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LA SANIDAD NAVAL Y LA PROFESIÓN QUIRÚRGICA EN EL SIGLO XVIII

1. La Ordenanza General de la Armada de 1793.

En esta Ordenanza se dedicó un apartado completo al Cuerpo de Cirujanos de la


Armada.

Cuenta con 30 artículos que regulan las obligaciones y de los derechos de los que,
embarcados, ejercen la profesión sanitaria. Ya desde 1791 se unificó medicina y cirugía
en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz, tras la aprobación de la Ordenanza del mismo
año.

Con los reinados de Carlos III y Carlos IV, la potente Armada naval existente al servicio
del Monarca contaba con 200 buques, de los cuales 77 eran los que se contabilizaron a
mediados de siglo XVIII. A esta ideal coyuntura se le añadió la necesidad de disponer
de buenos y abundantes cirujanos para el Cuerpo de la Armada.

Tanto las cajas de instrumentos como las de medicinas eran provistas por la Hacienda
Real pero controladas por el Cirujano Mayor. Estaban bajo la protección del Segundo
Cirujano o del Boticario Inspector, teniendo prioridad este último. Asimismo, el
Cirujano Mayor debía llevar un cuaderno de anotaciones de todo lo que tenían y todo lo
que les hacía falta obtener cuando desembarcaran.

Según la Ordenanza, la jerarquía seguía el siguiente orden:

 Cirujano Mayor  150 escudos


 Primeros Cirujanos  30 escudos
 Segundos Cirujanos  21 escudos
 Sangradores  según contrato

Con esta jerarquía, las disputas entre ellos debían ser arregladas por el comandante del
navío.

2. La legislación en la formación de los cirujanos. Los Reales Colegios de Cirugía


de Cádiz y Barcelona.

En 1748 nació el Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Este centro trastocó toda la
dinámica de acceso, admisión y exámenes de ingreso al Cuerpo de Cirujanos, así como
la posterior formación continuada de los ya aprobados.

El Colegio se creó en el Hospital de Marina de Cádiz y tenía capacidad para 60


alumnos. La enseñanza quedaba a cargo de 4 profesores, que debían ser ayudantes de
cirujano mayor o de anatómico, todos ellos bajo la supervisión del Cirujano Mayor.

El profesorado tenía la obligación de realizar diversas “observaciones” y convocar


semanalmente una sesión de lectura de las mismas.
En el examen final, los dos mejores colegiales eran propuestos para los puestos de
Cirujano primero y Cirujano segundo, respectivamente.

La creación del Colegio gaditano hizo recelar a la Universidad y al Protomedicato, que


se sintieron menospreciados. Sin embargo, los resultados del Colegio de Cádiz fueron
muy buenos, de hecho de sus aulas salieron los maestros del Colegio de Barcelona, se
publicaron libros, se concedió un uniforme al Cuerpo de Cirujanos…

En 1751, Pedro Virgili, cirujano, tomó el control de los cirujanos embarcados en los
navíos mercantes. Dos años más tarde, se aumentó el número de colegiales a 80. Esta
eficacia se solidificó con la facultad de expedición del grado de “Bachiller en Filosofía”,
requisito primordial para acceder a los exámenes del Protomedicato.

3. La lucha por el control del Cuerpo de Cirujanos de la Armada. Cirujano Mayor


versus Protomédico.

Mientras los cirujanos de la Armada estuvieron dependiendo de la autoridad del


protomédico, las relaciones entre ellos discurrieron sin fricciones. Cuando se aprobó la
Ordenanza de 1728 y consiguieron independizarse del continuo control médico, creando
el Cuerpo de Cirujanos, los enfrentamientos se hicieron reales.

Un año más tarde salió elegido protomédico de la Armada Juan Sánchez Bernal. La
aparición de un Lacomba plenipotenciario hizo recurrir al protomédico con el objetivo
de recuperar una parcela del poder que siempre habían tenido.

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