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Texto Claudia
Texto Claudia
Tres mil relojes y más de seis mil manecillas… Tres mil segunderos
haciendo a la vez “tic, tac.” Eso era un sitio para volverse loca…
- Genial…
- Ah, vale. He hablado antes con la dueña; tan sólo he venido a mirar.
- ¡Qué raro! – se me escapó, con cierta ironía -. Eh, quiero decir… Qué
raro, ¿no? - empezó a soltar carcajadas.
- No hace falta que lo ocultes; esta tienda es… peculiar. Y supongo que
no está hecha como un centro comercial, para que haya gente cada dos por
tres…
- Sí…
- ¡Lo siento! Oye, estoy aburrida, ¿te parece ir al Támesis… sobre las
cinco?
- ¡Hey! - era Ruldia, gritando… Fui corriendo hacia ella, por el paso de
cebras, cuando… “Fredo.” ¿Qué hace la placa de Fredo aquí?... Esto
empezaba a ser MUY raro.
- Hola, Ruldia – saludé.
- Hola, Luca. Hemos quedado aquí para que pueda enseñarte una cosa…
- dijo, señalando con ilusión un puestecillo al otro lado del puente –. Es una
tienda de antigüedades, ¡tiene cosas interesantes!
- ¿Gree… Greely?
Por todas esas veces que uno sueña algo tan real que no es consciente
de que ha sido un sueño hasta que se despierta, por todas esas veces que
uno vive y parece un sueño…