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AUTORITARISMO Y TOTALITARISMO EN LA EUROPA DE

ENTREGUERRAS.

A. Caracteres generales de los sistemas totalitarios.

Los sistemas totalitarios han tenido un proceso muy dinámico y muy variado en su
configuración. Generalmente, han comenzado por la instalación de un grupo político en
el gobierno sin tener una concepción plenamente definida de la estructura orgánica del
sistema de autoridades.
Por lo común, estos regímenes han logrado alcanzar el poder aprovechando
circunstancias políticas, sociales y económicas; en las cuales las tensiones resultantes
han conducido a un desprestigio del sistema de autoridades existente, y a extendidos
descontentos y sentimientos de frustración de amplios sectores de la sociedad.
En cuanto al sustento ideológico, en algunos casos ha sido ampliamente elaborado en
forma previa a su establecimiento real - caso del marxismo - en otros ha consistido en
un conjunto de conceptos relativamente generales y fundamentalmente emocionales -
caso del nazismo alemán - y en otros ha sido casi totalmente elaborado luego de haberse
establecido en el gobierno, como el fascismo italiano.
La caracterización de un sistema de gobierno totalitario no se produce, generalmente,
en forma completa desde el comienzo de su instalación; sino que, respondiendo a una
concepción ideológica que presupone una gran alteración de importantes componentes
de la sociedad -que normalmente despierta importantes resistencias- va
desenvolviéndose con cierta gradualidad, por lo cual no siempre ha llegado a alcanzar
una evolución completa en sus rasgos finales.
Del mismo modo, no todas las ideologías totalitarias han contenido concepciones tan
extremas como aquellas que sustentaran el régimen nazi de Alemania; pero de todos
modos, un sistema de gobierno o una concepción política es totalitario en cuanto tenga
aquellos componentes típicos que lo definen.

B. Principales elementos de los sistemas totalitarios.

A pesar de las numerosas variantes y matices existentes en los sistemas de gobierno


totalitario que han tenido existencia histórica, existen ciertos elementos comunes y
característicos.

La concepción totalitaria del Estado. En contraposición con la concepción


republicana y liberal, en la cual el Estado es considerado una organización
esencialmente al servicio de las personas que componen la sociedad - tanto en sentido
individual como respecto de sus organizaciones esenciales, como la familia o las
asociaciones establecidas libremente para fines legítimos - la concepción totalitaria
presupone que el Estado posee fines y objetivos propios, que se superponen siempre a
los individuos que integran la sociedad. En este sentido, se distinguen las concepciones
totalitarias del Estado, en función de sus fines transpersonalistas en contraposición con
las finalidades personalistas que son las propias de los estados liberales republicanos.

La existencia de un partido único. Esta característica es una de aquellas que no


siempre se presenta en forma plena; dado que frecuentemente, el gobierno de
orientación totalitaria se implanta en un Estado donde previamente existía un régimen
republicano - o por lo menos monárquico parlamentario - en el cual existía pluralidad de
partidos políticos. Un componente táctico muy frecuente, en el proceso de ascenso hacia
el poder, es la utilización de “alianzas” con diverso tipo de organizaciones partidarias o
sociales cuando el proceso seguido para procurar obtener el poder se ejecuta en el marco
de un sistema electoral. Del mismo modo, cuando el conglomerado político resultante
logra éxito e ingresa al Gobierno, el movimiento totalitario procura obtener cargos en
aquellos departamentos más directamente dotados de capacidad coactiva, tales como los
ministerios con competencia sobre las fuerzas armadas y policiales; cumpliendo allí una
acción dirigida a asegurarse la lealtad política de esas organizaciones. De todos modos,
el gobierno totalitario apunta al predominio absoluto del partido que es su instrumento
de dominio político; suscitando todo tipo de restricciones - primero de hecho y
ulteriormente jurídicas - a la acción de los otros partidos, y culminando en su
eliminación cuando han logrado consolidarse firmemente en el poder.

El encuadramiento político general. A través de la estructura del partido político, se


procede a una creciente exigencia de que todas las personas manifiesten su adhesión al
régimen, y en consecuencia se afilien al partido, participen activamente en sus
organizaciones y acciones, asistan a comités y otras estructuras, reciban
adoctrinamiento, demuestren militancia. Al mismo tiempo, a medida que el régimen se
consolida, cada vez más, se excluye a quienes no asumen ese comportamiento de todo
tipo de posibilidades de trabajo, de disponibilidad de elementos vitales, y se propicia su
repudio social, o directamente su persecución y privación de libertad, e incluso el
genocidio.

La identificación de un enemigo social. La ideología totalitaria presupone una


concepción de confrontación de un agrupamiento de la sociedad - clase, raza,
nacionalidad - que se identifica con el Estado y con la parte valiosa de la sociedad; y por
otra parte, uno o más grupos de similar cualidad, al que se asigna una condición
despreciable y se atribuye la culpabilidad de las situaciones de insatisfacción o
frustración que afectan a la primera. En ciertos casos, el “enemigo” lo constituye,
además de un grupo social interior, un país extranjero - caso de Cuba respecto de los
Estados Unidos - o una situación que afecta negativamente al país - como el Tratado de
Versalles respecto del III Reich hitleriano.

La masificación de las acciones políticas y de los intereses sociales. El componente


transpersonalista de las concepciones totalitarias, toma cuerpo en la inserción de las
individualidades en estructuras masivas a la vez denominadas con términos que
implican tanto la universalidad de ellas como la exclusión de otros componentes de la
sociedad: utilizando expresiones tales como “el pueblo” “la gente” “los trabajadores” y
similares.
La masificación se expresa, principalmente, en grandes concentraciones humanas, en las
cuales se utilizan los fenómenos característicos del comportamiento de las multitudes,
tales como los cánticos, la expresión de consignas, la utilización de grandes estandartes,
banderas y simbología o “logotipos” - como la cruz gamada nazi o la hoz y el martillo,
y la estrella de cinco puntas del comunismo - así como enormes retratos del líder.
En los casos más notables, como los actos realizados por los nazis en Nürenberg, se
integraba una escenografía especial, utilizando lugares especialmente adecuados o que
habían sido construidos al efecto además de un gran despliegue de elementos visuales.
El despliegue de esos elementos de gran tamaño, y el griterío organizado, contribuye a
empequeñecer al individuo, concurriendo a sumir su individualidad y voluntad en la
docilidad y el automatismo de la masa.
La existencia de un conductor o líder carismático. El concepto alemán de la führung
- del que deriva la designación de Führer dada a Hitler - fue la máxima elaboración de la
idea de que al frente del movimiento político, del partido, del gobierno y del Estado,
existe una individualidad que no solamente concita una general adhesión sino al cual se
debe absoluto acatamiento. Un individuo que posee cualidades excepcionales de
inteligencia e infalibilidad, verdadero genio que interpreta fielmente lo más trascendente
y esencial de la sociedad política y del Estado; y que por lo tanto es el caudillo
indiscutible cuyas decisiones de ninguna manera pueden ser juzgadas ni cuestionadas.
Del mismo modo, durante la etapa previa a alcanzar el poder, los movimientos
políticos de índole totalitaria se sirven del mismo instrumento en sentido inverso,
erigiendo una figura individual como el “antilíder”. Generalmente se trata de un
personaje que ocupa una posición destacada en la estructura institucional del gobierno,
sea el Rey o el Presidente; en el que se personifica el origen de todos los componentes
negativos o frustrantes de la coyuntura económica y social, que son explotados para
provocar la mayor adhesión hacia el movimiento y al que se atribuyen todas las
cualidades negativas imaginables, tanto en el orden intelectual, como moral, de la
misma manera, se hace blanco de todo tipo de insultos e invectivas.
Desde el punto de vista de la organización institucional, una vez establecido
firmemente el régimen totalitario, la presencia del conductor presupone la existencia de
un altísimo grado de centralización y verticalidad en el ejercicio del poder.
Generalmente, al sistema institucional formal se adosa una organización de control
político fuertemente ligada a la dirección y a cargo de un jefe de máxima confianza del
líder, dotada de poderes ilimitados; cuyo cometido principal es vigilar la actuación de
todos los agentes de la estructura de organización del gobierno a fin de asegurar su
lealtad al régimen.
Desde un punto de vista político, si bien se establece una estructura partidaria a los
fines del encuadramiento político de la población, se suscita un tipo de relación directa
del líder con las grandes masas, desapareciendo casi totalmente el tipo de dirigente
político intermedio. Por eso mismo, la relación política con el ciudadano individual se
despersonaliza totalmente; convirtiéndose en una especie de mera pleitesía rendida al
líder.
Ese vínculo directo del conductor con las masas, se procura - especialmente en las
etapas previas a la toma del poder - mediante un programa demagógico, populista, pleno
de todo tipo de objetivos contradictorios y utópicos y mediante reiteradas invocaciones
a los procedimientos de la llamada “democracia directa”, sosteniendo una frecuente
prédica plebiscitaria que pretende desconocer la legitimidad de los representantes
republicanos y de sus decisiones más importantes, lo cual contribuye al objetivo de
desprestigiar las instituciones democráticas.
Una milicia política, originariamente presentada como un servicio de “seguridad”
frente a las supuestas agresiones de “provocadores”, y rápidamente convertida en un
instrumento de agresión e intimidación de todos los opositores o disidentes. Cuando el
movimiento totalitario alcanza el poder, la organización se transforma o se incorpora a
un servicio estatal, cuyos cometidos básicos son los de ejecutar las acciones violentas
contra la oposición política, o el “enemigo” del régimen, y cumplir las funciones de
policía política, especialmente aquellas de espionaje y detección de cualquier iniciativa
opositora.
Una policía política, organizada como un servicio de espionaje interno de la sociedad;
cuya función principal es la de registrar sistemáticamente a todos los integrantes de la
población, especialmente en vista de conocer su actitud política frente al gobierno, y
perseguir a las opositores por todos los medios, llegando incluso a privarlos de libertad.
Estas organizaciones, que son instrumento para asegurar el predominio total del
gobierno totalitario, tuvieron ejemplos históricos característicos, como la N.K.V.D. de
la U.R.S.S. y la Gestatspolitzei (Policía del Estado, GESTAPO) del III Reich bajo el
nazismo.
Un alto grado de intervencionismo y dirigismo económico. La finalidad ideológica
de alterar radicalmente el sistema económico - como en el caso del marxismo - o de
recuperar la prosperidad económica y llevar al Estado a la condición de gran potencia
militar, implica necesariamente el establecimiento de una fuerte intervención sobre la
economía. La situación económica e internacional, a menudo ha conducido a la
búsqueda de una autarquía económica, por la vía de un total dominio de los factores
productivos, y una estricta y centralizada planificación de la economía.
La estructuración de organizaciones sindicales “verticalizadas” es una consecuencia
natural de la organización totalitaria; casi siempre siguiendo un modelo de tipo
corporativo, en el cual cada categoría de actividad económica se encuentra estrictamente
regulada hasta en sus mínimos detalles en cuanto a todos los aspectos del trabajo.
Ciertas manifestaciones de la organización económica liberal, como las negociaciones
colectivas libres y voluntarias o las huelgas, quedan necesariamente excluidas y
constituyen actividades contrarias al interés del Estado.
Todas las expresiones culturales se condicionan a los fines del Estado y son
intervenidas por éste, ya se trate de los cultos religiosos o las expresiones artísticas.
Necesariamente, desaparecen o son enormemente restringidas las actividades del
periodismo, se procede al dominio de todos los medios de comunicación masiva, se
prohibe todo tipo de actividad pública de carácter político disidente.
Las ideologías totalitarias desprecian la tradición racionalista, desconfiando de todo
intento de análisis racional. Exaltan en cambio una filosofía estrictamente materialista,
cultivan las motivaciones irracionales de la conducta, tales como el fanatismo político,
racista o nacionalista; y recurren reiterativamente a la invocación de conceptos
puramente emocionales - como la permanente alusión a la “solidaridad” - y la
obediencia ciega a las consignas políticas partidarias.
En los regímenes más duramente totalitarios, como el del comunismo en la U.R.S.S.
o del nazismo alemán, quedaban sujetos a la autoridad actividades tales como la
elección del lugar de residencia, del desempeño de una profesión; o la selección de
pareja, contraer matrimonio y procrear hijos.

C. La postguerra italiana y el desarrollo del fascismo.

Italia después de la 1ª Guerra Mundial estaba endeudada con los EE.UU. y Gran
Bretaña. Mientras se produce un reajuste en las fábricas, la producción se estanca lo que
produce un amplio paro laboral. La inflación crece lo que modela un ambiente de
malestar culpándose de ello al gobierno. Los extremos políticos crecen, el Partido
Socialista se escinde en socialistas revisionistas y los comunistas. Éstos crecieron
mucho provocando una fuerte agitación social y política. Por otro lado Italia estaba
resentida por los acuerdos finales de la I Guerra Mundial ya que no se les compensaba
tal y como había sido acordado aunque obtuvieron Tristia, Trentino y Trieste y algunos
puntos en el mar Adriático. Esta situación fue considerada como una traición al pueblo
italiano y de ello surgió en el nacionalismo el odio a los antiguos compañeros.
Los tratados de paz de 1919 no habían concedido a Italia todo lo que los aliados le
prometieron en 1915 para lograr que participara en la guerra. La sensación de
frustración por lo que los italianos consideraban una “victoria mutilada” despertó la
indignación de los nacionalistas. En este ambiente de exaltado nacionalismo, los
“arditti”, jóvenes excombatientes ultranacionalistas, dirigidos por el poeta Gabriele
D’Annunzio ocupan la ciudad de Fiume, en 1919. Pero tienen que abandonarla al
aplicar los aliados el principio wilsoniano de la autodeterminación (Tratado de Rapallo
de 1921).
Además del descontento por los tratados de paz, tres hechos sobresalen en la crítica
situación interna de Italia tras la guerra:
a. La grave crisis inflacionista que sume a la economía italiana, sobre todo, a raíz de la
crisis de reconversión de 1920-1921 en graves dificultades: cierre de industrias
improvisadas durante la guerra, alza del coste de la vida y elevado número de parados.
b. La crisis económica se complica por la agitación social que tiene su origen tanto en
la movilización y ocupación de fábricas por los obreros ante la angustia del paro y la
inflación.
c. La sucesión de crisis ministeriales.
Paralelamente, los partidos políticos preocupados por sus luchas internas no reparan
en la peligrosidad del naciente fascismo.

Mussolini y la destrucción de la democracia en Italia.

Para comprender el fascismo hay que conocer la personalidad de Mussolini. Su


padre era socialista y le puso de nombre Benito por el socialista Benito Juárez, estudió
magisterio pero fue un desastre. Ingresa en el Partido Socialista en 1900 y dirige su
periódico Avanti hasta ser expulsado del partido al apoyar la intervención de Italia en la
guerra. Tras romper con los socialistas, funda su propio periódico Il Popolo d’Italia
En marzo de 1919 funda en Milán los fasci italiani di combattimento. Su núcleo
principal lo forman excombatientes, socialistas renegados, anarcosindicalistas, cuyo
denominador común es el extremismo y la violencia. Los fascios era un partido
paramilitar: no tienen nada que ver con el ejército.
Las ocupaciones de fábricas en el norte de Italia que el gobierno de Unión Nacional
de Giolitti es incapaz de evitar, son contestadas por una ofensiva fascista que se
extiende por toda Italia. Así, en octubre de 1920, comienza la ascensión del fascismo a
pesar de que en las elecciones sacan pocos escaños.
Giolitti dimite. Hasta octubre de 1922 se suceden varios gobiernos inestables lo que
envalentona a Mussolini y a los fascistas cuyas acciones se realizan, en ocasiones, con
material cedido por el ejército. Por su parte, la policía y la justicia se muestran
benevolentes con la violencia fascista que encuentra la simpatía cuando no el apoyo de
terratenientes e industriales ante el temor de una revolución de izquierdas.
Tras una huelga general el 1 de agosto de 1922, los fascistas por medio de su plana
mayor lanzan un ultimátum al gobierno y a los huelguistas, mientras el sindicato
fascista crece. La situación se va preparando para un Golpe de Estado.
La enérgica actuación de los fascistas les presenta ante buena parte de la sociedad
italiana como defensores del orden. En octubre de 1922 se reúne el Consejo del P.N.F.
(Partido Nacional Fascista) en Nápoles y comienzan los preparativos de la “Marcha a
Roma”, dirigida por los cuatro símbolos de los apoyos iniciales del fascismo: el
Ejército, los propietarios rurales, los escuadristas y el sindicato fascista. Su objetivo es
“convencer” al Rey para que acepte que Mussolini forme gobierno.
Víctor Manuel III (1869-1947), impresionado por la movilización fascista, poco
proclive al parlamentarismo, temeroso de los socialistas y receloso, por la tradición
familiar del Resorgimento, de los popolari, le pareció que recurrir a Mussolini podría
ser una buena solución. Además, la presión de la patronal italiana –cofindustria- y del
Ejército que expuso su temor a una guerra civil, le llevaron a no sancionar el estado de
sitio que le reclamaba el primer ministro Facta. Facta y su gobierno luego dimitirían.
El 29 de octubre, el Rey decide confiar a Mussolini la formación de un nuevo
gobierno. Éste actúa hábilmente dando cuatro carteras ministeriales a los popolari,
mientras que los fascistas ocupan tan sólo dos carteras -Justicia y Finanzas-.

El fascismo en el poder.

Mussolini para asegurarse la mayoría, hace una nueva ley electoral por la que la lista
del partido que consiguiese una mayoría relativa del 25% de los sufragios se le atribuían
dos tercios de los escaños, así que Mussolini sacó el 65% de los escaños.
Pero la oposición debilitada era aún fuerte para dejar oír su voz y la libertad de prensa
pervivía. Mateotti, secretario del grupo parlamentario socialista, con una documentación
irreprochable, denuncia las graves violencias fascistas contra la libertad de voto en las
elecciones de 1924 y exige su anulación. A pesar de las sospechas, el Gobierno niega su
implicación. El affaire Mateotti pudo haber puesta fin a la dictadura fascista. La
oposición hace una llamada a la nación y reclama al Rey la aclaración de lo sucedido, la
vuelta a las normas constitucionales y la abolición de la milicia fascista. Una vez más
Víctor Manuel antepone sus temores al bolchevismo, al interés de la justicia y la
salvación del estado democrático.
El abandono de la Cámara por parte de la mayoría de los diputados de la oposición
-retirada del Aventino-, con la pretensión de que el Rey destituyera a Mussolini pone en
manos de los fascistas las instituciones. A partir de 1925, da comienzo ya la
institucionalización del Estado totalitario en su fase ascendente (1926-1936). Mussolini
anuncia su propósito de “fascistizar” Italia y recibe de una Cámara en manos de los
fascistas poderes muy concentrados.
Eliminada la oposición, suprimida la libertad de prensa y de reunión, comienza la
represión y persecución –con registros domiciliarios- de los políticos no fascistas. En
1926 los poderes legislativos del Duce son ampliados y legisla mediante decretos-leyes
al margen de la Cámara. El mismo año establece la Ley de defensa del Estado y crea un
Tribunal especial para juzgar delitos políticos y una nueva policía, la OVRA
(Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo).
El Partido Fascista, a pesar de que incrementa su influencia, es despojado de poder
político y reducido a mero órgano burocrático de propaganda y encuadramiento de
masas. El poder reside sólo en el Duce, asistido por el Gran Consejo Fascista que, desde
1928, es el órgano constitucional supremo y el que decide la composición de la Cámara
de diputados. El Gran Consejo Fascista recibe el derecho de nombrar sucesor al Duce y
aunque supeditado a él, en 1943 le derrocó.

Simultáneamente a la instauración del Estado totalitario que aspira a controlar todas


las organizaciones sociales bajo el principio de la colaboración de clases, se establece el
sistema corporativo.
Con la Carta del Trabajo (1927) quedaba formado el Estado corporativo, regulador
y legislador único de la actividad económica, subordinando la iniciativa privada al
interés general. En su seno, las corporaciones unificaban a los representantes de la
empresa y de los sindicatos para supuestamente organizar la economía, pero esto era
una simple fachada para el creciente intervensionismo autoritario del Estado fascista en
la economía.
En el plano educativo y cultural, el fascismo trata de extender sus brazos. La reforma
escolar de Gentile en 1923 acentúa la orientación cultural greco-latina, dejando en
segundo término los aspectos técnicos.
Además de la fascistización de las instituciones políticas y de la economía, y de la
identificación Estado-PNF y del control de la enseñanza, se regula el ocio de los niños y
jóvenes encuadrándoles en las organizaciones fascistas (Balillas y grupos Universitarios
Fascistas) y de los adultos (Opera Nazionale Dopolavoro).
La conciliación con la Santa Sede, los Pactos de Letrán (1929), dan prestigio al
fascismo. La situación de no reconocimiento del Estado italiano por la iglesia católica
se remonta a la llamada “cuestión romana” en 1870. El Tratado reconoce ahora la
soberanía del Papa sobre la ciudad del Vaticano y se le indemniza por la pérdida de los
Estados de la Iglesia. No obstante, se fue abriendo un foso entre las tendencias
autoritarias del Duce y la Iglesia en las cuestiones de familia, enseñanza y religión. La
encíclica Non abbiamo bisogno de Pio XI critica duramente al fascismo. A pesar de
ello, desde 1931 se llega a un compromiso y las relaciones son concretas.
El Estado totalitario-corporativo italiano inaugura la política intervencionista en la
economía. A raíz de la crisis de 1929 se emprende un programa de autarquía y de
relanzamiento de la industria militar. En el camino hacia la puesta en práctica de la
autarquía nos encontramos con tres fases:
A) La primera pretende la reducción de las importaciones, el fortalecimiento de
la moneda y el aumento de la producción. Se acomete lo que el propio
Mussolini denominó las “grandes batallas”. La del trigo es una de las más
significativas. Se trataba de evitar las importaciones aumentando la
producción, mediante la extensión de las zonas cultivadas. La batalla de la
lira consistía en revaluarla, lo que resultaría negativo para las industrias de
exportación y los trabajadores. Por último, las grandes obras públicas que,
además de contribuir a la exaltación del régimen, modernizaron las
comunicaciones y una política urbanística de arquitectura colosal.
B) En la segunda fase, a partir de 1932-1933, con la presión de la crisis
mundial, la intervención se hace más directa.
C) La tercera fase. A raíz de las sanciones impuestas a Italia por la invasión de
Abisinia (Etiopía).

D. La república de Weimar: dificultades políticas y económicas. Ascenso del


nazismo

El difícil nacimiento de la república de Weimar.

1918: a la derrota en la 1ª Guerra Mundial se une la caída del poder imperial que abre
una nueva etapa, la cual debía ser la democracia. Ésta encuentra dos problemas:
1- Difícil situación económica en la postguerra.
2- Lucha interior contra el impulso revolucionario.

Orígenes y fracaso del movimiento revolucionario (1918-1919).


La revolución estalla en un principio sin motivos políticos, que se unen cuando se
proclama la República en Berlín.
Surgen tendencias contrarias respecto al régimen que debía salir con la revolución:
1- Ebert (socialista revisionista y judío) y los socialistas moderados:
régimen creado por el gobierno.
2- Izquierda: dictadura del proletariado mediante “consejos de obreros”
y “soviets” elegidos por el pueblo trabajador. El aislamiento de este
grupo hace fracasar la revolución.
Las medidas del gobierno de Ebert permiten acabar con la revolución.

Institucionalización del nuevo régimen.

Elecciones y 1º gobierno.

Se celebran las elecciones para la Asamblea Constituyente, triunfan el partido del


centro, los social-demócratas y los demócratas que forman “la coalición de Weimar”
aunque mantienen la independencia de programas y líderes.
-El centro: partido de procedencia social con creencias católicas.
-Social-demócrata (D.D.P.): burgueses defensores del parlamentarismo. Fuera de
la coalición, en el ala izquierda, socialistas independientes y partido comunista; en el ala
derecha: partido populista y partido de la monarquía al igual que el grupo conservador
del partido nacional alemán.
El partido nazi no interviene en las elecciones. Triunfa Ebert como presidente de la
República.

La constitución de Weimar.

Resultó ser un modelo de contradicciones, lo que la llevó al fracaso.


Características:
-El estado es una democracia parlamentaria. “El poder político emana del
pueblo”.
-Reconocimiento de derechos individuales tradicionales y de los
derechos sociales.
-El Estado tendrá una estructura federal.
-Dos cámaras: Reichstag o cámara baja (legisla, aprueba el presupuesto
del Estado y controla al gobierno) y Reichsrat o cámara alta (representa a los estados
miembros de la federación).
-El presidente de la República, elegido por sufragio universal goza de
amplios poderes: disolver el Reichstag, nombra al canciller y a los ministros, etc... Esto
muestra dos expresiones de soberanía popular que son independientes y puede entrar en
conflicto.
La fragilidad del régimen se muestra en la naturaleza de la constitución. Esta
debilidad de la estructura y del parlamentarismo fue aprovechada por el partido nazi.

Ascenso y triunfo del nacionalsocialismo.

-El surgimiento del nacionalsocialismo:


Enero de 1919 se funda el Partido Obrero Alemán (DAP). Meses después Hitler se
afilia al partido al que en 1920 se incorporan los nazis de Munich. En el mismo año, ya
bajo la influencia notable de Hitler, se aprueba el programa de “25 puntos” y el partido
pasa a denominarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) o
abreviadamente “nazi”.
A semejanza del fascismo italiano aboga por un Estado nacional fuerte que reconcilie
a todas las clases sociales y suprima la lucha de clases mediante “un socialismo
nacional” con ciertos elementos anticapitalistas que atraigan a las clases populares. Sin
embargo, el nacionalsocialismo tiene como idea motriz la preservación de la pureza
racial (aria) y la extirpación de los enemigos de Alemania: los demócratas, los marxistas
y los judíos.
Asimismo, rechaza los Tratados de Versalles y de Saint-Germain; persigue la unión
de todos los alemanes en una Gran Alemania dotada de un “espacio vital” para el
desenvolvimiento del pueblo alemán y también el proyecto Anchluss para unir Austria y
Alemania.
Fracasado el intento de golpe de Estado (el “Putsch de la cervecería”), Hitler escribe
en prisión su libro-programa Mi lucha (Mein Kampf). Al salir de la cárcel militar a
finales de 1924, prepara de forma metódica la conquista del poder. Reconstituye el
partido, le impone una férrea disciplina y le dota de una gran capacidad propagandística.
La burguesía empieza a financiarle anulando la mayoría d elas tendencias socialistas
anteriores. Tenía un problema, fundó las S.A. y cuando salió se encontró con su jefe,
Strasser, que tenía dos ideas: aferrarse a los puntos socialistas y querer que cuando
ganara el partido los homologasen y fundasen con el ejército. Estas ideas eran contrarias
a Hitler. Por tanto, Hitler va a fundar otro grupo para acabar con la S.A.: las S.S. cuyo
jefe era Wille Zur Match.
En las primeras elecciones los nazis sacaron resultados escasos ya que los años 1924-
1928 confieren cierta estabilidad ala República de Weimar. La situación de la República
mejora tanto en el interior –estabilización del marco, Plan Dawes realizado para lograr
ejecutar los pagos (obra de Dawes), evacuación del Ruhr, reactivación económica-
como en el exterior- reconciliación franco-alemana, Pacto de Locarno, ingreso en la
SDN-.
El régimen democrático parecía apuntalado bajo los gobiernos moderados –Centro
católico y socialdemócratas-. No obstante, en 1929 se produce el “Crack” de Wall
Street.
En 1931, la crisis económica está en su apogeo, producto del crack, el espectro del
paro y del hambre se cierne sobre Alemania. Hitler se presentará como candidato a la
presidencia de la República en 1932, frente al mariscal Von Hindenburg, presidente de
la misma desde la muerte de Ebert en 1925. Resulta elegido Hindenburg frente a la
candidatura de Hitler.
Las batallas callejeras entre las organizaciones paramilitares de los nazis (SA y SS),
de los nacionalistas y de los comunistas se suceden.
El 30 de enero de 1933, Hindenburg bajo la presión de sus más íntimos consejeros,
nombra canciller a Hitler que forma un gobierno de todas las fuerzas políticas que le
han apoyado y en el sólo hay dos ministros nazis, Goering y Frick.
Con insultada rapidez Hitler implanta, desde la legalidad, su dictadura totalitaria,
entre febrero de 1933 y agosto de 1934. Aprovechando el famoso “Incendio del
Reichstag” (cámara baja) -falsamente atribuido a un complot comunista- en febrero de
1933, suspende las garantías constitucionales. Por la Ley de Defensa del Pueblo y del
Estado, el poder legislativo es asumido por el ejecutivo.
Hitler forma un gobierno más homogéneo e incorpora a Goebbels al nuevo Ministerio
para la “Educación del Pueblo y la Propaganda” y con él controlar los medios de
comunicación y galvanizar al pueblo alemán según sus directrices. Días más tarde, por
la Ley de Reorganización de la Burocracia quedan excluidos de la administración los
que nos sean adictos al régimen y los no arios. Se suspenden las autonomías de los
Estados (Länder) y por la Ley de Unificación son prohibidos los partidos políticos y los
sindicatos, y el NSDAP se convierte en el partido único del Reich.
En abril de 1933, la creación de la GESTAPO (Policía Secreta del Estado, mandada
por Himmler) completa los resortes del control ideológico. La políica nazi de hacer de
la educación un instrumento de su dominación totalitaria se plasma en la manipulación
de asignaturas que convenientemente resaltan los valores “étnicos” y militares.
En agosto de 1933, Hitler anuncia el nacimiento del Tercer Reich y simultáneamente
Alemania abandonará la SDN.
En enero de 1934, Hitler queda autorizado a modificar la Constitución y, finalmente,
a la muerte de Hindenburg en agosto de 1934, respaldado por los círculos industriales y
el ejército y con un Reichstag con representantes nazis, asocia a su persona la
Cancillería y la Presidencia del Reich. El Estado totalitario se hallaba firmemente
asentado.
A partir de este momento, la influencia del nazismo se afianza entre todas las clases
sociales. El ejército, remiso al principio a los nazis, consintió a los deseos del Führer
tras la “Noche de los cuchillos largos” (30 julio-2 julio 1934). En esa noche, la vieja
tirantez de las SA y el mando del partido, y entre las SA y el ejército, se resolvió cuando
Hitler dispuso el fusilamiento de Roehm y otros jefes de las SA. Los viejos adversarios
de Hitler son asesinados, arrancando de cuajo toda oposición. El ejército, cómplice de
los acontecimientos, se convierte en uno de los puntales del totalitarismo hitleriano.

Durante 1938, estando ya funcionando en secreto los campos de concentración para


“reeducar a los descarriados”, se agudiza la política antisemita iniciada con las Leyes de
Nüremberg. En la “Noche de los cristales rotos” se acusa a los judíos de haber
asesinado a un miembro de la embajada alemana, se destruyen 280 sinagogas y se
detienen a más de 20.000 judíos. Hasta 1944 se calcula que de 5 a 7 millones de
hombres, mujeres y niños judíos son asesinados en masa.
Mientras que en la Italia fascista continúa la monarquía junto al régimen del Duce –
con la posibilidad, realizada en 1943, de la destitución de Mussolini-, en Alemania, tras
abolirse la doble jefatura del Estado, se implanta una dictadura unitaria y omnipotente.
El éxito económico nazi en el aumento de la producción y la práctica desaparición del
paro que en 1933 ascendía a casi 6 millones, supone la consolidación definitiva del
nazismo y hace olvidar al pueblo alemán los sacrificios impuestos por la política de
autarquía y de rearme y obras públicas.
El esfuerzo del régimen nazi va dirigido a mantener un capitalismo controlado por el
Estado pero sin ninguna pretensión de socialización.

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