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Published: 06/26/2007 - 19:42
Capítulo Cubano de la Red de Género y Salud Colectiva de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES)
Coordinadora:
Leticia Artiles
Vicecoordinadoras:
Ada Alfonso
Celia Sarduy
Contenido:
1. La mujer en la Regla de Ocha. Un enfoque de género. Por Daysi Rubiera Castillo y Aníbal Argüelles Mederos.
2.
Lo femenino y lo masculino en las expresiones religiosas de origen
bantú. Por Aníbal Argüelles Mederos y Daysi Rubiera Castillio
3. Género y mitos de la Regla de Ocha. Por Aníbal Argüelles Mederos y Daysi Rubiera Castillo
Felicidades
Abrimos
este año, con la presentación de dos materiales de lujo que tratan el
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tema de la religiosidad afrocubana y el género. De todos/as es conocido
el mosaico racial y cultural de nuestra isla caribeña, los orígenes
africanos, españoles y asiáticos, conforman una complejidad en cuanto
prácticas alimentarias, comportamientos sociales, enfrentamiento a los
problemas de salud, toda una variación �mixturada� en la población
cubana.
A los/las interesado/as en estos temas podrán establecer contacto con los mismos en las direcciones ehdez@ceniai.inf.cu y
argüelles@cips.cu
La Habana, 1997
Introducción
Analizar
con perspectiva de género la posición de la mujer en la Regla Ocha,
resulta un reto. En primer lugar porque en Cuba no se realizan estudios
de género relacionados con la religión, y en segundo lugar por los
prejuicios sexistas que tienen los/as iniciados en esa expresión
religiosa, su identidad genérica y su autoimagen religiosa.
La
fuerte influencia de cualidades negativas como el brete, la curiosidad,
la avaricia, la lujuria, etc., así como de poderes mágicos
propiciatorios o fatales de la mujer, heredados por la Regla Ocha de la
mitología yoruba; han servido de base a prejuicios generalizadores de
conductas específicas de la iniciada con que se trata de justificar las
limitaciones y las prohibiciones a que ella se ve sometida.
Para
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ese análisis partimos de la influencia que psicológica, sociológica, e
históricamente, ejercieron, a través del tiempo, los patrones
socioculturales e históricos en la conformación de sus integrantes,
desde las diferencias de sexo.
Según
las creencias, durante el tiempo en que los/as orichas estuvieron en la
tierra cumplieron determinados roles, los que debían desempeñar de
acuerdo con el sexo. Prescribiéndose de esa forma el comportamiento de
las deidades masculinas y femeninas.
A las orichas se
les encomendaron los roles de: mensajeras de Olofi(1) tejer jamos y
cestas para los pescadores, fabricar jarras de barro, enseñar, repartir
limosnas, comercializar, conceder hijos/as a las mujeres estériles y,
fundamentalmente, la coquetería, la sexualidad y la maternidad. Roles
que representaban las características de la feminidad en aquel
contexto.
En la
practica social, al interior de la Regla Ocha, los/as iniciados asumen
diferentes ocupaciones a los de su oricha de cabecera. Desde el punto
de vista cuantitativo las funciones que se realizan en las ceremonias
religiosas son desarrolladas tanto por el iyalocha como por el
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babalocha, ejemplo: sacrificio de aves, ceremonias de limpieza, medio
asiento, procedimientos mágicos, dar Elegguá y mano de caracoles, hacer
ebbó(2), desempeñfool como madrina o padrino de collares(3), de
guerreros(4), o de asiento(5).
En el
cuerpo literario de Ifá, en el odu Obetuá, Olofi le retira Ifá a
Oshanlá (camino femenino de Obatalá) por considerar que no había sido
cuidadosa con su secreto, pues al parecer, por la interpretación de ese
Item, esa oricha tenía la consagración de Ifá, y hubo de entregárselo a
Amoroso y a Amoko, por lo que fue condenada por Olofi.
Hay otro testimonio en relación con la prohibición a la iniciada de consagrarse como sacerdotisa de Ifá:
Al perder a
Odu, Ifá adopta a Oke (la montaña) y le autoriza la entrada en el monte
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sagrado de Ifá. Pero como no hay regla sin excepción, Oke es la única
oricha autorizada a permanecer en el Igbodú de Ifá.
En el primer
testimonio se infiere que a la mujer se le retiró el derecho a la
consagración a Orula como castigo por haber, a su vez, consagrado a
otras personas. En el segundo, sencillamente por mantener lo que había
establecido Odu, la hija de Ifá, a capricho. En el fondo estos
testimonios no son más que justificaciones de la desigualdad objetiva
en que se desenvuelve la mujer en el culto a Ifa.
Todas esas
limitaciones y prohibiciones que la iniciada acepta como "cosa
natural", generalmente se derivan como resultante de su género,
asignadas a ella por patrones tradicionales que les han trasmitido.
Determinantes
socioculturales que han actuado simbólicamente como normas
organizadoras de la vida de los/as creyentes y han llegado a concebirse
como naturales, como lo dado, lo que es así, como algo que deja poco
espacio a la inclusión o innovación individual.
Esa expectativa y
tipificación religiosa se integra a la configuración de la autoimagen,
determinando una imagen a la iniciada, o su identidad genérica, en la
medida en que trata de adecuar su comportamiento a lo exigido para su
sexo, y en la que la familia religiosa desempeña un importante papel
reforzando su comportamiento.
Generalmente la
aproximación de la mujer a las expresiones religiosas de origen
africano, obedece a la búsqueda de soluciones a problemas de salud y
otros asuntos de carácter personal. Su incorporación parece estar
condicionada, principalmente, por razones utilitarias, más que por
convicciones mítico-religiosas.
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diferencia, admiten el contenido discriminatorio que entraña, aunque
sin proponerse un cambio de valores que implique la transformación de
esa situación.
En
los textos bíblicos, mitos y leyendas concernientes a cada religión,
aparecen prescritas normas que regulan la actitud que deben seguir
los/as creyentes, ante ese hecho biológico.
Por ejemplo, en el
levítico 14-15 aparece: "Cuando una mujer tuviera flujo de sangre, y su
flujo fuera en su cuerpo, 7 días estará apartada, y cuando fuese libre
de dicho flujo, contará 7 días y después será limpia (...) todo lo que
tocare(...) y se le acercare se considerará inmundo." (7).
Con la
misma concepción en el Libro 1, Aleyo 222 del Corán se plantea que
Allah dijo a Muhammad: "Te consultarán acerca de la menstruación,
diles: 'es inmunda'. Abasteneos pues de las mujeres durante el menstruo
y no os acerquéis a ellas hasta que se mundifique." (8).
En el Aleyo
28 del Libro 1 del Corán también explica: "(...) di a los creyentes:
Cuando repudiéis a las mujeres, repudiadlas en sus períodos prescritos"
(9).
De
acuerdo con aquellas valoraciones negativas, intrínsecas a la
concepción del mundo y de la vida, en cada religión quedaba expresado
el estigma inherente a la condición sexual de la mujer.
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La que al
percibir en su autoimagen algo que se consideraba rechazable tendió a
cristalizar su rol de inferioridad, confundiendo así rol con esencia,
incorporándolo a la propia condición. Viejos resabios fantasiosos que
rodearon la menstruación hicieron que se obviase todo aquello que la
conectaba con la vida y, permanecieran más aquellos valores que la
convertían en impura, y una vez interiorizado todo esto en su patrón de
identificación, se vivió de peor calidad corporal que el hombre y
fabricó esa imagen de inferioridad (10).
Atribuyen cualidades y
propiedades específicas de poseer fuerza o vida a los diferentes
objetos, fenómenos y procesos presentes en la naturaleza. Un ejemplo de
ello lo encontramos en el mito yoruba siguiente:
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Inicialmente la
pelvis se encontraba en la parte delantera (frente) de las mujeres y no
gozaba de reconocimiento ni respeto, razón que la indujo a ir por
adivinación. En la misma se le aconsejó ofrecer un chivo negro a Echu
(12) quien extrajo la pelvis de la frente y la recompuso en las
entrepiernas. Después tomó parte del chivo del sacrificio y cubrió con
ella a la pelvis en su nuevo lugar.
Después le
dijeron a la esperma que se marchara y viviera con el hombre, en tanto
que a la menstruación se le aconsejó visitar a la mujer y permanecer
con ella durante cinco días de cada treinta (17).
Ese mito es
considerado por algunos babalawos como el origen de la menstruación y
del por qué somos hijos del hombre y de la mujer.
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Pero en la
mitología de la Regla Ocha, también se narra otro mito que muchos/as
iniciados interpretan como el origen de la menstruación, donde se
incorporan otros elementos justificantes de la discriminación de que es
objeto la mujer iniciada en esa expresión religiosa, dice:
Aconteció que una mujer llamada Naná Burukú(18) estaba en edad casadera
y no teniendo marido le hizo una suplica a Olofi y este le dijo "¿tú
quieres marido?, lo tendrás". Y buscó a Ogundaché que se encontraba
sentado en una roca en medio del monte pensando que todo el mundo tenía
de todo menos él que hasta incluso carecía de comida pues no tenía aché
(19) para la caza. Y con el arco y la flecha meditaba su situación
cuando llegó Olofi y le dijo que quería casarlo con Naná Burukú y él
accedió y se casaron.
A su mujer Naná
Burukú, le extrañaba que los animales carecieran de sangre. Su
curiosidad de mujer la llevó a perseguir a su marido, pero ya en el
monte el marido se le perdió. Al seguir caminando dio con una choza y
al mirar por una de las ventanas vio a Olofi chupándole la sangre a los
animales y estando entretenida, el egún que vivía en la ceiba y cuidaba
los alrededores la tomó prisionera y la llevó ante Olofi quien dijo:
"Me pediste un marido y te lo di, y ahora por curiosa lo que has visto
hoy lo verás todos los meses." Y se fue la mujer para la casa y al
llegar vio una hemorragia por su parte, o sea, todo el desahogo del
cuerpo humano en la mujer.
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Se
construyó la impureza atribuida a la mujer, se le dio un valor negativo
y con ellas las limitaciones, las prohibiciones, el tabú, la
subordinación al hombre. Se convirtió a la mujer en portadora de
efectos maléficos durante ese período de su vida. La menstruación fue
la marca en su cuerpo.
Realmente no se por
qué se nos considera impura mientras estamos con la regla. Siempre me
han dicho que no podemos tocar los objetos sagrados, ni hacer muchas
otras cosas. Pero como eso es lo que está establecido, yo, al menos, lo
respeto (Omó Obatalá con 20 años de iniciada).
Esos planteamientos
son el resultado de la influencia de las tradiciones que funcionan como
una de las pruebas en que se finca la credibilidad del relato religioso
y de su trama.
Sin embargo, hay iyalochas que piensan de manera muy distinta. Una Omó Ochún, con 12 años de iniciada opina:
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no siempre la mujer se somete de forma sumisa. La dominación provocará
de modos sutiles, indirectos y silenciosos, reivindicaciones, que
tropezarán con fuertes resistencias porque rompen moldes y alteran el
equilibrio que mantiene el orden religioso, aunque este sea injusto.
Según
las creencias la asociación de la menstruación con el castigo de la
deidad, es una de las razones para prohibir a la iniciada durante ese
período todo contacto con los objetos ceremoniales. Para ejemplificar:
La primera güira de Osain fue hallada por una mujer y ella guardaba
celosamente en su casa el secreto del oricha. Pero una vez tocó en
estado impuro la güira sagrada. Osain castigó a la irreverente mujer,
destruyéndola.
- La mujer con periodo no puede pasar por debajo de un Osain porque pierde la regla.
Esos
tabúes son factores tendientes a la marginación de la iniciada. Se
presentan, aparentemente, de una manera natural, inconsciente,
manteniéndose, por lo tanto, la desigualdad entre los sexos como uno de
los elementos que contribuye a las limitaciones de las iniciadas.
Si
bien la práctica a la mujer iniciada no se le impide ser babalawo,
achogún(22), oriaté(23), olubatá(24), etc., en ninguno de los muchos
mitos y leyendas analizados, tanto en libretas de santos, manuales de
Santería, bibliografía cubana y extranjera consultadas, como en
entrevistas realizadas a iniciados de ambos sexos, encontramos las
normas o regulaciones que lo prohíban.
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En el libro Los orishas en sopera, María Dorbach plantea:
(...) las mujeres pueden obtener el derecho de cumplir con esta misión
(matar animales de cuatro patas D. R.) si ha sido autorizado por los
orichas en la consulta Itá al momento de la iniciación. (...) se
obtiene ese privilegio en un rito bastante costoso. Igualmente a la
iniciación tiene que sacrificar a todos sus dioses un animal
cuadrúpedo, lo que no cuesta poco dinero (25).
En la Santería, la iyalocha ha
encontrado sus propios valores como religiosa, así como el control de
su actividad. Para muchas, base de poder propio, con una autonomía que
le permite sustraerse a la posibilidad de dominación de otros. Con una
alta autoestima muchas de ellas se han visualizado en esa esfera.
A
partir de su situación dentro de la práctica religiosa se va
condicionando su subjetividad. Constituida por un conjunto de valores e
ideas, etc., que consciente o inconscientemente va incorporando a sus
prácticas religiosas, la que se refleja en su forma específica de
abstraerse y accionar sobre la realidad.
En ese sentido
en el discurso testimonial de muchas iyalochas, no sólo encontramos una
manifestación subjetiva o, un modelo personal de lo que significa para
cada una de ellas sus creencias religiosas. Su testimonio también es el
reflejo de la realidad social donde se desenvuelve, y la interacción
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comunicativa que se establece entre sus hermanos/as de fe.
Esas
voces testimonian todo aquello que no es tolerable, lo que existe como
carencia, expresan también, las relaciones de conformidad o no,
exclusión y reto, que va constituyendo su particular identidad
religiosa y su modo de asumirse como mujer en esa esfera, ejemplo:
En la
mayoría de las iniciaciones que he asistido soy Feicitá (persona
encargada de llevar la libreta). Eso me gusta, porque así puedo
expresar mis conocimientos y brindarlos a mis hermanos/as de fe y hacer
más esclarecedor el Itá de los iyawó o de igüoro que se inician.
(Iyalocha con 24 años de iniciada, Obatalá oricha de cabecera)
Durante
mucho tiempo, una parte de la población practicante no se identificó,
con un sentido de pertenencia a las religiones de origen africano. Por
ser tan discriminadas no constituía prestigio social.
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Históricamente,
en el tratamiento recibido por sus creyentes, de una parte de la
población, ha primado actitudes y comportamientos prejuiciosos,
raciales, sociales, culturales, religiosos, discriminatorios y de
rechazo.
Después
del triunfo revolucionario en 1959, a la mujer se le posibilita un
mayor ascenso en la escala social de acuerdo con sus verdaderos
valores, por sus creencias, también tuvo que enfrentar la
discriminación abierta o solapada.
Debido a la
discriminación que ha sufrido esa religión se ha llegado hasta pensar,
que esas prácticas religiosas limitan el desarrollo social e
intelectual de la iniciada(o del iniciado), lo que ha quedado
plenamente descartado. En la Regla Ocha hay iniciadas/os de todo tipo
de profesión y ocupaciones.
Lo preocupante es que en la
mayoría de los casos, esa mujer no reciba una adecuada valoración o
reconocimiento social. Independientemente de eso, por su alta
autoestima, ella hace uso de los espacios sociales que están a su
alcance para exponer, desprejuiciadamente los conocimientos que le
brinda su militancia religiosa, reciba o no reconocimiento social.
Notas
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1. Dios
2.
Ceremonia de ofrenda, de sacrificio o de purificación. Siempre va
dirigida al bien. No es necesario estar iniciado/a para realizarla.
3.
Persona ya asentada, que en una de las ceremonias iniciales de la Regla
Ocha, da y pone los collares lavados con omiero y rociados con la
sangre de los animales sacrificados.
5. Persona que
después de cumplir las ceremonias posteriores necesarias a la de su
asiento, y no teniendo por su Itá por salud prohibiciones para hacerlo,
está facultada para asentar el Ángel de la Guarda u oricha que
corresponda a otra persona, a la cual debe llamar ahijado/a. Entre
ambos/as se establecen lazos religiosos y sociales de respeto y
dependencia.
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10.María Josefa Cargía C.: "Mujer: automarginación y vida cotidiana" en Evangelio y Liberación, p. 35.
11. Maité Moral: "Mitos en torno a la mujer" en Y.. Dios creó a la a la mujer, p. 50.
15. Dios.
16. Babalawo.
20. Resguardo.
21. Espíritu.
22.
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Nombre que recibe el iniciado después de haber pasado la ceremonia
conocida como Pinaldo, que lo faculta para sacrificar animales de
cuatro patas.
24. Iniciado que ha pasado la ceremonia de consagración a Añá, que lo faculta para tocar los tambores batá sacramentados.
Bibliografía
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Lagarde,
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Verger, Pierre: Orisha. Les dieux yoruba en Afrique et au Noveau Monde. Editions A. M. Metailie, París, 1982.
Los
diferentes grupos de origen bantú introducidos en Cuba durante la trata
esclavista, fueron portadores de costumbres, tradiciones culturales y
religiosas que, en un lento proceso de sincretismo, tolerancia y
transculturación conformaron las Reglas Conga o Palo Monte Mayombe, la
Kimbisa y la Briyumba.
Entre sus
iniciados/as existe una marcada diferencia entre lo considerado
masculino y lo femenino, lo que expresan en la subordinación de la
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mujer, debido a las relaciones que organizan y producen la sexualidad y
el género, alrededor del su sistema ceremonial.
En la
utilización de los palos, yerbas y bejucos, predominan los considerados
"machos". Se les atribuye un papel primordial de acuerdo con el
significado de su uso. Ejemplo: Bejuco verraco (Chiacopcca Alba) en la
construcción, reactivación y efectividad del fundamento, así como Palo
Ceiba (Ceiba Pentandra) en la activación, reanimación y desactivación
de la nganga.
También
hay que destacar la importante efectividad de las propiedades de las
denominadas hembras en la preparación de diferentes procedimientos
mágicos como el Palo Caja (Alloplgllus Cocmsulta) cuyas hojas y corteza
hervidas se utilizan como depurativo en forma oral y a través de baños,
por sólo citar un ejemplo.
El
monte y la manigua son representaciones simbólicas de lo masculino y lo
femenino. Son lugares de residencia de los nkitos, o fuerzas
sobrenaturales. Por su parte la energía portadora de las aguas de los
ríos y de los mares es considerada femenina. Mientras que la tierra es
tenida, a la vez, como femenina y masculina.
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Los
fundamentos que se confecciones para mpungus masculinos como Siete
Rayos, Pata LLagas, Sarabanda, Brazo Fuerte, Pajarito y Lucero Mundo se
deben utilizar huesos de cadáveres de hombres. Mientras que para los
mpungus femeninos como Madre Agua, Chola Ngüengüe y Centella, de
mujeres.
En
tal sentido no puede tocar los elementos de la naturaleza orgánica e
inorgánica que se utilizan en la confección y entrega de un fundamento,
Su presencia se limita a dar fe de la realización de la actividad o,
portar el vaso de agua, la vela y/o el crucifijo.
Situación
que varía cuando un iniciado, a través de una ceremonia denominada de
inmunización, faculta a su esposa o concubina, iniciada también, para
atender el fundamento en beneficio de él, si sale de viaje o se enferma.
La
identidad genérica ejerce entonces una influencia tal en ella, que
ejerce esa facultad como una licencia, pues no se corresponde con los
papeles asignados a su sexo. Se apropia de la misma utilizando
elementos del estereotipo de la masculinidad. Lo que se confirma con lo
planteado por una iniciada: "si tengo que trabajar con la prenda y
estoy con la menstruación, me pongo pantalones".
Conducta
que responde a prejuicios y comportamientos específicos. Por un lado
asume estereotipos y esquemas ya establecidos, por otro, los que le
inculca el medio en que se desarrolla. De esa forma conserva sus
creencias, las lleva a la práctica, vigila su cumplimiento y las
transmites a otras/os.
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Otro ejemplo que nos puede
mostrar como funciona la identidad genérica en esos creyentes. En una
ceremonia donde se encuentre una iniciada que esté menstruando. En el
momento en que el ngome (iniciado) es poseído por el muerto/a y
comienza a dar vueltas por el local donde se desarrolla la actividad
cantando:
La madrina tiene
derecho a tocar el cuerpo del Ngome mientras está poseído por el
espíritu (momento en que es considerado sagrado y que no puede ser
tocado por persona alguna y menos por una mujer).
También
puede evitar que el Fumbi (muerto) hable, haciéndole una cruz de yeso
en la nuca del poseso, al tiempo que le dice: Tapa cari pa montá Mundo
ven acá/ Tapa cari Centella wiri mambo/ Ndundu ven acá.
A lo que el Fumbi contestará: Marinita mía/ yo cucha mambo/ Ya yengó Marinita mía/ ya yo wiri mambo.
Sin
embargo, no puede tener ningún tipo de contacto con el fundamento. El
nfunme que habite una nganga le puede trasmitir sus vibraciones, pero
bajo ningún concepto puede entrar en poseso, o sea, ser "perro de
prenda".
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Sólo cuando deja de menstruar puede pasar a la
condición de Madre Nganga o Yayi. Tener su nganga o fundamento,
ahijados/as, pero no puede rayar, o sea, iniciar a un/a moana (persona
no iniciada).
Relatos
de viejos/as iniciados en esas expresiones religiosas plantean que
antaño hubo mujeres que ocuparon alta jerarquía, y que fueron
consideradas sabias en los aspectos culturales como Mangá Saya, Ña
Filomena, Ña Secundina, entre otras.
Se narra
también, que los hombres le tenían envidia por considerarlas más fuerte
en el plano religioso, por lo que les cantaban: Palomita, tiene envidia
Pavo Real tu pluma/Tiene envidia a la paloma, tu pluma.
Vislumbrados
ante su poder y conocimiento, idearon un plan para conocer lo que
realizaban en sus prácticas religiosas y cuál era el secreto de su
fundamento. Logrado su objetivo se adueñaron de los objetos sagrados
del culto. Al perder su poder, la mujer se vio excluida, no sólo de los
cargos jerárquicos, sino de la manipulación del fundamento.
En
la memoria de viejos/as iniciados/as quedaron reminiscencias de
aquellas historias, que trasmitieron a las nuevas generaciones. Las que
pretenden justificar las brechas de género que sufre la iniciada con la
supuesta protección, no sólo al llamado "sexo débil" y reproductor de
la vida, sino para evitarle "los grandes trastornos que le puede
ocasionar la ejecución de determinados trabajos prácticos o religiosos".
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Presentación
Introducción
La
religión es una forma en que se expresa la conciencia social. Es un
concepto que sirve para identificar a todo fenómeno cuyo rasgo esencial
es la creencia en lo sobrenatural, se manifiesta en la convicción de
que objetos y entes existen independientemente de procesos y fenómenos
naturales y sociales. Esa creencia implica la aceptación de posibilidad
de comunicación del hombre con lo sobrenatural y la capacidad de este
último de incidir en la vida del y de la creyente.
El
fenómeno religioso es un hecho histórico‑sociorreligioso verificable en
ideas, sentimientos, emociones, estados de ánimo, actividades,
organizaciones, grupos, relaciones y conducta de tipo religioso que es
portador por determinadas personas que viven en un contexto social
específico y concreto. Esto implica que un principio de la
investigación sociorreligiosa es considerar que un estudio de la
religión sólo es científico si se parte de sus manifestaciones
concretas en la sociedad
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