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La Escision Del Yo en El Proceso de Defensa
La Escision Del Yo en El Proceso de Defensa
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rotas, continu� la estimulaci�n sexual practicando con celo la masturbaci�n
manual; pero
fue pronto sorprendido en esto por su en�rgica ni�era y amenazado con la
castraci�n, cuya
pr�ctica fue atribuida, como de costumbre, al padre. As�, se hallaban presentes en
este caso
las condiciones calculadas para producir un tremendo efecto de susto. Una amenaza
de
castraci�n en s� misma no tiene por qu� producir una gran impresi�n. Un ni�o
rehusar�
creer en ello porque no puede imaginar f�cilmente la posibilidad de perder una
parte de su
cuerpo tan altamente estimada. Su visi�n (precoz) de los genitales femeninos
podr�a haber
convencido al ni�o que nos ocupa de tal posibilidad. Pero no dedujo de ello esta
conclusi�n
porque su desv�o a hacerlo as� era demasiado grande y no exist�a un motivo que
pudiera
obligarlo a tal cosa. Por el contrario, si sinti� alg�n temor fue calmado por la
reflexi�n de
que lo que le faltaba a la ni�a aparecer�a m�s tarde: le crecer�a un pene despu�s.
Cualquiera
que haya observado bastantes ni�os peque�os podr� recordar que ha encontrado estas
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masculinidad para dominarlo e hipercompensarlo. Este temor a su padre era silente
sobre el
sujeto de la castraci�n: ayud�ndose por la regresi�n a una fase oral, asum�a la
forma de un
temor a ser comido por su padre. AI Ilegar a este punto es imposible olvidar un
fragmento
primitivo de la mitolog�a griega que dice c�mo Cronos, el viejo dios padre, devor�
a sus
hijos e intent� devorar como a los dem�s, a su hijo menor Zeus, y c�mo �ste fue
salvado
por la fuerza de su madre y castr� despu�s a su padre. Pero, volviendo a nuestro
caso,
hemos de a�adir que el ni�o produjo adem�s otro s�ntoma que, aunque era leve,
conserv�
hasta el d�a. Era una susceptibilidad ansiosa ante el hecho de que fuera tocado
cualquiera de
los dedos de sus pies, como si en todo ese vaiv�n de negaci�n y aceptaci�n fuera
la
castraci�n, sin embargo, la que encontr� una m�s clara expresi�n�
�Sigmund Freud: Obras Completas�, en �Freud total� 1.0 (versi�n electr�nica)