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ENFOQUE CEPAL.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) fue establecida por la


resolución 106(VI) del Consejo Económico y Social, de 25 de febrero de 1948, y comenzó a funcionar ese
mismo año. En su resolución 1984/67, de 27 de julio de 1984, el Consejo decidió que la Comisión pasara a
llamarse Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Las oficinas subregionales de la CEPAL en México y el Caribe se establecieron en junio de 1951 y en


diciembre de 1966, respectivamente.

Mandato Las funciones generales de la secretaría de la CEPAL son las siguientes:

• Proporcionar servicios sustantivos de secretaría y documentación a la Comisión y a sus órganos


subsidiarios;
• Realizar estudios, investigaciones y otras actividades dentro de la esfera de competencia de la
Comisión;
• Promover el desarrollo económico y social mediante la cooperación y la integración regionales y
subregionales;
• Reunir, organizar, interpretar y difundir información y datos relativos al desarrollo económico y
social de la región;
• Prestar servicios de asesoramiento a los gobiernos a petición de éstos y planificar, organizar y ejecutar
programas de cooperación técnica;
• Formular y promover actividades y proyectos de asistencia para el desarrollo que se ajusten a las
necesidades y prioridades de la región y cumplir la función de organismo de ejecución de esos
proyectos;
• Organizar conferencias y reuniones de grupos intergubernamentales y de expertos y patrocinar cursos
prácticos de capacitación, simposios y seminarios;
• Contribuir a que se tenga en cuenta la perspectiva regional respecto de los problemas mundiales y en
los foros mundiales, y presentar las preocupaciones e intereses de nivel mundial en planos regional y
subregional;
• Coordinar las actividades de la CEPAL con las de los principales departamentos y oficinas de la Sede
de las Naciones Unidas, los organismos especializados y las organizaciones intergubernamentales,
con vistas a evitar la duplicación y lograr la complementariedad y el intercambio de información

La Sede Subregional en México de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), fue
creada en virtud la Resolución 30 (IV), aprobada el 16 de junio de 1951, en el cuarto período de sesiones de la
Comisión. Se estableció en 1952 con el propósito fundamental de realizar estudios específicos sobre los
problemas económicos de los seis países del Istmo Centroamericano (Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
Honduras,Nicaragua y Panamá), Cuba, Haití, México y República Dominicana. Además de brindar asesoría a
los gobiernos de estos países en diversos campos socioeconómicos, técnicos y financieros, esta Sede
contribuyó a la creación del Mercado Común Centroamericano y continúa apoyando a los gobiernos en las
tareas y esfuerzos de integración.

El programa de trabajo de esta Sede es aprobado cuando, durante los períodos de sesiones de la CEPAL, la
Secretaría de la Comisión presenta a la consideración de los Estados Miembros un proyecto de programa de
trabajo bienal. Éste a su vez se elabora en el marco de un plan de mediano plazo(seis años) de las Naciones
Unidas y constituye la principal directriz de política de la Organización.

Durante la década de 1990 los países de la subregión de México y Centroamérica llevaron a cabo reformas
estructurales con el fin de mejorar su inserción internacional, lograr mayores niveles de eficiencia de sus
sectores públicos,liberalizar los sistemas financieros y, en general, fortalecer los mecanismos de mercado.
Brindaron especial atención a la integración hemisférica y subregional, procurando consolidar y expandir

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zonasde libre comercio, a la vez que se intensificaron los esfuerzos por ampliar la apertura externa de la
subregión. Asimismo, los países del área continuaron llevando adelante sus programas de ajuste y lograron
avanzar hacia la estabilización de sus economías.

Sin embargo, persistieron graves problemas, algunos de larga data. Los niveles de ahorro e inversión se
mantuvieron relativamente bajos en momentos en que los flujos de capital externo se volvían inestables, los
indicadores de pobreza y desempleo continuaron siendo elevados y persistieron los patrones de inequidad. Si
bien hubo avances en cuanto a modernización y competitividad de los sectores productivos, no fueron
uniformes y siguieron acumulándose considerables rezagos tecnológicos, sobre todo en el medio rural y en las
pequeñas empresas urbanas. El deterioro ambiental se mantuvo, afectando tanto a las ciudades como al
campo. A mediados de la década, la crisis que sufrió un país importante de la subregión constituyó un llamado
a redoblar los esfuerzos en materia de transformación productiva y consolidación de las reformas
estructurales.

En tal contexto, las actividades a cargo de la Sede Subregional de la CEPAL en México responden a los
desafíos prioritarios que enfrentan los países de la subregión en el bienio 1998−1999. Su finalidad es apoyar
la consolidación de las reformas estructurales para lograr un crecimiento sostenido, cimentado en el aumento
de la productividad del trabajo y del capital, y acompañado de niveles crecientes de equidad. Seimpulsa la
constitución y consolidación del Área de Libre Comercio de las Américas y la aplicación del enfoque del
regionalismo abierto a la integración subregional y a los acuerdos con partícipes extraregionales.

El programa de trabajo está configurado en torno a seis áreas temáticas. En lo que respecta a ahorro, inversión
y crecimiento económico, se continua examinando la evolución del desempeño económicode los 10 países de
la subregión, atendiendo en especial a la correspondencia entre las políticas nacionales y los desafíos de la
globalización económica. Se estudian los vínculos entre crecimiento, inversión y fortalecimiento del ahorro
interno y en el fomento de la inversión. De igual manera, se investigan las condiciones de viabilidad de un
desarrollo basado en el uso sustentable de los recursos naturales, que incremente el aprovechamiento de las
ventajas comparativas; otro tema de estudio será la incidencia de los problemas ambientales en el desarrollo
sustentable de las actividades en la subregión.

EL MODELO DE DESARROLLO

El dato que está en la base de este análisis es que América Latina está viviendo una mutación de su modelo de
desarrollo.

La noción de "modelo de desarrollo" puede ser entendida como aquel complejo arreglo global de largo plazo
entre una determinada estrategia de crecimiento económico, un esquema de desarrollo social, y un régimen de
convivencia política. Es, metafóricamente hablando, el equivalente profano del misterio de la Santísima
Trinidad. Está en todas partes, son tres dimensiones distintas, pero que a la vez constituyen una unidad
indivisible.

Estos modelos de desarrollo, una vez consolidados, tienden a tener permanencia en el tiempo, tienen ciclos
que duran 50 o 60 años. Vistas así las cosas, las instituciones y los actores, los comportamientos y las
expectativas, se ordenan en función de este arreglo global.

Los momentos de máxima crisis estructural de las sociedades, particularmente desde el punto de vista
subjetivo de los actores, son aquellos en que se vive y experimenta la transición de un arreglo global a otro, de
un modelo de desarrollo a otro.

Parece importante destacar tres características principales en los procesos de mutación de un modelo de
desarrollo:

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• Se implanta en la sociedad como producto de una crisis. Los modelos de desarrollo no se imponen en los
países como producto de una supuesta superioridad que le otorgan el conocimiento o el desarrollo de las
ciencias.
• Sin embargo, no son producto de cualquier crisis. Normalmente, corresponden a severas crisis del orden
económico internacional, y por tanto, los cambios de modelo suelen comprometer vastas regiones .
• El punto de quiebre de un modelo de desarrollo es la estrategia de crecimiento de la economía, el cambio de
su estructura económica y productiva, y el quiebre de las relaciones sociales asociadas a dicha estructura.
• El cambio de los parámetros económicos y de las estrategias de crecimiento suele ir acompañada de una
cierta visión y estructura del desarrollo social, y a veces también, del sistema político.

EL MODELO DE SUSTITUCION DE IMPORTACIONES

La literatura nos señala que América Latina tuvo, por alrededor de medio siglo, un cierto modelo de desarrollo
conocido como el modelo de sustitución de importaciones que nace de la gran crisis del 29 y comienzos de los
años 30'.

La vieja estrategia primario−exportadora de crecimiento, base de la economía de América Latina de esos


años, sucumbe ante la Gran Depresión.

La industrialización interna de los países se convierte en la nueva quimera. Una industrialización que fuese
capaz de proveer aquellos productos que antes había que importar, que sustituyese las antiguas importaciones
por producción generada internamente. Una estrategia de crecimiento que incentiva la creación de una
industria nacional orientada a los mercados internos, y cuya sustentabilidad estaba dada por políticas de
protección a la industria doméstica.

En este escenario, un rol muy fundamental lo tenía el Estado. Era el gran inversor, era el propietario, y era el
administrador de una proporción muy importante de los medios de producción. Controlaba lo que en ese
tiempo podría llamarse mercado de capitales, el mercado financiero, la propiedad, la inversión, la gestión en
casi todos los sectores de la economía, y las decisiones políticas asociadas a todos estos ámbitos.

El Estado tenía un rol central en la economía. Pero tanto o más que en la economía, lo tuvo en el desarrollo
social. Una particular alianza social, al menos en aquellos países de urbanización temprana, se articuló para
llevar adelante este modelo: una aristocracia remozada, una burguesía emergente, y una clase media en
expansión y en ascenso. Esta alianza social con expresión política corresponde a lo que en la literatura
latinoamericana se ha conocido como el Estado de Compromiso.

Ello significó una clara orientación de desarrollo social. Fueron los tiempos de la expansión de la cobertura de
la educación primaria, de los programas amplios de atención primaria de salud, de una legislación laboral que
privilegiaba la seguridad y estabilidad en el empleo, de un sistema de seguridad social que se abría a todo tipo
de prestaciones, de programas de acceso a vivienda propia por la vía del subsidio a la tasa de interés. Y así por
delante.

En otras palabras, este modelo de desarrollo generó una " red de protección social ". Las grandes amenazas,
riesgos e incertidumbres del ciclo vital de las personas, particularmente de las clases medias, estaban
resueltos: el empleo, el salario, la educación de los hijos, la salud, la vejez, la vivienda, la integración social.
Bien o mal, el sistema funcionaba. Y el avance democrático significaba que cada día se incorporaba más gente
a este sistema.

El crecimiento de la economía daba sustento a este desarrollo social.

LA CRISIS DEL MODELO

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Ya hacia comienzos de los 70', el modelo empezó a dar señales de crisis.

Los últimos años de la década del 60 mostraban que la economía de nuestros países sufrían de crecientes
insuficiencias en sus posibilidades de crecimiento. Las economías no crecían, o al menos, no crecían a la tasa
mínima necesaria.

Era imposible, por tanto, seguir financiando una política social que ya se mostraba deficitaria desde hacía un
tiempo. El gasto social se expandía y sus posibilidades de financiamiento se restringían.

La alianza social y política ya tampoco funcionaba. La incorporación de nuevos segmentos a la vida de las
naciones, particularmente campesinos y los grandes sectores populares urbanos, hacían que esta alianza fuese
cada vez más débil políticamente, y que ideas de izquierda asociadas a los nuevos sectores se perfilaran como
amenaza al poder político.

De esta manera, crisis de crecimiento, más crisis de balanza de pagos, más crisis fiscal, más crisis
inflacionarias inmanejables por la vía de los instrumentos convencionales, llevaron a muchos de nuestros
países a situaciones límites en lo económico, en lo social, y también en lo político.

La crisis del petróleo de 1976, y la crisis financiera internacional de comienzos de los 80', terminó por gatillar
la muerte definitiva del modelo de sustitución de importaciones.

Se requería de un nuevo modelo de desarrollo. Y una nueva estrategia de crecimiento económico comenzó a
abrirse paso en nuestro continente y su punta de lanza fue la política de ajuste estructural.

EL NUEVO MODELO: LA GLOBALIZACION

Ya habíamos señalado en un comienzo, que los períodos más críticos y severos de una sociedad son aquellos
en los cuales opera una transición de un modelo de desarrollo a otro.

Las economías ya no podían crecer sobre la base de los mercados internos, de las protecciones arancelarias, de
la inversión estatal. Era urgente un cambio estratégico que orientara su producción a los mercados mundiales,
que pudiera competir en esos nuevos escenarios, que se abrieran espacios a la inversión privada, tanto
doméstica como internacional. Re−estructuración productiva es el nombre de este nuevo proceso.

Ello había que hacerlo simultáneamente con el ajuste estructural. El problema de América Latina era muy
simple: había que ajustar gastos con ingresos, y como las economías no crecían, la única manera de ajustar era
por la vía de la reducción drástica del gasto. Simple y claro.

Ambos aspectos, constituyen aspectos cruciales de la así llamada Reforma Económica. Si consideramos sólo
estos dos aspectos, podremos sacar rápidas conclusiones: la primera es que la re−estructuración productiva
tiene un enorme impacto sobre quiebras de empresas, que ya no pueden competir con productos extranjeros, y
por lo tanto hay un aumento muy significativo del desempleo. La segunda, es que el ajuste estructural
significa una drástica caída en el gasto social y en los salarios y remuneraciones. El resultado de ambos
procesos es un aumento muy importante de la pobreza en nuestros países, tanto en lo que se refiere a su
extensión (cantidad de familias) como a su profundidad (calidad de la pobreza).

Si aceptamos que, un poco más o un poco menos, el inicio de estos procesos se sitúa en la década de los 80,
las última cifras entregadas por CEPAL nos muestran que entre 1980 y 1990 el nivel de pobreza en el
continente subió de un 35% a un 41% de la población total. En términos absolutos, la pobreza subió, en esa
década, de 135 millones de personas en 1980 a 200 millones en 1990.

Cabe agregar que, este aumento de la pobreza, es básicamente un fenómeno urbano. De los 65 millones de

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nuevos pobres, 60 son de origen urbano. Ello es compatible con los efectos de corto plazo de las políticas de
ajuste estructural y de re estructuración productiva.

Esta crisis severa de aumento de pobreza suele tomar una cierta cantidad variable de años en encontrar su
punto de inflexión. Son tiempos muy duros y de un alto costo social. (entre 5 y 7). Luego de ese primer
período, pareciera que los países toman una senda de crecimiento económico relativamente alto y sostenido.

Sin duda alguna, el aumento de la pobreza y del desempleo y la brusca caída del gasto social y las
remuneraciones son productos de la Reforma Económica. Quienes idearon y llevaron adelante la reforma
económica en América Latina, promovieron también la idea de llevar adelante un conjunto de programas
simultáneos de aliviación de la pobreza. Si eran responsables de aumentarla y profundizarla, asumían al
menos la responsabilidad de aliviarla.

América Latina está viviendo la crisis propia y natural que corresponde a la mutación de su modelo de
desarrollo.

Tenemos una nueva estrategia de crecimiento de la economía que, más allá de los enormes costos sociales que
genera en sus comienzos, parece haber encontrado su punto de inflexión en buena parte de nuestros países.

Sin embargo, el nuevo modelo no está definitivamente instalado, tampoco plenamente legitimado. Equidad
social y legitimidad política son las claves para hacer viable el nuevo arreglo global.

Hay quienes creen que todo empieza y termina con el crecimiento de la economía. Son quienes confunden
desarrollo con crecimiento, felicidad con bienestar, equidad con " chorreo ". Quienes así piensan no sólo
sufren de insensibilidad social, sino que también de ceguera estratégica de largo plazo.

Se ha derrumbado la vieja red de protección social. Es necesario construir una nueva que se ajuste a las
exigencias de los nuevos tiempos. Los problemas de ayer no son los mismos de hoy. La política social de
subsidios directos basada en una noción a−histórica de la realidad, debe ceder su espacio protagónico a las
políticas globales de construcción de equidad en las áreas esenciales de la educación, la salud, la seguridad
social, las relaciones laborales, y en general, de una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos.

Requerimos de nuevas instituciones, de una nueva capacidad de gestión pública, de renovados esfuerzos de
investigación para hacer posible esta tarea.

América Latina y el Caribe entran al nuevo siglo con una gran oportunidad: construir una sociedad que crezca
económicamente, que sea cada día más equitativa, y que sea plenamente democrática . Crear el nuevo rostro
de `la Santísima Trinidad' para los próximo 60 años.

Como toda oportunidad, ésta puede ser aprovechada o se puede escurrir entre las manos. Se trata, nada más ni
nada menos, que en una próxima encuesta del UNDP, la gente diga que no sólo el país está económicamente
mejor, sino que también vivirmásfeliz.

Estamos en un momento decisivo en la historia de México. Poderosas fuerzas tecnológicas, económicas,


políticas y sociales presionan a la sociedad mexicana y, a decir verdad, a todas las sociedades de todo el
mundo, hacia el cambio y el mero sentido común nos señala la inevitabilidad de este evento. Los líderes
políticos mexicanos han planteado una estrategia de cambio, pero no podemos dejar de cuestionarnos las
posibilidades de éxito de las estrategias seleccionadas. Cualquier señal de desviación de la realidad respecto a
los resultados esperados causan gran zozobra porque sabemos que estamos navegando en aguas desconocidas.

Desde la década de los años cuarenta, en México se siguió un modelo de desarrollo que buscaba la rápida
industrialización del país por medio de:

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− la sustitución de importaciones

− la protección a industrias infantes

Este modelo, además de crear una economía ineficiente, incapaz de aumentar significativamente los niveles de
bienestar de la población en general, con una deficiente formación de capital e incapaz de lograr una balanza
de pagos equilibrada, introdujo deformaciones en el sector productivo que limitaron significativamente las
posibilidades enfrentar con éxito las nuevas condiciones tecnológicas y económicas mundiales.

Por tales motivos, uno de los objetivos de la política económica del gobierno mexicano, desde principios de la
década de los 70's, fue sustituir ese modelo económico, llamado de "desarrollo estabilizador". A partir de
1983 se siguió una estrategia de estabilización continua de la economía y de modernización económica. Una
política para obligar a las empresas mexicanas a modernizarse y para mejorar el nivel de vida de los
mexicanos ha sido la apertura comercial. Sin embargo, ahora se presentan conflictos entre las estrategias de
estabilización y de modernización. El pronóstico altamente desfavorable del déficit de la balanza comercial
obliga a cambios no deseados en la política monetaria. Hay quienes que señalan que debe haber un cambio de
prioridades en materia económica, de manera de eliminar la sobrevaluación del peso, aún a riesgo de aumentar
la inflación. Frente a este déficit cabe cuestionar la estrategia de apertura comercial para obligar a las
empresas mexicanas a modernizarse y este cuestionamiento se debe hacer por más de un motivo.

En principio, cabe resaltar un efecto perverso de la estrategia de negociar un tratado de libre comercio con los
EEUU. La sociedad mexicana, por varias razones, siempre había mantenido de "cordial" distanciamiento
respecto a la sociedad norteamericana. Esta actitud siempre fue un tanto ambivalente, pero actuaba como un
dique al expansionismo económico, político y cultural de los Estados Unidos. Ahora que el Presidente de la
República modifica la tradicional actitud mexicana se ha roto el dique y todos los admiradores del modelo
norteamericano han quedado en plena libertad para manifestar su admiración por dicha sociedad. De esta
forma, la sociedad mexicana se ha volcado hacia la importación de bienes de consumo. Obviamente en esto
influye mucho la baja calidad de muchos de los productos nacionales. En otros casos el factor determinante es
la productividad, que se refleja en el precio.

Pero si se enfrenta a las empresas a la competencia externa ¿Cómo obtendrán los recursos necesarios para
comprar nueva tecnología o para pagar profesionistas mejor preparados? Obviamente las empresas
desaprovecharon la protección que se les brindó durante casi cincuenta años. Pero lo que hay que preguntarse
es porqué desaprovecharon esas circunstancias (y porqué los empresarios de otros países, como Japón, no lo
hacen), y no simplemente tratar de obligarlos enfrentándolos repentinamente a una nueva situación para la
cual no se han preparado ni están mentalmente dispuestos a aceptar.

Otra de las áreas donde más se manifiesta y más puede perjudicarnos esta nueva libertad de afiliación al
modelo norteamericano es en los medios masivos de comunicación. En la medida en que nuestros medios de
comunicación masivos transmitan, con tanta preponderancia, series de televisión extranjeras, estarán
transformando los valores y actitudes de la sociedad mexicana. Basta ver cómo los niños mexicanos salen
ahora a pedir "Halloween". Aquí se tiene un choque generacional cuyo impacto sobre los niños sería
interesante estudiar. Porque en tanto que ellos esperan, según les enseña la televisión, que los adultos les
regalen dulces, son pocos los adultos que cumplen con ese rol de la festividad ya que, en general, no tuvieron
esa influencia de la televisión. ¿Cuál será la conclusión a la que lleguen los niños al confrontar sus resultados
con los que obtienen los niños de la televisión? En otro orden de ideas ¿Cuál será el efecto de la violencia que
proyectan muchas de las series estadounidenses?

¿Cómo se desarrollarían eventos tales como los motines de Los Angeles y otras ciudades de los EEUU en la
Ciudad de México? ¿Alguien niega que la violencia en la televisión influyó en la gestación de ese fenómeno?
¿Cuál será el efecto de la permisividad sexual que proyectan algunas de las series estadounidenses sobre
nuestra juventud?

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En lo personal, he sostenido que el diagnóstico que hicieran los economistas sobre las causas del fracaso del
modelo de desarrollo estabilizador que se empleó en México hasta finales de los años sesenta, y que los dos
siguientes gobiernos trataron chapuceramente de sustituir, es un diagnóstico incompleto porque no toma en
cuenta las circunstancias históricas que han influido en la formación del carácter social mexicano y que, por lo
tanto, las políticas económicas adoptadas a la luz de este diagnóstico pueden resultar, incluso, peligrosas para
el equilibrio y bienestar de la sociedad mexicana. Sostengo que mientras la selección de estrategias se haga
apoyándose únicamente en el diagnóstico economicista o copiando las estrategias económicas de otros países
se corre el riesgo de fracasar en el proceso de cambio.

Sostengo que al adoptar una estrategia económica se adopta también, de manera implícita, un conjunto de
valores y que mientras el proceso de incorporación de valores sea completamente acrítico, mientras no
decidamos consciente e informadamente que valores impulsamos y cuáles rechazamos no podremos construir
una sociedad autónoma. Copiar a una sociedad como la norteamericana, sin analizar y estudiar sus
contradicciones internas, nos puede llevar a un experimento social inviable a mediano plazo. En la medida que
se promueva una sociedad de consumo estaremos gastando el futuro de nuestros hijos. Estaremos derrochando
el capital ecológico, energético y monetario del país. Mientras continuemos aceptando los peores programas
televisivos estadounidenses no podremos aspirar a una sociedad mejor, más justa, menos violenta, más
humana, más saludable.

Tenemos que crear nuestro propio proyecto de nación y para hacerlo tenemos que "pensar nuestra cultura".
Los bosquejos del proyecto que se ha llamado "liberalismo social" son aún incompletos y, si como parte de
este proyecto se incluyen las actuales políticas monetaria y comercial, puedo afirmar que no es apropiado ni
viable para la sociedad mexicana, por lo menos en las circunstancias actuales.

Desde que Guillermo Bonfil Batalla invitara a la sociedad mexicana a hacer este ejercicio intelectual se inició
un debate acerca de los efectos sobre la cultura nacional (o las culturas nacionales) de la integración de
México al bloque comercial norteamericano. Desgraciadamente Bonfil murió poco antes de que se publicara
su libro y no pudo participar en él, porque creo que lo hubiera encauzado de manera diferente a como se ha
desarrollado en forma preponderante.

Para plantear una evolución diferente del debate tenemos que empezar por replantearnos que es cultura. Existe
la tendencia muy extendida de considerar como perteneciente a la "cultura", únicamente o muy
principalmente, las actividades más exquisitas del intelecto humano, como son las bellas artes (literatura,
poesía, música, ballet, pintura, etc.).

Por ejemplo, la sección cultural de este diario y, en general, de cualquier otro periódico, medio de
comunicación o evento, incluye y se refiere sólo a aspectos de las bellas artes y no de la cultura general de la
sociedad.

Esta no era la concepción de Bonfil acerca de cultura. Según él: "Cultura es experiencia histórica acumulada;
se forja cotidianamente en la solución de los problemas, grandes o pequeños, que afronta una sociedad. La
cultura consta de prácticas probadas y del sistema de conocimientos, ideas, símbolos y emociones que les da
coherencia y significado."

Podemos aclarar más la idea de lo que es cultura con otras definiciones:

"Cultura es el conjunto de tradiciones y estilos de vida aprendidos que adquieren socialmente los miembros de
una sociedad, incluyendo las formas repetitivas de pensar, sentir y actuar (esto es, de su comportamiento)."

"Cultura es el complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, ley, costumbre y cualquier otra
capacidad y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad."

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Puede considerarse que una cultura está compuesta por una serie de elementos culturales. Por elementos
culturales se entienden los recursos de una cultura que es necesario poner en juego para formular y realizar un
propósito social. Pueden distinguirse, al menos, las siguientes clases de elementos culturales:

a.− materiales − tanto los naturales como los que han sido transformados por el trabajo humano;

b.− de organización − que son las relaciones sociales sistematizadas a través de las cuales se realiza la
participación; se incluyen la magnitud y las condiciones demográficas;

c.− de conocimiento − es decir, las experiencias asimiladas y sistematizadas y las capacidades creativas;

d.− simbólicos: códigos de comunicación y representación, signos y símbolos;

e.− emotivos − sentimientos, valores y motivaciones compartidos; la subjetividad como recurso.

Para que se entienda, por cultura se debe entender la forma cómo realizamos las cosas, porqué y cuando las
realizamos. La cultura de una sociedad incluye la manera cómo comemos y cómo desechamos la
energía−materia no aprovechada. Por ejemplo, hace algún tiempo una actriz mexicana se quejó del estado en
que estaba el centro histórico de la Ciudad de México. Se quejó de los malos olores en la Catedral
metropolitana. Pues bien, ese es resultado de la cultura de la sociedad mexicana. Y no me refiero
exclusivamente a la cultura individual de quienes se vieron obligados a usar la Catedral con fines tan
mundanos. Esta crítica también involucra a quienes planean un lugar público sin dotarlo de servicios
sanitarios. Por ejemplo, en Suiza pueden encontrarse estos lugares con mucha mayor facilidad con la que se
encuentran en México. Mantener limpios tales lugares es también un problema de la cultura. ¿Cuántas veces
nos quejamos de la limpieza de estos servicios en las gasolineras?

Pero pasemos a un aspecto más importante de la cultura nacional. Aquélla que define lo que producimos y
cómo lo producimos. En este caso hablamos de la cultura tecnológica. En México es notoria la poca capacidad
de innovación de las empresas, su elevada dependencia de la importación de bienes de capital y, en muchos
casos, la baja calidad de los artículos producidos. Es decir, la debilidad de la cultura tecnológica mexicana
frente a las de otras naciones. Esta debilidad tecnológica es la que, junto con otros factores, está detrás del
enorme déficit comercial de México.

Otro aspecto importante de la cultura es el que define qué es lo que consumimos y que tanto consumimos.
Este aspecto de la cultura es el más vulnerable a las influencias del exterior a través de la mercadotecnia. Por
ejemplo, se ha podido observar cómo una importante parte de la juventud mexicana se vuelca masivamente
para aclamar a músicos extranjeros. No pongo en duda el profesionalismo y la calidad de muchos de ellos, que
contrasta con la de muchos artistas mexicanos. Pero me parece que en su éxito influye grandemente la
mercadotecnia. Como resultado de su actuación se llevan millones de dólares, dinero que bien puede servir
para fines más útiles.

Para explicar el éxito de estos artistas en México también hay que recurrir al esquema "colonizador−
colonizado" de Bonfil y que se puede hacer coincidir con el esquema "autoritario activo"− "autoritario pasivo"
del esquema de T.W. Adorno. En la época colonial se formó e impuso este esquema y aún no nos libramos de
él. Ahora aceptamos − buscamos− la colonización desde los Estados Unidos. Como señalan Francisco
González Pineda y Antonio Delhumeau (1)

"Modernizar al país ha querido decir, sobre todo, integrarlo a los patrones culturales, de producción y
consumo norteamericanos." Y eso a pesar de que sabemos que el modelo cultural de los EEUU tiene serias
fallas. Esto no significa promover un "aislacionismo" cultural. Como dijo Bonfil, "la civilización occidental
existe y está presente a escala universal ... negar globalmente a occidente o pretender aislarnos de su presencia
no sólo sería imposible: sería imbécil." Hay que reconocer que el modelo norteamericano también tiene

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elementos positivos. Pero, por ejemplo, he destacado que el modelo japonés es más apropiado para la Era de
la Información.

Más profundamente la cultura de un pueblo, su carácter social, queda definido por los valores y actitudes que
se transmiten a través de los diversos mecanismos socializantes: el hogar, la escuela, la iglesia, los medios de
comunicación masivos, etc. La influencia sobre los valores de una sociedad y su transformación con el paso
del tiempo son fenómenos sutiles, casi imperceptibles. Pero son los valores los que definen la manera como
actuamos − o dejamos de actuar− aquí y ahora. Como decía Keynes: "Las ideas de los economistas y de los
filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que
comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos, que
se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún
economista difunto".

Mientras no "pensemos nuestra cultura" y rediseñemos nuestra economía alrededor de procesos sobre los que
tengamos control, incluyendo el control de los medios masivos de comunicación y de la industria de bienes de
capital, no podremos mantener nuestra soberanía a largo plazo. No es necesario que este control sea ejercido
por el gobierno. Simplemente es necesario que sea ejercido por verdaderos mexicanos y no por admiradores
de la cultura norteamericana. Mentes colonizadas que desgraciadamente están ayudando a colonizar a muchos
otros mexicanos. En la medida que quienes tienen poder de decisión sobre los valores que se están
transmitiendo a la sociedad mexicana a través de los medios de comunicación masivos no cuiden la calidad de
los valores transmitidos crearemos una sociedad libertina, violenta e irresponsable.

Mientras no "pensemos nuestra cultura" y dejemos de importar bienes de consumo suntuarios y superfluos y
prefiramos los bienes mexicanos a los extranjeros no podremos ayudar a las empresas a crear una "cultura
tecnológica". Por ejemplo, en la medida en que no ayudemos a crear una industria de bienes de capital
nacional estaremos creando una cultura enajenada, incapaz de sobrevivir independientemente de los Estados
Unidos. Mientras nuestros empresarios no cambien sus actitudes respecto a sus prácticas comerciales y de
innovación no podrá tenerse una industria autónoma, productiva, competitiva en precio y en calidad.

Mientras no rediseñemos nuestra economía alrededor de procesos industriales sobre los que tengamos la
capacidad de diseño y control no podremos mantener nuestra soberanía e, incluso, nuestra independencia.
Mientras copiemos primero el afán de consumir y después, si es que lo copiamos, el afán de inventar y
producir, caeremos en peligrosos desequilibrios comerciales.

Mientras no dejemos de preferir a artistas extranjeros no podremos fortalecer nuestra propia "cultura
artística". Mientras no "pensemos nuestra cultura" y dejemos de aceptar los peores programas televisivos
estadounidenses no podremos aspirar a una sociedad mejor. Insisto, junto con Bonfil, que: "La creatividad, la
capacidad de imaginar y llevar a cabo iniciativas culturales, sólo es posible en el ámbito de una cultura
concreta."

Obviamente estamos hablando de un "quid por quo". Si el precio, la calidad, temática, madurez, etc. de los
productos o de la obra artística mexicana no mejoran, después no podremos exigir que la sociedad mexicana
los consuma. Sería, por ejemplo, el caso del cine nacional. Llegó a ínfimos niveles de calidad. Dicen que está
mejorando, pero en lo personal todavía no me siento motivado a comprobarlo. "El que con leche se quema
hasta al jocoque le sopla". Esta actitud de desconfianza hacia lo "Hecho en México" también está detrás del
desequilibrio de la balanza comercial. Es una actitud que no se va a quitar por decreto. Como dice un
consultor de empresas japonés: "La confianza en la calidad de los productos de un proveedor sólo se obtiene
después de muchos años de proporcionar productos de alta calidad, pero puede perderse con una sola entrega
de productos defectuosos."

Mientras no nos demos cuenta que al emplear estrategias económicas de otros países y al consumir de la
forma como nos inducen estamos incorporando ciertos valores a nuestro carácter social y mientras este

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proceso de incorporación de valores sea completamente acrítico, mientras no decidamos que valores
impulsamos y cuáles rechazamos no podremos construir una sociedad autónoma. Las opciones las podemos
ver en este cuadro que presentaba Bonfil:

Elementos culturales Decisiones propias Decisiones ajenas


Propios cultura autónoma cultura enajenada
Ajenos cultura apropiada cultura impuesta

No es el gobierno quien tiene que decidir esto. No se valen libros de texto obligatorios, donde se traten de
impulsar cosmovisiones particulares. Precisamente uno de las actitudes que hay que desterrar es la
dependencia en una "autoridad suprema" que decida por nosotros. Esta dependencia en una "autoridad
suprema" es parte del carácter social mexicano que debemos desterrar. La asimilación de elementos culturales
la debemos hacer cada quien en nuestro ámbito de responsabilidad, pero razonadamente. Los elementos
culturales no tienen que ser exclusivamente propios. Pero las decisiones sí. Y estas deben ser hechas poniendo
al futuro de México en primer lugar.

No se trata de negar la existencia de la civilización occidental. Tampoco se trata de ignorar que muchos
elementos culturales de la civilización occidental pueden y deben ser empleados en la construcción de un
México mejor para todos. El problema está en cómo asimilar los elementos culturales externos necesarios e
inevitables para un proyecto nacional autónomo. Obviamente no conviene hacerlo inconscientemente. Es
necesario conocer y debatir tanto nuestra cultura como la cultura de otros pueblos. Para eso deben servir las
secciones culturales de los periódicos. En la medida en que fallemos en todo lo anterior nos estaremos
alejando de la posibilidad de construir el paraíso en la Tierra, que debe ser el objetivo de toda sociedad.

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