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(Este documento forma parte del módulo “Dopaje” del Máster de Alto Rendimiento
Deportivo del Comité Olímpico Español y de la Universidad Autónoma de Madrid)
1. Definición de términos.
Figura 1.2. Efectos de la castración del gallo en el tamaño y la forma de la cresta y de la cola.
Izquierda: gallo intacto. Derecha: gallo castrado (Kochakian 1993).
La figura 1.5 muestra una síntesis de diferentes trabajos que estudiaron los
efectos de la administración por vía oral de esteroides androgénico-anabólicos,
naturales o sintéticos, en el tamaño de la próstata (reflejo de la actividad androgénica),
en la retención de nitrógeno (reflejo de la actividad anabólica global), y en la hipertrofia
del músculo elevador del ano (reflejo de la actividad anabólica muscular) de la rata.
Para comparar los diferentes esteroides se tomó como referencia la actividad
androgénica y anabólica de la methyltestosterona (Arnold et al 1963). Se observa que
algunos esteroides pueden disociar, aunque no completamente, los efectos androgénicos
de los efectos anabolizantes. Por ejemplo, el stanozolol tiene, con respecto a la
methyltestosterona, una actividad androgénica tres veces inferior, una actividad
anabólica global (retención de nitrógeno) 3 veces mayor, y una actividad anabólica
muscular 11 veces superior (figura 1.5) (Arnold et al 1963). Estos resultados sugerían
que para tratar las situaciones de déficit anabólico en personas que no tenían
alteraciones sexuales, el stanozolol era una sustancia más adecuada que la
methyltestosterona.
Figura 1.5. Acción de algunos esteroides suministrados por vía oral en la actividad androgénica, la
actividad anabólica global (nitrogen retention) y la actividad anabólica muscular (hipertrofia del
músculo elevador del ano) de la rata (Arnold et al 1963).
Una vez conocidos estos efectos de los esteroides en las ratas, los investigadores
estudiaron en los años 60 la actividad anabólica de los esteroides orales en el hombre.
Para comparar la actividad anabólica relativa de los diferentes esteroides, se tomó como
referencia la actividad androgénica y anabólica de la methyltestosterona (tabla 1.1) y
del propionato de testosterona (tabla 1.2).
Tabla 1.1. Comparación de los efectos de diferentes esteroides orales en la actividad anabólica
(retención de nitrógeno), en el hombre. En (Kochakian 1993), de (Liddle and Burke 1960).
Estos resultados indicaban que era posible administrar esteroides orales de gran
actividad anabólica y pequeña actividad androgénica a los humanos que presentasen
déficits anabólicos. Sin embargo, como se ha indicado anteriormente, no existe
actualmente ningún esteroide que disocie completamente las acciones anabólicas de las
acciones androgénicas. Por dicho motivo Kochakian (1993) señala que es más correcto
denominar a dichas sustancias “esteroides anabólico-androgénicos”, en lugar de
denominarlas “esteroides anabolizantes”. Sin embargo, se les sigue llamando todavía
esteroides anabolizantes.
Teóricamente se puede pensar que el mejor tratamiento por vía oral consistiría
en administrar testosterona libre. Sin embargo, cuando se administran pequeñas dosis de
testosterona libre por vía oral, ésta se absorbe en el intestino pero es captada
rápidamente por el hígado donde se metaboliza e inactiva antes de llegar a los músculos
(Nieschlag and Behre 1990). En ese caso no se detecta un aumento de la concentración
sanguínea de testosterona en la sangre. Para que una parte de la testosterona
administrada por vía oral pueda llegar hasta los músculos sin que sea captada por el
hígado, se necesita ingerir por vía oral al menos 200 miligramos de testosterona. En ese
caso, se observa un aumento significativo de la concentración sanguínea de testosterona
después de ingerir esas grandes cantidades por vía oral. Se considera que ese aumento
de la concentración sanguínea de testosterona es el reflejo de que una pequeña parte de
la testosterona ingerida no ha sido captada por el hígado, ha llegado a la sangre y,
posteriormente, difundirá a la célula muscular y a los tejidos del cuerpo. Sin embargo,
para tratar a un hombre con hipogonadismo, es decir, para conseguir que llegue hasta su
sangre la producción de testosterona diaria de un hombre sano normal, se necesitarían
ingerir diariamente de 400 a 600 miligramos de testosterona por vía oral, lo que
supondría ingerir una cantidad 60 veces mayor que la que se produce diariamente en un
hombre normal. Este tratamiento sería muy costoso económicamente y, además, el
hígado tendría que metabolizar diariamente durante muchos años grandes cantidades de
testosterona (recordemos que solamente una pequeña parte de la testosterona ingerida
llega a la sangre porque la mayor parte se capta en el hígado donde se metaboliza). Se
sospecha que esto se podría acompañar a largo plazo de efectos tóxicos indeseables para
el hígado. Por dichos motivos, no se suele usar en la clínica médica la ingestión oral de
testosterona.
El esteroide anabolizante más utilizado para su administración por vía oral es,
probablemente, la testosterona undecanoato (Nieschlag and Behre 1990). Este molécula
se obtiene al esterificar la posición 17-beta de la molécula de testosterona con ácido
undecanóico, se absorbe en el tracto gastrointestinal, se dirige desde la vena porta hasta
los vasos linfáticos y, posteriormente, alcanza la circulación sanguínea, donde se
observa un pico entre las 2 y las 6 horas de la ingestión. Sin embargo, el problema que
presenta esta molécula es que cuando se ingiere diariamente (en 2 a 4 cápsulas de 40
miligramos al día) la concentración sanguínea de testosterona fluctúa mucho porque la
vida media de la testosterona undecanoato es muy pequeña.
Para evitar la captación rápida de los anabolizantes por parte del hígado, también
se ha sugerido la aplicación de testosterona en la mucosa nasal. Sin embargo, en esos
casos la absorción de testosterona es muy variable, y la concentración sanguínea de
testosterona permanece significativamente elevada durante muy poco tiempo. Por dicho
motivo no se suele recomendar su utilización.
La razón por la cual los esteroides inyectables son mucho más utilizados es
porque su vida media es mucho más prolongada que la de los esteroides anabolizantes
administrados oralmente (Nieschlag and Behre 1990). Por ejemplo, mientras que para
tratar el hipogonadismo los esteroides anabolizantes orales deben administrarse varias
veces al día, la testosterona propionato debe inyectarse una vez cada 2 ó 3 días y la
testosterona enanthato, la testosterona cypionato y la testosterona
cyclohexanecarboxylato pueden administrase en una sóla inyección (200-250mg) cada
2 semanas. Sin embargo, el inconveniente de estos esteroides inyectables es que en los
primeros días siguientes a la inyección, la concentración sanguínea de testosterona es
mucho más elevada que la del hombre sano normal, mientras que en los últimos días,
dicha concentración puede ser inferior a la normal. La figura 1.7 muestra la evolución
media de la concentración sanguínea de testosterona total, durante varios días, en sangre
extraída en ayunas a las 8 de la mañana, de 7 hombres con hipogonadismo a los que se
suministró una inyección intramuscular de 250 miligramos de testosterona enanthato
(Behre et al 1990).
Figura 1.7. Evolución de la concentración sanguínea de testosterona en 7 hombres con
hipogonadismo, antes (día 0), y durante los 20 días posteriores a la inyección intramuscular de 250
miligramos de testosterona enanthato (Behre et al 1990).
Según Yesalis (1993b) se suelen utilizar tres métodos para intentar conocer la
incidencia del uso de una droga en la población deportiva: 1) los resultados de los
controles antidopaje, 2) los resultados de las encuestas epidemiológicas, y 3) los
testimonios, las anécdotas y los rumores que suelen referir los deportistas o los técnicos.
En los siguientes apartados se analizará la incidencia que tiene el uso de esteroides
anabolizantes en la población deportiva basándonos en los tres métodos y señalando
también los problemas metodológicos que son inherentes a cada uno.
Resultados Positivos
Fecha y lugar nº de análisis número (%) sancionados
Yesalis y col. (1993), señalan que, probablemente, fue Bjoe el primer autor que
sugirió en una publicación científica publicada en 1939, que las hormonas sexuales
tenían unas acciones fisiológicas que podían ayudar a mejorar las marcas deportivas
(Bjoe 1939). Tal como se ha señalado en el apartado anterior, por aquellas fechas ya se
habían demostrado los efectos anabólicos de los esteroides anabolizantes en el perro y
en hombres eunucos (Kenyon et al 1938,Kochakian 1935,Kochakian 1937,Kochakian
and Murlin 1935,Kochakian and Murlin 1936). A los pocos años, dos estudios poco
rigurosos desde el punto de vista científico según Yesalis y col. (1993), realizados en el
mismo laboratorio, encontraron que la administración oral de methyltestosterona se
acompañaba de una mejora de la fuerza y de la capacidad de trabajo, y de una
disminución de la fatiga en hombres castrados (Simonson et al 1941) y en hombres
ancianos(Simonson et al 1944).
Charlie Francis declaró a la Comisión Dubin que oyó hablar por primera vez de
los esteroides anabolizantes cuando fue a estudiar a una universidad americana entre
finales de los años 60 y comienzos de los años 70 (Dubin 1990). Por aquella época,
declaró Francis, era muy común entre los lanzadores de atletismo hablar de los
esteroides anabolizantes. En los Juegos Olímpicos de Munich de 1972, Francis se dio
cuenta que numerosos atletas utilizaban esteroides anabolizantes, fundamentalmente el
Dianabol, y que esto parecía acompañarse de un efecto positivo en las marca deportiva
de los velocistas. Por ejemplo, Francis declaró que un atleta americano corredor de 400
metros (John Smith) le confesó que el primer año que comenzó a tomar esteroides
anabolizantes (25 mg/día de Dianabol), su marca en 400 metros mejoró en 2 segundos
(de 47 segundos a 45 segundos). También se dio cuenta de que la utilización de
esteroides anabolizantes permitía entrenar más intensamente sin tener problemas de
recuperación. En 1974, Charlie Francis tomó durante 3 semanas, 5 miligramos diarios
de Dianabol, y refirió que esto le ayudó a entrenar más y a quedar campeón de Canadá
de 100 metros, con un tiempo de 10”3. Posteriormente, Francis abandonó la práctica del
atletismo y se dedicó a entrenar.
A partir del otoño de 1981 Charlie Francis propuso a otros atletas a los que
entrenaba que tomasen esteroides anabolizantes. Entre estos atletas se encontraban Ben
Johnson (20 años), Desai Williams (finalista en 100 metros en Seul) y Mark McKoy
(tercera mejor marca del mundo en 110 metros vallas en 1988). Parece ser que los tres
atletas aceptaron ingerir dichas sustancias (Dubin 1990). Sin embargo, como el Dr.
Koch ya no les suministraba esteroides anabolizantes, Charlie Francis tuvo que
conseguirlos de Bishop Dologiewicz, el lanzador canadiense citado anteriormente, que
se convirtió en el principal suministrador de esteroides anabolizantes de los atletas
canadienses. Por aquel entonces, las sustancias que utilizaban más frecuentemente eran,
según refirieron ellos mismos a la Comisión Dubin, Dianabol, Anavar, Primobolan,
Testosterona y Deca-Durabolín.
Con la caída del muro de Berlín se han multiplicado los testimonios y juicios de
deportistas, entrenadores y médicos de los países de Europa del Este que permiten
sospechar que numerosos científicos, médicos y entrenadores estuvieron implicados en
programas de dopaje institucionalizados que tenían como objetivo suministrar
productos prohibidos a los deportistas para ayudarles a mejorar sus marcas sin que
pudiesen ser detectados en los análisis antidopaje (Dickman 1991). También en Estados
Unidos los famosos jugadores de béisbol profesional Mark McGwire, Sammy Sosa y
Barry Bonds han admitido utilizar esteroides anabolizantes en los años 90 (Rush 2004).
Las demoledoras conclusiones del informe Dubin pueden servir perfectamente
para concluir este apartado. Por una parte, dieron a conocer a la opinión pública que el
porcentaje de deportistas de alto nivel que utilizaban esteroides anabolizantes era
mucho mayor que el que se deducía de los resultados de los controles antidopaje o de
las encuestas epidemiológicas. Pero además, dicho informe señaló que “millones y
millones” de otras personas que no practicaban deporte de competición estaban
utilizando esteroides anabolizantes en gimnasios para conseguir físicos “musculares, en
buen estado y playeros” (Dubin 1990). Esto sitúa a la utilización de esteroides
anabolizantes como un problema de primera magnitud no solamente para el deporte de
alto nivel, sino también para un porcentaje significativo de la población que no hace
deporte de competición (Yesalis et al 1993).
Las razones por las cuales los deportistas suelen utilizar esteroides anabolizantes
varían en función del tipo de actividad que realicen. Por ejemplo, los fisioculturistas los
utilizan porque desean aumentar su masa muscular y disminuir su porcentaje graso
(Alen and Rahkila 1988,Lombardo et al 1991,O'Sullivan et al 2000,Yesalis 1993a). Los
levantadores de pesas desean levantar el mayor peso posible, mientras que los
lanzadores de disco, peso y jabalina intentan lanzar lo más lejos posible (Yesalis
1993a). Los nadadores y atletas fondistas, así como los deportistas de disciplinas de
fuerza anteriormente señalados desean entrenarse durante largo tiempo a gran
intensidad sin tener problemas de recuperación entre cada esfuerzo (Yesalis 1993a) y
aumentar el número de células rojas de la sangre (Alen and Rahkila 1988).
Charlie Francis, el entrenador del grupo de Ben Johnson, señaló, en el libro que
publicó, las razones por las cuales decidió que sus atletas utilizasen esteroides
anabolizantes (Francis 1990). Algunas de estas razones son las siguientes:
1) Porque sus atletas estaban ya clasificados entre los 10 mejores del mundo sin
tomar anabolizantes. Esto le permitía pensar que ayudándose con estas sustancias
podían alcanzar los primeros puestos del ranking mundial, como así ocurrió en algunos
casos.
2) Porque habían observado impresionantes cambios corporales en sus
adversarios que les hicieron sospechar que utilizaban sustancias prohibidas.
3) Porque, a pesar de que sus jóvenes deportistas habían mejorado aquel año
espectacularmente sus marcas, sin embargo habían retrocedido en las posiciones del
ranking mundial.
4) Porque estaba convencido de que no se podía llegar a ser el número uno
mundial sin utilizar esteroides anabolizantes.
5) Según Francis, los pocos efectos secundarios que se producían como
consecuencia de la utilización de los esteroides anabolizantes eran reversibles cuando se
dejaba de utilizarlos.
6) Porque se aconsejaba utilizarlos en períodos de entrenamiento intenso, y no
en las fechas cercanas a la competición, con lo que las posibilidades de detección de
estas sustancias en los controles antidopaje no eran muy elevadas.
Tal vez la principal razón por la cual los deportistas utilizan estas sustancias es
por la obsesión de vencer y de ganar dinero y gloria. Bridge (1996) señala que en una
encuesta realizada a 198 atletas de nivel mundial en 1984, el 52% de los sujetos
afirmaron que, probablemente, aceptarían tomarse una droga que les asegurase la
victoria aunque supiesen que les iba a provocar la muerte a los 5 años de su ingestión.
4) Los esteroides anabolizantes podrían tener una acción directa sobre el sistema
nervioso central. Se sabe que el cerebro y las motoneuronas-alpha tienen receptores de
andrógenos que pueden facilitar la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular
y liberar monoaminas del músculo. Esta activación del sistema nervioso podría explicar
el aumento de agresividad, la euforia y la disminución de la fatiga que refieren algunos
sujetos que utilizan esteroides anabolizantes. Este aumento de la agresividad podría ser
un factor que favorezca que los sujetos entrenen más intensamente (Clarkson
1997,Lombardo et al 1991).
Por último, conviene señalar que también es posible que algunos deportistas lo
tomen por inadvertencia o por ingerir ayudas ergogénicas que no tienen las suficientes
garantías de calidad. Por ejemplo, en un estudio financiado por el Comité Olímpico
Internacional y llevado a cabo en el Instituto de Bioquímica de la Universidad de
Colonia, se estudió la composición de 634 suplementos nutritivos comerciales no
hormonales (Geyer et al 2004). Estos suplementos habían sido fabricados en 13 países
diferentes. Los resultados de este estudio muestran que el 15% de los suplementos
contenían esteroides anabolizantes, generalmente prohormonas de la testosterona, sin
que estuviese indicado en los prospectos. Los suplementos que contenían esteroides
anabolizantes estaban fabricados en Holanda (26%), Austria (23%), Reino Unido (19%)
y USA (19%). Se cree que estos productos están contaminados por dos probables
motivos: 1) por mala fe de los productores o, 2) la razón más probable es que estos
productos se procesen en las mismas máquinas en las que se procesan los esteroides
anabolizantes y que no se limpien las máquinas con el suficiente rigor. Esto hace que se
contaminen unos productos con otros. Este estudio ha supuesto una voz de alarma en el
mundo deportivo, porque la ingestión de suplementos nutritivos contaminados puede
dar resultados positivos en un análisis antidopaje. Por dicho motivo se recomienda que
solo se prescriban aquellos suplementos que tengan un certificado de calidad, como los
que se venden en farmacias o hayan pasado por los controles legales de las respectivas
Agencias del Medicamento de los países productores.
Las dosis que suelen tomar los deportistas dependen de las características de
cada deporte (Yesalis 1993a). Por ejemplo, los atletas y nadadores fondistas utilizan
dosis pequeñas, ligeramente inferiores a la producción diaria de testosterona en el
hombre sano normal (unos 7 mg por día) (Yesalis 1993a). Los velocistas y lanzadores
suelen utilizar dosis diarias que son de 1.5 a 2 veces superiores a la producción diaria de
testosterona en el hombre sano normal, aunque van aumentando con los años de
tratamiento (Yesalis 1993a). Por ejemplo, Charlie Francis señaló que conocía
levantadores de pesas que utilizaban diariamente 150 mg de Dianabol, 200 mg de
Anadrol y 100 mg de testosterona. Este tratamiento se mantenía durante 10 meses por
año (Francis 1998). Con Ben Johnson, Francis refiere que el Dr. Astaphan les
programaba ciclos de tratamiento con stanozolol (el famoso “estragol” señalado
anteriormente) de 6 semanas en el mes de noviembre, 6 semanas durante el mes de
marzo y 2 semanas al final de agosto, 4 semanas antes de los Juegos Olímpicos de Seúl.
Se cree que los fisioculturistas suelen utilizar las dosis diarias más elevadas de
esteroides anabolizantes (de 10 a 100 veces, o incluso 1000 veces superiores a la
producción diaria de testosterona en el hombre sano normal) (Scott et al 1990,Yesalis
1993a). Sin embargo, las dosis varían porque existe una respuesta diferente en cada
persona, y porque la actividad biológica de cada esteroide anabolizante que existe en el
mercado es diferente. La figura 1.10 muestra las dosis medias diarias de esteroides
anabolizantes utilizadas por 3 fisioculturistas y un “power-lifter” finlandeses de alto
nivel, durante un ciclo de 6 meses de preparación de un campeonato (Alen and
Häkkinen 1987). Se observa que los esteroides anabolizantes utilizados fueron la
methandienona (oral, en dosis diarias crecientes cercanas a los 20 mg), la nandrolona
phenilpropionato (inyectable una vez por semana), el stanozolol (inyectable una vez por
semana), y la testosterona (inyectable 1 a 8 veces por mes, en una inyección de 250 mg
que contenía 30 mg de testosterona propionato, 60 mg de testosterona
phenylpropionato, 60 mg de testosterona isocaproato y 100 mg de testosterona
decanoato). Estos resultados muestran que el grupo estudiado utilizó dosis muy
elevadas de esteroides anabolizantes (Alen and Häkkinen 1987). Parecidas pautas de
administración de esteroides anabolizantes se han encontrado en fisioculturistas
españoles de Cádiz, cuando llevan a cabo las fases de 6 semanas en las que combinan el
entrenamiento de fuerza con la toma de esteroides anabolizantes (Inigo et al 2000).
Figura 1.10. Dosis medias diarias de esteroides anabolizantes utilizadas por 3 fisioculturistas y un
"power-lifter" finlandeses de alto nivel, durante 6 meses de tratamiento (Alen and Häkkinen 1987).
Por último, las mujeres suelen utilizar generalmente dosis inferiores a las
utilizadas por los hombres (Yesalis 1993a). Por ejemplo, Charlie Francis señaló que
cuando Ángela Issajenko utilizó esteroides anabolizantes, comenzó a ingerir 5 mg
diarios de Dianabol en ciclos de 3 semanas con 3 semanas de descanso, aunque sabía
que había velocistas femeninas británicas y de los países de Europa del Este que solían
ingerir hasta 35 mg diarios. Posteriormente el Dr. Astaphan también incluyó en el
tratamiento de Issajenko la administración de Arginina, hormona del crecimiento,
ornitina, inosina y vitamina B12 (Francis 1998). Francis pensaba que las dosis pequeñas
debían ser eficaces en la mujer para mejorar su fuerza y evitar en lo posible los efectos
virilizantes (Francis 1998). La progresión en las dosis de las mujeres solía ser de unos 5
mg diarios cada año (Francis 1998).
Una de las razones por las cuales los deportistas utilizan ciclos de varias
semanas de tratamiento con esteroides anabolizantes seguidos por semanas sin
tratamiento es porque con ello evitan dar positivo durante los tests antidopaje que se
realizan el día de la competición (Francis 1998). Según Charlie Francis, los esteroides
anabolizantes tienen un tiempo de eliminación a partir del cual ya no se detectan en los
análisis antidopaje (Francis 1998). Por ejemplo, según Francis, el Dianabol
administrado por vía oral tenía un tiempo de eliminación de 21 días, aunque por
precaución convenía dejar de tomarlo 28 días antes del día en que se realizase el control
antidopaje. Durante los 28 días en los que no se utilizaban esteroides anabolizantes, se
solía utilizar hormona del crecimiento para estimular la producción de testosterona en el
testículo (Lombardo et al 1991), ya que no se detectaba en el control antidopaje
(Francis 1998). Según Francis, la mayoría de los esteroides anabolizantes orales se
eliminan mucho más rápidamente que los intramusculares (o por lo menos, dejaban de
detectarse en el control antidopaje mucho antes) (Francis 1998). Por ejemplo el Deca-
durabolin (nandrolona decanoato) todavía podía ser detectado a los 6-13 meses de su
administración (Francis 1998). Sin embargo, algunos ésteres inyectables de testosterona
no se detectaban en el análisis antidopaje si se interrumpía su administración de 3 a 6
semanas antes del día del control antidopaje (Yesalis et al 1993). Yesalis y col. (1993)
señalan que, basados en manifestaciones realizadas por el Comité Olímpico
estadounidense, parece ser que algunos atletas se hacen realizar análisis frecuentes de
orina cuando ingieren esteroides anabolizantes para conocer sus tiempos individuales de
eliminación de las sustancias prohibidas.
Hacia final de los años 60, los investigadores comenzaron a interesarse por el
estudio de los efectos de la ingestión de esteroides anabolizantes en la ganancia de
fuerza (Hickson and Kurowski 1986). Sin embargo, los resultados de una veintena de
estudios que se han publicado desde entonces sobre el tema son contradictorios, porque
en aproximadamente la mitad de ellos no se observó una ganancia significativa de la
fuerza, mientras que en la otra mitad de los estudios los autores encontraron una
ganancia significativa de fuerza en el grupo que utilizó los esteroides anabolizantes
(Lombardo 1993,Lombardo et al 1991,VanHelder et al 1991).
Las tablas 1.6 y 1.7 muestran las características de los estudios que encontraron
un aumento significativo de la fuerza tras la ingestión de esteroides anabolizantes (tabla
1.6), y los que NO encontraron una mejora de la fuerza (tabla 1.7). El análisis de estos
trabajos sugiere que la mayoría de los estudios que encontraron una mejora de la fuerza
(tabla 1.6) se caracterizaban por utilizar sujetos que tenían varios años de experiencia de
entrenamiento de fuerza (Alen et al 1984,Ariel 1973,Bhasin et al 1996a,Hervey et al
1981,O'Shea 1971,Stamford and Moffat 1974), realizaban entrenamientos de pesas de
alta intensidad (Alen et al 1984,Bhasin et al 1996a,Hervey et al 1981,Johnson and
O'Shea 1969,O'Shea 1971,Stamford and Moffat 1974,Ward 1973), y evaluaban los
resultados del estudio realizando tests de fuerza específicos, es decir, utilizando los
ejercicios y el material con el que los sujetos se habían entrenado (Alen et al 1984,Ariel
1973,Bhasin et al 1996a,Hervey et al 1981,Johnson and O'Shea 1969,Johnson et al
1972,O'Shea 1971,Stamford and Moffat 1974,Ward 1973). Más recientemente, también
se han publicado estudios que han encontrado un mayor aumento de la fuerza máxima
en sujetos experimentados que entrenaron intensamente con pesas e ingirieron
esteroides anabolizantes (Giorgi et al 1999).
Autor Droga/dos Duración Entrenamien Test Intensida Frecuenci Dieta Sujetos Metodología
is to d a/semana
Núme Experienci Doble Placebo
ro a ciego
Johnson y Dianabol 6 semanas Pesas Idem + Media- 3 Supl. 24 No No No
O’Shea 10mg/día Isométric alta Proteína
(1969) o
O’Shea Dianabol 4 semanas Press banca Idem Media- 3 Supl. 20 Halterofili Sí Sí
(1971) 10mg/día alta Proteína a
Johnson y Dianabol 7 semanas Pesas Idem + ? ? No 31 7 semanas Sí Sí
col. (1972) 10mg/día Isométric
o
Ariel (1973) Dianabol ? Press banca y Idem + ? ? No 6 2 años Sí Sí
10mg/día piernas sentadill
a
Ward Dianabol 4 semanas Pesas Idem Alta 3? No 16 No Sí Sí
(1973) 10mg/día
Stamford y Dianabol 4 semanas Pesas Idem Alta 3 Supl. 24 Sí (50%) Sí Sí
Moffatt 20mg/día Proteína
(1974)
Hervey y Dianabol 6 semanas Pesas Idem + Media- _ No 7 Halterofili Sí No
col. (1981) 100mg/día Isométric alta a
o
Alen y col. Methandie 24 Pesas Idem + Alta 6 Controlada 5 Sí No No
(1984) nona semanas Isométric
(35mg/día) o
Stanozolol
(15mg/día)
Nandrolon
a
(15mg/día)
Testostero
na
(40mg/día)
Bhasin y Testostero 10 Pesas Idem Media- 3 Controlada 43 Sí Sí Sí
col. (1996) na semanas alta
enanthato
(85mg/día)
Tabla 1.6. Características de los estudios que mostraron un aumento significativo de la fuerza tras varias semanas de utilizar esteroides anabolizantes. (Test, Idem: test
idéntico al entrenamiento realizado) (Dieta, supl. proteína: dieta suplementada con proteínas; no: no controlada). Tomado de (VanHelder et al 1991), a partir de
diferentes estudios (Alen et al 1984,Ariel 1973,Bhasin et al 1996a,Hervey et al 1981,Johnson and O'Shea 1969,Johnson et al 1972,O'Shea 1971,Stamford and Moffat
1974,Ward 1973)
Por el contrario, el análisis de los estudios que NO encontraron mejora en la
fuerza tras la utilización de esteroides anabolizantes (tabla 1.7) presentan, según
VanHelder y col. (1991) algunos problemas metodológicos. Por ejemplo, la mayoría de
los estudios utilizaron sujetos que tenían poca o ninguna experiencia previa en
entrenamiento de fuerza (Casner et al 1971,Fahey and Brown 1973,Fowler et al
1965,Hervey et al 1976,Loughton and Ruhling 1977,Stromme et al 1974), y algunos no
utilizaron tests específicos para evaluar la fuerza (Crist et al 1983,Fowler et al
1965,Golding et al 1974,Stromme et al 1974). Por ejemplo, Golding y col. (1974),
aunque utilizaron como sujetos a levantadores de pesas experimentados, les evaluaron
la fuerza en aparatos de gimnasio (press de banca) o midiéndoles la fuerza isométrica.
Esta evaluación es muy poco específica, porque los levantadores de pesas no suelen
utilizar estos ejercicios en su entrenamiento normal. Esto podría explicar la ausencia de
mejora de la fuerza señalada por los autores.
Autor Droga/dosis Duración Entrenamie Test Intensida Frecuenci Dieta Sujetos Metodología
nto d a
Númer Experienc Doble Placebo
o ia ciego
Fowler y Androstenolo 16 Pesas + Isométri Baja 5 No 47 10 Rugby Sí Sí
col. (1965) na 20mg/día semanas rugby co 37 No
Casner y Winstrol 7 semanas Pesas Idem _ _ Controlada 27 No Sí Sí
col. (1971) 6mg/día
Fahey y Deca- 9 semanas Pesas Idem + Baja- 3 No 28 Poca Sí Sí
Brown Durabolin. 4 Isocinéti media
(1973) inyecciones co
(1mg/Kg
peso)
Golding y Dianabol 12 Pesas Idem + Media- 4 Controlada 40 Si Sí Sí
col. (1974) 10mg/día semanas Isométri alta + Supl.
ciclos (3 co Proteína
sí/1 no)
Stromme y Mesterolona 8 semanas Pesas Isométri Media- 3 No 21 No Sí Sí
col. (1974) 75mg/día (4 co alta
semanas)
150mg/día (4
semanas)
Hervey y Dianabol 6 semanas Pesas Idem Media- _ No 11 No Sí Sí
col. (1976) 100mg/día alta
Loughton y Dianabol 6 semanas Pesas Idem + Media- 6 Supl. 12 No (6) Sí Sí
Ruhling 10mg/día (3 Isométri alta Proteína Sí (6)
(1977) semanas) co
5mg/día (3
semanas)
Crist y col. Nandrolona 3 semanas, Pesas Isocinéti Media- _ Supl. 8 Sí Sí Sí
(1983) 100mg/seman 3 veces co alta Proteína
a con 2
semanas
sin tto.
entre
medio
Tabla 1.7. Características de los estudios que NO mostraron un aumento de la fuerza tras varias semanas de ingestión de esteroides anabolizantes. Para interpretar la
nomenclatura, mirar a la tabla 6. Tomado de (Lombardo 1993,VanHelder et al 1991), a partir de diferentes estudios (Casner et al 1971,Crist et al 1983,Fahey and
Brown 1973,Fowler et al 1965,Golding et al 1974,Hervey et al 1976,Loughton and Ruhling 1977,Stromme et al 1974).
Lombardo y col. (1991) sugieren que la comparación de los dos estudios de
Hervey y col. (Hervey et al 1976,Hervey et al 1981), uno que encontró una mejora de la
fuerza (tabla 6) (Hervey et al 1981), y otro que no encontró modificaciones en la fuerza
(tabla 1.7) (Hervey et al 1976), ilustran muy bien los resultados aparentemente
contradictorios que se encuentran en los trabajos que estudiaron los efectos de la
utilización de esteroides anabolizantes en la fuerza. Ambos estudios fueron realizados
en el mismo laboratorio con sujetos que utilizaron el mismo tipo de esteroide
anabolizante, con idénticas dosis y duración del tratamiento, y que realizaron el mismo
tipo de entrenamiento. Sin embargo, la única diferencia que existió entre los dos
estudios es que en el estudio en el que se observó una mejora significativa de la fuerza
(Hervey et al 1981) los sujetos eran levantadores de pesas con muchos años de
experiencia con el entrenamiento de fuerza, mientras que en el estudio en el que no se
encontró mejora de la fuerza (Hervey et al 1976) los sujetos eran estudiantes de
Educación Física que no habían entrenado fuerza anteriormente.
Figura 1.12. Evolución media del salto vertical con contramovimiento previo cargando con el
propio cuerpo y con cargas adicionales, en el grupo que utilizó esteroides anabolizantes (izquierda),
y en el grupo que NO utilizó dichas sustancias (derecha), antes (línea continua) y después (línea
discontinua) de las 24 primeras semanas de entrenamiento (Alen et al 1984).
Los resultados del estudio de Alen y col. (1984) muestran que la utilización de
esteroides anabolizantes en grandes dosis durante 24 semanas de entrenamiento muy
intenso en deportistas de alto nivel con muchos años de experiencia en entrenamiento
de fuerza, se acompaña de aumentos en las diferentes manifestaciones de la fuerza
(dinámica máxima, isométrica máxima y explosiva) que son significativamente
superiores a las que se observan en sujetos de similar nivel deportivo que no utilizan
esteroides anabolizantes.
Un hallazgo interesante del estudio de Alen y col. (1984) fue que el grupo que
utilizó esteroides anabolizantes continuó aumentando sus valores de fuerza máxima
dinámica e isométrica durante las 6 semanas posteriores a la finalización del tratamiento
con esteroides anabolizantes. No se sabe la razón por la cual ocurre este hecho, pero
podría explicar los testimonios de algunos deportistas que refieren que las mejores
marcas deportivas las obtienen durante las semanas posteriores a la finalización del
tratamiento con esteroides anabolizantes (Francis 1998). Ese período de tiempo
posterior a la finalización de la toma de esteroides anabolizantes, suele coincidir con
una reducción del volumen y la intensidad del entrenamiento (tapering).
Otro hallazgo interesante del estudio de Alen y col. (1984) fue que durante las 6
primeras semanas de la experiencia, las ganancias de fuerza fueron muy similares en los
dos grupos, mientras que en las semanas posteriores de entrenamiento (semanas 6 a 24)
el grupo que utilizó esteroides anabolizantes aumentó la fuerza máxima en mayor
magnitud que el grupo que no utilizó dichas sustancias. Esto sugiere que se necesitan de
6 a 12 semanas de entrenamiento intenso para que se comiencen a observar los efectos
de la administración de esteroides anabolizantes. La insuficiente duración del estudio
podría explicar la ausencia de ganancia de fuerza encontrada por algunos autores en los
artículos que se han analizado en la tabla 1.7 (Casner et al 1971,Crist et al 1983,Fahey
and Brown 1973,Hervey et al 1976,Loughton and Ruhling 1977,Stromme et al 1974).
En el mismo trabajo realizado por Alen y col. (1984), aunque publicado en otros
dos artículos (Alen et al 1985,Alen and Häkkinen 1987), los autores también midieron
las concentraciones sanguíneas de testosterona, cortisol, FSH y LH, cada 4 semanas
durante las 26 primeras semanas del estudio (semanas 0 a 26) en las cuales los sujetos
de uno de los dos grupos utilizaron esteroides anabolizantes, y durante las 16 semanas
posteriores (semanas 26 a 42) en las que ninguno de los sujetos utilizó dichas
sustancias. Los autores encontraron que durante las 26 semanas de tratamiento, la
concentración sanguínea de testosterona total fue aumentando progresivamente en el
grupo que utilizó esteroides anabolizantes hasta alcanzar al final de las 26 semanas
valores que eran casi un 300% superiores a los valores iniciales (de 20.8 ± 2.2 nmol.l-1
en la semana 0 a 59.1 ± 17.2 nmol. l-1 en la semana 26) (figura 1.13) (Alen et al 1985).
Este aumento de la concentración sanguínea de testosterona que acompaña a la
administración de esteroides anabolizantes ha sido también observado por otros autores
(Friedl et al 1991,Palatini et al 1996,Plymate and Friedl 1992). Sin embargo, en el
grupo que no había utilizado esteroides anabolizantes la concentración sanguínea de
testosterona total no se modificó (de 26.0 ± 3.8 nmol.l-1 a 27.0 ± 7.4 nmol. l-1) (figura
1.13). Cuando los sujetos del grupo que utilizaba esteroides anabolizantes dejaron de
tomarlos (semanas 26 a 42), se observó una brusca disminución de la concentración
sanguínea de testosterona que provocó que, al menos durante 12 semanas, los valores
del grupo que previamente había utilizado esteroides anabolizantes fuesen
significativamente inferiores a los del grupo que no había utilizado dichas sustancias.
Figura 1.14. Evolución de la concentración sérica de FSH (arriba) y de LH (abajo) en el grupo que
utilizó esteroides anabolizantes (líneas continuas) y en el grupo que NO utilizó dichas sustancias
(líneas discontinuas), durante las 26 semanas de tratamiento (semanas 0 a 26), y durante las 12
semanas posteriores en las que ninguno de los sujetos utilizó esteroides anabolizantes (semanas 26 a
42). Adaptada de (Alen et al 1985).
Figura 1.15. Cambios relativos (en porcentaje de los valores iniciales) de la fuerza isométrica
máxima de los músculos extensores de las rodillas ("force") y del ratio testosterona cortisol (T/C),
durante las primeras 24 semanas de entrenamiento, en el grupo que utilizó esteroides anabolizantes
(círculos negros), y en el grupo que no los utilizó (círculos blancos). Adaptado de Alen y Häkkinen
(1987).
Lombardo y col. (1991) señalan que los deportistas de elite creen que la
ingestión de esteroides anabolizantes se acompaña de un aumento de la masa magra y
de una disminución del porcentaje de grasa corporal. Sin embargo, el análisis superficial
de los trabajos científicos que han estudiado los efectos de la utilización de esteroides
anabolizantes sobre la composición corporal indica que, como ocurría al estudiar los
efectos sobre la fuerza, los resultados son contradictorios porque aproximadamente la
mitad de los estudios encuentra un aumento significativo de la masa corporal en los
utilizadores de esteroides, mientras que la otra mitad no encuentra aumento. Lombardo
y col. (1991) sugieren que los resultados contradictorios se deben probablemente a que
los investigadores utilizaron sujetos con distintos años de experiencia en entrenamiento
de fuerza, diferentes métodos de medida de la composición corporal y diferentes
materiales.
Sin embargo, Vanhelder y col. (1991) indican que si se analizan los trabajos de
las tablas 1.6 y 1.7 que, además de estudiar los efectos de la utilización de los esteroides
anabolizantes en la fuerza, también estudiaron los efectos en la composición corporal,
los resultados son mucho más coherentes. Por ejemplo, los 5 estudios señalados en la
tabla 1.6 que además de estudiar los efectos sobre la fuerza, también estudiaron los
efectos sobre la composición corporal, encontraron que la utilización de esteroides
anabolizantes aumentaba la ganancia de fuerza y de masa magra (Alen et al
1984,Bhasin et al 1996a,Hervey et al 1981,O'Shea 1971,Stamford and Moffat 1974).
Otros estudios más recientes también han encontrado en fisioculturistas un mayor
aumento de la masa magra y de la fuerza máxima tras la administración de esteroides
anabolizantes (Giorgi et al 1999,Hartgens et al 2001). Por otra parte, de los 7 trabajos
citados en la tabla 1.7 (no encontraron mejora de la fuerza) que, además de estudiar los
efectos sobre la fuerza, estudiaron los efectos sobre la composición corporal, en 5 de
ellos no encontraron una mejora de la masa magra (Crist et al 1983,Fahey and Brown
1973,Fowler et al 1965,Golding et al 1974,Stromme et al 1974), mientras que 2
estudios encontraron un aumento significativo de la masa magra (Hervey et al
1976,Loughton and Ruhling 1977) tras la ingestión de esteroides anabolizantes.
Otros autores han encontrado que los efectos no solamente dependen de la dosis
suministrada, sino que también dependen del tipo de esteroide administrado. Por
ejemplo, Friedl y col. (1991) encontraron que la administración a 15 hombres
sedentarios de 100 mg por semana de 19-nortestosterona decanoato durante tan solo 6
semanas (dosis total de 600 mg), se acompañaba de un aumento del peso corporal
significativamente mayor que la administración de una dosis similar de testosterona
enanthato.
Al igual que ocurría cuando se estudiaban los efectos sobre la fuerza, el análisis
de los diferentes trabajos que han estudiado los efectos de la utilización de esteroides
anabolizantes sobre la composición corporal permite concluir, como lo afirmó
oficialmente la Sociedad Americana de Medicina del Deporte en 1987 , que “la
utilización de esteroides anabolizantes puede contribuir, si se acompaña de una dieta
adecuada, de un aumento del peso corporal y de la masa magra corporal” (American
College of Sports Medicine 1987). La revisión realizada por Forbes (Forbes 1985)
(figura 1.16), permite añadir que es muy importante utilizar grandes dosis de esteroides
si se quieren obtener aumentos considerables de la masa magra corporal.
Sin embargo, el análisis de los trabajos que han estudiado los efectos de la
ingestión de esteroides anabolizantes sobre la resistencia aeróbica muestra que los
resultados son mucho más confusos que los referidos a la ganancia de fuerza y de masa
muscular. Por ejemplo, algunos estudios han encontrado que la utilización de los
esteroides anabolizantes se acompaña de una mejora del consumo máximo de oxígeno
(Albrecht and Albrecht 1969,Johnson et al 1972,Keul et al 1976), mientras que otros
estudios no encontraron dicho aumento del consumo máximo de oxígeno (Fahey and
Brown 1973,Hervey et al 1976,Johnson et al 1972,Johnson et al 1975). Por último,
Stromme y col. (1974) encontraron una disminución significativa del consumo máximo
de oxígeno en los sujetos que habían utilizado esteroides anabolizantes, aunque durante
la fase de tratamiento los sujetos no realizaron entrenamiento de resistencia.
No se saben las razones por las cuales los resultados de los trabajos que han
estudiado los efectos de la utilización de esteroides anabolizantes en la resistencia
aeróbica son tan contradictorios. Lombardo y col. (1993) creen que puede ser debido a
diferentes razones:
2) los efectos sobre la resistencia deberían ser más importantes en sujetos muy
entrenados en resistencia que en sujetos sedentarios, poco entrenados, o entrenados en
fuerza. Ello se debe a que, probablemente, los efectos de la utilización de esteroides
sobre el aumento de la producción de glóbulos rojos de la sangre es menor en la persona
no entrenada que en el deportista muy resistente (Lombardo 1993).
5. Efectos en la salud.
Friedl (1993) afirma que durante muchos años la comunidad médica afirmó que
la ingestión de esteroides anabolizantes tenía unos efectos catastróficos para la salud. El
mismo autor señala que muchas veces dicha comunidad se limitaba a enumerar una lista
de posibles complicaciones derivadas de la utilización de esteroides anabolizantes, pero
sin diferenciar entre los tipos de esteroides anabolizantes utilizados, sus dosis, ni
explicar si los efectos eran reversibles o irreversibles. Además, en la mayoría de los
casos, dichas afirmaciones estaban basadas en casos anecdóticos no fundamentados
científicamente. Esto provocó que los deportistas no creyesen a la profesión médica en
este tema (Lombardo et al 1991,VanHelder et al 1991).
Sin embargo, hay que señalar también que no se conocen cuáles son las
consecuencias que tiene para la salud, a medio y largo plazo, la utilización de dosis muy
elevadas de esteroides anabolizantes durante muchos años. Por dicho motivo, conviene
mantener cierta prudencia aunque no se sepan con certeza cuáles pueden ser los efectos
a largo plazo (Friedl 1993,Lombardo et al 1991,VanHelder et al 1991).
No todos los esteroides anabolizantes producen los mismos efectos. El caso más
claro es el de los efectos producidos por los esteroides anabolizantes orales que tienen
un grupo “17-alpha-alkyl”. En la tabla 1.3 se señalaban alguno de los esteroides
anabolizantes que tienen este grupo “17-alpha-alkyl” como, por ejemplo, la
methandrostenolona, la oxandrolona, el stanozolol, la oxymetholona, la
fluoxymesterona, la methyltestosterona, y la methandienona. Como se verá más
adelante, estos esteroides anabolizantes orales son muy utilizados por los deportistas,
pero se cree que son tóxicos para el hígado, y su utilización no es recomendable.
5.2.2. Acné.
Cuando la dosis de esteroides anabolizantes es algo mayor (unas dos veces las
dosis de reposición), como ocurre por ejemplo en los hombres normales a los que se les
suministra dichas sustancias como anticonceptivo masculino, puede aparecer acné o
foliculitis, especialmente cuando se suministra testosterona enanthato o
methyltestosterona (Friedl 1993).
5.2.3. Ginecomastia.
Ginecomastia es el desarrollo anormal de los pechos en el varón. Algunos
estudios han referido la aparición de ginecomastia en hombres que utilizan esteroides
anabolizantes, incluso en dosis no muy elevadas (Friedl 1993,Salazar et al 2000). La
mayoría de las veces este fenómeno suele ser reversible (de Luis et al 2001), e incluso
desaparece aunque el sujeto siga utilizando esteroides anabolizantes. Sin embargo, muy
raramente puede darse el caso de que la ginecomastia persista incluso después de dejar
el tratamiento. En ese caso, para eliminar la ginecomastia se debe realizar una
intervención quirúrgica para extirpar el exceso de grasa del pecho (de Luis et al 2001),
aunque en algunos casos suele recurrir (Babigian and Silverman 2001).
Figura 1.17. Evolución de la concentración sanguínea de la fracción HDL del colesterol (barras en
negrita), en diferentes estudios, antes (barra de la izquierda en cada autor) y después (barra de la
derecha en cada autor) de varias semanas de utilización de esteroides anabolizantes. Las barras
blancas situadas por encima de las barras negras corresponden a la concentración sanguínea de la
fracción LDL del colesterol. La suma de las barras negras y blancas corresponde a la
concentración sanguínea de colesterol total. En todos los estudios los sujetos ingirieron esteroides
anabolizantes orales que tienen un grupo “17-alpha-alkyl”. En (Friedl 1993), a partir de diferentes
estudios.
Sin embargo, cuando los sujetos utilizaron otros esteroides anabolizantes orales
que no tienen el grupo 17-alpha-alkyl, o inyecciones intramusculares de testosterona
enanthato o de ésteres de testosterona en dosis no muy elevadas, no se observó esta
disminución de la fracción HDL del colesterol sanguíneo (Friedl 1993). Por último,
conviene señalar que cuando las dosis de estas últimas sustancias son elevadas, puede
observarse también una disminución de la fracción HDL. Por ejemplo, Kouri y col.
(1996) encontraron, en hombres normales tratados con dosis progresivas de inyecciones
intramusculares de testosterona cypionato, que la administración de 150 miligramos por
semana de dicha sustancia no se acompañaba de una reducción de la fracción HDL pero
que, por el contrario, la administración de 300 miligramos por semana sí se acompañaba
de la disminución de la fracción HDL del colesterol sanguíneo (recordar que la dosis
recomendada de reposición para tratar el hipogonadismo es de 100-125 miligramos por
semana) (tabla 1.4).
El análisis realizado sugiere que los efectos adversos que tiene la ingestión de
esteroides anabolizantes en la reducción de la fracción HDL del colesterol sanguíneo se
producen solamente en los sujetos que ingieren esteroides anabolizantes orales que
tienen el grupo 17-alpha-alkyl, o en sujetos que utilizan grandes dosis. Esta disminución
es reversible cuando se dejan de utilizar dichas sustancias, y no se ha demostrado hasta
el momento que se acompañe realmente de un aumento del riesgo de acelerar la
arteriosclerosis. Sin embargo, la existencia de algunos casos aislados que, como se
explicará más adelante, hacen sospechar cierta relación entre esteroides anabolizantes y
arteriosclerosis, junto a la prudencia, el sentido común, y la obligación moral que tiene
el médico y el entrenador de cuidar por la salud de sus deportistas, aconsejan realizar
sistemáticamente un estudio de los lípidos de la sangre a los sujetos que utilicen
esteroides anabolizantes y, en el caso de que se observe un descenso de la fracción HDL
del colesterol sanguíneo, aconsejar a dichos sujetos que dejen de utilizarlos (Gooren and
Polderman 1990).
El análisis realizado sugiere que los efectos que tiene la ingestión de esteroides
anabolizantes sobre el aumento de la tensión arterial no se producen sistemáticamente.
En los casos en los que se produce un aumento de la tensión arterial, éste suele ser de
muy pequeña magnitud y reversible a las pocas semanas de dejar de utilizar dichas
sustancias. Además, el aumento no es muy importante puesto que los valores de tensión
arterial de los sujetos que utilizan esteroides anabolizantes suelen estar comprendidos
entre los valores normales. Sin embargo, al igual que lo señalado cuando se trataban los
lípidos de la sangre, la existencia de algunos casos aislados de sujetos que desarrollan
hipertensión arterial tras ingerir esteroides anabolizantes, aconseja realizar
sistemáticamente un seguimiento frecuente de la tensión arterial a los sujetos que
utilicen esteroides anabolizantes y, en el caso de que se observe un aumento exagerado
de dicha tensión arterial, se debe aconsejar a dichos sujetos que dejen de utilizarlos
(Gooren and Polderman 1990).
5.3.4. Corazón.
Existen algunos trabajos que han estudiado el tamaño del corazón de deportistas
que se entrenaban en disciplinas de fuerza y que ingerían esteroides anabolizantes, y lo
compararon con el corazón de otros deportistas que no los utilizaban. En alguno de esos
estudios no se encontraron diferencias en el tamaño del corazón entre los dos grupos de
sujetos (utilizadores y no utilizadores) (Salke et al 1985). Sin embargo, en otro trabajo
realizado por Sachtleben y col. (1993) se estudió el tamaño del corazón, por
ecocardiografía, de 11 levantadores de pesas que utilizaban esteroides anabolizantes y
de otros 13 levantadores que no utilizaban dichas sustancias. Además, se estudió al
grupo de los utilizadores cuando llevaban 8 semanas utilizando las sustancias y cuando
dejaron de utilizarlas durante varias semanas. Los autores encontraron que el grupo de
sujetos que utilizaban esteroides anabolizantes presentaba una masa del ventrículo
izquierdo significativamente mayor que la del grupo de no utilizadores. Sin embargo, a
las pocas semanas de dejar de utilizar los esteroides anabolizantes, el tamaño de corazón
de los antiguos utilizadores se reducía y era similar al del grupo de no utilizadores. Otro
estudio más reciente también ha encontrado un aumento del tamaño del ventrículo
izquierdo en mujeres levantadoras de pesas que utilizaban esteroides anabolizantes
(Urhausen and Kindermann 1999).
Fineschi y col. (2001) refieren dos casos de muerte súbita de fisioculturistas que
ingerían esteroides anabolizantes. El primero, de un fisioculturista de 32 años de edad,
utilizador durante varios meses de grandes dosis de esteroides anabolizantes
(testosterona propionato: 700 mg/semana; nandrolona: 200 mg/semana y estanozolol:
70 mg/semana), que murió mientras realizaba una sesión de entrenamiento de pesas. La
autopsia reveló la existencia de un corazón de tamaño normal y unas arterias coronarias
normales. Sin embargo, en 20% del ventrículo izquierdo se encontraron bandas de
necrosis (muerte celular) agrupadas o diseminadas. Además, el análisis de orina reveló
la presencia de esteroides anabolizantes exógenos. El segundo fisioculturista tenía 29
años, había estado utilizando durante meses esteroides anabolizantes (nandrolona: 250
mg/semana y stanozolol: 350 mg/semana) y fue encontrado muerto por la mañana en la
cama. La biopsia reveló el mismo tipo de lesión que en el anterior fisioculturista, sin
observarse lesiones de las arterias coronarias. También en este fisioculturista, el
análisis de orina reveló la presencia de esteroides anabolizantes exógenos.
Aunque estos 14 casos sugieren una posible relación entre la utilización de esteroides
anabolizantes y el desarrollo de enfermedades del corazón , la realidad es que, como
señala la American College of Sports Medicine, esta relación no está demostrada
científicamente (American College of Sports Medicine 1987). Será necesario realizar
estudios epidemiológicos más rigurosos para poder afirmar o rechazar esta posible
relación. Sin embargo la gravedad de estos casos es de tal magnitud que debería ser
suficiente para no recomendar la ingesta de esteroides anabolizantes. En cualquier caso,
como se ha señalado a lo largo de este capítulo, debería realizarse periódicamente un
seguimiento cardiovascular y de factores de riesgo a los sujetos que utilicen esteroides
anabolizantes en grandes dosis, así como aconsejarles que dejen de utilizarlos.
4) Por último, hay que tener en cuenta que cuando un sujeto que no utiliza
esteroides anabolizantes realiza un ejercicio intenso de fuerza, se observa también un
aumento significativo de las concentraciones sanguíneas de GOT, de GPT y de LDH
(Braseth et al 2001,Dickerman R.D. et al 1999,Pertusi et al 2001). Por lo tanto, cuando
se observa un aumento de las concentraciones sanguíneas de dichos enzimas hepáticos
en un deportista que utiliza esteroides anabolizantes, no se puede saber si dicho
aumento se debe a un efecto secundario de los esteroides anabolizantes, o bien si es el
reflejo del daño muscular producido por la realización de entrenamientos físicos muy
intensos (Dickerman R.D. et al 1999,Friedl 1993). Algunos autores consideran que para
saber si hay afectación del hígado es mejor medir la concentración sanguínea del
enzima hepático GGT (gamma-glutamyltranspeptidasa), porque suele aumentar cuando
hay un problema en el hígado como, por ejemplo, una hepatitis, pero no varía cuando se
realiza ejercicio intenso de pesas (Dickerman R.D. et al 1999,Pertusi et al 2001).
3) Street y col. (1996) señalaron que en 1996 existía, en lo que ellos conocían,
un solo caso publicado de peliosis hepática en deportistas utilizadores de esteroides
anabolizantes. Cabasso (1994) refiere el caso de un deportista de 27 años utilizador
habitual de esteroides anabolizantes que desarrolló una peliosis hepática.
4) Por lo general, la peliosis hepática suele remitir cuando los sujetos dejan de
utilizar los esteroides anabolizantes (American College of Sports Medicine 1987, Nadel
and Kosek 1977), o cuando sustituyen la methyltestosterona por ésteres inyectables de
testosterona (Westaby et al 1977). Esto confirma que existe una relación estrecha entre
utilización de algunos tipos de esteroides anabolizantes y el desarrollo de la peliosis
hepática (American College of Sports Medicine 1987). Aunque no hay que olvidar,
como se señalaba anteriormente, que existen casos publicados de peliosis hepática en
sujetos que utilizaban ésteres de testosterona.
5) Por último, conviene señalar que los casos de peliosis hepática ligados a la
utilización de esteroides anabolizantes son probablemente mucho más numerosos que
los que se deducen de los trabajos publicados al respecto (Friedl 1993). Ello se debe a
que la peliosis no se puede diagnosticar por métodos estándar de laboratorio, sino que
se suele descubrir generalmente al realizar autopsias o cuando un sujeto desarrolla una
hemorragia interna y se le realiza una biopsia hepática (Friedl 1993). Aún y todo, se
considera que el riesgo de contraer una una peliosis aumenta cuando se utilizan
esteroides anabolizantes orales que contengan el grupo 17-alpha-alkyl durante más de 6
meses (Kicman and Gower 2003).
La mayoría de los sujetos que han desarrollado tumores hepáticos asociados con
la utilización de esteroides anabolizantes utilizaron esteroides anabolizantes orales que
contienen el grupo 17-alpha-alkyl, como la methyltestosterona y la oxymethenolona.
Sin embargo, el desarrollo de tumores hepáticos no está asociado exclusivamente con
este tipo de esteroides anabolizantes, porque también se han publicado algunos casos de
tumores hepáticos asociados con la utilización de ésteres de testosterona (Turani et al
1983).
5.5. Infertilidad.
Como la mayor parte del testículo está compuesto por túbulos seminíferos y
células en desarrollo, cuando el tratamiento con esteroides anabolizantes se acompaña
de una disminución significativa de la concentración de esperma, también se suele
observar una disminución significativa del tamaño del testículo (Eklof et al
2003,O'Sullivan et al 2000). Por ejemplo, en un trabajo anteriormente citado de Alen y
Hakkinen (1985), en el que se estudiaron los efectos de la administración de grandes
dosis de esteroides anabolizantes durante un año en un fisioculturista, los autores
encontraron que al final del tratamiento el sujeto presentaba una azoospermia y una
disminución del tamaño testicular del 33%. El testículo recuperaba su tamaño original
después de varias semanas de haber finalizado el tratamiento con esteroides
anabolizantes (Boyadjiev et al 2000).
En los últimos años se han publicado algunos casos de individuos que utilizaban
esteroides anabolizantes y que sufrieron un accidente cerebrovascular. En todos los
casos se trata de casos clínicos aislados y, como se ha venido comentando
anteriormente, conviene ser muy prudente en la interpretación de dichos estudios. Sin
embargo, es importante comentarlos porque se trata de enfermedades graves que se
produjeron de modo anormal en sujetos jóvenes que utilizaban esteroides anabolizantes
en dosis elevadas.
El análisis de los 6 trabajos anteriormente citados indica que en todos ellos los
sujetos eran fisioculturistas, jóvenes, habían utilizado durante bastantes años varios
esteroides anabolizantes a la vez, y en dosis muy elevadas. Esto permite pensar que la
utilización de esteroides anabolizantes en grandes dosis podría favorecer el desarrollo
de accidentes cerebrovasculares.
Se considera que los efectos adversos de los esteroides anabolizantes que han
sido señalados en el párrafo anterior podrían depender del tipo de esteroide anabolizante
utilizado, de la dosis, de la duración del tratamiento y de cierta predisposición
individual de los sujetos. Sin embargo, en lo que se conoce, no existe ningún método
para predecir si un sujeto tendrá o no tendrá más predisposición a tener uno o varios de
dichos efectos secundarios tras la utilización de esteroides anabolizantes (American
College of Sports Medicine 1987).
Figura 1.19. Curvas de supervivencia de ratones tratados durante 6 meses ("exposure") con
placebo ("control", cuadrados negros), 5 veces ("low dose", círculos blancos), y 20 veces ("high
dose", triángulos negros) la dosis de reposición de esteroides anabolizantes. El estudio terminó 12
meses después de haber finalizado los 6 meses de tratamiento. En ese momento, las ratones que
habían sobrevivido tenían 20 meses de edad (Bronson and Matherne 1997).
Se observa que durante los 6 meses que duró el tratamiento (meses 2 a 8), no se
encontraron diferencias significativas en la mortalidad entre los tres grupos. Sin
embargo, una vez finalizado el tratamiento, se comenzó a observar una mayor
mortalidad en los grupos que habían utilizado esteroides anabolizantes, especialmente
en el grupo que había utilizado las dosis más altas. Al finalizar el estudio, cuando los
ratones supervivientes tenían 20 meses de edad y habían pasado 12 meses desde la
finalización del tratamiento con esteroides anabolizantes, el 52% de los ratones que
habían utilizado las mayores dosis de esteroides anabolizantes habían muerto, mientras
que en el grupo que utilizó dosis más pequeñas habían muerto el 33% de los ratones, y
en el grupo que no utilizó esteroides anabolizantes (placebo) solamente habían muerto
el 12% de los ratones. Las diferencias de mortalidad entre los tres grupos fueron
significativas. El estudio de las autopsias mostró que los ratones que habían sido
tratados con esteroides anabolizantes presentaban un mayor número de alteraciones en
el hígado (tumores, peliosis y hemorragias internas), riñón (tumores) y corazón
(hipertrofia miocárdica y fibrosis) que los ratones del grupo placebo. Los autores
concluían señalando que la utilización de esteroides anabolizantes en grandes dosis en
el ratón se acompañaba de una mayor mortalidad y de la aparición de lesiones en el
hígado, riñón y corazón. El hallazgo más importante de este estudio fue que la
mortalidad comenzaba a aumentar significativamente varios meses después de que los
sujetos habían finalizado el tratamiento con esteroides anabolizantes.
No se sabe hasta qué punto se pueden aplicar al hombre los resultados del
estudio de supervivencia de ratones de Bronson y Matherne (Bronson and Matherne
1997). Dichos autores señalaron que las lesiones de hígado encontradas en las autopsias
realizadas a los ratones que utilizaban esteroides anabolizantes (tumores, peliosis
hepática) se parecían a las encontradas en algunos hombres utilizadores de grandes
dosis de esteroides anabolizantes. Sin embargo, otras lesiones, como las observadas en
los riñones de las ratones, no se han encontrado en el hombre. Por último, el hallazgo de
que la mortalidad en las ratones comienza a aumentar varios meses después de haber
finalizado el tratamiento con esteroides anabolizantes no se puede extrapolar al hombre,
aunque si se considera en términos relativos con respecto a la vida media de un ratón
(30 meses), se podría sospechar que los efectos negativos de la utilización de esteroides
anabolizantes durante mucho tiempo comenzarían a manifestarse con más virulencia en
el hombre al cabo de 10 a 20 años de haber comenzado a utilizarlos. Aunque esta
hipótesis está por demostrar, el sentido común y la búsqueda prioritaria de la salud de
las personas desaconsejan la utilización de esteroides anabolizantes en el hombre, al
menos en grandes dosis.
5.10. Conclusión.
5) No se conocen cuáles son los efectos a largo plazo que puede tener la
utilización de esteroides anabolizantes en grandes dosis sobre la salud. Sin embargo, es
probable que dichos efectos comiencen a manifestarse clínicamente al cabo de varios
años de haber comenzado su utilización. Es necesario que se realicen más estudios en
humanos para conocer si la utilización de esteroides anabolizantes tiene efectos
adversos sobre la salud.
6. Efectos en la mujer.
Strauss y Yesalis (1993) señalan que en 1993 no existían trabajos que hubiesen
estudiado los efectos de la utilización de esteroides anabolizantes en la fuerza de las
mujeres. Por lo tanto, no se conoce, en lo que nosotros sabemos, los efectos de la
administración de dichas sustancias en esta cualidad física.
Figura 1.20. Concentración sérica individual de testosterona total en los cuatro grupos de sujetos:
Mujeres sedentarias no utilizadoras de esteroides anabolizantes ("normal female"), hombres
sedentarios no utilizadores ("normal male"), mujeres levantadoras de halterofilia no utilizadoras
("never used steroids") y, por último, mujeres levantadoras de halterofilia que utilizaban grandes
dosis de esteroides anabolizantes ("currently using steroids"). En (Strauss and Yesalis 1993),
tomado de (Malarkey et al 1991).
7. Efectos psicológicos.
Por ejemplo, Pope y Katz (Pope, Jr. and Katz 1988), entrevistaron a 41
fisioculturistas y jugadores de fútbol americano que utilizaban elevadas dosis de
diferentes esteroides anabolizantes. El objetivo real de la entrevista era detectar posibles
síndromes psiquiátricos, mediante la realización del cuestionario DSM-III-R, aunque
los deportistas entrevistados no lo sabían. Los resultados mostraron que durante las
semanas de tratamiento con esteroides anabolizantes, el número de sujetos que
presentaban trastornos psiquiátricos (22%) era significativamente superior al porcentaje
de sujetos de la misma población que presentaban trastornos psiquiátricos durante las
semanas en las que no utilizaban esteroides anabolizantes (5%). Los trastornos
psiquiátricos más frecuentes eran los síntomas psicóticos (en el 12% de los sujetos) y
los episodios maníacos (12% de los sujetos). Los trastornos psiquiátricos desaparecían a
las pocas semanas de finalizar el tratamiento con esteroides anabolizantes. Este estudio
fue el primero que mostró una relación estrecha entre utilización de esteroides
anabolizantes en grandes dosis y aparición de trastornos psiquiátricos. Sin embargo,
presentaba el problema metodológico de que no se había utilizado un grupo control de
sujetos.
Por último, Smith y Perry (1992) señalan que existen varios estudios que
sugieren que la utilización de esteroides anabolizantes en grandes dosis puede crear
cierto grado de dependencia. Según dichos estudios, algunos sujetos podrían presentar
signos y síntomas de dependencia similares a los que se observan al dejar la cocaína o
el alcohol, cuando finalizan sus tratamientos con esteroides anabolizantes. Por ejemplo,
en un estudio realizado en el Centro Nacional Australiano de Investigación en Drogas y
Alcohol, los autores encontraron que el 23% de una muestra de utilizadores de
anabolizantes presentaban una dependencia de los esteroides anabolizantes (Copeland et
al 2000). Los principales síntomas del síndrome de abstinencia de esteroides
anabolizantes fueron: insatisfacción con la imagen corporal (38%), pérdida de apetito
(33%), depresión (31%), deseo de tomar esteroides (28%), fatiga (24%), pérdida de
interés (23%), ansiedad (12%), incapacidad para descansar (10%) náusea (2%) y
pensamientos suicidas (2%). Otro estudio indica que los principales síntomas del
síndrome de abstinencia son la depresión con tendencias suicidas, insomnio, anorexia,
disminución de la líbido, fatiga, dolor de cabeza, dolor en músculos y articulaciones y
deseo de volver a utilizar esteroides anabolizantes (Medras and Tworowska 2001). Si
estos estudios se confirman, indicarían que los efectos a largo plazo de la ingestión de
dosis elevadas de anabolizantes son graves desde el punto de vista psicológico. Además,
algunos autores sugieren que los sujetos que abusan de la toma de productos dopantes,
como los anabolizantes, la hormona de crecimiento o el clenbuterol, tienen bastantes
posibilidades de abusar también de la ingestión de otras drogas, como la cocaína, las
anfetaminas, el alcohol y la marihuana (Arvery and Pope 2000). Esta utilización abusiva
de múltiples drogas puede tener graves riesgos para la salud y para la vida (Cotlar
2001,Kindlundh et al 2001,Thiblin et al 2000).
- Aunque existen algunos casos publicados que sugieren una posible relación
entre la utilización de esteroides anabolizantes y el desarrollo de trombos que producen
el infarto de miocardio, la realidad es que esta relación no está demostrada
científicamente. Será necesario realizar estudios epidemiológicos más rigurosos para
poder afirmar o rechazar esta posible relación. Sin embargo, resulta conveniente realizar
periódicamente un seguimiento cardiovascular y de factores de riesgo a los sujetos que
utilicen esteroides anabolizantes en grandes dosis.
- Aunque el análisis de algunos casos clínicos sugiere que existe una posible
relación entre la utilización de esteroides anabolizantes y el desarrollo de trombos que
producen accidentes cerebrovasculares, la realidad es que esta relación no está
demostrada científicamente. Será necesario realizar estudios epidemiológicos más
rigurosos para poder afirmar o rechazar esta posible relación. Sin embargo es
conveniente realizar periódicamente un seguimiento cardiovascular y de factores de
riesgo a los sujetos que utilicen esteroides anabolizantes en grandes dosis, así como
aconsejarles que dejen de utilizarlos.
- No se conocen cuáles son los efectos a largo plazo que puede tener la
utilización de esteroides anabolizantes en grandes dosis sobre la salud. Sin embargo,
estudios aislados realizados en ratas y en humanos sugieren que es probable que dichos
efectos sean muy graves para la salud y comiencen a manifestarse clínicamente al cabo
de varios años de haber comenzado su utilización. Es necesario que se realicen más
estudios en humanos para conocer si la utilización de esteroides anabolizantes tiene
efectos adversos sobre la salud.
Autoevaluación
Respuestas Autoevaluación
1.1. Es muy probable que en algunas circunstancias (sujetos muy entrenados en fuerza,
dosis elevadas, entrenamientos intensos y largos, y evaluación realizada con tests
específicos), la utilización de esteroides anabolizantes se acompañe de una mejora
significativa de la fuerza. De hecho, la Sociedad Americana de Medicina Deportiva
(ACSM), reconoció oficialmente en 1987 que en algunos sujetos, la mejora de la fuerza
que se obtiene entrenando intensamente e ingiriendo una dieta adecuada puede
incrementarse significativamente cuando se utilizan al mismo tiempo esteroides
anabolizantes. Esto rectificaba lo que la citada Sociedad había afirmado oficialmente 10
años antes, cuando señaló que no existían evidencias de que la utilización de esteroides
anabolizantes pudiese acompañarse de una mejora de la fuerza.
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