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Paz a vosotros hermanos, les pido sean tan amables de buscar en sus sagradas escrituras el

libro de Proverbios capítulo 22:6 que a la letra dice: Instruye al niño en su carrera, y aun
cuando fuere viejo no se apartara de él. Voy a darle nuevamente lectura a este verso pero
ahora lo hare en una versión actual, dice así: Enséñale al niño a elegir el camino correcto, y
cuando sea viejo no lo abandonará Amen. Pueden sentarse, el título del tema que voy a
exponerles es: “Instruye al niño”

Para empezar quiero definir la palabra “Instruir” es Dirigir, encaminar, desarrollar y


perfeccionar las facultades intelectuales, morales y espirituales del niño.

Los padres enseñan a sus hijos desde temprana edad a valerse por sí mismos, desde ir al baño
hasta poder comer solos sin ensuciarse; también se preocupan por sus estudios para que
cuando sean grandes tengan una carrera y esto se traduzca en un buen empleo. Sin embargo,
muchas veces se descuida lo más importante que es la instrucción espiritual, la cual nos va
ayudar hacer buenos cristianos, hijos, estudiantes y ciudadanos. Y esto lo podemos confirmar
con lo que vemos y escuchamos todos los días en las noticias y en las vivencias que tenemos a
diario, en ellas nos enteramos de suicidios de adolescentes, envidias, guerras, robos, maltratos
a niños etcétera, y todo esto cada día se incrementa más. La pregunta es ¿Por qué sucede todo
esto? Sin duda alguna todo esto sucede porque el hombre se aparta de Dios y da prioridad a
las cosas materiales, descuida la parte espiritual de su familia y en especial la de sus hijos.

El sabio Salomón nos dice claramente que al ser humano se le debe de dar una formación
completa desde su infancia. Pero, ¿En qué consiste esta formación? Esta formación no solo
consiste en decirle al pequeño “tienes que hacer esto porque sino Dios se enoja o te puede
castigar” esa frase está lejos del verdadero mensaje de Dios para sus hijos, se trata de
transmitirle al niño por medio del modelo claro de sus padres, cómo se manifiesta el amor de
Dios en sus vidas. Instruirle con el ejemplo lo que es depositar nuestra fe en Él, y como
debemos amarlo y amar a nuestros semejantes. A muchos niños se les ha dicho lo que deben
de hacer; a otros se les ha enseñado lo que deben de hacer, pero a muy pocos se les ha
instruido o educado, como ya dije al principio “educar” no es solamente decir palabras.
Tampoco es enseñárselas. Instruir o educar es adiestrar para enfrentar las pruebas, que se nos
presenten a lo largo de nuestra vida y superarlas para la gloria de Dios.

Muchos padres y maestros se dedican hablar en vez de educar. Creen que su obligación es
únicamente impartir conocimientos. Consideran la cabeza de los niños como recipientes que
deben llenar, algo así como cuando se llena una cubeta vacía con agua. Sin embargo, la
educación consiste no sólo en adquirir conocimientos, sino en usarlos. Este proceso incluye el
desarrollo y la acción. O como dijo el maestro Beethoven: “Recomendad a vuestros hijos que
sean virtuosos, sólo la virtud puede traer la felicidad, no el dinero.

El Señor Jesús, Maestro de maestros, en su ministerio terrenal se dedicó más que todo, no a
predicar, ni a enseñar, sino a entrenar. Vivía con un grupo de alumnos, sus discípulos y dirigía
sus vidas y sus actividades. Se aseguraba que sus alumnos aprendieran sus enseñanzas y las
pusieran en práctica. Bajo la supervisión de Jesús los discípulos se desarrollaban, no sólo por
los conocimientos que Él les impartía, sino porque Él mismo vivía lo que enseñaba: a ellos les
daba la oportunidad de poner en práctica lo que habían aprendido. Un ejemplo: Primero,
envió fuera a los doce, y más tarde a los setenta según Lucas 9:1-6 y 10:1-12
Podemos decir que “la educación cristiana es el proceso por el cual la experiencia, es decir, la
vida misma de los niños, se transforma, se desarrolla, enriquece y perfecciona, mediante su
relación con Dios en Jesucristo”. Nos queda claro que la verdadera forma de instruir a un
pequeño es con el ejemplo de los padres, es que él vea la fe firme de sus padres en el creador
de todas las cosas, el perdón que dan a los que los ofenden, y la constancia en seguir en el
camino de Dios. Junto a esto es estar atentos a que los infantes tengan estas mismas actitudes
y las desarrollen hasta que las perfeccionen, y por lo consiguiente, sean parte de su diario vivir.
Cabe recalcar que enseñar es plantar la semilla, pero educar es cuidar la planta hasta que
llegue a la madurez. La enseñanza da conocimiento; la educación ó instrucción forma el
carácter.

En Deuteronomio 6: del 4 al 9 Dios les dice a los padres que las palabras que habían recibido,
tendrían que repetírselas a sus hijos en todo lugar y deberían estar visibles para que ellos las
aprendieran y así fueran parte de su vida. Es importante reflexionar si como padres están
cumpliendo con este mandato o simplemente se ha dejado en el olvido.

A nosotros como pequeños nos corresponde hacer lo que dice el rey Salomón en Proverbios
capitulo 1 versos 8 y 9 “Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no rechaces las
enseñanzas de tu madre. Lo que aprendas de ellos adornará tu cabeza como una corona, tu
cuello como un collar”. Hermanitos míos, estemos atentos a lo que nos enseñan nuestros
padres, escuchemos con atención siempre que nos hablen, amémosles, recordemos que Dios
los puso para que nos ayuden a crecer en fe y amor, y de esa manera ser agradables a Él.
Oremos por ellos para que Dios les de sabiduría y fuerzas para seguirnos llevando por el buen
camino hacia la vida eterna.

¡Padres! Dios los bendiga, que su espíritu los llene, y de esa manera ustedes puedan ser
instrumentos del Altísimo para ayudarnos a tener unas vidas consagradas. Porque ese, es el
verdadero significado de la Educación Cristiana.

MUCHAS GRACIAS Y PAZ A VOSOTROS


MI PADRE.

La nobleza del alma es su nobleza;


la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero forma su pobreza
la página más grande de su historia.
Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.
Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean
y de todos los versos de mi lira
éstos los dignos de su nombre sean.

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