“Toda conducta del ser humano es expresión de su sexualidad, por
tanto ésta debe de vivirse de una manera liberadora, creativa y creadora”.
Este trabajo intelectual desarrollará un esbozo en primera instancia
de la identidad como elemento ontogénico importante para desarrollar una identidad psicosexual que potencie el “ser” más que el “tener”. Así mismo los papeles que la sociedad suscita en el hombre y la mujer para autoafirmarse son desarrollados como roles de género que forman parte de la identidad psicosexual.
Seguidamente, se tomará en cuenta la dignificación como eje
medular para potenciar la esencia del sujeto. Y finalmente se desarrollará la situación educativa dentro del marco de la enseñanza en la sexualidad.
Se espera que esta producción sea de fructuosa para ofrecer una
pincelada de conocimiento a este tema, que apasiona. 2
Educación para la Sexualidad
¿Un camino para la dignificación del hombre y la mujer?
El proceso de construcción de la identidad del ser humano ha
transcurrido a través de la historia por múltiples fluctuaciones que varían considerablemente la visión de mundo personal. Por tanto, Fromm (1959) dice que:”Hoy día, identidad significa igualdad antes que unidad”(p.25).
De este modo averiguando las respuestas a inquietudes existenciales
como ¿quién soy? Se logra dar un paso para plantearse la posibilidad de que el sujeto no se construye a sí mismo, sino que responde a una serie de estímulos externos e internos para equilibrar su identidad, por lo que el individuo será social e individual. Así, Kraukopf (2000, p. 40) menciona a Fernández Moujan (1974) que sintetiza el proceso de identidad de la siguiente forma: “ ...la lucha por la reconstrucción de su realidad psíquica (mundo interno) y la lucha por la reconstrucción de sus vínculos con el mundo externo, ambas supeditadas a una tercera básica, que es la lucha por la identidad; reconstruir sin perder de vista un fin fundamental: ser uno mismo en el tiempo y en el espacio en relación con los demás y con el propio cuerpo”
Parte importante de esta encrucijada de “ser” son los papeles que el
hombre y la mujer asume como propios a su género, todos los estereotipos sociales que emanan de estos papeles juegan protagonismo en la conformación de una identidad psicosexual.
Valverde (2000) plantea que la identidad psicosexual le permite al
individuo la aclaración de las representaciones y sentimientos que una persona tiene en relación con el otro y con el mismo sexo, 3
facilitando de este modo, la diferenciación y ubicación sexual que
cada uno de nosotros hace según seamos hombre y mujer.
Estas representaciones y sentimientos elaboran simbolizaciones que
permiten determinar una identidad asumida (la que es impuesta socialmente) u optada (la identidad que se elige a partir de la impuesta socialmente) para fomentar un desarrollo psicosexual basado en premisas cognitivas, emocionales, morales y sociales adecuadas según sean las decisiones que el individuo adopte para su vida y para vivir una sexualidad integral.
La importancia de tomar en cuenta brevemente todos los elementos
anteriores de identidad personal y psicosexual, así como los roles asignados al género, nacen a partir de la necesidad de hablar de dignificación para ambos sexos, hombre y mujer en un plano de expectativas existenciales que le motiven a desarrollar su “ser”, un “para –sí” sano en evidencia con sus proyectos de vida.
Este proceso de dignificación humana, requiere de varios elementos,
dentro de estos; en primera instancia se encuentra la “conciencia”, se trata de saber que se tiene la posibilidad de reconocerse como persona y de identificar las necesidades y expectativas, es saber qué se quiere para la vida y por qué, Es parte de hacer “insight”, de los propios deseos y de la valía que se posee como personas integrales.
Este proceso de concientización depende también de la madurez con
la que se asuma la vida, el sentido de vida y muerte, en un énfasis de comprender que la sexualidad es una energía creativa y creadora que tiene como objetivo fundamental dar vida en una fecundidad emocional, cognitiva, social y corporal.
La dignidad trasciende a dimensiones variadas y contextuales, pero
que principalmente depende de la responsabilidad y compromiso con que se viva la experiencia liberadora de amar y de sentir la vida. 4
A pesar de que la sexualidad está enfocada en todos los ámbitos de la
existencia humana o del vivir cotidiano, como lo político, económico, social y psicológico, ésta puede ser tomada en cuenta de manera más trascendental y ontogénico, el “ser” es el elemento más importante de exaltar para poder comprender el enigma de la humanidad, desde tiempos muy antiguos se ha cultivado este “ser” en esencia desde perspectivas espirituales o religiosas aunque en algunos períodos de la misma se perdiera su objetivo, pero sin embargo y a pesar de esto, el saber lo que se es, siempre ha representado un reto para los individuos que se han propuesto averiguarlo, se han realizado muchas especulaciones dirigidas a responder todas las interrogantes existenciales, pero en realidad no alcanzar a contener todo el misticismo filosófico y psicológico de la dignidad humana y su realidad como “ser”.
Actualmente el sujeto se ha preocupado más por “tener” que por
“ser”, cree que teniendo se es, no existe nada más inequívoco, solamente se es cuando se descubre “quién es” y se asume con responsabilidad y compromiso, el hecho de revelarse a sí mismo, emprende un camino de sabiduría y valentía para aceptar los defectos y las cualidades personales, así mismo la oportunidad de auto-observar las actitudes y aptitudes desarrollan un mayor conocimiento de sí mismo para emprender un verdadero camino de dignificación.
La educación como vocera de las expectativas sociales representa un
foco adecuado para enfatizar la dignidad del hombre y de la mujer, sin embargo, este rol cumple fracturadamente, y no desde la perspectiva de la sexualidad.
A nivel global los educadores de los centros educativos no están
preparados para abordar integralmente la sexualidad, ellos mismos arrastran a sus aulas deformaciones con respecto a esta temática. 5
Dentro de los contenidos oficiales de las materias académicas la
sexualidad es vista solamente desde una perspectiva orgánica y fisiológica, y así mismo los educadores no saben formar en estos tópicos, solamente se limitan a informar, esto es debido a que no poseen la conciencia ni la capacitación para cambiar a una perspectiva integral, adecuada y sana.
Como se menciona anteriormente el sistema educativo se limita a
reproducir las ideologías sociales, por tanto inherente a la formación académica que el docente debe impartir, éste no se puede aislar de su realidad como persona al integrarse a un grupo de estudiantes, por lo que desde edades tempranas en la escuela el docente reproduce su visión de mundo, así como sus estereotipos y tabúes, lo cual genera desde un proceso de enseñanza –aprendizaje una subjetivización curricular.
Con mucha más razón en el tema de sexualidad, el educador
transmite todos sus conflictos no resueltos, traumas y censuras, por lo que no se logra una vivencia sana con respecto a la sexualidad desde las aulas como un eje transversal en la enseñanza.
Para que el educador y el sistema educativo cambie, debe de
capacitarse y formarse, cambiando esquemas cognitivos, desde las raíces de su personalidad, pero todo debe empezarse desde un sí mismo que potencie una actitud diferente con respecto a este tema.
La educación es parte de la globalización y el capitalismo, por tanto
accede a exigir desde el “tener” según la ideología mercantilista; y no desde el “ser”, una visión más holística y ontogénica.
Por tanto, como plantea Murillo (s.f):
“la sexualidad ha perdido sus dimensiones conscientes,
para convertirse en un acto trivial, sin auto- organización, auto-renovación, ni auto-conservación. Tal 6
parece que nuestra sexualidad se vive sin conciencia,
es instintivo, un eje medular de la conducta sobre la cual no se tiene control. Una sexualidad vista desde la cultura del “tener” se limitará a reproducir sensaciones, movimientos, anticonceptivos, sin responsabilidad, ni compromiso, se cobrará por ella y se le mutilará en la expresión auténtica de lo que significa para el “ser”.
Por lo tanto, para que no se mutile al “ser” es decir, a nosotros
mismos , la educación sexual, debe ser re-direccionada a construir una vivencia sana e integral para fomentar un verdadero crecimiento personal, consciente, crítico y creativo.
Bibliografía
Fromm, E. (1959). El Arte de Amar. España: Piadós.
Krauskopf, D. (2000). Adolescencia y Educación. Costa Rica, San José:
EUNED.
Murillo, M. (s.f). Antología: “Construyendo la Sexualidad”. Costa Rica:
U.C.R. 7
Valverde, O. Fallas, H. (2000). Sexualidad y Salud Sexual y
Reproductiva en la Adolescencia. Costa Rica: PAIA.