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PLAN DE ESTUDIOS
—La obra de Don Gabo fue un faro para mi generación y es obvio que
ejerció una enorme influencia en todos nosotros. Y lo mejor que nos dio, a partir
del deslumbramiento que nos produjeron libros como "Cien años de soledad",
"La mala hora", "Los funerales...", "El coronel..." e incluso su estupendo "Relato
de un náufrago", fue el impulso para que cada uno tuviera que ingeniárselas
para huir de esa influencia.
Y es que para mí la obra de todo el boom de los 60 y 70, fue ni más ni menos
que el Siglo de Oro de la Narrativa Latinoamericana. Y ya se sabe que después
de cada siglo de oro, los que siguen están bien fregados. Por eso teníamos que
huir del realismo mágico, lo real-maravilloso y especialmente de toda la
parafernalia crítica que estaba al servicio del boom. Yo creo que a fines de los
70, y en todos los 80 e incluso los 90, los escritores que entonces éramos
jóvenes nos fuimos apartando como pudimos, haciendo cada uno y entre todos
un necesario parricidio literario. Que en muchos casos habrá sido injusto y
doloroso, como siempre sucede con los parricidios, pero que nos forzó a que
buscáramos ser quienes hoy somos: una generación diferente y espero que
también única, un nosotros mismos que —se llame como se llame— es la
continuidad de los grandes, siendo a la vez ruptura. Como debe ser.
En lo personal, Don Gabo fue y sigue siendo el más entrañable de mis padres
literarios, sin dudas el que más admiré y quise, y con el que más batallé. Sobre
todo a partir de su obra más excepcionalmente perfecta, que para mí es "El
otoño del patriarca", esa incomparable lección de prosa y significado, un texto
que hubiera adorado el mismísimo Cervantes. Mucho más que Cortázar, Donoso
o Fuentes, creo que Don Gabo y Alejo Carpentier fueron mis verdaderos
modelos, tanto para armar como para desarmar. Y esto hice y me alegraré
mucho el día que me convenza de haberlo conseguido.
La otra anécdota tiene que ver con su famoso texto sobre la jubilación de la
ortografía. Me pareció un disparate y enseguida lo respondí con vehemencia,
respetuoso pero enfático, con un texto que todavía circula por ahí, por internet.
Pero después me di cuenta de que ni él creía en aquello y seguramente nos
había tomado el pelo a todos. Aquello había sido una magistral provocación,
pronunciada ante una horda de dirigentes y catedráticos aburridos.
OBSERVACION
ES
Firman:
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ESTUDIANTE PADRE DE FAMILIA
DOCENTE