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Contaban los viejos que alguna vez en el pueblo haba un dictador que no era un dspota, sino un buen hombre

al que le dieron todo el poder por que era el mejor, por eso la gente puso el pueblo en sus manos, pero al poco tiempo se cans que todos le dieran la razn, se cans de aguantar las reglas de la primavera, se cans de no tener con quin perder al pker; que no lo dejaron renunciar lo mat al soledad del poder pero antes dej estas hermosas leyes, rdenes amorosas de un hombre bueno que amaba la belleza de la vida; dijo: Ordeno que en este pueblo nada valga tanto como la vida, entonces la verdad ser lo que buscaremos tomados de las manos. Ordeno que cualquier da de la semana tenga la luminosa categora de un domingo. Ordeno que haya flores en todas las ventanas que permanecern abiertas para que llegue a las casas el verde canto de la primavera. Ordeno que el hombre confe en el hombre, como el da confe en la noche, como la noche confa en la lluvia y la lluvia en el viento. Ordeno que los hombres se liberen de las mentiras y de la coraza del silencio para que puedan sentarse y conversar con sus hermanos la belleza y la justicia. Ordeno que recuerden al Profeta Isaas: el lobo y el cordero pastarn juntos y la comida de ambos tendr el mismo gusto aurora. Ordeno que todo el pan tenga el sabor de la ternura. Ordeno que la alegra sea la nica bandera del pueblo y el amor su nica arma. Desde este momento, el dinero tendr fecha de vencimiento para que nadie pueda acumularlo para tener poder sobre sus hermanos.

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