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Autor: Sandro Jiménez Ensayo 2 1

Biopoder, administración de poblaciones y subjetivación política en el caso


del desplazamiento interno forzado en Colombia1

Presentación

Esta ensayo desarrolla una lectura orientada a mis intereses analíticos de


Agamben, Foucault, Guerrero y Ranciére para discutir de que manera pueden
ayudar a entender aquello que en Colombia por lo protuberante y abultado, no se
alcanza a comprender como no es causa de toda la sociedad. Me refiero a la
condición de exilio interno que soportan casi cuatro millones de colombianos según
los últimos informes de las entidades mas confiables (ACNUR y CODHES). La
producción sistemática de desplazamiento forzado de civiles como estrategia de
guerra y la ausencia del Estado, tanto en la prevención del desplazamiento, como
en la restitución de los derechos de los ciudadanos desplazados, son los elementos
que tipifican la crisis humanitaria en Colombia.
El uso de la categoría de “exilio interno” y la de “grado cero de ciudadanía”
fueron introducidas en el debate académico por Alejandro Castillejo y Boaventura de
Sousa, respectivamente. Sin entrar en las discusiones de estos dos autores, asumo
ambas figuras para explicarlas en mi interpretación desde una diálogo cruzado entre
las nociones de biopolítica en Foucault, administración de poblaciones en Guerrero,
campo de concentración en Agamben y subjetivación política en Ranciére.
El eje articulador del análisis se construirá alrededor de los colombianos que
existen bajo la situación se ser - estar desplazados, que a pesar de estar dentro del
mismo territorio, sufren del estado de exiliado, en la medida que el exilio supone la
suspensión temporal de la ciudadanía por la pérdida del cumplimiento de la
promesa de la soberanía, que interpretando a Agamben, significa un estar afuera,
en condición de excepción. Pero cómo puede ocurrir esto dentro de las propias
fronteras administrativas de la nación y dentro de los propios límites del ejercicio de
la noción de soberanía? Para responder esta pregunta primero debemos entender

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Ensayo 2, diciembre 11 de 2007, para el profesor: Andres Guerrero.

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como es que el desplazamiento forzado opera como “campo de concentración” y


desde esta noción evidenciar las formas de biopoder, de administración y de
subjetivación – resistencia de esta población a estas dinámicas.

Desarrollo

Para Agamben el gesto del “campo de concentración2” vinculado al “estado de


excepción” tiene la capacidad de explicar la pregunta que acabamos de plantear,
eso sí, teniendo en cuenta la precaución reclamada por el autor de no sobre valorar
esta categoría, si se quiere llegar a una comprensión correcta de la naturaleza del
campo (Agamben, 2003:214). La protección de la libertad que esta en juego en la
custodia protectora es, irónicamente, protección contra la suspensión de la ley que
caracteriza la situación de peligro grave - que en términos del desplazamiento
forzado es la negación del desplazamiento en si mismo - La novedad es que, ahora,
esta institución - la de la custodia protectora - se desliga del estado de excepción en
que se fundaba y se deja vigente la situación normal. En otras palabras, el campo
de concentración es el espacio que se abre cuando el estado de excepción empieza
a convertirse en regla. Así el estado de excepción que era esencialmente una
suspensión temporal del ordenamiento sobre la base de una situación temporal de
peligro, adquiere ahora un sustrato espacial permanente que, como tal, se
mantiene, sin embargo, de forma constante por fuera del orden jurídico normal.
(Agamben, 2003:215).
Mi preocupación trata de trascender la manifestación como espacialidad del
campo, para develar su lógica en tanto tecnología política3 para administración de

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Este concepto se asume con Agamben desde el punto de vista de su estructura jurídico - política y no
de su carácter histórico, es decir, en lugar de deducir del campo de acontecimientos que tuvieron lugar
en los sitios reconocidos públicamente como tales, este autor se plantea su abordaje desde otro marco
interpretativo, para dar cuenta de las condiciones de posibilidad político conceptual de este fenómeno.
3
Es mi lectura de tecnología política, aquel proceso tendiente a estandarizar, normalizar, seccionar y
transferir principios, prácticas y programas para atender una emergencia compleja y de crisis social e
institucional, en donde la política es reducida a meros criterios de gobernabilidad o gobernanza y se
asume el saber experto y la superioridad de la técnica jurídica como autoreferenciada sólo a sus
propios mecanismos de generación y expansión. Cuando esta estrategia hace parte del
establecimiento de un orden social preestablecido, a través de la aplicación de mecanismos de poder

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sujetos de excepción. De esta manera el estado de excepción para los hoy exiliados
internamente comenzó hace unos 20 años, y la configuración de su estado como
característico de campo de concentración, es decir, que se hizo permanente, se
inició con el acto de destierro propiamente dicho hace 15 años socialmente
hablando y 10 jurídicamente, pues es hasta 1997 que se produce un ordenamiento
jurídico que incluye a las víctimas del desplazamiento forzado como víctimas del
conflicto. Lo paradójico es que esta decisión a la vez que los incluyó, los volvió a
poner afuera, en dos sentidos: primero porque se les creo un lugar jurídico - político
intersticial particular en donde sólo un registro declaratorio ante la entidad
competente lo convertía en sujeto de derechos - lo que supone que todos los
desplazados sin dicho registro están en el adentro de la nacionalidad y en el afuera
de la legalidad. En segundo lugar fueron excluidos por la ley de protección y
atención a la población en situación de desplazamiento, que se convirtió en una
tecnología de registro y conteo de la anomalía, de los que están afuera pero están
registrados adentro.
Exactamente en este sentido es que la reflexión de Agamben, sobre el
estatuto paradójico del campo de concentración, en cuanto espacio de excepción,
reconoce que, éste en tanto porción de territorio (y para mi en tanto tecnología
política) que se sitúa fuera del ordenamiento jurídico normal, pero que no por eso
es simplemente un espacio exterior. Lo que en él se excluye, es, según el
significado etimológico del término excepción, sacado fuera, incluido por medio de
su propia exclusión. Pero lo que de esta forma queda incorporado sobre todo en el
ordenamiento es el estado de excepción mismo. (Agamben, 2003:216)
Los párrafos anteriores dan la oportunidad de establecer varios enlaces con la
tesis de los demás autores en consideración en este ensayo experimental. Lo
primero es que el reconocimiento planteado como forma de registro de cuerpos
victimizados por la guerra, cuerpos no visibles y no contados antes de ser víctimas,
hace que la situación de ser – estar desplazados sea la entrada a la estatalización

específicos, conducen a un escenario de post política, en el cual es posible responder a la complejidad


de los fenómenos intervenidos, sólo por vía del reemplazo de un paquete tecnológico por otro, en
donde la deliberación pública o discusión política es exclusiva y excluyente a determinados grupos de
interés o al equipo de expertos.

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de su corporeidad, de su biología (Foucault, 1976: 172); en donde surge la tensión


entre el hacer vivir y el dejar morir (Foucault, 1976: 177). Pero el proceso de
constitución y regulación de este sujeto, el sujeto desplazado, no se da en tanto
individuo-cuerpo, sino como cuerpo múltiple, es decir, es sujeto en tanto población.
Aquí la noción de biopolítica permite entender porque la población en situación de
ser – estar desplazado aparece como problema de poder, pues este tipo de sujetos
en tanto seudo ciudadanos cuentan sólo en masa (Foucault, 1976: 176).
De esta manera, Foucault y Ranciére conectan con Agamben en la relación
del gesto de inclusión/exclusión del campo de concentración: En primer lugar con
Foucault se puede observar el gesto inclusivo, pues este sujeto masificado, hecho
población, sólo adquiere estatus a través del conjunto de aparatos específicos como
tecnologías de gobierno y del desarrollo de la serie de saberes administrativos
derivados de ellos, que permite que los desplazados sean incluidos como
poblaciones a administrar (Foucault, 1979: 195); el gesto de exclusión se advierte
con Ranciére, pues este autor afirma que cuando las víctimas de una injusticia
entran en el tratamiento del daño, se refiere generalmente a la humanidad y sus
derechos, pero la universalidad – como igualdad – no reside en conceptos invocados
de este modo, para poder garantizar dicha igualdad como demostración hay que
preguntarse: qué es lo que resultad de eso?, es decir que aparece de su
implementación discursiva y práctica (Ranciére, 2006: 20). En este sentido los
desplazados no son reconocidos como ciudadanos, no porque no se les reconozca su
igualdad al disfrute de derechos frente a la ley, sino porque no se les reconoce
como hablantes, es decir no son iguales; aquí esta el daño que no se supera por la
prestación de servicios gubernamentales. En otras palabras, el gesto de exclusión
aparece porque aún siendo contados, los desplazados están fuera de cuenta
(outcast) (Ranciére, 2006: 21).
Es por ello que después de diez años de que el Estado colombiano crea el
sistema nacional de atención integral a población desplazada y con él abre la puerta
a la vorágine del humanitarismo trasnacional, las condiciones de exilio interno
permanecen casi inmodificadas, pues los desplazados internos, están inscritos
afuera por su condición excepcional, y lo único que los mantiene adentro es la figura
de campo de concentración que creo el mismo sistema de atención que se aplica

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como si la emergencia humanitaria se pudiera asumir como excepción, como la


normal excepción.
Hannah Arendt ha señalado en alguna ocasión que en los campos se
manifiesta a plena luz el principio que rige la dominación totalitaria, y que el sentido
común se niega obstinadamente a admitir; es decir, el principio según el cual “todo
es posible”. Los campos constituyen, en el sentido que hemos visto, un espacio de
excepción, en el que no sólo la ley se suspende totalmente, sino en el que, además,
hecho y derecho se confunden por completo: por eso todo es verdaderamente
posible en ellos. (Agamben, 2003:217)
En este sentido, el desarrollo del sistema de atención de a la población en
situación de desplazamiento interno opera bajo el principio de subsidiaridad, a pesar
que en teoría, este principio no se puede aplicar para proteger derechos
fundamentales de ciudadanos de un país por instituciones para estatales, pues que
en caso de hacerlo, la misma justificación del Estado y su supuesta condición de
soberanía perderían todo sentido. Esto es claro en derecho, pero en los hechos,
existen múltiples experiencias de subsidiaridad y sustitución del Estado,
particularmente en las regiones colombianas donde el Estado apenas es una figura
con traje camuflado.
Agamben describe esta situación como la de un umbral, en el que el derecho
se trasmuta en todo momento en hecho, y el hecho en derecho, y en el que los dos
planos tienden a hacerse indiscernibles. Esto es el producto de una decisión política
soberana que opera sobre la base de una absoluta indiferencia entre hecho y
derecho (Agamben, 2003:218). El ejemplo llano de esta secuencia es que le
Estado colombiano reconoce el derecho a la condición de sujeto de especial
protección a partir del registro ante las autoridades competentes de la condición de
desplazado -argumento en derecho - Registro que no garantiza sino el ser parte del
campo de concentración que es el sistema único de registro de población
desplazada, porque la acción Estatal es incapaz de garantizar el derecho pues el
tamaño del campo es tal que no se puede lograr respuestas efectivas -argumento
de hecho –
Las anteriores dinámicas y las relaciones entre los procesos de
inclusión/exclusión del campo de concentración (Agamben), al lado de las

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manifestaciones del biopoder de las tecnologías de gobierno (Foucault) y las


particiones entre iguales hablantes pero sin logos (Rancière); definen la condición
adscrita de la población desplazada y con ello su carácter de sujetos de
administración (Guerrero).
Así, en el espacio vacío de ciudadanía que ocupan los desplazados, el Estado
delega su soberanía hacia la esfera privada, a través de las ONG´s y Agencias
internacionales que son las encargadas ahora de la administración de poblaciones
(Guerrero, 2000: 38) a través de la distribución clientelar de unos mínimos básicos.
Guerrero describe esto como de un Estado de dominación (Foucault), donde estas
formas de dominación delegadas hacia lo privado (los sistemas de cooperación
internacional para atención humanitaria de emergencia) impiden el acceso a la
igualdad ciudadana desde el Estado, por medios jurídicos instrumentales y políticos,
o sea una exclusión formal y definida (Guerrero, 2000:39). Forma de exclusión que
Agamben plantea como lugar indicernible entre hecho y derecho.
Así, el estado de excepción, que era esencialmente una suspensión temporal
del orden jurídico, pasa a ser ahora un nuevo y sustrato espacial (y tecnológico), en
que habita esa particular expresión de la vida nuda, el exilio interno que, de forma
cada vez mas evidente, ya no puede ser inscrita en el orden jurídico; debido a una
creciente desconexión entre la condición de sujetos de derechos vinculado al
nacimiento y a la condición de ciudadano asociado a un territorio (la nuda vida) y el
Estado-nación, es el hecho nuevo de la política como tecnología de administración
de sujetos de excepción, lo que al lado de Agamben llamamos campo de
concentración, es precisamente esa separación, a través del sistema de registro
como desplazado.

El Sistema Único de Registro – SUR – aparece aquí como la tecnología de


gobierno (Foucalt) que ejemplifica todas las condiciones que Guerrero (2000: 39)
plantea como componentes esenciales de un sistema de administración de
poblaciones: un sistema de identificación, un proceso de empadronamiento, el
seguimiento, la protección y la represión. Los primeros dos se desarrollan como
mecanismos de gobernabilidad del Estado colombiano, mientras que los últimos tres

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se lo deja al aparato Ongésico, en donde talvez la represión se presenta como el


control de las demandas que se pueden hacer al Estado, no como población, sino
como ciudadanos potenciales. Este proceso desplazó el gobierno de poblaciones
desde el denso núcleo de lo público estatal, hacia el plexo desintegrado de lo
privado; de las leyes y lo político hacia el sentido común y lo particular (Guerrero,
2000: 44). De esta manera, este registro se convierte en un orden jurídico sin
localización ( el estado de excepción, en el que la ley es suspendida - apelando a la
incapacidad de hecho para proteger los derechos -) al que corresponde ahora una
localización de un orden jurídico que deslocaliza y desnacionaliza,
convirtiendo así el registro como desplazado como espacio permanente de
excepción y a la atención de emergencia permanente como condición de existencia.
Así, nuestro sistema político ya no ordena formas de vida y normas jurídicas
en un espacio determinado, sino que alberga en su interior una localización
dislocante que lo desborda, en el que pueden quedar incorporadas cualquier forma
de vida y cualquier norma. El campo como localización dislocante es la matriz
oculta de la política en la que vivimos, la matriz que tenemos que aprender a
reconocer a través de todas sus mutaciones. (Agamben, 2003:223)4
La ambigüedad del sistema, pasa por la decisión de cambiar la condición
excepcional de desplazado a la condición natural de pobre urbano. Un ejemplo muy
claro de esto son los intentos que viene desarrollando la oficina de Acción Social de
la presidencia de la república – encargada de administrar el sistema – para trasladar
– conceptual y políticamente – a los desplazados del sistema de registro y
protección de víctimas hacia los programas de asistencia y mitigación de la pobreza
urbana y rural (Familias en Acción, para el primer caso; y Familias Guarda Bosques
en el segundo). Todo ello si pasar por el reconocimiento de los daños y pérdidas de
las personas desplazadas en tanto víctimas de conflicto.
De esta manera el Sistema de Registro y Atención consolidan su carácter de
administración de poblaciones, de sujetos en el campo jurídico político de
concentración, que termina por convertirse en lo que Guerrero (2000: 46)
denomina como un ámbito de exclusión esencial, entendido esto como espacio de

4
Los comentarios en guión alto son míos.

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relaciones sociales y de conflictos que bordean lo público estatal en confines


contingentes; o sea, según coyunturas, en este ámbito puede irrumpir
temporalmente la esfera pública y luego desaparecer sin más.
Pero que con todo y ello, los exiliados internamente se rehúsan a terminar su
experiencia de exilio en un centro urbano donde la inclusión urbana se vuelve la
exclusión última. Esto se ve claramente expresado en el hecho de que el SUR tiene
un subregistro de casi el 50% de las víctimas; así el campo de concentración tiene
tanto de exclusión como de resistencia. De allí que se vislumbra la posibilidad de
acción política desde los propios sujetos excepcionales, no ya como administrados
sino sujetos “de un grupo o de una clase que actúan en nombre de lo que está
fuera-de-cuenta, que ligan un ser a un no-ser o a un ser-por-vernir” (Ranciére,
2006: 22). Es aquí donde se puede advertir el mas allá del campo, desde los
procesos de subjetivación política frente a la condición de ser estar desplazados.
Este proceso pasa por un darse cuenta del estado de sujeción, de visibilizar el
campo, de incluirlo no como sustrato de la política, sino como una partición mas de
lo sensible que puede ser modificada. Este reconocimiento pasa por identificar el
lugar político del sujeto desplazado, como un intervalo de falla: un estar-junto
como estar-entre (Ranciére, 2006: 24) Liminalidad que se convierte en un
operador de visibilidad de la separación entre la ciudadanía jurídica y la ciudadanía
política (Ranciére, 2006: 35); o entre la ciudadanía de los sujetos de plenos
derechos y la de los ciudadanos administrados (Guerrero)
Visto de esta manera, dicho espacio de liminalidad es un lugar aporético,
pues al tiempo que es el espacio de la biopolítica, también es la oportunidad de la
política. En el primer sentido, Agamben (2006: 155) considera este espacio como el
primado de lo privado sobre lo público y de las libertades individuales sobre las
obligaciones colectivas; espacio de donde aparece, no el sujeto libre y consciente,
sino, sobre todo, su nuda vida (Agamben, 2006: 163). En el segundo sentido,
Rancière (2006: 69) argumenta que si la política es el trazado de una diferencia que
se esfuma con la distribución de las partes y de las partes sociales, en donde ésta
adviene como un accidente siempre provisorio en la historia de las formas de
dominación. El resultado es que el litigio político tiene como objeto esencial la

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existencia misma de la política. Este litigio sólo tiene lugar en el espacio liminal en
discusión.

Cierre

Después de tantas reformas políticas -como tecnología de gobierno (Foucault)-, y


de mecanismos de administración de la nuda vida (Agamben y Guerrero) frente a la
experiencia cercana y cotidiana de la condición se ser – estar desplzado, queda
mucho por considerar si es que una agenda de investigación implicada y afirmativa,
desea aportar a modificar el régimen de lo sensible (Ranciére); pues la
naturalización de la violencia, de la administración de sujetos de excepción y de la
normalización del estado de excepción y de emergencia permanente, obligan al
desarrollo de una agenda que incluya a los exiliados internos en el afuera de la
excepción y en el adentro de la transición, de manera que se manifieste la
posibilidad de salir del campo de concentración. En pocas palabras, el llamado es
por el regreso de la política a la agenda, y por una nueva agenda de la política,
como discusión - reflexión – acción – demostración y verificación, no como
tecnología. Un visión de la política en este sentido ayudaría a entender que los
esfuerzos gubernamentales y sociales para restablecer la condición de ciudadanos
no administrados de los desplazados, no se puede entender como un mero conflicto
que opone grupos que tienen intereses diferentes, por el contrario opone lógicas
que cuentan de modo diferente las partes y las partes de la comunidad (Rancière,
2006: 70). En síntesis, con Rancière, el reto es por abrir el espacio de la política
que cuente a los desplazados como la parte de los sin-parte y desde ella redistribuir
las particiones de lo sensible.

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Bibliografía

Agamben, Giorgio (2003). Homo Sacer, el poder soberano y la nuda vida. España:
Pre-Textos

Guerrero, A. 2000, “El proceso de identificación: sentido común ciudadano,


ventriloquía y transescritura”, en A. Guerrero (comp.): Etnicidades, Flacso-Ecuador
(pp.9-60)

Foucault, M.: “Curso del 17 de marzo de 1976”, en: La Genealogía del Racismo, ed.
Piqueta, Madrid 1992 (pp.247-273)

Foucault, M. 1999. La Gubernamentalidad, en: Estética, ética y hermenéutica,


Madrid: Paidós (Angel Gabilondo, editor y traductor). (pp.175-197)

Foucault, M. 1994. “Clase del 7 de enero” y “Clase del 14 de enero de 1976” en:
“Hay que defender a la sociedad”, ed. Akal, 2003 (pp.29-61)

Miller, Peter 1987. “From Disciplinary Power to Governmentality”, en P. Miller:


domination and Power, Routledge & Keagan, London (pp.194-213)

Rancière, Jacques. 2006. Política, policía y democracia. Santiago: LOM Editores.


Capítulo 1 y 4.

Rancière, Jacques. 1996. El desacuerdo, política y filosofia. Buenos Aires, Ediciones


Nueva Vision. Capítulo: Distorsión, política y policia.

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