El milenio avanza a pasos veloces en cuanto a innovaciones en todo los
campos profesionales. La educación tecnológica se presenta como una novedad para intervenir positivamente y perfeccionar un modelo de proyecto que enlace el pensar, el hacer y el convivir, y que haga mediación entre las funciones cognitivas y las capacidades prácticas, es por eso que la educación tecnológica debe fomentar la construcción de conocimiento y la calidad de vida. El prodigio tecnológico implica diagnosticar como se construye conocimiento y qué funciones mentales se estimulan y se deben estimular en el proceso pedagógico, así como consolidar la reflexión de ese conocimiento nuevo. Debemos tomar en cuenta la integración de la calidad de los contenidos con la práctica, prever ambientes de aprendizajes ricos en herramientas y con materiales atractivos que propicien la resolución de problemas; por lo cual, es necesario que el docente haga una escogencia de estrategias de trabajo y origine situaciones de aprendizaje que permita a los estudiantes aprender a aprender. Deben predominar estrategias activas y cooperativas que aborden situaciones reales y que mantengan el equilibrio didáctico. El desafío hoy, en el nuevo milenio, es ser docentes formados, abiertos a los cambios para vivir los avances tecnológicos y asumir riesgos. Es de suma importancia tener una actitud de criticidad en estos escenarios y a la vez tener criterios y conocimientos para asumir esa posición.