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Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también
a su marido, el cual comió así como ella. Gen 3:6
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino
del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre. 1Jn 2:15-17
INTRODUCCION
La caída del primer hombre debe considerarse a la luz de lo que le precedió, es decir, el estado
de inocencia, el tentador, y la tentación, y de lo que le siguió que fue la muerte espiritual y la
depravación de los que pecaron, y en consecuencia la muerte espiritual y la depravación de la
raza humana y la muerte física.
Dios les había advertido a nuestros primeros padres que el día que comieran del fruto que les
había prohibido, ciertamente morirían. La sentencia que estaba prevista se dicto, y se les
impuso la condena de muerte en sus tres formas:
1. MUERTE ESPIRITUAL, que es el acto mediante el cual el alma y el espíritu del
hombre quedaron separados de Dios; esta muerte espiritual cayó sobre ellos en el
momento que pecaron;
2. MUERTE FÍSICA, que comenzó de inmediato su inevitable proceso de desintegración,
el cual habría de culminar algún día en una separación mediante la cual el alma y el
espíritu se separarían del cuerpo;
3. MUERTE ETERNA, que es la muerte segunda, según la cual ellos quedaron sujetos al
lago de fuego, donde alma y cuerpo estarán separados eternamente de Dios.
Con respecto al lago de fuego, está escrito que fue preparado para el diablo y sus ángeles. No
fue preparado para los seres humanos. Ellos tendrán que entrar allí por el solo hecho de que
rechazan a Dios y escogen su destino con Satanás y con sus ángeles.
Examinemos ahora brevemente el efecto inmediato de la tentación que fue la caída del
hombre. En este caso es también interesante notar el proceso mediante el cual el maligno
consumó su triunfo sobre Eva. La narrativa de Moisés, aunque es breve, se puede considerar
como una ilustración articulada del análisis que hace el apóstol Juan, en su teoría con respecto
al mal, según la cual éste consiste en los deseos de la carne, los deseos de los usos, y la
vanagloria de la vida. Veamos los textos:
Gen 3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
1Jn 2:15-17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos;
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Se nos dice que la mujer, cuando dirigió su mirada al árbol, la afectó en tres aspectos:
1. Vio que era bueno para comer: allí estaba presente el deseo de la carne, todos los
más profundos e irregulares apetitos de los más bajos deseos.
2. Ella vio que era agradable a los ojos: allí estaba el deseo de los ojos, el amor
desordenado y el deseo desmedido por aquello que sólo es bello y atractivo, con el
consiguiente anhelo de poseer, lo que sólo enriquece y magnifica
3. La mujer vio también que el árbol era codiciable para alcanzar la sabiduría . Allí
estaba presente, pues, la vanagloria de la vida, el amor impío hacia la preeminencia,
la incansable curiosidad de entremeterse en lo que Dios ha querido mantener en
oculto, la ambición de tomar el poder aún más allá de lo que nos corresponde, y la
impía presunción, si no de ser iguales a Dios, por lo menos de mantener el derecho
sobre nosotros mismos con absoluta independencia de Dios.
Estas tres inclinaciones del hombre son las principales fuentes del mal y ocasiones para caer
en el mal que predominan en nuestros días y en nuestro mundo. Podemos ver que todas las
tres tuvieron su participación en la manifestación del primer pecado que se cometió. Estas tres
inclinaciones humanas dieron el origen del mal en nuestra raza.
El proceso mediante el cual Eva marchó por el sendero que el tentador le había preparado
sirve también de ilustración para otra declaración del nuevo testamento.
Stg 1:13-15 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios;
porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada
uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
El apóstol Santiago dice: ".. la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado".
Esta es la genealogía de la transgresión, primero aparecen los malos deseos y luego, como
consecuencia natural, vienen las malas obras.
Eso le sucedió a la primera madre: comenzó con el deseo y terminó en el pecado. Ella permitió
que el deseo de algo prohibido se alimentara en su corazón, y éste se desarrolló
inmediatamente hasta producir una obra prohibida. Su corazón engañado la descarrío. La
mente, que estaba traicionada por Satanás, la traicionó también. Y así como el deseo la dirigió
al pecado, así el pecado tiende a propagarse naturalmente.
Adán, sin embargo, no fue engañado como ella. Adán siguió el ejemplo de ella, pero con
conciencia de lo que estaba haciendo. No podemos decir si siguió el ejemplo de Eva por causa
de una impensada indiferencia, o por los afectos que tenía hacia ella. No sabemos qué fue lo
que lo movió. Pero si sabemos que lo que él hizo lo hizo con conocimiento cabal de que era
malo y de las consecuencias que podía esperar de su actuación.
Sea cuál haya sido su caso, el pecado que cometió fue grande. Adán prefirió una pequeña
satisfacción que el cumplimiento de los altos deberes y la gratitud hacia Dios. Olvidado de Dios,
de su autoridad y de su ley, lo único que él vio fue la hermosa y sonriente imagen de su
esposa, y oyó las palabras de su compañera que ya había caído.
De esta manera Adán fue persuadido a seguir el ejemplo de Eva y a participar con ella en el
pecado. Fue entonces cuando se completó la primera desobediencia del hombre. Se cumplió la
ruina de nuestra raza. Allí se quebrantó el pacto y quedó el hombre bajo la maldición.
La imagen de Dios en el hombre quedó de una vez manchada y desfigurada. Allí comenzó la
discordia entre el cielo y tierra. Fue entonces cuando las moradas del paraíso, que momentos
antes habían sido las mansiones de la inocencia inmaculada, se convirtieron en tristes
escenarios de culpabilidad, pasión y vergüenza.
Los dos grandes eventos que ocurrieron junto con el primer pecado del primer hombre
demandan consideración separada y atenta. Estos dos grandes eventos son la muerte
espiritual y la depravación, y la muerte física. Examinemos ahora
Se demostrará por la escritura que tanto la muerte espiritual como la física, aún que son muy
diferentes en carácter y en la forma en que se aplicaron a la posteridad de Adán, se originaron
igualmente en el primer pecado del primer hombre.
Las personas que están muertas espiritualmente, pueden estar físicamente vivas. El
apóstol Pablo afirma que los cristianos de Éfeso, antes de ser salvos, estaban muertos en
delitos y pecados, y que en ese tiempo de muerte espiritual andaban siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
opera en los hijos de desobediencia como se afirma en:
Ef 2:1-3 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este
mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera
en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.
Cuando Adán cometió el primer pecado experimentó una conversión al revés. Llegó a
ser degenerado y depravado. Dentro de él se desarrolló una naturaleza caída, que es
contraria a Dios y siempre inclinada hacia el mal. Su constitución se alteró
fundamentalmente y así llegó a ser un ente enteramente diferente del que Dios había
creado.
El más alto de todos los ángeles, en jerarquía, y todos los ángeles que se unieron a él en
la rebelión contra Dios habían experimentado una caída similar a la degeneración.
Ningún otro ser humano había llegado a ser pecador por haber cometido el pecado.
Todos los demás hombres nacen pecadores. Aquí ahí que saber hacer la distinción entre
el pecado como acto malo y el pecado como naturaleza mala. Por causa de un acto
pecaminoso, Adán adquirió una naturaleza pecaminosa; entre tanto, todos los miembros
de su familia nacen con la naturaleza pecaminosa.
Por causa del pecado, Adán quedó sujeto al dominio de Satanás. Literalmente, él se
rindió ante el maligno. La amplitud de esta autoridad del maligno no se nos revela, y
probablemente no pudiera revelársenos, puesto que se relaciona con aspectos y
relaciones que están fuera del alcance de la comprensión humana.
Estos pasajes establecen la presente relación entre los no regenerados y Satanás; pero
también nos revelan el hecho de que esa fue la relación en que quedo Adán desde el
momento en que cometió el primer pecado.
El cambio inmediato que se operó en Adán y Eva se nos revela en el mismo relato,
cuando se nos dice que ellos se avergonzaron al descubrir que estaban desnudos. La
narración de este incidente se encuentra en
Gen 3:6-10 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron
abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová
Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas
Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu
voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.”
Gen 3:21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió
El relato de Génesis tres se refiere a una realidad que es mucho más profunda que lo que
podemos ver en el texto, el vestido es símbolo de justicia. La vergüenza que
experimentaron el primer hombre y la primera mujer no era entre ambos, si no entre
ellos y Dios.
Ellos habían experimentado un cambio en su constitución misma que los había separado
de Dios. No se escondieron el uno del otro, sino que se escondieron de Dios. El hecho
de que iban a ser echados inmediatamente del huerto, prueba la verdad de que habían
quebrantado voluntariamente su relación con Dios, por lo cual se escondían de su
presencia. Cualquiera que haya sido su propia consciencia en ese momento, y la fiel
palabra de Dios nos ofrece una evidencia indiscutible de que ellos mismos no se sentían
ya dignos de encontrarse con Dios cara a cara.
Una prueba de esta verdad se haya en el hecho de que ellos intentaron vestirse por su
propia cuenta. Claro que el vestido que se inventaron no les fue útil en ningún sentido.
La expresión de Gen 3:21 “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de
pieles, y los vistió”, se comprende que Dios los vistió con pieles, es decir, con
derramamiento de sangre de animales. De este modo se pone en vigor otra de las
Redención se refiere a que Cristo libra a los pecadores de la esclavitud del pecado. En
los tiempos del Antiguo Testamento, a una persona con deudas podían venderla como
esclava. Luego el pariente más cercano podía redimirla comprando su libertad. Cristo
compró nuestra libertad. El precio fue su vida
Cristo es nuestro sacrificio expiatorio. En otras palabras, Él murió en nuestro lugar por
nuestros pecados. El enojo de Dios con los pecadores es legítimo. Se rebelaron contra
Él, se apartaron de su poder regenerador. Pero Dios declara que la muerte de Cristo es el
sacrificio designado y apropiado para nuestros pecados. Cristo, pues, ocupó nuestro
lugar, pagó la pena de muerte por nuestros pecados y satisfizo a plenitud las demandas
de Dios. Su sacrificio otorga perdón, remisión y libertad
Posteriormente, la Biblia enseña, con completa unidad, que toda la raza se ha depravado
y esta depravada, a menos que eche mano a la gracias salvadora de Dios; y también es
igualmente evidente que no se puede señalar algún tiempo cuando sucedió esa
depravación que no sea el día de la caída en el huerto de Edén.
Según la opinión de los hombres, si se afirma que no hay nada bueno en el hombre, tal
declaración es incierta; porque los hombres están prestos para declarar que no hay ser
humano que sea tan degradado que no tenga nada bueno. Según la opinión de Dios, por
otra parte, si se afirma que el hombre no tiene méritos para presentarse ante el creador,
el caso es completamente diferente.
Esto se prueba por el hecho de que no hay lucha entre el pecado y la santidad, en el
hombre natural; en el hombre espiritual, sin embargo si la hay.
Aquí el apóstol Pablo describe las dos fuerzas conflictivas en todos los regenerados: el
Espíritu Santo y la naturaleza pecaminosa que son nuestros malos deseos o
inclinaciones al mal.
Pablo no dice que estas fuerzas sean iguales. El Espíritu Santo es mucho más fuerte,
pero si nosotros dependemos de nuestra propia sabiduría tomaremos decisiones
equivocadas. Si tratamos de seguir al Espíritu Santo en nuestro propio esfuerzo humano,
fallaremos. Nuestra única vía a la libertad de nuestros deseos naturales hacia el mal es
por medio del poder del Espíritu Santo
La santidad y el pecado están en un conflicto dentro del regenerado, de tal manera que
el regenerado gime dentro de sí mismo, así lo expresa Romanos 8:22-23
22
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de
parto hasta ahora; 23y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo
Por el contrario, en el hombre natural no hay tal conflicto entre los deseos de la carne y
los deseos del espíritu.
totalmente depravado no queremos decir que es tan malo como puede serlo, sino que no
tiene santidad, es decir, no tiene ese amor supremo hacia Dios. El hombre natural ama y
adora a la criatura antes que al creador como lo expresa Ro 1:21-25
21
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. 22Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria
del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles.
24
Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de
sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25ya que
cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las
criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén
Normalmente las personas deciden rechazar a Dios y Dios se lo permite. Por lo general,
Dios no interfiere en nuestras decisiones que van en contra de su voluntad. Nos permite
declarar nuestra aparente independencia de Él, a pesar de que sabe que en poco tiempo
seremos esclavos de nuestra rebeldía, y perderemos la libertad de no pecar. ¿Tiene la
vida sin Dios la apariencia de libertad para usted? Estúdielo bien. No hay peor
esclavitud que la del pecado
La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas.
Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear
nuestras convicciones. A través de la televisión, la música, las películas y el resto de los
medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y
valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas
por completo a la Biblia. Tenga cuidado con lo que permite que llegue a formar parte de
sus opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Evalúe las demás opiniones a la
luz de sus enseñanzas
Si seguimos el relato bíblico sobre la caída del hombre, el texto bíblico no continúa el
tema hasta el momento en que nos descubre la evidencia universal de la muerte. En el
libro del Génesis encontramos la solemne declaración en Gn 6:5: "y vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos
del corazón de ellos era de continuo solamente el mal". ¡Cuán opuesta es esta
declaración a la estimación original de Dios con respecto a la creación! Cuando se
afirma en Gn 1:31 “ y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en
gran manera”.
Algunos hombres santos que escribieron bajo la dirección del espíritu Santo declararon,
de manera clara, con respecto a la condición del ser humano, que era mala. Veamos
estos textos:
Job 14:4 “¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie”
Job 15:14 “¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, Y para que se justifique
el nacido de mujer?
Sal 51:5 “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi
madre
Ecl 7:20, 29 “20Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y
nunca peque. …29He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al
hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones
A las personas que llevan una vida ajena a la vida de Dios no se les puede decir una
palabra más desorientadora e injuriosa que manifestarles que ellos están perdidos sólo
por causa de sus pecados personales. Si esto fuera verdad, ellos estuvieran perdidos
solamente hasta el grado en que ellos han pecado.
La verdad es que los hombres están perdidos por naturaleza así lo expresa Ef 2:3 “3entre
los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra
carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás”
Esto tiene un significado mucho más profundo que la simple referencia a las malas
actuaciones personales. En palabras de Cristo, en Jn 8:44 “ vosotros sois de vuestro
padre el diablo” sólo la gracia de Dios, que se les otorga a quienes no la merecen por
medio de la cruz de Cristo, puede proveer la salvación, una salvación que no sólo
incluye el perdón de los pecados cometidos, sino que también imparte una nueva
naturaleza divina.
Escribiendo con respecto a la depravación del ser humano, el doctor Timothy Dwight
declara: "en verdad, no hay doctrina de las escrituras que se exprese en pasajes más
numerosos, ni en formas tan variadas, ni en términos más directos que no permiten
ninguna mala comprensión, que la doctrina de la depravación"
Es por medio de la sangre de Cristo, la sangre de la expiación, que se salvan todos los
que llegan al cielo. Si esto es así, entonces hay que llegar a la conclusión universal de
que todos y cada uno de los que llegan al cielo, y de los que se quedan por fuera, han
pecado
Pero, ¿por qué ahí necesidad de arrepentimiento universal, si no hay la suposición del
pecado universal? Los sanos no son los que necesitan al médico, si no los enfermos; por
eso, Cristo no vino a buscar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. En
consecuencia, cuando oímos que Pablo hace el llamamiento a todos los hombres en todo
lugar, no podemos dudar que ante los ojos de Dios todos los hombres son pecadores, y,
además, a menos que esto se admita y se reconozca no habrá cabal comprensión de la
verdadera naturaleza ni del designio del cristianismo que hemos obtenido.
Hemos venido examinando los dos grandes eventos que ocurrieron junto con el primer pecado
del primer hombre. Estos dos grandes eventos son la muerte espiritual y la depravación, y la
muerte física. Examinemos ahora
LA MUERTE FÍSICA
No son pocos los que se han confundido con respecto a estos amplios aspectos de la
misma verdad. El estudio completo de éste tema, no obstante, tenemos que posponerlo
hasta que lleguemos al estudio sobre el pecado. Basta aquí indicar que, aunque las dos
clases de muerte se originaron en el mismo punto, obviamente, son experiencias
completamente diferentes. Ahí quienes están muertos espiritualmente y, sin embargo,
están físicamente vivos; y también hay muchos que han muerto físicamente y, sin
embargo, tienen vida espiritual, en el sentido de que no pueden dejar de existir.
Ap 21:1-4 “1Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad,
la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido. 3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”
1 Co 15:20-26 20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los
que durmieron es hecho. 21Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,
también por un hombre la resurrección de los muertos. 22Porque así como en
Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno
en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida. 24Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya
suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25Porque preciso es que él
reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26Y el
postrer enemigo que será destruido es la muerte
La nueva Jerusalén es donde Dios mora entre su pueblo. En lugar de que subamos para
encontrarnos con Dios, Él bajará para estar con nosotros, al igual que cuando Dios se
hizo hombre en Jesucristo y vivió entre nosotros, como lo afirma Juan 1.14 ” 14Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Dondequiera que Dios reina, hay paz, seguridad y amor, para todos los que son sus hijos
y podemos ser hijos de Dios cuando creemos en su nombre y le recibimos como
nuestros Señor y Salvador como lo afirma Jn 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;”
Todos los que aceptan a Cristo como Señor de sus vidas renacen espiritualmente y
reciben nueva vida de Dios. A través de la fe en Cristo, este nuevo nacimiento nos
cambia desde adentro, reacondicionando nuestras actitudes, deseos y motivos. El nuevo
nacimiento hace que uno esté vivo espiritualmente y le permite ser parte de la familia de
Dios. Al nacer de Dios, formamos parte de su familia. ¿Ha pedido que Cristo le haga
una nueva persona? Este nuevo comienzo está a disposición de todo aquel que cree en
Cristo.