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Tantas veces, muchas veces, alguna vez, todos nos hemos preguntado ¿Qué

son los sentimientos? Cuantas veces hemos meditado en cuanto a ello.


¿Cuantas más hemos sido de alguna manera sus víctimas, víctimas de
nuestras emociones? Si bien es cierto que a lo largo de la historia los
sentimientos han sido motivo de estudio, de análisis, de controversia para el
hombre, no es menos cierto que al día de hoy, nadie ha tenido la última
palabra. Creo que nunca nadie la tendrá…. Sin embargo, el tema da para
mucho, y como no, si cada uno de nosotros en base a vivencias tiene sus
propias teoría y hasta sus propias conclusiones sobre el tema.

Entonces, pareciera descabellado intentar ponerle barreras, límites,


condiciones, leyes a los sentimientos, al amor, pues son posesión exclusiva de
cada uno y como tal, llevan la marca personal de lo que somos y de lo que no.
Nadie ama de la misma forma, nadie odia de la misma manera. Sería absurdo
etiquetar, encasillar, delimitar estos o cualquier otro sentimiento, emoción, pues
en cada uno de ellos va de manera intrínseca nuestra huella indeleble. Cada
emoción, sentimiento es único e irrepetible, cierto como la vida, efímero como
el tiempo. ¿Como podría alguien controlar de alguna manera al lenguaje
universal de las almas?

Nadie puede atrapar una emoción, un sentimiento, nadie puede medirlo,


controlarlo, no es sano acallarlos, estos son la manifestación más auténtica del
ser humano, pues sincera o no, es solo suya, es su absoluto dueño, es lo único
en lo que realmente podemos ser y sentirnos completamente libres, sin
restricciones, sin ataduras, sin moldes, sin tiempos.

Ciertamente existen muchos tipos de sentimientos, hablemos del amor


romántico, por ejemplo, ¿Cuántas interpretaciones tiene, cuantas veces sobre
el se ha escrito, especulado? El amor ha sido venerado y satanizado de la
misma forma. Hay quienes le llaman amor al “goce y disfrute” del beneficio y el
placer que alguien puede proporcionarle. Este es el que yo llamaría “amor
cobarde”, no da, no arriesga solo espera y recibe y es el más común. El otro
diametralmente opuesto es el amor que se siente por todas y cada una de las
cosas que nos permiten darle placer a quien “elegimos” y deseamos, este se
nutre del dar, esta es su fuente de vida. Aquí el egoísmo no existe, es un
sentimiento completo, “edificado” a base de respeto, admiración, consideración,
empatía, compañerismo, absoluta complicidad, etc. Estos serían ingredientes
principales para un exquisito coctel que se llamado “continua seducción”… Sin
embargo “No sabe igual el mismo fruto en diferentes bocas” cada uno lo
saborea a su forma, a su antojo y gusto”. Cada cual tiene su particular manera
de “amar”. Unos dan, otros reciben…

Al igual que existen mil maneras de amar, también existen mayormente dos
tipos de personas en cuanto a los sentimientos se refiere: unas, las que
deciden vivirlos y expresarlos a plenitud sin importar nada más que darles alas
y echarlos a volar, y otras quienes por miedo, algún tipo de experiencia
negativa o quizá traumática deciden administrarlos de manera matemática.
(Odio las matemáticas). Pienso que definitivamente “Los sentimientos que se
apresan y no se dejan volar terminan convirtiéndose en jaulas”…
Los sentimientos no usan reloj ni tienen almanaque alguno… Es el hombre
quien les pone límites, medidas…. Los sentimientos se alimentan, crecen con
la luz de cada día, reposan en la quietud de la noche y amanecen cada día
esperando que les demos vida… El “amor para siempre” si existe, si vivimos
cada día plenos de el y para el, que importancia tienen los límites del tiempo….
Los sentimientos, los valores, la verdad, no son productos perecederos, cuando
son de “verdad” no tienen fecha de caducidad...

To be continued…. Maybe

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