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Viaje Kalai@Picas

Por Alejandro Volpi

A Jessi.

Si viajas por este


mundo
Con alas de privilegio
No olvides a aquellos
Que han nacido sin alas
Que en otro tiempo
Esas alas serán de
viento.

Faus se encontraba sólo, extraviado en una planicie de arena


descomunal que no otorgaba otra visión que el blanco azulado de la
arena y un cielo naranja parecido al atardecer en el Caribe, dos Lunas
brillaban en esta noche común de Kalai@Picas.
El viaje había sido como en todos estos desprendimientos astrales algo
vaporoso, húmedo a tal magnitud que se iba secando poco a poco la
piel. Para cuando Faus se había postrado en la arena tenía la piel seca
como un viejo pergamino, los ojos un poco hundidos y el cabello
perfumaba sus pensamientos con un aroma amargo y cenizo.
Desde luego en estos lugares no habita la materia como la conocemos y
los amplios pantalones de manta habían desaparecido en el último túnel
descendente y ahora viajaba semidesnudo; sin embargo, la camisola de
piel de venado pudo sobrepasar los vórtex y le cubría un poco de las
intensas radiaciones de las Lunas de Kalai@.
Hay quien afirma que este es el mismo planeta donde alguna vez existió
un borrego y una serpiente, y un príncipe pequeño de aspecto y grande
en sabiduría.
Faus recorría el paisaje sin saber aún que hacía en aquel lugar.
Esperando ansioso las señales de Atraxanos que parecían viajar mucho
mas lento que él y parecía que no llegarían nunca.
Conforme iba caminando se dio cuenta que esa sensación de
craqueladura que le acompañaba se iba desvaneciendo poco a poco, de
los pies hacia arriba. Parecía que la arena le iba alimentando conforme
caminaba y poco a poco, en lugar de estar cada vez mas cansado, se
revitalizaba a cada paso mientras escalaba las dunas vidriosas.
Poco a poco, ese línea aparentemente infinita y borrosa que se formaba
en la yuxtaposición del planeta con el universo se iba modelando con
cúpulas alargadas de una ciudad aún lejana. Llegar hasta ella en otras
condiciones que aquellas de Kalai@ hubiera sido imposible.
Faus siempre había sido considerado un muchacho extraordinario,
acertada complexión y el desarrollo logrado en mente y alma gracias a
las enseñanzas de Atraxanos había hecho de él un ser excepcional,
capas de hazañas imposibles para el promedio de los seres. Por ello,
caminaba seguro hacia su destino, que en aquel momento iba tomando
la forma de una rara ciudad de un solo edificio de arena parecido a una
enorme catedral.
Conforme se acercaba a la ciudad-edificio iban apareciendo personajes
bailando a través de sus ventanas en ropajes impresionantes. Mujeres
danzando una danza altiva – y aunque no podía ver sus pies, parecía
que volaban y flotaban de un lado a otro de todos los salones de la
ciudad-edificio.
Los kalai@picassianos eran una raza excepcional. Habían trascendido a
casi todos los problemas humanos y de otras muchas razas que
habitaban perdidas en el Universo y sus paralelos. Tenían además una
situación privilegiada pues su planeta les había dado una oportunidad
que muy pocas razas obtuvieron en el Primer Reparto. Un planeta que
con el solo hecho de vivir en él, no tenía mas preocupación que su
evolución sin interrupciones pues alimento y cobijo no eran necesarios
en un lugar donde el solo hecho de pisar descalzos la arena satisfacía
todas las necesidades de la carne. Serían entonces esos seres
privilegiados que construyeron mas allá de la materia todos sus
fundamentos y entretenciones.
Faus se adentraba paso a paso, cada vez con mas vigor hasta llegar,
como en otras ocasiones ante la impresionante puerta que daba entrada
a la ciudad-edificio. Su seguridad crecía cada vez mas y aunque
Atraxanos le había enseñado bien, el joven experimentaba una
sensación de poder que interrumpía su acostumbrado humildad.
Al llegar a la puerta, ésta se encontraba cerrada. Era una puerta
enorme de un material desconocido, azul, al igual que la arena pero con
un brillo tal que parecía estar formada de energía pura, de hecho, al
tratar de tocar la gran armella que colgaba del centro, recibió una
descarga extraordinaria que le hizo entrar en trance por unos
momentos.
- Faus, escucho en su interior, era la voz de Atraxanos, -Cuida bien tus
pasos en la arena, cuida bien los pasos de tu mente, este lugar brilla con
la energía más pura, pero la luz más brillante proyecta también las
sombras mas definidas, cuídate de los pilares y camina cerca de las
ventanas. Si las sombras te tocan oscurecerán tu piel azul y tu mente
brillante.
Sobre todo esta última frase le sorprendió mucho y mas aún por que
para cuando terminó de escucharle ya estaba dentro de aquel lugar y al
recorrer con la mirada su cuerpo se dio cuenta que la arena al entrar en
su cuerpo había hecho cambiar el color de su piel. Faus brillaba aún en
la resplandeciente luz del lugar dejando ver en el centro de aquella luz
neón una piel tersa y efectivamente... azul.
Avanzaba lentamente, aunque seguro y le seguía perturbando ese
pensamiento de engreimiento. Le callaba conforme iba apareciendo y
esperaba su primer encuentro. Debajo de uno de los pilares se encontró
un ser que para nosotros sería notablemente bello, pero irradiado de la
luz azul, a Faus le pareció un ser deforme y sin poder evitarlo le lanzó
una mirada despectiva que duró un solo un instante y sin embargo le
llegó a lo mas profundo del corazón al individuo arrodillado. No soportó
verle por mucho tiempo y volteando la cabeza de abajo arriba y de
derecha a izquierda se topó con una bella mujer que levitaba en la
habitación contigua. Siguiendo las instrucciones de Atraxanos, camino
deprisa en los lugares de sombra y se quedó plantado frente a un
ventanal. Para su sorpresa, en cuanto tapó la luz que entraba por el
ventanal, la mujer calló al piso convirtiéndose en un ser idéntico a aquel
arrodillado en la primera columna. Faus cerró los ojos con una mueca y
no pudo dejar de pensar que aquel mundo maravilloso era solo una
ilusión. La mujer, que ya no tenía su brillo inicial, se arrastró hasta el
pilar de la entrada y sonrió al hombre que aún estaba llorando
arrodillado, se esbozaron una leve sonrisa y en un momento rieron a
carcajadas. Al momento que se abrió la puerta de la entrada, apareció
un niño, la luz que dejó pasar, elevó a la pareja del pilar por la
habitación recobrando su hermosura.
Fueron pasando los salones de uno a uno, Faus subió por la escalera de
caracol y conforme encontraba un resquicio de luz, permanecía inmóvil
un momento para observar como todos los personajes conforme
bailaban, volaban y caían iban transformándose de los seres más
hermosos a objetos animados deformes y tristes. Experimentó repudio
por aquellos en los pilares y más de una vez sintió amor a primera vista
por aquellos que volaban un poco mas alto que aquellos.
Conforme subía su poder y orgullo también iban creciendo, pues al
parecer, los lugares mas altos estaban reservados sólo para los seres
más bellos y el iba subiendo sin dificultad alguna. Tal vez por la misma
razón, conforme avanzaba encontraba seres cada vez más hermosos,
que volaban con mayor gracia y reían con mayor insensatez. Al mismo
tiempo, el espectáculo de verlos caer cuando algo los ensombrecía era
cada vez mas grotesco y mirándolos ya en el piso, en su nueva
avanzada hacia arriba hacía que Faus se sintiera abrumado y
experimentaba algo de asco por sus deformes cuerpos.
La escalera había llegado a su fin, un último salón se extendía ante sus
ojos, esta vez, sin techo encima de su cabeza. Miles de hombres y
mujeres, seres indescriptiblemente bellos volaban por encima, pero
nunca encontró unas alas para volar con ellos. Cuando Faus irrumpió en
el salón que no tenía ninguna sombra proyectada todos voltearon hacia
abajo, le miraron con desprecio y Faus cayó hasta el primer piso.
Faus escuchó de nuevo la voz de Atraxanos, un murmullo sordo que no
comprendía del todo, al fin y al cabo, se había convertido en un ser del
pie de los pilares.

FIN.

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