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HISTORIA DE LA LOGICA

La Historia de la lógica viene a ser el estudio de las contribuciones al


desarrollo de esta disciplina. ¿En qué consisten tales contribuciones? Puede
decirse que, en sustancia, una contribución al desarrollo de la lógica es o
envuelve un análisis de la forma de ciertas relaciones lógicas –en particular, la
relación de consecuencia–, o un análisis de su estructura interna, o es
significativa para la determinación de una y otra. Entonces, salvo que cambie
radicalmente la idea que nos venimos haciendo de la lógica, serán
contribuciones paradigmáticas a su desarrollo textos como los cc. 1, 2 y 4-7 del
libro I [A] de los Primeros Analíticos de Aristóteles, o los tratados iv y vi de los
Tractatus –después llamados Summulae Logicales– de Pedro Hispano, o el
ensayo “Non inelegans specimen demonstrandi in abstractis” de Leibniz, o los
§§ 147-168 del libro II de Wissenschafstlehre de Bolzano, o The Mathematical
Analysis of Logic de Boole, o Begriffsschrift de Frege, o “Untersuchungen über
das logische Schliessen” de Gentzen, entre otras varias muestras. Cabe
reconocer, además, otras aportaciones que compartan ciertas características
distintivas con esas contribuciones típicas, o se relacionen con ellas en el
sentido de abordar nociones, problemas o temas como los que hoy ocupan a
los practicantes de esta disciplina. En suma, el reconocimiento de una
contribución al desarrollo de la lógica es una especie de compromiso entre lo
que antes ha podido hacer la gente en este sentido y lo que está haciendo
ahora.

Las contribuciones al desarrollo de la lógica no llueven del cielo, ni son el limpio


reflejo de unas Formas u Objetos en sí mismos lógicos, ni resultan productos
puros de la Razón. Antes bien, se gestan en el seno de tradiciones de
pensamiento; responden a programas de análisis conceptuales, teóricos o
metodológicos; están hechas de la materia de los textos. Su desarrollo, aparte
de contribuir a las líneas de trabajo abiertas o establecidas en el cultivo de la
disciplina, guarda relación con otros marcos de referencia inferenciales y
culturales –como, por ejemplo, la argumentación ordinaria, el discurso
filosófico, la deducción matemática, la inferencia científica–. Su fortuna y su
eficacia históricas también dependen de unas condiciones de transmisión,
recepción e institucionalización, tanto disciplinarias como interdisciplinarias. De
modo que la Historia de la lógica, salvo en lo que concierne a sus temas
característicos y a su peculiar uso de reconstrucciones formalizadas como
métodos auxiliares de interpretación, no difiere mucho de cualquier otra historia
de una disciplina académica de venerable raigambre en la cultura occidental.

De todo ello se desprende que la Historia de la lógica es una empresa


colectiva, multidisciplinaria y pluridimensional, que incluye un buen número de
tareas aún por hacer. Incluso en razón de la penuria conceptual y profesional
que hoy sigue arrastrando este tipo de estudio, la Historia de la lógica todavía
está por reconocer.

Lo que significa, entre otras cosas, que si se dedican a la Historia de la lógica


quizás tengan dificultades para encontrar empleo pero, desde luego, no les
faltará trabajo.

La condición de la Historia de la lógica como “historia en construcción” y labor


pendiente también supone que: (a) la confección de un temario sólo puede
tener hoy un carácter provisional e indicativo; (b) ninguno de los manuales
generales que hoy circulan es satisfactorio; (c) por el momento, al menos, el
tipo de material didáctico que podría resultar más útil sería el que orientara la
exploración, el estudio y el trabajo en este campo.

Sin embargo, hay algunos focos o centros de interés relativamente destacados


y, afortunadamente, no todos los manuales generales o Historias de la lógica
se dejan medir por el mismo rasero. Esto permite adelantar, a manera de
programa, un puñado de núcleos temáticos ricos y significativos. Hace posible
además una especie de selección entre la historiografía existente, tanto por lo
que concierne a visiones históricas panorámicas como por lo que concierne a
ensayos monográficos. Aconseja, en fin, visitar esos focos de interés y estos
trabajos historiográficos con un mapa-guía que nos ayude a orientarnos y
movernos por el terreno. Voy a proponer a continuación un programa selectivo.
Luego, en el apartado siguiente, sugeriré el uso de una Guía de la historia de la
lógica que ha sido concebida sin mayores pretensiones que las de servir de
brújula y de mapa de bolsillo.

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