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La Competitividad Un Medio o Un Fin
La Competitividad Un Medio o Un Fin
Hoy en día, para estar a tono en un discurso político, en una conferencia académica o
incluso en una conversación rutinaria a la hora del almuerzo, se hace casi religioso el
supremacía de la “competitividad” por sobre todas las cosas. De no ser así, se corre el riesgo de
Hay, sin embargo, una creciente corriente de pensamiento entre intelectuales de todo el
mundo, que empieza a manifestar serias preocupaciones sobre lo que han dado en llamar la
competitividad en un fin.
convertirse en un fin, como lo indicara Ricardo Petrella, economista líder del llamado Grupo de
Lisboa, al referirse a ella como “el evangelio de la ideología dominante”. El Grupo de Lisboa, que
de un nuevo “contrato” económico, ecológico y social para el planeta tierra. Su trabajado ha girado
seno de dicho grupo, de acuerdo con Philippe de Woot, se plantea la pregunta: Será la
competitividad de los hombres, de las empresas y de los países, el medio más indicado para
manejar nuestro planeta en plena mutación? y reconocen que “Es evidente la ingerencia de la
en efecto, la carrera de la competitividad desenfrenada que ocurre hoy en día debilita los lazos
“La competitividad se obtiene mediante el uso de tecnologías más modernas y éstas tienen hoy
Publicado en Revista CERES, 2003
una característica cada vez más nítida: son fundamentalmente ahorradoras de mano de obra
permanente y solo requieren una pequeña burocracia altamente calificada y una cantidad variable,
según las condiciones del mercado, de mano de obra temporal, o de pequeñas y medianas
precariedad de muchos de los empleos aún existentes y las diferencias cada vez mayores de
ingresos entre, por un lado, los dueños del capital y la élite que opera el nuevo sistema económico,
y por el otro, el resto de la fuerza de trabajo es hoy fenómeno cada vez más evidente”
En ese mismo sentido, Carlos Luis Coster nos recuerda que el lucro, la competitividad sin
y que los resultados son elocuentes: “32 millones de desocupados en los países industrializados,
17 millones de hombres y mujeres sin trabajo en la Europa Comunitaria, y una miseria creciente en
los países del sur. Si estas consecuencias son graves para los países industrializados, lo son más
para los países del tercer mundo y los países en transición, donde la miseria pone en peligro los
proporcionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el sentido de que “el
de poder de los Estados nacionales a las sociedades multinacionales y de una simbiosis entre los
intereses de los grandes Estados de los países industrializados y dichas sociedades. Datos
relacionados informan que, treinta y siete mil sociedades multinacionales y sus filiales en el
extranjero dominan hoy la economía planetaria. Entre las 200 más poderosas, 172 corresponden a
Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia e Inglaterra. En un período de 10 años –1982 a 1992-
sus ventas pasaron de 3 mil a 5 mil billones de dólares con un incremento de casi 3 puntos
ningún gobierno de esos países puede ejercer un control sobre ellas. “Si alguna ley molesta su
libremente por el planeta para escoger la mano de obra más barata, el medio ambiente menos
Publicado en Revista CERES, 2003
protegido por leyes o reglamentos, el régimen fiscal más favorable para ellas o los subsidios más
generosos. No necesitan ya, como las grandes empresas del pasado, ligarse a una nación o dejar
que sentimientos nacionales solidarios entraben sus proyectos”. Citando a Paul Enkings, nos hace
burocrática en el seno de la economía de mercado” Es decir que estamos frente a una nueva
forma de colonialismo dirigido ahora por las firmas transnacionales que puede “desposeer,
empobrecer y marginar a más gente, destruir más culturas y causar mayores desastres ecológicos
que el colonialismo de antaño impuesto por los sistemas clásicos de dominación colonial.”
al referirse al Área de Libre Comercio de las Américas, dijo: “El ALCA, desde un punto de vista
ideológico y cultural, para nosotros los indígenas no es más que un acuerdo para legalizar la
colonización de las Américas, y desde un punto de vista económico debería llamarse más bien
desarrolladas han alcanzado una prosperidad envidiable; así mismo, son islas de abundancia en el
océano de la miseria universal” y que “Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para
consumir más, tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, las amistad y las
personas mismas en objetos de consumo. Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al
basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra, desechos
materiales y morales.”
competitividad un fin más que un medio, se añade una preocupación no menor sobre los dobles
estándares con que organismos financieros internacionales y los intereses que representan,
aplican, al demandar de países menos afortunados la apertura de sus mercados, sin que haya
reciprocidad por parte de los países industrializados. El propio ex presidente de los Estados
Unidos, Bill Clinton, al referirse a los países industrializados, dijo recientemente que “Si nos
globalización y que sus beneficios alcancen todos los estratos sociales en todas las naciones que
El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, fue más lejos al opinar recientemente
que su país, Estados Unidos, “siempre fue hipócrita en las negociaciones comerciales
internacionales, y ahora está exportando esa hipocresía a todo el continente” y continuó indicando
que si su país “siguiera su retórica y fuera realmente un acuerdo de libre comercio, sin barreras
logro de eficiencia económica, dado un número significativamente alto de condiciones. Más bien
cuestionan las ambiguiedades cuando los supuestos no se aplican y sobre todo cuales son sus
límites, “los límites de la competitividad”, para lograr una armonía básica en el planeta. Como bien
lo dijera Patricio Aylwin, recientemente, “No es vivir en la verdad contentarse con exhibir excelentes
medida que la misma se dogmatiza como un fin en sí. Ello, aunado al hecho de que algunas de
sus reglas son solo aplicables a países y grupos sociales menos afortunados.