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Una caracteristicas incipiente, nada nueva, recorre el mundillo de las escuelas de comunicación[2].

Es una corriente de insurrectos que incluye a profesores, investigadores y alumnos, es una


corriente no uniforme, no uniformada, que rema contra corriente esquivando sanciones, despidos,
amonestaciones y descalificaciones que suelen imponer los “patrones” casi por el “simple hecho”
de no ser complaciente, obediente ni indiferente ante las mil y una barbaridades reinantes en
muchos “claustros académicos” públicos y privados. En todo el mundo.

Más vale no decir quiénes son y dónde están. Por ahora. Hay peligros y persecuciones de todo
tipo, al acecho, tras las puertas de las aulas, las oficinas, los baños... hay “orejas” y “espías”
voluntariosos atentos a “denunciar” todo lo que suene a “zurdito”, “rojo”, “rebelde”, “marxista”...
cualquier queja, propuesta, observación, crítica, diagnóstico... que no coincida con el modelo de
perfección patronal, enciende de inmediato las sospechas y los riesgos. Hay profesores
perseguidos por sus ideas y sus metodologías; hay profesores perseguidos por exigir rigor
científico y exigir salarios justos, hay profesores marginados por insistir en la actualización
dialéctica de las curriculas, hay profesores difamados por exigir honestidad y autonomía teórica
frente a los intereses, mercantiles o políticos, de algunas escuelas y facultades... pero hay, una
corriente en pie de lucha contra eso, con resistencia y con oposición y organización de importancia
mayúscula. Corriente que dignifica la lucha diaria.

La noticia impresa
sa
Alberto Maldonado S.

Según Noam Chomsky (un político de izquierda, nada conocido en USA y un poco en América Latina) la
gran prensa sipiana (de la SIP-CIA) utiliza un decálogo del “nuevo periodismo” que nos lleva o nos conduce a
seguir creyendo que lo “que tenemos es bueno” y que debemos aceptar “nuestro destino” sin chistar; peor
pretender un “socialismo siglo 21” que, según los “expertos sipianos”, está en desuso aún antes de ser
aplicado.
 
Chomsky dice que el tal decálogo es, en realidad, una estrategia comunicacional. Una estrategia que la prensa
sipiana lo viene aplicando desde hace tiempos. Una estrategia que condujo a un investigador español a
escribir un libro sobre las “sociedades sumisas”. Veamos:
 
La estrategia de la distracción. Antiquísimo recurso de la gran prensa impresa ya que fue la única que
comenzó a imponerse a fines de los siglos 19 y gran parte del 20. En muchos lugares, como en nuestros
países, la “prensa impresa” sigue orientándole (imponiéndose) a la opinión pública, ya que muchas estaciones
de radio y televisión siguen leyendo en “sus noticieros” las informaciones que fueron para los diarios, noticias
actuales, pero doce horas atrás, por lo menos. Y en radio y tv. eso es imperdonable
¿Cuál es el truco de esta estrategia? Muy sencillo: a título de que los medios deben entregar a sus públicos lo
que a estos “les interesa” los capos mediáticos (Murdok, por ejemplo, en USA) “descubrieron” hace décadas
que lo que les interesaba a los públicos perceptores eran “escándalos, morbo, sexo, moda, espectáculos,
farándula, chismes” Estos recursos fueron desplazando, poco a poco, de los espacios mediáticos, el interés por
lo ciertamente importante: la política (no la politiquería) el desempleo, las remuneraciones, la salud, la
educación, la pobreza, la miseria, las inequidades, las imposiciones.

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