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Una alternativa arquitectónica que propone potenciar la energía solar que recibe una
pared para convertirla en un sencillo sistema de calefacción
En el contexto de crisis energética y reformulación de lo establecido, podemos
encontrar en el pasado soluciones sencillas que nos permitan transformarlas de acuerdo
a nuestras necesidades actuales. Muchos de los sistemas de acondicionamiento que hoy
tenemos disponibles implican altos costos económicos y ambientales. Sin embargo,
desde la arquitectura bioclimática aparecen soluciones sistémicas que adecuan el diseño,
la orientación, los materiales disponibles localmente y soluciones vernáculas, entre otras
instancias, para lograr el confort de las viviendas, minimizando el consumo de energías
no renovables y la contaminación ambiental.
¿Cómo funciona?
Se basa en la captación solar directa y la circulación de aire que se produce por la
diferencia de temperaturas. Es básicamente un diminuto invernadero en la pared que,
adecuadamente gestionado, entrega calor en los meses fríos y permite mejorar la
refrigeración durante los meses cálidos a través una ventilación cruzada.
El sistema es sencillo. Se trata de un muro orientado hacia la posición del sol (en el
hemisferio Sur se orienta hacia el Norte) realizado con materiales que le permitan
absorber el calor como masa térmica, tales como hormigón, piedra o adobe. El muro, a
su vez, se pinta de negro o de un color oscuro mate y se deja un espacio para colocar un
vidrio (lo más grueso posible) con el fin de provocar el efecto invernadero a partir de la
incidencia del sol. Así, la luz atraviesa el cristal y se convierte en calor que se acumula,
alcanzando temperaturas más altas por el efecto invernadero (la radiación de onda larga
emitida por el muro no puede atravesar otra vez el vidrio y por consiguiente calienta el
aire que queda atrapado en la cámara). El muro también cuenta con dos grupos de
conductos (unos superiores y otros inferiores), cada uno de los cuales tiene su respectiva
compuerta.
Ahora bien ¿cómo hacer en los meses de verano? En esa estación, como el recorrido del
sol es más alto, si sobre el muro colocamos un alero, entrará mucha menos radiación
solar. En consecuencia, el efecto de calentamiento del muro será inferior al que se
produce en invierno. Por otro lado, al cambiar simplemente la configuración de los
conductos se logra un efecto refrigerante. Se abren las compuertas de la parte superior
del vidrio y el conducto de la parte inferior del muro, mientras que se cierran los
conductos de la parte superior del mismo. La radiación solar que incide en el muro
calienta el aire que por convección asciende y sale al exterior por la compuerta superior
del vidrio. El vacío dejado por el aire que ha salido es ocupado por aire procedente del
interior de la casa que entra por los conductos en la parte inferior del muro. De esta
manera, se establece un efecto de succión que provoca una corriente que renueva el aire
del interior de la casa y produce un efecto refrigerante. También para mejorar este efecto
se suele generar un sistema de ventilación cruzada.
Al momento de diseñar el muro, es preciso acotar específicamente cada uno de los
elementos que lo componen, su comportamiento en todo el sistema constructivo y las
características del entorno de manera de asegurar su eficiencia. Es entonces necesario
evaluar consistentemente el ancho y materialidad del muro, la superficie del vidrio y su
espesor, la cantidad y tamaño de los orificios, y el espesor de la cámara de aire.
Las casas diseñadas específicamente según los criterios de la arquitectura solar pasiva y
de la arquitectura bioclimática logran por su propia esencia al momento de proyectarlas
un aprovechamiento automático de la energía solar. El muro Trombe es una de las tantas
soluciones arquitectónicas posibles para lograr la eficiencia energética de nuestros
hogares.
Más información
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www.cricyt.edu.ar/lahv ׀www.gaia.org.ar