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LA GRAN PRENSA Y EL NEOCOLONIALISMO

Sonia Aristimuño
Área de Comunicación C.E.H.A
Mayo de 2009

“Es un deber, no mero sentimiento de justicia, denunciar inexorablemente a los enemigos del
país”. Juan José Hernández Arregui1

En la actualidad, es innegable la enorme injerencia que tienen los medios de


comunicación audiovisuales y gráficos para intervenir sobre la construcción y reproducción de
la cultura. Sobre el particular, debe resaltarse la importancia que adquieren en relación a otras
instituciones de la cultura, tales como son la escuela, los gremios, los partidos políticos o la
universidad, en la medida en que ocupan el rol educativo que en otro período cumplían las
mencionadas instituciones. Frente a este panorama, sostenemos que una de las funciones
primordiales de los medios de comunicación en el país, es la de contribuir a la reproducción de
nuestra condición dependiente. En este artículo vamos a reflexionar sobre la relación existente
entre los medios y el neocolonialismo a través del rescate de las opiniones de algunos
intelectuales argentinos. Sobre la condición colonial de nuestra prensa y como punto de
partida, surgen dos cuestiones a desarrollar:
Primero: ¿Por qué decimos que son parte de la colonización cultural argentina?
Segundo: ¿Qué relación existe entre la emisión de los medios y la cultura nacional?
Al referirnos a ésta última categoría hacemos referencia a los valores y prácticas de
nuestro pueblo, expresadas como conciencia nacional y como conciencia histórica que dan
marco al proceso de autoorganización y de autorrealización de la comunidad nacional en el
teatro de la división internacional del trabajo. El reverso de la conciencia nacional es el
fenómeno de la dependencia política, económica, social y cultural, que aplicada al plano de la
cultura se denomina “neocolonialismo” y cuyos principales efectos suponen la internalización
de los valores importados de las metrópolis que reproducen la dependencia, como si fueran
valores nacionales para impedir que el pueblo tome conciencia del programa expoliador del
cual es víctima.

Medios y dependencia

Partimos de la siguiente hipótesis: los medios de comunicación son un instrumento


central de legitimización de la dependencia económica y política del país a través de la cultura:
esta característica los convierte en uno de los aparatos más importantes de la colonización
cultural en la historia. La prensa concentrada en los países periféricos, tiene como finalidad

1
Hernández Arregui, J. J en Nacionalismo y Liberación (Metrópolis y colonias en la era del imperialismo), Editorial
Contrapunto, Buenos Aires, 1969
prioritaria apuntalar los negocios de las empresas trasnacionales y sus socios internos, las
oligarquías nativas. El capital extranjero monopoliza y controla las principales actividades
económicas de explotación ligadas a los recursos naturales, financieros y humanos de las
periferias. Hay una ley de hierro de la economía política mundial que establece que los Estados
que no alcanzaron la nacionalidad, están condenados a ser la mano de obra externa y el
granero del imperio y las metrópolis. El Tercer Mundo es víctima del vaciamiento permanente
de sus recursos humanos y naturales que engrandecen a las metrópolis y frente a ello, los
medios de comunicación cumplen la tarea primordial de ocultarlo o mostrarlo como un factor
natural. Sostenemos que:
a- La prensa concentrada, primordialmente, tiene como objetivo principal
hacer rentables los negocios de las empresas trasnacionales en la
periferias promocionando, distorsionando, construyendo modelos de
consumo, etc. cuya finalidad es destruir la empresa nacional y la industria
privada y pública;
b- La prensa concentrada, objetivamente, por su función cumplida frente a los
factores de poder, es enemiga estructural de los regímenes políticos
nacionalistas y populares que defienden el patrimonio del Tercer Mundo
frente al saqueo extranjero;
c- No existe la prensa “independiente o libre” en un país dependiente;
d- La prensa libre demanda, previamente, la consolidación del proyecto
nacional sin el cual está condenada a la frustración permanente o a
reproducir su condición neocolonial de satélite de las empresas extranjeras;

Intelectuales como Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui, denunciaron


décadas atrás la función antinacional que jugaba la gran prensa de nuestro país, y por eso
consideramos que su pensamiento nos permite analizar el comportamiento actual de los
monopolios y oligopolios mediáticos y su rol en el campo político como “deformadores” de
opinión.

Medios y sistema social

La prensa concentrada enfrenta el desarrollo industrial del país con la finalidad de


consolidar y perpetuar la condición agrícola pastoril y la extranjerización de las empresas y
servicios públicos argentinos. A su vez, la prensa es enemiga declarada de los proyectos
populares y de las organizaciones libres del pueblo. Hay un cálculo casi matemático que puede
ser aplicado al comportamiento de la prensa argentina: a mayor nivel de apoyo popular a un
gobierno, mayor es el enfrentamiento y la adversidad de la prensa a dicho dirigente o expresión
política. La prensa neocolonial odia al pueblo y por eso desvirtúa y miente sobre su práctica y
principalmente, enfrenta a sus representantes: caudillos, barbarie, subversión, terrorismo,
autoritarismo o fascismo son las denominaciones de la prensa realizadas sobre los líderes del
pueblo.
Los medios construyen diferentes modelos de emisión de las noticias que responden a
una estratificación social determinada. Asimismo, y a su vez, educan en un conjunto de
patrones de consumo y de conducta política uniformes para el conjunto social. El Primer Mundo
produce manufacturas que generan necesidades artificiales en América Latina para construir
un mercado de consumo, conformando sectores sociales que se representan en los modos de
vida de las metrópolis.
En el contexto de una sociedad estratificada y dividida por el fenómeno de la
dependencia, los distintos factores de poder producen y distribuyen modelos de cultura para
perpetuar su condición dominante en las mentes de los grupos postergados. En este sentido
señala Arregui: “En un país colonial hay dos patrones culturales: 1) la cultura de la oligarquía
de la tierra, transmitida en particular a la clase media y cuyos valores, difundidos a través de la
escuela, diarios, revistas, televisión, etc., son las máscaras de la dependencia económica (…)
2) Frente a esta cultura colonial, late en el pueblo oscuro la cultura nacional.” 2 Esta afirmación
sigue estando absolutamente vigente y es fácilmente verificable si nos remitimos al conflicto
que generó la sanción de la Resolución 125 que establecía la movilidad de las retenciones a
las exportaciones de soja, a su tratamiento mediático y a la opinión de buena parte de los
habitantes de la ciudad de Buenos Aires, que quizá, poco o casi nada tienen que ver con los
problemas del denominado genéricamente “campo”. Continuando con las palabras de Arregui
observamos que: “A pesar que la Argentina industrial, ha desplazado a la oligarquía
agropecuaria del poder político directo, la cultura de la clase ganadera, impregna todavía la
espiritualidad de la nación”3. Esta cultura, expresada a través de los medios al servicio del
sistema dependiente construye categorías que vertebran mitos sociales a la manera de:
“vivimos del campo”, “somos el granero del mundo”, “la patria es el campo”. Estos conceptos, al
ser contrastados con la realidad carecen de consistencia, lo cual nos permite denominarlos
como “mitos” o “zonceras”, que actualmente y en la historia, continúan solventando los
discursos de muchos argentinos que creen que la esencia de nuestra nacionalidad es
simplemente aquello que nos ofrece la naturaleza y la división internacional del trabajo y la
cultura: tierras fértiles donde sembrar cereales y criar vacas para abastecer a las metrópolis.
Para sostener la falacia de que nuestro único crecimiento posible es el desarrollo económico en
base a divisas se construye el imaginario que nos incita a pensar que somos un país destinado
a los vaivenes de unas pocas provincias, de las veinticuatro jurisdicciones que constituyen la
Argentina, que se dedican a las tareas agropecuarias. En este momento histórico, los grandes
medios de comunicación, primordialmente, son los que hacen circular este imaginario cuya
génesis no está en ellos mismos sino que es planificada por las usinas de pensamiento de las
grandes corporaciones del estilo Dreyfus, Monsanto o Nidera.
2
Palabras de Hernández Arregui, Juan José en Primera Plana, 9/5/72. En Galasso, Norberto, J.J. Hernández Arregui:
del peronismo al socialismo, Ediciones del Pensamiento Nacional, 1986
3
Hernández Arregui, J. J, Nacionalismo y Liberación (Metrópolis y colonias en la era del imperialismo), Editorial
Contrapunto, Buenos Aires, 1969
Medios y organización política

El neocolonialismo opera a partir de la acción de mistificación, enfrentamiento y


destrucción sistemática de las organizaciones libres del pueblo, únicas instituciones cuyos
actores y prácticas son capaces de enfrentar el discurso único: los gremios, partidos o las
instituciones antiimperialistas, son ocultadas por la prensa, sus líderes son perseguidos por el
aparato judicial liberal e incluso, en épocas de alta conflictividad, son asesinados sus miembros
en dictaduras o comandos paraestatales. La prensa extranjera y concentrada abonó la opinión
pública para el desembarco de las dictaduras y posteriormente de los Ministros de economía
educados en las metrópolis.
Frente a esta acción de destrucción de la organización política del país, el pueblo se
distancia de los partidos políticos, las organizaciones sociales y culturales o los gremios: desde
su casa, el trabajador con el televisor prendido es interpelado por la oligarquía que opera con el
aparato de la colonización cultural que tiene alrededor de 10 millones de televisores, Radio
Mitre, Radio 10, y más de 250.000 ejemplares diarios de Clarín y alrededor de 160 mil
ejemplares diarios de La Nación, cada uno, militante jornada completa del programa de
vaciamiento económico que llevan a cabo las corporaciones trasnacionales.

Concentración mediática

Sobre el particular, debemos tener en cuenta lo que ya bien señaló Arturo Jauretche
acerca de la naturaleza comercial de la prensa: “Los medios de difusión de ideas están
gobernados, como los precios en el mercado y son también mercaderías”4. Si agregamos a
esto, el hecho de la concentración mediática en pocas manos que hace que un grupo
económico sea propietario del diario que leemos a la mañana, de la radio que escuchamos en
el trabajo y del noticiero que miramos por la noche cuando regresamos a casa, el panorama se
torna mucho más fructífero para que las ideas de las coaliciones de la antipatria impidan el
florecimiento del otro patrón cultural presente en nuestro pueblo: la cultura nacional, que como
señala Arregui, es colectiva e implica que llevemos a cabo una lucha cultural para revitalizarla5.
El panorama se tornó mucho peor durante la década del ’90, cuando se permitió a
través de sucesivas modificaciones al marco legal de la radiodifusión, el ingreso de capitales
extranjeros profundizando un proceso inaugurado en el año 1955, los cuales pasan a tener
porcentajes accionarios importantes en las empresas de medios de comunicación. Los
capitales extranjeros diversifican sus áreas de negocios y ya no sólo son dueños de diversas
empresas en nuestro país que fugan el dinero de los argentinos a sus países de origen, sino
que además invierten en el rentable negocio de la cultura. De esta manera, cualquier medida
que tome un gobierno contra empresas extranjeras hará eco en la prensa argentina y tendrá en

4
Jauretche, Arturo, Los profetas del odio y la yapa, Corregidor, Buenos Aires, 2004
5
Galasso Norberto, en J.J. Hernández Arregui: del peronismo al socialismo, Ediciones del Pensamiento Nacional,
Buenos Aires, 1986
ella una defensora acérrima de sus intereses económicos6, teniendo en cuenta además, que
también condicionan a través de la pauta publicitaria que le tributan a los medios y que es la
principal fuente de financiamiento que éstos tienen. Así, tomar una medida que perjudique a las
exportadoras trasnacionales significa enemistarse con el Grupo Clarín, o con el diario La
Nación, ya denunciado por Arregui: “como portavoz de los intereses y la mentalidad política de
la clase ganadera argentina y sus mandantes foráneos”7. Para estas empresas, los intereses
particulares están delante de los intereses del país al punto de que no les tiembla el pulso a la
hora de apoyar dictaduras militares o promover la subasta del patrimonio nacional para apagar
su sed de negocios. 8

Medios de comunicación y cultura nacional

La cultura nacional latente en la historia y en la práctica diaria de las organizaciones


libres del pueblo, tiene que resurgir y dar batalla al programa neocolonial que nos sumerge en
la dependencia. Esta tarea implica:
a- Difundir la cultura de nuestro pueblo;
Un camino imprescindible en este proceso, es el de construir y promover contenidos
comunicacionales comprometidos con los valores, la historia, las necesidades y las prácticas
de nuestro pueblo. En este marco, la difusión mediática de las prácticas vinculadas con la lucha
política del pueblo, con la defensa de nuestro arte, folclore, cine y literatura o con el crecimiento
de las acciones de las organizaciones populares, forman parte del sustrato del ser nacional,
identidad que es sinónimo de lucha anticolonialista. Esta tarea implica promover:

1- Las agencias de noticias locales, nacionales, regionales y mundiales que


reconstruyen y difunden nuestra práctica;
2- La obligatoriedad de establecer pautas de producción y emisión del arte nacional;
3- La producción publica y la entrega de subsidios a los artistas argentinos (música,
literatura, cine, televisión, radio, etc.);

b- Decodificar el programa neocolonial que produce la prensa;


6
Recalde, Aritz, Cultura, comunicación y lucha social en Argentina, Ediciones del Instituto Movilizador de fondos
cooperativos, Buenos Aires, 2005
7
Ídem 1
8
Así, elegir una norma para la televisión digital terrestre en nuestro país significa lidiar con el lobby de Clarín, que puja
por la norma estadounidense, ya que entre otras cuestiones, el 18% es del Grupo norteamericano Goldman Sachs. La
empresa Telefónica brega por la norma europea inscribiendo su decisión en su nacionalidad de origen: es una
empresa española. Este lobby es ejercido por las empresas, pero también directamente por medio de los embajadores
de los países centrales, quienes no dudan ante cada conflicto con empresas de su país en intervenir a favor de sus
ciudadanos- empresarios. Y si el conflicto llegara a tornarse irresoluble, amenazan con llevar el caso a las cortes y
organismos internacionales, que ellos mismos crearon porque creen en la justicia, para los suyos, obviamente.
El enfrentamiento de los grupos económicos contra el país, desarrollado desde los
medios de comunicación nos obliga a comprender, decodificar y discutir el sentido de la
información emitida por los aparatos de la colonización mental.
c- Construir nuestros medios;
Una tarea trascendente tiene que ver con la necesidad de producir información,
planificar e implementar un esquema de comunicación nacional y popular. Dicha tarea implica
tres temas:
1- Construir, mejorar y defender los medios públicos de comunicación que
garantizan una programación no comercial, de producción argentina y con
llegada a casi todo el país.
2- Promover, interconectar en redes y activar la prensa de las organizaciones
libres del pueblo a nivel local, provincial, nacional y regional: Partidos
políticos; gremios, ONG, etc.-
3- Articular la acción nacional con los procesos políticos y comunicacionales de
América Latina;

Consideraciones finales

“La historia se hace a pesar de esto. A pesar de todo esto, y aunque desmedrados, somos un
gran país; a pesar de todo esto tenemos una conciencia nacional cada día más clara”. Arturo
Jauretche9

Si bien el panorama descripto resulta bastante desalentador, no hay que dejarse


atrapar por el pesimismo. Ya en otros momentos históricos el pueblo argentino ha ascendido en
su lucha emancipadora a pesar de tener a la tribuna de propagandistas en contra.
Cuanto más crezca la organización y la participación popular, cuánto más importancia
adquiera la política entre nuestros compatriotas, cuanto más se expanda el legado de lucha de
aquellos compañeros y compañeras que dieron su vida por la construcción de un país más
justo, menos influencia tendrán los ideólogos de la antipatria que dirigen la gran prensa
neocolonial.

9
Jauretche, Arturo, Los profetas del odio y la yapa, Corregidor, Buenos Aires, 2004

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