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Marzo 29 del 2011

Cartagena Colombia

Querida amiga:
Aquella que ha presenciado mis lágrimas, aquella que me dio
fuerzas para seguir, aquella que me decía lo que estaba mal.

Mi confidente, mi todo, mi luz en el camino, te podré comparar


con mi ángel guardián. Aquella que me hace ver mis errores y los
acepta también, la única que sabe lo que voy hacer.

Si alguna vez te lastimé, lo siento, no lo quise hacer.

Pero si un día te me vas, espero no olvides a tu amigo sin igual,


aquel que te acompañará aunque sea en tus recuerdos no más.

Siempre pensé que nuestra amistad sería especial, que sería


capaz de sobre pasar la barrera del tiempo; que vería pasar
estaciones incontables; sabes, tenía tantas expectativas puestas
en ti; necesitaba tanto alguien en quien confiar…

Supe que ambos teníamos cosas que enseñarnos, que la vida


nunca se equivoca, que nos tenía sorpresas preparadas y sin
duda no creo haberme equivocado…

Sí, cosas buenas y malas; la mayoría de las veces las cosas


suelen ser así de ambivalentes…
Aunque los días nos separen y las horas nos sean exacta para
nuestra compañía

Tú sabes que para ti lo estaré por siempre... ¿Sabes por qué?

Porque eres mi amiga y mi extensión…

Porque esta no es una típica carta para las amigas, es una carta
especial para ti “mi extensión”.
Para tus consejos, para nuestras travesuras, nuestros enojos,
nuestras penas, nuestras alegrías y miles y miles de sentimientos
que años tras años se han ido formando…

Tú fuiste mi portadora a dejar el silencio tú fuiste la persona con


la que explote con un poco de miedo pero me diste tu
comprensión y tu amor “amiga”

Fraternidad, hermandad, complicidad, creo que estas palabras


se adecuan bien para definir nuestras vidas.

Nuestra amistad no la regalaría a nadie ni la olvidaría por nada


del mundo

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