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FABULAS22
FABULAS22
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo si que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
"Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
merodeen cantando el pío, pío"
"Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga
ver como se le arrastra la barriga"
"Lo llevaré al mercado:
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña".
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía!,
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.
AGUILA
Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero,
pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en
la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas
de sus alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les
dijo:
- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás
preparado, no en lo que no te corresponde.
ZORRA
Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra
unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:
-- ¡ Ni me agradan, están tan verdes... ! Nunca traslades la culpa a
los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
EL TORO
VERANO
Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los
granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el
invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una
época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se
abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento;
pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas,
el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de
comida. Entonces sí respondió la hormiga:
-- Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y
tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento.
Cuando te queden excedentes de lo que recibes con tu
trabajo, guarda una porción para cuando vengan los tiempos
de escasez.
«Calla tú, pajarillo vocinglero
—dijo el cisne al jilguero—;
¿a cantar me provocas, cuando sabes
que de mi voz la dulce melodía
nunca ha tenido igual entre las aves?»
De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente,
amigo, ¿qué es esto?»
En esta disputa
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.
Un gallo, presumido
de luchador valiente,
y un pollo algo crecido,
no sé por qué accidente
tuvieron sus palabras, de manera
que armaron una brava pelotera.
Diose el pollo tal maña,
que sacudió a mi gallo lindamente,
quedando ya por suya la campaña.
Y el vencido sultán de aquel serrallo
dijo, cuando el contrario no lo oía:
«¡Eh!, con el tiempo no será mal gallo:
el pobrecillo es mozo todavía.»
jamás volvió a meterse con el pollo.
Mas en otra ocasión, por cierto embrollo,
teniendo un choque con un gallo anciano,
guerrero veterano,
apenas le quedó pluma ni cresta,
y dijo al retirarse de la fiesta:
«Si no mirara que es un pobre viejo...
Pero chochea, y por piedad le dejo».
Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
«¿Qué dice de mi tela el señor gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada a mediodía.
¡Mire qué sutil es, mire qué bella!...»
Tienen algunos un gracioso modo
de aparentar que se lo saben todo,
pues cuando oyen o ven cualquiera cosa,
por más nueva que sea y primorosa,
muy trivial y muy fácil la suponen,
y a tener que alabarla no se exponen.
Esta casta de gente
no se me ha de escapar, por vida mía,
sin que lleve su fábula corriente,
aunque gaste en hacerla todo un día.
Para no alabar las obras buenas, algunos las suponen de fácil ejecución.
En un jardín de flores
había una gran fuente,
cuyo pilón servía
de estanque a carpas, tencas y otros peces.
Únicamente al riego
el jardinero atiende,
de modo que entretanto
los peces agua en que vivir no tienen.
y el rudo jardinero
tan puntual le obedece,
que las plantas no riega
para que el agua del pilón no merme.
La máxima es trillada,
mas repetirse debe:
si al pleno acierto aspiras,
une la utilidad con el deleite.
EL LOBO Y LA CABRA
Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a
donde estaba ella le dijo:
-- Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo,
está bien verde y crecido.
Pero la cabra le dijo:
-- Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a tí mismo, siendo yo tu plato.
Moraleja:
Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con sus engaños.
EL GUSANO Y EL ESCARABAJO
Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas.
El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una
visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie. El gusano
estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían
desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y
hablaba con mucha rapidez.
Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era
posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el
gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que
no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos? Esto era entendido
por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo
saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo,
sin embargo calló para no discutir. Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo
buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba
la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.
Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo
traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la
noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen. El escarabajo decidió ir a ver sin
preguntar a su compañera qué opinaba.
En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había
pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se
encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las
hormigas y así sucesivamente.
Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al
verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se
encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le
había pasado.
El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no
eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le
proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan
distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la
que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.