El Poder tiene en la violencia un recurso de dominación,
Indignado por no conser-
pero también lo tiene en el arte y la cultura, en el
conocimiento, en la información, en el sistema de justicia,
en la educación, en la política institucional y,
por supuesto, en la economía.
Cada lucha, cada movimiento,
en sus muy particulares geografías y calendarios,
debe recurrir a diversas formas de lucha.
No es la única y probablemente no sea la mejor,
pero la violencia es una de ellas.
(Primer viento: una juventud rabiosa,
Subcomandante Insurgente Marcos,)
Como un desafío más frente al Poder y a sus “verda-
des”, el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia
transgredió la impuesta geografía por la que debería-
mos —como dice el Sub— aceptar que “Grecia queda
muy lejos de Chiapas… México queda separado por
un océano de Francia, del País Vasco, del Estado Es-
pañol, de Italia. Y la Argentina queda muy al sur de
esta tierra”. En este Festival, las rabias del mundo,
siguiendo su propia geografía: abajo y a la izquierda,
pudieron encontrarse, reconocerse y enlazarse.
Para las luchas de abajo basta con la ubicación
geográfica que a la izquierda las ubica, donde cada
cual bajo su propio calendario, aporta según sus mo-
dos y formas, su propio cincelazo al ya maltrecho sis-
tema capitalista.
En la actual Guerra Mundial ―la IV, dicen los za-
patistas―, la hipocresía y la traición son parte de las
armas secretas del Poder frente a las insurrecciones
cotidianas. Para los de arriba, no hay violencia en el
modo en que se mantiene el control sobre los pueblos:
explotación, desprecio, despojo y represión, pero sí la
hay cuando éstos dicen No y se enfrentan al enemigo
con dignidad y de frente.
La condena de la subversión, de la insurrección de
quien responde a la larga secuencia de golpes bajos, es
para el Poder tarea primordial.
var la hegemonía sobre la violencia, recurre a la escan-
dalosa acusación del otro y ofrece, presto y dispuesto,
más violencia institucionalizada o directa, para corregir
el mal y devolver al mundo la paz de la sumisión.
En este Festival, confluyeron diversos individuos,
colectivos y organizaciones sociales que, de manera
directa o indirecta, han enfrentado la represión por
parte del Estado como respuesta a su desafío, a su
actividad política para desmontar su maquinaria.
Mediante un esfuerzo colectivo de reflexión,
los distintos participantes fueron develando ciertas
constantes e incorporando y consolidando algunos
aprendizajes.
Nada personal
En este Festival no sólo se compartió la certeza de que
la represión o persecución política es una respuesta del
Estado frente a la movilización y construcción de otra
cosa, sino que se evidenció, tras los múltiples diálogos
y transmisiones de experiencias, que la propia intensi-
dad y forma de represión está fuertemente relacionada
con la manera en que se afectan las estructuras del sis-
tema, con los daños que se producen al control político
y económico que ejerce el Poder sobre nosotros.
Así lo entienden los compañeros presos políticos
de la región Loxicha, recluidos en la penitenciaría
central del estado de Oaxaca, en una carta enviada
a los asistentes del Festival: “Llevamos más de doce
años recluidos en este penal de manera injusta, so-
lamente por haber luchado contra las injusticias, la
pobreza extrema, la explotación, la discriminación, el
despojo, la marginación y el olvido”.
“Si rechazamos la explotación, el despojo, el des-
precio y la represión misma, el Estado tratará de so-
meternos. Si nuestras luchas afectan los cimientos del
capitalismo, el Estado atacará con todos los recursos
31

que proporciona el poder”, complementó la compa-
ñera Gloria Arenas también mediante un mensaje en-
viado desde el penal donde se encuentra recluida.
Desde uno de los stands dispuestos para la ex-
posición de las distintas rabias, los compañeros de la
radio comunitaria Arcoiris, provenientes de la comu-
nidad de Santa María Jalapa del Marquéz, en Oaxa-
ca, compartieron estas deducciones: “Sentimos que,
en nuestra radio comunitaria, en cualquier momento
nos reprimen porque servimos a la comunidad y no
nos vendemos, nosotros no le servimos a los partidos
políticos y eso pesa bastante, porque pintamos nues-
tra raya. En ningún momento estamos a favor del que
quede como gobierno de nuestro pueblo, siempre es-
tamos criticándolos, que trabajen o que se vayan. Y
nosotros a los que molestamos es a los capitalistas,
que son los que mantienen las radios comerciales, les
quitamos clientela y eso no les gusta, aparte de que
formamos conciencia y eso para ellos es muy grave”.
También los compañeros del Consejo Indígena
Popular de Oaxaca, Ricardo Flores Magón (CIPO-
RFM) están claros de que ha sido la lucha por la au-
todeterminación de sus comunidades y los avances en
la construcción de su autonomía lo que ha generado
la represión por parte del Estado: “Nosotros los indí-
genas, pues sí pensamos, sí tenemos la capacidad de
organizarnos, sí tenemos la capacidad de trabajar, de
resolver nuestros problemas. Por eso nos identifica el
gobierno, nos persigue, nos amenaza de distintas for-
mas. Nos reprime, nos encarcela, nos mata”.
32
De ahí la importancia de otra
precisión hecha por los compañe-
ros de Voces Oaxaqueñas Cons-
truyendo Autonomía y Libertad
(VOCAL): “Hoy, no sólo quisié-
ramos contarles de nuestra repre-
sión, sino de la lucha que con ella
quisieron frenar, nuestras alegrías
y nuestras esperanzas, esos otros
caminos que queremos caminar
y que van de la mano de nuestra
historia arraigada como indígenas
y nuestras propuestas para hacer
otra política”.
El reconocimiento de que la
represión, en tanto respuesta del
sistema, no debe entenderse como una forma aislada
de escarmiento, sino como una estrategia para reducir
la movilización del pueblo en general, contribuyó al
fortalecimiento de una identidad común como parte
de una lucha más amplia. Mariana Selvas, compañera
ex presa política por el caso Atenco, comparte esta vi-
sión al afirmar que “la represión política es un método
del Estado para mantenernos sumisos. Una de sus fi-
nalidades es romper el tejido colectivo solidario, por-
que las experiencias comunitarias y la participación
colectiva cuestionan de manera directa al poder”.
“Sabemos que el Estado quiso enviar un mensaje a
la gente que lucha, nos quiso usar como castigo ejem-
plar. Supusieron que nos quedaríamos derrotados y de-
rrotadas, y que prevalecería la desesperanza”, nos dice
Italia, también compañera ex presa política por el mis-
mo caso. Como mujeres, estas compañeras debieron
enfrentar, además de la detención brutal y el encarce-
lamiento, la tortura sexual: “Pretendían su estigmatiza-
ción, que las viéramos como pobrecitas y vulnerables
y que pensáramos que ese es el destino obvio para las
mujeres que luchan”, nos dice Susana González.
Es por esto que un grupo de compañeras ex pre-
sas, agredidas sexualmente como parte de la represión
del 3 y 4 de mayo en Texcoco y Atenco, junto con
otras compañeras y compañeros luchadores sociales,
se han conformado como Campaña contra la Tortura
Sexual. Esta Campaña tiene como objetivo reflexio-
nar y evidenciar que “la tortura sexual es un arma muy
efectiva del Estado para evitar que nos organicemos,
hasta volvernos colaboradores suyos, o simplemente
que permitamos que las cosas sigan sucediendo y nos
volvamos indiferentes, que ya no participemos”.
En este encuentro, articulado mediante denuncias
públicas, manifestación de experiencias tan dolorosas
como valiosas en cuanto aprendizaje de organización
y reconstrucción colectiva de la propia historia, se re-
conocieron múltiples variantes de la represión: desde
el asesinato, y la desaparición y encarcelamiento, has-
ta el hostigamiento constante, los despidos laborales,
entre otros. Para VOCAL es evidente que “el poder
pretende quitarnos el derecho de organizarnos, a cada
paso que damos nos sacude con un golpe de violen-
cia. Hoy un desalojo, mañana un asesinato, un encar-
celamiento, violación, tortura y golpes, así como la
permanente militarización de nuestros territorios”.
Como indígenas organizados, la Sociedad Civil
Las Abejas conoce de cerca la represión, su asisten-
cia al Festival —después de 11 años sin justicia tras
la masacre de Acteal— puso de manifiesto que “el
gobierno ha reprimido a las organizaciones indígenas
con la formación de grupos paramilitares y desplaza-
miento, despojos, amenazas y hasta la masacre”.
Algunos compañeros de La Otra Campaña en el
estado de Morelos compartieron que su forma de en-
frentar la represión tiene que ver con el acompaña-
miento a las trabajadoras sexuales, en Jojutla, quienes
“son explotadas, marginadas, golpeadas por la policía
y padroteadas”, así como a las y los compañeros tra-
bajadores ambulantes que están siendo continuamen-
te desalojados de todo punto de venta.
La represión, entonces, durante el Primer Festival
Mundial de la Digna Rabia, perfilada como un ataque
heterogéneo contra la totalidad del movimiento y no
sólo contra aquellos en quienes recae de manera di-
recta, fue enfocada de tal modo que se reconocieron
también sus efectos sobre otros modos de lucha: sobre
los familiares de los compañeros directamente agredi-
dos e, incluso, sobre el grueso de la población que se
mantiene al margen de la organización. La represión
que ejerce el Estado sobre cualquier luchador social
fue caracterizada como una acción que busca una re-
percusión inmovilizante sobre la sociedad toda.
Una de sus finalidades, de acuerdo con Gloria
Arenas es “aniquilar las estructuras organizativas
populares así como el surgimiento de otras, destruir
cualquier forma de propagación del pensamiento y
ánimo transformadores. Los alcances de la persecu-
ción-represión van más allá de la colectividad direc-
tamente golpeada. Sus efectos, además de destructi-
vos e inmediatos, son preventivos”. Esta visión fue
compartida por la compañera Isabel Almaraz Matías,
recién liberada del penal de Ixcotel trás más de seis
años de prisión, quien expuso que en su región (Loxi-
cha), “el Estado sembró el miedo con sus ejércitos y
grupos paramilitares para que la gente dejara de par-
ticipar, criminalizando nuestro trabajo comunitario e
inventándonos que somos guerrilleros”.
Desde el penal Molino de Flores, en Texcoco, se
hizo escuchar la palabra de los compañeros presos
políticos de Atenco para quienes “el ambiente en la
cárcel te envuelve en una profunda incertidumbre, tu
cuerpo se llena de coraje e impotencia, pues cada vez
que nos visitan nuestros familiares tienen que sopor-
tar toda clase de humillaciones. Sin embargo, tanto
ellos como nosotros y ahora ustedes, tenemos que se-
guir en pie de lucha y una lucha llena de sacrificios y
entrega, pero sobre todo con esa fuerza de voluntad y
de unidad que sostiene cualquier lucha social”.
En este sentido, se habló también de la importancia
de retomar el tema de la tortura “como una intervención
del poder del Estado con el fin de dañar la integridad
física y psíquica de la persona y quitarle la dignidad,
con lo que a la vez afecta a la familia y a la comunidad,
generando terror en la sociedad en general. Por eso no
sólo es una violación de los derechos humanos, es una
manifestación extrema de la lucha de clases, utiliza-
da para mantener la dominación de la clase poseedora
sobre las demás”, tal como lo manifestó el Colectivo
Contra la Tortura y la Impunidad (CCTI).
No somos estadística,
nombremos a nuestros compañeros
Un acuerdo tácito entre los asistentes a este Festival
consistió en el reconocimiento de la importancia de
nombrar a nuestros compañeros presos, detenidos-
desaparecidos, así como a nuestros muertos como
producto de la represión política, no permitiendo que
se les transforme en estadística, en meros datos, ni
que se banalicen los crímenes cometidos en contra
de nuestros compañeros, de nuestras compañeras, o
33
de nosotros mismos. Como muestra de esta convic-
ción, el compañero Alberto Patistán Gómez, preso
político, envió una grabación a nombre de La Voz de
El Amate, en la que saluda al festival y hace un re-
cuento de su proceso organizativo dentro del penal.
Cuatro compañeros ex presos, quienes sostuvieron
una huelga de hambre por más de 30 días en ese mis-
mo penal, hoy libres por el esfuerzo solidario de La
Otra Campaña, de las comunidades chiapanecas, de
la Otra Jovel y de sus familiares, estuvieron presentes
en el Festival, ellos son: Julio César Pérez, Aureliano
Álvarez Gómez, María Delia Pérez Arizmendi y Julio
César Méndez.
A través del Colectivo Zapatista de Oaxaca, pudo
escucharse la palabra del compañero Álvaro Sebastián
34
Ramírez y Abraham García Ramírez, presos políticos
de la región Loxicha, quienes compartieron su expe-
riencia frente a la represión brutal del Estado en con-
tra de las comunidades zapotecas de su región. Isabel
Almaraz Matías, perteneciente a la misma región, re-
memora también su caso: “estuve seis años y un mes
acusada de ser guerrillera por luchar al lado de mi pue-
blo, por la libertad de nuestros hermanos. Luchando es
como alcancé mi libertad el pasado 17 de julio”.
La voz de los compañeros Pedro Castillo Aragón,
miembro del Comité de Defensa Ciudadana (CODE-
CI) organización integrante de la APPO, Víctor Hugo
Martínez Toledo y Miguel Ángel García, miembros
de la APPO, presos en el penal de Santa María Ixco-
tel, Oaxaca, actualmente integrantes del Comité Ixco-
tel, pudo escucharse a través de la
lectura de sus mensajes por parte
de los compañeros de VOCAL.
Del mismo modo, llegó la palabra
de Pedro Reyes Flores, Narciso
Arellano Hernández, Julio César
Espinoza Ramos, Edgar Eduardo
Morales Reyes, Juan Carlos Es-
trada Cruces, Oscar Hernández
Pacheco, Román Adán Ordoñez
Romero, Jorge Alberto Ordoñez
Romero, Alejandro Pilón Zacate e
Inés Rodolfo Cuellar Rivera, pre-
sos en el Penal de Molino de Flo-
res, Texcoco.
La compañera Gloria Arenas
también se hizo presente mediante
un escrito en el que reflexiona so-
bre diversos elementos en torno a
la represión y los compañeros de
La Voz de Los Llanos, desde el
Cereso número 5, de San Cristóbal
de Las Casas, Chiapas, se suma-
ron al Festival transgrediendo los
muros impuestos por el Estado.
Desde Nuevo León, llegó el
compañero Gerardo Armendá-
riz para compartir su experien-
cia: “Estuve preso en el penal de
Topo Chico por haberme solida-
rizado con unos colonos —las y
los colonos de Nueva Castilla— que fueron despo-
jados de sus terrenos, sus casas fueron derrumbadas
por el Instituto de la Vivienda del estado y fueron
reprimidos por órdenes del gobernador”.
En cumplimiento de esta responsabilidad de
nombrar a nuestros compañeros reprimidos, el CIPO-
RFM, expuso los casos de Raúl Gatica, fundador de
su organización, quien tiene en su contra más de 12
órdenes de aprehensión, tanto del fuero común como
del federal, por lo que se ve obligado a vivir lejos
de su tierra, exiliado en Canadá. El de la compañera
Dolores Villalobos Coamatzi, perseguida de la misma
manera. Del compañero Miguel Cruz Moreno, quien
“también ha sido perseguido constantemente, amena-
zado de muerte por vía telefónica y a sus familiares”.
Y el caso de “nuestro compañero Manuel, por la dig-
nidad que tuvo para presentarse como testigo de la
muerte del compañero Brad Will, nos vamos enteran-
do que de testigo de cargo, pasa a ser indiciado por
encubrimiento y es perseguido”.
La compañera Martha Camacho, de la Unión de
Madres con Hijos Desaparecidos de Sinaloa, presentó
un recuento de la represión en ese estado, entre 1975
y 1978, que las llevó a conformarse como organi-
zación: “Fui desaparecida política y tuve un hijo en
cautiverio cuando estuve en una cárcel clandestina.
En Sinaloa, la represión empieza a partir de 1975 con
la desaparición de Lourdes Martínez Huerta, compa-
ñera, maestra universitaria y que estaba embarazada.
Para 1976, también desaparecen a otros compañeros:
José Guadalupe Sicairos, Héctor David Sandoval,
José Barrón Caldera, Miguel Ángel Valenzuela Rojo,
Ignacio Tranquilino Herrera Sánchez, Juan de Dios
Herrera Sánchez, Cristina Rocha Manzanares de He-
rrera —esposa de Ignacio Tranquilino Herrera Sán-
chez— que también estaba embarazada y tenía un niño
de un año. También desaparecieron, en 1976, a Henry
López Gaytán, a quien arrebataron de los brazos de su
madre. A ella se la trajeron secuestrada desde un lugar
llamado San Blas, El Fuerte, Sinaloa, con un trayecto
aproximado de seis horas, junto con una hija de 15
años y, finalmente, se llevan a su hijo. Como men-
ciona doña Rita: ‘Lo arrebataron de mis brazos, me
lo quitaron, me lo quitaron’ y ella sabe quién. Otros
de los desaparecidos del 76 son: José Manuel Rojas
Gaxiola, Leonardo Salazar Aguiluz, Héctor Arnoldo
León Díaz, de tan sólo 16 años. Y para 1977, se viene
una cascada de desapariciones tremenda: Guillermo
Elenes Valenzuela de 17 años. Luego viene la desa­
parición de estudiantes de la Universidad Autónoma
de Sinaloa y del Instituto Tecnológico Regional de
Culiacán: Felipe Ángel Milán García, Ángel Manuel
Herrera Álvarez, José Guadalupe Salazar García,
Francisco Javier Manríquez Pérez, José Manuel Ala-
pizco Lizárraga ―que era mi esposo―, Juan Germán
Flores Carrasco, Juan de Dios Carvajal Pérez, Car-
los Alemán Velázquez, Luis Francisco García Castro,
Gilberto López Arroyo, Joel Orlando Miguel Anaya,
Edmundo Hernández Borrego, Saúl Salazar García,
Cosme López Barrón, Alejo Samaniego, Rigoberto
Rodríguez Rivera. Y para 1978, está la desaparición
no únicamente de estudiantes de la universidad, sino
también de obreros y trabajadores de la elaboración
de ladrillos: José Crescencio Aispuro Amésquita,
Oscar César Gaxiola Murillo, Héctor Manuel Ávila
Angulo, Vidal Cota Valdéz, Alejandro Díaz Acosta y
Rafael Yáñez Ruelas”.
En esta voluntad de pronunciar los nombres de
nuestros compañeros afectados por la represalia ca-
pitalista, VOCAL realizó también un amplio esfuer-
zo e hizo presentes a muchos compañeros detenidos
en Oaxaca: Juan Manuel Martínez Moreno (acusado
por la PGR del asesinato de Brad Will), Víctor Hugo
Martínez Toledo, Miguel Ángel García (detenidos
tras la batalla del 2 de noviembre de 2006), Pedro
Castillo Aragón (participante de la APPO), Agustín
Luna Valencia, Eleuterio García Hernández, Álvaro
Sebastián Ramírez, Urbano Ruiz Cruz, Cirilo Ambro-
sio Antonio, Abraham García Ramírez, Fortino Enrí-
quez Hernández, Ricardo Martínez Enríquez, Justino
Hernández José, Estanislao Martínez Santiago, Am-
brosio Martínez, Zacarías Pascual García López (to-
dos originarios de comunidades de la región Loxicha,
acusados de pertenecer al EPR). Abraham Ramírez
Vázquez, Noel García Cruz y Juventino García Cruz
(compañeros de la comunidad de Santiago Xanica),
José Luis Sánchez Gómez (encarcelado a raíz de la
lucha de la comunidad de San Blas Atempa, en el Ist-
mo de Tehuantepec). Amado Castro López, Nicasio
Zaragoza Quintana y Edmundo Espinosa Guzmán
(recluidos con sentencias de 80 años, por defender la
vida comunitaria de su localidad).
35
 Ofelia Domínguez Guzmán y Germán García An-
drés (recluidos en el penal de Tlacolula de Matamoros,
por defender la propiedad comunal en Oaxaca). Y en
este tenor se denunció también la amenaza de muerte
recibida, el pasado 12 de diciembre, por el compañero
Angélico Solano Jiménez, comunero de Benito Juá-
rez, Municipio de San Miguel Chimalapas, por la lar-
ga lucha en defensa de su tierra y su territorio.
Si tocan a uno…
Sin necesidad de una agenda establecida, las y los
participantes del Primer Festival Mundial de la Dig-
na Rabia ―mediante la exposición de su palabra en
las mesas de trabajo, la presentación de sus luchas en
los stands dispuestos para ello, del diálogo directo,
reuniones con temáticas específicas propuestas por
ellos mismos en el transcurso de las actividades―,
lograron hilvanar diferentes fragmentos ―análisis,
vivencias, compromisos, proyectos, contactos, entre
otros― que permitieron, de manera colectiva, contar
con una visión más amplia respecto a la manera de
afrontar la represión.
Como primer esbozo, se reafirmó la necesidad de
asumir la lucha por la libertad de los presos y presas
políticas, así como del apoyo solidario en casos con-
cretos de represión, como un eje central de lucha de
La Otra Campaña.
En este sentido, se reconoció la participación ac-
tiva de compañeros de la Otra Obrera, adherentes a
La Otra Campaña, familiares, viudas y cuadrillas de
trabajadores, en los trabajos de rescate en la mina de
Pasta de Conchos, a partir del pasado 20 de noviem-
bre, en cumplimiento del compromiso adquirido en
noviembre de 2006 con las viudas de los 63 mineros
muertos por la negligencia del patronato, del gobier-
no y de la dirigencia sindical. Y hacen un llamado al
resto de compañeros adherentes en espera de mayor
solidaridad política y económica.
Desde Nuevo León, la compañera Liliana Torres
nos recuerda: “nos dolió Atenco, nos dolió Oaxaca,
nos duele Guerrero, nos duele Chiapas, nos duele
Grecia. Y es preciso decir que es urgente que apren-
damos a ver, conocer y apoyar los conflictos que
suceden también en el norte de México, donde se
dice que no pasa nada. Es preciso compañeros, para
36
no sentirnos nunca más abandonados”. Gerardo Ar-
mendáriz, compañero ex preso político, provenien-
te también de este estado, reconoce la importancia
de la solidaridad como parte de La Otra Campaña,
aunque a veces conlleve repercusiones dolorosas:
“por apoyar a las familias desalojadas de sus casas
en Nuevo León fuimos encarcelados en el Penal de
Topo Chico. Afortunadamente, los compañeros de
organizaciones independientes, de colectivos li-
bertarios, de todo tipo de colectivos que luchan se
dieron a la tarea, inmediatamente, de apoyar. Y esto
al gobierno le molestó bastante, porque el asunto se
politizó y sale a la luz su verdadero interés en esos
terrenos, que es la construcción de un megaproyec-
to que se llama Interpuerto Monterrey. Gracias a la
presión de los compañeros de La Otra Campaña a
nivel nacional e internacional que nos apoyaron, hoy
estamos en libertad”.
También, como fruto de la solidaridad y el com-
promiso, nació y se ha mantenido el Plantón Molino
de Flores, tras la represión del 3 y 4 de mayo de 2006
en Texcoco y Atenco. Para los compañeros que parti-
cipan en él, “éste esfuerzo de La Otra Campaña surge
porque hay el motor del movimiento de resistencia, de
protesta y de apoyo hacia los compañeros presos, y se-
guiremos en pie hasta alcanzar la libertad de todos”.
Para los compañeros del Tianguis Contracultural
de Ciudad Guzmán, Jalisco, la coordinación entre ad-
herentes para enfrentar la represión es parte funda-
mental de su trabajo político. Ésta consiste en hacer
“chambas conjuntas con compas de Colima, de Sa-
yula, de Guadalajara, para apoyarnos en algún caso
de represión policial. También hacemos acciones de
apoyo a los presos políticos y a las comunidades en
resistencia como La Yerbabuena”.
A modo de agradecimiento, la compañera Isa-
bel Almaráz, de la región Loxicha, dio a conocer las
diferentes formas en que recibió apoyo solidario de
La Otra Campaña: “en el año 2002, me detuvieron,
comencé a hacer huelgas de hambre y a enviar mis
cartas pidiendo solidaridad. Después de cuatro años
de no lograr mi libertad, en el 2006, recibimos la
visita del Delegado Zero en el interior del penal para
decirnos que no estamos solos y que tenemos que
luchar por nuestra libertad. Del 2006 hasta hoy, me
han acompañado muchos compañeros de La Otra
Campaña. Agradezco a todas y todos los compañe- Entonces, la rabia tras la represión es una rabia
ros que me enviaron cartas de apoyo y que me brin- antisistémica potenciada, que no puede generar luchas
daron sus pláticas, sus medicinas, libros, trabajos. aisladas ni segmentadas. La lucha contra la represión
Que me ayudaron a vender mis artesanías. Los que es la lucha contra el capitalismo, no una lucha nueva,
marcharon, los que se pronunciaron en mi nombre, sino la continuidad de la lucha por un mundo mejor.
los que realizaron sus pintas, ayunos y muchas más
formas en que me apoyaron”. Hay muchos que dicen que es una locura resistir al
sistema, pero en realidad es una locura no hacerlo.
La lucha contra la represión es la lucha contra el (…) El objetivo de la represión es inmovilizar pero,
a despecho de su fuerza y del poder que la genera, el
capitalismo
movimiento continúa. Para quienes no aceptamos la
represión y sus efectos como destino, el movimiento tiene
Los compañeros del CCTI están convencidos de que
la misión de construir otro orden social que remplazará
“la tortura no será erradicada hasta que acabemos con al desastre capitalista. Es ineludible para los movimientos
el sistema de clases sociales, con el Estado de clase, antisistémicos enfrentar la represión, por eso necesitamos
con el capitalismo. Pero también queda claro que el aprender de ella, no solamente soportarla, pero no basta
campo de la lucha contra la tortura es terreno de con- con eso: precisamos vencerla.
frontación directa, sin intermediarios, entre la máqui- Gloria Arenas.
na represora y el pueblo. Por eso, los torturados no
son víctimas sino luchadores en
resistencia, en la medida que no le
pongan precio a su dignidad”.
En esta lucha antisistémica
“el coraje hace que pierdas el
miedo, cuando te das cuenta de
que hay compas presos, que hay
políticos corruptos, rateros, aga-
rra uno coraje y piensa uno que
eso hay que desenmascararlo al
precio que uno tenga que pagar”,
dicen los compañeros de la Ra-
dio Comunitaria Arcoiris.
En este sentido, si la repre-
sión, como medida sistemática
de defensa del capitalismo fren-
te a la movilización popular, va
contra la totalidad de personas y
organizaciones que de una u otra
manera luchan contra el orden es-
tablecido, el preguntarnos ¿cuál
es la rabia de quienes han sido o
están siendo blanco de la repre-
sión o persecución política?, nos
remite casi de inmediato a pre-
guntarnos por su rabia primera:
la rabia en contra de un sistema
social injusto y perverso.

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