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Aunque a las chicas no les hacían mucha gracia las monjas, pues
estaban todo el rato murmurando de sus exageradas minifaldas, todos
decidieron que era una buena ocasión de conocer Grecia y llegar a Estambul.
La siguiente mañana Roma perdió sus más alegres visitantes que la
abandonaron en un confortable autobús.

Una parada en Venecia regaló a éstos un romántico paseo en góndola.


Luego se despidieran definitivamente de la pasta, de las pizzas y de los
helados al abandonar Italia para dirigirse a la antigua Yugoslavia.
Al atravesar Sarajevo, pudieron observar viviendas destruidas, niños
cuyos enormes ojos seguían al autobús girando la mirada a su paso y adultos
con la tristeza y el horror de la guerra pintados en la cara.

¿Qué les pasa? preguntó Nabintou.


Eneko, que está al tanto de las noticias,
respondió:
Hace unos años, aquí en los Balcanes, tuvo
lugar una gran guerra. Fue tan espantosa,
como todas. Murió mucha gente. El dolor
permanece.
Tras descansar en ruta, llegaron de mañana a la frontera griega. Los
guardas fronterizos resultaron simpatiquísimos, y guapos, según Leydy.
Conforme avanzaban hacia el sur, el calor y la alegría les fue
envolviendo. En la primera playa que vieron, detuvieron el autobús y se
dieron el gran baño. Allí un griego muy elegante que manejaba una motora
les propuso llevarles a una maravillosa isla del Egeo con playas de ensueño.
Aunque las monjas votaron en contra, los seis ganaron la votación.
Acordaron el precio con el griego y
zarparon. El griego tenía razón. Era
un
isla muy hermosa con un hotelito
barato y muy blanco junto a una playa
inmensa y paradisíaca. Se quedaron,
claro.
¡Yupiiii! ¡Qué maravilla es el
Mediterráneo! gritaba Ainhoa.
¿Os imagináis a Manolo y Consuelo allá? apuntó Denis.
¡Eso, eso! ¡Allí bajando al instituto con frío, niebla, lloviendo...!
¡La simpática de Consuelo se encontrará rara sin tener a quien dar
sus pesados trabajos!
Cuando se acordaban de sus profesores, se partían de risa. Aunque,
en el fondo, no les hubiese importado demasiado compartir, sólo un ratito,
con ellos aquellas playas de ensueño y el delicioso y cálido mar azul turquesa
Eneko nadaba entusiasmado sin perder de vista el horizonte.
Pretendía encontrar una sirena, pero sólo descubrió a Carlos nadando como
Poseidón, el dios del mar. El resto, sin un profesor que les hiciese una
ahogadilla, buceaban como delfines. Leydy, haciéndose la indispuesta,
pretendía ligar con algún morenazo de la tierra. ¡Cómo estaba nuestra
Leydy!
Al atardecer, llegó la música. Llegó por la playa. Era una banda de
músicos que arrastraban un carromato por la orilla. Tocaban el sirtaky, un

baile que hacía años había hecho furor


en Pamplona. Fue demasiado. Hasta las
monjas regordetas acabaron bailando.
Eso sí extrañó a nuestros amigos, lo
bien que las monjas contoneaban sus
caderas y los bikinis tan descarados
que lucían.
Para ser unas monjitas... repetía Carlos.
Las citadas monjitas se empeñaban en continuar. Parecían tener prisa
por seguir hacia Turquía. Pero los seis se negaban a quedarse sin disfrutar
del Mediterráneo. Hubo una votación. Por seis votos contra dos ganó la
opción de seguir en la playita griega. Las monjas amenazaron con seguir
solas. Los amigos les dijeron que debían acatar lo acordado por mayoría,
pero que allá ellas y que, si lo preferían, podían largarse. La firme decisión
de los seis les obligó a ceder. Se quedaron.
Después de una semana, por la mañana en la playa nadando o tumbados
y por la tarde bailando, atravesaron tierras quemadas hacia Atenas.
De Atenas lo que más les gustó fue el Partenón,

un templo muy antiguo que aún queda en


pie y está lleno de frisos esculpidos y
bellas estatuas. Nabintou pretendía
seguir disfrutando del arte, pero a las
monjitas les entró la prisa por correr a
Estambul.
Estambul nos espera repetía la más guapa de las dos.
Esta vez cedieron y volvieron a tomar el autobús. Aunque partieron de
noche, cosa rara, nadie sospechó nada.
Antes de llegar a la frontera turca, se escuchó un grito. Fue Denis quien
descubrió cómo las monjas sigilosamente registraban a Ainhoa, que dormía
como un tronco, en busca del plano. Al ser descubiertas, tiraron los hábitos
y salieron corriendo. Denis les persiguió, pero no pudo atraparles pues
estaban gordas, pero agilísimas.

MAPAMUNDI
RECETA: MOUSSAKA

Ingredientes:
3 berenjenas grandes
1 cebolla grande
400 gr de carne picada mezcla de ternera y cerdo
1 patata
1/2 vaso de salsa de tomate casera
100 gr de queso rallado
Orégano
Salvia
Sal
Pimienta

Para la bechamel:

1 cda de mantequilla
1 cda de harina
500 ml. de leche
Nuez moscada

Elavoración

Para empezar cortaremos a rodajas de 1 cm más o menos las berenjenas y


las pondremos a sudar para que suelten el líquido amargo que contienen. Para
ello las salamos bien por ambos lados y las ponemos en un bol o escurridor.
Las dejamos 20 o 30 minutos
Mientras, picamos la cebolla y la pochamos a fuego lento en una sartén con
aceite de oliva y un poquito de sal.
Cuando haya pasado el tiempo lavamos las rodajas de berenjena bajo el
grifo y las secamos.
Seguidamente las asamos (en la receta original van fritas pero cojen el
aceite como una esponja), se pueden hacer a la plancha, pero yo prefiero el
microondas.
Las pongo en una olla para microondas con una gotita de aceite y las meto a
máxima potencia durante 8 minutos con la tapa puesta y la válvula abierta.
Podéis cambiar la olla para microondas por un tupper con la tapa del micro
puesta por encima.
Mientras se hacen las berenjenas salpimentamos la carne picada y se la
añadimos a la cebolla que teníamos en la sartén.
Dejamos que la carne se haga a fuego medio y aprovechamos para preparar
la bechamel. Para ello ponemos la cucharada de mantequilla en una cazuela o
sartén y cuando se haya derretido añadimos la harina y la sofreímos para
que no sepa a crudo. Vamos añadiendo la leche a poquitos y removiendo sin
parar e irá espesando, añadimos también la nuez moscada molida. Según el
tiempo que la tengamos al fuego la bechamel quedará más o menos espesa.
Para esta receta es mejor dejarla algo líquida pues cuando la quitamos del
fuego siempre espesa algo y luego irá al horno
En el tiempo que hacemos la bechamel tendremos lista la carne.
Añadimos a la sartén un poco de bechamel y de salsa de tomate.
Mezclamos todo bien y dejamos dar un hervor para que se mezclen los
sabores y espese un poco.
Seguidamente pelamos la patata y la cortamos a láminas finas que
pondremos por toda la base de la fuente donde haremos la moussaka.
Le ponemos un poquito de tomate frito por encima.
Lo siguiente una capa de berenjenas asadas…
Entre capa y capa espolvoreamos con orégano y salvia.
Después irá la farsa de carne...
Otra capa de berenjenas...
Otra de carne...
Más berenjenas... asi hasta terminar.
Napamos con unas gotitas de tomate y bechamel...
Un buen puñado de queso rallado por encima...
Y al horno precalentado a 200ºC durante 20-30 minutos.
Nº PERSONAS 6

Precio Precio
Ingredientes Cantidad Unidad Cantidad
1,79 3,58
Berenjenas 2kg
0,60 0,10
Cebollas 2u
6,99 6,99
Carne de cordero picada 1kg
1,89 1,41
Tomate 750gr
1,72 0,34
Vino Blanco 200ml
1,48 0,34
Mantequilla 60gr
1,01 1,01
Leche 1l
1,15 0,19
Yema de huevos 2u
1,24 0,46
Queso rallado 75gr
TOTAL RECETA 14,69

TOTAL PERSONA 1,83

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