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Gregorio Cabello Porras

LA POLIVALENCIA FUNCIONAL Y SIGNIFICATIVA DEL MOTIVO DE LA


«AVENTURA» EN EL SIGLO DE ORO Y LOS CONCEPTOS QUE DE ÉSTE SE
DESPRENDEN: VIAJE, BÚSQUEDA, TRABAJO, EMPRESA.
http://angarmegia.com/gregoriocabello.htm
LA POLIVALENCIA FUNCIONAL Y SIGNIFICATIVA DEL MOTIVO DE LA
«AVENTURA» EN EL SIGLO DE ORO Y LOS CONCEPTOS QUE DE ÉSTE SE
DESPRENDEN: VIAJE, BÚSQUEDA, TRABAJO, EMPRESA.

1. La «aventura» en la prosa de ficción del Siglo de Oro como motivo


estructurante de la diégesis tiene sus bases en una determinada concepción
del mundo y del espacio que hunde sus raíces en la Edad Media y adquiere
dimensiones nuevas y radicalmente distintas conforme el saber humanista
va afianzando sus nuevos valores. El sentido de la vida, de la muerte y del
amor se verán afectados por los nuevos horizontes que se le abren al
hombre en la transición de la Edad Media al Renacimiento, y un mundo de
posibilidades ignotas propicia el recurso de la ficción a internarse en esos
nuevos ámbitos. Dos lecturas de referencia obligada, auténticos clásicos,
nos muestran esta transición:
- JOHAN HUIZINGA, El otoño de la Edad Media [1927], Madrid, Alianza
Editorial, 1989
- JACOB BURCKHARDT, La cultura del Renacimiento en Italia [1860],
Madrid, EDAF, 1990
Su lectura y el panorama que nos presentan debe ser revisado a la luz de las
aportaciones de:
- C. S. LEWIS, La imagen del mundo (Introducción a la literatura medieval
y renacentista), Barcelona, Antoni Bosch, 1980
- A. TENENTI, Il senso della morte e l’amore della vita nel Rinascimento.
Francia e Italia, Turín, Giulio Einaudi, 19782
- PAUL ZUMTHOR, La medida del mundo. Representación del espacio en la
Edad Media, Madrid, Cátedra, 1993

2. La «aventura» tendrá como protagonista primero al caballero, como


encarnación del superhéroe idealizado. Éste representa a las fuerzas del
Bien en lucha constante con las fuerzas del Mal, que amenazan con sumir
en el caos y la destrucción un tipo de sociedad caballeresca que se
materializa iconograficamente en la corte del rey Arturo y sus caballeros de
la «table ronde», sometidos a múltiples pruebas que pondrán de manifiesto
su heroicidad, y con un objetivo último de carácter espiritual, la búsqueda
del Santo Grial.
Con el paso del tiempo, ese objetivo último de la búsqueda desaparece para
dar paso a la figura del «caballero andante», que recorre los caminos, los
más diversos reinos y tierras, para probar y confirmar reiteradamente su
condición de héroe ante las hostiles fuerzas del mal, con el objetivo de
restaurar el bien y la justicia, pero sobre todo, de hacerse acreedor de los
amores de la dama que rige sus destinos. Atentos a un rígido código de
conducta que no pueden transgredir, se convertirán en modelos de
comportamiento en las cortes europeas, incluso cuando algunas de ellas

1
entran en conflicto y acuerdan dirimir sus diferencias conforme a las leyes
de la caballería. Éste será el modelo que presida el Amadís y sus secuelas
en España.
LR
- CARLOS GARCÍA GUAL, Primeras novelas europeas, Madrid, Istmo, 1974
- JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC, La novela y el espíritu de la caballería,
Barcelona, Mondadori, 1993
- MARTÍN DE RIQUER, Estudios sobre el Amadís de Gaula, Barcelona,
Sirmio, 1987; y su introducción a Joanot Martorell, Tirante el Blanco,
Barcelona, Planeta, 1990, pp. VII-LXXXIV.

3. La ficción sentimental propiciará la convergencia de la figura del


«caballero andante» y de sus aventuras, junto a su amor idealizado a la
mujer deificada, con una realidad más próxima al lector, la de la
aristocracia de la nobleza contemporánea, caballeros que se baten en el
campo de batalla real de las últimas campañas contra los moros del reino de
Granada. Y, posteriormente, idéntica convergencia tendrá lugar en la
ficción morisca, donde se escenifican los últimos rescoldos que supondrán
las guerras civiles de Granada contra los moriscos alzados en armas y
refugiados en las Alpujarras. «Aventura» y «amor» comparten el espacio
de la diégesis narrativa, debiendo atravesar los amantes por una serie de
dificultades y obstáculos que se interponen en su amor, poniendo a prueba
su constancia, su fidelidad y su honra.
LR
- ANTONIO PRIETO, Morfología de la novela, Barcelona, Planeta, 1975,
especialmente el capítulo III
- ALAN DEYERMOND, Tradiciones y puntos de vista en la ficción
sentimental, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
1993
- HAYDÉE BERMEJO HURTADO y DINKO CVITANOVIC, «El sentido de la
aventura espiritual en Cárcel de amor», Revista de Filología
Española, XLIX (1966), pp. 289-300 [recurso electrónico]
- M.ª SOLEDAD CARRASCO URGOITI, El moro de Granada en la literatura
española (del siglo XV al XIX), Granada, Universidad de Granada,
1989

4. A mediados del siglo XVI la traducción y difusión de Las etiópicas de


Heliodoro, por una parte, y la aparición del Lazarillo de Tormes, supondrán
un cambio sustancial en el concepto de «aventura» tal como se había
tematizado hasta ese momento. Pero las consecuencias y el desarrollo de
esta transformación funcional y significativa de la noción de «aventura» no
alcanzarán su expresión plena hasta los primeros años del siglo XVII.

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4.1. La ficción de aventuras, a través de la obra de Heliodoro, supone una
recuperación de uno de los periodos que, como apunta E. C. Riley,
constituye uno de los hitos significativos en la historia de la ficción
narrativa, la de la llamada novela griega, bizantina o helenística, a la vez
que la culminación de un periodo de experimentación en la prosa de ficción
española, llevado a cabo a lo largo del siglo XVI, y que, ahora, permite una
serie de innovaciones que convertirán las primeras décadas del siglo XVII en
una fase de excepcional importancia en la literatura universal. La
«aventura» y los motivos ligados a ésta (el viaje, las pruebas y obstáculos,
la búsqueda) adquieren una dimensión acorde con el nuevo espíritu de la
contrarreforma y el mismo término de «aventura» es sustituido por el de
«empresa» o «trabajo» con lo que ello comporta de perfeccionamiento
moral y espiritual de los protagonistas, que de «caballeros andantes» pasan
a convertirse en «peregrinos». Son héroes que se encuentran fuera de su
patria natural, la morada de Dios, y que tienen como misión y objetivo
cumplir una empresa, la de la perfección espiritual, a fin de regresar al
paraíso perdido del reino de los cielos. En su tránsito por las tierras más
«peregrinas» (en su acepción de raras, extrañas, extranjeras) se verán
continuamente acosados por las acechantes y pertinaces fuerzas que los
inducen a pecar y a perder de vista su verdadera meta.
LR
- JAVIER GONZÁLEZ ROVIRA, La novela bizantina de la Edad de Oro,
Madrid, Gredos, 1996
- JOSÉ LARA GARRIDO, «Estructura y poética de género en la narrativa (El
peregrino en su patria de Lope de Vega como romance)», Del
Siglo de Oro (métodos y relecciones), Madrid, Universidad
Europea – CEES Ediciones, 1996, pp. 401-470
- ANTONIO VILANOVA, «El peregrino andante en el Persiles de Cervantes»,
Erasmo y Cervantes, Barcelona, Lumen, 1989, pp. 326-408

Puede darse el caso, en la confluencia de amor y aventura que caracteriza la


ficción del Siglo de Oro, que esta nueva figura del «peregrino» pierda el
norte de su transitar por el mundo material a causa del amor terrenal,
pasional, confundido por la inclinación natural de los sentidos, en cuyo
caso cabría calificarlo más como «peregrino de amor» que como
«peregrino andante». Aunque A. Vilanova lo estudia a partir de la ficción
poética de las Soledades gongorinas, sus argumentaciones tendrían validez
para muchas de las novelas cortas que se escriben en este periodo en los
que la «aventura», ligada a los viajes, obstáculos, búsquedas componen el
eje de la diégesis narrativa.
LR

3
- ANTONIO VILANOVA, «El peregrino de amor en las Soledades de
Góngora», Erasmo y Cervantes, Barcelona, Lumen, 1989, pp. 410-
446
- GREGORIO CABELLO PORRAS, «El motivo de la peregrinatio en Soto de
Rojas: sumarización ejemplar de un itinerario en la vida y en la
literatura», Barroco y Cancionero, Málaga, Univeridad de Málaga
– Universidad de Almería, 2004, pp. 417-509.

La obra fundamental sobre el «peregrino» como uno de los arquetipos de la


ficción narrativa del Siglo de Oro, junto a las del «caballero andante», el
«pastor» y el «pícaro», sigue siendo la de:
- J. HAHN, The Origins of the Baroque Concept of «peregrinatio», Chapel
Hill, The University of North Carolina Press, 1973

4. A pesar de que el Lazarillo se imprime a mediados del siglo XVI, y tal


como escribe E. C. Riley, sustentando sus afirmaciones con las previas de
F. Lázaro Carreter y C. Guillén, «la picaresca no pudo tener existencia
genérica antes del año 1599», fecha en que se imprime la primera parte del
Guzmán de Alfarache. A partir de este momento la «aventura» va a
representarse como una «reacción extrema contra los tipos prevalentes de
ficción idealista del siglo XVI», en palabras de Riley. Ya no se trata de una
búsqueda iniciática y trascendental, o de una reafirmación del estamento
nobiliar a través de la condición de superhéroe del invencible «caballero
andante», ni del aristócrata capaz de las más arriesgadas peripecias para
conseguir el amor de su dama, ni del peregrino cuya meta es el
perfeccionamiento espiritual para reintegrarse al orden natural de la
divinidad, siempre guiado por la providencia divina. Desde un punto de
vista y una perspectiva autobiográficos, el «pícaro», arquetipo del
«antihéroe», vive la vida no como una sucesión de «aventuras», sino como
una sucesión de obstáculos ante los que tendrá que desplegar su ingenio,
mañas, argucias, sin ningún código moral que lo constriña, a fin de cumplir
su único objetivo: la supervivencia en la lucha por la vida, planteada desde
los niveles más cercanos a los planos de la realidad que la ficción idealista
omitía. Se trata de obtener algo que comer, un lugar para dormir, un afán de
medrar para ascender desde la más ínfima casta social.
La lista de lecturas recomendadas para este apartado podría ser
interminable. Opto por dar obras ya clásicas en la historiografía crítica que
el alumno podrá utilizar como punto de partida para acercamientos más
actualizados.
LR
- ALEXANDER A. PARKER, Los pícaros en la literatura: la novela picaresca
en España y Europa (1599-1753), Madrid, Gredos, 1971

4
- MAURICE MOLHO, Introducción al pensamiento picaresco, Salamanca,
Anaya, 1972
- FERNANDO LÁZARO CARRETER, «Lazarillo de Tormes» en la picaresca,
Barcelona, Ariel, 19832
- FRANCISCO RICO, La novela picaresca y el punto de vista, Barcelona, Seix
Barral, 2000
- JOSÉ ANTONIO MARAVALL, La literatura picaresca desde la historia
social, Madrid, Castalia, 1986

Quiero destacar aquí, para la mejor comprensión del sentido de las


«aventuras» del pícaro, no susceptible de una lectura homogénea y
unidereccional, lo que debe ser una tarea insoslayable para el alumno:
atender a la obra específica sobre la que compone su ensayo sin
encorsetarla en categorizaciones genéricas y tópicas. Cito aquí por extenso
un párrafo de un estudio más que concluyente:
- ANTONIO REY HAZAS, «Poética comprometida de la novela picaresca»,
Deslindes de la novela picaresca, Málaga, Universidad de Málaga,
2003:

La novela picaresca era un género especialmente


adecuado para el debate ideológico, cuya poética
implícita forzaba, casi necesariamente, el tratamiento de
una serie de temas sociales, políticos y morales de plena
actualidad: influencia del linaje, concepto de la honra,
relación honra-dinero, relación honra-herencia, relación
honra-aspecto externo, posibilidad de cambio social,
concepto de nobleza, justicia-injustcia social, situación
del escudero…Su configuración formal y estructural
coadyuvaba perfectamente a la visión polémica de
dichos temas, con gran coherencia entre morfología y
contenido. Por ello, por su especial conformación,
favorecía mejor que ninguna otra forma narrativa
coetánea la crítica desde perspectivas ideológicas
distintas e incluso opuestas. Ello explica que la mayor
parte de la heterogénea nómina de los escritores que la
cultivaron fueran novelistas de una sola obra,
impulsados hacia el género más por motivos
ideológicos o sociales que literarios. Consecuencia
lógica de este mismo hecho fue que lo que empezó
siendo novela, y gran novela moderna, en las andanzas
de Lazarillo de Tormes y de Guzmán de Alfarache, se
convirtiera pronto en puro esquema narrativo (eso sí,
pleno de prestigio literario ya) vacío de significado, en

5
una mera fórmula de relato que, desde luego, permitía y
casi exigía la polémica y la crítica acerca de unos temas
concretos de máxima actualidad e importancia

Véase también
- F. CABO ASEGUINOLAZA, «La novela picaresca y los modelos de la
historia literaria», Edad de Oro, XX (2001), pp. 23-38.

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