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hasta hoy, calentandome el alma. Una tarde calida de primavera los perdi al doblar la misma esquina, y empeze a sentir el frio, que sentia el primer dia. Desde entonces rodeaba sin parar esa manzana, esperando por tus ojos, por tu calor, por tu alma. Y asi me hallaron, una noche de verano; tendido en la esquina, aferrado a unos ojos dibujados, pintado en el suelo un corazon con sangre al lado de una hoguera casi extinta. No pude acostumbrarme a tu ausencia, al vacio de tus espacios, a la falta de tus ojos, y me deje llevar. Ahora puedo verte, y mirarte a los ojos por el resto de mi muerte, y vuelvo a sentir el calor que senti aquella primavera. Ahora me acompaa tu risa todas las maanas de mi no-vida, y tengo el tiempo de esperarte cada dia del resto de tu vida.