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Título: Normas en el hogar

Verdad Central: Un hogar cristiano proporciona un ambiente para el aprendizaje de los valores
cristianos.
Texto Áureo: "Entenderé el camino de la perfección... En la integridad de mi corazón andaré en
medio de mi casa". Salmo 101:2
Trasfondo Bíblico: 1 Samuel 1:20-28; Job 1:1-5; Romanos 12:9-13
Bosquejo
I. Responsabilidad
A. Sea ejemplo de justicia
B. Acepte las responsabilidades familiares
II. Obligación
A. Eduque a sus hijos
B. Ríndase a la voluntad de Dios
III. Amor
A. Amor sincero
B. Amor práctico
Objetivo: Aprender y practicar las normas cristiana en el hogar.
Introducción

Las elevadas tasas de fracasos en el hogar, de maltrato a los niños y


de niños con serios problemas de conducta son algunos índices de la
actual decadencia moral de la familia. Debido a la presión creciente de
una sociedad materialista, las familias han desechado la brújula moral de
la Palabra de Dios.
Si hemos de tener familias cristianas, debemos llevar una vida cristiana.
Sólo podemos hacer esto cuando adoptamos nuestra propia norma de
vida personal basada en la Palabra de Dios. Entonces podemos planear
la exhortación sistemática a nuestros hijos a que adopten esa misma
norma bíblica. Cuando cumplimos con nuestras responsabilidades como
padres cristianos, crearemos un ambiente en el que nuestros hijos
pueden aprender a andar con Dios.
Permita que esta lección lo estimule a mostrar su código personal de
norma en su hogar y a familiares que le hayan dado las espaldas a Dios.
Comentario Bíblico
I. Responsabilidad (Job 1:1-3)
A. Sea ejemplo de justicia

Vivimos en una sociedad que trata de separar la moralidad personal de


otros aspectos de la vida. Muchos afirman que lo que la gente hace en
su vida privada es asunto suyo, siempre y cuando desempeñe bien su
trabajo. Pero la Biblia afirma la necesidad de la integridad personal en
todas las esferas de la vida. Esto es cierto sobre todo con relación a
nuestros familiares.
Job es un ejemplo de hombre santo y padre piadoso. Era "perfecto y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal" Job 1:1. Eso no quiere decir
que Job estuviera exento de pecado. Más bien, describe su madurez
espiritual e integridad personal.
Pregunta: ¿Cómo pueden cultivar los creyentes la integridad, en su vida?
Pregunta: ¿Cuan importante es en la vida de los creyentes el andar conforme a la justicia?

A menudo la justicia y la bendición van de la mano en la Biblia, como


ocurrió en la vida de Job. Pero la justicia personal no garantiza que no
sufriremos. El sufrimiento fue parte de la vida de Job (véase también el
Salmo 73).
Como es evidente a lo largo del libro de Job, la justicia de Job no estaba
basada en la bendición de Dios; se basaba en una relación personal con
Dios. Esta relación con Dios y la justicia que resulta de esa relación
ayudó a Job en todas las adversidades de su vida.
El tener integridad les muestra a nuestros familiares lo que significa
obedecer a Dios. Gracias a nuestro ejemplo, nuestros familiares
aprenderán a buscar la ayuda de Dios durante los momentos difíciles.
Dios confirmó el carácter de Job en el versículo 8 y en 2:2. La justicia de
Job era evidente en toda su conducta, sobre todo en su interés por su
familia.
Como padres, debemos ser íntegros en nuestra vida, sobre todo en las
relaciones con nuestra familia. La conducta y las actitudes cristianas
serán ejemplos de nuestra integridad para nuestra familia.
B. Acepte las responsabilidades familiares

Job no permitió que los bienes materiales de la vida embotaran su


sensibilidad espiritual. No sólo le preocupaba darles a sus familiares las
comodidades de la vida; estaba preocupado también por el bienestar
espiritual de ellos.
Cada uno de los siete hijos de Job hacían banquetes por turnos en sus
casas, invitando a sus hermanos y hermanas para que participaran (Job
1:4). Aunque estaban disfrutando de las bendiciones que Dios les había
dado, Job se preocupaba por ellos. Se interesaba en el bienestar
espiritual de sus hijos.
Pregunta: ¿Cómo pueden aceptar los padres la responsabilidad espiritual por su familia?

Job aceptó la responsabilidad personal por el bienestar espiritual de su


familia al convertirse en el sacerdote de su familia. Mientras los hijos de
Job estaban festejando, Job expresaba su interés ofreciendo holocaustos
mientras intercedía por cada uno de sus hijos. Demostró estar
consciente del hecho de que sus hijos pudieran pecar contra Dios la
fuente de su bendición.
En la sociedad actual, es fácil preocuparse por la provisión para nuestra
familia de los bienes materiales que necesitan y desean. Pero hay mucho
más en la vida que bienes terrenales. Al igual que Job, tenemos que
preocuparnos por la vida espiritual de nuestros hijos.
Como padres cristianos, podemos interceder en oración por nuestros
hijos. Podemos pedirle a Dios que el Espíritu Santo ayude a nuestros
hijos a estar atentos a Dios y a su plan para la vida de ellos. Y cada día
podemos enseñarles a agradar a Dios con su vida.
Aun después que sus hijos habían crecido y tenían sus propias casas,
Job siguió orando por ellos. De igual modo nosotros sabernos que
nuestra responsabilidad como padres no termina nunca. Los padres
cristianos aceptan la responsabilidad por sus hijos, toman la iniciativa de
ver que anden bien con Dios, y nunca abandonan esa responsabilidad.
Los padres cristianos responden por sus hijos ante Dios toda la vida.
II. Obligación (1 Samuel 1:20-23)
A. Eduque a sus hijos

Dios oyó la oración de Ana por un hijo y "al cumplirse el tiempo,


después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre
Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová" (1 Samuel 1:20). Dios
contestó su oración.
Pregunta. ¿Por qué pudo aceptar Dios la promesa de Ana y contestar su oración?

Dios conocía el corazón de Ana. Dios sabía que podía confiar en que ella
cumpliera su promesa. Dios recompensó su fe y cumplió el deseo del
corazón de ella al darle un hijo.
En el mundo antiguo, a los niños se les destetaba cuando tenían dos o
tres años de edad. Ana no viajó más cada año a Silo con su esposo hasta
que Samuel fue detestado (vv. 21-23). Sin embargo, podemos estar
seguros de que durante ese corto tiempo la atención de Ana a Samuel
incluyó más que el cuidado físico. Sin duda Ana le dijo a Samuel cuan
especial era él y le contó cómo Dios había contestado sus oraciones.
Aunque Samuel era todavía muy joven, es probable que la instrucción
espiritual de Ana preparara a Samuel para que oyera a Dios más
adelante en su vida.
La instrucción espiritual de nuestros hijos tiene que comenzar mientras
son todavía pequeños. Cuando los niños crecen oyéndonos hablar de
Dios y de su bondad, es probable que sigan nuestro ejemplo cristiano y
sirvan al Señor.
B. Ríndase a la voluntad de Dios

Aproximadamente cuatro años antes, Ana había prometido que, si Dios


le daba un hijo, se lo daría al Señor (1 Samuel 1:11). Por último llegó el
tiempo en que Ana llevó a Samuel al templo en obediencia a su promesa
(vv. 24-28). Aunque fue sin duda difícil ese acto, Ana le había hecho una
promesa a Dios y no se retractaría de ella. Le daría a Dios el hijo que Él
le había dado a ella.
Pregunta: ¿Por qué es a veces difícil cumplirle a Dios nuestras promesas?

Ana le había dicho a Dios que le devolvería a su hijo. Después que


naciera Samuel, habría sido fácil para Ana no cumplir con su promesa.
Pero la integridad de Ana no le permitiría hacer eso.
A veces podemos olvidar nuestra promesa a Dios después que Él
contesta nuestra oración. Podemos mostrar fácilmente nuestra falta de
gratitud al no cumplirle a Dios nuestra promesa.
A diferencia de Ana, hay algunas personas que prometen servir a Dios
si las ayuda en la crisis o en otras situaciones difíciles. Pero esas
oraciones están por lo general motivadas sólo por una necesidad de
suma urgencia y no por una profunda consagración a Dios. Después que
Dios los haya ayudado, pudieran no desear que sea su Salvador.
Cualquier padre o madre puede comprender fácilmente la enormidad
del sacrificio de Ana, pero su consagración a Dios significaba gran
sacrificio personal. Samuel representaba la culminación de años de
espera. Su nacimiento quitaba la vergüenza de ella, silenciaba la
arrogancia de Penina y le daba a Ana la posibilidad de tener nietos (1
Samuel 2:3-8).
Cuando le llevó a Samuel a Elí, Ana dijo: "Todos los días que viva, será
de Jehová" (1:28). Ella renunció a Samuel por el resto de su vida,
sabiendo que estaba cumpliendo la voluntad de Dios.
Pregunta: ¿Cómo podemos entregarle a Dios nuestros hijos?
Cuando dedicamos nuestros hijos al Señor, estamos reconociendo que
los ayudaremos a crecer de la forma que podamos para que lo amen y le
sirvan. Si el Señor llamara a nuestros hijos para que le sirvan, se los
entregaremos, exhortándolos a que sigan haciendo la voluntad de Dios.
III. Amor (Romanos 12:9-4)
A. Amor sincero

Muchas veces es mucho más fácil mostrarse bondadoso con


los extraños que con los familiares. Queremos agradar a los
demás y causarles una buena impresión, pero a veces es difícil
tratar a nuestros familiares con esa misma bondad. Pero Dios
quiere que mostremos amor en el seno familiar.
Una característica del amor es la sinceridad (Romanos 12:9).
La palabra traducida "fingimiento" puede traducirse
"hipocresía". Si el amor no es sincero, no es genuino. Es sólo un
fingimiento.
También el amor debe ser puro. El amor genuino aborrecerá
todo lo malo y seguirá lo bueno. Cuando nos consagremos por
completo a Dios, amaremos con motivos puros.
El amor no solo es un sentimiento, sino una dedicación al
bienestar de los demás, y entre ellos al de nuestra familia.
Cuando de veras amamos a los demás, reconoceremos su valor
y haremos lo que podamos para ayudarles a cumplir los
propósitos de Dios para su vida.
El amor es el cumplimiento de la ley, y el nuevo mandamiento
que Jesús les dio a sus discípulos (Romanos 13:10; Juan 12:34).
El amor de los creyentes por los demás es la primera expresión
del amor a Dios. Sin amor, nada somos. No es entonces
sorprendente que el amor sea el principio rector en la familia
cristiana.
B. Amor práctico

El amor genuino que Dios ha puesto en nuestro corazón hallará


expresiones concretas al amar a los demás, sobre todo a los de nuestra
propia familia.
Pregunta: ¿Cómo se les expresa amor a los demás?

Cuando amamos a alguien, le damos más honra que a nosotros


mismos, no porque nos consideremos sin valor, sino porque vemos el
valor en ellos (Romanos 12:10). Nuestro amor a los demás hará que nos
fijemos en sus virtudes y no en sus debilidades. Y en lugar de criticarlos,
haremos lo que podamos para ayudarles a crecer en su relación con
Cristo.
Nuestro amor a Dios también se manifestará en la forma en que le
servimos. En el versículo 11, Pablo les ordenó a los creyentes que no
fueran "perezosos". (La frase traducida "en lo que requiere diligencia" se
refiere a todos los aspectos de la vida.) En lugar de ser "perezosos"
debemos ser "fervientes en espíritu". Debemos servir a Dios con fervor
en todos los aspectos de la vida, incluso en nuestras relaciones con los
demás.
Se asocia a veces el fervor con un fuego consumidor. Nuestro espíritu
ha de arder con fervor por el Señor. En este contexto, se sobrentiende el
fervor como una ardiente consagración a Dios. La fraseología de las
exhortaciones de Pablo en todo este pasaje bíblico indica que debemos
reavivar ese fervor cada día.
Un aspecto de nuestra vida en que debe mostrarse ese fervor es en
nuestro interés por el bienestar espiritual de nuestra familia. El mundo
no titubea en asediar a nuestra familia con su mensaje de desenfreno.
Como creyentes, no podemos ser perezosos en enseñarle a nuestra
familia las verdades de la Palabra de Dios para contrarrestar las filosofías
materialistas de este mundo.
Pablo dijo también que los creyentes han de regocijarse "en la
esperanza" (v. 12). La esperanza de todos los creyentes es la inminente
venida de Cristo y nuestra vida con Él por la eternidad. Esa esperanza
hace que nos regocijemos, aun en las dificultades de la vida. También
nos ayuda a soportar con paciencia las dificultades.
Una vida de oración, que Pablo mencionó después, puede ser uno de
los resultados de la tribulación en nuestra vida. Cuando afrontamos
dificultades, sentimos la necesidad de arrodillarnos y buscar el poder y la
ayuda de Dios. Pero nuestra vida de oración es algo más que
simplemente acudir a Dios en nuestros momentos de necesidad. Nuestra
vida ha de caracterizarse por la oración. Y cuando oramos cada día,
tenemos que interceder por nuestra familia.
Durante las pruebas de la vida, a veces nos concentramos en nuestras
propias necesidades y olvidamos las necesidades de los demás, incluso
las de nuestros familiares. Pero aun en nuestras dificultades, debemos
ser sensibles a las necesidades de los demás. En el versículo 13, Pablo
exhortó a los creyentes a que satisficieran las necesidades de los demás.
Además, debemos brindarles hospitalidad a los extraños y también ser
hospitalarios los unos con los otros. Y qué mejor lugar para mostrar
hospitalidad que abrir nuestros hogares para la comunión y ayudar a los
necesitados.
Aplicación
Dios creó la familia para que fuera una expresión de su amor y como un
medio para difundir su reino. Es importante que nuestros familiares
conozcan a Cristo como su Salvador. Debido a la importancia de esta
relación con Cristo, nuestra familia se vuelve lo más importante que
tenemos.
Aunque no podemos obligar a nuestros familiares a que sirvan a Cristo,
podemos ser un ejemplo cristiano para ellos. Podemos hacer eso cuando
mostramos nuestra ética personal en todos los aspectos de la vida.
Pídale a Dios que examine su vida para ver si hay algún aspecto en la
que pudiera faltarle ética personal. Después permita que Él lo
transforme a usted.

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