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I.E.S. ALTO CONQUERO-HISTORIA DE ESPAÑA-J.J.R.H.

RESUMEN DEL TEMA 12: LOS GOBIERNOS DE LA DEMOCRACIA

Introducción

Este tema es fundamental para entender nuestro presente y pasado más inmediato. El
sistema democrático, interrumpido por una dictadura de casi cuarenta años, retorna a
nuestro país, y es el que ordena nuestra vida política actual. Después de la muerte de
Franco en noviembre de 1975, se plantearon en España tres posibles alternativas
políticas a seguir: el continuismo del sistema político franquista, la disolución inmediata
de las instituciones franquistas o la reforma del sistema político a partir de las
instituciones y leyes de la dictadura hasta alcanzar una situación de democracia plena.
El rey, verdadero motor del cambio político, optó por la vía reformista. De esta forma,
el presidente del gobierno Adolfo Suárez, impulsó una profunda reforma política que
abarca desde la legalización de los partidos políticos y sindicatos y los decretos de
amnistía hasta el reconocimiento de las instituciones propias del P. Vasco y Cataluña.
Todos ellos fueron hitos que jalonaron los primeros años de la transición y que
condujeron a la Constitución de 1978. Tras la redacción de ésta, España abandona el
franquismo y empieza a funcionar con un sistema democrático que llevará al poder a
tres partidos: UCD, PSOE y PP entre 1979 y 2004.

Desarrollo

El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I comenzaba su reinado dentro de un


ambiente de gran incertidumbre. Los primeros pasos de la monarquía fueron una
reconciliación y el inicio del tránsito político hacia un sistema democrático.

El primer gobierno de la monarquía era heredero del franquismo, con Arias Navarro
como jefe del mismo. Pero al mismo tiempo aparece una figura clave en el proceso de
cambio que será Torcuato Fernández Miranda. Esta inclusión en la cúpula de poder
obligó a Arias Navarro a impulsar un programa de reformas limitadas, como libertad de
prensa, derecho de reunión y asociación o reforma de las Cortes, pero nunca pensó en
una verdadera democracia. Tras sus diferencias con el monarca, Arias Navarro presentó
la dimisión en julio de 1976.

Esta dimisión fue aprovechada para designar como presidente del gobierno a Adolfo
Suárez quien dio todos los pasos para lograr el cambio político: amnistía para los presos
políticos, creación de constitución y elecciones generales libres. Este gobierno inició
contactos con miembros de la oposición como Felipe González y Santiago Carrillo y
nombró al teniente general Gutiérrez Mellado vicepresidente del gobierno, figura clave
para controlar el peligro golpista en el Ejército. En 1976 se presentó al país el Proyecto
de Ley para la Reforma Política que debía modificar el sistema político existente y
debía ser aprobado por las Cortes franquistas. Una vez superado ese escollo, el proyecto
fue aprobado en referéndum por una amplia mayoría. Las dificultades eran muchas, la
semana del 23 al 29 de enero de 1977 fue conocida como la “Semana Negra”, atentados,
secuestros y un hecho que conmocionó a la sociedad española, la matanza de Atocha de
abogados laboralistas. Esta semana hizo temer a muchos la imposibilidad de alcanzar
una democracia plena.
En un golpe de efecto, Suárez legalizó al PCE en plena Semana Santa, conocida
desde entonces como un “Sabado Santo rojo”. Tras esto convocó las primeras

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elecciones libres para junio de 1977. El resultado electoral supuso el triunfo de la UCD,
partido creado por Adolfo Suárez, seguida del PSOE.
Durante este segundo gobierno de Suárez se afrontaron los principales problemas del
país: conflictividad laboral, inflación, paro, proceso preautonómico, relaciones con la
CEE y sobre todo dotar a España de una Constitución. Los pasos a seguir para la
resolución de estos problemas fueron la firma de acuerdos entre Gobierno, sindicatos y
partidos en los conocidos como Pactos de la Moncloa, en octubre de 1977, con los que
se intentaron hacer frente a los problemas económicos a través de la reforma fiscal, el
control de la Seguridad Social y un programa de inversiones públicas.

De esta forma se pasó al inicio de la redacción del texto constitucional, para lo cual se
eligió una Comisión Constitucional y ésta a su vez a siete diputados, los “padres de la
Constitución”, para elaborar el proyecto constitucional: Peces Barba, Fraga, Miquel
Roca, Cisneros, Herrero de Miñón, Pérez Llorca y Solé Tura. La ausencia de un
representante del PNV hizo que el principal partido vasco no apoyase finalmente la
Constitución. El texto constitucional se basó en el consenso: aquellas cuestiones que
suscitaban mayores diferencias fueron redactadas de tal forma que pudieran ser
aceptadas por las diversas fuerzas políticas.
Ante el deseo de autogobierno del P. Vasco y Cataluña, el gobierno de Suárez inició
el proceso preautonómico antes de la aprobación de la Constitución, a través de la
generalización del principio de autonomía regional, coloquialmente denominado “café
para todos”.

Así pues tras su debate, el texto final fue aprobado por el Congreso y sometido a
referéndum el 6 de diciembre de 1978: la Constitución Española quedó aprobada con un
87,8% de los votos afirmativos.

La Constitución define a España como un Estado Social y democrático de Derecho,


la forma del Estado como una monarquía parlamentaria y proclama que la soberanía
nacional reside en el pueblo. Además, hace compatible la unidad de la Nación con el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones (art.2). Establece una serie de
derechos, libertades y deberes entre los que destacan el derecho a la vida, la libertad
ideológica y la libertad de expresión además de otros derechos sociales (Título I). En lo
que se refiere a la Corona, se establece que el Rey es el Jefe del Estado y se fijan sus
funciones, atribuciones y prerrogativas. En cuanto a la organización de los poderes del
Estado, las Cortes son bicamerales: el Congreso de los Diputados y el Senado son
elegidos por sufragio universal y ejercen el poder legislativo. El poder ejecutivo es
ejercido por el Gobierno, que dirige la política interior y exterior y es investido por las
Cortes, además tiene iniciativa legislativa para presentar leyes y elaborar proyectos de
ley a las Cámaras. Los jueces y magistrados ejercen el poder judicial. Se crea el
Tribunal Constitucional cuya función es evitar cualquier violación de la Constitución.
Aprobada la Constitución, se constituyeron las actuales 17 Comunidades Autónomas,
cada una de ellas con formas de autogobierno, y se estableció el principio de solidaridad
y equilibrio económico entre ellas. La única modificación que ha sufrido la Constitución
hasta el día de hoy, se realizó en 1992 para conceder el derecho al voto en las elecciones
municipales a los ciudadanos de la UE residentes en España.

Disueltas las Cortes Constituyentes, se convocaron nuevas elecciones para marzo de


1979. Las urnas volvieron a dar la victoria a la UCD, seguido del PSOE, AP y PCE. Del
espíritu de consenso de la etapa anterior se pasó a la confrontación, los dos principales

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partidos de izquierda realizaron una durísima oposición al gobierno de Suárez. En los


meses siguientes se recrudecieron los actos terroristas y las presiones involucionistas
que añadieron dificultades a las negociaciones de los Estatutos de Autonomía del País
Vasco y Cataluña, quienes tuvieron como primeros dirigentes al socialista Ramón
Rubial como lehendakari, y Josep Tarradellas como presidente de la Generalitat. Este
mismo año de 1979 ambas comunidades vieron redactados y aprobados sus estatutos de
autonomía, mientras que las demás regiones iniciarían la elaboración de los suyos.

En abril de 1979 se convocaron las primeras elecciones municipales democráticas,


que en la mayoría de las ciudades, mediante un acuerdo postelectoral dieron el triunfo a
los partidos de izquierda quienes se hicieron con las principales alcaldías.
En marzo de 1980 se celebraron las primeras elecciones autonómicas en el P. Vasco
y Cataluña que dieron el triunfo a los nacionalistas. Ambos resultados supusieron un
revés para el gobierno, pero los principales problemas de Suárez no venían de los
fracasos electorales, sino del interior de su propio partido. La UCD era una coalición
poco cohesionada y sin una dirección efectiva donde los enfrentamientos y rivalidades
entre los integrantes eran cada vez más frecuentes. Paralelamente, la oposición se crecía
y en 1980 el socialista Felipe González presentó una moción de censura contra el
Gobierno de Suárez, esto provocó el refuerzo de la figura de González como líder de la
oposición. Harto de toda esta situación, Suárez dimitió el 29 de enero de 1981. El rey
designó a Leopoldo Calvo Sotelo candidato a la presidencia y su investidura quedó
fijada para el 23 de febrero.

La escalada de ETA y la aprobación de los Estatutos de Autonomía, percibidos por


los ultraconservadores como una amenaza contra la unidad de la patria provocaron que
la ultraderecha, sectores militares y grupos reaccionarios pidiesen abiertamente una
insurrección. El momento propicio se presentó mientras se celebraba la votación de
investidura de Calvo Sotelo, un grupo de guardias civiles dirigidos por el teniente
coronel Tejero entraron en las Cortes secuestrando el poder legislativo y ejecutivo. El
capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch decretó el estado de guerra y
publicó un bando que recordaba los del verano de 1936. Alfonso Armada, era otro de
los principales golpistas. El golpe no contó, sin embargo, con el apoyo unitario del
ejército. La labor de algunos militares como Quintana Lacaci, capital general de
Madrid, fue clave para abortar el golpe. El momento decisivo llegó la madrugada del 24
de febrero cuando el rey se dirigió a lo ciudadanos, explicando las órdenes que había
transmitido a los altos cargos militares de sumisión al orden constitucional. El golpe del
23 de febrero fracasó pero demostró la fragilidad que aún tenía la democracia en
España.

El 24 de febrero, Calvo Sotelo era nombrado presidente de un gobierno que duraría


un año y medio y estaría presidido por las disensiones internas en el seno de la UCD.
Durante su etapa de gobierno tuvo lugar la aprobación de muchos de los estatutos de
autonomía. Galicia y Andalucía quedaron constituidas como comunidades históricas, al
igual que País Vasco y Cataluña. En este período también se produjo una transferencia
continua de competencias del gobierno central a las CCAA. Desde el punto de vista
social, el hecho más relevante fue el “escándalo del aceite de colza”, envenenamiento
masivo por la venta fraudulenta de aceite en mal estado. También en 1981 se aprobó la
ley del divorcio, muy criticada desde sectores conservadores, y tuvo lugar la aparición
del SIDA. Sin embargo una de las medidas más polémicas fue la tramitación de España
en la OTAN, que se veía como la antesala al ingreso en la CEE. La medida fue

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masivamente criticada por la izquierda, especialmente por el PSOE que prometió


convocar un referéndum si ganaba las elecciones. Paralelamente, la crisis interna de la
UCD se recrudecía al igual que la del PCE, también con problemas internos. Por el
contrario el PSOE asistía al reforzamiento del liderazgo de Felipe González y una
mayor moderación en su ideario que le hizo abandonar posturas radicales. En este
contexto, Calvo Sotelo convocó elecciones anticipadas para el 28 de octubre de 1982
que supondrían el fin de la etapa centrista e inaugurarían la etapa de gobiernos
socialistas hasta 1996.

Las elecciones de octubre de 1982 dieron el triunfo al PSOE, con el mensaje electoral
de “cambio” y a su líder Felipe González con más de diez millones de votos favorables
y mayoría absoluta en las Cortes Generales. Esta mayoría absoluta repetida en las
elecciones de 1986 y 1989 permitió al PSOE gobernar en solitario a lo largo de una
década. La segunda fuerza más votada, el Partido Popular (antigua Alianza Popular),
lideró la oposición desde la derecha mientras que IU, coalición dirigida por el PCE,
representaba la oposición por la izquierda.
El primer problema que tuvo que tratar el nuevo gobierno era el de la grave situación
económica que se recrudeció con una fuerte inflación. Para solucionar esta crisis se
tomaron medidas duras como la devaluación de la peseta, la subida de los tipos de
interés o el aumento de impuestos, pero sin duda la medida más espectacular fue el
proceso de reconversión industrial que llevó al cierre de muchas empresas no rentables
y la expropiación del gigantesco holding de Rumasa. Así pues, tras dos años de ajustes
se inició nuevamente el crecimiento económico que sería espectacular en la mitad de los
80. Podemos calificar a este período como los años de las reformas ya que hubo grandes
novedades: se reformaron las Fuerzas Armadas para evitar futuros golpes de Estado y se
aprobaron las leyes de enseñanza LODE y LAU. Pero sin duda la reforma más polémica
fue la ley del aborto, duramente contestada por la derecha y por la iglesia Católica. En
cuanto a la política exterior, el éxito más notable fue la etapa de la incorporación de
España a la CEE en 1986. Sin embargo, el PSOE dio un gran viraje político en el asunto
de la OTAN; Felipe González pasó del NO a la OTAN a apoyar de forma acérrima la
permanencia en este organismo que se confirmó con el sí del referéndum.

En las elecciones de 1986, el PSOE repitió mayoría absoluta. En la oposición se


produjo un cambio de líderes: el Partido Popular acabó su crisis interna con la elección
de Jose Mª Aznar mientras que Izquierda Unida estaría al mando de Julio Anguita. Esta
segunda legislatura socialista estuvo marcad por un fuerte desarrollo económico que
duraría hasta 1992. El crecimiento se concretó en una ambiciosa política de inversiones
públicas en infraestructuras, servicios sanitarios, educativos…favorecida por la
transferencia de fondos procedentes de la CEE. Sin embargo, este crecimiento
económico y las medidas liberalizadoras del gobierno provocaron un aumento en las
diferencias de riqueza entre los distintos grupos sociales, hechos que fueron
denunciados por los sindicatos en una huelga general en diciembre de 1988.
En las elecciones de 1989, el PSOE volvió a ganar por tercera vez las elecciones con
mayoría absoluta, pero esta vez con un descenso significativo en el número de votos.
Hablar de esta legislatura es hablar de los acontecimientos de 1992: la Exposición
Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que se realizaron
enormes inversiones económicas y que mostraron la imagen de una España muy
moderna. Sin embargo, la recesión económica mundial iniciada a principios de los 90
golpeó duramente a nuestro país, disparando la inflación y el paro, que llegó a la
dramática cifra de tres millones de desempleados. En la política internacional España

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participó en la Guerra del Golfo en 1991, y además fue sede de la Conferencia de Paz de
Oriente Próximo entre israelíes y palestinos. No obstante, en este período estallaron
varios escándalos de corrupción como la acusación al hermano de Alfonso Guerra de
tráfico de influencias, el escándalo de financiación ilegal de FILESA y la aparición de
los GAL, grupo mercenario vinculado al Ministerio del Interior en la “guerra sucia”
contra ETA.

Las nuevas elecciones de 1993 dieron nuevamente el mayor número de votos al


PSOE, pero esta vez al no tener la mayoría absoluta, los socialistas tuvieron que pactar
con CiU. Si algo caracteriza a la cuarta legislatura socialista, son los numerosos casos
de corrupción entre los que mencionamos el escándalo GAL y FILESA de la etapa
anterior, los casos de corrupción financiera y la identificación de los cadáveres de
etarras secuestrados y asesinados supuestamente por la Guardia Civil. Pero sin duda el
que más desprestigió al Gobierno fue el de Luis Roldán, Director General de la Guardia
Civil, acusado de cobrar comisiones de los fondos reservados del Ministerio del
Interior. Debido a todos estos escándalos, el clima político era irrespirable. En 1996,
Felipe González asumió su derrota y convocó elecciones, tras no haber sido apoyado
por CiU en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.

Las elecciones de mayo de 1996 dieron una ajustada victoria al PP de Aznar, quien
para gobernar necesitó el apoyo parlamentario de CiU y de nacionalistas canarios. Esta
victoria electoral se completó con las elecciones autonómicas y municipales, en las que
el PP cosechó un gran éxito. El apoyo de nacionalistas catalanes y canarios tuvo como
consecuencia la aprobación de algunas medidas autonómicas. La ideología liberal de la
nueva política económica inspiró un amplio programa de privatización de grandes
empresas de titularidad pública (Telefónica, Repsol), cuyo objetivo era cumplir con los
criterios de convergencia establecidos en el Tratado de Maastricht para avanzar hacia la
moneda única europea, el Euro. El terrorismo de ETA llegó a su expresión más
sangrienta en el verano de 1997 con el asesinato de Miguel Ángel Blanco que
conmocionó a la sociedad española. El gobierno de Aznar se lanzó decididamente a una
política de dureza con ETA y con el entorno abertzale, quienes reafirmaron su camino a
la independencia con el Pacto de Lizarra. Tras un año de tregua de la violencia etarra, en
1999 el grupo terrorista volvió a matar, esta vez al antiguo ministro socialista Ernest
Lluch.
También el Gobierno llevó a cabo otras medidas, como la profesionalización de las
Fuerzas Armadas y la supresión del servicio militar obligatorio. Uno de los problemas
más graves de estos años, fue la masiva llegada de inmigrantes del norte de África.

Las elecciones de marzo del 2000, dieron la victoria de nuevo al PP, quien al contar
con la mayoría absoluta, pudo aplicar sin recortes todo su programa electoral. El
gobierno de Aznar aprobó con un amplio apoyo la nueva financiación autonómica. Sin
embargo fueron muy discutidos la Ley de Extranjería, el Plan Hidrológico Nacional, la
Ley de Calidad de la enseñanza o el apoyo a EEUU en la guerra de Irak, éste último con
cerca del 90% de oposición de la población española. Por su parte, el PSOE inició un
proceso de reestructuración tras el cual José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido nuevo
líder del partido. Las elecciones del día 14 de marzo de 2004, tras un brutal atentado
terrorista reivindicado por Al Qaeda en Madrid el 11 de marzo, dieron la mayoría al
PSOE. Rodríguez Zapatero fue proclamado en abril presidente del Gobierno, en quinto
de la democracia.

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Conclusión

Tras un período sumamente complejo que arranca en 1975, España ha logrado por
fin la normalidad democrática. El sistema democrático ha arraigado con fuerza en
nuestro país superando las dificultades de este complicado período: terrorismo, peligro
golpista, crisis económicas entre otras. Durante la transición, vivimos un período de
nuestra reciente historia en la que la Constitución de 1978 logró superar las tensiones y
encauzar la vida de nuestro país de forma pacífica.
De todas formas, no todo ha sido positivo. Aunque el consenso y la búsqueda de
formas legales evitaron los peligros para la joven democracia, no acostumbraron a los
ciudadanos a hacer valer su voz, sino que todo el mecanismo político se depositó en el
funcionamiento de los partidos y en su monopolio de la vida política. Es por ello que a
nuestra democracia aún le queda ganar el espacio ciudadano real que pueda hacer oír su
voz prescindiendo de los partidos tradicionales.

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