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Enero 2007.
SENSACIONES SENTIDAS.
La visión clásica.
En la literatura clásica acerca del Focusing (Gendlin, 1969, 1980, 1981, 1996)
se enseña que la sensación sentida siempre se presenta hacia el centro del cuerpo;
esto es: garganta, pecho o abdomen, y que es desde allí donde “surgen” los nuevos
significados que permiten al focalizador llevar su experiencia adelante. Al mismo
tiempo que se señala esto, se menciona que en la práctica de la psicoterapia es posible
encontrar personas que experimentan sensaciones corporales periféricas, o sea, que
no se presentan en el área del tronco, como cabeza, brazos, manos, piernas, etc., pero
que éstas no constituirían una sensación sentida ya que, supuestamente, carecen de
significados implícitos. Así, encontramos algunas citas de Gendlin muy claras al
respecto, como por ejemplo:
“¿Puedes ver si en medio de tu cuerpo hay algo que te diga qué hay en esa
tensión que tienes en las piernas?”.
“¿Hay en tu pecho alguna sensación que tenga que ver con ese peso que
sientes en los hombros?”
En muchos casos resulta que sí es posible hallar en el área del tronco una
sensación sentida que acompaña y da significado a las sensaciones periféricas, y en
tales casos el tipo de sugerencia que se cita arriba es de bastante ayuda. Pero
también ocurre que a veces las sensaciones corporales periféricas se presentan de
forma intensa de modo que la atención del cliente se desplaza hacia ellas aunque haya
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Reformulación del escrito “Sensaciones Sentidas Periféricas: Propuestas para integrarlas en el
proceso psicoterapéutico” (Robles, 2005, trabajo no publicado).
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también una sensación sentida en medio del cuerpo; o bien lo hacen sin estar
acompañadas de una sensación de esta naturaleza, de tal forma que hacer el tipo de
sugerencias que se citó anteriormente puede constituir un desaprovechamiento del
paso necesario para continuar con el Focusing, o incluso, puede convertirse en una
intervención contraproducente, ya que el focalizador puede sentirse poco escuchado o
no del todo aceptado.
Corporalmente sentida.
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“La experiencia de la existencia y el acceso a ella es la vida del cuerpo,
sentido en su interioridad 2, ‘la sensación de ser un cuerpo que vive en
este instante’” (Gendlin, 1973; en Alemany, 1997, p. 151)
En-Interacción.
Al mismo tiempo que Gendlin plantea que la corporalidad tiene un lugar central
en la experiencia, menciona que la interacción es totalmente constituyente de toda
experiencia, y que en cierto sentido, el entorno que forma parte de la interacción
resulta inseparable del experienciar (1973, 1989, 1998).
Para señalar lo anterior de un modo más simple, podemos declarar por ejemplo
que, como seres humanos tenemos la capacidad de sentir frío debido a nuestra
constitución física y significante que nos permite sentir temperaturas, en la medida que
nuestro cuerpo interactúa en un ambiente en el cual se puede sentir frío. O sea, la
experiencia del frío no es algo inherente y exclusivo del organismo, sino que una
posibilidad de éste en su inseparable e indivisible interacción con el medio ambiente.
Del mismo modo, el frío no es sólo inherente al medio ambiente. El frío no viene de
afuera hacia adentro, ni tampoco de adentro hacia fuera. El frío es una-posibilidad-del-
organismo-en-interacción-con-su-entorno.
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Las negrillas fueron agregadas para enfatizar la idea.
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cuerpo, y la manera particular en que expresa su sentido, significación o sentimientos,
también es una-posibilidad-del-organismo-en-interacción-con-su-entorno.
“Los cuerpos no son fijos. Sobre una nueva superficie, el animal anda como
nunca lo hizo. Su andar ya está constituido, pero en interacción con la
nueva superficie, el andar surge de forma diferente, inmediatamente”
(Gendlin, 1989; en Alemany, 1997, p. 384).
Si una persona habla de sus sentimientos con alguien que la escucha y la tiende
de un modo en que nunca otro individuo le había escuchado, entonces su forma de
expresar sus sentimientos, y la forma en que se contacta con ellos, será
automáticamente diferente. De la misma manera, si se atiende el cuerpo de una
manera en que nunca se había hecho, éste puede expresarse de maneras nuevas y
creativas.
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Orientación.
Gendlin (1973; en Alemany 1997, p. 157) plantea que: “La experiencia siempre
tiene una finalidad”.
Atención y novedad.
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Este entendimiento nos permitiría reconocer cuando una sensación corporal
periférica constituye o no una sensación sentida. Por ejemplo, si la persona menciona
un dolor de cabeza, el cual estaba sintiendo antes de ingresar a terapia, y que no
resulta atendido en una interacción precisa, probablemente no termine
constituyéndose en una sensación sentida; del mismo modo, cualquier sensación
periférica que sólo nos conduzca a expresiones viejas y repetitivas, probablemente
tampoco sea una sensación sentida (Gendlin, 1981), y tal vez sea útil devolver la
atención del focalizador hacia el centro de su cuerpo para chequear si allí hay alguna
pista de lo que la sensación periférica quiere significar.
Por otra parte, cualquier sensación que surja como resultado del proceso de
auto-atención que realiza el focalizador (el cual se enmarca dentro de un proceso
interaccional mayor), y que le de a éste la impresión que implica algo más; o bien
cualquier sensación de la que puedan “emerger” palabras, imágenes o algún
movimiento que pueda develar un nuevo significado implícito, puede ser considerada
una sensación sentida.
Definición y Descripciones.
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• Cara: Sensación de que la cara se cae a pedazos, como la fachada de una casa
en que se cae la pintura vieja, como si se cayera una máscara, sensación de
necesidad que algo más auténtico o nuevo surja, sensación que los temores y
las defensas se disipan, etc.
• Hombros: Sensación de llevar un peso, sensación de algo que tira para abajo,
tensión que se ciñe sobre otra zona del cuerpo, etc.
• Manos: Sensación de necesitar apretar algo, como una sensación que expresa
la rabia; sensación de que las manos se caen, que no sostienen o que pierden
fuerza; o bien sensación de querer cobijar algo como necesitando acoger una
parte de uno mismo.
Entre las posibilidades de acción o expresiones que podemos probar para llevar
adelante una sensación sentida periférica encontramos: la atención, las palabras, las
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imágenes, el movimiento corporal, el “dialogo” entre sensaciones, entre otras, como se
verá a continuación.
En todo caso se debe tener en cuenta que así como el contacto físico puede ser
de ayuda, también puede resultar entorpecedor del proceso, sobre todo con personas
que se pudieran sentir incómodas con cualquier tipo de acercamiento. Obviamente,
podría no sería ético tocar a las personas en partes más privadas como las piernas o el
pecho.
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3. Reconocer cuándo aparece: Muchas veces, antes que la persona logre dar con la
cualidad de una sensación sentida (“tensa”, “asustado”, “como si esperara algo”, etc.),
puede ser capaz de señalar aspectos mucho más básicos acerca de ella. Es posible
constatar, por ejemplo, cuando aparece una sensación en el contexto de la
interacción y de la conversación: “Apenas me dijo usted eso, me acordé de mi marido
y me vino está sensación en la cabeza”. Si el cliente no realiza espontáneamente esta
asociación, nosotros podemos consultar por ella. Obviamente, no preguntamos esto
por mera curiosidad, sino porque sencillamente resulta más fácil atender
pacientemente algo cuando entendemos que se relaciona con un contexto
interpersonal y no pensamos que sólo se trata apenas de una “rara sensación ahí en
las piernas”, por ejemplo.
Otro ejemplo, una persona tiene una sensación en la cara, como si de ésta se
desprendieran pedazos (esta es la acción o movimiento), después de un rato de
atención logra precisar que es como si se tratara de una “renovación” (la cualidad del
sentimiento); más tarde, al resonar la palabra “renovación”, se da cuenta que ya no se
ve a si mismo de la misma forma, que su vieja imagen de si misma se desprende y le
da lugar a una imagen más nueva y agradable.
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5. Recoger palabras e imágenes sentidas: El procedimiento más habitual para
simbolizar los aspectos implícitos en una sensación sentida es permitir que a partir de
ellas surjan palabras o se formen imágenes corporalmente sentidas.
En algunos casos hay sensaciones con características muy claras, que las
personas logran describir de diversas formas casi de inmediato; pero en otros, las
personas deben tomarse un poco más de tiempo para dar con una palabra o imagen
que encaje con eso que están sintiendo, y si aquello no prospera, el terapeuta le podrá
sugerir si puede permitir que algo se forme a partir de tal sensación, para luego
permanecer otro momento resonando la palabra o la imagen contra ella. Sabremos
cuando una palabra o imagen es realmente sentida cuando su aparición efectivamente
produzca algún efecto sobre la sensación, ayude a que la persona pueda referirse más
claramente acerca de su experiencia, o conduzca a un mayor nivel de conciencia
acerca de la situación que se está tratando.
6. Permitir el movimiento corporal: Puede que la acción corporal que surge desde
una sensación sentida sea tan poderosa como las palabras o las imágenes que
normalmente se utilizan para referirse a ella (Gendlin, 1981), y esto puede ser más
cierto en el caso se de las sensaciones sentidas periféricas, sobre todo si se
manifiestan en las extremidades (piernas y brazos). Por ejemplo, cuando el cliente
experimenta una sensación sentida en sus manos y brazos, y no logra precisar
verbalmente lo que la sensación le transmite, podemos consultarle si con ella se le
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Un tercer tipo de acercamiento sería el uso de “imaginería guiada”, sin embargo, éste no me
parece conveniente porque puede introducir un tinte de directividad que puede resultar
contraproducente para el trabajo terapéutico, y porque invitar al cliente a seguir nuestras
instrucciones puede llevarlo a perder contacto con su sensación sentida periférica.
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produce la necesidad de realizar algún tipo de acción, y sugerirle que nos grafique qué
movimiento corporal le viene.
7. Convocar a una sensación aliada: Algunas personas tienen una vivencia negativa
acerca de su propia corporalidad; no les agrada su cuerpo y con regularidad
experimentan una sensación corporal desagradable. Siempre llevan tensión en las
piernas, los hombros, la cabeza, etc. En estos casos, la aparición de una sensación
corporal periférica puede tener relación con ese tipo de sentimientos. Por ejemplo, una
persona con problemas de sobrepeso y con una crítica visión acerca de su cuerpo,
puede quejarse constantemente de sensaciones desagradables e intensas en sus
piernas y brazos “fofos”; como una especie de manifestación concreta de la Crítica
Interna o del Superyó en un lugar específico del cuerpo. En estos casos, en que las
sensaciones vienen asociadas con una alta dosis de crítica y un evidente bloqueo en el
proceso, podemos convocar a una “sensación aliada”, o sea, una sensación que la
persona pueda experimentar como neutra, positiva, o notoriamente diferente de las
sensaciones corporales desagradables. Si la persona tiene una persistente, molesta
y/o dolorosa sensación, por ejemplo, en las piernas, tal vez encuentre una sensación
más agradable en la cara, en las manos o al centro del cuerpo, y recibir los
sentimientos que surgen al atender aquella nueva sensación. Permitir la atención
sobre estos nuevos sentimientos puede traer algún tipo de clarificación sobre la
sensación que originalmente se estaba atendiendo, y luego, por supuesto, se puede
volver sobre ésta o sobre ambas, como prefiera el cliente.
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entre dos sensaciones que pueden guardar relación con diferentes aspectos del sí
mismo: una parte que es coercitiva y otra que se siente victimizada; o bien, una parte
que aporta fuerza y otra que se siente vulnerable, por citar algunas posibilidades.
Por ejemplo, podemos encontrar una tensión en los hombros que se dirige hacia
otro aspecto que se siente como presionado en el pecho. También podemos hallar una
intensa sensación en la cabeza que se presenta junto a otra sensación en cualquier
otra parte del cuerpo. En cualquier caso, podemos consultar cosas como: “¿Qué
necesita presionar aquella tensa sensación?”, “¿Cómo se siente aquella parte con toda
esa presión que viene de los hombros?”, “Si esa sensación de la cabeza pudiera decirle
algo a la otra sensación que tienes en el pecho, ¿qué le diría?”, u otras cosas similares.
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como se relaciona con esa parte de su anatomía, o si hay alguna situación pasada que
se relaciona con ella, etc.
BIBLIOGRAFÍA
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• Grindler, D. (1999). “Clearing a Space With Someone Who Has Cancer”. The
Folio: A Journal for focusing and experiential therapy. Volume 18, Number I, pp.
19-26.
• Mueller, D. & Feuerstein, H. (1999). “Chronic Physical Pain: Your body knows
the answer?” The Folio: A Journal for focusing and experiential therapy. Volume 18,
Number I, pp. 96-107. Traducido al español por L. Robles (2006) “Dolor físico
crónico: ¿Tu cuerpo sabe la respuesta?”, en www.focusingexperiencial.blogspot.com
• McGavin, B. (1999). “The Sintient Body: Focusing on the physical”. The Folio: A
Journal for focusing and experiential therapy. Volume 18, Number I, pp. 146-149.
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(*) Luis Robles Campos:
Psicólogo, Universidad de Tarapacá, Arica – Chile.
Focusing Trainer acreditado por The Focusing Institute, New York- USA.
luisrobles1977@gmail.com
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