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LA MONOTONIA COTIDIANA

En la vida diaria llevamos acabo una serie de actividades, que por su


constante frecuencia dejamos de lado sin dar la importancia que tiene…

La clase ocurre de igual manera este fenómeno ya que no es sólo un


entorno físico, sino que además, ofrece un contexto social bastante
constante. Los mismos niños se sientan en los mismos pupitres y el profesor
está casi siempre junto al mismo escritorio. De vez en cuando se produce
algún cambio: durante el año algunos alumnos se van y vienen otros
nuevos; algunas veces los niños son recibidos por un profesor desconocido.
Pero generalmente, estas anécdotas son poco frecuentes y originan un
revuelo de curiosidad entre los pequeños.

En las escuelas se da una intimidad social que no tiene término de


comparación en otros medios de nuestra sociedad. Los autobuses y los
cines están más llenos que las escuelas, pero los asistentes o viajeros no
suelen permanecer en esos lugares un período demasiado largo de tiempo
y, mientras están allí no suelen estar concentrados en un trabajo concreto,
ni, generalmente, establecer relaciones entre sí.

Un último aspecto de la uniformidad que experimentan los alumnos en la


escuela primaria nos lo da el carácter ritualista y cíclico de las actividades
que se realizan en la clase. El horario cotidiano, por ejemplo, se divide en
períodos limitados de tiempo durante los cuales se estudian temas
determinados, o se realizan determinadas actividades. Ciertamente, el
contenido del trabajo cambia cada día y cada semana y, en este sentido, se
da una variedad considerable dentro de la continuidad (uniformidad).

Por tanto, cuando un niño entra en la escuela por la mañana, penetra en un


entorno con el que se ha familiarizado de manera excepcional a través de
una asistencia prolongada. Es, además, un entorno bastante estable, en el
que los objetos físicos, las relaciones sociales y las actividades principales
son casi constantes día tras día, semana tras semana o, incluso, en muchos
aspectos año tras año.

Comprenden tres hechos con los que hasta el más pequeño escolar tiene
que aprender a enfrentarse y que pueden describirse con tres palabras
clase: grupo, evaluaciones y poder (autoridad).

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