementos
imprescindibles para una formación de calidad podrían ser:

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 Enseñar al profesorado a ejercer de mediador con la misión de apoyar al


alumnado en la construcción de una matriz de valores razonada y dialogada en
interacción con los otros, compaginando valores como la libertad, la justicia,…
 Proporcionar los elementos procedimentales indispensables: discutir dilemas
morales propios de su tarea docente, comprender críticamente la realidad, afrontar y
resolver conflictos, practicar habilidades sociales, saber clarificar sus propios
valores, tener facilidad para el trabajo en equipo,…
De esta forma, enfrentarse a la tarea de mejorar el clima afectivo y emocional de un
centro en solitario, además de ser imposible, produce al profesor un desánimo y un
cansancio muy corrientes en los centros docentes. Por ello, el trabajo en equipo, con
compañeros del centro o profesionales que se hallen compartiendo las mismas
experiencias en otros centros, sin lugar a dudas aporta seguridad emocional y un
bienestar difícilmente alcanzable cuando se trabaja individualmente. Y es que a través
del grupo, se pueden experimentar sentimientos de pertenencia e identificación.

o Formación del centro


El primer paso para los centros educativos que se planteen la educación en valores
como colectividad será reflejar su intencionalidad en los diferentes documentos oficiales
(PEC, RRI).
En el tema concreto que nos ocupa, la educación física y la educación en valores,
también debe existir una intencionalidad y un posicionamiento por parte del centro, no
exclusivamente por parte del profesorado de educación física. Una fórmula para ello,
sería la de proponer el tema de la actividad física y el deporte como tema susceptible de
ser abordado desde diferentes áreas, es decir, como tema transversal en toda su
complejidad y riqueza. Otra idea sería, como centro, implicarse en campañas de
promoción de valores en el deporte escolar, que requieran la intervención de los
diferentes componentes de la comunidad educativa.
Con todo ello, se intenta que el alumnado viva, en su escuela o instituto, la
necesidad de la actividad física como elemento imprescindible para su salud; que su
tutor/a se interese por su actividad deportiva fuera del centro y ayude a potenciar el
trabajo cooperativo y socializador de los deportes colectivos; que se aprovechen noticias
deportivas para debatir temas como la violencia, la agresividad, la explotación a través
del doping,… Únicamente compartiendo se llegará a conseguir algún avance
significativo y a un compromiso moral, por parte del alumnado, ante un fenómeno como
es el papel del cuerpo, la actividad física y el deporte en nuestra sociedad.
Por ello, el centro docente y el conjunto del profesorado deben hacerse eco de las
diferentes propuestas didácticas que implican al cuerpo y a la actividad físico-deportiva
en relación con la educación en valores, no limitándolas al área de la educación física
sino que cuántos más profesores/as las compartan, más palpables serán los resultados.

o Formación de la familia
Resumiendo, podríamos enumerar las diez ideas-fuerza de LICKONA, que son
consideradas por VENTURA, en CARRANZA, M; MORA (2003), como las
orientadoras para educar moralmente en el ámbito familiar:

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 El núcleo de toda moralidad es el respeto.
 Una moralidad de respeto se desarrolla lentamente y por etapas o estadios.
 El respeto debe ser mutuo.
 Se deben proporcionar al niño/a buenos ejemplos.
 La enseñanza de valores debe ser directa.
 Debe ayudarse a los niños/as a pensar por sí mismos.
 Debe ayudarse a los niños/as a asumir sus responsabilidades.
 Hay que equilibrar la independencia y el control.
 Hay que amar al niño/a.
 Debe desarrollarse simultáneamente el carácter y la vida familiar del niño/a.
Pasando al ámbito específico de la educación física y el deporte, se ofrecen diez
recomendaciones para que las familias puedan colaborar en la tarea de educar en valores
desde el deporte en la edad escolar:
 Informar a nuestros hijos/as y asesorarles en el momento de escoger el
deporte, procurando que sean ellos los que tengan la última palabra.
 Ofrecer un estilo de vida activo, practicando algún tipo de deporte o actividad
física.
 Valorar el desarrollo físico y la salud de los programas deportivos antes que el
rendimiento.
 Animar y aplaudir tanto las buenas jugadas como el esfuerzo realizado durante
las competiciones.
 Aplaudir las buenas jugadas del equipo contrario, independientemente del
resultado.
 Defender la tarea del entrenador y no dar instrucciones técnicas que puedan
contradecirle.
 Respetar las reglas del deporte y las decisiones del árbitro, aunque éstas nos
parezcan equivocadas.
 Promover el respeto y las buenas relaciones con los aficionados del equipo
contrario.
 Enseñar a tener respeto por las instalaciones y el material deportivo.
 Colaborar en las tareas de soporte y organización del equipo y la entidad.
Como puede observarse, las recomendaciones están inspiradas en el respeto de los
progenitores hacia sus hijos/as, y hacia todos los actores de la competición deportiva en
edad escolar, en la implicación y el compromiso con la actividad física y en la
valoración del esfuerzo por delante del rendimiento. A pesar de que este ejemplo se
centra en el deporte escolar y, sobre todo, en las situaciones en que existe competición
escolar, estamos convencidos de que pueden también extrapolarse al campo de la
educación física.

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o Formación sobre los medios de comunicación
Es necesario e imprescindible abogar por una actitud de resistencia hacia las formas
dominantes de nuestro contexto social, hecho que se hace más que evidente cuando
hablamos de deporte o de actividad física. Parafraseando a VENTURA, en
CARRANZA, M; MORA (2003), sería una grave irresponsabilidad y una anomalía
social no desarrollar una pedagogía crítica y de resistencia.
Por lo que se refiere a los medios televisivos, será necesario a partir del diálogo, la
reflexión y la deliberación, desmitificar los medios, conocer las técnicas que se utilizan
para elaborar los mensajes y aprender a descodificarlos. Paralelamente se potenciará la
recopilación de noticias de prensa, artículos de opinión, información en la red,… y se
inducirá a la comparación, a la lectura y al debate.
Así pues, toda la información que llega a las manos del alumnado puede
transformarse en una ayuda para su crecimiento moral, siempre que sea contrastada,
analizada, debatida y descodificada con la ayuda de sus iguales y del profesorado.

3.3. VALORES DE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y A TRAVÉS DE LA


EDUCACIÓN FÍSICA.
En palabras de DEVIS Y MOLINA en GUTIÉRREZ (2003: 52), “actualmente, el
debate sobre las funciones de la escuela se centra en cómo servir a los fines que exige la
sociedad de nuestros días y, a la vez, responder a la finalidad intrínseca que le es propia;
es decir, el problema está en cómo integrar las funciones sociales y la función educativa
o si se prefiere, la escolarización y la educación en el currículum escolar”.
Al hablar específicamente de las funciones de la educación física escolar, estos
autores las justifican en paralelo con la trayectoria histórica seguida por las tres
interpretaciones siguientes:
 Una primera, que entendía la educación física como educación de lo físico.
 Una segunda, que entendía la educación física como educación a través de lo
físico (pretendía ir más allá de lo físico).
 Una tercera, que entendía la educación física como educación con funciones
educativas propias.
Años después, P. J. ARNOLD en GUTIÉRREZ, (2003: 52-53), complementaría esta
perspectiva con tres dimensiones interrelacionadas y de reciente repercusión en el
ámbito de la educación física:
 La educación “acerca” del movimiento: esta dimensión recoge el corpus
teórico de conocimientos de la educación física, en el que recibe las aportaciones de
diferentes disciplinas, como la anatomía, la fisiología, la kinesiología, la psicología
del deporte, la sociología,…
 La educación “a través” del movimiento: esta dimensión tiene un propósito
instrumental, ya que se relaciona con fines y valores extrínsecos y funcionales,
como el desarrollo estético y moral, la educación de la salud, la socialización, la
ocupación del tiempo de ocio,…
 La educación “en” movimiento: esta dimensión está relacionada con los
valores intrínsecos o inherentes a las actividades que se desarrollan en la educación
física; estas actividades son valiosas en sí mismas, porque le permiten adquirir el
conocimiento práctico.

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La estructura conceptual de Arnold integra las actividades con valor intrínseco
(dimensiones “acerca” y “en”), como las preferibles en la escuela ya que tendrían una
función educativa en sí mismas, y las actividades con un valor instrumental (dimensión
“a través”) servirían para otras funciones extrínsecas a la escuela.
Sin embargo, DEVIS Y MOLINA en GUTIÉRREZ (2003: 53), afirman que en el
currículum escolar tienen cabida unas y otras, ya que la escuela integra tanto aspectos
relacionados con la educación (dimensiones “acerca” y “en”) como con la
escolarización (dimensión “a través”).
Asimismo, se reconoce que si la educación física quiere sobrevivir en el sistema
escolar debe ser algo más que simple actividad física (visión técnica tradicional,
dimensión “en”). Sus medios -ejercicios, juegos, deportes,…- tienen un enorme
potencial, no sólo para el desarrollo físico, sino también para el desarrollo del carácter;
pudiendo suponer una contribución especialmente valiosa en el desarrollo integral de la
persona (visión humanística, combinación de las tres dimensiones). Y es que existe una
gran coincidencia en considerar el camino recorrido por la educación física desde una
visión técnica y parcial del individuo (tradicional), hasta una visión mucho más
humanista encaminada a dicha formación integral.
Por ello, el objetivo de la educación física no sólo debe ser el adecuado desarrollo
de distintas dimensiones del individuo, sino también fomentar en las personas unos
valores, conocimientos, habilidades y conductas que le proporcionarán una mayor
libertad y promoverán su autorrealización. Así pues, la educación física alcanza su
verdadero valor educativo no sólo como factor desencadenante de mejoras biológicas o
higiénicas (condición física y salud) y perceptivas (esquemas), sino también psíquicas
(inteligencia, afectividad) y espirituales (morales y éticas). Y, para ello, la acción motriz
sitúa en el centro de este proceso físico-deportivo al educando; es decir, al individuo en
acción como manifestación de toda su personalidad.
Sin embargo, en ocasiones, las prácticas físicas fracasan en la consecución de este
desarrollo ideal, ya que los alumnos no adquieren valores sociales positivos en las
clases de educación física. Por ejemplo, a alumnos que no les pasan el balón durante el
juego, o que son elegidos los últimos para formar un equipo,… adquieren valores
negativos (inferioridad, negatividad,…). Para corregir estos valores negativos en torno a
los valores de la educación física, todos los agentes influyentes en el proceso de
formación de los alumnos deben utilizar las estrategias necesarias, dotadas de diversidad
y calidad, en las que destaquen la salud, la diversión y la socialización (frente al
rendimiento y culto al cuerpo); ya que un elemento vital de un buen programa de
educación física es el dominio afectivo y socioemocional.
Si bien es cierto que cuando se analizan los objetivos de la educación física en la
mayoría de las escuelas, aparecen muy a menudo términos muy importantes como
deportividad, cooperación, integración,… enmarcados en la categoría socioemocional;
sin embargo, la práctica no los incorpora con demasiada frecuencia. De esta forma, si
los agentes que intervienen en este proceso se esfuerzan en trabajar estos valores, los
alumnos (gracias a la educación física) alcanzarán un elevado nivel de desarrollo
integral (físico, psíquico, afectivo, social, ético-moral,…), que les ayudará a prepararse
para la vida adulta.

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4. CONCLUSIONES.
La educación física se nos revela hoy como un espacio ideal para generar
aprendizajes perdurables para la vida, de formar valores sociales y ético-morales, y de
desarrollar el sentido de cooperación, de amistad, de solidaridad; donde el ejercicio
físico, más que un fin en sí mismo se convierte en un medio para lograr, a través del
movimiento, un efecto más educativo e integral en las personas que la practican. Por
tanto, la Educación Física, como disciplina escolar, tiene que ser más “educación” que
“física” en tanto se concibe desde una perspectiva formativa integral de los escolares.
La adecuada intrumentación de diversas estrategias educativas en las clases de
educación física (correlacionadas con las del entorno social), constituye un elemento de
vital importancia para favorecer una contribución efectiva de la educación física a la
formación de valores de nuestros estudiantes.
Una condición indispensable en la formación de valores para que dichas estrategias
educativas sean efectivas, es que el profesor de educación física sea ante todo un
ejemplo viviente de lo que profesa, promoviendo permanentemente en sus alumnos un
razonamiento moral en relación con actitudes y normas que deben ser asumidas en la
educación física, para que hagan suyos los principios y valores que se defienden.
Además, también se hace imprescindible una coordinación del profesorado con el resto
de agentes influyentes, de modo que se asegure la formación ideal de los alumnos.
Por ello, afirmamos que la transmisión y el desarrollo de valores en la educación
física no puede ser un hecho aislado (ideado por algún profesor), sino que ha de hacerse
a través de un planteamiento ecológico que atienda tanto a las características de los
alumnos como a las del entorno social sobre el que actúan (compañeros, padres,
profesores, medios de comunicación,…); de forma que les sirvan a los alumnos para
formarse de forma íntegra como personas.

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5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
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mundo complejo. 31 propuestas para los centros escolares. Editorial Garó.
Barcelona (2003).
 DISEÑO CURRICULAR BÁSICO. Documento de Estudio. Ministerio de
Educación. DINESST, Lima (2003).
 GÓMEZ RIJO, A. La enseñanza y el aprendizaje de los valores en la educación
deportiva. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y
el Deporte. Canarias (2005).
 GUTIÉRREZ, M. Manual sobre valores en la educación física y el deporte.
Editorial Paidós. Barcelona (2003).
 HIDALGO MATOS, M. Valores en la educación. Editado por INADEP. Lima
(2003).
 HAYDON, G. Enseñar valores, un nuevo enfoque. Editorial Morata. Madrid
(2003).
 PRAT GRAU, M.; SOLER PRAT, S. Actitudes, valores y normas en la
educación física y el deporte. Reflexiones y propuestas didácticas. Editorial
INDE. Barcelona (2003).
 ROCA REY, B. El valor de los valores. Diario El Comercio. Lima (2002).
 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M. La labor educativa del profesor y los valores:
una problemática actual. Revista Digital efdeportes (www.efdeportes.com: Año
7 - N° 34). Buenos Aires (2001)
 ECHEGOYÁN BABIO, Y. ¿Puede la Educación Física actual abordar los
valores que inciden directamente en la formación íntegra de los alumnos?
Revista Digital efdeportes (www.efdeportes.com: Año 8 - N° 48). Buenos Aires
(2002)

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