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Casi imperceptiblemente, conforme fueron llegando uno a uno, dej de ser el que er a.

Algunas cosas que haca las abandon, otras se las hered a ellos, unas cuantas las he matizado y miles de horizontes ms he descubierto en su compaa. Gracias a mis hi jos me convert en Padre, abandon al ser que era, para convertirme en el pap de Cris, el pap de Juanqui y el pap de Armando... y cada uno de esos roles tiene sus acentos, sus complejidades y sus maravillosas sorpresas. Junto con el ser pap, la que fue mi vida como docente tuvo la misma importancia: se hace uno medio padre, medio orientador, medio gua y ensea en las clases tanto de lo bueno que uno ha cultivado como de las -en mi caso enormes- deficiencias. Nue stras alumnas y alumnos se quedan con un fragmento del corazn que dejamos en la d ocencia. Confo en hacer lo mejor que pueda -con mis hijos y con mis futuros estudiantes- p ara colaborar y dejar al mundo personas ms integrales, crticas, profundamente comp rometidas y con un slido amor por los dems. Creo que es la manera que tengo para a gradecer a mi propio padre sus enseanzas y preocupacin por m. Eso que le he aprendi do hoy lo traslado hacia mis hijos en una cadena interminable de esperanza por e l maana. Felicito a sus padres donde quieran que estn, felicito a mi viejo por su ejemplo y regaos, los felicito a ustedes que comparten con nosotros las gratas sorpresas, los miedos indescriptibles as como las profundas satisfacciones que vivimos junt o a nuestros hijos, en esta labor de ser paps.

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