El deporte ha desbordado todos los límites tradicionales, había constituido un material
de estudio e los países centrales, sin embargo el deporte latinoamericano se vio muy reducido en cuanto a prácticas sociales, cuyo puesto en caso parecía prohibido. El deporte se sobreimprime a situaciones identitarias claves; la socialización infantil, la definición de género (masculinidad/feminidad), la conversación cotidiana, etc. En el entorno en el que se contrasta la existencia del deporte, en lo particular del fut bol, se tiene mucho en cuenta la presencia de la prensa y los medios de comunicación como herramienta en lo que se establece como el populismo del deporte. El exceso, además del populismo es un punto clave para la invención de los campos sociales en el deporte. El deporte es el mayor espectáculo y la mayor mercancía de facturación de la industria cultural. Es uno de los ejemplos más claros de la mundialización de la cultura, pero por su lado adverso pone una forma vicaria del enfrentamiento. Así, se puede sostener la eficacia que tiene el deporte para cumplir con sus roles, cualquiera que estos sean, tradicionales, propios, ajenos y agregados. La industria se permite experimentar ante la bastedad de posibilidades del deporte con la implementación de tecnologías que hacen de los eventos algo de privado acceso así como lo son las captaciones televisivas pay for view. En este punto se puede hablar del deporte como una cultura. Marca muchos de los aspectos multicondicionales que hace cualquier sociedad en lo que a materia cultural refiere. Es plural, polisémico y hasta contradictorio. El cuerpo como en muchas materias de la investigación de lo social, también juega un papel de polémica con mucha importancia en relación al deporte, es tomado no solo como la fuerza, si no como la habilidad, lugar de creatividad, etc. Además la definición no se estanca solo en el deporte, si no que se extiende hasta el baile y la eroticidad. El deporte aparece como formante universal de la cultura masculina, y hablamos de que el beneficio de lo corporal no se deja solo a los factores populares. Se habla del deporte también como juego, o que lo fue al principio y se cuestiona sobre si ya no lo es. Pues si bien en principio tuvo el principal fin de servir como actividad de entretenimiento, con el paso del tiempo y de los factores culturales, se fueron involucrando los principios lúdicos que también tienen que ver con la populación que se menciona en un principio y que además busca satisfacer las demandas de dicha populación y las necesidades mas que nada financieras de quienes hacen los eventos deportivos públicos o privados en cuanto a los derechos de autor que se tienden a tomar en las posturas de lúdica deportiva. Entonces si la mercantilización desplaza a lo lúdico, se debe dejar de llamar juego al deporte, y se utiliza en las instituciones deportivas en donde se sigue ejercitando en el tiempo libre no tanto con un fin financiero por el practicante, aun siendo por el deseo de crecer, aunque la institucionalidad no lo tome de esta manera. La violencia en el deporte se ha tratado con un tono más que nada estigmatizante por parte de las prensas y medios comunicativos, más allá de señalar el problema y cubrirlo con la importancia que debe hacerse. Simple mente se plantea que los violentos son jóvenes inadaptados bajo la influencia de sustancias alteradoras de la conciencia. La violencia en el deporte señala en muchas direcciones en el mismo tiempo, indica la desaparición de núcleos de jóvenes de clases populares, que se valen de la violencia como su medio de visibilidad. Los estudios sociales del deporte pueden constituir, a su vez, una nueva faticidad; esta vez, académica.