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ESTIMADAS/OS COLEGAS
Los Centros de Actualización e Innovación Educativa (CAIE) como parte del Programa de
Renovación Pedagógica de la Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente aspiran a
contribuir a la consolidación de los IFD como activas comunidades de saber pedagógico; como usinas
de pensamiento y acción educativos y como espacios de referencia, consulta e intercambio con y entre
las escuelas y demás instituciones educativas de su zona de influencia.
En consecuencia, desde mi lugar de coordinador del CAIE N° 129, vengo a invitar a formar parte de
la propuesta de trabajo “Documentación narrativa de experiencias pedagógicas”.
Esta línea de trabajo está orientada a que los educadores nos atrevamos a llevar adelante prácticas
de escritura, de indagación y de documentación pedagógicos diferentes a las que desarrollamos, la
mayoría de las veces de manera rutinaria y estereotipada, en el aparato escolar.
No se trata de la elaboración de informes para algún superior en la jerarquía burocrática del
aparato escolar, tampoco del diseño de proyectos a ser presentados ante tal o cual instancia u oficina
del sistema educativo, ni del llenado de planillas ni de la copia de planificaciones de aula.
En cambio, se trata de prestar atención a sus propios relatos, a sus propias formas de
nombrar y contar lo que sucede en las aulas, pasillos, patios y alrededores de la escuela y,
fundamentalmente, lo que les pasa a Uds. (y a los alumnos, padres u otros actores escolares) como
protagonistas de la acción con todo esto.
Los convidamos a que se animen a escribir, revisar, tensionar, desechar y re-escribir las
palabras que usan y las que no pronunciaron todavía para dar cuenta del mundo escolar que habitan,
de las prácticas docentes que en él llevan a cabo y de los significados que construyen y recrean para
dar sentido a lo que allí ocurre.
Les solicitamos que se preocupen por las formas de decir o escribir tal o cual situación o proceso
escolar, pero que también se dispongan a leer, escuchar, reflexionar, comentar y conversar
acerca de lo que los otros docentes se atrevieron a fijar en escritura, acerca de lo que otros
docentes narradores relataron con sus propias palabras y estilos, como ellos mismos, sobre sus
propias vivencias pedagógicas en las escuelas o en las instituciones educativas en las que se
desenvuelven.
Les proponemos, en definitiva, que contribuyan a renovar el pensamiento, el discurso y el
debate pedagógicos a través de la conformación activa de un colectivo de docentes y educadores
que narran, leen y discuten acerca de lo que hacen, piensan y sienten en las escuelas.
• Esta será una aventura para compartir con otros colegas en una mesa de trabajo colectivo
de producción de relatos y de formación: no somos los mismos antes que después de escribir
algo.
• También serán necesarios momentos de trabajo solitario, al resguardo de los ruidos pero
sin necesidad de encierro: estar aquí en algún rincón de la casa o la escuela, en algún bar, en
un lugar abierto, en un biblioteca, al tiempo que estamos en este otro aquí, en la historia que
vamos contando.
• Los textos escritos llevan la firma del docente autor, aún cuando la producción se sostiene
en un trabajo de intercambio, conversación y aportes colectivos.
• Tomada la decisión de escribir, proponemos un recorrido posible para transitar el proceso
de producción escrita del relato. Este camino está señalado con preguntas y orientaciones
específicas que amparan y permiten abrir el juego de pensar, escribir, reflexionar y reescribir
relatos de experiencias pedagógicas. Para luego editarlos, publicarlos y hacerlos circular
como documentos pedagógicos narrativos entre los docentes, si así lo desearan.
• La invitación está hecha... !!!
“Apartada de la rutina, con su largo corredor, sus puertas cerradas con algún que otro
alumno llamando o mirando por sus vidrios. Su amplio salón, iluminado por grandes
ventanales dicen que llegó el otoño. El silencio absoluto en sus horas de clases y el
constante alboroto de los recreos, mezclado con el aroma de los perfumes de los
alumnos y alguno siempre más fuerte de alguna profesora coqueta que llama la
atención. La escuela, la escuela... si pudiera hablar esta escuela diria lo orgullosa que
está con sus pasados y actuales alumnos y profesores que siempre buscan que se vea
bien. La escuela es un mundo aparte con los mejores momentos de nuestra vida sin
importar la edad.”
Estimadas/os colegas
Todos los días en la escuela suceden cosas múltiples y variadas. Algunas las relata
Emmanuel; otras, están vinculadas con la enseñanza y el aprendizaje. Otras con
aspectos administrativos y una porción importante de ellas tienen que ver con el
afecto, con la interacción humana, con el intercambio de sentimientos, significaciones
y valores.
Y quienes trabajamos en las escuelas en contextos de encierro sabemos de ello
porque transitamos y hacemos la escuela.
Se trata de saberes que van de boca en boca cuando la ocasión es propicia. Se
trata de saberes que se cuentan y que, sin ser escritos nunca, intercambiamos y
comunicamos al ras de las experiencias que tienen lugar en la escuela: jornadas de
reflexión, en los recreos, en los pasillos, en los viajes de ida y vuelta de la escuela, en
las capacitaciones.
Generalmente, es en esas capacitaciones en donde se patentizan, se hacen
conscientes pero de una manera huidiza y no tienen oportunidad casi nunca de ser
comunicados. Surgen en su lugar frases que invitan al silencio: “no saben nada y
vienen acá a que le digamos qué hacemos, cómo lo hacemos, qué pasa en la escuela,
en definitiva, que le demos letra.”
Y, en algún sentido, no es faltar a la verdad porque “ (...) con humildad pero con
firmeza decimos: lo que actualmente ‘saben’ las autoridades nacionales como
provinciales sobre lo que sucede en las distintas dimensiones institucionales en
escuelas en unidades carcelarias es gracias a esa experiencia docente construida a lo
largo de años de trabajo.”1
Se trata de experiencias pedagógicas valiosísimas que constituyen, sin duda alguna,
nuestro más preciado valor porque, en definitiva, los sucesos escolares se
entremezclan con nuestras historias, ilusiones, proyectos y circunstancias.
Experiencias que decidimos olvidar, que decidimos guardar.
1
Criterios para la designación de docentes en instituciones escolares en contextos de encierro. Disponible en
http://docs.google.com/Doc?docid=dfcnpj5j_222g6rc&hl=es
Sin embargo, ¿por qué guardarlo? ¿por qué no adueñarnos públicamente de él?
¿por qué no abandonar el lugar de saber profano ante el saber experto y comenzar a
ocupar otro? ¿por qué no constituirnos en activos sujetos de conocimiento y empezar
a escribir, revisar, tensionar, desechar, re-escribir y publicar las palabras que usamos
y las que no pronunciamos todavía para dar cuenta del mundo escolar que habitamos
de las prácticas docentes que llevamos a cabo y de los modos en que atribuímos
sentido a lo que ocurre en nuestra escuela?
Creo anticipar una respuesta posible a los interrogantes... ¡¿Acaso no lo venimos
haciendo desde hace mucho tiempo?!. Elaboración de informes para algún superior en
la jerarquía burocrática del aparato escolar, diseño de proyectos a ser presentados
ante tal o cual instancia u oficina del sistema educativo, llenado de planillas que pocas
veces entendemos qué hay que poner, copia de planificaciones de aula, etc.
Es cierto hemos escrito y lo seguimos haciendo en el aparato escolar. Pero la
mayoría de las veces de manera rutinaria y estereotipada. Escritos en el lenguaje
técnico que requieren el gobierno, la administración y la gestión de los sistemas
educativos.
¿Y qué relatamos en esos documentos que “debemos elevar”? Digámoslo sin
eufemismos: cualquier cosa, menos lo que sucede en la escuela. Sin embargo eso es
lo que quieren leer. Entonces aprendemos el lenguaje de turno, los términos de moda
y escribimos, relatamos una historia que no nos pertenece, pero es la que esperan
escuchar... ¿quiénes? la verdad es que no lo sé muy bien... ¿Uds. lo saben?
Lo que si sabemos es que las reformas escolares que hemos vivido comparten el
supuesto de que los docentes no estamos lo suficientemente profesionalizados y
capacitados técnicamente. Por eso, somos justamente la variable que hay que
controlar y ajustar para que la innovación de la enseñanza sea posible.
Obviamente, en los escenarios escolares que estas tradiciones político-pedagógicas
tienden a configurar, las experiencias, los conocimientos y las palabras de los
docentes tienen poco lugar, y la memoria pedagógica de la escuela poco valor. Nos
interpelan y posicionan en un lugar subordinado, silenciado y, supuestamente, sin
experiencias con saber y valor pedagógico alguno.Una expresión que solemos decir y
escuchar grafica muy bien lo que aquí expreso: “¡¿sabés lo que van a hacer con estos
papeles...?!”
Y lo hemos incorporado tan bien que, paradojicamente, somos los docentes
quienes promovemos, exigimos que se nos capacite. Pero cuando llegan esas
capacitaciones que supimos conseguir, nos damos cuenta que hablan de cualquier
cosa menos de lo que pasa en nuestra escuela. Tal vez lo hacen porque o bien no
saben lo que pasa, o bien lo saben pero no saben qué hacer, cómo hacer. Entonces se
dedican, o al menos algunos lo intentan, a querer mostrarnos y en algunos casos
“enrostrarnos” nuestra instalación en la queja -según ellos-.
TALLER 25/10/08
Invitamos también a los nuevos docentes a unirse a la actividad de escritura de este primer
taller. Pues aunque parezca que no hay nada para decir, no siempre es así. Para ello proponemos
algunos disparadores para la escritura: